Laclau - Fondo de Cultura Económica

(Sociología). Traducido por: Cristina Sardoy y Graciela Homs. ISBN 978-950-557-869-6. 1. Sociología. I. Laclau, Ernesto II. Žižek, Slavoj III. Cristina Sardoy, trad.
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Traducción de CRISTINA SARDOY y GRACIELA HOMS

JUDITH BUTLER, ERNESTO LACLAU Y SLAVOJ ŽIŽEK

Revisión de traducción para la segunda edición de GISELA CATANZARO

CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD Diálogos contemporáneos en la izquierda

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPAÑA ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA - GUATEMALA - PERÚ - VENEZUELA

Primera edición en inglés, 2000 Primera edición en español, FCE México, 2003 Primera edición FCE Argentina, 2003 Segunda edición FCE Argentina, 2011

Butler, Judith Contingencia, hegemonía, universalidad : diálogos contemporáneos en la izquierda / Judith Butler ; Ernesto Laclau ; Slavoj Žižek. - 2a ed. Buenos Aires : Fondo de Cultura Económica, 2011. 328 p. ; 23x16 cm. - (Sociología) Traducido por: Cristina Sardoy y Graciela Homs ISBN 978-950-557-869-6 1. Sociología. I. Laclau, Ernesto II. Žižek, Slavoj III. Cristina Sardoy, trad. IV. Homs, Graciela, trad. CDD 301

Armado de tapa: Juan Balaguer Título original: Contingency, Hegemony, Universality. Contemporary Dialogues on the Left ISBN de la edición original: 1-85984-757-9 © 2000, Judith Butler, Ernesto Laclau, Slavoj Žižek

ÍNDICE Introducción ........................................................................................................... Preguntas ............................................................................................................... Replantear el universal: la hegemonía y los límites del formalismo, por Judith Butler ....................................................................................... Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad en la constitución de lógicas políticas, por Ernesto Laclau .................................................... ¿Lucha de clases o posmodernismo? ¡Sí, por favor!, por Slavoj Žižek......................................................................................... Universalidades en competencia, por Judith Butler ............................................ Estructura, historia y lo político, por Ernesto Laclau......................................... Da capo senza fine, por Slavoj Žižek ................................................................ Conclusiones dinámicas, por Judith Butler ......................................................... Construir la universalidad, por Ernesto Laclau ................................................. Mantener el lugar, por Slavoj Žižek ....................................................................

D.R. © 2011, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA, S.A. El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina [email protected] / www.fce.com.ar Carr. Picacho Ajusco 227; 14738 México D.F. ISBN: 978-950-557-869-6 Comentarios y sugerencias: [email protected] Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2011 en Artes Gráficas del Sur, Alte. Solier 2450, Avellaneda, Buenos Aires, Argentina. Fotocopiar libros está penado por la ley. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión o digital, en forma idéntica, extractada o modificada, en español o en cualquier otro idioma, sin autorización expresa de la editorial. IMPRESO EN ARGENTINA – PRINTED IN ARGENTINA Hecho el depósito que marca la ley 11.723. 7

