MODELOS DE DESARROLLO Y EXTENSIÓN R URAL EN EL SECTOR AZUCARERO DE TUCUMÁN Material didáctico destinado a los cursos de Sociología Agraria y Sociología y Extensión Rural de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán. Agosto de 2012.
Introducción La sucesión de los modelos de desarrollo agropecuario en la región pampeana , aplicando los conceptos de Vernon Ruttan, conservacionista, fronterizo, impacto urbano industrial e insumos de alto rédito ; no es aplicable al agro tucumano porque los procesos ocurren en épocas notablemente distanciadas. Esto obedece a: 1.- Diferencias en el poblamiento prehispánico. 2.- Diferencias en el momento y modalidad de la conquista y la apropiación territorial. 3.- Diferencias en los “proyectos de país” entre Tucumán y Buenos Aires durante las guerras civiles. 1.- El poblamiento prehispánico de Tucumán fue relativamente denso, principalmente por poblaciones dedicadas a una agricultura de regadío avanzada, disciplinadas y sometidas al imperio inca. En amplias áreas del actual territorio provincial el “modelo conservacionista” estuvo presente en la agricultura de los pueblos originarios. Por el contrario, en Buenos Aires los pobladores aborígenes eran escasos y nómades, vinculados a la caza y la recolección . 2.- La conquista y apropiación territorial de Tucumán fue temprana, motivada justamente por el interés de los españoles de contar con abundante mano de obra indígena, mediante encomiendas, mitas y repartimientos , para forzarla a trabajar, primero en la explotación forestal, más adelante en los algodonales y telares, siempre en la ganadería. En los siglos XVI y XVII, a través de mercedes reales, gran cantidad de las mejores tierras tucumanas pasaron a propiedad privada en grandes haciendas. En Buenos Aires, con la excepción de un estrecha franja ribereña de estancias coloniales, las tierras pasaron a ser de propiedad privada recién después de 1810, en los procesos conducidos sucesivamente por Rivadavia, Rosas y R oca. La intención de los terratenientes porteños no fue apropiarse de indios, sino de tierras y junto con ellas del ganado vacuno salvaje que las poblaba . El “modelo fronterizo” en Tucumán comenzó muchas décadas antes que en Buenos Aires, y terminó 20 años antes (en 1927 y no en 1945). 3.- Detrás de la denominación de “unitarios” o “federales” estuvo la lucha por la posición que las elites dirigentes pretendían que adoptara el país, en el proceso mundial de la “división internacional del trabajo”. Buenos Aires impuso el perfil de país agroexportador, en tanto que Tucumán –como buena parte del interior - pretendió el desarrollo manufacturero destinado al consumo interno. Ya en 1816 el Obispo Colombres , congresista de la independencia , tuvo cañaverales y trapiches artesanales. En Tucumán el “modelo de impacto urbano industrial” o también “proteccionista”, vinculado a la “industrialización por sustitución de importaciones” comenzara antes que en Buenos Aires.
I. El Modelo Fronterizo en Tucumán : La estructuración inicial del sector azucarero. I.1.: Desde la independencia (1816) hasta la instalación del ferrocarril (1876) . a. Los primeros ingenios de América que no fueron ni esclavistas ni exportadores . En la Argentina posrevolucionaria de comienzos del siglo XIX no existió el modelo de manufactura esclavista clásico, aplicado a las plantaciones e ingenios azucareros latinoamericanos, orientados hacia la exportación , facilitada por su 1
localización costera. Los países caribeños y el Brasil estaban más próximos –por vía marítima - a Londres, u otros puertos europeos, que Tucumán respecto de Buenos Aires en lo que se refiere a costos fleteros y facilidades de comunicación. La abundante población indígena y crioll a tornó innecesaria la importación masiva de esclavos negros, que había sido significativa en siglos anteriores para la producción de algodón y paños. Uno de los aspectos originales de las primeras manufacturas norteñas de azúcar, en la década 1820, fue que estuvieron asentadas en el interior de las haciendas ganaderas. El aprovechamiento de la caña de azúcar comenzaba con su molienda , en trapiches tallados en madera movidos por animales que tiraban de una noria o malacate. Luego se concentraba el jugo obtenido extraído, hasta llegar a mieles por ebullición en la “casa de pailas”. Finalmente las mieles se depositaban en la “casa de purgas”, durante casi 90 días, para el proceso de cristalización . La tecnología empleada, con un equipamiento puramente cas ero, aproximaba la actividad más a lo artesanal que a un molino azucarero caribeño. b. La mano de obra en las haciendas: El “peonaje servil” o semifeudal . Iniciado el momento de máxima actividad en la s haciendas, el período de yerra, se apelaba a la aplicación de modalidades casi feudales. El más primitivo “peonaje” estuvo relacionado , en la etapa inicial, con el uso de mano de obra indígena, que trabajó primero en las yerras y luego en desmontes y cañaverales como “pago” del uso de parcelas de subsistencia en las estancias de los dueños. Como la zafra azucarera tiene lugar entre fines de otoño y comienzo de primavera, podía aprovecharse el período de tiempo muerto de las haciendas ganaderas. La subsistencia del peonaje servil fue una de las razones del escaso crecimiento de la actividad azucarera entre fines de la década de 1850 y 1876 , año en que el ferrocarril hizo posible la llegada de calderas, motores de vapor y trapiches de acero. Fue un modelo tecnológico y productivo todavía obstaculizado por el papel preponderante de las operaciones manuales, la caótica relación entre tecnología y fuerza motriz y por la nula proletarización. No tratándose de esclavitud ni de obreros asalariados, el peonaje constituyó un recurso controlable y barat o. Pero la combinación de tecnología doméstica y mano de obra servil, llevaba la industria azucarera norteña a un atolladero productivo. Su grado de acumulación era muy lento y su horizonte se detenía en el consumo regional. c. La orientación al consumo interno. En ese marco la distancia al puerto fue, simultáneamente, un castigo y una bendición. El azúcar importad o sólo podía llegar al norte cargado de impuestos nacidos en las aduanas interiores y de considerables costos fleteros. Esta circunstancia, naturalmente, se convirtió en una protección de la manufactura norteña. En 1840, la sublevación política y militar de la Coalición del Norte contra Rosas, enfrentó al modelo ganadero exportador, sostenido esencialmente por la oligarquía ter rateniente del Litoral, con el proyecto manufacturero de azúcar destinado a un mercado interno . Con el país desintegrado por las aduanas interiores y el fraccionamiento regional, fue inevitable el estancamiento tecnológico. Solo se pud o seguir obteniendo beneficios con una producción de azúcar en pequeñas cantidades, altísimos precios y bajo nivel de calidad. Recién en 1852, después del Acuerdo de San Nicolás , que estableció la libre circulación de bienes y dinero, se crearon las posibilidades para aspirar a una tecnología distinta y más avanzada. I.2. Desde la llegada del ferrocarril (1876) hasta el “Laudo Alvear” (1927) . a. Mecanización industrial y regímenes de trabajo carcelarios o de “conchabo”. A partir de 1876, con la llegada del tren, pudieron instalarse los ingenios mecanizados, con calderas y grandes motores de vapor, También a partir de entonces el azúcar tucumano pudo distribuirse eficientemente por todo el país. Las modernas tecnologías industriales del azúcar nacieron de la adaptación de las innovaciones aplicadas a la producción europea de azúcar de remolacha, la cual debía competir con los bajos costos de la mano de obra esclava empleada en las plantaciones caribeñas. Una de las singularidades de la producción azucarer a del norte argentino es que nació y se desarrolló sin mano de obra esclava . La etapa del “peonaje servil” no se convirtió en trabajo asalariado libre. El “conchabo”, posterior al peonaje, se impuso 2
mediante leyes que obligaban a los criollos que transitaban por zonas rurales a portar una “papeleta” provista por los hacendados o estancieros, en la que constaba que el portador trabajaba para una determinada hacienda. Sin ella, el criollo o indio que fuera interceptado por una partida policial iba preso, a cumplir su penalidad trabajando en una hacienda o ingenio. Como los peones disponibles eran escasos para las necesidades de mano de obra de los nuevos complejos fabriles y sus extendidos cañaverales ; las élites, monopolizadoras del pod er político, dictaron nuevas leyes laborales que consagraron para las masas rurales una situación cercana a la semiesclavitud. Se remodeló el aparato estatal, intensificando su función represiva y su servicio de búsqueda de prófugos. Toda persona sin trabajo pasó a ser un “delincuente”. Todo peón que abandonaba su trabajo sin consentimiento de su patrón era un “delincuente”. Los reglamentos de policía de 1876 y 1888 se convirtieron en la "Constitución" para los trabajadores. La ley de 1888 explicitaba que el industrial era un magistrado doméstico revestido de autoridad policial. Es en este contexto que surge en Tucumán un personaje mítico temible:”El Familiar”, un perro fantasma enorme y feroz que destrozaba a los obreros qu e huían del ingenio. La gente menos crédula afirmaba que el tal “familiar” era humano, de apellido Santacoloma y asesino a sueldo de Clodomiro Hileret . En 1889 se registraron oficialmente 11.066 casos de fugas de trabajadores, lo que represe ntaba el 40,5% del total de peones registrados. El ingenio -cárcel reemplazaba al régimen esclavista . La cárcel para el “delincuente” que se negaba a trabajar era un principio que