Rivas, Ana I. Cap. II del Libro Territorios y Lugaes. Entre las fincas y la ciudad Lules en Tucumán. (Giarracca, Norma Coordinadora. Editorial La Colmena, 2003.
LA FORMACIÓN DEL ESPACIO AGRARIO: inmigración, trabajo familiar y producción hortícola 1. Siglo XIX y XX: la llegada de italianos a Lules Considerar la conformación de la estructura productiva y social de Lules implica acercarse al análisis de la gran corriente inmigratoria que, en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX fue asentándose y modelando gran parte de los espacios urbanos y comarcas rurales del territorio tucumano. En este sentido intentamos en este capítulo examinar algunos sucesos poblacionales y también económicos acontecidos en Lules, con el propósito de conocer aquellos elementos que fueron marcando la configuración de su espacio agrario y la sociedad en su conjunto. A mediados del siglo XIX, el actual municipio de Lules integraba, desde el punto de vista administrativo el Segundo Distrito del Departamento Familla y, según Granillo (1947) este paraje representaba una próspera villa agrícola que “adelantaba rápidamente y, ostentaba una linda iglesia y buenos edificios alrededor de su plaza; también tenía abundantes y hermosas quintas y muchos establecimientos de caña de azúcar” (Granillo, 1947:77). Asimismo, otro elemento favorable para su progreso fue el hecho de formar parte de la posta que unía el territorio tucumano con Catamarca y Córdoba y, más tarde, ya a fines de siglo, la extensión de las líneas férreas sobre le piedemonte tucumano1 le permitió a Lules participar del comercio provincial y perfilarse como un pueblo altamente progresivo (Correa, 1925). Al igual que otras villas y pueblos del interior del país, esta comarca ha sido partícipe de los flujos de la gran inmigración de ultramar manifestada en estos tiempos sobre el territorio nacional. Si bien en Tucumán el volumen de extranjeros ingresados fue minoritario2 en comparación con los volúmenes registrados en el Litoral y Centro del país, esta minoría ha mostrado amplia participación en el desarrollo económico y cultural del territorio tucumano (cfr. Ortiz de D’Arterio, 1989; Ortiz de D’Arterio y Marranzino, 1992; Bolognini, 1982; Curia de Villecco y Bolognini, 1991). Asimismo, un rasgo relevante de esta corriente inmigratoria fue la destacada participación cuantitativa que tuvo la nacionalidad italiana dentro del conjunto poblacional movilizado. Tal como lo indica Ortiz de D’Arterio, en el período 19061914 se produjo el ingreso masivo de inmigrantes en el territorio tucumano, prevaleciendo dentro del grupo de extranjeros la nacionalidad italiana3 y española. En este contexto el territorio luleño acogió un volumen significativo de italianos. Así, al considerar la distribución de éstos en el territorio provincial advertimos que la ciudad de San Miguel de Tucumán fue el núcleo de atracción prioritario, pues en 19104, sobre un total aproximado de 6.500 italianos residentes en la provincia, ella concentraba el 54%, mientras que el resto (46 %) se distribuía en los centros urbanos del interior y en sus respectivas áreas de campaña. Salvando esta gran concentración, observados también que el Segundo 1
En 1888 se inauguró la línea conocida como Noroeste Argentino, “enteramente provincial y recorría la falda de las sierras y las principales poblaciones del sur” (Correa, 1925:123). 2 Considerando los dos primeros Censos Nacionales de Población, es decir 1895 y 1914, se advierte que Tucumán del conjunto de extranjeros radicados en el país, sólo concentró 0,16% y 1,45% respectivamente,. 3 Considerando el censo de nacional de 1895, esta nacionalidad representaba el 31% del total de extranjeros residentes en Tucumán. 4 Los Anuarios Estadísticos de la Provincia de Tucumán cubren una serie temporal que abarca más de 40 años, sin embargo, el del año 1910 es el único que consigna registros de los extranjeros según nacionalidad y localidad de asentamiento.
