3.3 LAS NECESIDADES PSICOLÓGICAS FUNDAMENTALES EN EL MARCO DEL PROCESO DE COACHING
A continuación vamos a hablar sobre algunas emociones básicas. Tristeza: La menos seductora de las emociones desagradables. La tristeza es el estado de ánimo del que la gente más quiere despojarse. Según Leslie Greenberg, aparece por el distanciamiento, la separación o la pérdida del vínculo. Incluye el sentimiento de ser dejado de lado o una sensación de no pertenecer. Aparece también al ser incapaces de comunicar o expresar nuestros verdaderos sentimientos, al sentirnos olvidados y, por supuesto, lamentar la muerte o pérdida de un ser querido. La tristeza también puede ser evocada por desengaños o esperanzas rotas, por el fracaso en alcanzar metas importantes y por la pérdida de la autoestima. La tristeza nos sume en un período de retiro y de duelo necesario para asimilar nuestra pérdida, un período en el que podemos ponderar su significado, llevar a cabo los ajustes psicológicos pertinentes y al final, establecer nuevos planes que permitan que nuestra vida siga adelante. Las dos tendencias de acción asociadas con tristeza primaria son: • Acercarse a otros en busca de consuelo y auxilio para reducir la aflicción. • Retraerse en uno mismo para recuperarse de la pérdida.
• Una característica única de la experiencia de tristeza es su pesadez: Las personas se sienten sobrecargadas y se mueven torpemente. Según esta orientación, lo único que se puede hacer con la tristeza es enfrentar el dolor.
Permitirlo, aceptarlo, experimentarlo y expresarlo, para sobrevivirlo y llevarlo a su fin. La evitación y la lucha contra el dolor simplemente prolongan el sufrimiento.
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En general, la tristeza permite aceptar la pérdida, sanar y dirigirse hacia un renovado interés por la vida.
Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional” menciona un estudio de Diane Tice, psicóloga de la Case Western Reserve University (California), que interrogó a más de cuatrocientas personas sobre las diferentes estrategias que utilizaban para superar los estados de ánimo angustiantes y sobre el grado de éxito que éstas les procuraban. Tice señala que las estrategias para afrontar la tristeza son muy variadas. Sin embargo, no debería evitarse toda tristeza porque, al igual que ocurre con cualquier otro estado de ánimo, tiene sus facetas positivas.
Pero si bien la tristeza es útil, la depresión, en cambio, no lo es. La mente se ve caóticamente distorsionada y los procesos mentales se ven arrastrados por una marea tóxica y abyecta que impide cualquier respuesta satisfactoria al mundo en que uno vive. Leslie Greenberg lo expresa de la siguiente manera: “toda esperanza se disipa dejando el residuo de una gris llovizna de congoja que genera una desesperación tan palpable como el dolor físico, un dolor tan insoportable que la única solución posible parece ser el suicidio”.
Por todo ello, es necesario distinguir la tristeza primaria de experiencias más complejas de dolor, como el sentirse herido, la pena y la depresión.
Tristeza primaria adaptativa o saludable:
A diferencia de la indefensión y de la depresión, es un estado vivo que conduce al cambio. En situaciones de traición, la tristeza se mezcla con el enfado; en situaciones de trauma, se mezcla con miedo; la tristeza por abandono se puede mezclar con miedo y enfado; la tristeza por abuso se mezcla con enfado, miedo y vergüenza. Todas estas emociones pueden ser primarias y cada una tiene que ser vivida y expresada completamente. Las intervenciones que diferencian la tristeza de estas otras emociones se focalizan en la pérdida asociada a la situación.
Ejercicio: Tristeza primaria saludable
Identifica una situación en la que sentiste una pérdida; puede ser la pérdida de una persona, o de una relación, o bien un desengaño...
Identifica tu sentimiento, encontrando una palabra www.motivaliacoaching.com
o palabras que se adecuen a él... ¿Qué sientes en tu cuerpo?... Pon el sentimiento en palabras... Si el sentimiento hace que quieras cambiar la posición del cuerpo, hazlo; deja que tu cuerpo refleje el sentimiento... Suspira, asume una posición decaída, acurrúcate o deja que tu rostro exprese tristeza.
