Jóvenes, participación político ciudadana y redes sociales en México ...

3.7% dijo jugar videojuegos por encima del porcentaje que señaló leer libros. .... La presente exploración se basó en un plan de acción consistente en cuatro.
1MB Größe 33 Downloads 64 vistas
Jóvenes, participación político ciudadana y redes sociales en México 2012 María Elena Meneses Rocha, Enedina Ortega Gutiérrez y Gustavo Adolfo Urbina Cortés Tecnológico de Monterrey Capítulo publicado en: La Libertad de Expresión en el proceso electoral de 2012 (2013). México:Porrúa,PNUD,Tecnológico de Monterrey y COPARMEX

I. Introducción "Usamos nuestro derecho de réplica para desmentirlos, somos estudiantes de la Ibero y no porros. Nadie nos entrenó para nada". Esta frase, expresada de forma contundente por los estudiantes de la Universidad Iberoamericana por medio de YouTube, es una muestra de cómo los jóvenes a través de Internet y otros canales de expresión resignifican su vínculo con la autoridad, reafirman su identidad y su libertad, haciendo patente su malestar con las instituciones políticas y los medios de comunicación convencionales, con los que probablemente no se sienten identificados ni representados.1 Movilizaciones con un alto componente juvenil como “Los indignados de Puerta del Sol” en España, los “Occupy” en Wall Street, las revueltas en África del Norte o el movimiento #YoSoy132 en México, constituyen fenómenos de acción colectiva que, por la especificidad de sus contextos, causas enarboladas y propósitos, no son de todo comparables entre sí. No obstante, en todos ellos figura un componente transversal, el cual alude a las expresiones, contenidos, formas y prácticas que revisten las condiciones juveniles puestas en juego así como la apropiación de redes digitales a partir de las cuales se redimensiona y resignifica la participación política.                                                                                                                 1

Video "131 alumnos de la Ibero responden" http://www.youtube.com/watch?v=mYMzdjibGv0

 

en

YouTube

disponible

en:

1  

La lógica de acción y el aglutinamiento que evidencian movilizaciones como las antes aludidas nos hacen aún más conscientes de que la categoría joven es de difícil definición para las Ciencias Sociales. De ahí que, siguiendo a García Canclini (2012), reconozcamos la necesidad de romper con caracterizaciones de la juventud como un conjunto homogéneo delimitado por la edad, para tratar de explicarla a partir de otras miradas. De esa forma, la investigación socio-antropológica ha dado cuenta de estas limitaciones y ha propuesto categorías como "condición juvenil" (Reguillo, 2010) que extienden la mirada a circunstancias socioculturales tales como la exclusión, la cual no sólo se palpa en las escasas oportunidades de empleo, de acceso a la educación superior y de creciente pauperización, sino en la brecha entre conexión y desconexión a las redes digitales y a la capacidad de apropiarse de sus contenidos para su propio beneficio y el de su comunidad. Asumimos que denominar a los jóvenes como la "generación digital" o "nativos digitales" impide comprender la complejidad que se desprende de la relación entre estos y la tecnología. No todos los jóvenes mexicanos están conectados ni todos participan a través de las redes digitales de manera significativa para su desarrollo humano. Sin embargo, sabemos que generalizar la condición de conectividad resulta al menos tan equivocado como ser omisos de la importancia de la penetración de las nuevas plataformas tecnológicas y en red en la cotidianidad juvenil. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2010 el panorama de alcance del mundo digital se caracteriza por: a) un acceso limitado, en el cual sólo el 28,5% de los jóvenes mexicanos posee condiciones de conexión a plataformas digitales desde su hogar; b) un empleo acotado, en el cual sólo el 69,5% posee las competencias mínimas de uso, acceso y aprovechamiento de los recursos en red; y, c) un acercamiento paulatino y estratificado a las tecnologías telemáticas, en el que sólo un 8,6% de los jóvenes tienen una antigüedad como usuarios superior a los cinco años.

 

2  

Acorde con datos incluidos en esa misma encuesta, la brecha de conectividad se hace presente también al considerar las diferencias regionales. Por ejemplo, en la Ciudad de México, lugar en el cual se enmarca nuestro estudio, 42,3% de los jóvenes manifestó tener Internet desde casa; cuestión altamente contrastante frente a lo reportado en estados con un alto grado de rezago como Oaxaca y Chiapas donde sólo el 12,8% y el 8,2% de los encuestados reportó tener acceso a la red, de manera respectiva (Enjuve, 2010).2 Considerando así los escenarios en los cuales se circunscriben tanto las condiciones juveniles como las competencias digitales, optamos en el presente estudio por problematizar a “la juventud como un conjunto situado de respuestas categóricas a las consecuencias de la globalización, a las reformas del mercado, y a las nuevas mediaciones de la modernidad” (Urteaga, 2012, 27). Defendemos, en esa tesitura, que la juventud es una posición desde y a través de la cual se experimenta el cambio sociocultural. Es así que focalizar nuestra atención en la juventud como una posición del sujeto constantemente reconstituida, nos permite preguntar y analizar la participación política, la libertad de expresión y el uso de las redes sociales relacionándolas con procesos culturales más amplios que se encuentran en marcha. Entre los jóvenes conectados con capacidades digitales y cultura convergente (Jenkins, 2006) pareciera incuestionable que las redes digitales están redefiniendo su participación político ciudadana, esta última entendida a partir de los supuestos de Robert Dahl (1989) en relación con la democracia participativa, asumiendo que se extiende más allá del voto y la militancia partidista hacia la influencia ciudadana en la toma de decisiones. Empero el escenario no sólo presenta atisbos de una reconfiguración que implica a la imbricación entre el panorama digital y la juventud. En distintas latitudes del mundo, diversos instrumentos de opinión dan cuenta del                                                                                                                 2

El Instituto Nacional de la Juventud encuestó a jóvenes entre 12 y 29 años, un total de 36.2 millones, de los cuales 49.2% son hombres y 50.8% mujeres. En cuanto al uso de las redes sociales, un 88.2% usa Facebook para comunicarse y socializar como actividad principal, 3.7% dijo jugar videojuegos por encima del porcentaje que señaló leer libros.

 

3  

malestar generalizado con la democracia representativa. Acorde con información comparada entre datos del Eurobarómetro y el Latinobarómetro de 2009, la democracia en Europa alcanzó una aprobación del 54%, mientras en América Latina sólo el 44% de los ciudadanos encuestados manifestó su satisfacción con dicho régimen. Entre 2010 y 2011, el apoyo a la democracia en la región latinoamericana disminuyó de 61% a 58%, en tanto que en México dicho indicador de satisfacción decreció del 49% al 40%, en donde sólo 23% de los ciudadanos dijo

encontrarse

satisfecho

con

el

nivel

actual

de

democracia

(Latinobarómetro, 2011, 98). Estamos de acuerdo con Dahlgren (2011) cuando señala que el establecimiento de vínculos entre gobernantes y ciudadanos, sobre todo con los jóvenes, es imprescindible para que algo semejante a la democracia tenga lugar. No obstante, lo cierto es que por encima de todo afán prescriptivo, todavía hoy día se carece de claves suficientes para comprender de qué modo se caracterizan las prácticas participativas actuales de dichos jóvenes; y qué relación guardan dichas formas de involucramiento y expresión en la aparente brecha entre el modo en que funciona el régimen y las expectativas políticas de sus ciudadanos3. Enmedio de todas las consideraciones anteriores y la interrogante subyacente en torno a las prácticas políticas de los jóvenes, buscamos hacer hincapié en que entendemos a Internet como una construcción tecnológica, social y cultural (Bijker, et al., 1989; Hine, 2005) que no detona per se la participación. La tecnología es sometida por los individuos a procesos de amoldamiento con las prácticas culturales, simbólicas e imaginarios individuales y colectivos; por ello, sostenemos como Bimber (1996) y Norris (2000) que aquellos ciudadanos que participan cívicamente en el mundo offline lo hacen en el entorno online, el cual potencia estas prácticas por sus                                                                                                                 3

El concepto cultura convergente se refiere, según Henry Jenkins, a la que resulta de la convergencia de medios, la inteligencia colectiva y la cultura de la participación en red. Estas prácticas habrían sido puestas en marcha en mayor o menor medida por los jóvenes que iniciaron la acción colectiva #YoSoy132 en el mes de mayo de 2012.

 

4  

rasgos socio-técnicos, dando lugar a una convivencia de entornos que no se excluyen, sino que se complementan. La arquitectura de la red ubicua, descentralizada, interactiva y esquiva al control tradicional, pareciera coadyuvar así a la revitalización de la democracia

representativa,

al

permitir

la

participación

directa,

sin

mediaciones, mediante contra-discursos que se construyen gracias a lo que Manuel Castells (2009) denomina "autocomunicación de masas", lo que favorece la libertad individual y establece nuevas formas de relación e interlocución con el poder. Para que todo esto tenga lugar, se requieren algunas condiciones imprescindibles como la conexión, la educación, las competencias digitalesconvergentes, así como una cultura política ciudadana que sabemos no sólo tiene lugar en el marco institucional, como los partidos políticos, sino que se orienta a prácticas cívicas autónomas, ya sea a través de organizaciones civiles o acciones colectivas (Coleman & Blumler, 2011; Bennet, 2011; Jenkins, 2011). Estas prácticas y acciones tienen por objeto influir en la toma de decisiones por parte de actores tradicionales como el gobierno y los propios partidos (Verba & Nie, 1987), demandando de un marco de garantías para el ejercicio pleno de la libertad de expresión y los derechos ciudadanos. Hoy que prevalecen hipótesis sobre la apatía juvenil y la percepción de un repliegue —cierto pero sobredimensionado— de los jóvenes a la esfera privada consideramos que resulta por demás necesario comprender los modos en que estos ejercen su acercamiento al tratamiento de asuntos públicos que los demandan de manera cada vez más creciente y urgente. Por ello, consideramos también que entender el papel de las redes sociales como potenciales plataformas que favorecen la articulación de una esfera pública alterna en relación con la que se construye alrededor de los medios tradicionales (Papacharissi, 2009; 2010) adquiere un carácter imprescindible. Al respecto, consideramos que las redes sociales y su entorno de plataformas digitales constituyen espacios potenciales de empoderamiento de grupos usualmente marginados de la esfera pública, que desafían al poder  

5  

tradicional con sus contra-discursos, sus propias interpretaciones de la realidad y con identidades específicas, las cuales no parecen estar cabalmente representadas por las instituciones; y en el caso de México, tampoco por los medios de comunicación como la televisión, el medio a través del cual la mayoría de los mexicanos se “mantienen informados”4. Probablemente estamos ante la emergencia de nuevas formas de expresión y participación política ciudadana o simplemente presenciando una reconfiguración de éstas en tiempos de Internet. Si bien estamos conscientes de que no sólo los jóvenes usan las redes sociales, cada vez se observa más cómo otras generaciones incorporan las plataformas digitales a su vida productiva y afectiva, suscribimos, siguiendo a Ortega (2012, 127) que: Los jóvenes empiezan a asumirse como el grupo social que con mayor intensidad se construye a partir de un contexto de innovación tecnológica en permanente recreación y dinamismo. Y su cultura digital convergente está siendo construida entre los campos más tradicionales y novedosos, a partir del surgimiento de la Web 2.0 y el crecimiento, uso y apropiación de las redes sociales.

En ese sentido, sostenemos que con base en lo observado en nuestros espacios cotidianos, y que por su permanencia en la universidad en donde la computadora

y

los

dispositivos

se

han

convertido

en

herramienta

indispensable, los universitarios son quienes se han apropiado en mayor medida de estas plataformas. Las redes sociales son concebidas en este trabajo como estructuras horizontales, vinculantes y autorregulables cuyos lazos pueden ser ocasionales o latentes (Boyd, 2011). Los latentes son aquellos que provienen del mundo offline y que se reproducen y expanden en los entornos virtuales;                                                                                                                 4

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Cultural 2010 del Conaculta, un 90% de los mexicanos ve televisión; un 40% dijo hacerlo por más de dos horas diarias. Los noticieros son los programas más vistos (23%), seguidos de las telenovelas (21%). Sin embargo, la Encuesta Nacional de la Juventud 2012 señala que sólo el 12.9% de los jóvenes ve televisión, quienes refirieron que prefieren como actividad recreativa las reuniones con amigos (22.2%), mientras que un 4.0% dijo preferir conectarse a Internet. Estos datos nos permiten sugerir que el perfil del televidente en México está cambiando y que el relevo generacional irá articulando audiencias con rasgos distintos.

 

6  

en tanto que los ocasionales son aquellos que se construyen a partir de un objetivo común y coyuntural como la acción colectiva #YoSoy132. De esta forma, sostenemos que las redes sociales y las prácticas que acontecen en el mundo virtual no constituyen un universo paralelo, la experiencia online está dada por lo que acontece offline (Hine, 2005). Bajo ese umbral de consideraciones y motivaciones, la presente investigación ofrece un estudio de caso a nivel exploratorio y descriptivo que, a través de la realización de una encuesta in situ y online, tuvo como objetivo conocer de forma muy general las prácticas y perspectivas de jóvenes universitarios de la Ciudad de México de entre 18 y 29 años, en torno a la participación política, la libertad de expresión y el uso de redes sociales. Mediante este trabajo, el cual por sus propósitos no busca ofrecer ni generalizaciones ni datos estadísticamente significativos para toda la población juvenil (ni del país ni de la capital en sí misma), buscamos acercarnos a través de la mirada que nos da la inmersión en campo a una comprensión más clara del papel que desempeñan las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información como posibles potenciadores de la participación política ciudadana, del ejercicio de la libertad de expresión y la articulación de acciones colectivas como el movimiento #YoSoy1325. Para ello, nos planteamos las siguientes preguntas de investigación: 1. ¿De qué manera se caracterizan las prácticas participativas, perfiles socio-demográficos y de conectividad en los jóvenes universitarios? 2. ¿Cuáles prácticas socio culturales articulan la participación político ciudadana de los jóvenes universitarios en tiempos de coyuntura electoral? 3. ¿Cuál es la interrelación entre prácticas político ciudadanas en entornos offline-online en el involucramiento cívico de los jóvenes y en                                                                                                                 5

México es uno de los países dentro de la OCDE con mayor rezago educativo, de acuerdo con el informe Education at a glance 2012 elaborado por el organismo mundial. En cuanto a educación superior sólo 22% de la población entre 25 y 34 años tiene estudios universitarios.

 

7  

el ejercicio de la libertad de expresión? Aunque éste no es un estudio sobre la acción colectiva #YoSoy132, no pudimos omitir la importancia de su aparición sorpresiva, lúdica y convergente en pleno proceso electoral de 2012, considerando que dicha coyuntura constituye el periodo en el cual situamos nuestras observaciones. Lejos de menoscabar la precisión de nuestros datos, el surgimiento imprevisto de dicha movilización nos permitió comprender algunos rasgos de la participación in situ y establecer las comparaciones necesarias y pertinentes en torno a los rasgos más generales de la actividad política de los jóvenes conectados con estudios de educación superior en el Distrito Federal6. Así, sabemos que nuestro ejercicio de caracterización no es ni exhaustivo ni enteramente contundente para la comprensión del fenómeno; sin embargo, somos conscientes de la necesidad de aportar información relevante y confiable que nos permita conocer a esos jóvenes aparentemente ausentes de la esfera pública. Creemos de modo determinante que un primer paso consiste en desmitificar los absolutismos entre proactivos y apáticos; por lo cual confiamos en que con rigor y compromiso, desde nuestra propia trinchera investigativa, este tipo de ejercicios contribuyen a romper con la invisibilización de los jóvenes como entidades de acción política y social y como objetos de estudio esencialmente relevantes. II. Metodología Con el objetivo de conocer de forma muy general los hábitos y perspectivas de los jóvenes en torno a la participación política, la libertad de expresión y el uso de redes sociales, se desarrolló y aplicó una herramienta de recopilación de datos consistente en un cuestionario a nivel exploratorio y descriptivo dirigida a estudiantes universitarios de la Ciudad de México.                                                                                                                 6

Optamos por considerar al #YoSoy132 como acción colectiva de acuerdo con la definición de Alberto Melucci (1999); es decir, como un movimiento que no necesariamente se confronta con el Estado, de naturaleza difusa, compleja con significados culturales, que les diferencian de actores y organizaciones "formales". Las acciones colectivas son para el autor italiano, antagónicas (con grados variantes) hacia las relaciones sociales dominantes.

 

8  

La presente exploración se basó en un plan de acción consistente en cuatro fases: 1) el diseño del instrumento, definición de la población de estudio y piloteo; 2) recopilación de observaciones; 3) diseño y alimentación de la base de datos y 4) análisis e interpretación de resultados.