no resultaba contradictorio con el contexto del liberalismo capitalista. Todo lo contrario, lo reafirmaba. El pago que recibían los trabajadores conchabados se efectuaba principalmente en “vales” expedidos por el ingenio, que solo permitían adquirir ciertos alimentos en las proveedurías del mismo. Este sistema fue uno de los m otivos de las huelgas obreras de 1907, que lograron imponer el pago en dinero y la jornada máxima de 10 horas. Aunque con más tecnología, la nueva organización del trabajo siguió teniendo la marca distintiva de la organización precapitalista o no estrictamente salarial. No maduró una clase obrera propiamente dicha. b. Cómo extender los cañaverales. La capacidad productiva de los ingenios montados con la tecnología de la revolución industrial no podía ser satisfecha con la misma cantidad de caña q ue abastecía a la industria artesanal. Los ingenios se endeudaron para ampliar la superficie de caña disponible, pero ese camino no alcanzaba para abastecer a los nuevos trapiches de hierro movidos por la energía de los motores a vapor. Fue necesario entonces presionar a los agricultores de autoconsumo para que produjeran caña de azúcar. En muchos casos el cambio fue voluntario alentado por las ventajas que ofrecía la caña en cuanto a demanda y bajo costo de mantenimiento, porque la cepa servía para varias cosechas. Se inició así el camino hacia el monocultivo que caracterizará la economía de Tucumán durante casi un siglo. La consecuente escasez de los alimentos tendía a asegurar que el trabajador quedar a atado al ingenio como su proveedor. Aún así, el ritmo de las fugas fue tan creciente como la vertiginosa inauguración de ingenios y remodelación de los antiguos. El Estado fue, de hecho, una prolongación y un complemento de la cárcel -ingenio. Los peones reincidentes por fugas eran obligados a cumpl ir trabajos forzados en la creación de la infraestructura vial, de irrigación y edilicia necesarias para sostener e impulsar el salto industrial. La revolución industrial en el azúcar inaugura también el proceso de concentraci ón, de los 82 establecimientos azucareros existentes en 1877 , solo quedaron 34 en 1881. Las tierras de los ingenios artesanales que desaparecieron fueron parcialmente absorbidas por l as fábricas que lograron dar el salto tecnológico, pero en muchos casos sus propietarios se convirtieron en grandes y medianos proveedores de materia prima a los ingenios. c. La evolución en el trato de la mano de obra . La incorporación de nuevas tierras para el cultivo necesitaba contar con mano de obra barata para el desmonte. Por consiguiente se trató de atraer nuevas masas de trabajadores provenientes de zonas rurales , que llegaban con sus familias, pero también con sus carros y animales de tiro. Gracias a e sto también se transformaron transportistas de caña. El pago del flete les agregaba un ingreso significativo y, simultáneamente, le resolvía al ingenio el costo de adquisición y mantenimiento de animales y carros durante el período interzafra. Para la industria azucarera norteña el ferrocarril se convirtió en la palanca para e l dominio del mercado nacional y para la adquisición de la tecnología fabril. El crédito público fue un instrumento para la acumulación originaria del capital. La 3
cárcel fue el medio para conseguir trabajadores. Además los intentos de atraer inmigración e uropea como mano de obra fracasaron totalmente porque las condiciones de trabajo hacían que los inmigrantes se abstuviesen de elegir el ingenio como meta en su búsqueda de mejores horizontes. Sin embargo no se podía confiar en el trato que los "peones -presos" daban a las máquinas, sino a costa de una severa y costosa vigilancia. Fue necesario fracturar la organización laboral del complejo azucarero en fábrica y cultivo. En la fábrica las condiciones eran de relativa benevolencia, con un mejor salari o, pero sin lugar al principio de trabajo libre asalariado. Ejemplo de esto fue la venta del ingenio "La Invernada", donde se consignó a sus operarios como bienes de capital. El estatus carcelario permaneció intacto en las tareas rurales, mientras que fue revestido de benignidad en las fabriles. Las restricciones también alcanzaron a los técnicos , el ingeniero H. Tullstrom llegó en 1875 a Tucumán , contratado para dirigir el ingenio "Lastenia"; en el correspondiente documento se estipula ba que su situación era "la de un mayordomo a las órdenes de un patrón"; tenía prohibido viajar Europa a ver a sus familias hasta después del quinto año de trabajo. Los ingenios azucareros de Salta y Jujuy aprovecharon, con diferentes resultados, la mano de obra de l os indígenas. En 1879, el entonces Ministro de Guerra de la Nación , Julio Argentino Roca, accedió al pedido de sus comprovincianos y envió desde la Patagonia, en vagones de carga, a cientos de indios pampas