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DARKSHADOW
ES16 DE AGOSTO DEL 2014
La infidelidad es tan vieja como el compromiso, pero con los nuevos modelos de comunicación y el frenético consumo de la sociedad postmoderna las formas de engañar a la pareja no sólo se han sofisticado, sino que sus límites morales se han ampliado
La infidelidad amplía sus dominios
Texto Yaiza Saiz
“Hoy en día la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido”. Esta cita, pronunciada por el polifacético cineasta Woody Allen, bien podría ser una radiografía de la sociedad actual en cuestiones de amor. Esto no quiere decir que la gente sea más proclive ahora a pegársela a la pareja que en épocas pasadas, sino que simplemente existen más vías para poder ser infiel. Las plataformas on line especializadas en encuentros extramatrimoniales se han convertido en uno de los negocios más rentables de la red y así lo demuestran las cifras (la web Ashley Madi-
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son, por ejemplo, –pionera en este asunto bajo su eslogan mundial “la vida es corta, ten una aventura”– cuenta con más de 20 millones de usuarios y factura anualmente más de 68 millones de euros). Pero no hace falta recurrir a uno de estos portales de citas para tener una aventura; WhatsApp, las redes sociales y los chats de las aplicaciones móviles se encargan de servir la oportunidad en bandeja. Es el caso de Sofía (mujer de 50 años de edad que, por cuestiones de privacidad, prefiere no revelar su
nombre real). Sofía le fue infiel a su marido a través de Triviados, el juego en línea de preguntas y respuestas. “Empecé a usar la aplicación por el simple placer de jugar, activándola en el modo oponente aleatorio, es decir, sin conocer a mi adversario en el juego”, explica esta paciente de la doctora Emma Ribas, psicóloga de Somdex Santiago Dexeus de la Clínica Tres Torres y del Institut d’Estudis de la Sexualitat y la Parella. “Pronto –prosigue– una de las personas con las que jugué comenzó a hablarme en el chat diciéndome que era muy inteligente y
simpática. Meses más tarde acabamos teniendo una aventura”. Sofía nunca pensó que algo así pudiera sucederle a ella, “cuando veía a la gente explicando en la tele que había conocido a su amante a través de un chat, simplemente no me lo creía”, afirma. Verse envuelto en un enredo de este tipo sin querer ahora es más sencillo que nunca. “En un mundo de consumo donde la comunicación electrónica permite establecer un gran número de relaciones sociales, la imaginación abre ante nuestros ojos un
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MITOS Y CREENCIAS INFIELES
Infidelidad siempre es sinónimo de engaño, pero existen muchas falsedades y contradicciones acerca de esta cuestión.
1 “Quién fue infiel una vez, lo será siempre” No tiene por qué. Quién fuma un cigarrillo por vez primera no pasa automáticamente a ser considerado fumador. Tras el engaño, puede que los esfuerzos de una persona por recuperar a la pareja sean tales que despejen completamente la duda. Ahora bien, todo de depende del currículum sentimental del infiel. Si la persona ha engañado en múltiples ocasiones a sus ex, es posible que la pareja actual no se libre de lucir una bonita cornamenta.
horizonte nuevo en el que hay mucho que elegir –explica Francesc Núñez, sociólogo y director del programa de humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)–; este es un espacio de peligro, de tentación o de abertura, lo que dificulta mantener el compromiso”. Pero el advenimiento de la era digital y el frenético ritmo de vida de consumo de la sociedad posmoderna no sólo duplican las vías para ser infiel, sino que, al mismo tiempo, también modifican los límites del concepto de infidelidad.
Antaño era sobre todo la Iglesia quien imponía los límites del adulterio, ya que el fenómeno de la infidelidad ha sido siempre construido y reinterpretado según las necesidades sociales cada época. Pero en la actualidad, desde la compresión del amor romántico en la que aún vivimos inmersos, este concepto está adquiriendo nuevos matices y “muchas veces la falta de comunicación entre las parejas se convierte en un problema a la hora de determinar lo que es para cada uno el engaño – asegura Ribas–; se deberían hablar más las cosas y explicar cuáles son las necesidades propias y ajenas, las expectativas iniciales que tienen que ver con los modelos románticos”. Es decir, definir junto con el otro miembro de la pareja cuáles son los límites que se deberían establecer.