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Distrito del Departamento Famaillá constituyó un importante centro receptor de esta nacionalidad, pues agrupó para esa misma fecha el 29% de los italianos residentes en la provincia y el 67% de los localizados en el interior (Cuadro 1). Cuadro 1
Lugar de residencia Departamento Capital
Provincia de Tucumán: distribución de los italianos residentes en 1910 Cantidad de italianos 3.711
Resto de la provincia
2.786
Segundo Distrito del Departamento Famaillá ( Lules)
Total Provincial
6.497
Villa de Lules y su área de campaña -
1.876 1.172
Fuente: Anuario Estadístico de la Provincia de Tucumán, 1910. Elaboración: Ana I. Rivas.
Otro hecho llamativo que se desprende del cuadro anterior es que dentro del Distrito, la Villa de San Isidro de Lules y su área rural circundante ubicó el 42% de los inmigrantes italianos de toda la jurisdicción. Además, sobre el conjunto de extranjeros residentes la nacionalidad italiana aparece como la más destacada, pues representaba más del 70% (Anuario Estadístico, 1910).
Características del proceso inmigratorio en Lules
Referirse al proceso migratorio implica considerar el movimiento que realizan los migrantes en el espacio involucrándose en este desplazamiento vínculos entre las áreas de origen y destino. Este traslado lleva implícito el despliegue de numerosas redes sociales entre la población involucrada. Los relatos de los hijos de los primeros colonos nos permitió determinar que los ingresos de mayor consideración en la Villa de Lules se han generado en el periodo 1900-1911. Sin duda las dos contiendas mundiales han sido factores importantes que han generado cierta discontinuidad de los flujos en la zona, pero años posteriores a la segunda guerra Mundial, particularmente entre los años 1947 y 1950, se produjo un ingreso de un grupo minoritario de familias que provenían de la Comuna de Floridia (Sicilia). Por otra parte, con el análisis de las entrevistas realizadas y los datos extraídos de las actas matrimoniales del Registro Civil (R.C.)5 pudimos determinar con mayor detalle la procedencia de la población italiana. El mayor aporte lo ha proporcionado la Italia insular; pues según la muestra del R.C., los sicilianos representaban el 45% del total residente, le seguía el grupo de la región de Sardegna, Campania y Calabria con el 13%, 11% y 10% respectivamente. Además, dentro de Sicilia la provincia de Siracusa, junto con la comuna de Floridia, aparece como principales centros expulsores. En líneas generales se trató principalmente de una migración de agricultores, jornaleros y trabajadores rurales procedentes del “deprimido“ espacio agrario del Mezzogiorno, donde la indigencia, el atraso, el elevado números de analfabetos y los bajos ingresos de los habitantes constituían los caracteres de la crítica situación socioeconómica de esta región (Cacopardo y Moreno, 1985:43-47ª y Klein, 1981:10). 5
Se han analizados las actas matrimoniales de los extranjeros durante el período comprendido entre 1895 y 1930 asentadas en el Registro Civil del Segundo Distrito del Departamento Famaillá. De las mismas se extrajo una muestra de 143 casos que incluyen contrayentes italianos con residencia en la zona de Lules.
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Numerosa bibliografía referida al estudio de la emigración italiana explica el significativo peso que han ejercido las fuerzas sociales y las redes informales en el movimiento masivo de la población (cfr Sturino, 1988). Para el caso de Lules, en líneas generales los flujos no han mostrado un patrón de residencia rígido, pues se han detectado una diversidad de situaciones; sin embargo, en líneas generales, los vínculos entre la comunidad de origen y la de destino han permanecido reforzadas durante el proceso migratorio por la cadena de llamada6. Efectivamente, mediante cartas de llamadas, envíos de remesas e intercambios de información entre los migrantes con la comunidad de origen, se reforzaron los lazos de parentesco y amistad entre ellos y al mismo tiempo la migración fue retroalimentando el movimiento y haciéndolo cada vez más selectivo, en término socioeconómico, y representativo de determinadas localidades de Italia. Así, lo demuestra el elevado número de floridianos que Lules recibió durante el proceso migratorio, pues éstos constituían, según la muestra el RC, el 88 % del grupo arribado desde la Provincia de Siracusa. “Mi papá vino allá por el 1911, vino directamente a Lules porque aquí estaba, desde hacía 4 años antes, una hermana de mi mamá. Era la madre de Carmelo Giarratana. Mi papá ya estaba casado en Italia, mi mamá quedó allá y después de 10 años vino ella. Ellos eran de Floridia, provincia de Siracusa. Allá ellos tenían casa, tierra, todo... pero ella no quería venirse primero porque tenían su familia ahí. Vino después de 10 años porque empezó la guerra. La mayoría de los que estaban aquí eran de ese pueblo: los Boscos, Alicata, Brancato, Mangiafico y otros más...” (Antonia P.).