¿Qué necesitas: contacto o consuelo?... ¿Qué puedes hacer para darte eso que necesitas?... ¿A quién más puedes acudir para recibir eso que necesitas?...
Tristeza primaria desadaptativa o no saludable:
A veces, al facilitar la experiencia y la expresión de la tristeza, el sentimiento no parece modificarse y la persona repite el mismo sentimiento una y otra vez. Esta tristeza es desadaptativa y hay que trabajar por reestructurar la experiencia. Las reacciones de duelo patológicas o complicadas pueden servir de ejemplos. La persona es incapaz de afrontar y seguir adelante después de una pérdida significativa. Con frecuencia, en estas situaciones es importante expresar otros sentimientos también presentes: el enfado sin resolver y la culpa. Algunas personas se sienten excesivamente tristes en las separaciones y evitan situaciones que supongan un final. De nuevo, pérdidas no resueltas pueden estar involucradas. Finalmente, la tristeza paradójica ante gestos de amabilidad y ternura de otros, es un tipo de tristeza primaria desadaptativa. Este caso concreto implica acceder al esquema emocional central o a la sensación de soledad y falta de amor del sí-mismo, reconocer el dolor y la necesidad y, entonces, cambiar el esquema a través del acceso a recursos internos alternativos. El cliente necesita sentirse con menos carencias antes de poder tolerar la amabilidad. Ejercicio: Tristeza primaria no saludable Identifica tres situaciones en las que sentiste una situación similar de estar atascado en la tristeza; un sentimiento de estar herido que no se va. Identifica el sentimiento en tu cuerpo... ¿Escuchas una voz negativa en tu cabeza criticándote por estar triste? ¿Qué dice esta voz con relación a ti, a los demás o al futuro? Di estas cosas en voz alta, como “me siento totalmente solo”, “no le www.motivaliacoaching.com
importo a nadie” o “no puedo sobrevivir”... ¿Hay alguna otra voz diferente disponible?... Escríbelo. Tristeza secundaria y depresión Las reacciones secundarias se pueden reconocer por señales verbales y por su secuencia temporal; por ejemplo, cuando se expresa primero el enfado, seguido de lágrimas. Lágrimas desencadenadas por procesos secundarios de miedo, aflicción y sentimientos tristes como anticipación de la pérdida o el rechazo. La emoción primaria sería el enfado. La reacción secundaria más común relacionada con la tristeza es la depresión, que supone una especie de desesperanza generalizada, en vez de una aceptación genuina de la pérdida. En estos casos, la tristeza es secundaria respecto a una compleja secuencia cognitivo-afectiva. El tratamiento, supone descomponer la reacción depresiva secundaria en sus determinantes cognitivo-afectivos subyacentes y reconocer y vivir la experiencia primaria de dolor (no de tristeza), ayudando a la persona a penetrar en los desesperanzados sentimientos de “malestar” para poder acceder a recursos internos alternativos. Tristeza instrumental: A esto alude el término peyorativo de “gimotear” cuando las lágrimas son una forma de protesta, y expresan cuán pobremente tratada se siente la persona, con la esperanza de que esto evocará simpatía, apoyo o comprensión. Las personas pueden ser o no conscientes de la función instrumental de sus lágrimas y pueden estar genuinamente necesitadas. Estas lágrimas instrumentales tienen que ser modificadas, con el fin de acceder a las motivaciones y necesidades subyacentes y enseñar a la persona mejores formas de satisfacer sus necesidades. Miedo: El miedo es una valiosísima señal que indica una desproporción entre la amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con que contamos (o creemos contar) para resolverla.
