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Miércoles 22 de agosto de 2007
Estreno: llega mañana un film sobre la vida y la obra de Beethoven
La pasión según Holland La realizadora polaca habla de su nuevo trabajo junto a Ed Harris ALFA
Por Claudio D. Minghetti De la Redacción de LA NACION Un compositor y la copista de sus partituras depositan su pasión en la música. La pasión de Beethoven (Copying Beethoven), hasta ahora la última película de la cineasta polaca Agneszka Holland, que Alfa Films estrena mañana, tiene como marco argumental los últimos años del genial compositor. Esta vez, la cineasta introduce a un personaje real dentro de una trama de ficción. Anna Holtz (interpretada por la bailarina y actriz alemana Diane Kruger, que después de este trabajo fue dirigida por Bille August y Denys Arcand) proviene de un colegio de monjas muy estricto donde es pupila, tiene un novio ingeniero especialista en puentes, y es enviada por sus profesores del Conservatorio de Viena para trabajar de copista de Ludwig Van Beethoven (encarnado por el norteamericano y actor fetiche de Holland, Ed Harris), en el último tramo de su vida, cuando está dando forma a algunas de sus más maravillosas partituras. De acuerdo con los guionistas Stephen J. Rivele y Christopher Wilkinson (los mismos de las biográficas Nixon y Alí), la historia gira en torno a la relación entre un Beethoven bastante achacado y en extremo soberbio, y Anna, inspirada en una compositora de su tiempo, que “sirve de ventana a la construcción biográfica”, dice Holland, una jovencita con mucho talento y toda la vida por delante, y cómo los mundos de ambos cambian a partir del inevitable choque de personalidades. Holland nació tres años después de terminada la Segunda Guerra Mundial en una devastada Varsovia y a mediados de la década del 60 marchó con rumbo a Checoslovaquia, donde estudió dirección. Nuevamente en Polonia, impulsada por Andrzej Wajda, se convirtió en asistente de Krzyzstof Zanussi. Escribió numerosos guiones con el primero, antes de dirigir películas con las que conquistó premios en Cannes (1980), Gdansk y Berlín (1981, al mismo tiempo que a raíz de los conflictos en su país se marchó a Francia); Montreal (1985 y 1987) y el
Globo de Oro (1991). Hija de padre judío y madre católica, quien le transmitió su fe, integrante de la conocida como “nueva ola polaca”, Holland alcanzó notoriedad fuera de su país con Cosecha amarga, poco después con Europa, Europa, Complot contra la libertad, acerca del secuestro y asesinato del padre Jerzy Popieluszko, capellán del gremio Solidaridad en 1984, y, para Hollywood, con Olivier, Olivier y El jardín secreto. También en Estados Unidos dirigió series televisivas y Washington Square, que adapta la novela de Henry James. La cineasta, que compitió en la sección oficial del último Festival de San Sebastián con esta película, conversó con LA NACION acerca de cómo se puede construir una ficción que parezca real y el desafío que implica imaginar a un personaje con tantos secretos como Beethoven. –¿Cómo llegó a esta versión libre de Beethoven? –Mis conocimientos de música son muy limitados. Sin embargo, Beethoven me interesaba desde muy chica porque fue alguien que no cedía su libertad, que no admitía compromisos. Leí el guión, investigué acerca de su vida, sus costumbres y sus mañas, su sordera, y descubrí que era un megalómano bastante místico y pensaba que tenía línea directa con Dios. No le preocupaba hacer sonidos que fueran agradables de acuerdo con las convenciones que la música había acumulado durante siglos, buscando aprobación del público. Quería expresarse a sí mismo con mucho coraje. Esa fue una de las cuestiones que me interesaron a la hora de tomar la decisión de filmarlo. Mi idea era trascender a la misma historia. –Muchos antes de verla se preguntarán por qué Ed Harris… –Conozco a Ed desde hace veinte años y trabajamos mucho juntos. Es muy serio y profundo, tanto en su trabajo como en la vida. Sabía que era posible hacerle parecer a alguien no sólo en lo visible, sino también en lo interior. Fue una condición que él fuera el protagonista. Ed y Diane ensayaron durante dos meses, ambos estudiaron las partituras y los movimientos para dirigir momentos culminantes de la Novena Sinfonía. Cuando lo puse frente a Diane delante de la cámara, supe que ambas
MUSICA ARGENTINA
Tomás Alegre, junto con Ernesto Snajer, con la Académica del Colón cantantes invitados ■ Con entrada libre y gratuita, esta noche, a las 20.30, se presentará la Orquesta Académica del Teatro Colón, que dirige Carlos Calleja, junto con el joven pianista Tomás Alegre. En el concierto, que se desarrollará en el Teatro del Globo (Marcelo T. de Alvear 1155), se interpretarán obras de Beethoven, Schumann y Dvorak. Las entradas se retiran desde las 14 y hasta las 19.30.
