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espectáculos
| Lunes 18 de noviembre de 2013
Las voces que iluminan la ópera porteña de estos días ellas. Cecilia Pastawski, Guadalupe Barrientos,
Sabrina Cirera, Oriana Favaro y Laura Polverini Viene de tapa
“A la par que estudiaba historia del arte, empecé con clases de canto; hasta hoy no sé por qué razón busqué una profesora de lírica si también hay otros géneros que me gustaban y mucho. Pero poco a poco comencé a sentir que había encontrado mi lugar, hasta decidí jugarme todo y dejar mi trabajo; al mes ya estaba en el Ópera Estudio del Teatro Argentino de La Plata.” Laura Polverini –Musetta en La bohème con que Juventus Lyrica despidió esta temporada– cantó desde muy pequeña en coros, en el conservatorio de Morón y luego en el Instituto Superior de Arte del Colón. “Pero fue de la mano de Ana D’Anna, con su Juventus, quien me brindó la oportunidad de hacer algo en un teatro. Cuando escucho a la gente felicitarme por el don que Dios me dio con la voz, siempre contesto que tuve que estudiar como loca.” “Desde los 14 años cantaba en bares en Córdoba con una banda de rock, y para mejorar decidí tomar clases de canto. Mi profesora me daba arias de ópera y allí fui descubriendo que ese mundo era una posibilidad. Quizá muchas personas se cierran al principio porque piensan que es difícil, pero yo quedé enganchada cuando, a los 17 años, me presenté como Querubino en Las bodas de Fígaro”, explica Cecilia Pastawski, quien compartió protagónicos con Favaro en Bromas
y lamentos y en Così fan tutte (en esta temporada de Buenos Aires Lírica). Pastawski vino a Buenos Aires y al poco tiempo ya estaba interpretando a Aninna en La traviata (en 2006, en el Roma de Avellaneda). Para Sabrina Cirera el camino fue más complicado. “No contaba con el apoyo de mi familia y a los 19 años tuve que ponerme a trabajar como profesora de música en un jardín de infantes, por lo que veía alejarse mi sueño de hacer carrera en el canto. Pasaron unos años y mi marido me incentivó a que me diera una nueva oportunidad. Volví a estudiar y al año gané un segundo premio en un festival internacional e hice mi audición en Juventus con Antonio María Russo. Mi vida dio un giro de 180 grados”, explica Cirera, quien se destacó con su Mimí en la última puesta de La bohème de Juventus Lyrica. Carreras en desarrollo Situaciones diversas de la vida van marcando el camino que sigue la carrera de cada una. “Soy un poco adicta a cantar ópera; en mis vacaciones del teatro en Eslovenia aprovecho para cantar en la Argentina. Es que creo que la ópera no se termina de estudiar y esa necesidad interna que tengo de cantar cada día mejor es la que me lleva a seguir adelante”, afirma Barrientos, cuya carrera la tiene cada vez más tiempo fuera del país. Es lo mismo que quisiera hacer Ci-
Sabrina Cirera y Laura Polverini, o Mimí y Musetta, en la última Bohème de Juventus
Contar con la ayuda de personas que te orientan hacia dónde ir es un punto fundamental que resalta Favaro. “No sé dónde terminaré cantando; a lo que aspiro es a ser la mejor artista que en mí pueda haber, soy una afortunada, el canto separó mi vida en un antes y un después.”
Guadalupe Barrientos trabaja gran parte del año fuera del país rera: poder aceptar las invitaciones que tiene para audicionar en compañías italianas. “Pero el aspecto económico es complicado; las becas y los subsidios son para menores de 30 años, lo que es una pena porque, si bien es cierto que hay jóvenes talentosísimos, también lo es que para determinados roles se requiere cierta madurez.”