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INTRODUCCIÓN DURANTE VARIOS AÑOS, los tres hablamos acerca de cómo dar forma a un libro que intentara establecer la trayectoria común de nuestro pensamiento y a la vez presentar de una manera productiva nuestros diferentes compromisos intelectuales. Iniciamos este proceso elaborando tres cuestionarios que aparecen al comienzo de este volumen. El resultado que tienen ante ustedes representa, pues, la culminación de varias conversaciones, de varias reseñas escritas y diálogos y, en el caso de Slavoj Žižek y Ernesto Laclau, pone de manifiesto una colaboración que se remonta a 1985, año en que Chantal Mouffe y Laclau publicaron Hegemonía y estrategia socialista. Ese libro provee, en realidad, el fondo para este diálogo, no sólo porque estableció una nueva dirección para la idea de hegemonía de Antonio Gramsci, sino también porque representó un giro hacia la teoría postestructuralista dentro del marxismo, un giro que tomó el problema del lenguaje como esencial para la formulación de un proyecto antitotalitario y democrático radical. En aquel libro hay planteos que, en éste, son considerados a través de distintas lentes teóricas, al mismo tiempo que se presentan argumentos elaborados contra aquel texto y que son retomados implícitamente en el diálogo escrito que sigue. Uno de los planteos del libro adoptó la siguiente forma: los nuevos movimientos sociales se apoyan con frecuencia en reclamos identitarios, pero la “identidad” en sí misma nunca se constituye plenamente; de hecho, puesto que la identificación no es reductible a la identidad, es importante considerar la inconmensurabilidad o brecha entre ambas. Esto no significa que el fracaso de la identidad en alcanzar una completa determinación socave a los movimientos sociales en cuestión; al contrario, esa incompletud es esencial para el proyecto mismo de la hegemonía. Ningún movimiento social puede, a decir verdad, gozar de su estatus como una articulación política democrática abierta, sin presuponer y operacionalizar la negatividad en el corazón de la identidad. La categoría teórica que intentó comprender este fracaso, negatividad, brecha o incompletud fue la de “antagonismo”, tal como fue formulada en aquel trabajo previo. Posteriormente, Laclau, que continúa ubicándose dentro de la tradición gramsciana, elaboró la categoría de “dislocación”, configurando sus herramientas en un espectro intelectual que va de Derrida y Lacan 9

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INTRODUCCIÓN

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a Wittgenstein. Por su parte, Žižek, quien invoca con más énfasis la teoría lacaniana para abordar este tema, especialmente mediante el recurso a “lo Real”, apela asimismo a Hegel y ofrece razones para evitar la estructura de referencia derridiana. Y puede decirse que Butler hace uso de un Hegel diferente, enfatizando las posibilidades de la negación en su trabajo, junto con Foucault y algo de Derrida, para considerar lo que sigue siendo no realizable en la constitución discursiva del sujeto. Existen diferencias significativas entre nosotros respecto de la cuestión del “sujeto”, y esto se percibe cuando cada uno trata de dar cuenta de lo que constituye o condiciona el fracaso de cualquier reclamo identitario para alcanzar una determinación final o total. Lo cierto, no obstante, es que cada uno de nosotros valora ese “fracaso” como una condición de la contienda democrática en sí. En lo que diferimos es en cómo concebir al sujeto: si es fundacional, cartesiano; si está estructurado por la diferencia sexual, y a través de qué medios la definición de esa diferencia sexual es establecida. También disentimos con respecto a si el fracaso de la identidad debe entenderse como un rasgo estructural o necesario de toda constitución identitaria, y en relación a cómo concebir esa estructura y necesidad. En tanto Butler se alinea con una explicación históricamente variable de la constitución del sujeto (una línea foucaultiana), Žižek basa sus afirmaciones acerca de la negatividad fundante de la identidad en el trabajo de Lacan, y Laclau, en un enfoque que, sin ser estrictamente lacaniano, tiene varios puntos de convergencia con lo Real lacaniano. Una de las críticas que se le hicieron a Hegemonía y estrategia socialista –y, por cierto, a las intervenciones estructuralistas y postestructuralistas en la teoría política– es que no consigue hacerse cargo del concepto de universalidad, o bien erosiona su fuerza cuestionando su estatus fundacional. Los tres sostenemos, sin embargo, que la universalidad no es un presupuesto estático, no es un a priori dado, y que debería ser entendida, en cambio, como un proceso o una condición irreductible a cualesquiera de sus modos determinados de aparición. Si bien a veces diferimos respecto de cómo deben ser puestos los énfasis, cada uno de nosotros ofrece reflexiones sobre la universalidad que suponen que la condición negativa de toda articulación política es “universal” (Žižek), que el proceso contestatario determina formas de universalidad que entran en un conflicto productivo y, en definitiva, insoluble entre sí (Laclau), o que existe un proceso de traducción por el cual lo repudiado dentro de la universalidad es vuelto a admitir en el término en el proceso de su reformulación (Butler). A lo largo del camino, cada uno considera diferentes desarrollos ideológicos de la universalidad, y alerta tanto contra abordajes sustanciales como pro-