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Según Sturino (1988) la cadena migratoria se define como “el movimiento por el cual los migrantes futuros, toman conocimientos de las oportunidades laborales existentes, reciben los medios para trasladarse y resuelven su alojamiento y su empleo inicial, por medio de sus relaciones sociales primarias con migrantes anteriores” (John Mac’Donald citado por Sturino, 1988:6). De esta manera, se pudo detectar 4 tipos de movilidad realizadas por los inmigrantes italianos y que en líneas generales parece haber sido guiada por una cadena de llamada. En el siguiente cuadro se sintetiza los posibles patrones de movilidad y residencia: TIPO DE MOVILIDAD CARACTERÍSTICAS Indirecta Salida de Italia e ingreso a la Argentina con escala previa en otro país, generalmente se trató de Brasil y han pasando por otras provincias argentinas antes de llegar a Lules. Indirecta Salida desde Italia con destino a la Argentina y mantuvo residencia previa en otra provincia antes de llegar a Lules. Salida desde Italia y desde el puerto de Bs. As. se hizo el ingreso directo hacia Lules. En este caso aparecen dos mecanismo que guiaron esta movilidad: Directa 1.- la cadena de llamada (fliar, amigo), 2.- la existencia de los “padroni” (agentes laborales) instalados en el puerto y que ofrecían traslado directo hacia Lules con una segura inserción laboral. Directa e indirecta Salida desde Italia con llegada al puerto de Bs. As. y desde aquí se desplazaron hacia Tucumán, donde han mantenido residencia transitoria en pueblos cercanos a la ciudad capital antes de ingresar a Lules. Fuente: Entrevistas semiestructuradas. Elaboración Ana I. Rivas.
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““Mi papá ha venido por allá del 191, cuando tenía creo 25 años. Todos sus hijos han nacido en Argentina y al llegar al puerto de Buenos Aire pasó directamente a Lules porque al parecer ya se había anoticiado en su pueblo que aquí había muchos italianos. Él era de Sicilia de un pueblo llamado Floridia...Mi padre tenía un solo hermano que se quedó allá, pero logró mandar a su sobrino, Camilo que vino en el 47, era la segunda camada que llegó. En esa época Perón los hizo traer para poblar con pasaje barato. El padre de Pepe Torre, era cuñado de mi padre y le ayudó a hacer los trámites para que don Camilo venga” (Cayetano B.) Siguiendo con el contingente de floridianos, se pudo comprobar que a fines de la década del ’40 se generó otra expulsión desde esta comunidad, de la que Lules ha recibido aproximadamente 20 familias procedentes exclusivamente desde Florida. De manera detallada nos relata el proceso Don Giodormo, quien llegó en enero de 1948: Mi tio Sebastián Latina ha vendio en el año 1909, junto con mi tia Pina, cuyo marido estaba ya aquí, él ha venio en el año 1904 y a mandao a llamar a su hermano y a la señora. Después de eso ha veni,o en el año 191,1 otro tio mio y después de eso en el año 25 ha venio otro tio más, que vendría a ser padrino mio. Mi hermano que era chico, mi tio lo trae como tutore, porque mi hermano solo no podía viajar y siempre fue con acto de llamada, no de contrabando!. Entonces en el año 28, mi tio que era padrino mio, se vuelve a Italia de nuevo y mi hermano a quedao ahí, en la Quebrada y después ha venido la Segunda Guerra Mundial, y en el año 30 mi hermano a querido que yo venga a la Argentina pero en aquel tiempo la Argentina estaba peor que ahora!, porque se decía que los italianos que llegaban aquí y los otros extranjeros (polacos, españoles de todo), trabajaban por la comida porque otra cosa no había. Entonces mi viejo dice ¡no!, “demasiao he perdido un hijo para perder a otro” y no me quiso