2.1. Diseño del cuestionario, definición de la población de estudio y estrategia de levantamiento El cuestionario contó con 57 preguntas distribuidas en seis secciones que tuvieron como objetivo obtener información acerca de las siguientes dimensiones: a) Datos de caracterización socio-demográfica b) Equipamiento y uso de Internet c) Esfera pública y participación política d) Percepciones sobre la libertad de expresión e) Medios de comunicación, redes sociales y participación política f) Participación electoral y redes sociales La primera sección contó con 12 preguntas; la segunda con ocho; la tercera con 12; la cuarta con tres; y la quinta y sexta con tres y 19 respectivamente. La exploración de dichos temas fue planteada con el propósito de captar de manera fina y robusta el modo a partir del cual se interrelacionan hábitos de carácter participativo, de orden comunicacional y de tipo tecnológico. En ese sentido, se buscó establecer un diseño que permitiera elaborar tipologías ulteriores acerca del modo en que los jóvenes encuestados hacen uso del equipamiento y las plataformas tecnológicas, como las redes sociales, a fin de dilucidar si existe una relación subyacente entre hábitos participativos y el empleo y apropiación de repertorios informáticos y comunicacionales. Dado el carácter exploratorio de este estudio, no buscamos en ningún momento privilegiar un instrumento que permitiese colocar en juego una hipótesis de orden causal, sino el establecer preguntas de investigación y conjeturas en torno a la caracterización de un grupo extremadamente

 

9  

peculiar de la población juvenil como lo son los universitarios de la Ciudad de México con un acceso altamente potenciado a plataformas tecnológicas y entornos de conectividad. En ese sentido, el cuestionario reúne interrogantes cuyo propósito principal consiste en recoger información acerca de las características sociales, hábitos comunicativos y prácticas políticas de los sujetos encuestados. En virtud de esas mismas consideraciones, definimos una estrategia bietápica de recolección de datos. La primera avocada al pilotaje de un cuestionario in situ en el contexto de una marcha convocada por la acción colectiva #YoSoy132 en el Zócalo de la Ciudad de México para el día 10 de junio de 2012. En el escenario de levantamiento, se contaba con jóvenes miembros, adherentes y simpatizantes del movimiento aludido, así como con una asistencia por demás variada entre la cual destacaban profesores universitarios

que

fungieron

como

observadores,

propietarios

de

establecimientos mercantiles, transeúntes de la zona centro, fanáticos del cantante Justin Bieber, así como estudiantes y académicos provenientes de otros contingentes vinculados a la manifestación conmemorativa del cuadragésimo primer aniversario de la masacre del “Jueves de Corpus” en el Distrito Federal. El objetivo de ese primer levantamiento consistió fundamentalmente en conocer la tasa, el tiempo y las dificultades de respuesta por parte de los informantes; seleccionando intencionalmente el marco espacial y temporal de levantamiento como un ejercicio aproximativo directo a una muestra de jóvenes participativamente activos. De ese modo, se reunió un total de 89 registros con las siguientes características generales: a) un rango de edad de los 15 a los 76 años, en el cual 82,6% de los datos corresponde a una población menor a 30 años; b) una distribución por sexo de 55,1% de mujeres y 44,9% de hombres; y

 

10  

c) el acopio de datos de personas provenientes de más de 25 distintas carreras y trayectos formativos a nivel profesional y más de 20 escuelas. Teniendo en cuenta esos resultados, procedimos a afinar el instrumento de levantamiento y el marco muestral optando por redirigir la estrategia de acercamiento a informantes por medio del correo electrónico, Facebook y Twitter. Esto último considerando que el objetivo de la investigación se centra particularmente en aquellos individuos que ostentan un uso más o menos intensivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en red. De ese modo, dado el éxito logrado en la primera etapa de piloteo, se decidió aprovechar el conjunto de registros obtenidos a partir del establecimiento de una segunda muestra de encuestados con el propósito de diseñar un esquema comparativo de alto contraste entre dos conjuntos muestrales de características estructurales pareadas, pero con condiciones de extracción y levantamiento radicalmente distintas. Mientras la primera muestra está constituida por jóvenes universitarios movilizados con perfil altamente proactivo y captados in situ, el segundo núcleo de informantes se conformaría también de estudiantes de nivel profesional pero que fuesen seleccionados a partir del uso de herramientas tecnológicas como el correo electrónico y las redes sociales. Derivado del modo en que captamos ambas muestras, optamos por denominar al primer grupo Jóvenes In Situ y al segundo Jóvenes Online. En términos de características estructurales compartidas se cuidó que en ambas muestras se incluyeran a jóvenes universitarios que realizaran sus estudios en la Ciudad de México y que radicaran en la capital y la zona metropolina. El rango etario cubierto fue de entre 18 y 29 años, buscando en todo momento cuidar las proporciones de representación por sexo. Con respecto a las diferencias, se esperaba que éstas fuesen concomitantes al propio contexto de levantamiento; por lo cual, se previó que la primera muestra fuera mucho más homogénea en torno a sus prácticas y hábitos;  

11  

mientras que la segunda resultaría más heterogénea y con un perfil sociopolítico mucho más diverso. En ese sentido, pese a que las muestras difieren en su lógica

de

captación

de

informantes, importó el que “Jóvenes In Situ”

“Jóvenes Online”

para fines de un diseño comparativo trabajar

con

mutuamente

se

evitara conjuntos

excluyentes.

De ahí, que en la primera muestra in situ se tenga a un conglomerado de individuos altamente proactivos tomados en el momento de una manifestación social; mientras que en caso de la segunda (jóvenes online) se tiene a un grupo de sujetos que no necesariamente permanecen ajenos a situaciones activas de involucramiento ciudadano, pero que contiene una varianza mucho más amplia en torno a sus costumbres participativas y la intensidad con que las ejercen. La pregunta obvia que se desprende de ese esquema es si existen diferencias significativas entre quienes tienen un perfil altamente proactivo y quienes no, tanto en términos de sus características adscriptivas como en torno a sus hábitos comunicativos, preferencias y posesiones tecnológicas, así como en el plano de sus perspectivas y experiencias de orden sociopolítico. Ya que el objetivo general del estudio exigía de una selección intencional que prepondere el alto contraste y la varianza en las características del público usuario juvenil de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en red, se optó por un método de muestreo no probabilístico sustentado en una extracción de registros por conveniencia. Aunque un diseño muestral no probabilístico de dichos atributos impide las posibilidades de generalización por parte del investigador, es bien conocido el alcance que tal estrategia reporta para centrar la mirada sobre procesos,

 

12  

individuos y comunidades específicas permitiendo particularizar y confrontar hipótesis de mayor fineza analítica centradas en aspectos singulares que interesan al destinatario final de la información. Ante tal consideración y tomando en cuenta los propósitos exploratorios de este estudio, nos importó reunir observaciones que permitieran establecer las pautas comparativas entre las muestras antes mencionadas, preponderando las posibilidades de contraste entre dos núcleos distintos de extracción de informantes. Así, pese a que la información levantada no permite establecer conclusiones estadísticamente significativas en torno a uno u otro corte muestral, se favorecieron las condiciones necesarias y suficientes para poder construir tipologías a posteriori a fin de satisfacer cabalmente los objetivos del proyecto de investigación. Bajo esa tesitura, resulta pertinente que en todo momento se tenga en mente que el estudio no aborda de manera particular las condiciones de producción y características del #YoSoy132 ni mucho menos a la amplia población que ejerce su participación por espacios virtuales y en red. Por el contrario, simplemente se tomaron convenientemente a dos conglomerados distintos de informantes con la premisa de establecer una comparación que permitiera extraer conclusiones válidas y confiables en torno jóvenes universitarios que, aunque con características socio-demográficas bastante similares, pueden diferir o no en torno a sus atributos informativos, comunicacionales, expresivos y participativos.

2.2. Recopilación de observaciones A partir del esquema de muestreo y acercamiento de informantes previamente definido, se procedió a reunir la muestra complementaria que serviría como pivote de comparación frente a los primeros registros obtenidos. Para ello, se extendió una invitación para participar a 899 estudiantes de distintas instituciones académicas como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el

 

13  

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), entre otras, por medio del uso del correo electrónico. La obtención del listado de direcciones electrónicas, así como la delimitación de escuelas a incluir, se llevó a cabo mediante un muestreo ulterior por bola de nieve, contando con el apoyo de personal académico y de estudiantes adscritos a las universidades en comento. De acuerdo con distintos manuales para la implementación de encuestas vía electrónica, es sabido que la tasa de respuesta tiende a ser variable conforme a cuatro factores (Braun, 2009; Marcussen, 2001; Deutskens, De Ruyter, Wetzels & Oosterveld, 2004): a) el grueso de la población a la cual se extiende la solicitud de participación; b) el contexto en el cual se lleva a cabo el levantamiento; c) la duración con la cual se mantiene vigente el instrumento en línea; y d) la extensión del cuestionario. De acuerdo con evidencias empíricas contenidas en dichos manuales, las tasas de respuesta promedio tienden a concentrarse en torno a un 32,52% en promedio, y con una mediana de 26,45%. En ese sentido, la tasa total de respuesta obtenida no es en ningún sentido un valor predictivo, sino un valor variable de acuerdo con las condiciones antes mencionadas. Así por ejemplo, cuestionarios con alrededor de 100 a 120 preguntas tienden a obtener respuestas alrededor de los 13,35 puntos porcentuales. Teniendo en cuenta dicha situación, se definió como piso operativo para garantizar la comparabilidad con respecto a la primera muestra una respuesta esperada del 15%. Dados los tiempos de ocurrencia del levantamiento de datos y la proximidad de las elecciones a nivel nacional, se optó por mantener abierta la encuesta del viernes 22 al sábado 30 de junio de 2012 a través de la plataforma Google Docs. Para ello, el cuestionario fue modificado sutilmente en algunos formatos de respuesta incorporando adecuaciones que fuesen compatibles con las especificaciones técnicas de la interfaz seleccionada. En términos amplios,  

14  

Google Docs fue elegida como la plataforma más óptima para montar el instrumento de recopilación de información porque permite la creación de encuestas de hasta 256 preguntas con una sola opción de respuesta, y la capacidad para soportar un universo de hasta 1561 encuestados. Entre otras características favorables, su uso es gratuito y posee la ventaja de ofrecer al usuario familiaridad con el llenado de encuestas a través de un fácil acceso y su triangulación con redes sociales para la difusión de contenidos. No obstante, en esencia las dimensiones del cuestionario se mantuvieron y se enriquecieron con posibilidades de contestación que permitieran mejorar los ítems basados en escalas y opciones ordinales; siempre teniendo cautela de que los patrones de respuesta mantuvieran su carácter comparable con respecto al primer instrumento aplicado cara a cara. Así, los resultados superaron la expectativa obteniendo una tasa final de respuesta del 20,8%; es decir, 187 registros de 899 invitaciones con las siguientes características: a) un rango de edad de entre 18 y 50 años, en el cual el 94,7% de los datos corresponde a una población menor a 30 años; b) una distribución por sexo de 58,8% de mujeres y 41,2% de hombres; y c) el acopio de datos de personas provenientes de más de 25 distintas carreras y trayectos formativos a nivel profesional y más de 10 escuelas. Habiendo reunido ambas muestras y con el propósito de explorar su comparabilidad y preparar los insumos de análisis se procedió al diseño de la matriz de datos.

 

15  

2.3. Diseño y alimentación de la base de datos Los

registros

obtenidos

a

partir

de

ambos

levantamientos

fueron

preliminarmente vaciados en código bruto en hojas de cálculo de Excel a fin de poder exportar la matriz de datos a archivos de SPSS. En el caso del primer levantamiento se construyó una base de datos que contiene 222 variables correspondientes a las seis dimensiones del cuestionario in situ y con un total de 89 registros. Respecto del segundo levantamiento, se repitió el mismo paso, dando lugar a una matriz compuesta por 247 variables y con un total de 187 observaciones. En ambos casos se realizó la codificación y el etiquetado correspondiente de observaciones y variables con el objetivo de hacer de las bases de datos instrumentos manejables para cualquier usuario. De manera particular, se procedió únicamente a la construcción de tres nuevas variables a fin de potenciar los alcances analíticos de los datos recabados: a) Para determinar el nivel de equipamiento tecnológico se construyó un índice sumatorio simple con un nivel de fiabilidad altamente aceptable (alpha=0,88), el cual incluye la posesión de los siguientes dispositivos tecnológicos: a. Computadora portátil b. Computadora de escrito c. Smartphone d. Teléfono móvil e. Tablet f. Algún otro dispositivo (Kindle, Sony Reader u otros) El índice podía obtener valores de cero a seis, los cuales fueron recodificados en una variable ordinal con las siguientes categorías: •

 

Equipamiento básico, que indica que la persona posee al menos dos de los cuatro dispositivos más comunes (computadora portátil o de escritorio y smartphone o teléfono móvil).

16  

Equipamiento complementario, que indica que la persona posee al menos tres de los cuatro dispositivos más comunes (computadora portátil o de escritorio, smartphone o teléfono móvil). • Equipamiento suntuario, que indica que además de poseer cuatro de los dispositivos más comunes, el usuario también está familiarizado con el uso de tabletas u otro tipo de equipos como lectores gráficos, dispositivos táctiles de música, entre otros. b) Para determinar el nivel de conectividad, se construyó un índice •

sumatorio simple con un nivel de fiabilidad altamente aceptable (0,86) el cual toma en cuenta la frecuencia con que se realizan el siguiente conjunto de acciones en línea: 1. Búsqueda de información 2. Uso del correo electrónico 3. Uso de chats 4. Uso de redes p2p para descargas 5. Llamadas telefónicas por Internet 6. Participación en foros 7. Acceso a blogs 8. Uso de redes sociales 9. Consumo de videos en línea 10. Compras en línea 11. Acceso a juegos en línea 12. Uso de servicio de banca en línea 13. Carga de videos 14. Carga de fotos o imágenes 15. Traducción de subtítulos 16. Editar entradas en Wikipedia 17. Trabajar online 18. Uso de servicio de búsqueda de parejas 19. Consultar la prensa en línea 20. Búsqueda de empleo por Internet 21. Campañas en línea 22. Otras actividades

 

17  

Para fines más ilustrativos, y en aras de poder establecer cruces entre el nivel de conectividad y otras variables, se cuartilizó el índice y se recodificó en una nueva variable ordinal que contempla las siguientes opciones: •

Escasamente conectado



Incipientemente conectado



Intensamente conectado



Hiperconectado

c) Para determinar el nivel de credibilidad en instancias políticas y sociales se construyó un índice sumatorio simple con un grado de fiabilidad por demás aceptable (alpha=0,89). Para ello, se sintetizaron 25 distintos indicadores de credibilidad en los siguientes actores e instituciones:

la

familia,

la

policía,

las

universidades,

los

comunicadores de radio y televisión, la prensa escrita, el Ejército, el Instituto Federal Electoral (IFE), los sacerdotes o ministros religiosos, el gobierno federal, los académicos, los compañeros de clase, entre varios otros. Con fines ilustrativos, el índice fue cuartilizado y recodificado en una nueva variable ordinal que indica el nivel de credibilidad: •

Bajo nivel de credibilidad



Credibilidad incipiente



Credibilidad intermedia



Credibilidad alta

2.4. Análisis e interpretación de resultados Finalmente, una vez diseñadas las bases de datos se procedió a sistematizar la información a partir de reportes pormenorizados que contemplan los siguientes temas: •

Características

socio-demográficas,

donde

se

especifican

las

cualidades adscriptivas de cada muestra a partir de las distribuciones por edad, sexo, estado civil, ocupación, nivel de estudios, carrera, universidad, posesión de becas, delegación o municipio de residencia, condición doméstica, escolaridad del padre y de la madre.  

18  



Equipamiento e Internet, donde se recogen cualidades de las muestras obtenidas en torno a la antigüedad como usuarios de Internet, nivel de equipamiento, lugar de conexión, conectividad por equipo y nivel de conectividad, tasa de cobertura y horas semanales de uso de redes sociales.



Esfera pública, que contempla elementos como la frecuencia con que los encuestados conversan sobre política, interés en política, antecedencia participativa, frecuencia con que se recibe propaganda electoral por distintos medios y plataformas, situaciones en las cuales se considera que es pertinente participar activamente, relevancia adjudicada a distintas formas de participar, credibilidad en instituciones y actores sociales, autopercepción sobre el grado de involucramiento cívico, tasa de participación política y social, disposición al involucramiento cívico y percepciones sobre libertad de expresión.



Medios de comunicación, que incluye el uso electoral de redes sociales, tasa de participación por canales virtuales, seguimiento a candidatos a la presidencia de la República, usos y prácticas asociadas a las redes sociales, formas de vinculación virtual con cada candidato a la presidencia, importancia de actores sociales y medios de información en la tendencia de voto y utilidad del empleo de redes sociales en coyunturas de votación.



Participación electoral, que recoge información sobre la simpatía partidista de los encuestados, el partido por el que votarían en 2012, el partido por el cual votaron en 2006, candidato por el que votarían en esta elección, candidato que consideran ganará la presidencia, filiación ideológica y evaluación jerárquica de cualidades que se consideran relevantes para decidir el sufragio.

Asimismo, se establecieron cruces que permitieran dilucidar la relación entre el nivel de conectividad y distintos atributos sociopolíticos, así como entre el grado de credibilidad y otras características vinculadas a la participación y el interés en asuntos públicos.

 

19  

III. Caracterización de las muestras de estudio: perfil sociodemográfico y bono demográfico digital La población mexicana es eminentemente joven. El bono demográfico que se ha venido configurando desde la década de 1980, hoy permite contar con una estructura demográfica de la cual la mitad de la población tiene 26 años o menos, según lo indican los resultados del Censo de Población y Vivienda 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). En medio de ese contexto de concentración juvenil, sabemos que nuestras muestras de estudio comparten características estructurales que las hacen converger entre sí, y un conjunto de atributos peculiares que crea diferenciaciones tanto entre los conglomerados de estudio como con respecto al resto de la población nacional. Siendo el contexto capitalino de estudio un escenario tan sui géneris para la captación de jóvenes, es que a continuación nos damos a la tarea de caracterizar a las muestras con que trabajamos a fin de delinear sus principales atributos. 3.1.

Edad y sexo de nuestros sujetos de estudio

En primer lugar, la distribución por edad de nuestra población estudiada se concentra en ambas muestras en los rangos de entre 20 y 24 años de edad (43,8% in situ y 72,2% online). Evidentemente, dicha concentración obedece a la focalización intencional de nuestro estudio sobre los jóvenes universitarios capitalinos. No obstante, llama la atención el que la muestra de jóvenes in situ se caracterice por más heterogeneidad reflejada en la fuerte presencia de personas por debajo de los 20 años y sujetos por arriba de los 29. Podríamos decir que mientras en el caso de nuestros jóvenes online tenemos una muestra mucho más homogénea en términos etarios, el conglomerado in situ nos sugiere que la marcha, en la cual fueron captados los encuestados, convocó a un conjunto de personas altamente diversificado donde destaca una variada presencia juvenil que se combina con una importante adherencia de otros sujetos “no tan jóvenes”.