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Es la sensación de angustia que se produce ante la percepción de una amenaza. Sin embargo, las amenazas en sí mismas no existen; siempre lo es para alguien y depende de los recursos que ese alguien tenga para enfrentarla. Esta observación, que puede parecer obvia e irrelevante, alcanza toda su significación cuando se intenta comprender y curar el miedo. Además, el miedo es sin duda, una emoción universal. Todos hemos vivido esa experiencia y, sin embargo, nos vinculamos con él con un alto grado de desconocimiento e ineficacia, en base a la descalificación que las creencias culturales han generado, las cuales han convertido el miedo en una emoción indigna. Cuando se dice de alguien que no hizo tal cosa “porque tuvo miedo”, suele hacerse con un tono de descalificación y desprecio hacia esa persona. La idea de la cobardía nace de un supuesto equivocado: que todos disponemos de los mismos recursos para enfrentar los peligros. No es valiente quien no tiene miedo, sino quien pese a tenerlo, lo enfrenta. Miedo primario adaptativo o saludable: “Voy caminando por un camino solitario, sin compañía, en un lugar que no me es familiar. Aparece frente a mí un perro enorme ladrando y mostrando unos dientes tremendos. Parece venir hacia mí. El corazón me late fuertemente. Se me encoge el estómago. Estoy temblando y sudando. Quiero correr”. El miedo es muy desagradable y nos proporciona una señal imperiosa, orientada a la supervivencia, para escapar del peligro. Por lo general, es una respuesta efímera ante una amenaza específica, que cede una vez has escapado del peligro. La ansiedad, por otra parte, responde a “amenazas” invisibles sentidas en la mente, es la respuesta a la incertidumbre que surge cuando te sientes amenazado, más que la respuesta a algo que está directamente presente, como un peligro físico. www.motivaliacoaching.com
Nuestra capacidad para anticipar nos genera ansiedad. Es un regalo y una maldición al mismo tiempo. Así que podemos decir que tenemos “miedo” a la oscuridad o a un perro que nos ladra amenazador, pero un futuro examen o la sospecha de que nuestra pareja nos va a abandonar nos genera ansiedad. Es adaptativo, saludable, que reconozcas tanto tus miedos primarios como tus ansiedades. Reconocer el miedo primario adaptativo permite saber que algo representa una amenaza. Te movilizas para huir y entonces, es necesario que decidas cómo reaccionar frente al peligro. La ansiedad primaria adaptativa, puede tener una calidad positiva o negativa. La calidad positiva de la ansiedad se capta cuando, por ejemplo, dices que estás “ansioso” por ver a alguien o los cosquilleos en el estómago previos a salir a escena o antes de un partido importante, lo cual no es distinto del entusiasmo. Este lado positivo de la ansiedad tiene que ver con estar listo para lo que estás anticipando. El lado negativo, te hace temer que no estás listo para lo que estás. Ejercicio: Miedo y ansiedad primarios saludables. Identifica una amenaza en tu vida que represente ahora mismo incertidumbre o peligro, real o imaginario... Identifica tu sentimiento; encuentra una palabra o palabras que se ajusten al sentimiento... ¿Qué sientes en tu cuerpo?... Pon el sentimiento en palabras... Si el miedo hace que quieras mover el cuerpo, hazlo, encuentra una manera de expresarlo... Atiende a tu respiración; respira y di: “estoy asustado o ansioso”.... Identifica la amenaza y, ahora, encuentra alguna manera de calmarte y afrontar la amenaza. ¿Qué necesitas: seguridad, escape o alivio?... ¿Qué puedes hacer para darte eso que necesitas?... ¿A quién más puedes acudir para recibir eso que necesitas?... Miedo primario desadaptativo o no saludable: “Ella creció atemorizada por el enfado explosivo de su padre, por la violencia física de éste hacia la madre, así como por las crueles críticas que ella recibía. Ya de adulta era tímida e insegura, y respondía a cualquier señal de desaprobación o enfado de la misma forma en que lo hacía de niña, cayendo en la confusión, el entumecimiento, la parálisis y la depresión. Estaba crónicamente tensa, ansiosa, se sentía www.motivaliacoaching.com