mandar, yo tenia 12 años en ese tiempo... Empieza la Segunda Guerra Mundial y yo he estao en el frente y cuando ha sido que han declarao el armisticio, el mismo comandante donde estábamos nosotros nos dice que el que se quería ir a la casa que lo haga y yo me vine a casa. Y después llegó una carta de mi hermano que estaba en la Argentina; primo de eso yo pido una solicitud para viajar hacia Argentina al gobierno de Perón, pero yo fui al cine y vi una película sobre el Chaco y eso no me gustó y dije es mejor la Guerra que estar en ese mismo Chaco!; entonces me fui a la casa de un señore llamado Signorelli y le digo “mire Don Salvador deme, deme la solicitud” y él me dijo ¡cómo! ¿te arrepentiste?, y yo le dij:e ¡¡no!!, ¡no voy!!...En ese momento llegó una carta de mi hermano y ha mandao una foto de elle y en esa foto él parecía como el hijo de Perón!!, con botas trenzadas, con bombacha.....y ¡a la gran siete digo!, ¡cómo es posible que si yo soy, tengo, ¡no digo inteligencia más que él, pero la misma sangre!, porque él tiene que estar tan bien y yo tengo que estar aquí ahora, porque después de la guerra estábamos tristes, y yo escribo una carta y le hago decir que si “ vos me asi el acto de llamada yo me vengo a la Argentina”... y ha pasao como 15 días y me dice mirá: “sin decirle nada al viejo, ni a la vieja ni a nadie, vos vas a venir junto con tu hermano”...eso fue en el año ’48 y hemos venio los dos juntos y yo dejé a mi señora con mis dos chicos. El viaje duró 16 días desde Génova hasta Buenos Aires y de ahí en tren hasta Lules...después de dos años vino mi esposa con los chicos y todo nos costó a nosotros, hemo vendido todo lo que teníamos allá y con todos los papeles escritos...” (Giodormo, L.) De esta manera, como indica Massey et al (1993), cada acto de migración fue creando la estructura social para mantenerlo y los flujos desde Siracusa y, particularmente desde Floridia, fueron creando una significativa red migratoria a tal punto de convertir a Lules en un importante centro receptor.
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2. El espacio agrario: la actividad azucarera y la producción hortícola Un rasgo significativo de la economía tucumana, hacia fines de la década de 1870, fue el desarrollo y consolidación de la producción azucarera. En efecto, entre fines del XIX y principios del XX, el espacio agrario provincial se propagaba bajo el dominio de la producción de caña de azúcar y de su creciente articulación con la fase industrial: el Ingenio azucarero (cfr. Bolsi y Pucci, 1997; Pucci, 1991 y Bravo, 1999). Desde sus inicios la producción cañera ha mostrado su expansión y dominio dentro del área central de la llanura tucumana y también en el área pedemontana y allí, el territorio luleño no escapó a las fuerzas económicas y sociales que la actividad azucarera imprimía en el espacio rural provincial. Efectivamente, en la última década del siglo XIX, mientras la provincia, desde el punto de vista agrícola, mostraba un marcado carácter monoproductor sustentado en la caña de azúcar, el ámbito rural luleño presentaba un perfil agrícola también sostenido por este cultivo, pero al mismo tiempo diversificado con la producción de legumbres, hortalizas y frutales (Correa, 1925 y Bravo, 1999:237-238). Con respecto a la producción azucarera en la zona, Granillo (1947) en su obra referida a la provincia de Tucumán señala la existencia de 4 terratenientes cañeros7: -
“La sociedad Posse e hijos en La Reducción con 30 cuadras de caña, Miguel Padilla en Lules con 30 cuadras de caña8, Leoncio Herrera en la quebrada con 6 cuadras de caña y el de Pedro Márquez, en el mismo lugar con 8 cuadras de caña...” (Granillo, 1947:11-114).