 

20  

Distribución de edad, "Jóvenes in situ" Porcentaje Porcentaje válido acumulado 24,7 24,7

15-19

Distribución de edad, "Jóvenes online"

18-19

Porcentaje Porcentaje válido acumulado 11,8 11,8

20-24

43,8

68,5

20-24

72,2

84,0

25-29

12,4

80,9

25-29

10,7

94,7

Más de 30

19,1

100,0

5,3

100,0

Más de 30

  Aunado al elemento de edad, hacemos notar el que las muestras de trabajo del presente estudio guardan proporciones bastante similares a los parámetros poblacionales nacionales y capitalinos en torno a la distribución porcentual por sexo. De ese modo, en nuestra muestra in situ tenemos un 43% de hombres y un 57% de mujeres, altamente similar al caso de nuestros jóvenes online, donde el 40% son de sexo masculino y 60% femenino. Distribución por sexo "Jóvenes in situ"

Hombre 43%

3.2.

Mujer 57%

Distribución por sexo "Jóvenes online"

Mujer 60%

Hombre 40%

¿Dónde y con quién viven nuestros sujetos de estudio?

Nuestros datos obtenidos se muestran altamente compatibles con una de las ya conocidas características de la condición juvenil: ocho de cada diez jóvenes viven en familia, principalmente con sus padres, solamente con la madre y el padre o con algún otro familiar. En segundo lugar encontramos que los universitarios estudiados viven solos o con amigos y, finalmente, únicamente el 1% de los jóvenes han formado su propia familia o viven en pareja.

 

21  

Con quién vives, “Jóvenes in situ”

Con los padres

Con quién vives, “Jóvenes online”

Porcentaje Porcentaje válido acumulado 52.2 52.2

Con los padres

Porcentaje Porcentaje válido acumulado 61.6 61.6

Solo

18.8

71.0

Con la madre

14.1

75.7

Con algún otro familiar Con un amigo

17.4

88.4

Con el padre

5.6

81.4

10.1

98.6

Con otro familiar

5.1

86.4

1.4

100.0

Solo

6.2

92.7

Esposa e hijos

.6

93.2

Con un amigo

3.4

96.6

Con una pareja

1.1

97.7

Con otra persona sin lazo afectivo Total

2.3

100.0

Con familia no de origen Total

100.0

100.0

En cuanto a la zona donde refieren vivir nuestros encuestados, dos datos resultaron peculiarmente llamativos. En primer lugar, que en ambas muestras encontramos representadas a la gran mayoría de delegaciones del Distrito Federal; sin embargo, notamos que se suscitó una importante densidad de jóvenes viviendo principalmente en zonas de la ciudad donde hay una alta concentración de universidades como es el caso de las delegaciones Coyoacán, Tlalpan, Benito Juárez, Cuajimalpa e Iztapalapa. En segundo lugar, las proporciones de jóvenes que declararon vivir fuera del Distrito Federal. Mientras en nuestro levantamiento de datos in situ sólo un 4,8% afirmó vivir fuera de la capital, en la aplicación del cuestionario online, un 19,2% declaró residir en municipios del interior de la República. Dicha observación nos permitiría inferir hipotéticamente que en los registros de la primera muestra que se realizó en la marcha del #YoSoy132 está representada una población eminentemente del ámbito capitalino y la zona metropolitana; mientras que en el caso de la muestra en línea, y dadas las propias dinámicas de interacción digital, encontramos captada a una proporción de jóvenes que rebasa de modo importante las fronteras del espacio geográfico de la Ciudad de México.

 

22  

Distribución geográfica, “Jóvenes in situ” Porcentaje Lugar de residencia válido

Distribución geográfica, “Jóvenes online” Porcentaje Lugar de residencia válido

Cuauhtémoc

16,1

Municipio del interior

19,2

Iztapalapa

11,3

Coyoacán

16,9

Benito Juárez

9,7

Tlalpan

16,4

Gustavo A. Madero

9,7

Benito Juárez

8,5

Tlalpan

9,7

Álvaro Obregón

5,6

Coyoacán

8,1

Magdalena Contreras

5,6

Cuajimalpa

8,1

Iztapalapa

5,1

Álvaro Obregón

6,5

Xochimilco

5,1

Xochimilco

6,5

Gustavo A. Madero

4,5

Estado de México

4,8

Iztacalco

4,0

Miguel Hidalgo

3,2

Cuauhtémoc

4,0

Azcapotzalco

1,6

Tláhuac

2,3

Iztacalco

1,6

Miguel Hidalgo

1,7

Tláhuac

1,6

Venustiano Carranza

1,1

Venustiano Carranza

1,6

Total

100.0

Total

100,0

3.3.

¿A qué se dedican nuestros sujetos de estudio?

Del total de la población juvenil nacional, es bien sabido que el 77,1% tiende a concentrarse en localidades de más de 2,500 habitantes y en centros urbanos donde existe una alta concentración en la oferta de bienes y servicios, entre los cuales se cuentan los principales centros de captación laboral y de oferta educativa. Es así que el Distrito Federal, contexto territorial de nuestro estudio, ofrece “con todas las limitaciones y carencias que somos conscientes” una oferta

 

23  

educativa y laboral para los jóvenes que resulta superior con respecto a otras latitudes de nuestro país. De acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) (2011), el 66,21% de la matrícula estudiantil capitalina cursa su educación en instituciones de carácter público; mientras el restante 33,79% hace lo propio en instancias privadas. En el caso de nuestras muestras de estudio, y dadas las condiciones de captación de nuestros informantes, encontramos que la gran mayoría de nuestros encuestados provienen de escuelas públicas. Siendo que para los jóvenes captados in situ se dio la convergencia de una mayor proporción de estudiantes provenientes de entidades de orden público, mientras en el caso de los jóvenes online, nuevamente notamos una distribución mucho más heterogénea. Distribución por tipo de escuela "Jóvenes in situ"

Privada 26%

Distribución por tipo de escuela "Jóvenes online"

Privada 45%

Pública 74%

Pública 55%

Si bien, en el caso de nuestro levantamiento in situ creemos haber captado una importante afinidad entre el #YoSoy132 y una mayoría de estudiantes proactivos provenientes de universidades públicas, en el conglomerado de jóvenes online notamos un incremento relevante de estudiantes de instituciones privadas, que a su vez nos sugieren la importante penetración que la tecnología tiene en los alumnos de colegios particulares, y la alta disposición que estos muestran para participar en cuestionarios y actividades desarrolladas en línea. Pese a las cifras alarmantes que hacen constar que alrededor de 7,24 millones de jóvenes carecen de oportunidades de empleo y educación, dada

 

24  

la precarización en el otorgamiento de servicios y la sobredemanda de los mismos (OCDE, 2010), lo cierto es que existe un grupo relativamente reducido de personas en edades de entre 15 y 29 años de edad que se encuentran incluidos en el sistema educativo o laboral. Nuestros jóvenes entrevistados pertenecen a “este sector de jóvenes privilegiado” con acceso a la educación y al empleo Así, en términos de ocupación, ser estudiante de tiempo completo es otra de las características que definen la condición juvenil particular de nuestros sujetos de estudio. En ambas muestras encontramos que más del 60% de los encuestados mantienen dicho rol predominante como estudiantes, mientras proporciones mayores al 30% combinan su actividad educativa con algún empleo de tiempo parcial o completo.

Distribución por ocupación "Jóvenes online"

Distribución por ocupación, "Jóvenes in situ" Estudia y trabaja tiempo completo 7%

Estudia y trabaja medio tiempo 29%

Trabaja solamente 2%

Estudiante de tiempo completo 62%

Estudia y trabaja tiempo completo 8%

Estudia y trabaja medio tiempo 24%

Estudiante de tiempo completo 68%

Como consecuencia de nuestras propias especificaciones de acercamiento y captación de informantes, obtuvimos dos muestras altamente comparables entre sí constituidas predominantemente por estudiantes de nivel profesional.

 

25  

Distribución por nivel de estudios "Jóvenes online"

Distribución por nivel de estudios "Jóvenes in situ"

Posgrado 4%

Posgrado 2%

Bachillerato 7%

Profesional 96%

Profesional 91%

Al igual que en otros aspectos de caracterización, encontramos que la muestra online resulta particularmente más homogénea con respecto a su similar in situ. No obstante, una situación altamente llamativa tiene que ver con la condición de los jóvenes encuestados con respecto al estatus de logro educativo de sus padres. Escolaridad del padre

Escolaridad de la madre

% “Jóvenes in situ” 5.6

% “Jóvenes online” 4.0

% “Jóvenes in situ” 4.2

% “Jóvenes online” 4.5

Secundaria

21.1

8.5

Secundaria

15.5

5.1

Preparatoria

11.3

6.8

Preparatoria

14.1

11.9

Carrera Técnica Profesional

8.5

9.0

21.1

19.2

32.4

51.4

Carrera Técnica Profesional

36.6

43.5

Maestría

Maestría

7.0

11.3

Doctorado

1.4

4.0

No sabe

0.0

.6

100.0

100.0

Primaria

11.3

14.1

Doctorado

7.0

5.6

No sabe

2.8

.6

100.0

100.0

Total

Primaria

Total

Comparando los niveles de escolaridad de los jóvenes entrevistados en ambas muestras, observamos algunos rasgos de movilidad social expresada en el logro educacional con respecto a sus familias de origen. Los datos nos muestran que entre cuatro y cinco de cada diez padres obtuvieron acceso a una educación superior. Aunado a ello, observamos nuevamente algunas diferencias significativas entre las dos muestras investigadas. De un lado, resalta el hecho de que se

 

26  

sigue manifestando la inequidad de acceso a la educación con relación a las mujeres, reflejada en los diferenciales que hay en las tasas de acceso educativo que hay entre padres y madres; mientras de otro, nuevamente la muestra online se distribuye de un modo mucho más homogéneo con respecto a su similar in situ. De ese modo, pese a que ambas muestras comparten características sociodemográficas que las hacen pareables estructuralmente, nos importa hacer notar que, como consecuencia de los propios contextos de captación de informantes, tenemos dos conglomerados que difieren en torno a su grado de homogeneidad

interna.

Mientras

nuestros

jóvenes

online

poseen

características menos diversificadas que los vuelven parte de un conjunto de estudio mucho más uniforme, nuestros jóvenes in situ reflejan las condiciones altamente diversas y heterogéneas del contexto de movilización en que fueron captados. Así, pretendemos jugar con las similitudes que hacen de ambos grupos parte de una comunidad de jóvenes con características altamente compartibles entre sí, potenciando en el análisis sus diferencias y tratando de encontrar los puntos comunes y divergentes que más allá de sus atributos sociodemográficos

se

traducen

en

prácticas

políticas

compartidas

o

particularizadas. Empero tal y como hemos tratado de introducir en páginas previas, un elemento que consideramos trastoca la producción política de nuestros jóvenes analizados tiene que ver con sus capacidades digitales y recursos tecnológicos puestos en juego. En virtud de ello, es que nos permitimos también caracterizar a nuestras muestras en términos de su situación en condiciones del llamado bono demográfico digital. 3.4.

Jóvenes,

urbanos,

educados,

experimentados,

equipados y conectados En las últimas dos décadas, la irrupción de las TIC así como la globalización de las redes de producción, circulación y consumo en México, han traído cambios culturales rápidos y sustanciales en nuestra sociedad y en especial en los jóvenes.

 

27  

Pese a que en México el equipamiento y acceso a Internet es de un volumen todavía limitado a un sector reducido de la población, sabemos que, a partir de datos de la Encuesta de Hogares sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información, 42.4 millones de personas son usuarios de una computadora y 37.6 millones poseen condiciones de conexión a la red. Del total de esa población de usuarios, los jóvenes de entre 12 y 34 años destacan por constituir 64,5% de personas que usan de modo predominante los servicios tecnológicos de carácter digital. A la luz de esas condiciones, notamos que nuestros sujetos de estudio no son una excepción. En ambas muestras, observamos que existe una tasa de acceso a Internet del 100% con las siguientes distribuciones según la antigüedad como usuarios del servicio. Antigüedad como usuario % “Jóvenes online” 4.2

% “Jóvenes in situ” .6

Entre 1 y 5 años

16.7

9.6

Entre 6 y 10 años

54.2

48.0

Hace más de 10 años

25.0

41.8

100.0

100.0

Hace menos de un año

Total

Los datos anteriores revelan la captación de informantes pertenecientes a distintas generaciones de usuarios de la red, los cuales van desde aquellos que nacen y crecen con el uso civil de Internet, los primeros celulares y servicios de mensajería de texto (Cassany & Ayala, 2008) hasta aquellos que hoy han atestiguado la penetración de nuevos dispositivos como los smartphones y tablets. En términos de equipamiento, notamos que ambas muestras poseen niveles de equipamiento en los cuales al menos siete de cada diez entrevistados poseen una computadora portátil o de escritorio y algún dispositivo de comunicación portátil.  

28  

Nivel de equipamiento tecnológico

Equipamiento básico Equipamiento complementario Equipamiento suntuario Total

% “Jóvenes in situ” 43.6

% “Jóvenes online” 34.5

Si bien, es notable que los

36.6

38.4

grados más importantes de

19.7

27.1

100.0

100.0

jóvenes

online

alcanzan

sofisticación en torno a la posesión de equipos de tipo suntuario, tales como tablets,

lectores electrónicos, dispositivos MP3 o reproductores portátiles de video, no deja de sorprender que en ambos casos existan márgenes tan altos de penetración tecnológica. Teniendo en cuenta la información preliminar, podemos concluir que este conjunto de jóvenes universitarios, tanto de escuelas públicas como privadas, pertenecen a un sector privilegiado ya que tanto en su uso de Internet como en equipamiento rebasan las medias nacionales. De igual modo, al margen de la tenencia de ciertos artículos y servicios, encontramos también cifras altas y llamativas sobre el uso de redes sociales por parte de nuestras muestras de estudio; haciendo notar que la penetración de Facebook y Twitter es exponencial en comparación con otros recursos digitales. Usuario de redes sociales

No es usuario

Usuario de Linkedin

% “Jóvenes in situ”

% “Jóvenes online”

4.2

1.1

No es usuario

% “Jóvenes in situ”

% “Jóvenes online”

85.9

74.6

Sí es usuario

95.8

98.9

Sí es usuario

14.1

25.4

Total

100.0

100.0

Total

100.0

100.0

Usuario de Twitter

Usuario de blogs

% “Jóvenes in situ”

% “Jóvenes online”

No es usuario

28.2

16.9

Sí es usuario

71.8

83.1

Total

100.0

100.0

Usuario de Facebook

No es usuario

 

% “Jóvenes in situ”

% “Jóvenes online”

No es usuario

78.9

72.9

Sí es usuario

21.1

27.1

Total

100.0

100.0

Usuario de Youtube

% “Jóvenes in situ”

% “Jóvenes online”

2.8

1.7

No es usuario

% “Jóvenes in situ”

% “Jóvenes online”

43.7

28.8

29  

Sí es usuario

97.2

98.3

Sí es usuario

56.3

71.2

Total

100.0

100.0

Total

100.0

100.0

Así, nuestros sujetos de estudio se caracterizan por un uso intensivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, manifestado en los tiempos de conexión y el volumen de actividad que se realiza a través de plataformas digitales.

Nivel de conectividad según tipo de escuela "Jóvenes in situ" Pública

Privada 30,2%

25,6%

23,5%

25,6%

23,5%

29,4%

23,5% 18,6%

Escasamente conectado

Incipientemente conectado

Intensamente conectado

Hiperconectado

Nivel de conectividad según tipo de escuela "Jóvenes online" Pública

Privada 34,2%

28,6% 24,5% 20,3%

Escasamente conectado

 

25,5% 25,3%

21,4% 20,3%

Incipientemente conectado

Intensamente conectado

Hiperconectado

30  

Un patrón general que encontramos tanto en la muestra online como in situ es que la mayoría de los jóvenes están conectados, demostrando así que una de las características de la actual condición juvenil es la conexión a Internet. La tecnología digital reduce los costos de comunicación y producción del conocimiento, al mismo tiempo que Internet incorpora en su propio diseño el modelo organizativo reticular. Hacia un horizonte de complementariedad offline/online Sin profundizar en el problema de la relación entre la complementariedad de los “mundos virtuales y mundos reales” encontramos la continuidad de sentido entre sus prácticas virtuales y sus actividades offline. El patrón que encontramos en los resultados de la encuesta es que en los jóvenes universitarios

estas

prácticas

y

actividades

están

orientadas

a

la

comunicación con los pares, al cultivo de sus relaciones sociales y al consumo y búsqueda de información, a la recreación y al trabajo en línea. Así también, observamos que los jóvenes se construyen sin establecer fronteras entre las esferas del trabajo, aprendizaje, socialidad y ocio. Enedina Ortega (2011) señala que a pesar de las brechas digitales se comienzan a revelar tendencias en la implantación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, en particular en los jóvenes conectados con escolaridad, quienes estárían conformando así rasgos distintivos de una cultura juvenil digital. Los resultados obtenidos en ambas muestras evidencian esta condición distintiva y privilegiada de los universitarios, principalmente visibilizadas en los jóvenes hiperconectados e intensamente conectados. De acuerdo con la información obtenida, los porcentajes reportados por nuestras muestras en torno al uso y actividades en red superan las proporciones nacionales de uso de plataformas digitales que se reportan en la Encuesta en Hogares sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información (2011).