cedimentales de la cuestión. De este modo, nosotros (ya internamente diferenciados) nos diferenciamos del esfuerzo habermasiano por descubrir o conjurar una universalidad preestablecida tal como la presuposición del acto de habla, una universalidad supuestamente asociada a un rasgo racional del “hombre”, una concepción sustantiva de la universalidad que la equipara a una determinación cognoscible y predecible, y una forma procedimental que presupone que el campo político está constituido por actores racionales. De gran importancia en el transcurrir de estos textos es la cuestión estratégica de la hegemonía: la cuestión de cómo se constituye el campo político, de qué posibilidades emergen de una aproximación al campo político que indague en las condiciones de su posibilidad y articulación. De manera significativa, Laclau detecta un movimiento de la teoría marxista desde la postulación de una “clase universal”, que finalmente eliminaría la mediación política y las relaciones de representación, a una universalidad “hegemónica” que vuelve a lo político constitutivo del lazo social. El postestructuralismo de este enfoque se alinea, así, con la crítica del totalitarismo y, específicamente, del tropo de un sujeto de vanguardia “conocedor” que “es” todas las relaciones sociales que articula y moviliza. Mientras Laclau asocia a Hegel con la metafísica del cierre, Žižek lo comprende como un teórico de la reflexividad en confrontación con lo Real, y Butler apela a él para indagar en los necesarios límites del formalismo en cualquier exposición de la socialidad. Laclau pone en claro el anti-totalitarismo de un enfoque lógico y lingüístico del problema de la representación que insista en el carácter irreductible de la diferencia. Žižek nos recuerda que el capital global no puede ser excluido del análisis “posmoderno” del lenguaje y la cultura, y continúa exponiendo el revés obsceno del poder. Butler plantea la cuestión de cómo los nuevos movimientos sociales rearticulan el problema de la hegemonía, considerando el desafío de las políticas sexuales recientes a la teoría de la diferencia sexual, y propone una concepción antiimperialista de la traducción. Los tres estamos comprometidos con formas radicales de la democracia que buscan comprender los procesos de representación por los cuales procede la articulación política, el problema de la identificación –y sus fracasos necesarios– por la cual la movilización política tiene lugar, la cuestión del futuro tal como surge en marcos teóricos que insisten en la fuerza productiva de lo negativo. Aunque no reflexionamos de manera autoconsciente acerca del lugar del intelectual en la izquierda, quizás este texto opere como una suerte de colocación, que reescribe (y recupera) la filosofía como un modo crítico de interrogación que pertenece –antagonísticamente– a la esfera de la política.

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En nuestros debates, citamos extensamente nuestras respectivas colaboraciones. Tales referencias cruzadas son identificadas con las iniciales del autor, seguidas por el número de página correspondiente. Este volumen fue escrito en su mayor parte en la primavera y el verano de 1999, coordinado por los editores Jane Hindle y Sebastian Budgen, en Verso. A ellos, todo nuestro agradecimiento por haber organizado nuestra tarea. Judith Butler también agradece a Stuart Murray por su indispensable asistencia con el manuscrito.

PREGUNTAS ÉSTAS SON LAS PREGUNTAS que cada autor quiso formular a los otros; ellas forman la base de los diálogos de este libro.

Judith Butler, Ernesto Laclau, Slavoj Žižek, septiembre de 1999. PREGUNTAS DE JUDITH BUTLER 1. Me gustaría saber con mayor precisión si la visión lacaniana de la constitución del sujeto es compatible con la idea de hegemonía. Entiendo que la noción de sujeto incompleto o de sujeto barrado parece garantizar cierta incompletud de la interpelación, pero ¿no lo hace instalando una barra como la condición y estructura de toda constitución subjetiva? ¿Es la incompletud de la formación subjetiva que la hegemonía requiere, una incompletud en la que el sujeto-en-proceso está incompleto precisamente porque está constituido a través de exclusiones que son políticamente significativas, no estructuralmente estáticas? En otras palabras, la incompletud de la formación del sujeto ¿no se vincula con el proceso democrático de la disputa por los significantes? ¿Puede el recurso ahistórico de la barra lacaniana reconciliarse con la cuestión estratégica que plantea la hegemonía, o se presenta como una limitación cuasi trascendental sobre toda posible formación subjetiva y, por consiguiente, como indiferente a la política? 2. ¿Qué es lo que constituye una teoría viable de la agencia para la vida política contemporánea? ¿Alcanza la noción derridiana de “decisión” para explicar los tipos de negociación que requiere la agencia política? ¿La “decisión” es una categoría ética o existencial? Y, en ese caso, ¿cómo está relacionada con la esfera de lo político? 3. ¿Cuál es el estatus de la “lógica” al describir el proceso social y político, y en la descripción de la formación del sujeto? Una lógica que invariablemente deriva en aporías ¿produce una clase de estatus que es hostil al proyecto de la hegemonía? (Esta pregunta es subsidiaria de la pregunta 1.) ¿Estas lógicas están encarnadas en la práctica social? ¿Cuál es la relación entre lógica y práctica social? 13

