Juventud de un futuro dictador

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CRÍTICA DE LIBROS

OBRA LITERARIA POR WALTER ADET MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE SALTA 484 PÁGINAS

HISTORIA

Juventud de un futuro dictador

Destino de un poeta E

en común” o “Lenin quería adoptar la estrategia de la pistola y las balas defendida en la actualidad por los terroristas del IRA, Hamas o Hezbollah” no hacen más que patentizar una confusión absoluta, o la intención de decir que todo es lo mismo. El trasfondo del libro parece dar a entender que la historia en sí es incomprensible, o que se reduce simplemente al dominio de la criminalidad y de los extremismos: “Todo ese pozo negro de doblez y espionaje explica en parte la locura de la historia soviética. Podemos ver en él el origen de la mentalidad paranoica soviética, de la insensata desconfianza de Stalin”. Llamadme Stalin deja entrever la peligrosa esquematización que convierte un acontecimiento particular, como la Revolución rusa o la creación de la URSS, en la resultante natural de la biografía aislada de terroristas, fanáticos, extremistas, criminales y gánsteres; todos estos usados como sinónimo de revolucionarios por Montefiore. Como ya lo demostró Hannah Arendt, el mal es algo mucho más común y mundano de lo que imaginamos. Por eso ni Hitler ni Stalin fueron locos ni demonios solitarios, sino partícipes de un siglo XX que aún insiste en permanecer.

ste libro reúne en un único volumen la obra literaria del poeta y ensayista Walter Adet (Salta, 1931-1992). A los materiales ya éditos se les sumaron diversos inéditos, cedidos a tal fin por su familia: todo ello configura un panorama, casi diríase un panóptico, que asombrará a muchos lectores no advertidos sobre los quilates de Adet. Es muy significativo, como hace notar en el prólogo la profesora y compiladora María Eugenia Carante, el papel que cupo a la infancia en la poesía de Adet: una instancia dolorosa que patentiza el transcurrir temporal: “…en la figura de la madre (…) el poeta niño y adulto al mismo tiempo va construyendo el simbolismo de ‘ese misterioso parto de dolor’ que es la existencia. Mención especial cabe para la obra ensayística del autor, que arroja una mirada finísima sobre nombres como César Vallejo, Quevedo, Cervantes, Miguel Hernández, Juan Carlos Dávalos y hasta de un gran raro como el colombiano Porfirio Barba Jacob, entre otros que, como señala Carante, “calaron hondo en lo universal humano, y en cuyo lenguaje Adet presume ‘hilos de eternidad’”. Su extenso e intenso ensayo sobre Vallejo es un modelo de análisis semántico y estructural, y abunda en párrafos agudos como éste: “…Muchos aparentes caprichos o torceduras del discurrir de Vallejo, no son tales, sino auténticas joyas de nuestro más puro cofre”. Es el mismo Adet que supo ahondar en nuestro común destino en estos versos: “Soledad de los cuerpos/ sobre la piedra de la morgue,/ el único salón de exposición,/ la única muestra/ donde la forma está en el fondo”. El poeta de quien pudo decir el inolvidable Edgar Bayley: “Van de la mano, en la poesía de Adet, lo más distante y lo más próximo; el caracol y la nube, la jaula de plumas y el alba, el desamor y la comunión, la casa y la intemperie, el río y la orfandad, el mediodía y las hojas plateadas, la claridad y el monte…” Esta publicación de su obra poética, crítica y periodística, vuelve a situar al poeta salteño en el lugar que se merece.

Andrés Criscaut

Jorge Ariel Madrazo

© LA NACION

© LA NACION

El británico Simon Sebag Montefiore narra, a través de un anecdotario no siempre revelador, los primeros años y el aprendizaje político de Iosif Djugashvili, alias Stalin

A

unque es verdad que la escriben los vencedores, la historia es también parte de lo que la gente recuerda. Tal vez las imágenes de Adolf Hitler y de Josef Stalin corren, en este sentido, el riesgo de ser homologadas y sintetizadas como las de los más grandes asesinos de masas de la humanidad. Aunque los millones de cadáveres y víctimas de ambos sistemas crean una suerte de poderosa similitud, cualquier intento serio que explique sus diferencias, sus distintas motivaciones y particulares contextos sociales y políticos es un buen aporte para subsanar esta tendencia y evaluar cabalmente el lugar que ocuparon el nazismo y el stalinismo en la formación del mundo contemporáneo. Llamadme Stalin. La historia secreta de un revolucionario, del historiador y “rusólogo” británico Simon Sebag Montefiore, es un buen ejemplo. El libro, que abarca la vida de Iosiv Djugashvili desde su nacimiento en 1878 en Gori, Georgia, hasta el triunfo de los bolcheviques con la toma del Palacio de Invierno en octubre de 1917, es la continuación de otro trabajo del autor, La Corte del Zar Rojo, de 1994, donde se mostraba la vida de Stalin en el poder hasta su muerte en 1953. El joven Stalin es el resultado de casi una década de investigación en ex archivos zaristas y soviéticos recientemente desclasificados, textos y memorias hasta ahora censurados, así como entrevistas a las que quizá fueran las últimas personas que conocieron directamente al líder soviético durante sus primeros treinta años. El libro, lleno de detalles y pormenores, muestra en forma simple y legible la difícil y violenta evolución de un niño georgiano pobre en un Cáucaso enclavado entre el mundo musulmán y el cristianismo ortodoxo, y también lleno

18 I adn I Sábado 5 de abril de 2008

LLAMADME STALIN POR SIMON SEBAG MONTEFIORE CRÍTICA TRAD.: TEÓFILO DE LOZOYA 573 PÁGINAS $ 125

Stalin, en una ficha policial de 1912 GZA. EDITORIAL

por entonces de fervor revolucionario. Sin embargo, el volumen no deja de ser una narración de anécdotas, comentarios y chismes, muchos de ellos citados entre comillas pero sin una fuente de referencia precisa. El texto es un apéndice ameno de curiosidades que debe ser leído como complemento de otros libros que expliquen el contexto peculiar de la Rusia prerrevolucionaria. Sebag Montefiore es consciente de ello, como aclara en su introducción: “Mis dos libros no tienen la intención de formar un relato histórico exhaustivo que cubra todos los aspectos políticos, ideológicos, económicos, militares, internacionales y personales de la vida de Stalin”. Por tal motivo, el mismo autor recomienda las obras de Robert Conquest, Stalin: Broker of Nations, y la de Robert Service, Stalin: una biografía. Pero quizá de lo que no es consciente Montefiore es de su propio inconsciente. Su visión de Stalin, así como de toda la actividad revolucionaria del momento, está salpicada de algunas interpretaciones ligeras que ponen en peligro la misma objetividad a la cual debe apuntar todo historiador, aunque sea en uno obra de divulgación no académica como esta. Hacer libremente extrapolaciones como “las organizaciones terroristas bolcheviques de comienzos del siglo XX, como las de la Jihad de comienzos del siglo XXI, tienen mucho