desmesuradamente responsable por el bienestar de su familia y sufría de baja autoestima crónica”. Según Greenberg, el miedo desadaptativo primario constituye una reacción fóbica a pensamientos, sentimientos y recuerdos asociados con frecuencia a eventos traumáticos. El miedo resultó adaptativo en la situación original, pero continúa siendo activado inapropiadamente y se convierte en ansiedad. Lo más frecuente es que la persona tema volver a experimentar el miedo y la impotencia del evento traumático. En estas situaciones, la persona se siente muy débil y suele ser consciente de lo que le atemoriza, evitando enfrentarse a la experiencia. Alternativamente, las reacciones intensas de enfado secundario pueden proteger del miedo subyacente y ser una señal del mismo. ¿Qué hacer? Enfrentarse al material amenazador en un entorno seguro y validador, accediendo a los complejos componentes del esquema emocional desadaptativo y explorarlos mediante la evocación de recuerdos. Ejercicio: Miedo y ansiedad primarios no saludables. Identifica y escribe el miedo primario que se da en la mayor parte de tus relaciones con otras personas o como respuesta a un determinado tipo de situación... Describe las situaciones que conducen a eso y lo que te hacen sentir... Identifica el sentimiento en tu cuerpo. ¿Cómo es?... ¿Hay alguna otra voz en tu cabeza criticándote por estar asustado? ¿Qué dice esta voz con relación a ti y a los demás?... Escríbelo o dilo en voz alta... ¿Hay alguna otra voz diferente disponible?... Miedo y ansiedad como emociones secundarias: “Quiero expresar mi malestar a mi jefa por cómo me criticó ante el director pero me da miedo hacerlo. Creo que no hizo bien en realizar ese comentario dejándome en muy mala posición ante el director. Realmente estoy enfadado, pero temo manifestarle mi malestar por miedo a represalias. Sigo actuando como si no pasara nada”. Tal y como señala Greenberg, cuando el miedo y la ansiedad son sentimientos secundarios no se deben a un peligro externo, ni a la emoción central de sentirse como un niño inseguro perdido en un mundo inmenso. Se deben más bien a sentirte inseguro o ansioso por la www.motivaliacoaching.com
posibilidad de que tus sentimientos centrales de enfado, tristeza o debilidad puedan dañar tus relaciones con otras personas, así que tratas de evitar esos sentimientos centrales. A lo mejor, sabes que alguien va a pedirte algo y tienes miedo de decir que no, y si lo piensas, puedes descubrirte tratando de evitar sentimientos centrales de debilidad y falta de asertividad. Otra manera habitual de generar ansiedad secundaria es tener expectativas catastróficas para el futuro. A menudo lo que se oculta es un sentimiento básico de inseguridad. En este caso, son tus pensamientos los generadores principales de la ansiedad. Enfado El enfado es, en esencia, un remanente de energía que está destinado a aumentar nuestros recursos para resolver el problema que nos produjo enojo. Leslie Greenberg opina que el enfado es algo que sientes por alguna razón y que, por tanto, tienes que escucharlo y respetarlo, en vez de tratar de evitar lo que te está diciendo. Retomando el punto de vista de Diane Tice, el enfado parece ser el estado de ánimo más persistente y difícil de controlar. De hecho, el enfado es la más seductora de las emociones desagradables porque proporciona argumentos convincentes para justificar el descargarlo sobre alguien. El enfado resulta energizante e incluso euforizante. Cuantas más vueltas demos a los motivos que nos llevan al enojo, más “buenas razones” y más justificaciones encontraremos para seguir enfadados. Los pensamientos obsesivos son la leña que alimenta el fuego de la ira. Goleman en su libro “Inteligencia Emocional” también menciona un estudio realizado por Dolf Zillman, psicólogo de la Universidad de Alabama, a lo largo de una exhaustiva serie de cuidadosos experimentos, a través de los cuales ha determinado con detalle la anatomía de la rabia. Teniendo en cuenta que la raíz de la cólera está en la respuesta de luchao-huida, no es de extrañar que Zillman concluya que el detonante universal del enfado sea la sensación de hallarse amenazado (lo que la vincula con el miedo). Amenaza no solo física, sino también a nuestra www.motivaliacoaching.com