 

31  

Según dicho instrumento, las principales prácticas asociadas al uso de tecnologías de la información están relacionadas con búsqueda de información (52,3%), comunicación (48,6%), entretenimiento (40,2%) y trabajo (29%). A partir de nuestro propio cuestionario, nosotros encontramos lo siguiente: Tasa de actividades con mayor frecuencia según nivel de conectividad de "Jóvenes in situ" Hiperconectado

Intensamente conectado

Incipientemente conectado

Escasamente conectado

Prensa online

46,7%

26,7%

Trabajar online 6,7%

Sube f otos 6,7%

Subir videos

Acceso a juegos en línea

6,7% 0,0%

20,0%

35,3%

26,7%

23,5%

11,8% 20,0% 20,0%

41,2%

84,6%

58,8%

53,8%

69,2%

38,5%

38,5%

Consumo de videos en línea

100,0% 94,1%

66,7%

26,7%

92,3% 88,2% 93,3%

Uso de redes sociales 60,0%

Llamadas telef ónicas por internet

69,2% 64,7%

26,7% 26,7%

70,6%

Uso de chats 40,0%

Uso del correo electrónico

Búsqueda de inf ormación

 

100,0%

86,7% 84,6% 94,1% 100,0% 86,7%

80,0%

92,3% 100,0% 93,3%

32  

Tasa de actividades con mayor frecuencia según nivel de conectividad de "Jóvenes online" Hiperconectado

Intensamente conectado

Incipientemente conectado

Escasamente conectado

Prensa online

Trabajar online

71,10% 51,00% 32,40% 31,80% 35,60% 15,70% 10,80% 2,30%

Consumo de videos en línea 20,50%

71,10% 56,90% 45,90% 95,60% 86,30% 91,90% 68,20%

Uso de redes sociales

Llamadas telef ónicas por internet

Uso de chats

13,50% 9,10%

53,30% 43,10%

37,80% 25,00%

71,10% 62,70%

Uso del correo electrónico

88,90% 82,40% 81,10% 61,40%

Búsqueda de inf ormación

88,90% 90,20% 78,40% 61,40%

Lo que encontramos, justamente, es una población altamente activa en los espacios virtuales, que ha incorporado el empleo de tecnologías computacionales y en red a la construcción de sus hábitos cotidianos vinculados al trabajo, la escuela y la sociabilidad. Un claro ejemplo de ello, es el hecho de que las redes sociales han alcanzado una tasa altamente relevante de penetración y protagonismo en las tareas comunicativas diarias de los jóvenes asociadas a la generación y mantenimiento de las relaciones de amistad, los pasatiempos y actividades de ocio, la búsqueda de empleo, la agrupación en torno a proyectos, la construcción y aplicación de nuevas y distintivas culturas de aprendizaje, así

 

33  

como los usos no convencionales de capitales educativos, culturales y tecnológicos que les dan competencias distintas a la previstas por el orden social. Es así que observamos que las cinco redes sociales más populares entre nuestra población joven tanto online como in situ, son las que permiten en sus plataformas y sus funcionalidades realizar las prácticas sociales y actividades señaladas anteriormente. Facebook, Twitter, YouTube, Blogspot y LinkedIn se han convertido en conceptos cotidianos de lenguaje y en espacios no físicos donde tiene lugar una proporción considerable de actividades sociales.

% de usuarios según tipo de red social % Uso "Jóvenes in situ"

% Uso "Jóvenes online"

97,2 98,3 83,1 71,2

71,8 56,3

25,4 14,1

Twitter

Facebook

Linkedin

27,1 21,1

Blogs

Youtube

La penetración de las redes sociales se vuelve no sólo un asunto de espacialidad sino también de tiempo. A la creciente importancia del entorno virtual como campo de interacciones se corresponde una correlativa concentración de tiempo que tiene que ver con el volumen de actividades que pasan por el flujo de los canales digitales. Así, los jóvenes online e in situ pasan un promedio de entre cuatro y seis horas en la red. Sin embargo, encontramos que en general son los primeros, quienes por su carácter de internautas, pasan más tiempo conectados, cuestión que introduce contrastes importantes: mientras el 4,5% de los

 

34  

encuestados en línea permanece conectado todo el día, 21,1% de los captados en plena movilización se conectan por tiempos menores a una hora. % de usuarios según horas semanales destinadas al uso de redes sociales % "Jóvenes in situ" 24,9

21,1

28,2

% "Jóvenes online"

26,6

21,1

19,8 14,1

21,5 15,5

4,5

2,8 ,0 Menos de 1 hora

De 1 a 3 horas

De 4 a 6 horas

De 7 a 10 horas

Más de 10 horas

Todo el día

Todas esas características potenciadas de conectividad y equipamiento se traducen también en la incorporación de una novedosa modalidad de participación ciudadana y política por parte de los jóvenes; la cual se suscita a través de la complementariedad en su involucramiento y la continuidad de sentido en sus prácticas sociales que tienen lugar tanto en el terreno virtual como fuera de él. De ese modo, la evidencia recabada sugiere dos cuestiones por demás relevantes: a) En primer lugar, que para el caso de los jóvenes encuestados cara a cara, el 67,8% de quienes participan in situ también lo hacen por medio de plataformas en red. b) En segundo lugar, que para aquellos entrevistados vía electrónica, el 59,5% de quienes se involucran políticamente offline, también lo lleva a cabo dentro de los espacios online. Aunque la prevalencia de una relación concomitante entre formas y espacios de participación se presenta en ambas muestras, lo cierto es que dicha complementariedad entre actividades virtuales y no virtuales se da con mayor intensidad en el caso de los jóvenes encuestados en el contexto de la marcha convocada por el #YoSoy132. Al explorar la correlación entre la intensidad

 

35  

participativa online y offline, en ambos casos es posible percatarse que para los jóvenes in situ el coeficiente resulta de una magnitud de 0,480; mientras que para el caso de aquellos encuestados virtualmente es de solamente 0,293;

cuestión

que

comparativamente

permite

sostener

que

la

complementariedad entre vetas de involucramiento tiende a ser mucho más fuerte entre quienes fueron interrogados cara a cara. Jóvenes in situ

Jóvenes online

Correlaciones

Correlaciones

Offline Online Correlación Participación de Pearson Sig. offline (in (bilateral) situ) N Correlación Participación de Pearson Sig. online (bilateral) (virtual) N

,480

R2 0,231

,000 72

68

,480 ,000 68

68

Online Offline Correlación Participación de Pearson Sig. online (bilateral) (virtual) N Correlación Participación de Pearson Sig. offline (in (bilateral) situ) N

,293 0,086 ,000 177

177

,293 ,000 177

177

IV. Redes sociales, espacios emergentes para la participación política. ¿Una nueva esfera pública? 4.1 ¿Cómo perciben los jóvenes su participación en la esfera pública? El presente estudio se realizó en el marco del proceso electoral federal de 2012, cuando la participación política de los ciudadanos se registra usualmente intensa. En este contexto los jóvenes encuestados se perciben en mayor o menor medida participativos en asuntos de la vida pública. Un 32,4% de los jóvenes del grupo in situ se consideran muy activos frente a un 14,1% de nuestros encuestados online. No obstante, esa brecha aparente que se manifiesta en la intensidad participativa cobra un carácter relativo cuando se exploran otros niveles de percepción sobre el grado de actividad política. Así, un 39,7% de los jóvenes in situ declara ser regularmente activo frente a un 53,1% de los jóvenes online.

 

R2

36  

En los últimos peldaños de nuestra escala ordinal de percepción participativa, encontramos que sólo el 24,3% de los jóvenes online afirman ser escasamente participativos frente a un 19,1% de los jóvenes captados en la marcha convocada por el #YoSoy132. Más aún, dichas diferencias se atenúan cuando se exploran aquellos casos que declararon abiertamente ser completamente pasivos, oscilando en un rango de entre 8,8% y 8,5% para ambos conjuntos muestrales.

Autopercepción participativa en política % "Jóvenes in situ"

% "Jóvenes online" 53,1 39,7 32,4

19,1 8,8

24,3 14,1

8,5

Nada activo

Poco activo

Regularmente activo

Muy activo

4.2 ¿En qué espacios participan los jóvenes? Una interrogante particular, que se desprende de los resultados anteriores, tiene que ver con el posible contraste entre las formas en cómo los jóvenes perciben su grado de involucramiento y el volumen y características principales de las prácticas de las cuales forman parte. En el caso de nuestro levantamiento in situ, los datos nos arrojan una tasa alta de participación política online del 63,9% y del 81,9% in situ. Por supuesto, en torno a estos datos, debemos recordar al lector que la selección de la muestra in situ fue intencionada y que la recopilación de información tuvo lugar durante una marcha convocada por el #YoSoy132.

 

37  

Por su parte, en el caso de nuestro levantamiento online, los datos reflejan tasas de participación discrepantes, pero igualmente altas. Así, el 48,6% de los encuestados afirmó participar activamente por medio de plataformas digitales y en línea, y el 68,4% vía offline. Desde una primera mirada, resulta claro que la toma del espacio público sigue siendo la actividad de preferencia entre los jóvenes participativos del primer grupo captado in situ. De esta forma, las manifestaciones (48,6%) y las protestas o toma de avenidas (52,8%) sobresalen como las actividades preponderantes. En ese sentido, es posible dar cuenta de cómo la apropiación de las calles y los entornos públicos constituyen una práctica común entre distintos grupos sociales, entre los cuales los jóvenes destacan por el modo creativo y adversativo a partir del cual se hacen visibles al margen de sus espacios privados. Además de las actividades de carácter abiertamente contestatario, destacan también la participación en asociaciones estudiantiles (47,2%) y grupos culturales (40,3%) lo cual, nos lleva a inferir que la universidad sigue siendo potenciadora de la movilización juvenil y espacio esencial para la diversificación de tareas y hábitos de involucramiento que rebasan los aspectos eminentemente políticos y vinculados al poder. Lo anterior es también un aspecto indicativo de la forma que toman las prácticas políticas ciudadanas de nuestros jóvenes estudiados. En las marchas organizadas por el #YoSoy132, los estudiantes involucrados dieron muestra de la ocupación de las calles y otros foros públicos para el encuentro cara a cara; para el intercambio de expresiones lúdicas y contradiscursos, como señala Castells al referirse a los movimientos sociales en la era Internet (2009), como un campo de entrenamiento para la acción y la reacción alrededor de la comunicación como contrapoder. En contraste, los jóvenes online optan por participar en actividades de ámbitos relacionados esencialmente con la esfera privada, tales como las

 

38  

asociaciones estudiantiles (40,7%); las actividades culturales (39,5%) y la participación en equipos deportivos (29,95). De los jóvenes captados por medio de plataformas digitales, sólo el 18,6% optó por las manifestaciones y el 21,5% por las protestas y tomas de avenidas; porcentajes que se encuentran por debajo de los volúmenes de involucramiento de los jóvenes in situ. En el caso de los jóvenes captados en plena movilización del #YoSoy132, los hallazgos van acorde con los procedimientos empleados en la acción colectiva que tuvo su origen el 11 de mayo de 2012 en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México durante un evento con Enrique Peña Nieto (entonces candidato a la Presidencia del Partido Revolucionario Institucional). En dicha ocasión, el abanderado priista fue interpelado y cuestionado por un grupo de estudiantes que acabarían siendo acusados de infiltrados por líderes de ese partido, en un contexto mediático donde dicho evento sería prácticamente ignorado por la televisora más importante a nivel nacional.7 Para responder a la difamación en su contra, los jóvenes universitarios emplearon las redes sociales como YouTube, Facebook y Twitter, las cuales ayudarían a amplificar su voz mediante el despliegue de sus competencias digitales y su cultura convergente, permitiéndoles dar significado a las herramientas tecnológicas como plataformas que les posibilitaron expandir su capital intelectual y creativo y detonar acciones y efectos en el mundo offline. Dicha fórmula de acción hace eco de las prácticas empleadas por los movimientos sociales de “indignados” y “ocupas” en distintas latitudes del mundo; las cuales demuestran que ambos entornos, offline y online, se complementan de modo estratégico.

                                                                                                                7

Televisa y TV Azteca acaparan el 96% de las frecuencias para televisión comercial en México. La excesiva concentración del mercado de la televisión ha sido estudiada y discutida por diversos investigadores y miembros de la sociedad civil. Una actualizada revisión se encuentra compilada en el libro: Diversidad y Calidad para los Medios de Comunicación publicado por la Asociación Mexicana de Derecho a la información, AMEDI en 2011.

 

39  

El entorno virtual aparece así como fuerza potenciadora y complemento del mundo “real”, lo cual se opone a las visiones deterministas que presuponen que las redes por sí solas motivan la participación política, aunque es innegable que la favorecen y, en su caso, la potencian. Empero, las consecuencias de un involucramiento potenciado no sólo corresponden a la apropiación de los espacios públicos. También es notorio el carácter supletorio que las acciones promovidas por los jóvenes tienen frente a otros esquemas de intervención política-institucional. Algunas de las prácticas realizadas tienen que ver a su vez no sólo directamente con la búsqueda de incidencia sobre los asuntos de poder público, sino con temas como el cuidado y preservación del medio ambiente, el auxilio a los más necesitados y la toma de parte en actividades de carácter formativo. En ese sentido, la participación activa de los jóvenes in situ en otras esferas como la estudiantil y la comunitaria se percibe igualmente, más elevada que la que experimentan los jóvenes encuestados online. Sin embargo, en ambos grupos el involucramiento en instancias de ayuda comunitaria mantiene una fuerte incidencia; siendo así para un 22% de los jóvenes captados en plena movilización y un 17,5% de los jóvenes encuestados por medios digitales. Otra actividad que no deja de llamar la atención es la que se da en grupos de carácter ecologista y medioambiental, en las cuales 23,6% de los jóvenes encuestados in situ dijo participar, contra el 18,6% de los que fueron encuestados en línea. Otras actividades de la esfera privada como la asistencia a grupos de lectura reflejaron también una fuerte concentración en ambos grupos (25% para el grupo in situ y 20,3% para el conglomerado online). Con mucha menor prevalencia, encontramos a los grupos religiosos en los cuales sólo el 9,9% de los jóvenes in situ mencionaron haber participado, frente a un 7,3% de los jóvenes encuestados virtualmente; y los clubes de

 

40  

fanáticos, donde el 8,3% de los movilizados dijeron haber tenido alguna clase de membresía frente al 6,8% de los conectados. Un dato que sin duda llama la atención frente a los relativos altos niveles de involucramiento tiene que ver con las agrupaciones de tipo comunitario vinculadas a redes barriales o vecinales; en las cuales, sólo el 6,9% de los encuestados in situ dijo tomar parte, con respecto a un 2,3% de los cuestionados online. El tamiz llamativo de este dato obliga a establecer hipótesis emergentes en torno al papel que los entornos comunitarios de residencia juegan en el involucramiento cívico activo de los jóvenes y a preguntarse el porqué de una pobre incidencia en un espacio inmediato de socialización, como lo es el vecindario de residencia. En suma, los hallazgos nos permiten sugerir que en cuanto a asuntos de la vida pública se trata, los jóvenes participan, como sugiere Dahlgren (2011), en sus propios términos, lo que interpretamos como aquellas prácticas que tienen lugar fuera del marco de instituciones tradicionales como los partidos políticos y las agrupaciones políticas nacionales. Esta última cuestión se refuerza cuando encontramos que sólo un 13,9% de los encuestados in situ dijo participar en grupos partidistas contra un 11,9% de los encuestados en línea. Probablemente estemos ante una resignificación de la participación política con rasgos distintivos frente a los esquemas prevalentes del pasado que nos lleva a matizar la percepción, sin suficiente fundamento, de que la juventud permanece al margen de actividades relevantes para la vida pública y para su propio desarrollo humano. Lo que parece una tendencia es que la participación se da al margen de los partidos, aunque estamos claros que el grupo analizado sólo corresponde a jóvenes universitarios con condiciones favorables de conexión a plataformas digitales en la Ciudad de México. Los datos obtenidos nos ayudan a sostener que la juventud es una categoría que debe explorarse en toda su complejidad, además de establecer que no todos participan de la misma forma: ni todos son “132” ni a todos les es ajena

 

41  

la participación en otras esferas, aunque debemos reconocer que el fenómeno se presenta aún de manera limitada y poco sistemática.

Tasas de participación según tipo de actividad % "Jóvenes in situ"

% "Jóvenes online" 48,6

Manifestaciones

18,6 22,2

Ayuda comunitaria

17,5 9,9 7,3

Grupos religiosos

25,0

Clubes de lectura

20,3 8,3 6,8

Clubes de fans

40,3 39,5

Grupos culturales 13,9 11,9

Agrupaciones políticas

52,8

Protestas o toma de avenidas

21,5 23,6

Grupos ecologistas

Agrupaciones barriales Equipos deportivos Asociaciones estudiantiles

18,6 6,9 2,3 19,4 29,9

47,2 40,7

4.3 Hábitus, credibilidad y percepciones sobre libertad de expresión Hemos procurado insistir en la idea de que las condiciones juveniles son estructuras situadas de acción y desenvolvimiento de las personas más allá de su circunstancia etaria. En ese marco situado, los jóvenes experimentan contactos con distintas instancias, experiencias y expectativas sociales a partir de las cuales se

 

42  

prefiguran los esquemas por medio de los cuales comprenden y dan lugar a la constitución y reproducción de su entorno. Comprender los ámbitos relacionales, los grados de confianza hacia dichos ámbitos y las percepciones que se sostienen hacia los espacios generalizados de convivencia de la juventud constituye un primer paso para entender de manera incipiente el modo en que se conforman las posiciones éticas, ideológicas y valorativas de interpretación e interpelación del poder público. Asumir que dichos esquemas o posiciones se reflejan en la práctica cotidiana y excepcional de la participación política implica en ese sentido el reflexionar sobre los elementos de identificación, confianza y libertad con los cuales se prefiguran los límites, mismos del involucramiento cívico. Para ello, en primera instancia, nos detuvimos sobre la relación que hay entre la confianza que se expresa en grados de credibilidad en instituciones y actores públicos diversos y la forma en cómo ello incide en la distribución de las tasas de participación. Es decir, importó el explorar si mayores niveles de credibilidad se traducían en mayores tasas de participación o si se suscitaba la situación inversa. Respecto de nuestro levantamiento in situ, encontramos que del 100% de los jóvenes que declararon tener un involucramiento activo en línea, 23,8% ostenta un bajo nivel de credibilidad; que otro 23,8% mantiene un nivel de credibilidad incipiente; que 21,4% refleja una credibilidad institucional intermedia y un 31% una credibilidad alta. En ese mismo grupo captado en plena movilización del #YoSoy132, encontramos que del total de participantes offline, el 21,8% tiene un bajo nivel de credibilidad; el 25,5% un grado incipiente; otro 21,8% un nivel intermedio y un 30,9% una credibilidad alta.