ALFA
La última sinfonía Beethoven (Harris) se une a la copista Holtz (Diane Kruger) en el tramo final de su vida
elecciones habían sido perfectas. –Ha dirigido un poco de todo, relaciona pasado con presente, historias de su país y muchos otros, incluso películas por encargo como ésta... –Si me pide definir un tipo de historias, me interesan los problemas de identidad y de aquellos que rompen límites, que corren riesgos. El mundo de hoy es complicado, nada es demasiado claro y hay cada vez más peligros. Me parece interesante recuperar temas menos contaminados por el hombre. Por otra parte, recibo ofertas de guiones para dirigir que no siempre me interesan. Algunos sí, como éste, que fue un viaje enriquecedor por un momento clave del “primer romántico”, sobre todo en la larga escena de 600 tomas en la que Beethoven presenta la Sinfonía Coral en una versión especialmente resumida para la película: cómo expresar esa música tan conocida de una forma diferente. Le confieso que tuvimos que deconstruirla para ir mostrando cómo nació y creció en la cabeza de Beethoven. Fue un gran reto. –¿Cuál será su próxima película?
–Cuando uno hace una película en la actualidad es difícil tener libertad total. En ese sentido admiro el coraje de Beethoven al no pensar solamente en el éxito, sino avanzar por terrenos desconocidos, peligrosos y trágicos. Tengo varios compromisos con la televisión, para la que vengo trabajando duro hace bastante tiempo, antes de retornar al cine. Probablemente sea con Peter y Catherine, con guión del múltiple Irakli Kvirikadze, acerca de Marta Skavronska, una campesina del siglo XVIII que enamoró al zar Pedro el Grande y llegó a convertirse en Catalina I de Rusia. Hace años que tengo este proyecto y no sé si finalmente voy a concretarlo. Surgió una posibilidad de hacerlo con Chloe Sevigny, pero como cualquiera puede imaginarlo, por su presupuesto no será nada fácil.
La pasión de Beethoven abre otras variaciones cinematográficas sobre la vida y la obra de grandes músicos, en preparación o próximas a estrenarse. De ellas, la única que hasta el momento tiene fecha de lanzamiento confirmada en la Argentina es La flauta mágica, versión de Kenneth Branagh de la ópera de Mozart, con lanzamiento en los cines locales previsto para el 10 de enero de 2008. Aquí, según se anticipa, el director de Hamlet y otras obras de extracción shakespeariana traslada la trama concebida por Mozart y a sus personajes (Tamino, Pamina, Papageno, la Reina de la Noche) a las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Para integrar el elenco, Branagh (que también escribió el guión, en este caso junto con Stephen Fry) convocó a canDISTRIBUTION COMPANY tantes líricos profesionales: Mozart, por Joseph Kaiser, Branagh Amy Carson, El director René Pape y Lyullevó al cine bov Petrova. La flauta Al mismo mágica, que se tiempo, es muy estrenará en posible que anenero de 2008 tes de fines de este año (tal vez en octubre) podamos ver en las salas locales Antonio Vivaldi, un prince à Venise, producción francesa dirigida por Jean-Louis Guillemou que recorre la vida del creador de Las cuatro estaciones. El italiano Stefano Dionisi personifica a Vivaldi, al frente de un reparto europeo del que toma parte, en una de sus últimas apariciones, Michel Serrault como el Patriarca de Venecia. No será la única vez en la que veremos próximamente a Vivaldi
como eje de una película. El artista veneciano parece haberse convertido en una nueva obsesión para Hollywood, ya que se encuentra en marcha una coproducción entre Estados Unidos y Austria que se centra en los años jóvenes del compositor, cuando enseñaba música a las hijas ilegítimas de la corte de su ciudad natal. Joseph Fiennes, como en Shakespeare apasionado, volverá a vestirse con ropas de época para encarnar al protagonista, junto con un elenco internacional: Gérard Depardieu, Jacqueline Bisset, Elle Fanning, Malcolm McDowell, Lena Headey y la holandesa Carice van Houten, la protagonista de Black Book, que también se estrena mañana (ver aparte). Un tercer film sobre Vivaldi estaría entre los próximos proyectos de Imagine, liderada por uno de los hombres fuertes de la producción en Hollywood: Brian Grazer. Se dice que Catherine Hardwicke (El nacimiento) sería la directora, pero todavía no se habla del reparto.
