Lo que el Estado debe producir Aquellos buenos tiempos

a Rosa de lejos. Ahora ... Carola Reyna en chancletas, a la vuelta de algún ... Rosa de lejos. Telenovela de María. H. Avella- neda. ➷ Hombres de ley. Unitario.
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ESPECTACULOS

I

Sábado 26 de marzo de 2011

TELEVISION s ACTUALIDAD

Actores invitados como Sebastián Wainrach y Alejandra Flechner aportan a la tira

Canal

7

CUANDO PRODUCIR PARECE FICCION Continuación de la Pág. 1, Col. 6 Canal 7 resultaba muy pintoresco ver un carrito de golf cruzar cada tanto de punta a punta las instalaciones de la emisora transportando al que era entonces su interventor, acompañado por algunos de sus interlocutores en sus pláticas en el café. Uno de esos pequeños vehículos era lo que utilizaba Gerardo Sofovich para ir a los distintos estudios sin que su renguera le pasara factura por el esfuerzo. Pero lo más pintoresco era que ese carrito debía ir a muy baja velocidad, porque esos pasillos estaban a toda hora bastante transitados y muchos de los que andaban de a pie por ellos eran artistas conocidísimos. Una panorámica del comedor por ese entonces que sirviera para jugar a “dónde está el famoso” podía mostrar en el mismo lugar a China Zorrilla, Federico Luppi, Thelma Biral y Miguel Angel Solá en una misma mesa, durante un alto de la grabación de algún episodio de Luces y sombras, y, en otro lado, a Antonio Gasalla, a Soledad Silveyra o a tantos otros famosos que por esos días trabajaban en el canal del Estado. Bastantes, pero muchos menos que los que hubieran podido encontrarse varios años antes, en la época de

Carlos Montero, por ejemplo, cuando en el entonces ATC se producía más y mejor que en el resto de los canales abiertos. De una época posterior a esa, fines de los 80 para ser más precisos, Florencia Peña –que hoy vuelve a frecuentar con gusto las instalaciones de Canal 7, haciendo la comedia de situación Sr. y Sra. Camas, que se estrenará el 18 de abril en ese canal– recuerda: “Yo empecé a trabajar en televisión aquí, en 1987, en Chispiluz y, en ese entonces, esto era una romería de famosos. En cualquier rincón, te podías encontrar con los integrantes del elenco de Mesa de noticias, de Hombres de ley, de los Viernes de Luisina, o con [Mario] Sapag o Susana [Giménez] que estaban en este canal”. A principio de la década de 2000, la situación era absolutamente diferente. Los asépticos corredores del edificio de Figueroa Alcorta lucían vacíos como hoy las localidades aledañas a la central de Fukushima en Japón. Los talleres de escenografía permanecían prácticamente inactivos, con sus moradores de cartón pintado cubriéndose de polvo y con sus colores destiñéndose. La mayoría de sus estudios mantenían las luces apagadas, con las viejas cámaras Bosch que el Mundial 78 les legó mi-

rando al piso. En las islas de edición, nadie editaba nada. Y en la cafetería, sólo algún empleado vaciaba lentamente una taza de café, como lo hace algún parroquiano solitario con una ginebra en algún barcito de pueblo en medio de la pampa.

Volver a empezar Actualmente la dinámica del canal vuelve a parecerse a la de sus años felices. En primer lugar, las viejas cámaras Bosch fueron finalmente enviadas al museo y reemplazadas por descendientes digitales de última tecnología. El canal fue reequipado y cuenta con dispositivos que empardan o superan a sus pares privados. Pero sobre todas las cosas, de a poco, la actividad en todo el edificio vecino a Palermo Chico fue recuperando su energía antigua. Los pizarrones en los que se consignan los planes de grabación vuelven a estar llenos. Los depósitos de escenografía son visitados otra vez por autoelevadores que

se llevan los decorados con sus colores nuevamente brillantes. En los estudios, el calor de los reflectores debe ser combatido por acción de los acondicionadores de aire y hay peligro de encontrarse a cualquier hora del día con Mirtha Busnelli en ruleros, o Gabriel Goity vestido de frac o Carola Reyna en chancletas, a la vuelta de algún camarín. “Desde principio de año, la capacidad operativa del canal se está utilizando a pleno como hacía mucho que no sucedía. El ritmo de producir una tira diaria requiere eso. Trabajamos en jornadas de 11 horas de grabación netas, más el tiempo de preparación anteriores y posteriores a las mismas. Recuperamos la actividad en áreas como la de efectos especiales que tenemos, algo con lo que no cuentan

En Sr y Sra Camas, Gabriel Goity, Mirtha Busnelli y Florencia Peña son los protagonistas

otros canales o productoras, que hacía rato no se utilizaba”, revela Gustavo Villamagna, productor general de Canal 7, a cargo de la nueva comedia de situación. A la hora de analizar por qué hacía tanto que Canal 7 no producía ficción a pleno, Martín Bonavetti, director del canal, sostiene: “La ficción de los 80 era muy distinta a la actual. Pero entre aquella época y ésta, en los 90, se produjo el vaciamiento de este canal. Mientras tanto, los privados crecieron, se modernizaron y generaron una nueva forma de