autoestima o nuestro amor propio (como sentirse tratado ruda o injustamente, sentirse insultado, menospreciado, etc.), a nuestros límites o frustrado en la consecución de un determinado objetivo (desde una simple interrupción o molestia hasta una prohibición o frustración completa). Estas percepciones actúan como detonante de una respuesta doble del cerebro. Por una parte, libera la secreción de catecolaminas (neurotransmisor) que generan un acceso puntual y rápido de la energía necesaria para emprender una acción decidida tal como la lucha (a través de la agresión física o verbal) o la huida (“ahí os quedáis”, “yo me largo”). Esta descarga permanece varios minutos. Mientras tanto, otra oleada energética activada por la amígdala se desplaza a lo largo del sistema nervioso. Esta excitación puede perdurar horas e incluso días, manteniendo al cerebro emocional predispuesto a la hipersensibilidad. Esto explica por qué la mayoría de las personas parecen más predispuestas a enfadarse una vez que ya han sido provocadas o se hallan ligeramente excitadas. Y por eso aquellos que sienten un enfado que podríamos llamar “crónico” tienen tanta dificultad en salir de él. Greenberg lo califica como enfado primario desadaptativo. Por otra parte, todos los tipos de estrés provocan una excitación que contribuye a bajar el umbral de la irritabilidad. De este modo, después de un duro día de trabajo, una persona se sentirá especialmente predispuesta a enfadarse en casa por las razones más insignificantes –el ruido o el desorden de los niños, por ejemplo-, razones que en otras circunstancias no tendrían el poder suficiente para desencadenar un secuestro
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emocional. Por mucho que el enfado señale el problema, darle rienda suelta no proporciona la solución. Con frecuencia, expresar el enfado lleva a ciclos que se intensifican en una escalada de ataque y contra-ataque, o de ataque y defensa, e impide la escucha y la colaboración. El enfado se construye sobre el enfado En el libro “Inteligencia Emocional”, Daniel Goleman relata un drama familiar doméstico del que fue testigo mientras se hallaba de compras en el supermercado. Al otro extremo del pasillo podía oírse el tono mesurado y amable de una joven madre que se dirigía a su hijo con un escueto - “Devuelve... eso... a su sitio”. - “Pero yo lo quiero” –gimoteaba el pequeño, aferrándose con más fuerza a la caja de cereales con la imagen de las Tortugas Ninja.- “Ponlo en su sitio” –dijo la madre con un tono de voz que comenzaba a traslucir una cierta irritación. En aquel momento, una niña más pequeña, que iba sentada en el asiento del carro, tiró al suelo el tarro de gelatina que estaba mordisqueando y, al derramarse por el suelo, la madre comenzó a vociferar. - “¡Toma!”-dijo furiosa mientras le daba un bofetón. A continuación arrebató la caja de manos del niño, la arrojó al anaquel más cercano y, levantando a su hijo velozmente del suelo por la cintura, lo llevó a rastras pasillo adelante mientras empujaba el carro amenazadoramente. Los niños lloraban. En ese momento, una señora mayor que le miraba fijamente le dijo: “¡Hay que ver, qué manera de tratar a los niños!”. La explosión de catecolaminas del cerebro emocional de la joven madre entraba en la categoría de cataclismo.
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Zillmann considera la escalada del enfado como “una secuencia de provocaciones, cada una de las cuales suscita una reacción de excitación que tiende a disiparse muy lentamente”. En esta secuencia, cada uno de los pensamientos o percepciones irritantes se convierte en un minidetonante de la descarga catecolamínica de la amígdala. De este modo, una segunda descarga tiene lugar antes de que la primera se haya disipado, una tercera se suma a las dos precedentes y así sucesivamente. Cualquier pensamiento que tenga lugar durante este proceso provocará una irritación mucho más intensa que la que tendría lugar al comienzo de la secuencia. De este modo, el enfado se construye sobre el enfado al tiempo que la temperatura de nuestro cerebro emocional va aumentando. Para ese entonces, la ira, ante la que nuestra razón se muestra impotente, desembocará fácilmente en un estallido de violencia. En este momento, la persona se siente incapaz de perdonar y se cierra a todo razonamiento. Todos sus pensamientos gravitan en torno a la venganza y la represalia, sin detenerse a considerar las posibles consecuencias de sus actos. Enfado primario adaptativo o saludable reprimido:
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El primer paso cuando se trabaja el enfado primario con un cliente suele ser evaluar y explorar su evitación. Los marcadores de que el enfado está siendo interrumpido son: romper en llanto, indefensión y depresión en lugar de la expresión de un enfado apropiado; entumecimiento, intelectualización y control racional del enfado adaptativo; minimización, es decir, distanciamiento de los propios sentimientos de enfado con trivialidades o bromas; enfado inadecuado y difuso; y amargos resentimientos persistentes. Además, las personas se distancian de sus sentimientos de enfado focalizándose en el exterior, culpando de manera crónica, quejándose de la gente y de las situaciones. Culpar, generalmente, denota un resentimiento que no ha sido resuelto, y la queja es una fusión de dolor, tristeza y rabia. El enfado primario asociado a violación o abuso tiene cualidades de rabia, asco, desprecio o miedo, mientras que el enfado asociado con necesidades de dependencia que no han sido satisfechas o con sentimientos de traición tiene un tinte de tristeza ante la pérdida. La terapia focalizada en las emociones, lo que persigue es diferenciar y expresar claramente cada una de las experiencias emocionales centrales. En general, la meta es acceder a la red subyacente de significadossentidos, ayudarles a reconocer la necesidad no satisfecha, externalizar apropiadamente la culpa y la responsabilidad, intensificar la sensación de fortaleza del sí-mismo y facilitar la acción asertiva. Ejercicio: Enfado primario saludable Identifica una situación en la que has sentido que se portaron mal contigo, te trataron injustamente o se violaron tus derechos... Identifica tu sentimiento, encontrando una palabra o palabras que encajen con el sentimiento... ¿Lo sientes en el cuerpo?... Pon tu sentimiento en palabras... Si sientes que quieres mover tu cuerpo, deja que tu cuerpo hable, encuentra una manera de expresar ese enfado... Para ti o en voz alta di: “estoy enfadado con....” o “estoy cabreado porque”... ¿Qué necesitas? ¿Es protección frente a una ofensa?... ¿Sientes que conectas con tu propia fuerza? ¿Qué puedes hacer para darte eso que necesitas?... ¿A quién más puedes acudir para recibir eso que necesitas?... Enfado primario desadaptativo o no saludable: www.motivaliacoaching.com
El enfado primario es desadaptativo cuando deja de funcionar para proteger a la persona del daño y la violación. La meta consiste en acceder a ese esquema emocional desadaptativo, utilizando técnicas evocativas del recuerdo, para poder acceder a su exploración y reestructuración. Ejercicio: Enfado primario no saludable Identifica, acepta y escribe situaciones que te enfurecen repetidamente. Identifica el sentimiento en tu cuerpo. ¿Cómo es?... Identifica los pensamientos... ¿Hay alguna otra voz en tu cabeza criticándote? ¿Qué dice esta voz con relación a ti, a los demás o al futuro? Escríbelo y dilo en voz alta... Date cuenta si crees lo que te dice la voz negativa. ¿Hay alguna otra voz diferente disponible, aunque sea menos dominante? ¿Puedes utilizarla para obtener una perspectiva diferente?... Enfado secundario: Con frecuencia, las expresiones de enfado son reacciones que son secundarias a alguna otra emoción. Un padre asustado puede enfadarse con su hijo que corre hacia la calle. En este caso el enfado es secundario respecto al miedo, pero es debido a una rápida secuencia en la que el padre valora el peligro, siente temor, culpa al niño, se enfada y entonces actúa para descargar el miedo activado. Algo similar le ocurre a la persona que se siente herida cuando es criticada o rechazada: puede decidir que el otro no debería haber hecho lo que ha hecho. El enfado borra momentáneamente la culpa, la sensación de no sentirse digno y la depresión: en vez de sentirse culpable y sin valía, uno culpa y critica al otro; en vez de sentirse triste, se enfada con algo o alguien para borrar sensaciones y los pensamientos dolorosos. Nuestra meta, en estas situaciones, es acceder al sentimiento más primario que conduce al enfado. Por ejemplo, una persona habla enfadada de la falta de atención por parte de su pareja, y notamos en estas expresiones de enfado una cualidad de desesperación y pánico, lo que nos sugiere la existencia de miedo subterráneo. Entonces, redirigimos la atención hacia su experiencia de miedo y le sugerimos: “Es como si hubieras empezado a sentirte desesperada, casi como si no pudieras sobrevivir sin su apoyo”. Inmediatamente sus ojos se llenan de www.motivaliacoaching.com