 

43  

Tasa de participación online y offline, según nivel de credibilidad "Jóvenes in situ" Participa Participa online offline

Nivel de credibilidad

% dentro de Bajo nivel de Participación credibilidad Online

23,8

21,8

Credibilidad incipiente

% dentro de Participación Online

23,8

25,5

Credibilidad intermedia

% dentro de Participación Online

21,4

21,8

Credibilidad alta

% dentro de Participación Online

31,0

30,9

% dentro de Participación Online

100,0

100,0

Total

Con relación a nuestros encuestados online, encontramos resultados similares en la relación entre formas de participación virtual y “real” con respecto al grado de confianza expresado en niveles de credibilidad institucional. Por un lado, del total de quienes respondieron participar activamente por plataformas digitales y en línea, el 25,6% corresponden al nivel más bajo de credibilidad institucional; el 29,1% al nivel incipiente; el 19,8% al grado intermedio y el 25,6% al nivel más alto. De otro, quienes afirmaron ser activos por canales marginales a las redes sociales y espacios de Internet, el 20,7% corresponde al nivel más bajo de la escala de credibilidad; el 29,8% al nivel incipiente; el 24% al grado intermedio y el 25,6% al nivel más alto.

 

44  

Tasa de participación online y offline, según nivel de credibilidad "Jóvenes online"

Nivel de credibilidad

Participa online

Participa offline

% dentro de Bajo nivel de Participación credibilidad online

25,6

20,7

Credibilidad incipiente

% dentro de Participación online

29,1

29,8

Credibilidad intermedia

% dentro de Participación online

19,8

24,0

Credibilidad alta

% dentro de Participación online

25,6

25,6

% dentro de Participación online

100,0

100,0

Total

En ambos grupos encontramos hallazgos que son correspondientes con lo concluido en otras investigaciones como la de Pippa Norris (2002), quien señala que grados relativamente altos de confianza y credibilidad institucional inciden en mayor involucramiento ciudadano. De acuerdo con nuestros observados y con el argumento de Norris, las más altas escalas de confianza institucional influyen en el hecho de que las personas perciban que su participación tendrá efectos tangibles y permeables en los circuitos formales del poder público. En ese sentido, ni la total confianza ni la entera desconfianza abonan a la concreción del compromiso cívico en un involucramiento político activo. Al respecto, cabe señalar como acotación metodológica particular, que en el caso de nuestro índice de credibilidad institucional, nuestros niveles más bajos y más altos, no significan ni la ausencia total de puntajes (cero puntos de 250 disponibles) ni la máxima suma de los mismos (250 puntos de 250). Más bien, vale la pena aclarar, como se hizo en apartados previos, que con el objetivo de evitar establecer rangos arbitrarios de puntaje dentro de cada

 

45  

categoría ordinal, se decidió cuartilizar la distribución del índice a fin de obtener cuatro estratos parciales en los cuales cada peldaño representa de manera jerárquica y ordenada un 25% de casos igual y ordenadamente distribuidos. De esa manera y tras identificar la forma en cómo la participación de ambos grupos estudiados se distribuye al interior de cada estrato de credibilidad, procedimos a analizar las medidas de tendencia central relacionadas con dicho índice por cada una de las instituciones incluidas en nuestro análisis. En nuestro cuadro comparativo de tendencias centrales en el puntaje de credibilidad según el tipo de institución, incluimos las tres medidas de tendencia central: moda, mediana y media. Dichas magnitudes fueron incluidas considerando que: a) En distribuciones altamente dispersas, la media o el promedio, tiende a ser poco funcional como una magnitud indicativa de la tendencia central de una distribución particular de datos. En ciertos casos en los cuales la distribución de puntaje resultaba altamente heterogénea sabíamos que el promedio podía ser sensible a las magnitudes extremas más bajas y más altas. b) Como forma de compensar el problema anterior, decidimos incluir a la mediana

como

una

magnitud

indicativa

de

la

amplitud

y

heterogeneidad de la distribución de puntajes adjudicados a cada institución. c) De igual forma, se incluyó a la moda a fin de identificar de manera cabal el puntaje que de escalas de cero a diez concentró el mayor número de menciones según cada tipo de institución sobre la cual se preguntó al encuestado. Cuadro comparativo de tendencias centrales en el puntaje de credibilidad, según tipo de institución

 

46  

Puntaje de credibilidad asignado a instituciones sociales

Promedio Promedio Mediana Mediana Moda Moda "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes in situ" online" in situ" online" in situ" online"

Policía

3,21

4,5

2

5

0

5

Familia

6,25

8,92

7

10

10

10

Universidades

5,76

8,46

7

9

9

8

Comunicadores de radio y TV

5,1

3,66

5

4

5

2

Prensa escrita

5,0

4,76

5

5

5

5

Ejército

4,07

4,68

4

5

0

5

IFE

4,86

4,67

7

5

7

5

Sacerdotes o ministros religiosos

4,37

2,59

0

2

0

0

Gobierno Federal

4,25

3,87

4

3

0

0

Académicos

5,43

7,85

6

8

10

8

Gobernantes locales

4,18

3,45

4

3

0

0

Presidente de la República

4,14

4,21

3

4

0

0

Partidos Políticos

4,06

2,73

3

2

0

0

CNDH

4,89

5,31

5

6

5

7

Sindicatos

4,41

2,45

4

2

2

0

SCJN

4,66

4,20

5

4

6

0

Médicos

5,17

7,73

5

8

5

8

Organizaciones sociales de ayuda

5,75

6,60

6

7

5

8

Diputados federales

4,31

2,50

4

2

0

0

Lo que se publica en Internet

4,97

4,94

5

5

6

5

 

47  

Cuadro comparativo de tendencias centrales en el puntaje de credibilidad, según tipo de institución Puntaje de credibilidad asignado a instituciones sociales

Promedio Promedio Mediana Mediana Moda Moda "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes "Jóvenes in situ" online" in situ" online" in situ" online"

Amigos

5,96

7,58

6

8

5

9

Vecinos

5,45

4,54

6

5

7

5

Compañeros de clase

5,89

5,95

6

7

7

7

Sociedad en general

5,30

5,55

6

6

5

7

Empresarios

5,0

4,85

5

5

5

7

Nota: Puntajes asignados en escalas de 0 a 10, donde 0 es nula credibilidad y 10 es máxima credibilidad

En términos generales, el cuadro nos permite observar la prevalencia de puntajes bajos que se ubican por debajo del valor medio de la escala (cinco). De un lado, los jóvenes in situ reflejan una distribución más homogénea de puntajes promedio, en la cual las instancias mejor evaluadas adquieren notas cercanas o sutilmente superiores a los seis puntos. Entre ellas figuran en primer lugar la familia, los amigos, los compañeros de clase y las universidades. Justamente son esas instancias mejor evaluadas las que presentan las distribuciones más dispersas de acuerdo con la mediana y moda de puntaje obtenidas. Dicha cuestión se traduce en que, pese a que las magnitudes promedio son indicativas de importantes niveles de credibilidad en esas instituciones, existen valores extremos que sugieren que la confianza depositada en esas instancias no es en ningún sentido uniforme y homogénea a su interior. Curiosamente, el alto grado de heterogeneidad distributiva en los puntajes es una propiedad que parece acentuarse en aquellos espacios y actores con mayor reputación.

 

48  

Por otra parte, en el caso de los jóvenes online, nos encontramos con puntajes promedio poco más diversificados con respecto a los encuestados en la movilización del #YoSoy132. Para este grupo, las instancias mejor evaluadas son la familia (8,92), las universidades (8,46), los académicos (7,85), los médicos (7,73) y los amigos (7,58). Un aspecto particularmente llamativo es que en dicho grupo de encuestados los valores de calificación con respecto a las instituciones y actores de mayor reputación superan el promedio de seis puntos encontrado en los jóvenes in situ. En ese sentido, las medianas y modas asociadas a cada instancia evaluada nos sugieren también la presencia de distribuciones de puntaje menos extremas, mucho más uniformes y homogéneas a su interior. Así, pese a que ambos grupos comparten cualidades estructurales etarias, educativas e incluso conectivas, nos percatamos que la credibilidad institucional adquiere sentidos distintivos importantes. Mientras el primer grupo in situ muestra un mayor escepticismo hacia las principales instituciones sociales, el segundo grupo online parece mostrar una diferencia mucho más clara entre el modo en que se califican a instancias vinculadas con el espacio privado y aquellas relacionadas con la esfera

y el poder

político. En términos globales resulta pertinente llamar la atención con respecto al hecho de que mientras en términos de distribución general de puntajes promediados el primer grupo es más homogéneo con respecto al segundo, las diferencias más fuertes se ubican en las calificaciones asignadas al interior de cada instancia, espacio o actor evaluado. Si bien, los jóvenes in situ reportan un bajo nivel de credibilidad generalizado, sus distribuciones internas asociadas a cada ámbito resultan mucho más heterogéneas y extenuadas por valores extremos. Mientras en el caso de los jóvenes online, encontramos que la credibilidad promedio es mucho más heterogénea, pero con distribuciones particularizadas a cada ámbito que resultan más uniformes; de modo tal que en este último grupo encuestado dicha disociación entre instituciones sociales del ámbito privado y el público aparece mucho más nítida.

 

49  

Otro aspecto evaluado tiene que ver con la libertad de expresión. Este elemento fue particularmente señalado por los jóvenes movilizados y simpatizantes del #YoSoy132 como un problema relevante para discutir en la agenda pública de cara a la elección federal de 2012. Sabemos que en entornos donde las libertades esenciales son acotadas, la participación política padece de condiciones que complican, más no imposibilitan, su desenvolvimiento. Así, se pidió a ambos grupos, in situ y online, que respondieran en una escala de cero a diez, qué tan de acuerdo estaban con respecto a un conjunto de afirmaciones vinculadas con la promoción y la convergencia de la libertad de expresión en distintos ámbitos. Con fines analíticos, nos dimos a la tarea de resumir esos puntajes, altamente compatibles entre ambos grupos, en una gráfica de superficie que nos permite confrontar los grados de consenso con respecto a cada afirmación sobre la libertad de expresión en distintos espacios y la tasa de aprobación favorable. Diagrama de superficies Comparabilidad de grados de libertad de expresión adjudicados según instancia o actor 50.0 “Expresar tus ideas en la familia con total libertad”

45.0

% de aprobación favorable

40.0

“Expresarte libertad

35.0

en

redes

con

total

“En las universidades privadas se promueve la libertad de expresión”

30.0 25.0

“En las universidades públicas se promueve la libertad de expresión”

20.0

“Internet promueve la libertad de expresión”

15.0 10.0 5.0

“Los medios de comunicación promueven la libertad de expresión”

“El #YoSoy132 es incluyente”

.0 1

 

2

3

4

5

6

7

8

9

10

50  

En el gráfico anterior, cada instancia o ítem, representa una sola área cubierta en el plano, mostrando que sólo las instancias con el mayor grado de libertad de expresión adjudicado, logran superponerse. De esa forma, las únicas instancias con grados de libertad de expresión, apertura y pluralidad sobresalientes según la percepción de los grupos estudiados son en orden de prevalencia:

1. La familia, con el más alto grado de libertad adjudicado; 2. Internet, como la plataforma en red que se asume promueve la libertad de expresión; 3. las universidades públicas; 4. las redes sociales; 5. las universidades privadas; y 6. el #YoSoy132. De modo particular, resalta la muy escasa puntuación asignada a los medios de comunicación tradicionales como espacios y plataformas promotoras de la libertad de expresión. Así, la familia, Internet, las redes sociales y las universidades conforman arenas constitutivas del hábitus de los jóvenes estudiados, los cuales perciben a estas instancias como aquellos espacios ligados a la libertad de expresión y opinión. Estas caracterizaciones nos permiten suponer que instituciones tradicionales como la familia continúan siendo fundamentales en la articulación de la cultura ciudadana de la juventud. Asimismo, refuerza la hipótesis que señala que los jóvenes no participan por el simple hecho de estar conectados, sino por una serie de factores complejos que determinan su visión del mundo y sus prácticas culturales, lo que Pierre Bourdieu ( 2000) define como hábitus. Los medios tradicionales, por su lado, al menos para los grupos estudiados, no constituyen una instancia ligada a la participación ciudadana y a la libertad

 

51  

de expresión. En contraste, Internet y las redes sociales son percibidos como espacios de libertad para expresarse. Esta percepción coincide con una de las demandas que dieron origen al #YoSoy132, relacionada con la democratización de los medios y la búsqueda de apertura en otros espacios, incluidas las propias universidades en las cuales se desenvuelve parte toral de las actividades juveniles. No obstante, un factor alarmante se relaciona con el hecho de que las tasas de aprobación generalizadas son bajas. Es decir, que de acuerdo con nuestro gráfico de superficies, encontramos que si bien la familia, Internet, las redes sociales, las universidades públicas y privadas, y el #YoSoy132 son reconocidos como espacios y actores que promueven la libertad de expresión, los puntajes más altos no rebasan la frontera del 45% de aprobación favorable. Ello implica que la tasa de consenso en torno a que dichos ámbitos promueven la libertad es altamente heterogénea y con niveles muy significativos de concentración en puntajes bajos que se traducen en una considerable desaprobación. Como factor sintomático ligado a los niveles de credibilidad y las tasas aprobatorias de esas instituciones, espacios y actores como arenas de apertura democrática, se suman también el modo en que los jóvenes identifican a los principales obstáculos para la libre expresión. Mayor obstáculo a la libertad de expresión (%) % "Jóvenes online" La gente

1,7

4,3

La ignorancia

1,1 2,9

La intolerancia

1,7

Todos

% "Jóvenes in situ"

8,7

18,1

Los medios de comunicación La delincuencia organizada El gobierno

 

29,9

8,7

7,2

34,8

19,8 21,5

33,3

52  

A través de una mirada comparada entre ambos grupos de jóvenes encuestados, encontramos que prevalecen diferencias importantes en cuanto al señalamiento de aquellos factores e instancias que impiden el ejercicio amplio de las facultades expresivas y de diálogo. De un lado, en el caso de los jóvenes in situ, y muy acorde con la agenda enarbolada por el #YoSoy132, persiste la identificación de los medios de comunicación y el gobierno como elementos que dificultan la libre expresión de ideas. En contraparte, para los jóvenes online, esos mismos factores cobran relevancia como impedimentos para la libertad de expresión por debajo de una identificación generalizada en la cual se asume que todos “somos obstáculo” para promover dicha condición. El hecho de que dicha opción de respuesta, en la cual se incluyen a “todos” como obstáculo y con altas tasas de prevalencia en ambos levantamientos, ofrece una visión en la cual los propios jóvenes asumen una actitud corresponsable frente al problema de la ausencia de un diálogo franco y un acceso todavía acotado a la información. Otra cuestión altamente relevante tiene que ver con que, pese a que el crimen organizado no se manifiesta con los mismos niveles de brutalidad en el Distrito Federal como en otras zonas del país, la delincuencia fue percibida como un factor que inhibe la libertad de expresión y opinión. En el primer levantamiento in situ, dicha condición fue señalada por un 7,2% de los encuestados; mientras en el levantamiento online, 19,8% hicieron lo propio. Este dato nos conduce a establecer que la percepción de inseguridad ha permeado a todos los sectores de la población mexicana y, por tanto, constituye una alerta para la autoridad federal. Aunado al panorama en el cual convergen bajas tasas de credibilidad y aprobación en el terreno de la libertad de expresión, en ambos grupos prevalece la percepción de que manifestar sus ideas y opiniones de manera abierta pone en peligro su vida; así lo declararon el 59,7% de los jóvenes in situ y el 62,7% de los jóvenes online.  

53  

Personas que afirman que expresar sus ideas pone en peligro su vida Sí

No

62,7

% "Jóvenes online" 37,3

59,7 % "Jóvenes in situ"

40,3

En virtud de todo lo anterior, podemos sostener mediante nuestra aproximación exploratoria a grupos de jóvenes movilizados y conectados, que la asimilación del espacio público y los asuntos vinculados con el poder vienen

prefigurados

por

una

fuerte

sobrecarga

de

escepticismo

y

circunstancias limitativas de expresión. Sin duda, tal cuestión no resulta del todo sorpresiva para comprender el por qué existe aún una proporción tan alta de jóvenes que permanece marginada de la toma de parte en asuntos políticos; sin embargo, lo más llamativo consiste en observar que, pese a tal panorama, existe otra proporción nada despreciable de la juventud que desde esas mismas prefiguraciones sobre el ámbito público se involucra activamente. A partir de ello, surgen hipótesis alternativas difícilmente comprobables en este mismo estudio. Una de ellas sería suponer que la participación política ciudadana de los jóvenes activos, lejos de limitarse ante adversidades institucionales y falta de garantías, se vuelve un producto emergente frente a dichas condiciones. Si bien difícilmente podemos concluir con alguna explicación sobre la complejidad del fenómeno participativo, lo cierto es que en clave descriptiva, los atributos antes analizados nos permiten comprender de una manera poco

 

54  

más cabal los esquemas valorativos a partir de los cuales se interpreta, resignifica y constituye lo político desde los jóvenes. 4.5 La otra forma de involucrarse: participación política electoral de los jóvenes estudiados Uno de los aspectos que no podía dejarse fuera, tanto por la importancia de la coyuntura de realización de este estudio como por su alta vinculación con otras actividades de carácter político, es indudablemente la participación electoral. En el apartado anterior hicimos notar que el modo de pensar la política y diversos aspectos de la esfera pública viene dado por un hábitus de escepticismo y una alta percepción de coerción. Así como dichas prefiguraciones tienen expresiones de concreción en las calles y en las redes sociales, también dejan sus impresiones en la manera de conceptuar y actuar en el terreno electivo. Una primera cuestión que buscamos responder se relaciona con conocer qué actores e instancias influyen de modo más notorio en la decisión de por quién votar. Para ello, solicitamos a nuestros encuestados de ambos grupos que jerarquizaran un grupo de opciones de acuerdo con su propia experiencia en medio de la propia coyuntura electoral. A partir de dicha interrogante procedimos a realizar un par de gráficos donde se muestra de modo comparativo el porcentaje de encuestados que colocaron a cada medio como primera mención. Los resultados fueron los siguientes.

