Recursos para predicadores y maestros- enero 2009 La predicación expositiva parte 2 Artículo escrito por: Fran Schmidt La vez pasada, vimos una definición de la predicación expositiva: “La predicación expositiva es la comunicación de un concepto bíblico, derivado de y trasmitido por un estudio histórico, gramatical, y literario del pasaje en su contexto, el cual el Espíritu Santo primero aplica a la personalidad y experiencia del predicador y después a través de él a los oyentes.” Hoy enfoquémonos en un elemento muy importante que sale de esta definición: el pensamiento que gobierna la predicación expositiva viene de la Biblia. Como dice la definición arriba, es “la comunicación de un concepto bíblico.” Por supuesto, en el ambiente evangélico todo el mundo dice que predica de la Biblia. Nadie diría que su predicación no es bíblica. Sin embargo, es muy fácil caer en dar prédicas que terminan exponiendo más las opiniones o pensamientos del mismo predicador que un pensamiento verdaderamente bíblico. Sin duda cada maestro y predicador tiene buena intención de predicar la Biblia. Entonces, ¿cómo puede saber que lo que predica realmente viene de la Biblia? Obviamente, si no entendemos lo que un pasaje bíblico dice, podemos interpretarlo mal y usarlo para decir algo que la Biblia no dice. Un estudio de los principios de buena interpretación – la hermenéutica, para usar la palabra de domingo – es muy importante para saber qué realmente dice el texto sobre el cual basa su predicación. El tema de cómo estudiar e interpretar un texto es algo muy importante que Dios mediante vamos a ver en otro artículo futuro. Sin embargo, por el momento quiero mencionar unas prácticas que debemos evitar por que frecuentemente conllevan al predicador a afirmar conceptos que no vienen del texto. La primera práctica que debemos evitar es el hábito de preparar sermones con poco tiempo pasado en estudiar el texto. Requiere tiempo para entender lo que el autor quiso decir a su audiencia original. Este significado en su contexto original es la guía de cómo debemos exponerlo y aplicarlo hoy en día. Y no es cosa de unos cuantos minutos leer y entender lo que va antes y después, buscar aclarar palabras o términos, tratar de captar el “argumento” o flujo de pensamiento de que su texto forma una parte y aclarar dudas con buenos comentarios u otras herramientas del estudio. Es un proceso que requiere tanto tiempo y esfuerzo quizá por eso es tentador obviarlo. Por supuesto, hay pastores que tienen que trabajar fuera de la iglesia para su sustento económico y por lo tanto no disponen de mucho tiempo para preparar sus sermones. En tales casos, le animo a ser fiel en usar bien el tiempo que Dios le da para su preparación, sea mucho o poco tiempo. Del tiempo de que dispone para trabajar en su mensaje, le animo a dedicar por lo menos la mitad en tratar de entender el texto.
Cualquiera que sea su situación, recuerde que entre menos tiempo que uno pase en estudiar el texto, más probabilidad hay de usarlo para decir algo que el texto no dice. Una segunda práctica que debemos evitar es elaborar un bosquejo primero y después ir a la Biblia para buscar textos para acompañar los puntos mayores del bosquejo. Debería ser al revés. Si uno elabora el bosquejo primero y después va a la Biblia, el proceso de elaborar el sermón está viciado porque el pensamiento sale del predicador quien ocupa la Biblia para ratificar lo que él dice. Por el otro lado, si el predicador estudia un tema o concepto en la Biblia primero y de su estudio sale un bosquejo, entonces el pensamiento viene de la Biblia y no del predicador. Una tercera práctica que debemos evitar es usar el texto bíblico como trampolín; es decir, el predicador lee un texto al comienzo del sermón y de ahí y se lanza a hablar de un tema sugerido por una frase en el texto. Cuando uno hace esto, leer el texto bíblico viene a ser como cantar el himno nacional antes de iniciar un acto público: se hace al principio, y de ahí en adelante todo el mundo se olvida de ello. Digamos que un predicador fuera a leer Joel 3:14 “Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión.” Y después dice: “Hermanos, hoy quiero tocar el tema de cómo el cristiano debería tomar decisiones.” Y en su mensaje dice que primero, el creyente debe de orar antes de tomar decisiones; segundo, debe buscar consejo; y tercero, debe tener paz en su corazón. Aunque en este caso los conceptos expresados en su tema y puntos mayores se encuentran en la Biblia, el texto de dónde partió su mensaje no habla de cómo el creyente debe tomar decisiones. Una lectura del capítulo muestra que el contexto es juicio. El que toma las decisiones en el texto es Jehová, quien va a reunir a las naciones en el valle de Josafat (vv.11-12) y como un juez que evalúa la evidencia y pronuncia la sentencia, Jehová va a pronunciar juicio sobre las naciones (véase la figura de la cosecha en v.13). Sería mejor usar este texto para predicar un sermón evangelístico sobre la necesidad de arrepentirse antes de enfrentar el juicio. ¡Que Dios nos ayude a evitar estas prácticas y a ser fieles en predicar LA BIBLIA!
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