Heidi Steinhardt regresa a la escena porteña aún no consigo besar. La creadora de El trompo metálico montó
una particular obra testimonial sobre el primer trasplante de rostro En 2007, la obra El trompo metálico marcó con fuerza el inicio de la carrera como directora de Heidi Steinhardt. Esa producción se mantuvo cinco temporadas en cartel en Buenos Aires y tuvo, también, una importante trayectoria internacional. En el exterior, la creadora apuntaló su trabajo dictando seminarios de entrenamiento para actores y logró abrirse un campo laboral no sólo en la Argentina, sino también en Costa Rica y España. A El trompo metálico le siguieron El sepelio y Después del borde, dos proyectos en los que volvió a mostrarse como autora y directora. Después de casi dos años de ausencia en los escenarios locales, Steinhardt regresa con nuevo proyecto. Parte, esta vez, del texto de un autor argentino radicado en Madrid: Diego Bagnera. Se trata de Aún no consigo besar –recientemente estrenada en El Ópalo–, una pieza en clave de ficción que cuenta la historia de la primera mujer a la que se le realizó un trasplante de rostro. Si bien en 2012 y parte de 2013 Steinhardt no se mostró en la ciudad, trabajó en Costa Rica, junto a la Compañía Nacional de Teatro, donde montó Calladito más bonito, un material de su autoría y luego, en el teatro comercial madrileño, dirigió Lastres, de Jorge Roelas. Después de esta experiencia decidió repartir su vida entre España y la Argentina. “Me acostumbré a ir y venir – cuenta la directora–. Empecé a viajar con mi trabajo. El trompo… fue un cambio radical a nivel personal. Me abrió muchas puertas laborales. Acá trabajo en el off y no encuentro la manera de ingresar a otros espacios. Necesito hacer experiencias de otra envergadura, que me propongan nuevas búsquedas, que desarrollen mi creatividad. Sin embargo, en España encuentro condiciones de trabajo que me resultan muy atractivas.” –¿Qué cosas de tu creación les interesan a los españoles?
aníbal greco
Otras circunstancias también les marcan a estas jóvenes el camino. “A pesar de sentirme capacitada para irme, tengo dos hijas y hay prioridades, así que cuanto más me pueda desarrollar acá, mejor; sueño con poder cantar en el Colón, aunque también se están abriendo espacios en el interior del país y eso es maravilloso”, explica Polverini. Para otras,
–No es un interés particular conmigo. Es nuestro modo de hacer teatro. Hay muchos argentinos allá que han consolidado su actividad, están muy sólidos. Aquí los teatristas tenemos una formación muy integral. Hay mucha inquietud, no nos alcanza con saber sólo una cosa. Podemos resolver una puesta de luces, diseñar un espacio, escribimos y dirigimos. Tanto en España como en América latina se asombran de nuestra manera de dirigir a los actores. Les resulta muy singular nuestro modo de relacionarnos con los intérpretes. Nosotros estamos acostumbrados a resolver en poco tiempo y con poco dinero. Y esto último, sobre todo, les gusta mucho. En este cruce con otras realidades, la creadora también reflexiona acerca de lo que significa adaptarse a otros modos de producción. “Una cosa es viajar como turista, unos días –explica–, y otra palpar la realidad política y sobre todo cultural de otras comunidades. En este sentido me siento muy afortunada porque entre lo que cargo profesionalmente y aquello con lo que me encuentro, tengo la posibilidad de generar una nueva instancia. Necesitaba ese tipo de desafíos.” –El nuevo proyecto que te ayuda a reinsertarte en Buenos Aires, extrañamente, no es dramaturgia tuya... –Escribo por accidente. No estoy habituada a escribir todos los días, no tengo esa conducta. Mi encuentro con la escritura es muy íntimo, singular. Es más amateur. Vi esta pieza de Diego Bagnera (un periodista y director argentino) en Madrid y me conmovió mucho. Me fascinó el texto, el procedimiento que plantea y también me interesó que él trabaja sobre un caso real. Me gustó investigar sobre ese primer trasplante de rostro que se le practicó a una mujer en Francia. También este proyecto tuvo mucho de desafío porque vi el montaje español y acá tuve que hacer mi propia lectura. El proceso fue corto, pero intenso y muy ágil. El elenco de Aún no consigo besar está integrado por Estela Garelli, Florencia Naftulewicz, Cristina Maresca, Ernesto Rowe y Mario Sala.ß Carlos Pacheco
Aún no consigo besar
Heidi Steinhardt acaba de estrenar su obra en El Ópalo
m. felipe/afv
De Diego Bagnera El Ópalo, Junín 380. Viernes, a las 21, y sábados, a las 19. Entrada, 80 pesos.
como Pastawski, el canto la lleva también a otros territorios. “Quiero seguir explorando repertorios y otros géneros como el jazz. Hace poco viajé al Neue Stimenn, uno de los concursos de canto más prestigiosos del mundo, y si de esto surgen nuevos espacios, ya lo resolveré; lo que espero es poder compatibilizar mi carrera y mi vida familiar.”