 

55  

Jerarquización de actores que influyen en el voto, "Jóvenes in situ" (%) Familia

Jerarquización de actores que influyen en el voto, "Jóvenes online" (%) 33,9

Familia

Redes sociales

16,9

Escuela

Escuela

16,9

Amigos

Otro

8,5

Movimientos yosoy132

6,8

Noticieros de TV

5,1

Amigos

5,1

Televisión/Primer debate Encuestas

3,4 1,7

36,9 25,5 13,4

TV Primer Debate

7,3

TV Segundo Debate

5,6

Redes sociales

4

Debate #YoSoy32

2,7

#YoSoy132

2,5

Noticieros

1,6

Encuestas 0,5

En ambos conglomerados de encuestados, la instancia que aparece con mayor relevancia en la influencia del voto es la familia. En el caso de los jóvenes in situ el 33,9% la colocaron en primer lugar, con respecto a un 36,9% de los jóvenes online. No obstante, en el resto de los peldaños de jerarquización se localizan importantes diferencias. Para los jóvenes captados en plena movilización del #YoSoy132, las redes sociales se constituyeron como referentes para la toma de su decisión electoral, siendo que un 16,9% de encuestados en dicho grupo señaló a dichas plataformas como las instancias más influyentes. En contraste, en el caso de los jóvenes online, sólo un 4% hizo lo propio. Este hallazgo nos permite inferir que las plataformas digitales están cobrando importancia inédita, más no generalizable, en la conformación de ciertos imaginarios juveniles en relación con la política y sus instituciones. Probablemente estemos ante una transición mediática en la que las nuevas generaciones de mexicanos con acceso a educación superior, conectados, con competencias digitales y un perfil participativo en asuntos de la vida pública, relegan paulatinamente los medios tradicionales como canales para obtener información relevante para la toma de decisiones políticas. Si bien, ambos grupos de encuestados presentan una condición disonante en torno al rol adjudicado a las redes sociales en su modo de proceder como  

56  

votantes, no es prudente desestimar o sobrevalorar la capacidad de incidencia de esos espacios digitales que se reconocen como arenas permeadas por la libre expresión. Más aún, la divergencia en nuestros grupos de estudio se explica en gran medida por la propia naturaleza de los sujetos que componen a ambos conglomerados. En ese sentido, la remarcada importancia de espacios como Facebook, Twitter y otros canales en red tiene que ver con el propio perfil mediático de los miembros, simpatizantes y adherentes de #YoSoy132 captados en nuestro levantamiento in situ. Particularmente para el grupo encuestado en plena movilización social, las redes sociales adquirieron un carácter supletorio, emergente y necesario ante un sistema de medios de comunicación altamente criticado por su falta de imparcialidad y ética en la difusión de contenidos. Para el caso de los jóvenes in situ valdría la pena especular que una esfera pública alterna (Papacharassi, 2002; 2011) se estaría conformando en las redes sociales, en el que jóvenes participativos articulan acciones, contradiscursos y formas de incidencia mediante algunas prácticas y criterios propios de la cultura convergente como el compromiso, la organización reticular, la participación entre pares, la autorregulación y la autogestión. Prácticas que a su vez se embonan a través de plataformas mediáticas múltiples que se convierten en un vehículo de libertad individual y colectiva ante el poder de los medios tradicionales. Refiriéndonos a un conjunto de jóvenes muy particulares, como los movilizados por el #YoSoy132, podríamos sugerir que estamos ante la formación de novedosas formas de participación ciudadana en la que las redes, con todo y su cariz excluyente, tienen un papel relevante como herramientas que la favorecen. Probablemente es prematuro suponer si estas formas podrían estar conformando una cultura cívica juvenil en red. Lo cierto es que, sin omitir las diferencias, la heterogeneidad en los usos de las plataformas digitales y los riesgos que introducen las brechas de conectividad, estamos ante la conformación incipiente de un ecosistema de  

57  

medios diferente con tendencia a la horizontalidad y a la convergencia. Sin embargo, aún resulta prematuro afirmar que estemos presenciando un ecosistema equilibrado en un país eminentemente televisivo en el que como hemos sostenido, no todos los jóvenes tienen acceso a la educación superior y a las redes digitales.8 Sumado a lo anterior, otro espacio que aparece con una alta prevalencia es la escuela. Al interior de los jóvenes in situ un 16,9% la colocó como el espacio más influyente, mientras en el grupo de jóvenes online lo hizo un 25,5%. Acorde con indicios previamente identificados con respecto a una separación más nítida entre espacios públicos y privados por parte de los jóvenes online, encontramos que en dicho grupo un 13,4% afirmó que los amigos constituyen el grupo social con mayor incidencia en la decisión de votar. En contraparte, en el caso de los jóvenes in situ apreciamos que otros actores (agrupaciones políticas y contingentes) y el propio #YoSoy132, adquieren una mayor relevancia. En el caso de los primeros, el 8,5% de encuestados de dicho grupo la colocó como primera mención; mientras para el segundo, el 6,8% identificó al movimiento como el actor clave de mayor preponderancia en su decisión electoral. Una cuestión particularmente presente en ambos grupos estudiados tiene que ver con el hecho de que los noticieros de televisión no aparecen como motores relevantes de influencia. Para los analizados in situ estos fueron seleccionados por un 5,1% en tanto en el caso de los jóvenes del segundo levantamiento, en línea, obtuvo un discreto 1,6%.

                                                                                                                8

En 2011, en México había 34 millones de usuarios de Internet lo que equivale a una cuarta parte de la población; de este porcentaje no todos cuentan con banda ancha, la infraestructura necesaria para consumir algo tan simple como un video. Socialbakers (2012) contabilizó en febrero de 2012, 30 millones de usuarios de Facebook, lo que corresponde al 30% de la población total de 112 millones de habitantes. En Twitter, en marzo de 2012 la empresa Semiocast (2012) señalaba que había 10 millones. Por su parte, YouTube, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, es utilizado por el 28% de los internautas mexicanos, lo que equivale a 9.5 millones de usuarios.

 

58  

Otra diferenciación altamente relevante y que ayuda a comprender la divergencia en la jerarquización por parte de ambos conglomerados de estudio, tiene que ver con el estatus que los jóvenes ejercen con respecto a la producción de información. Mientras en el caso de los encuestados in situ se puede presuponer un papel mucho más activo y creativo frente a la difusión de contenidos políticos y electorales, reflejado en la preponderancia adjudicada a las redes sociales, en el caso de los jóvenes online podemos conjeturar un rol mucho más cercano al de un consumidor mediático. Una prueba incipiente de ello está relacionada con la importancia que los encuestados en línea imputaron a los debates de televisión organizados por el Instituto Federal Electoral. Del mismo modo, la relativa poca importancia adjudicada al #YoSoy132 y al primer debate en la historia organizado por ciudadanos miembros de dicho movimiento a través de la plataforma digital YouTube9, abona a sostener la especulación anterior. En ese sentido, mientras la jerarquización de actores y medios del primer grupo in situ muestra un arreglo sui géneris en el cual su escepticismo previamente discutido se cristaliza en un papel mucho más activo e involucrado para informarse de miras al ejercicio del voto, el grupo de encuestados online se planta con un esquema poco más tradicional en el cual prevalece su sentido de diferenciación entre público y privado. Finalmente, las encuestas y sondeos de carácter electoral merecen una consideración particular, las cuales aparecen en ambos grupos en último sitio; en el caso de los jóvenes in situ con un 1,7% y los online con un 0,5%.

                                                                                                                9

El debate del 19 de junio de 2012 fue transmitido en tiempo real mediante la plataforma Google Hangout On Air y por YouTube. Además, fue retransmitido por los sitios del Canal 22; IMER; TV UNAM; Radio Ibero; Radio Educación y la página #Yosoy132, así como el de Más de 131. De acuerdo con datos del propio movimiento, 122 mil personas lo vieron a través de YouTube. De acuerdo con Google Insight for Research, el debate 132 fue buscado cuatro veces más que el segundo organizado por el Instituto Federal Electoral.

 

59  

Las encuestas, objeto de críticas en diversos ámbitos, como es el caso de las redes sociales, así como por parte del ex candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador por una supuesta manipulación en favor de Enrique Peña Nieto, no parecen haber sido relevantes en la toma de decisión de los grupos analizados.10 Si bien, se puede hipotetizar que las encuestas fueron realizadas y difundidas en medios que no son consumidos con frecuencia por la generación y el perfil analizados, o que las condiciones de educación y conectividad atemperaron el efecto de dichos instrumentos sobre la formación de opinión, el efecto de tales herramientas de medición en favor de un candidato merecen estudios de mayor profundidad, segmentación etaria y alcance. A modo de conclusión preliminar encontramos una correlación entre las percepciones de credibilidad y libertad de expresión, y la identificación de medios, actores y canales incidentales en la decisión de sufragar. Una vez más, sostenemos que el hábitus de los jóvenes estudiados se hace presente no sólo en el terreno de sus prácticas de involucramiento político, sino también en su modo de seleccionar las fuentes y plataformas a partir de las cuales obtienen información para la toma de decisiones. V. Jóvenes e información política en la red 5.1 De Trolls y linchadores profesionales a usuarios informados en la red La competencia electoral se libró también en la arena virtual. De acuerdo con el Instituto Federal Electoral, en 2012 había 34 millones de personas de entre 18 y 34 años en el padrón electoral, lo que corresponde al 40 % del total de ciudadanos con credencial para votar.

                                                                                                                10

La supuesta influencia de las encuestas difundidas y patrocinadas por medios de

comunicación como Televisa y Milenio en la intención de voto fue elemento de controversia en la elección presidencial. Conocer la posible influencia de éstas en la decisión electoral podría ser objeto de estudios de corte cualitativo y cualitativo en futuros proceso electorales.

 

60  

Este rango coincide con la edad del 55% de los usuarios de Facebook que es la red social más usada en el país (Socialbakers, 2012). Por lo tanto, las redes sociales se constituyen en México en un espacio propicio para intentar involucrar a los jóvenes en prácticas democráticas. No obstante, para algunos observadores del proceso electoral en dichas plataformas digitales, la red no fue usada para ello (Meneses, 2012). Ante la reforma electoral de 2007-2008 que sanciona la calumnia y la injuria entre candidatos y partidos, las redes se convirtieron en espacios propicios para la guerra sucia. El entorno virtual no fue usado en todas sus potencialidades democráticas como la comunicación directa entre candidatos y electores y la articulación de comunidad alrededor de propuestas de gobierno. Lo que se observó, según Meneses, fue el traslado de las casas de campaña y oficinas de prensa al nuevo entorno, pero también prácticas como “el acarreo” en las redes sociales a través de robots y de la compra de seguidores en la red social Twitter. Otra práctica recurrente fue la contratación de linchadores profesionales (trolls) por parte de los partidos para agredir en la red al adversario, descalificar sus propuestas, injuriarlo en términos personales y enfrentarse con sus seguidores. Es claro que estas prácticas por parte de candidatos y partidos en la red contrastan con las expectativas sobre las redes sociales como espacios articuladores de prácticas ciudadanas en un proceso electoral y más allá de estos. A pesar de tal panorama, una cuestión relevante tenía que ver con el uso que los ciudadanos más jóvenes hicieron de las plataformas digitales. Las prácticas más recurrentes fueron el análisis de la información y la que constituye un rasgo sobresaliente de la juventud conectada y convergente: compartir contenidos.

 

61  

Acciones realizadas con la información en red % "Jóvenes online" No hago nada Creo&comparto memes Borro

% "Jóvenes in situ"

5,6 7,2 4,3 2,9

Sólo veo

9,0 11,3

13,0

23,2

14,7 11,6

Ignoro Analizo Modifico Comparto

49,3

70,6

2,3 4,3 32,8

43,5

Así, un 70,6% de los jóvenes encuestados en línea dijo analizar la información contra 40,9% de los jóvenes captados en plena movilización. 43,5% de los jóvenes del levantamiento in situ dijo compartir contenidos frente a 32,8% del segundo levantamiento online. De la información compartida, un 4,3% y 2,3% respectivamente señaló someterla a modificaciones. Sin embargo, aquellas prácticas que denotan pasividad en las redes sociales obtuvieron porcentajes dignos de tomarse en cuenta; ya que 14,7% de los estudiados en línea dijo ignorarla contra 11,6% del grupo in situ. Un 23,2% de los encuestados en línea dijo sólo revisar la información contra 13% de los jóvenes estudiados in situ. A su vez dijeron "no hacer nada" un 5,6% contra 7,2%, respectivamente. En añadidura, 11,3% de los jóvenes online señalaron borrar el contenido de la propaganda, contra sólo 2,9% de los analizados in situ. Como cuestión particularmente llamativa, uno de los rasgos de la cultura política mexicana es el sarcasmo y el humor negro que en el entorno virtual cobra forma de meme; un fenómeno cultural de la era Internet, que se refiere al uso de plataformas de manipulación para viralizar videos y fotografías.

 

62  

Pese a que los grupos estudiados destacan por su grado de conectividad, experiencia y cultura convergente, sólo 9% de los jóvenes estudiados en línea dijeron compartir memes contra 4,3% de los estudiados in situ. Al respecto, cabe resaltar que estas expresiones fueron usadas por los propios partidos en denuesto de sus adversarios.11 Y aunque el fenómeno adquiere un carácter eminentemente emergente, es posible que dada su facilidad de difusión y el sentido lúdico que adquiere garantice que esté presente con mayor intensidad en futuros procesos electorales.

5.2 Jóvenes y candidatos en la red. Del "me gusta" a la escasa interactividad Además de la difusión propagandística de contenidos, las redes sociales ofrecían una ventaja adicional en la coyuntura electoral. El carácter virtual y ubicuo de tales plataformas permitía que en esta ocasión de manera particular se estableciera un vínculo más estrecho entre los candidatos y sus potenciales electores. Con el objeto de conocer esas prácticas vinculatorias, nos dimos a la tarea de interrogar a los jóvenes de estudio qué tipo de interacciones habían promovido y tenido con los candidatos a la presidencia de la República: Enrique Peña Nieto (EPN) del Partido Revolucionario Institucional (PRI); Josefina Vázquez Mota (JVM) del Partido Acción Nacional (PAN); Andrés Manuel López Obrador (AMLO) del Frente Amplio Progresista y Gabriel Quadri de la Torre (GQ) del Partido Nueva Alianza. En primera instancia, presentamos los resultados obtenidos al interior del grupo encuestado in situ; en el cual un 44,8% dijo seguir a AMLO; 30,8% a EPN y 23,1% a JVM y a GQ respectivamente.

                                                                                                                11

El error cometido por Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara en 2011, cuando confundió autores relevantes de la literatura mexicana, como Carlos Fuentes, generó un derroche de humor y sarcasmo en la red que se prolongó a lo largo de la campaña.

 

63  

Sin embargo, los porcentajes de aquellos que dijeron no realizar ninguna actividad con la información proveniente de los candidatos fueron considerables. Un 36,9% dijo no haber hecho nada con la información sobre EPN; 38% sobre JVM; 22,4% sobre AMLO y 40,0% sobre GQ. A su vez, considerando que en los grupos analizados más del 95% de los encuestados son usuarios de la red social Facebook, seleccionamos las prácticas predeterminadas como "postear en el muro" y "me gusta" en relación con los cuatro candidatos. Nuevamente, refiriéndonos a los jóvenes in situ, un 23,1% dijo haber posteado algo sobre EPN; 18,5% sobre JVM; 29,9% sobre AMLO y sólo 10,8% sobre GQ. El botón "me gusta" fue usado en un mayor porcentaje en favor de AMLO con un 34,3%; 6,2% de EPN; 3,1% de JVM y 6,2% de GQ. Este dato nos lleva a tener cautela cuando se deslizan opiniones y conjeturas entusiastas sobre el número de seguidores y likes como muestra de posibles votos. Como señala Meneses (2012), del like a la urna hay un terreno de subjetividades que sólo pueden ser apreciadas y valoradas con estudios longitudinales de corte cualitativo. Por su parte, la red social Twitter tiene un cariz más informativo con respecto a Facebook. Si bien, esta última constituye una red primordialmente orientada hacia la socialización, Twitter exige de un determinado cúmulo de competencias para sintetizar información y dispone de menores funciones orientadas a la interacción personal, preponderando la difusión de contenido. Si bien, Twitter resultó con un menor uso por parte de los grupos estudiados, tal y como pudo observarse en el apartado de conectividad y uso de redes sociales del presente trabajo, no escatimamos en considerar las actividades ancladas al funcionamiento de dicha red. Las prácticas de los tuiteros que se desprenden de la topología de esta red son el tuit y el retuit (replicar); otra práctica surgida a partir de la interpretación que los internautas hacen con los artefactos tecnológicos, es el

 

64  

llamado troleo que se refiere al linchamiento verbal contra quienes piensan distinto, una muestra de cultura ciudadana que resulta poco o nada constructiva. De ese modo, en el grupo de jóvenes in situ, un 20% dijo trolear a seguidores de EPN; 16,9% a seguidores de JVM; 11,9% de AMLO y 13,8% de GQ. 9,2% retuiteó información de EPN; 9,2% de JVM; 25,4% de AMLO y 10,8% de GQ. Como hemos sostenido en este trabajo, suponemos que no se puede esperar que en un país en donde predomina la desconfianza hacia las autoridades, la red se convierta súbitamente en espacios articuladores de prácticas relevantes y significativas para la vida pública. Considerando lo anterior, es posible apreciar que una porción importante de los jóvenes analizados no dejan de mirar a las redes como espacios unilaterales ya que no las usaron para preguntar, inquirir o pedir información a los candidatos. En consecuencia, de los jóvenes in situ, sólo 12,3% tuiteó directamente a EPN; 10,8% a JVM; 13,4% a AMLO y 9,2% a GQ.