Saura, con nueva partitura Si de proyectos se habla, un veterano de las realizaciones sobre temas musicales como el español Carlos Saura podría convertir muy pronto en un largometraje la vida del autor italiano Lorenzo da Ponte, que escribió el libreto de Don Giovanni, la ópera de Mozart. En este caso se trataría de un relato dramático y no de un film musical. Mucho más cerca, el proyecto de cine ligado a la música clásica más cercano en la Argentina es Manuel de Falla, músico de dos mundos, la ópera prima como director de José Luis Castiñeira de Dios, reconocido compositor e intérprete, además de líder de la agrupación Anacrusa. Tiene como protagonistas a Luis Luque y Mónica Galán, y se filmó en España y en la ciudad cordobesa de Alta Gracia, donde Falla murió en 1946.
Marcelo Stiletano
Entrevista
Variedades GRATIS
Otras variaciones sobre la creación musical
■ El guitarrista Ernesto Snajer se presentará hoy, a las 20.30, al frente de su trío, que se completa con Guido Martínez en bajo y Diego Alejandro en batería. En este recital también contará con la cantante Liliana Herrero como invitada. El próximo miércoles, para cerrar el ciclo de actuaciones, lo visitará Juan Carlos Baglietto. En Vaca Profana, Lavalle 3683. Entrada: 12 pesos.
Un director signado por la polémica Paul Verhoeven habla de Black Book, el film épico con el que retornó a Europa A los 69 años, y con casi cuatro décadas de notable y al mismo tiempo controvertida carrera construida a ambos márgenes del Atlántico, el holandés Paul Verhoeven es uno de los directores más talentosos y versátiles del cine contemporáneo. Tras posicionarse como un enfant terrible de la producción europea de los años 70 y comienzos de los 80 con audaces películas como Delicias turcas, El soldado de Orange y El cuarto hombre, este virtuoso de la narración se convirtió en uno de los realizadores más buscados por los grandes estudios. Y aceptó el desafío de cruzar el charco. En Hollywood dirigió desde el policial futurista RoboCop hasta uno de los thrillers eróticos más exitosos e influyentes de todos los tiempos, Bajos instintos, pasando por una de las películas más logradas sobre la realidad virtual y el mundo de Philip K. Dick (El vengador del futuro). Pero tras el fracaso de El hombre invisible (2000), decidió dar por concluida esa experiencia norteamericana y regresar a su Amsterdam natal para recuperar la autonomía y la creatividad que él consideraba perdidas. El primer resultado de esta segunda etapa europea demoró seis años en concretarse y es Black Book (El libro negro), una excepcional y al mismo tiempo muy polémica épica histórica que mixtura aventura, acción, suspenso, romance y otros aspectos vinculados con los géneros populares con una mirada desoladora y muy cuestionadora sobre el papel de la resistencia (y de la sociedad holandesa en general) tanto durante la ocupación nazi como una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. LA NACION fue el único medio argentino que tuvo la oportunidad de charlar a solas con este director durante un encuentro concretado en los amplios jardines del mítico Hotel Des Bains del Lido, pocas horas después de la première mundial de Black Book en la competencia oficial del Festival de Venecia 2006. –¿Cuáles son las principales diferencias entre rodar en Hollywood y hacerlo en Europa? –En lo financiero, todo es mucho más dificultoso y tedioso en Europa. En esta película, que tenía un presupuesto de 17 millones de euros, intervi-
La bella y peligrosa Carice van Houten, a la medida de Verhoeven PACHAMAMA
nieron productoras de muchos países, y cada una se encargaba de conseguir fondos, así como apoyos varios de los distintos gobiernos. Todo muy lento y engorroso. Seremos la Unión Europea, pero seguimos funcionando como naciones independientes. El problema es que, una vez que se inicia el rodaje, no hay tiempo para esperar a que las burocracias liberen los fondos. En ese sentido, los estudios norteamericanos trabajan mucho mejor: tienen todo el dinero de antemano y, una vez que comienza la filmación, fluye la plata y cada día está todo lo necesario para satisfacer los requerimientos de las 250 personas que trabajan en un set. –¿Y en cuanto a la libertad creativa? –En Europa se aceptan los grises, mientras que en Hollywood es todo más blanco o negro. Los protagonistas deben generar una empatía clara, no deben cometer grandes errores... En cambio, en Black Book trabajé contra esas convenciones todo el tiempo: los malos (como el nazi Müntze que hace Sebastian Koch) no son tan malos y los buenos tampoco son demasiado buenos. Quería no preocuparme por la moral ni por la corrección política, dos cuestiones que son esenciales en Hollywood. Por suerte, aquí el público es más tolerante. –¿Volvería, entonces, a trabajar en Hollywood?