lágrimas y reconoce su necesidad y un profundo miedo al abandono. En vez de en el enfado, el foco se situó en su necesidad de dependencia desatendida, y luego en reforzar su sensación de sí-misma y la búsqueda de vías para satisfacer sus necesidades. Resulta importante, también, entender cómo una reacción inicial de enfado adaptativo puede escalar hacia la ira, debido a una secuencia desadaptativa de sentimientos y pensamientos que son detonadores de nuevas oleadas de enfado que intensifican progresivamente dicho enfado (“El enfado se construye sobre el enfado”). Greenberg está de acuerdo en que una de las habilidades útiles para el manejo del enfado es aprender a ser consciente y a expresar el propio enfado primario creciente durante las primeras etapas de la secuencia, como una forma importante de alterar dicha secuencia. Otro tipo común de enfado secundario toma la forma de enfado consigo mismo por sentirse deprimido, con necesidades o asustado. Por ejemplo, una persona se castiga por ser poco asertiva, “infantil” e “inútil” porque es incapaz de decir no a las demandas o peticiones de otros. Podemos evaluar esto como una reacción secundaria a una experiencia más central de inseguridad. En vez de focalizarnos en su enfado, podemos decirle sin tratar de confrontarla directamente: “Parece que te sientes como una niña pequeña y hay algo que te asusta mucho, algo que te resulta muy aterrador en la desaprobación de los demás”. Esto puede permitir abrir la exploración tanto a su miedo, a la desaprobación como de su dependencia de la aprobación de otros, en vez de su enfado. Enfado instrumental: Consiste en el uso aprendido del enfado, como una forma de regular a otros para conseguir ganancias secundarias. Es una manera eficaz de controlar a los demás, pero suele provocar que estos acaben amargados, resentidos y distantes. Muchas personas no son conscientes de la función instrumental de su enfado, por lo que no puede considerarse una manipulación deliberada. www.motivaliacoaching.com
Por ejemplo, una persona se muestra enfadada y dolida por la falta de apoyo de sus padres y reacciona “castigándoles”, “dándoles una lección”, “tratándoles de la forma en que me tratan”. Éstos son marcadores de enfado instrumental mezclados con enfado primario, relacionados con necesidades no satisfechas (la frustración de las necesidades suele provocar enfado y agresividad). Al tratar de servir de ayuda podemos reconocer y validar el enfado debido a sus necesidades no satisfechas de apoyo, pero también confrontar empáticamente sus intentos de forzar a sus padres a darle lo que ella quería, sugiriendo: “Parece que hagas lo que hagas, ellos nunca cederán y que todo tu esfuerzo simplemente los está alejando más. No te están ayudando a conseguir eso que quieres y que necesitas desesperadamente”. Esto le puede ayudar a abandonar sus inútiles intentos de controlar a sus padres y el trabajo se focalizará en descubrir comportamientos más adaptativos para conseguir estos objetivos. Ellos gritan, ellas lloran. Según parece, mujeres y hombres tendemos a enfadarnos con la misma frecuencia, igual intensidad, y poco más o menos por idénticas razones. Los tests que descubren los sentimientos agresivos, la ira encubierta o la hostilidad reprimida no han revelado diferencia alguna entre ambos sexos. Por supuesto hay mujeres que, cuando se enfadan, levantan los puños y gritan, igual que algunos hombres. Pero en general los estudios demuestran que ambos sexos tienen estilos muy diferentes. Es más probable, por ejemplo, que ellas expresen su ira llorando o que la disimulen. “Las mujeres suelen pertenecer al grupo de los que reprimen una furia que puede explotar en cualquier momento - dice Anne Campbell, psicóloga de la Universidad de Durham, en Inglaterra. Además son más proclives a expresar su furia en privado. Pueden estar furiosas con su jefe o con un compañero de trabajo, pero lo más probable es que esperen a estar solas con su pareja o con un amigo íntimo para desplegar toda su cólera”. Las encuestas demuestran que el enfado en sí mismo tiene significados distintos para los mundos masculino y femenino. En los hombres, no www.motivaliacoaching.com