prisioneros de la campaña al desierto , para de mano de obra de los ingenios. Pero estas etnias no pudieron soportar las condiciones laborales y el rígido control policial que se les impuso en los cultivos azucareros. Cinco años después no quedaba ninguno de ellos en los ingenios tucumanos. La inmensa ma yoría murió y una parte fugó hacia las selvas , su destino final todavía se desconoce. Durante las tres últimas décadas del siglo XIX, los trabajadores golondrinas llegados desde las provincias vecinas para la zafra tucumana no fueron suficientes. Los terratenientes de las regiones vecinas hicieron ingentes esfuerzos para impedir estas migraciones anuales de sus peonadas, sospecha ndo que la demanda del mercado de trabajo azucarero impediría el regreso de muchos de ellos, lo que efectivamente sucedió en miles de casos. La acumulación del capital necesario para dar el salto de la revolución industrial se hizo en gran parte a cos ta del deterioro de la alimentación de los peones. La propagación fulminante del cólera en 1887 entre los trabaja dores de los ingenios, con una secuela de aproximadamente 5 .000 muertos en Tucumán, es un indicador de las condiciones de vida de estas fábricas. Un ingenio mediano de la época, con unos 200 trabajadores, debía costear las 48.000 raciones de comida que los peones consumían durante los ocho meses del período interzafra. La virtual implantación del monocultivo en Tucumán impuso, en las dos últimas décadas del siglo XIX, la importación desde las provincias pampeanas el principal componente de las rac iones alimenticias los trabajadores azucareros: el maíz. Su precio era relativamente alto debido al costo de los fletes de los ferrocarriles . Para reducir esta inversión los ingenios restringieron las raciones. En primer lugar, excluyeron del beneficio a l os familiares de los trabajadores, luego disminuyeron el volumen de alimentos recibido por cada trabajador . El aumento de mortandad que registran las estadísticas es paralelo a la masividad de la fuga de los peones contratados (es en este contexto donde surge la leyenda de “El Familiar”). La voracidad de los ingenios por la mano de obra se mantuvo hasta que empezaron las primeras crisis de sobreproducción. En 1896, cuando los ingenios alcanzaron a satisfacer la demanda del mercado interno, se derogó en Tucumán la ley de conchabos. Se había alcanzado la cantidad necesaria de obra asalariada. Pero este resultado tuvo una verdadera singularidad en Tucumán con respecto a las otras provincias del norte. d. Los orígenes del minifundio cañero. La conversión de un porcentaje importante de peones cautivos en obreros rurales asalariados, se dio mediante una singular operación, sin la violencia del conchabo. En el caso tucumano, los ingenios propietarios de tierras entregaron insignificantes parcelas a una parte de sus antiguos peones o a obreros golondrinas , provenientes de otras provincias. De este modo se llegó a que en 1929 estuvieran inscriptos 6.072 productores cañeros , el 77% (4.474) con menos de 6 hectáreas. Sólo cuando se le presentó al peón la oportun idad de convertirse en campesino accedió a transformarse en el obrero, aunque durante muchos años el salario fue casi inexistente. Las parcelas otorgadas, en su gran mayoría, no superaban la superficie de una hectárea , los beneficiarios solo podían cultivar caña de azúcar. La exigüidad del beneficio económico obligaba al nuevo campesino a trabajar casi todo el tiempo para el ingenio. 4
Estos nuevos campesinos ni siquiera figuraron en los primeros censos de cañeros, o fueron registrados sólo en una ínfima proporción. No recibían títulos de propiedad certificados mientras no hubiera terminando de pagar la tierra con trabajo para el ingenio. Transitoriamente se extendieron documentos particulares, firmados por el antiguo propietario, que raramente llegaron a ser registrados en los libros de las escribanías. El bajo precio del salario posibil itó la expansión de la industria. Otro de los orígenes del campesinado cañero de Tucumán fueron los agricultores que , de manera forzada o libremente, optaron por convertirse en proveedores de los ingenios , debido a los altos precios de la materia prima . Muy rápidamente iniciaron el fraccionamiento de sus tierras por vía de las herenci as, en 1937 los productores cañeros llegaron a 14.618, de los cuales 11.402 pose ían menos de 6 hectáreas cada uno. e. El desarrollo tecnológico. La necesidad de aumentar la cantidad y calidad de caña para los ingenios motivó que estos influenciaran en el gobierno provincial para la fundación, en 1909, de la “Estación Experimental Agrícola de Tucumán”, destinada principalmente a realizar investigaciones para el mejoramiento genético y el cultivo de la caña de azúcar, que rápidamente dieron respuesta a los problemas fitosanitarios de aquellos años. Casi 50 año s antes de la creación del INTA, la actividad azucarera tucumana contó con un organismo propio para investigación y extensión. II. El modelo proteccionista. La intervención estatal en la actividad azucarera de Tucumán. 