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PREGUNTAS

4. ¿Cuál es la relación entre versiones psicoanalíticas de la identificación y formas de identificación política? ¿El psicoanálisis aporta la teoría para la política? ¿Y qué psicoanálisis?

PREGUNTAS DE ERNESTO LACLAU

5. ¿Es posible hablar de “la lógica metafísica de la identidad” como si fuera singular? 6. ¿Qué significa performativamente asumir una posición de sujeto?, ¿resulta alguna vez simple? 7. Si la diferencia sexual es una encrucijada irresoluble, ¿significa eso que el feminismo es un callejón sin salida? Si, en el sentido lacaniano, la diferencia sexual es “real”, ¿significa eso que no tiene un lugar en las luchas hegemónicas? ¿O es el límite cuasi trascendental de toda lucha, y, por lo tanto, está congelada en su lugar como lo pre o ahistórico? 8. El reciente esfuerzo por dividir las teorías críticas en universalismos e historicismos ¿forma parte de una dialéctica fallida y cegada que se niega a discriminar entre posiciones matizadas? ¿Tiene esto que ver con el lugar de Kant en las formas resurgentes de la deconstrucción y el lacanismo? ¿Existe también una doxa lacaniana que impide la apropiación heterodoxa de Lacan para el pensamiento de la hegemonía? 8a. ¿Seguimos coincidiendo todos en que “hegemonía” es una categoría útil para describir nuestras disposiciones políticas? ¿Clarificar esto sería un buen lugar para empezar? 9. Una consideración seria de Hegel ¿nos lleva a repensar las oposiciones kantianas entre forma y contenido, entre las afirmaciones cuasi trascendentales y los ejemplos históricos que se invocan para ilustrar su veracidad? 10. ¿En qué consiste la autoridad crítica del teórico crítico? ¿Están nuestras propias afirmaciones sujetas a una autocrítica? ¿Cómo aparece eso en el nivel de la retórica?

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1. En numerosos debates contemporáneos, el universalismo es presentado como opuesto a la pluralidad de actores sociales que proliferan en el mundo actual. Sin embargo, en esta cuestión de la relación universalismo versus particularismo hay cierta polisemia que concierne a los dos polos. ¿Es el multiculturalismo, por ejemplo, reductible a una lógica particularista que niega todo derecho a lo “universal”? Asimismo: la noción de “pluralismo” –que evoca una variedad de posiciones de sujeto del mismo actor social– ¿resulta directamente asimilable al “multiculturalismo”, que implica una referencia a comunidades culturales/sociales integrales que, sin embargo, no coinciden con la comunidad nacional global? A la inversa, ¿es cierto que la única forma concebible de universalismo está ligada a una fundamentación fundacionalista o esencialista? 2. Una de las numerosas consecuencias de la creciente fragmentación de las sociedades contemporáneas es que los valores comunitarios –contextualizados en la medida en que siempre estamos tratando con comunidades específicas– son complementados con discursos de derechos (tales como, por ejemplo, los derechos de los pueblos o las minorías culturales a la autodeterminación) que son afirmados como válidos independientemente de todo contexto. Estos dos movimientos –afirmación de derechos universales y afirmación de la especificidad comunitaria– ¿son en última instancia compatibles? Y si no lo son, ¿no es esta incompatibilidad positiva, en tanto abre el terreno para una variedad de negociaciones y una pluralidad de juegos de lenguaje necesarios para la constitución de espacios públicos en las sociedades en las cuales vivimos? 3. Las teorías clásicas de la emancipación postularon la homogeneidad última de los agentes sociales a ser emancipados –en el marxismo, por ejemplo, la condición para que el proletariado fuera agente de una emancipación global era que no tenía intereses particulares que defender, puesto que se había convertido en la expresión de la pura esencia humana–. Asimismo, en algunas de las formas de la política democrática clásica –el jacobinismo sería el ejemplo más claro–, la unidad de la voluntad del pueblo es la precondición de cualquier transformación democrática. Hoy, por el contrario, tendemos a hablar de emancipaciones (en plural), que comienzan a partir de una diversidad de demandas sociales, y a identificar la práctica democrática con el consenso negociado entre una pluralidad de actores sociales. ¿Qué noción de agencia social es compatible con este enfoque transformado?