 

65  

Perfil de actividad electoral virtual, "Jóvenes in situ" EPN

JVM

AMLO

9,2 9,2

Retuiteo

25,4

10,8

Tuit directo 9,2 "Me gusta"

3,1

Quadri

12,3 10,8 13,4

6,2 34,3

6,2 Ninguna

Trolea

36,9 38,5

22,4

11,9 13,8

16,9

40,0

20,0

23,1

Sigue

30,8 44,8

23,1 18,5

Postea

10,8

23,1 29,9

Ahora bien, deteniéndonos en los jóvenes encuestados en línea encontramos que un 39% dijo seguir a AMLO; 26,6% a EPN; 30,5% a JVM y 24,3% a GQ. Adicionalmente, un 16,9% señaló haber posteado información sobre EPN; 15,3% sobre JVM; 24,3% sobre AMLO y 10,2% acerca de GQ. Este grupo, a diferencia del conglomerado in situ, tuvo una actividad significativa al compartir memes, ya que un 17,5% dijo haber creado o posteado memes sobre EPN; 15,3% sobre JVM; 15,8 de AMLO y 13% de GQ. Finalmente, en lo relacionado con Facebook, un 28,2% admitió que apretó el botón "me gusta" en el caso de AMLO; 7,3% en el de EPN; 13% con JVM y 10,7% con GQ. Con respecto a la actividad en Twitter, 17,5% dijo haber troleado a seguidores de EPN; 12,4% a los de JVM; 15,8% a los de AMLO y 13% a los de GQ. En la misma plataforma, los seguidores de AMLO fueron activos

 

66  

como replicantes de la información en esta red social ya que 20,3% señaló haber retuiteado información sobre el candidato del movimiento progresista; ello en comparación con sólo un 15,3% de EPN; 15,3% de JVM y 13% de GQ. En cuanto a la comunicación directa con los candidatos este grupo de jóvenes online se mostró sutilmente por debajo de la actividad del grupo analizado in situ ya que 9% dijo haber tuiteado directamente a la cuenta de EPN; 4,5% a la de JVM; 9% a la de AMLO y 7,3% a la de GQ. Perfil de actividad electoral virtual, "Jóvenes online" EPN

JVM

AMLO 15,3 15,3

Retuiteo

20,3

13,0 Tuit directo

Quadri

9,0

4,5 7,3

9,0

7,3

13,0

"Me gusta"

28,2

10,7

17,5 15,3 15,8 13,0

Crea/comparte memes

Trolea

7,3

12,4

17,5

10,2

26,6 Sigue 24,3 16,9 15,3

Postea 10,2

30,5

39,0

24,3

De modo general, en ambos grupos de encuestados prevaleció un uso de las redes sociales que, aunque diversificado, no se tradujo en una comunicación más directa con los candidatos. Por el contrario, las plataformas digitales cumplieron una función que, sin enriquecer el diálogo con los aspirantes, sí potenció la difusión de posicionamientos, simpatías y divergencias entre los jóvenes usuarios.

 

67  

No obstante, la utilización electoral de tales medios refleja sólo una cara particular de su alcance vinculatorio con la participación política. En virtud de ello,

en

el

siguiente

acápite

analizamos

detenidamente

algunas

características del activismo virtual.

5.3 Participación político-ciudadana de jóvenes en entornos virtuales Aunado a la paulatina penetración de las redes sociales en el terreno político electoral durante el último lustro, el mundo ha sido testigo del surgimiento de acciones colectivas que han hecho del espacio virtual un ámbito ejecutivo de sus facultades expresivas y ciudadanas. En México destacan casos como #Internetnecesario, una acción gestada en las redes para protestar por el impuesto a las telecomunicaciones que pretendía imponer el Congreso mexicano. El grupo de ciudadanos que articuló esta red bajo el hashtag en Twitter y el grupo en Facebook #Internetnecesario consiguió ejercer la suficiente presión para lograr cuando menos que Internet no fuera considerado en el paquete fiscal del año 2010. Desde entonces, algunas acciones como la articulada por ciudadanos para demandar rendición de cuentas en el caso de la Guardería ABC consiguió el trazo de una ley sobre las estancias infantiles. Por su lado, el poeta Javier Sicilia utilizó la red para articular la marcha nacional en demanda de justicia para las víctimas de la violencia a causa de la estrategia contra el crimen organizado del gobierno del presidente Felipe Calderón. Como ya hemos señalado, el movimiento #YoSoy132 fue el primero en México con cariz visiblemente joven articulado desde las redes, logrando

 

68  

colocar en agenda temas no cubiertos por los medios convencionales de comunicación.12 Aunque de manera discreta, las redes digitales comienzan a establecerse como un contrapoder o alternativa a la opinión y la agenda pública que se articula a partir de los medios tradicionales, sobre todo de la televisión, no quisimos desaprovechar la oportunidad de conocer si los jóvenes participan en este tipo de acciones ciudadanas en el entorno virtual. De ese modo, con respecto a nuestro levantamiento in situ observamos que no todos los asistentes a la marcha del 10 de junio pertenecían al movimiento estudiantil de #YoSoy132; ya que sólo un 52,9% de este grupo admitió participar activamente en él, contra un 32,2% de los jóvenes analizados en línea. De modo general, los datos obtenidos nos llevan a afirmar que la participación ciudadana en el entorno virtual es aún muy pobre en la juventud conectada con estudios de educación superior; lo cual conlleva a matizar la hipótesis de que este perfil socio-demográfico es el más participativo en las redes. Contra lo que pudiera pensarse, un 33,5% de los encuestados en la marcha admitió no participar en ninguna iniciativa ciudadana en el ámbito virtual, lo cual también se refleja en el 48,6% de los estudiantes en línea. Otra de las actividades sobre la cual se cuestionó a los encuestados, tiene que ver con participar o formar parte de alguna campaña mediante plataformas de tipo electoral. En este caso, sólo un 8,8% de los encuestados in situ dijo que sí contra un 21,5% de los estudiados en línea. Con una tasa de concentración nada despreciable aparecen otro tipo de acciones contestatarias como Anonymous, en la cual un 16,2% de los interrogados in situ dijo participar, junto con un 11,9% de los jóvenes online.

                                                                                                                12

Para el presente estudio sólo se observó la génesis del movimiento #YoSoy132 desde su aparición, en el mes de mayo hasta el día de la elección presidencial, el 1 de julio de 2012.

 

69  

Algunas otras causas solidarias como Contingente MX, en pro de los derechos humanos, aparecen con tasas de involucramiento del 7,4% para jóvenes in situ y 2,8% para jóvenes online. Mientras Guardería ABC concentra un 11,85% en el primer grupo y 2,8% en el segundo. Finalmente, de los encuestados in situ el 5,9% y el 7,2% afirmaron participar en acciones de protección a redes de consumidores y otras acciones respectivamente, contra un 2,8% de jóvenes online.

Participación en circuitos virtuales % "Jóvenes in situ" Otros movimientos

2,8

% "Jóvenes online"

7,2 33,5

No Participa #YoSoy132

32,2

Anonymous

11,9 8,8

Plataforma electoral Contingente

2,8

Guardería ABC

2,8

Red Consumidor

48,6

52,9

16,2 21,5

7,4 11,8

5,9 4,5

La distribución de tasas de involucramiento y los niveles de ausencia de participación en canales virtuales nos sugieren que las redes sociales como espacios de convergencia política activa son aún de carácter tenue e incipiente. Lo anterior se complementa con lo discutido en otros apartados, en los cuales hemos logrado constatar mediante los datos reunidos que la utilización dichas plataformas digitales sigue primordialmente orientada hacia el entretenimiento y el consumo de información.

 

70  

5.4. Jóvenes y preferencias electorales Un último elemento a explorar y que consideramos es concomitante a las prácticas y hábitus que caracterizan la participación política de jóvenes como los analizados en este trabajo, tiene que ver con los atributos políticoelectorales enarbolados. Dado que la presente investigación se enmarca en el proceso electoral federal de 2012, procedimos a preguntar a los jóvenes acerca de sus preferencias partidistas y su orientación política. Entre los jóvenes estudiados in situ la preferencia se orientó por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 45,6%, contra 22,0% de los encuestados en línea. A su vez las simpatías por el Partido Acción Nacional entre el grupo en línea contó con una preferencia del 24,9% contra un 5,9% del primer levantamiento durante la marcha del #YoSoy132. En una elevada proporción, un 29,4% de los jóvenes in situ dijo no inclinarse por ningún partido, al igual que un 32,8% de los jóvenes online. De manera contrastante con los resultados electorales obtenidos en los comicios presidenciales, el 7,4% del bloque de encuestados in situ dijo simpatizar con el Partido Revolucionario Institucional; mientras que también así lo hizo el 6,2% de los jóvenes del levantamiento en línea. Sorpresivamente, y aunque con una muy baja proporción aparecen también los partidos "satélite" vinculados con los grandes institutos políticos. Por el Partido Nueva Alianza se pronunció 2,9% del levantamiento in situ, contra 0,6% de los encuestados en línea. Por el Partido del Trabajo (PT) lo hicieron el 4,1% y el 5,1% respectivamente, en tanto que por el Movimiento Ciudadano lo hizo el 2,0% y el 3,4%. Minoritariamente se identificó a un grupo de personas que no saben, de las cuales 1,5% corresponden al grupo in situ y 2,3% al conglomerado online. Y con respuestas omitidas 1,3% de jóvenes in situ y 2,8% en línea.

 

71  

Simpatía partidista % "Jóvenes in situ" No sabe No responde

1,5 2,3 1,3 2,8

2,0 3,4

MC

4,1 5,1

PT PANAL

,6

2,9

PRD PRI PAN Ninguno

% "Jóvenes online"

45,6

22,0 7,4 6,2 5,9

24,9 29,4

32,8

Al margen de la filiación partidaria, los porcentajes registran una mayor varianza al cuestionar por qué partido votarían el día de la elección. Un contundente 68,2% de los jóvenes encuestados en la marcha dijo que lo haría por el PRD en tanto, que de los encuestados en línea lo hizo un 51,4%. Por el PAN se pronunciaron 5,8% del primer grupo y 15,4% del segundo; y finalmente por el PRI, un 8,7% y un 5,5% respectivamente. En los márgenes con menor proporción están quienes votarían por Nueva Alianza, con sólo un 2,9% de los estudiantes in situ y el 1,1% de los online Y finalmente, las tasas de anulación y de indecisión; donde 8,7% del grupo de la marcha y el 9% de los conectados dijeron anular el sufragio, mientras el 4,3% del primero y el 5,1% de los segundos indicaron no saber por quién decidir.

 

72  

Partido por el que votarías % "Jóvenes in situ"

% "Jóvenes online"

PRD

51,4

PRI

8,7 5,6

Voto nulo

8,7 9,0 5,8

PAN No sabe

68,2

25,4

4,3 5,1

PANAL

2,9 1,1

No responde

1,4 2,3

En cuanto a las preferencias en torno a los candidatos AMLO obtuvo el respaldo del 71% de los jóvenes in situ contra 50,03% de los encuestados en línea. Por JVM el 7,2% in situ contra 26,0% en línea; EPN con 8,7% de los captados en la marcha y 5,6% de los encuestados online; y GQ con sólo 0% de los primeros y 4% de los segundos. Del mismo modo, un 7,2% de los jóvenes movilizados y un 9,6% de los captados en red respondieron que anularían su voto, en tanto 5,8% y 4,5% respectivamente se abstendrían. Si sumamos estos porcentajes tendríamos que un 14% y un 14,1% no tendría simpatía por ninguno y expresaría su rechazo mediante la anulación o la abstención.

 

73  

Candidato por el que votarías % "Jóvenes in situ" Anula

7,2 9,6

Enrique Peña Nieto

8,7 5,6 7,2

Josefina Vázquez Mota

% "Jóvenes online"

26,0

Andrés Manuel López Obrador Gabriel Quadri No acude a votar

50,3 ,0

71,0

4,0

5,8 4,5

Para los grupos estudiados el resultado de la elección presidencial no debió haber sido sorpresivo, ya que la percepción de quien ganaría la elección presidencial indicaba que 47,5% del conglomerado in situ y 49% del grupo en línea consideraban que EPN ganaría la presidencia. En torno a los otros candidatos, 34,3% y 29,9% respectivamente consideraron que AMLO ganaría, mientras que en el caso de JVM sólo hicieron lo propio el 2,9% y 3,4% respectivamente. Finalmente 2,9% del primer grupo contra 0% del segundo consideró que ganaría GQ; en tanto que 14,2% dijo no saber quién ganaría contra 17,5% del segundo grupo.

 

74  

Candidato que consideras ganará las elecciones de 2012 % "Jóvenes in situ"

% "Jóvenes online" 14,2 17,5

No sé

Gabriel Quadri

2,9 45,7 49,2

Enrique Peña Nieto Josefina Vázquez Mota

2,9 3,4

Andrés Manuel López Obrador

34,3 29,9

En términos ideológicos ambos grupos se caracterizaron por la prevalencia de una filiación de centro izquierda, con 29,6% de los jóvenes in situ y 27,1% de los encuestados en línea. Como posición de izquierda se identificó el 25,4% de los captados en la marcha y el 18,6% de los estudiados en red. Al centro del espectro político encontramos que ambos grupos concentran proporciones muy cercanas al 12%; mientras que los umbrales de derecha se pronuncian mayores diferencias. Así, las opciones de derecha y centro derecha aparecen con tan sólo un 2,8% de los jóvenes in situ, mientras que del lado de los jóvenes online se concentran el 16,4% y el 6,2% respectivamente. Los extremos de izquierda y derecha constituyen porcentajes minoritarios en ambos grupos, salvo por la fuerte proporción de jóvenes que en el levantamiento in situ afirmaron asumirse como parte de una izquierda más radical con un 8,4%.

 

75  

Un dato clave para el análisis está en notar que un 18,3% de los movilizados y un 16,9% de los conectados no tienen una ideología claramente identificada.

Ideología % "Jóvenes in situ" Extrema derecha

% "Jóvenes online"

,0 1,1

Derecha

2,8

Centro Derecha

2,8

6,2 16,4 12,7 12,4

Centro

29,6 27,1

Centro izquierda Izquierda Extrema izquierda

18,6 1,1

25,4

8,4 18,3 16,9

No lo tengo claro

De ese modo, cerramos una parte importante de nuestro análisis al complementar

la

visión

participativa

menos

convencional

con

la

caracterización que los jóvenes ostentan en el terreno político electoral. En sentido amplio, resulta notorio que pese al matiz ajeno con el cual se perciben a las instancias tradicionales del poder político, como son los partidos, los jóvenes analizados no se muestran del todo desprendidos ni desarraigados del ejercicio de votación. Más aún, todo pareciera indicar que, así como los contornos online y offline son difusos, también lo son los ámbitos contenciosos y electorales de la vida política.

 

76  

Consideraciones finales El trabajo de investigación, nos permitió caracterizar el modo en que se articulan diversos atributos, prácticas y condicionamientos de los jóvenes con respecto a su capacidad de expresión y prácticas político ciudadanas. Indudablemente, los jóvenes que conformaron nuestras muestras de estudio, se caracterizan por ser individuos relativamente privilegiados por su acceso a la educación y sus condiciones de posesión de recursos tecnológicos que potencian sus hábitos comunicativos. Si bien, no buscamos en ningún momento generalizar nuestros hallazgos al resto de los jóvenes, ni de la ciudad ni del país, encontramos que en nuestras muestras particulares de análisis, logramos sustraer una parte sutil del universo social de estudio en el cual las capacidades educativas, tecnológicas, culturales y sociales tienen implicaciones por demás relevantes para la articulación y concreción de expresiones de orden político. Aunque no estamos en condiciones de poder generar conclusiones que permitan establecer elementos teóricos de mayor profundidad y envergadura, lo cierto es que por el carácter más o menos privilegiado de nuestros sujetos de estudio, nuestras conclusiones cobran un sentido por demás relevante; pues si estos jóvenes se desenvuelven en condiciones políticas más o menos adversas, difícilmente podremos esperar una situación distinta en contextos mayormente trastocados por la desigualdad social y la violencia. Así, nos topamos con un pequeño conglomerado de la juventud, el cual pese a sus competencias digitales y su relativa inclusión educativa, carece de suficiente acoplamiento entre sus componentes de politización y sus atisbos de conectividad. Las muestras observadas nos permitieron constatar que la penetración digital y la presencia de una cultura convergente son elementos importantes en el favorecimiento de la participación y la libre expresión; aunque no por ello, se pueda sobredimensionar su importancia, ni mucho menos apuntar hacia una relación en la cual el enlazamiento tecnológico y en red sea causa suficiente y necesaria para el involucramiento cívico.