Futuro esperanzador Estas jóvenes coinciden en una visión esperanzadora sobre el futuro en esta profesión. Barrientos la extiende más allá: “Cada día se acerca un mayor número de jóvenes a estudiar, no solamente canto, sino dirección, reggie o música, para ser intérprete de orquesta, todo aquello que hace a la ópera”. Para Cirera la iniciativa de invitar a escuelas secundarias a los ensayos es maravillosa, porque genera nuevo público: “La ópera no puede encerrarse en la gente grande”. Y como les sucede a todas, Polverini no deja de sorprenderse cuando la reconocen. “Lo más lindo es cuando me dicen que los hice llorar de emoción; es que ése es el fin del arte, conmover.” Les cuesta creer el efecto que sus voces generan en el público, porque cuando se quitan las pestañas postizas, unas atienden a sus hijos y otras se hacen cargo de sus casas; por eso su consejo para quienes sueñan con la lírica es el mismo: “Sigan su instinto y no tengan miedo”.ß
teatro
Actores brillantes en un texto sensible el beso (de kus). ★★★★ muy buena . autor: Ger Thijs. intérpretes:
Pablo Alarcón y Beatriz Spe-
lzini.
escenografía y vestuario :
Cecilia Zuvialde. luces: Alejandro Leroux.
música :
Fernando Die-
guez. asistencia de dirección: Julieta Zeta. producción: María Leg uizamón y Rodrigo Furth. dirección :
Cristian Drut. sala : El
Tinglado, Mario Bravo 948. funciones: domingos, a las 21, y lunes,
a las 20. duración: 70 minutos.
D
os almas, por diversos motivos, deciden zambullirse en la soledad, pero la corriente las transporta al encuentro, una y otra vez. Ella busca pensar, reordenar sus pensamientos y entender sus emociones. Él pretende inspiración y cree que ese bosque poco frecuentado de alguna ciudad holandesa puede brindárselo. Ella tiene una pena que le horada el alma; dolores que la oprimen. Él es de una jovialidad y un buen humor tan extremos que habilitan la sospecha de que bajo esa capa brillante hay algo oculto. Son dos corazones, dos personas comunes que se encuentran y, a partir de ese encuentro, nada volverá a ser lo mismo. Ese cruce debía ocurrir para modificarlos, para ser transformador. El libro de holandés Ger Thijs no es una obra maestra de la dramaturgia, pero tiene la teatralidad necesaria como para que un buen director y dos buenos intérpretes lo transformen, lo vuelvan poético, artesanal, existencialista. Con pocos elementos escénicos y una puesta basada en la sugerencia, Cristian Drut vuelve a demostrar lo mucho que puede hacer con poco. Hizo hincapié en el trabajo interpretativo y se nota que para hacer viva esta relación
Spelzini y Alarcón, brillantes se dejó nutrir por el oficio y el talento de sus intérpretes. Tanto Beatriz Spelzini como Pablo Alarcón desarrollan aquí trabajos bellísimos. Como siempre, ella encarna con delicadeza a su criatura, de contornos finos, profundidad, tridimensional. Por su parte, Pablo Alarcón realiza una composición bellísima de este ser adorable, seductor y carismático. Es el motor de la acción y, en forma permanente, otorga, cede, comparte o se expone a momentos de un lucimiento exclusivo. Son personajes complejos porque, ninguno de los dos se deja descubrir. Ellos ceden hendijas para dejar percibir, para espiar sus almas. Por eso necesitan de dos intérpretes que los comprendan y, a su vez, tengan una conexión unívoca, creíble y natural. La vida y la muerte estarán en primer plano, pero también la soledad o la compañía. “A la hora del naufragio y la de la oscuridad alguien te rescatará”, diría María Elena en su “cigarra”. La guía maestra de Cristian Drut es vital y demuestra en cada trabajo cómo saca a la luz lo mejor de la creatividad de sus intérpretes. ß Pablo Gorlero