1926 a 1966. No es posible explicar el surgimiento del campesinado cañero sin considerar las políticas estatales regulatorias de la actividad azucarera. La intervención estatal, que comienza a mediados de los años veinte con el gobierno radical y termina con la dictadura militar de 1966, favoreció el asentamiento de muchas familias procedentes de otras provincias que llegaban a Tucumán buscando trabajo en la industria azucarera, como se señal ó anteriormente. a. Los conflictos entre ingenios y agricultores. El “Laudo A lvear”. La intervención del Estado en la actividad azucarera se hizo necesaria para regular los conflictos entre industriales y cañeros que, desde principios de la década de 1920, se repetían año a año. Tras la crisis de sobreproducción de 1926 27, los ingenios no pagaron la caña y el conflicto entre ambas partes se agudizó. Entonces el presidente Alvear dicto un laudo, que se conoció con su apellido, donde estableció que el precio la caña es de, aproximadamente, el 50% del valor del azúcar obtenido, según los precios de venta en Buenos Aires. Después del Laudo Alvear el número de cañeros prácticamente se duplicó , las condiciones favorables para los cañeros implicó también el aumento de la importancia de este sector dentro de la estructura pro ductiva tucumana. Entre 1919 y 1940 los cañeros independientes pasaron de controlar el 33% del área cultivada al 55% de la misma. En 1937 dos tercios del sector eran unidades de menos de cuatro hectáreas y casi la cuarta parte cultivaban entre 4 y 10 hectáreas. La legislación social del radicalismo y del peronismo impulsó la subdivisión y venta de parte de las plantaciones cañeras de los ingenios. b. Los conflictos laborales y el surgimiento del peronismo. Desde la década del 20 el costo de la mano de obra se había convertido en un problema para los industriales por la sanción de leyes sociales y la organización del movimiento obrero. Este problema se agudizó durante el gobierno peronista. Desde 1945 en adelante, los obreros azucareros protagoniz aron importantes huelgas y acciones en contra de los ingenios, buscando elevar sus salarios y mejorar sus condiciones de vida. Fue entonces cuando se fundó la FOTIA (Federación Obrera de Trabajadores de la Industria Azucarera), inicialmente propiciada por el gobierno peronista pero luego perseguida por este, al profundizar sus reclamos. La obligación de aumentar los salarios de los jornaleros se sumó a los altos costos de la industria tucumana. Los ingenios disminuyeron sus plantaciones de caña e increment aron la compra a terceros. Se plantearon casos en los que la producción fue dejada en mano de los ex jornaleros que, convertidos en productores cañeros, seguían obteniendo su ingreso pero asumiendo los riesgos de la producción. La intervención directa del gobierno peronista en la regulación de la producción también incidió sobre el sector industrial y el agrícola. El Fondo Regulador, creado durante el primer gobierno peronista protegía a los productores de menores rendimientos. El precio del azúcar se fijaba en base al costo de producción media nacional. Los ingenios del norte, 5
cuyos costos eran inferiores a la media nacional, debían ingresar la diferencia al Fondo Regulador, que utilizaba esos recursos para subsidiar a los ingenios de más al tos costos. De este modo se permitió la entrada la producción de pequeños agricultores que se ubicaban en las zonas menos fértiles y aptas para el cultivo de caña. Paralelamente Tucumán perdía importancia relativa en la producción nacional y el norte (Sal ta y Jujuy) aumentaban su participación con una organización productiva basada en la producción de caña propia . El Estado debía financiar a las empresas, para que no dejaran de proveer de fuentes de trabajo a los obreros, y a los pequeños cañeros . Los ingenios lograron la protección estatal invocando la "cuestión social". Como se observa, la problemática de los minifundistas se utilizó, por los otros agentes del complejo (ingenios, grandes y medianos cañeros), para obtener medidas que , en realidad, beneficiaron más a ellos que los campesinos. La forma en que se desarrolló este proceso dio lugar a una estructura social agraria caracterizada por la existencia de una mayoría de pequeños productores con escasos recursos . A comienzos de los sesenta la industria azucarera tucumana presentaba un retraso tecnológico y un bajo nivel de equipamiento, producto de su política de no inversión. El desarrollo que habían alcanzado estas sociedades azucareras se relacionaba con la condición de empresas subsidiadas que tuvieron desde sus orígenes.