J. PARSONS
Entonces, ahora… ¿qué es ser infiel? Cuando pensamos en una infidelidad, culturalmente la asociamos a la traición y al engaño, sobre todo en el terreno sexual. Pero no es necesario cometer adulterio en la cama con un tercero para ser infiel a nuestra pareja. Así lo explica la doctora Emma Ribas: “La confianza es un factor clave en todas las relaciones, pero cada miembro de la pareja tiene sus propias creencias respecto al concepto de fidelidad”. Habrá, por ejemplo, quien considere que un simple beso no tiene importancia alguna, mientras que su pareja en cambio lo pueda concebir como traición.
2 “Los hombres son más infieles que las mujeres” Ambos sexos tendemos a engañar por igual, aunque lo que varía entre géneros son los motivos que nos impulsan a hacerlo. El deseo sexual masculino suele ser la causa más recurrente por la que los hombres son infieles mientras que entre las mujeres, en cambio, tiene mucho más peso el factor emocional.
3 “Si te es infiel, no te ama” Generalmente todos, al reflexionar sobre esta cuestión, llegamos a la conclusión de que el motivo por el que nuestra pareja nos engaña es que ya no nos quiere o que no le gustamos más. Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, el infiel puede amar profundamente a su pareja y, al mismo tiempo, sentir atracción sexual por otra.
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4 “Quién fantasea es infiel” Fantasear es nuestro derecho a soñar y es innato en el ser humano. Y hacerlo no tiene por qué ser negativo para una relación. Muchos psicólogos recomiendan a las parejas imaginarse cosas con otras personas para así vencer las tentaciones y reavivar la llama de la pasión. Lo importante es que este tipo de pensamientos no traspasen las fronteras de nuestra mente y entren en conflicto con nuestros propios principios o acaben dañando a nuestra pareja.
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Infieles 2.0 Sofía admite no haber conversado nunca acerca de este tema con su marido. “Yo confiaba plenamente en él y viceversa. Nunca habíamos hablado de establecer unos límites porque ni tan siquiera nos pasaba por la cabeza que uno de los dos pudiese ser infiel”, explica. Por eso, cuando comenzó a engancharse a través de un chat a aquella tercera persona, “no era capaz de definir lo que estaba pasando”, añade. Sin darse cuenta, estaba siendo emocionalmente infiel a su pareja.
5 “Sin sexo no hay infidelidad” El clímax de un encuentro intimo entre dos personas es, sin duda, el acto sexual. Pero los juegos preliminares previos – como las caricias o los besos – tienen igualmente un papel relevante en estos apasionados momentos, por lo también podrían ser tachados de engaño. La infidelidad puede implicar, además, una falta de honestidad o deslealtad hacia muchos otros valores de la relación que no siempre tienen que ver con el terreno sexual.
ESTABLECER QUÉ LÍNEAS ROJAS NO HAY QUE CRUZAR AYUDA A LA PAREJA
UNA CUESTIÓN CULTURAL No es lo mismo ser infiel en Francia que serlo en EE.UU, bien lo saben en el Eliseo y en la Casa Blanca. Si a Bill Clinton su relación con la becaria Monica Lewinsky casi le cuesta su carrera política, que una aventura extramatrimonial pueda ser descubierta nunca ha quitado el sueño a ningún primer ministro francés. François Hollande, Nicolas Sarkozy, Jacques Chirac, François Mitterrand… muchos presidentes galos fueron infieles durante su estancia en el Eliseo y, por ello, nunca se les destituyó
Los casos de infidelidad emocional 2.0 han aumentado en los últimos años. Así lo asegura la doctora Ribas, que ha tratado a muchas parejas al respecto, “llegan a mi consulta intentado poner una etiqueta a lo que les sucede porque, aunque ven al otro ausente en la relación y siempre pendiente del móvil o de los chats, como la infidelidad no se perpetra a nivel sexual creen no tener derecho a decir nada”. Hablar con una tercera persona a través de internet no significa ser emocionalmente infiel, pero es fácil caer en este tipo de traición “cuando las relaciones se alargan en el tiempo y se convierten en algo obsesivo”, explica la psicóloga. Llevarlo en secreto y abandonar en cierto modo a la pareja son claros síntomas de que algo falla. Motivos para ser infiel “Uno no se enamora de un tercero si no quiere, para ello hay que estar dispuesto”, afirma el sociólogo Francisco Núñez. Pero más allá de la predisposición voluntaria, cierto es que existen algunos motivos de fondo por los que el ser humano tiende naturalmente a la