Si bien no se pueden conocer detalles del funcionamiento de estas explotaciones, queda indicado por el autor, que estos productores reunían también bajo su misma unidad de explotación la producción de azúcar, puesto que ellos disponían de trapiches. Sin embargo, como consecuencia del proceso de modernización9, iniciado con el ingreso de la red ferroviaria hacia la provincia en 1876, los agricultores-fabricantes no pudieron hacer frente a las inversiones que demandaba tal proceso y sólo quedaron centrados en la fase agrícola (Pucci, 1989)10. Así, en este contexto agroindustrial en transformación, de los terratenientes indicados por Granillo (1947), sólo dos ingresaron a la etapa moderna, mientras que los cañeros independientes, quedaron coexistiendo junto a otros productores nativos que diversificaban su producción con cultivos tropicales: frutales, legumbres, etc. (Correa, 1925 y Eta. 98/2000). Fueron las familias Padilla y Posse las que ingresaron a “la etapa industrial moderna” fundando dos ingenios: Mercedes e Ingenio La Reducción respectivamente; a 7
Las descripciones de la época resaltan las bondades de estas tierras y las características de su espacio. Siguiendo los relatos de Granillo (1947), durante el período 1858-1875, cuando la industria azucarera estaba en su apogeo, entre los ingenios existentes en la provincia figuraba el de "... Pedro Márquez en la Quebrada con 6 cuadras de caña de azúcar y un trapiche de madera". De esta manera la zona, reconocida ya como "La Quebrada", comenzó a formar parte de la extensa área cañera que paulatinamente se configuraba en Tucumán ofreciendo ocupación ventajosa a un número considerable de brazos, y generando la fortuna de muchas familias...". Asimismo, agregaba que fue considerable la existencia de otros productos "... inexplorados, como el cacao y café... en la Quebrada de Lules" que no llegaron a progresar (Granillo, 1947) . 8 Una cuadra equivale a 85,9 metros y una cuadra cuadrada representaba 7.378,81 m″. 9 Diversos fueron los elementos que contribuyeron a la modernización fabril; por un lado, estaban los cambios tecnológicos: el reemplazo, en algunos ingenios, del trapiche de madera por el de hierro y el empleo de la fuerza hidráulica y de vapor; por otro, la reducción de los fletes ferroviarios que favoreció la importación de maquinaria y, las facilidades crediticias estatales y privadas a las que accedían los productores (Bolsi y Pucci, 1997; Pucci, 1991 y Bravo, 1999). 10 Esta situación la describe claramente Pucci (1989) al analizar el sector cañero y particularmente el surgimiento, ente 1880 y 1920, del cañero independiente en Tucumán.
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ellos se les uniría también el Ingenio Lules, en manos de la familia Hileret. En el siguiente cuadro se presenta una breve reseña histórica de las fábricas azucareras instaladas: Cuadro 3 Lules: Reseña Histórica de los Ingenios Azucareros existentes en Lules. Ingenio de La Reducción: Lo fundó en 1852 don Vicente Posse. Fue uno de los más antiguos y el primero en tener trapiche de hierro movido por agua. En 1870 figuraba como Sociedad Posse e hijos y en 1881 sólo como Emidio Posse (hijo de Vicente). En 1893 era propiedad del español Matías Salazar, luego figurará como propietaria la firma Salazar-Leudesdorf, la que más tarde entra en concurso de acreedores y finalmente quiebra en 1899, siendo ésta la fecha de su última zafra (Schleh, 1944). Ingenio Lules: Este ingenio lo fundó Clodomiro Hileret (Francés) y lo instala en sociedad con Juan B. Dermit en 1879; en 1881 se disuelve la sociedad y queda Hileret frente de la actividad industrial. Este establecimiento funcionó hasta 1899 (Schleh, 1944). Ingenio Mercedes. Su historia según Páez de la Torre (1990): Su origen está en relación con la presencia de la familia Padilla en Lules. El nombre del establecimiento fabril fue en honor a la Virgen de La Merced y por la esposa de Isaías Padilla, quien se llamaba Mercedes Avila”. Don Miguel Manuel Padilla, aproximadamente en 1840 arrienda las tierras con caña de la zona de Lules a sus hijos Isaías y José. 1.- Por contrato privado del 10 de diciembre de 1868 se forma la primera Sociedad Padilla hermanos donde se deja constancia que durará la sociedad 5 años desde el 1 de enero de 1869, porque en esa fecha culminaba el contrato de arrendamiento que tenían con su padre. Responsables de esta sociedad son José e Isaías. En ese momento la fábrica se la denominaba simplemente como “El Establecimiento”. 2.- En 1876 con la llegada del ferrocarril se moderniza y se funda oficialmente con el nombre de “Mercedes”. Durante esos años la sociedad había prorrogado su vigencia y habían comprado más tierras. Además, el establecimiento y sus tierras disponía de una línea ferroviaria. 3.- 1901 la Sociedad se transformó en una Sociedad Comandita por Acciones; ésta se liquidó en 1906 para convertirse en Sociedad Anónima “Compañía Azucarera Padilla Hermanos”. 4.- El 30 de abril de 1931 la compañía salió de manos de los Padilla al transformarse en Compañía Azucarera Mercedes S.A., conformada aparentemente por sus acreedores. En esta década explotaba casi 15.000 ha. Su mayor molienda fue en 1925 y su producción en 1927. Poseía cañaverales en Monte Grande, San Rafael, San Gabriel, La Montañita, Yerba Huasi, Las Talas, El Tarco, las fincas de Arcadia, Manchalá, las Tipas y Río Colorado. Es decir que, ha comienzos del siglo XX este Ingenio había extendido sus cañaverales por gran parte del centro, sur, oeste y este del actual departamento Lules. 5.- Desde 1960 el ingenio ya no pudo mantenerse ni enfrentar la crisis del azúcar y en 1967 cerró dejando a 1.700 obreros sin trabajo”.