III. Crisis del proteccionismo. Conflictos sociales y represión. 196 7 a 1989. a. El cierre de ingenios. Antes del golpe de estado de 1966 se logró en Tucumán una producción récord de 1.200.000 tonela das. La sobreoferta determinó una caída de precios que los industriales no pudieron absorber y atrasaron sus pagos a cañeros y jornaleros. Estas deudas se sumaron a las que los ingenios habían contraído con el Estado por la falta de pago de impuestos y créditos recibidos. Entre 1966 y 1967 se redujo en un 31% el precio de la caña en valores constantes. El sistema bancario restringió al máximo los créditos a los productores cañeros lo que afectó duramente los estratos de pequeños y medianos productores inde pendientes. Hubo un intenso periodo de agitación social y la dictadura de Onganía decidió el cierre de 11 ingenios en situación de quiebra o convocatoria de acreedores. Se mantuvieron solo los más poderosos, los que concentraron en sus manos lo que anter iormente producía el conjunto. El gobierno de facto dejó sin efecto las diferenciaciones según tipo de productor y canceló una resolución del gobierno de Illia , que establecía que cada ingenio debía mantener la misma proporción de caña propia y comprada en la zafra del año 1965. La expulsión de sectores campesinos de la actividad, con el cierre de los ingenios, agudizó la crisis social en la provincia y llevó al gobierno a diseñar programas de diversificación del agro y radicación de industria s para disminuir el desempleo . La falta de coherencia en la formulación e implementación de estas medidas ocasionó que la situación se agravara y se intensificaran los conflictos. El desempleo masivo condujo, por una parte, a masivas migraciones de obreros y campesinos tucumanos hacia las villas de emergencia de Buenos Aires y, por otra, al desarrollo de formas de resistencia popular que, ante la represión militar, no pudieron tomar otras formas que las de la clandestinidad y la violencia. b. La cupificación. El cupo cañero fue una medida de regulación para reducir la cantidad de caña molida y en consecuencia el azúcar producido. El número de cañeros disminuyó en 6000, porque los cupos más pequeños fueron eliminados. Una estrategia de defensa de los más pe queños fue unir sus cupos y vender a través de cooperativas de comercialización, que entonces proliferaron. Posteriormente, el Poder Ejecutivo Nacional mediante la Dirección Nacional del Azúcar (DNA), fijó cada año la cantidad de azúcar a producir y se l e asignó un cupo a cada productor. La base de la cupificación , que continuó hasta 1988 , derivó de la realizada para la zafra de 1965. En la práctica el cupo funcion ó como una mercancía, se vendía, se rentaba; la diferencia es que el cupo, como la ti erra, no era producto del trabajo y no era reproducible. Era el caso de un "cupohabiente" sin cañaveral , que compraba caña excedente barata y le entregaba como propia al ingenio al precio de mercado. Se trataba de una producción cerrada donde no era posible el ingreso de nuevos productores. La extrema miseria rural, la creciente organización obrera , a la que la represión empujó hacia la acción clandestina y 6
al ejercicio de la violencia, fue percibida por grupos predominantemente juveniles , derivados de diferentes fracciones políticas (peronistas en el caso de Taco Ralo y más tarde trotskistas como el ERP en el pedemonte), como el ámbito propicio para iniciar, desde la guerrilla rural, procesos revolucionarios que condujeran a la implantación de l socialismo. La represión militar excedió en mucho al enfrentamiento con la guerrilla, y alcanzó a miles de víctimas entre gremialistas, dirigentes sociales, políticos y estudiantes universitarios, ente muchos otros. La dictadura militar (1976-1983) no generó políticas que modificaran sustancialmente el sistema de cupos establecidos en 1966 y modificado en 1972 y 1975. Ciertamente a través del crédito barato y de la liquidación de una compañía estatal, que manejaba varios ingenios , se había facilitado la entrada de grupos empresarios estrechamente vinculados con el gobierno. IV. El retorno a la democracia. El régimen de “maquila”. Frente al deterioro financiero de los ingenios tucumanos, el gobierno electo de Raúl Alfonsín buscó un mecanismo que permitiera la mayor autofinanciación de los agentes y que solucionara la situación de emergencia en la que se encontraban los pequeños productores a quienes los ingenios habían dejado de pagar la cosecha 1985. Un decreto presidencial estableció un sistema de comercialización opcional al establecido por