infidelidad. “Querer expandir nuestros genes, descubrir otras formas de amar, conquistar a nuevas personas o, simplemente, mejorar nuestra autoestima son algunas de las razones innatas que nos impulsan a ello”, explica el sexólogo y psicólogo Esteban Cañamares, autor del libro ¿Por qué le es infiel? (Amat). A partir de ahí, las circunstancias personales de cada uno juegan un importante papel a la hora de ser más o menos propenso a tener un desliz, siempre partiendo de la base de que el deseo de mantener relaciones fuera de la pareja estable es un instinto natural. El aburrimiento, la rutina y algunos momentos vitales por los que todos atravesamos –como la crisis de los 40 o de los 50– fomentan también la tentación. Pero en las sociedades posmodernas hay un ingrediente nuevo que nos empuja aún más a dar el salto: el narcisismo o individualismo de la sociedad actual. “Vivimos en una sociedad líquida, que decía el sociólogo Zygmunt Bauman, y muchas personas
del poder. ¿Quiere decir esto que la infidelidad es socialmente más aceptada en unas naciones que en otras? “Que sea más o menos aceptada es una cuestión cultural relacionada con la percepción de la intimidad y de la privacidad”, explica el sociólogo Francesc Núñez. Que los franceses
sean más permisivos con los deslices de sus dirigentes (siempre que no interfieran en los asuntos políticos de la nación) por su desinterés en saber lo que les ocurre de cintura para abajo a sus primeros ministros no quiere decir necesariamente que esté bien visto lucir cornamenta en Francia.
tienen la motivación de seducir constantemente a los demás para alimentar su propia autoestima”, explica la psicóloga Emma Ribas. Cuando comenzamos a sentirnos descuidados por nuestra pareja y esta deja de decirnos lo maravillosos que somos y estamos, muchas veces sin darnos cuenta tratamos de buscar esos piropos fuera de la relación. Fue el caso de Sofía, quien admite que su relación había caído en la rutina y que, al pasar mucho tiempo sola (porque su marido estaba muy ocupado con el trabajo), “el hecho de que otra persona, a mi edad, me regalara los oídos con cosas bonitas me empujó a tener una aventura”. No obstante, Sofía también reconoce que la relación con su marido mejoró tras la infidelidad. “Aún le cuesta aceptarlo y no me ha perdonado totalmente, pero pasar por esta situación nos ha acercado. Ahora está más pendiente de mí, me llama más, ambos estamos poniendo mucho de nuestra parte para seguir adelante”. Obstinados con ser fieles ¿Por qué nos obsesiona tanto la fidelidad si como asegura el bioquímico y divulgador científico Pere Estupinyà, autor del libro S=EX²: La ciencia del sexo (Debate), “la monogamia sexual ni siquiera existe en la naturaleza”? Muchas especies –entre ellas la nuestra– están codificadas evolutivamente para ser monógamas socialmente, pero ni una sola lo está para serlo a nivel sexual. “Por eso los nuevos modelos de pareja, como los poliamóricos o los swingers, intentan equilibrar este doble instinto natural de querer formar pareja y al mismo tiempo ser infiel”, explica el bioquímico. Los swingers son, sin duda, el claro ejemplo: poseen una pareja estable, pero como ambos miembros de la relación sienten atracción por otras personas, se permiten mantener encuentros extramatrimoniales. En el 2008, científicos suecos del Instituto Karolinska en Estocolmo afirmaron haber encontrado la respuesta a la infidelidad masculina, culpando de esta conducta a un gen denominado Alelo 334. Según la investigación, los hombres con esta variante genética, receptora de la vasopresina –una hormona que se produce naturalmente, por ejemplo, con el orgasmo masculino–, son más propensos a la infidelidad a la hora de verse envueltos en una relación estable. Ahora bien, “esto no significa que este gen pueda relacionarse específicamente con la infidelidad, sino que más bien se asocia a un determinado estilo de personalidad inclinado hacia conductas adictivas o impulsivas” asegura el neurólogo David A. Pérez, director de la Fundación del Cerebro. Inconformistas, aventureros, amantes del cambio y de la novedad, así podría definirse a los hombres poseedores del Alelo 334, lo que no significa que a la fuerza tengan que ser infieles. La ciencia sigue investigando de cerca por qué sentimos el deseo de engañar a nuestra pareja, aunque aún no pueda procurar respuestas clave. “Tan sólo sabemos –concluye el neurólogo– que este tipo de conducta reside en las áreas encargadas de la modulación emocional de nuestro cerebro”. s