Evidentemente, del cuadro precedente se infiere que la evolución industrial en Lules se ha desenvuelto dentro de un marco de inestabilidad, pues del conjunto fabril existente en la zona, sólo la Compañía Azucarera Mercedes mantuvo su actividad hasta mediados del siglo
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XX, mientras que el resto paraliza su funcionamiento a fines del siglo XIX. Esta situación, en gran medida responde a las fluctuaciones y periódicas crisis que el conjunto de la actividad azucarera fue enfrentando desde la última década del siglo XIX y cuyas causas se asientan en la estructura de la actividad misma (factores ecológicos para el cultivo, ineficiencia del minifundio, una aguda división de intereses económicos entre industriales y cañeros, etc.) y de un mercado interno limitado y poco sistematizado (Pucci, 1991:14). No obstante, la producción azucarera mostraba ya su condición de epicentro de la economía regional (Noroeste Argentino) y así, el área cañera tucumana demandaba fuerza de trabajo y se convertía en “...núcleo receptor de intensas corrientes inmigratorias intraregionales, particularmente de sus provincias vecinas: Catamarca y Santiago del Estero...” (Campi, 1993:52). Si bien la mano de obra extranjera parecía no lograr su total adaptación e inserción en esta actividad (Campi, 1993), de ningún modo significó que los extranjeros no participaran de la actividad azucarera. En efecto, varios ingenios tucumanos se fundaron con capitales de familias extranjeras (Ortiz de D’Arterio, 1989) y los grupos de inmigrantes europeos asentados en Lules, en primer instancia, se han visto atraídas hacia este mercado laboral, principalmente para la fase agrícola (Denis, 1999). 2.1 Terratenientes cañeros y emergencia de los horticultores italianos Entre la última década del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, Lules presentaba un escenario agrario propicio para la inserción laboral de los extranjeros. En efecto, la debilitada estructura agraria cañera vigente, la disponibilidad de tierras para el desarrollo agrícola y el despliegue, por parte de los italianos, de prácticas productivas y culturales propias de la zona mediterránea, han contribuido al proceso de radicación y participación de estos colonos en el espacio rural luleño. No hay duda de que esta población tuvo una relevante participación en las actividades agrícolas ya sea como productores o jornaleros, pues así lo expresan las profesiones que ellos declararon en las Actas del RC. De la muestra analizada, se infiere que las profesiones más representativas son las referidas a producción agrícola, donde el 80% manifestaban desempeñarse como horticultores, mientras que las profesiones terciarias e independientes eran minoría (comerciantes, peluqueros, albañiles, zapateros, etc.). Gráfico 1 Lules: profesiones de los inmigrantes italianos (1895-1930)
Otras 24%
Agricultores 44%
Comerciante s 18% Jornaleros 14% Fuente: Actas Matrimoniales del Registro Civil de Lules: muestra de 247 personas. Elaboración: Ana I. Rivas.