ley. Este sistema denominado "maquila oficial" modificó la relación cañero - ingenio. Mediante el régimen de maquila el ingenio no compraba la caña de los agricultores, sino que estos compraban al ingenio el servicio de elaboración de azúcar , pagando aproximadamente con el 47 % del azúcar obtenido con su caña y retirando opcionalmente el resto para comercializarlo por cuenta propia o a través de sus cooperativas. La intervención del Estado en es ta coyuntura innovó y fortaleció la organización de los productores. Aumentó el número de cooperativas, sobre todo las de segundo grado (cooperativas de cooperativas) y se estimuló la integración cooperativizada agroindustrial. Simultáneamente, otro grupo de ingenios (entre l os cuales se encontraba uno en poder de varias cooperativas), mostraban altos rendimientos industriales, bajos costos y con el tiempo comenzaron a sanear situaciones financieras complicadas , especialmente la Liga de Cooperativas Cañeras que rent ó el ingenio Ñuñorco. V. La globalización. Desregulación y concentración azucarera. Desde 1989. Apertura económica y financiera, desregulación, privatizaciones y ajuste fueron las políticas económicas centrales del neoliberalismo que se difundió en el mundo a par tir del “Consenso de Washington”. En la actividad azucarera lo primero que impactó fue la desregulación. El decreto 2284, de 1991, formó parte de un paquete de medidas del gobierno de Carlos Menem tendientes a la liberalización de la economía: ley de eme rgencia económica, ley de reforma del Estado, y el proyecto de ley de flexibilización del mercado laboral. Con este decreto se desactivaba por completo la red institucional que había regulado la actividad agropecuaria por más de seis décadas. Se disolvió la DNA, cayó la fijación de cupos de producción para ingenios y la fijación de precios y salarios. Todo esto ocurrió en el marco de la caída de los precios internacionales del lo “commodities” en general y del azúcar en particular durante la década de 1990. El segundo gran impacto provino de la apertura económica. La libre importación cosechadoras integrales más modernas determinó la sustitución de las pesadas máquinas alemanas, como las “Class”, por las más veloces australianas, las “Cameco”, con variadas consecuencias. La más inmediata fue el desempleo rural, porque cada máquina sustituyó a 400 cosechadores manuales. Hasta entonces casi el 50 % de la caña tucumana se cosechaba manualmente y el vasto sector social de los minifundistas cañe ros componía su ingreso combinando la venta de lo producido en sus pocas hectáreas de caña, con el salario que ganaba trabajando como cosechero . Los minifundistas recibieron así un doble impacto: al desaparecer los cupos perdieron la seguridad de vender su producción a un precio protegido, y al mecanizarse las cosechas quedaron sin ingresos extraprediales. Pero el cambio inducido por la irrupción de las cosechadoras fue más amplio, al extenderse hasta casi el 90 % el uso de la cosechadora integral, cuyo costo por tonelada es menos de la mitad que la cosecha manual, cada vez menos ingenios aceptaron recibir cañas largas en paquetes o atados de tres toneladas, que complican el ajuste de los trapiches y la organización del trabajo en el ingenio. Así, los cañeros chicos se vieron compelidos a contratar el servicio de cosecha y transporte. A veces hasta comercialización, adoptando la modalidad de “venta de caña en pié”. Esto también los indujo, en muchos casos, a contratar con el ingenio la s labores de cultivo, fertilización y replantación. En el fondo, estaban dejando de ser pequeños productores porque dejaron de encargarse de actividades productivas . Vivir en el predio, incluso, dejó de tener sentido y muchos pequeños productores se trasla daron al pueblo o caserío más 7
cercano con lo que la “población rural dispersa” se redujo hasta casi desaparecer. La susbsistencia de estos pobladores rurales, que siguen figurando como productores en los censos , pasó a depender de un “multiingreso” que c ombina las ventas de caña en pie, con salarios obtenidos en diversas actividades , por ejemplo la cosecha del limón, y diversos subsidios familiares y de desempleo aportados por el g obierno nacional. Esto configura la “nueva ruralidad” del siglo XXI, en la que la actividad productiva dejó de ser la ocupación central de los campesinos. La información de que se dispone respecto a la proporción actual de productores de los distintos tamaños 1 se presenta en le siguiente cuadro y la Curva de Lorenz que lo acompaña debe ser tomada con limitaciones.