Aquellos buenos tiempos MARCELO STILETANO LA NACION llá lejos, en los tiempos pioneros de nuestra televisión, Canal 7 podía jactarse con orgullo y con justicia de su programación en vivo, que tenía a la ficción (teleteatros, telecomedias, adaptaciones de grandes obras del teatro universal) casi como columna vertebral. No quedan registros visuales o sonoros de aquella época, pero sí el testimonio de sus protagonistas, atesorados por quienes se ocuparon de guardar y conservar la memoria de nuestra pantalla chica. En el imprescindible libro Estamos en el aire y en la monumental revisión de la historia televisiva que llevó adelante Jorge Nielsen se habla, por ejemplo, de parejas de la vida real (Ana María Campoy-José Cibrián; Nelly BeltránMaurice Jouvet) que dejaron marcas indelebles como protagonistas de grandes parejas de ficción. Hasta 1960, el 7 fue vehículo exclusivo de acceso televisivo para los argentinos. A partir de allí, las emisoras privadas enriquecieron la oferta, pero el canal decano mantuvo en todo momento su condición de custodio de la ficción bien entendida, sobre todo en el terreno, hoy descuidado y casi olvidado, de la gran dramaturgia universal adaptada al lenguaje de la pantalla chica. Pasaron los años y el predominio televisivo en materia de ficción quedó en manos de los canales privados, apoyados en la popularidad de los protagonistas de sus teleteatros y telecomedias más vistas. Pero al 7 le quedó un lugar de custodia de tradiciones y vanguardias que no siempre supo o pudo aprovechar. Cuando lo hizo, el acervo televisivo se enriqueció con iniciativas de distinto origen que todavía hoy siguen presentes en el recuerdo: de los especiales de Osvaldo Terranova a Mesa de noticias, de La bonita página a Rosa de lejos. Ahora, cuando Canal 7 parece recuperar sus mejores esfuerzos técnicos y humanos para volver a producir ficción desde su seno, no estaría mal imaginar que esa voluntad hasta podría enriquecerse con otras manifestaciones en línea con lo que ocurría casi medio siglo atrás. ¿Por qué no pensar, también, en grandes y vistosos musicales con puesta teatral y algún paso de comedia?

A

ANTECEDENTES

hacer ficción. El 7 quedó ajeno a este proceso. Tuvimos que reequiparnos y luego volver a hacer experiencia, para encontrar esta forma de hacer ficción que es sólo el comienzo”. Y en el balance, el director hace autocrítica de su propia gestión. “Con la vuelta de la ficción, alguna vez tuvimos un discurso engañoso. Dijimos que el canal era un ámbito de experimentación e hicimos los telefilms, por ejemplo. Proponerse hacer experimentación no es malo, pero no es lo mismo hacerlo porque no hay recursos para otra cosa. Hoy comenzamos una etapa diferente que no se agota acá”, dice. Ojalá se cumpla y con buenos resultados.

Lo que el Estado debe producir PABLO SIRVEN

1980 ➷ Rosa de

lejos Telenovela de María H. Avellaneda.

1987 ➷ Hombres

de ley Unitario con historias de abogados.

1987 ➷ La bonita

página Historias unitarias.

1989 ➷ El mundo

de Antonio Gasalla Humorístico.

1993 ➷ Cartas de

amor... en casete Última tira que hizo Canal 7.

LA NACION

¿D

ebe el Estado producir contenidos de ficción? Pero claro que sí. Es necesario que cubra los variados flancos que los particulares descuidan, ya sea por razones económicas (costos elevados no recuperables por la audiencia esperada), porque no le ven “punta” (temas que no garantizan alto rating) o por causas ideológicas (desinterés en inmiscuirse en temáticas duras o que puedan incomodar a intereses propios o de amigos). Intentar competir de igual a igual con productoras y canales privados no es función del Estado: Carlos Montero puso primero a Canal 7 (cuando se llamaba ATC en tiempos de la última dictadura militar) con una programación exitosa y netamente comercial. No le corresponde a la TV pública descender a esas batallas que ya libran demasiado bien los empresarios televisivos. Lo que se espera de una televisión estatal en serio, que sea el orgullo nacional de todos (no sólo de los simpatizantes del gobierno de turno), no es que se muestre solemne y aburrida, sino que llene los muchísimos agujeros de los que no se ocupan los privados, pero con tratamiento moderno, profesional y adecuado al medio. Algo de esto ya hace, y muy bien, el canal Encuentro. En Canal 7, en cambio, el Fútbol para todos y sus ultrakirchnerizadas tandas, los noticieros hiperoficialistas y la nave insignia panfletaria 6, 7, 8 desvirtúan su papel como emisora de todos los argentinos. Probablemente, la comedia de Peña y Goity esté lograda y nos haga pasar un buen momento, pero no se diferenciará mayormente, en el mejor de los casos, de lo que ya nos ofrece la actividad privada en esa materia, mediante Pol-ka y Underground. ¿Qué sentido tiene superponerse? Los telefilms sobre Belgrano y San Martín sí se justifican (pero es tema para otra nota hablar de las obvias inconveniencias de hacer relecturas interesadas de la historia según las inclinaciones políticas del momento). ¿Por qué no producir un ciclo de teatro universal al estilo Alta comedia? ¿Qué impide aggiornare ciertos clásicos de esa pantalla de otras épocas, como Situación límite, Cuentos para ver y los especiales con artistas y autores consagrados? Sería un buen camino para explorar.