 

77  

Más allá de la ingenuidad que presupone la dicotomía causal conexiónparticipación, lo cierto es que la relativa ampliación de los espacios virtuales permite potenciar el aprovechamiento de las cualidades comunicativas y el forjamiento de nuevos hábitos de expresión política con alcances diferenciados y matices innovadores más o menos divergentes. La diversidad mostrada en este estudio en términos de grados de conectividad y niveles de equipamiento sugiere que los privilegios comunicativos y tecnológicos inciden en una mayor heterogeneidad de prácticas; aunque no por ello, se pueda caer en la candidez y tentación de asumir que la acción política online reeemplaza a la participación offline. Por el contrario, demostramos a partir de nuestra focalización en procesos diferenciados de involucramiento, que dos muestras estructuralmente similares

pero

sutilmente

distintas,

ejercen

hábitos

y

prácticas

de

involucramiento que pese a su intensidad asimétrica se caracterizan por un fuerte grado de complementariedad y, más aún, por una fuerte asociación entre arenas “reales” y “virtuales” a partir de las cuales se desenvuelve la expresión activa de su compromiso cívico como jóvenes. Tras la complementariedad de espacios online y offline, demostramos que subyace una heterogeneidad de pautas y canales de involucramiento que van desde acciones de tipo de conflicitvo y/o subversivo, hasta métodos de comunicación, difusión de información y creación de opinión pública en el terreno electoral. Así, observamos que entornos comunicacionales como las redes sociales resultan ser herramientas fundamentales para un cúmulo más o menos amplio de la juventud estudiada que se muestra proclive a participar; mientras para el resto de ellos, dichos entramados fungen sólo como espacios de circulación informacional y exposición a flujos de datos. En ese sentido, una cuestión que pudimos apreciar en el tratamiento de nuestra evidencia es la singular diferenciación que existe entre una proporción muy reducida de jóvenes que se comportan como agentes proactivos que influyen en el proceso de producción y creación de contenidos  

78  

informativos y un conglomerado más amplio que sólo asume un rol pasivo como simple consumidor de información. En buena medida, esa distinción operativa resulta consecuencia de otros esquemas de diferenciación en los cuales los jóvenes reportan grados disímbolos de politización que objetivamente se cristalizan en la separación entre ámbitos de carácter público y privado. Mientras una de nuestras muestras captada en plena movilización del #YoSoy132 se mostró generalmente escéptica frente al grado de credibilidad de las instituciones sociales de mayor envergadura, su contraparte comparativa online, se caracterizó por grados de confianza mucho más heterogéneos en los cuales la división entre público y privado se notaba mucho más palpable y nítida. Creemos que en aras de comprender mejor la complejidad que envuelve a los fenómenos participativos, dicho cuerpo de distinciones debe ser comprendido con mayor cabalidad, en la medida que algunas de nuestras hipótesis emergentes sugieren una relación importante entre el modo en que se asume y constituye el significado de lo público. De esa manera, parte de nuestros hallazgos nos permiten sugerir que en cuanto a asuntos de la vida pública se trata, los jóvenes participan como sugiere Dahlgren (2011) en sus propios términos, lo que interpretamos como aquellas prácticas que tienen lugar fuera del marco de instituciones tradicionales como los partidos políticos y agrupaciones políticas nacionales. Si bien, el saber que ciertos jóvenes se involucran al margen de ese tipo de instancias nos ayuda a conocer el cariz que adquiere la participación política de nuestros ciudadanos con menor edad Reconocemos que aún tenemos mucho que explicar por qué algunas instituciones adquieren un carácter marginal frente a la política de la juventud; cuáles ámbitos se muestran abiertos y cuáles resultan clausurados; qué distinciones operan a favor y en contra de una mayor inclusión política de los jóvenes; y sobre todo, qué modelo de sociedad se trasluce en la expresión del compromiso activo de nuestros sujetos juveniles.

 

79  

De momento, la evidencia recabada nos permite suponer que probablemente estamos ante una resignificación de la participación política ciudadana con rasgos distintivos frente a los esquemas prevalentes del pasado que nos lleva a matizar la percepción, sin suficiente fundamento, de que la juventud permanece al margen de actividades relevantes para la vida pública y para su propio desarrollo humano. Aunque la participación poítico ciudadana no es ni generalizada ni completamente trascendente, lo que aparece en juego es una forma muy particular

de

concebir

al

poder

público.

Mientras

sujetos

jóvenes

relativamente privilegiados, como los aquí estudiados, se muestran relativamente involucrados, otros con menos recursos y facilidades, carecen de oportunidades para ejercer sus facultades ciudadanas y de plenas garantías de reconocimiento en una sociedad que si desea ser democrática plenamente, debe tender a la igualdad y la reducción de las disparidades sociales. Paradójicamente, frente al entorno de transición participativa en el cual, se intuye un papel cada vez menos claro de los partidos políticos y otras instancias tradicionales, lo que contrasta es la prevalencia de circuitos básicos de socialización como la familia y la universidad, en la cual, se corrobora la importancia que los entornos formativos tienen como espacios promotores de la libertad de expresión, la configuración de capacidades y la articulación de relaciones sociales. Los espacios de convivencia temprana, como el hogar o la escuela, se suman a otros entornos ubicuos en red, como los entramados donde se percibe que existen menores restricciones para la libre expresión; donde se admite mayor franqueza comunicativa, y sobre todo donde se da una mayor inclusión sin distinción de carácter económico, cultural o ideológico. Si bien, esos espacios tácitos y esas redes difusas conforman el ámbito de compenetración entre sujetos jóvenes, habría que cuestionarse si a la “libertad” prevalente le corresponde una correlativa tolerancia y su expresión cultural de respeto a la diferencia y la otredad.

 

80  

Frente a esa espacialidad social tan inmediata y altamente correlacionada con la privacidad de los sujetos, resulta inevitable cuestionarse si otras arenas no figuran como resultado de su eventual clausura, su carácter cerrado y selectivo, o por la propia aversión de los jóvenes estudiados frente otros referentes de autoridad, otras maneras de convivencia o símbolos políticos de mayor tradición. Aunque con grados distintos de descrédito, nuestras muestras estudiadas dieron cuenta de un gran escepticismo hacia la comunidad informativa y periodística nacional. Como reflejo del denuesto de la construcción de opinión pública desde los medios masivos, las redes sociales adquirieron un sentido distintivo donde se evidenciaron dos caminos. Por un lado, la generación de esquemas alternativos de difusión de información; mientras por otro, se suscitaba la expresión masiva de una actitud crítica, pero cínica, frente a la falta de parcialidad mostrada por los medios, sobre todo, la televisión y sus portavoces en plena coyuntura electoral. Pese a la conciencia crítica que algunos actores como el #YoSoy132 mostraron frente al papel de los medios tradicionales, en específico la cadena de televisión Televisa, los datos obtenidos nos permitieron apreciar que la ruptura entre prácticas políticas tradicionales y otras novedosas, como las que se puedieran generar en la red, no se suscita del todo y, por el contrario, evidencia contradicciones que por momento parecen implantarse como parte del quehacer político ejercido por los jóvenes. Así, si bien en nuestros datos corroboramos que los jóvenes asumen que los medios tradicionales no fueron instancias confiables de comunicación durante la pasada elección, también mostramos que sólo una minoría optó por hacer de otros canales plataformas vigentes para poder favorecer el intercambio dinámico entre electores y candidatos. En ese sentido, suponemos que no se puede esperar que en un país en donde predomina la desconfianza hacia las autoridades, la red se convierta

 

81  

súbitamente en un conjunto de espacios articuladores de prácticas relevantes y significativas para la vida pública. Así, en modo general, encontramos que la convergencia entre expresiones políticas fuera y dentro de los entornos digitales guarda un estado con fronteras altamente difusas. Los jóvenes que estudiamos nos sirven para entender una parte muy pequeña de un universo poblacional, en el cual no se atestigua todavía un uso pleno de las facultades comunicativas que facilitan los medios digitales. En un escenario donde el hábitus político juvenil se encuentra fuertemente condicionado por la desconfianza y la percepción de libertades acotadas, los contornos digitales parecen insuficientes para poder garantizar una participación plena que incida en una interlocución adecuada, pertinente y trascendental entre nuestros jóvenes ciudadanos y las autoridades. Si bien, resulta esperanzador encontrar que más allá de los prejuicios la evidencia recopilada con rigor nos muestra a un sector de la juventud poco desinteresado y escasamente apático, lo cierto es que requerimos conocer de otros contextos y otros espacios de expresión en los cuales la participación política adquiere otros rostros, quizá más diversos, más adversos o menos visibles. No obstante, nuestra conclusión fundamental radica en reconocer que, pese al carácter acotado de la penetración digital y tecnológica en sólo una proporción reducida de la población nacional, encontramos rasgos de una incipiente interposición entre ámbitos de socialización y prefiguración del significado que adquiere el espacio público y el poder político. Los jóvenes que pudimos observar forman parte de un conglomerado más amplio y heterogéneo en el cual la tecnología ha dado lugar a efectos diferenciados. Para unos ha significado el acceso a un mundo nunca imaginado; mientras para otros simboliza una aspiración lejana como consecuencia de la desigualdad y las privaciones prevalecientes.

 

82  

Sin embargo, existe una posibilidad que independientemente de la heterogeneidad de condiciones juveniles parece permear de modo más o menos generalizado al quehacer político. Y es que ahí, donde las instituciones políticas se muestran todavía acotadas, la ubicuidad del mundo digital ofrece nuevas posibilidades. Si bien, ello no significa la ingenua solución al problema del desinterés y la participación limitada, si al menos debemos aceptar que tal y como pudimos constatar en esta investigación, los caminos potencialmente abiertos son muchos. Nuestros jóvenes enfrentan retos muy particulares en torno a su constitución como personas y agentes sociales; no obstante, la magnitud de esos retos resulta tan grande y significativa como las oportunidades mismas que revisten otros cambios en curso. En la medida en que los límites difusos entre los ámbitos online y offline sean aprovechados por los jóvenes que tienen acceso a ambos mundos, la política, su significado y sus alcances podrán ser radicalmente resignificados.

Fuentes consultadas #YoSoy132. (2012, 19 de septiembre). Presentación del Grupo de Democratización de los Medios de Comunicación. Animal Político. Recuperado

el

23

de

septiembre

de

2012,

de:

http://es.scribd.com/doc/106286630/Presentacion-del-Grupo-deDemocratizacion-de-los-Medios-de-Comunicacion #YoSoy132. (2012, 23 de mayo). “Yo soy 132”: Declaratoria y pliego petitorio. México: Animal Político. Recuperado el 25 de septiembre de 2012, de: http://www.animalpolitico.com/2012/05/declaratoria-y-pliego-petitoriode-yo-soy-132

 

83  

“131 alumnos de la Ibero responden" (2012, 14 de mayo). Catálogo en línea [Archivo de Video]. Recuperado el 15 de mayo de 2012, de: http://www.youtube.com/watch?v=mYMzdjibGv0 Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. (2012).

Anuarios

estadísticos

de

ANUIES,

edición

2011.

Recuperado de: http://www.anuies.mx/servicios/e_educacion/index2.php Asociación Mexicana de Internet. (2011). Hábitos de Internet. Recuperado el 14

de

mayo

de

2012,

de:

http://www.slideshare.net/poncho2009/amipci-hbitos-deinternet2011 Bennet, L. (2008). Changing citizenship in the digital age. En Bennet, W. L. (Ed.), Civic life online: learning how digital media can engage youth. Cambridge: Mc Arthur Foundation, MIT Press. Bennet, W. L. (2012). News. The politics of illusion. Nueva York: Pearson. Bijker, W. E., Hughes,T. & Pinch,T. (1998). The social construction of technological systems. New directions in the Sociology and History of Technology. USA: MIT Press. Bimber, B. ( 2003). Information and American Democracy. Technology in the evolution of political power. Nueva York :Cambridge University Press Bourdieu, P. (2000). La Distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus Boyd, D. (2011). Social Networks sites as networked publics. Affordances, Dynamics, and Implications. En Papacharissi, Z. (ed). A Networked self. Identity, Community, and Culture on Social Networks Sites. New York: Routledge. Braun, M. (2009). Online survey response rates and times: background and guidance for industry. Super Survey, solutions by Ipathia. Recuperado el

 

2

de

junio

de

2012,

de:

84  

http://www.supersurvey.com/papers/supersurvey_white_paper_respon se_rates.pdf Cassany, D & Ayala, G.(2008). Nativos e inmigrantes digitales en la escuela. Barcelona: Universidad Pompeu Fabra Castells, M. (2009) Communication Power. Oxford: Oxford University Press. Coleman, S. & Blumer, J. (2009). The Internet and Democratic Citizenship. Theory, Practice and Policy. Cambridge: Cambridge University Press. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. ( 2011) . Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales 2010. Recuperado el 23 de septiembre

de

2012,

de:

http://www.conaculta.gob.mx/encuesta_nacional.php Dahl, R. (1992). La democracia y sus críticos. Barcelona: Paidós. Dahlberg, L. (2001). The Internet and democratic discourse: exploring the prospects of online deliberative forums extending the public sphere. Information, communication and society, 4(4), 615-633. Dahlgren, P. (2011). Los medios en la red y la cultura cívica. Revista Telos. Recuperado

el

18

de

agosto

de

2012,

de:

http://sociedadinformacion.fundacion.telefonica.com/url-direct/pdfgenerator?tipoContenido=articuloTelos&idContenido=2011102408520 001&idioma=es Deutskens, E.; De Ruyter, K.; Wetzels, M. & Oosterveld, P. (2004). Response rate quality of internet based survey: an experimental study. Marketing Letters, 15(1). Kluwer Academic Publishers. Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática. (2011). Encuesta en Hogares sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de Información y Comunicación 2011. México: INEGI. García Canclini, N. (2012). De la cultura post industrial a las estrategias de los jóvenes. En García, N.; Urteaga, M. & Cruces, F. (Coord.).

 

85  

Jóvenes, Culturas Urbanas y Redes Digitales. España: Ariel y Fundación Telefónica. Hindman, M. (2009). The Myth of the digital democracy. Nueva Jersey: Princeton University Press. Hine, C. (2005). Etnografía Virtual. Barcelona: UOC Huntington,S. P. & Nelson, J. M. (1976). No Easy Choice: Political Participation in Developing Countries. Boston: Harvard University Press. Encuesta Nacional de la Juventud 2010 (18 de noviembre de 2011) Instituto Nacional de la Juventud Recuperado el 23 de septiembre de 2012, de: http://www.imjuventud.gob.mx/imgs/uploads/Encuesta_Nacional_de_J uventud_2010_-_Resultados_Generales_18nov11.pdf Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática. (2010). Resultados del

Censo

Nacional

de

Población.

México:

INEGI. Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática. (2011). México un país

de

Jóvenes.

Informativo

Oportuno,

1.

Recuperado

de:

http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/contenidos/Ar ticulos/sociodemograficas/mexico-jovenes.pdf Instituto Federal Electoral. (2012). Estadísticas. Lista Nominal y Padrón Electoral.

Recuperado

el

22

de

julio

de

2012,

de:

http://www.ife.org.mx/portal/site/ifev2/Estadisticas_Lista_Nominal_y_P adron_Electoral/ Jenkins, H. (2009). Confronting the challenges of Participatory Culture. Media Education

for

the

21st

Century.

Cambridge:

The

MacArthur

Foundation, MIT Press. Jenkins, H. & Thorburn, D. (2003). Democracy and new media. Boston: MIT Press.

 

86  

MacKinnon, R. (2012). Consent of the networked. The world struggle for Internet freedom. Estados Unidos de América: Basic Books. Latinobarómetro América Latina 2011. Recuperado el 11 de mayo de 2012 de http://www.latinobarometro.org/latino/latinobarometro.jsp Marcussen, C. (2001). Response rates in internet surveys, IIR Conferences. Amsterdam: Research Center of Bornholm. Melucci, A. (2000). Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. México: El Colegio de México Meneses, M. E. (2012). “Esfera Pública Alterna. ¿Qué papel juegan las redes sociales

en

el

proceso

electoral?”

en

Revista

Mexicana

de

Comunicación, Número 130. Abril-Junio de 2012. Meneses, M.E & Bañuelos, J. (2009). Elecciones e Internet en México. La oportunidad postergada. México: Instituto Electoral del Estado de México. Meneses, M.E. (2012). Los jóvenes indignados mexicanos ya levantaron la voz. CNN México. Recuperado el 22 de mayo de 2012, de: http://mexico.cnn.com/opinion/2012/05/22/opinion-los-jovenesindignados-mexicanos-ya-levantaron-la-voz Norris, P, (2000). A virtuous circle. Political Communications in Postindustrial Societies. Cambridge: Cambridge University Press. Norris, P. (2002). Democratic Phoenix, reinventing political activism. Nueva York: Cambridge University Press. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. (2010). Perspectivas

OCDE,

reformas

para

el

cambio.

México:

OCDE. Recuperado de: http://www.oecd.org/mexico/49363879.pdf Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. (2012). “Who participates in education?” en Education at Glance 2012. Francia: OECD Library.

 

87  

Ortega, E. (2012). Aprendices, emprendedores y empresarios. García Canclini, N., Urteaga, M y Cruces, F. (Coord.), Jóvenes, Culturas Urbanas y Redes Digitales. Barcelona: Ariel y Fundación Telefónica. Papacharassi, Z. (2009). Journalism and citizenship. New agendas in communication. Chicago: Routledge. Papacharissi, Z .(2010). A Private Sphere. Democracy in the Digital Age. Malden MA: Polity Press. Putnam, R. (2009). Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community. Nueva York: Simon and Shuster. Reguillo, R., (coord.). (2010). Los jóvenes en México. México: FCE y Conaculta. Shudson, M. (1998). Changing Concepts of democracy. MIT Communications Forum. Recuperado 2 de mayo de 2012, de: http://web.mit.edu/commforum/papers/schudson.html Socialbakers. (2012). Mexico Facebook Statistics. Recuperado el 24 de marzo

de

2012,

de:

http://www.socialbakers.com/facebook-

statistics/mexico Trejo, R y Vega, A. (coord.). (2011). Diversidad y calidad para los medios de comunicación. Diagnósticos y propuestas. Una Agenda ciudadana. México: AMEDI, LXI Legislatura. Trejo, R. (2011). Televisión: de mala calidad y en pocas manos. AMEDI. Panorama de la Comunicación en México 2011. Desafíos para la calidad y la diversidad. México: Amedi, LXI Legislatura. Urteaga, M. (2012). De jóvenes contemporáneos: Trendys, Emprendedores y Empresarios Culturales. García Canclini, N., Urteaga, M & Cruces, F. (Coord.), Jóvenes, Culturas Urbanas y Redes Digitales. Barcelona: Ariel y Fundación Telefónica.

 

88  

Verba, S.; Schlozman, K. L. & Brady, H. (1995). Voice and Equality: Civic Voluntarism in American Politics. Cambridge: Cambridge University Press. Verba, S. & Nie, N. H. (1972). Participation in America. Nueva York: Harper & Row. Verba. S., Nie. N., & Kim. J. (1987). Participation and political equality. Chicago: University of Chicago Press. Wilhelm, A. (2000). Democracy in the Digital Age. Challenges to political life in Cyberspace. Chicago: Routledge.

 

89