Tamaño (ha) 0,1 a 5 5,1 a 10 10,1 a 50 50,1 a 100 100,1 a 500 Más de 500 Total
Nº de Productores 2.492 972 815 118 110 19 4.526
% de Productores 55 21 18 3 2 0,… 100
% acumul. Productores 55 76 94 97 99 100 -
% Área plantada 7 7 16 8 19 44 100
% acumul. Área plant. 7 14 30 38 57 100 -
Algunas de las limitaciones de esta información surgen de: a) Tal como se mencionó resulta imprecisa la condición de productores campesinos de muchos minifundis tas y campesinos transicionales, por vender la caña en pie y contratar las labores, incluso directa o indirectamente con los mismos ingenios. b) El número de productores de “más de 500 ha”, con el 44 % del área plantada, casi coincide con el número de ingenios de la provincia. Pero la proporción del área plantada que estos manejan se estima en más del 70 %. Es muy probable que esta diferencia esté en manos de socios comerciales de los ingenios, que aparecen como cañeros de entre 100 y 500 ha. Las actividades de Extensión Rural del INTA en la zona cañera en la década del 90 se orientaron , como en todo el país, hacia la “diferenciación de audiencias” , con notable peso del programa Cambio Rural, la Unidad Minifundio y el apoyo del Programa Social Agropecuar io. A partir de 2006 intentan encuadrarse en la modalidad de Desarrollo Rural 1
La Curva de Lorenz es un diagrama que permite medir y visualizar la desigualdad de un recurso (en este caso superficie plantada) entre individuos (en este caso entre productores) . Si cada % de productores tuviera el mismo % de superficie plantada, la curva sería una recta coincidente con la diagonal (línea de equidistribución en el gráfico). Cuanto más cóncava sea la curva, mayor será el área entre ésta y la diagonal y mayor la desigualdad.
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Territorial, apoyando a esta “nueva ruralidad” con modalidad es que integren lo público y lo privado, las áreas rurales y los centros urbanos, la agricultura y la industria, etc. Un ejemplo de esta modalidad es el desarrollo de una cosechadora de caña en verde, para un solo surco y de arrastre, destinada a pequeños productores. Fue diseñada por el INTA y será fabricada por PyMEs locales, con apoyo del gobierno provincial . De todos modos este tipo de iniciativas son incipientes. La apertura financiera tuvo importantes consecuencias , del mismo modo que la “agricultura financiera” se manifiesta en la región pampeana a través del crecimiento de los agronegocios sojeros, en Tucumán se traduce en el cambio de figuras jurídicas de los ingenios que pasaron , en apenas una década, de ser patrimonio de las empresas fundadoras, a ser activos financieros del capital trasnacional. Hoy, siete de los quince ingenios azucareros son propiedad de em presas transnacionales como Atanor y Arcor. Las zafras posteriores a la desregulación fueron configurando un nuevo escenario donde lo que se puso de juego fueron las capacidades de los actores para adaptarse a la nueva situación. A partir de ese momento, los cañeros van perdiendo posición relativa en el excedente de la producción de azúcar y los industriales fueron perfilando una importante diferenciación interna.
Fuentes: Giarraca, N.; Aparicio, S. (1995) Los campesinos cañeros en los nuev os escenarios económicos. Primer compendio de lecturas. Cátedra de Sociología Agraria. Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán. 1996. Glosario de conceptos políticos. En http://www.eumed.net/dices/definicion.php?dic=3&def=236 Macció, J. M. 2008. Los cañeros independiente s del área central de la provincia de Tucumán: Sostenibilidad de sus sistemas productivos. Tesis de Maestría. Universidad Nacional de San Martín - Argentina. Universidad Autónoma de Madrid - España. Rosenzvaig, E.; Bonano; L. Contrapunto azucarero entr e relaciones de producción y tecnología. El perfil argentino en Realidad Económica, N° 113, pp. 52 -86.
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