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PREGUNTAS

4. La teoría de la hegemonía presupone, por un lado, que el “universal” es un objeto a la vez imposible y necesario –que siempre requiere, por consiguiente, la presencia de un inerradicable resto de particularidad–, y, por el otro lado, que la relación entre poder y emancipación no es de exclusión sino, por el contrario, de mutua –aunque contradictoria– implicación. La relación hegemónica, concebida de esta forma, ¿es constitutiva del vínculo político? Y en ese caso, ¿cuáles son los juegos estratégicos que es posible jugar partiendo de sus tensiones internas?

2. Falta y repetición: ¿el movimiento de la repetición está fundado en alguna falta primordial, o la noción de una falta primordial fundante implica necesariamente la reinscripción del proceso de la repetición en la lógica metafísica de la identidad?

5. La categoría de la diferencia está, de una u otra manera, en la base de los enfoques teóricos más importantes de los últimos treinta años. Las identidades nómadas en Deleuze y Guattari, la microfísica del poder en Foucault, la differance en Derrida, la lógica del significante en Lacan son formas alternativas de abordar el carácter constitutivo de la “diferencia”. ¿Resultan ellas incompatibles entre sí? Y, de ser así, ¿dónde radican esas incompatibilidades? ¿Cómo podemos evaluar su respectiva productividad para el análisis político? 6. Hace tiempo que la cuestión de la trascendentalidad obsesiona a la teoría contemporánea. ¿Cuál es, por ejemplo, el estatus de categorías psicoanalíticas como el Edipo o el complejo de castración? ¿Son productos históricos o, antes bien, las condiciones a priori de toda sociedad posible? Existe el sentimiento generalizado de que ni un historicismo radical ni un trascendentalismo a ultranza constituirían respuestas apropiadas, y ha sido postulada una especie de solución que evita las trampas de ambos extremos: la noción de cuasi trascendentalismo. Hasta ahora, sin embargo, el estatus de este “cuasi” ha sido insuficientemente explorado. ¿Cuáles serían los requisitos previos para un avance teórico en este campo, y cuáles las consecuencias de este último para el análisis histórico?

PREGUNTAS DE SLAVOJ ŽIŽEK 1. Lo Real y la historicidad: ¿es lo Real lacaniano el basamento último, el referente firme del proceso simbólico, o representa su límite inmanente totalmente no sustancial, punto de falla, que mantiene la brecha misma entre la realidad y su simbolización y, de ese modo, pone en movimiento el proceso contingente de la historización-simbolización?