–Podría hacerlo perfectamente. Vendí mi casa, pero todavía tengo un departamento y muchos amigos allí. Eso sí, odiaría volver a un hotel [se ríe]. No regresaría para hacer algo como El hombre invisible, una película en la que no me reconozco, que no puedo aceptar ni siquiera como un placer culpógeno. Ese film sí hizo que me enojara mucho conmigo mismo porque no tiene nada del contexto político subversivo de mis otros trabajos. De hecho, en los últimos años rechacé decenas de propuestas de guiones superficiales basados en efectos especiales. Tenga en cuenta este dato: El hombre invisible costó 100 millones de dólares y 50 millones correspondieron a efectos generados por computadora. En Black Book todos los efectos digitales salieron 70.000 dólares. Con mi guionista Gerard Soeteman ya tenemos 3 o 4 guiones listos para filmar. –¿Y cómo definiría a Black Book? –Es una película que recorre casi todos los géneros, que es seductora y peligrosa a la vez, pero que siempre mantiene el estilo. –Uno de los aspectos centrales de su cine, y también uno de los más cuestionados, es la forma en que suele retratar a sus heroínas. ¿Por qué la predilección por mujeres bellas, fuertes, peligrosas y sin
pruritos de ningún tipo? –Me encantan las mujeres dentro y fuera del cine, y trato de retratarlas con características fuertes, independientes, porque así me interesan en términos dramáticos. No necesariamente agradables, porque Sharon Stone en Bajos instintos o Elizabeth Berkley en Showgirls no son precisamente agradables, pero me gusta que sean carismáticas y magnéticas. Como ocurre en Black Book con Carice van Houten. –Las relaciones con sus actrices no siempre terminan bien. El caso más contundente es el de Sharon Stone. –Todavía se sigue discutiendo, muy a mi pesar, la famosa escena del vello púbico y la vagina. Ella siempre supo qué iba a filmar y se prestó a ello sin prejuicios. Era parte de la trama, tenía que humillar a esos detectives, y sabía que la cámara iba a enfocar sus piernas. Pero a ella le gusta la publicidad y cambia la historia cada año para generar un poco de escándalo. Lo ridículo del caso es que, si bien la película tuvo muchos problemas con la censura por las escenas de sexo y el picahielos, la MPAA jamás nos hizo ningún comentario sobre esa toma. –Pero Sharon Stone lo acusó varias veces de manipularla, de engañarla... –Jamás he manipulado a mis actores. Les muestro el storyboard y charlamos mucho antes de filmar y les permito ver el monitor después. Jamás retaceo información sobre los personajes o el background sociopolítico, y estoy seguro de tener una gran apertura mental. –¿Por qué no hizo Bajos instintos 2? –Porque los productores decían que lo único importante era que estuviera Sharon, mientras que para mí quien resultó decisivo para que la primera parte se convirtiera en un gran éxito fue Michael Douglas. Su fuerza, su carisma y su generosidad hicieron posible que ella brillara. Ella hizo, sin duda, un gran trabajo, pero yo sabía que sin Michael esta segunda parte jamás iba a funcionar. Y no me equivoqué.
Diego Batlle