No hay duda que la emergencia de los italianos como horticultores en Lules se relaciona con 7
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la producción de caña de azúcar y tal pertinencia se advierte de dos maneras: por un lado, a través del mercado laboral que ésta demandaba y por otro, con el debilitamiento que las pequeñas y medianas explotaciones cañeras venían mostrando dentro de la estructura agraria (Pucci, 1991). Si bien en líneas generales, como ya antes se indicó, la demanda de mano de obra cañera se cubría con las migraciones de criollos procedentes de las provincias vecinas, porque los extranjeros no lograban adaptarse a las labores propias de este cultivo (Campi, 1999 ), para el área cañera luleña los testimonios locales señalan la participación de italianos en esta actividad, particularmente como jornaleros en las cosechas de Lules y en la de sus alrededores11 (Eta. 98/2000). Al respecto, las descripciones de Denis sobre la mano de obra en la caña contribuyen a reforzar tales afirmaciones al indicar que en los campos tucumanos podría encontrarse “un cierto números de españoles y algunos italianos dedicados a la labranza y aporque de los surcos. Duplicando o triplicando el esfuerzo cotidiano - el pago era a destajo - muchos de ellos obtuvieron buenos ingresos, realizaron ahorros y compraron tierras, convirtiéndose en horticultores independientes, mientras que los criollos quedaron incorporados definitivamente a la industria azucarera...” (Denis, 1992:20). Por otra parte, los entrevistados indicaron también que un familiar eventualmente complementaba sus ingresos de las tareas agrícolas con la participación laboral en las obras de infraestructura desarrolladas en el territorio provincial. Este es el caso de padres o tíos de los entrevistados que participaron en las extensiones de los ramales de la red ferroviaria tucumana, mientras que en el ámbito local, la demanda de mano obra ejercida durante la construcción, en 1910, de la Usina Hidroeléctrica12 en la quebrada del río Lules también fue un importante mercado de trabajo para los primeros extranjeros que ingresaron a esta zona (Eta. 98/2000 y F.C.C., 1910). Este amplio mercado laboral permitió a los primeros colonos lograr cierta capacidad de acumulación y con ésta, consolidar su radicación en la zona e incursionar íntegramente en las labores agrícolas a través de la producción de frutas y hortalizas cultivos cuyas labores productivas no eran del todo desconocidas para estos italianos13;. Efectivamente, en la zona el surgimiento de estos hortelanos estuvo favorecido por la disponibilidad de tierras vírgenes y a la cesión de parcelas en arriendo realizadas por tradicionales familias cañeras de Lules. De alguna manera, estos arriendos de tierras respondían al debilitamiento que gradualmente la pequeña y mediana explotación cañera venía experimentando ante las crisis de la actividad. Las fuentes documentales no permiten conocer en detalle las características de la distribución de la propiedad para esta época y más aún a este nivel de desagregación, pero 11
Como se indicó en el apartado 3.2 el proceso inmigratorio italiano orientado hacia Lules estuvo sostenido por la cadena de llamadas y en diversos casos, los desplazamientos han incluido la estadía en otras áreas del país o de la provincia, donde los colonos desempeñaron temporalmente diversas actividades: trabajo en la extensión de las redes ferroviarias, como jornaleros en las chacras de la pampa, etc.(Eta 98/2000). 12 Aprovechando la fuerza motriz del río Lules, el Estado provincial, concedió la explotación respectiva en 1908 a Tomás Fleming. De esta manera, desde la iniciativa privada se inicia la obra de la Usina Hidroeléctrica sobre el río antes mencionado, las que se extendieron hasta iniciada la década del ’20 y desde esta usina se proveía de electricidad a la ciudad Capital y a las localidades e ingenios azucareros próximos a ésta. La explotación de esta Usina estuvo, hasta 1944, en manos de la Compañía Hidroeléctrica de Tucumán S.A., posteriormente todos los servicios energéticos pasaron a manos del Estado provincial y, mantuvo su funcionamiento hasta fines de la década del ‘70 (Páez de la Torre, 2001:302y 347; F.C.C., 1910:382 y Correa, 1925:42). 13 No hay que olvidar que estos inmigrantes procedían del sur de Italia donde la fruticultura tenía y tiene aún un valor económico significativo.