suele complicarse con represión y sentimiento de culpa. Es sólo una cuestión de ganar o perder. Las mujeres por el contrario, tienden a sentirse incómodas cuando manifiestan su enfado ya que lo consideran como una pérdida de control. Incluso opinan que no guarda proporción con los hechos que lo desencadenaron. Después de un estallido –dice Anne Campbell- el sexo femenino suele tratar de dominarse, mientras que el masculino piensa que ha dado una buena lección”. Por otro lado, parece que cuanto más enfadada se pone una mujer, tanto más le cuesta dar por zanjado el episodio. Esto no es así en el caso de los hombres, al menos no en el mismo grado. 3.4 NECESIDADES PSICOLÓGICAS FUNDAMENTALES EN EL MARCO DEL PROCESO DE COACHING Hay necesidades fisiológicas vitales como la necesidad de oxígeno, de beber y comer, de vitaminas, del sueño... La no satisfacción en determinado grado de estas necesidades entraña la muerte del organismo en poco tiempo. Sobre el plano psicológico, encontramos tres necesidades vitales que condicionarán la vida de la persona: la necesidad de amor, la necesidad de seguridad y la necesidad de libertad. Para autores como Georges Pierret, primer autor guestaltista belga, doctor en medicina y de quien nos vamos a servir para ilustrar este apartado, la ausencia total de satisfacción de estas necesidades puede entrañar la muerte. La necesidad de amor: Siguiendo a Pierret, es la necesidad vital de establecer una relación con otro ser, de dar y recibir la ternura, prueba tangible de la relación, la necesidad de sentir el placer de la existencia de otro, de sentir el placer de existir para el otro.
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La falta de amor se revela a través de uno de los sentimientos de los que nos ocuparemos en este tema: la tristeza. Y de otros, como dolor, nostalgia, pena, melancolía... “Me siento solo, tengo la impresión de ser invisible, no recibo mi dosis de caricias y de ternura, lloro, sollozo, gimo...” Necesito que alguien me consuele acaricie y mime. ¿Cómo solemos resistir a la satisfacción de esta necesidad? Me tragaré las lágrimas y me frotaré los ojos para no llorar, me esconderé en mi habitación, iré al cine para distraerme, tomaré alcohol o un calmante. Puedo incluso enfadarme o más aún ir a consolar a alguien, ofrecerle caricias y amor, mientras soy yo quien lo necesita. Puedo hacer lo que sea para no vivir mi tristeza. La necesidad de seguridad: Al principio, es la necesidad de una presencia fuerte al lado mío, de una mano sólida con la que puedo contar, la certeza de que no me abandonará. Más tarde, se convierte en la necesidad de comprender el mundo y comprenderse a sí mismo, de tener asido el mundo y dominar el porvenir a través de la inteligencia. La falta de seguridad se manifiesta fundamentalmente a través del miedo. Esta falta de seguridad también se traduce en angustia, pánico, ansiedad, inquietud, nerviosismo... ¿Cómo solemos resistir a la satisfacción de esta necesidad? La desensibilización es el método más empleado: me entreno para no sentir el miedo y llego a decir que no tengo miedo. Para soltar de vez en cuando un poco de miedo acumulado, iré a ver una película de terror, de suspense, asistiré a carreras de coches. Así podré vivir mi miedo, temblar sin tener conciencia de que es mío. En un grado mayor, buscaré situaciones arriesgadas que me hagan liberar ese miedo, por ejemplo, conduciendo peligrosamente, practicando puenting... La necesidad de libertad:
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En el niño se traduce en la necesidad de moverse y removerse sin trabas. Más tarde es la necesidad fundamental de poder elegir y poder actuar según el propio criterio. La falta de libertad conduce a un sentimiento de enfado, de rebelión, incluso de cólera. Me siento encarcelado, aplastado, atado. Enrojezco, aprieto las mandíbulas, mis puños se cierran, siento toda mi fuerza en mí, puedo estallar. En este tema hablaremos del enfado. ¿Cómo solemos reaccionar para resistir la satisfacción de esta necesidad? Para evitar mi cólera puedo desensibilizarme. También, puedo tragármela o volverla contra mí. Puedo también exteriorizarla en un partido de fútbol o alistándome en el ejército.
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