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3. La lógica social de la (des)identificación: ¿es la desidentificación necesariamente subversiva del orden existente, o se trata de un cierto modo de desidentificación, de “mantener distancia” en relación con la identidad simbólica propia, consustancial con la efectiva participación en la vida social? ¿Cuáles son los diferentes modos de desidentificación? 4. Sujeto, subjetivación, posiciones de sujeto: ¿el “sujeto” es simplemente el resultado del proceso de subjetivación, de la interpelación, de la asunción performativa de alguna “fija posición de sujeto”, o la noción lacaniana de “sujeto barrado” (y la idea del sujeto como negatividad autorreferida del idealismo alemán) también plantea una alternativa a la metafísica identitaria-sustancialista tradicional? 5. El estatus de la diferencia sexual: nuevamente, la diferencia sexual ¿remite simplemente a “hombre” y “mujer” en tanto dos posiciones de sujeto que los individuos asumen a través de la adquisición performativa repetitiva, o es “real” en sentido lacaniano –es decir, un callejón sin salida–, de modo que todo intento de traducirla a posiciones fijas de sujeto fracasa? 6. Significante fálico: ¿la noción de falo de Lacan es “falogocéntrica” –es decir, la noción de un significante central que, como una suerte de punto de referencia trascendental, estructura el campo de la sexualidad–, o cambia algo el hecho de que, para Lacan, el falo, como significante, sea un suplemento “protésico” de la falta del sujeto? 7. Lo Universal y el historicismo: ¿es suficiente, en la actualidad, seguir el consejo jamesoniano “¡Historicen!”? ¿Cuáles son los límites de la crítica historicista de los falsos universales? ¿No es mucho más productivo, por razones inherentemente teóricas tanto como políticas, mantener la noción paradójica de lo universal como imposible y necesario a la vez? 8. Hegel: ¿Hegel es simplemente el metafísico par excellence, de manera que cualquier intento de afirmar el complejo posmetafísico de la temporalidad-

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contingencia-finitud es por definición antihegeliano, o la misma hostilidad posmetafísica contra Hegel es una suerte de índice de su propia limitación teórica, de modo que deberíamos, más bien, concentrarnos en sacar a la luz “otro Hegel” que no se ajuste a la doxa del “panlogicismo”? 9. Lacan y la deconstrucción: ¿es teóricamente correcto concebir a Lacan como uno en la serie de los deconstructivistas, o el hecho de que todo un conjunto de aspectos distingan a Lacan de la doxa deconstructivista (mantener la noción de sujeto como cogito, etc.) apunta hacia una inconmensurabilidad entre ambos campos? 10. La cuestión política: ¿debemos aceptar la noción “posmoderna” de la pluralidad de luchas (en su mayoría étnicas, sexuales o de estilos de vida) por el reconocimiento, o el reciente resurgimiento del populismo de derecha nos obliga a repensar las coordenadas convencionales de la política radical “posmoderna” y a revivir la tradición de la “crítica de la economía política”? ¿Cómo afecta todo esto a las nociones de hegemonía y totalidad?

REPLANTEAR EL UNIVERSAL: LA HEGEMONÍA Y LOS LÍMITES DEL FORMALISMO Judith Butler

A LO LARGO DE ESTOS ÚLTIMOS AÑOS, Ernesto Laclau, Slavoj Žižek y yo hemos mantenido múltiples conversaciones respecto del postestructuralismo, el proyecto político de la hegemonía y el estatus del psicoanálisis. Todos hemos trabajado, creo, en los márgenes teóricos de un proyecto político de izquierda y tenemos diversos grados de persistente afinidad con el marxismo, como teoría social y movimiento social críticos. Ciertos conceptos clave de la teoría social progresista han recibido articulaciones nuevas y variadas en nuestro trabajo, y todos estamos interesados por igual en el estatus y la formación del sujeto, las implicancias de una teoría del sujeto para pensar la democracia, la articulación de la “universalidad” dentro de una teoría de la hegemonía. En lo que diferimos es, a mi juicio, tal vez en primer lugar y principalmente, en lo que respecta a nuestras aproximaciones a la teoría del sujeto dentro de un análisis de la hegemonía, y en el estatus de un análisis “lógico” o “estructural” de las formaciones políticas en relación con sus articulaciones culturales y sociales específicas. Por lo que entiendo, de acuerdo con la visión de la hegemonía que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe establecen en Hegemonía y estrategia socialista,1 las organizaciones políticas democráticas se constituyen mediante exclusiones que retornan para acechar a las políticas predicadas sobre la base de su ausencia. Esa frecuentación se hace políticamente efectiva precisamente en la medida en que el retorno de lo excluido fuerza una expansión y rearticulación de las premisas básicas de la democracia misma. Un planteo que Laclau y Žižek realizan en sus escritos posteriores es que la formación de cualquier organización política democrática –o, en realidad, cualquier posición de sujeto particular dentro de esa organización política– es necesariamente incompleta. Hay,

1 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy. Towards a Radical Democratic Politics, Londres y Nueva York, Verso, 1985 [trad. esp.: Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004].

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