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Rivas, Ana I. Cap. II del Libro Territorios y Lugaes. Entre las fincas y la ciudad Lules en Tucumán. (Giarracca, Norma Coordinadora. Editorial La Colmena, 2003.
los estudios sobre el área cañera provincial evidencian el dominio de la pequeña propiedad; según Pucci (1991:27) en 1914 el 83% de los productores cañeros contaban con parcelas que no superaban las 25 ha. En el caso de Lules, los cañeros independientes estarían dentro de esta categoría mientras que la Compañía Mercedes disponía de mayores extensiones, pues como se indicó en el cuadro 3 llegó a superar las 10.000 ha (Paez de la Torre, 1990). Por otra parte, algunas familias criollas tradicionalmente cañeras, como la de Pedro Márquez (Granillo, 1947), a fines del XIX disponían de grandes propiedades extendidas hasta las serranías occidentales (Yerba Huasi y San Javier) y, hasta iniciado el siglo XX no toda el área pedemontana correspondiente, en parte, a esta propiedad se encontraban bajo producción (Eta. 98/2000 y Dirección de Catastro de la Municipalidad de Lules). En este contexto, los colonos de manera independiente o a veces asociados entre dos familias tomaron tierra bajo arriendo, conformando gradualmente una estructura agraria de pequeños productores dedicados a los cultivos de legumbres14 y frutales. Lo cultural .... Sin embargo, el gran peso cultural arraigado de los colonos se ha reflejado o se ha impreso en el espacio y los modos de vida de esta comunidad. Así, en las conductas de los colonos hacia el manejo del medio natural o físico ha estado atravesado más bien , como dice Sauer “...de las actitudes y destrezas adquiridas, esto es por la cultura del grupo de extrajeros”. De alguna manera esto en la comunidad se ha manifestado a través de las practicas productivas y culturales expresadas: las labores agrícolas intensivas los ha llevado a continuar y desarrollar aquí también prácticas productivas similares o idénticas a las desarrolladas en su lugar de origen.
Las parcelas estaban situadas principalmente al oeste de la Villa de Lules15, y al principio el arriendo se hacía sobre terrenos ocupados por el bosque natural, lo que implicó dar inicio a un proceso de desmonte y a través de éste, gradualmente se fue dando paso a la expansión de la frontera agrícola hacia el occidente y basada principalmente en el desarrollo de los cultivos frutihortícolas. Asimismo, hubo otros casos de contratos de alquileres de tierras, como el cedido por Compañía Mercedes S.A., en el que los colonos ocuparon parcelas originalmente destinadas al cultivo de caña. Estas formas de explotación estaban presentes en la zona conocida como Yerba Huasi16 (Eta. 98/2000 y Dirección de Catastro de la Municipalidad de Lules). Según la Guía de Agricultores de 1916, en Lules el 33% de los agricultores registrados tenían nacionalidad italiana y el 44% se dedican a la producción de hortalizas y legumbres. Al mismo tiempo se detectaba una diversificación en el uso del suelo en las tradicionales explotaciones cañeras, pues un 46% de ellas destinaban sus tierras a cultivos como frutales, legumbres, maíz u arroz, entre otros cultivos (Cuadro ). Cuadro Lules: cantidad de agricultores según grupos de cultivos en 1916 Cultivos
Sólo caña de azúcar
Número de Agricultores Valores Valores absolutos relativos % 4
7
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Para esta época en las estadísticas el rubro legumbres por extensión hacía referencia a los cultivos de hortalizas. 15 La Villa de Lules se componía de un par de manzanas en los alrededores de la conocida Iglesia Fundacional de San Isidro de Lules y, en aquellos tiempos, las quintas y cañaverales ocupaban entonces gran parte de la actual planta urbana. 16 Ver Figura 3.3.1.1.1
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Caña y cultivos no hortícolas Caña y cultivos frutihortícolas Sólo hortalizas y legumbres Otros cultivos Total
18 7 24 2 55
33 13 44 4 100
Fuente: Guía de Agricultores de 1916. Elaboración: Ana I. Rivas
Así, a medida que los flujos inmigratorios seguían registrándose el número de hortelanos también ascendía, pues ya hacia la década del ‘20 Padilla (1922:206) expresa la notable participación de los horticultores luleños en el conjunto de la producción hortícola provincial y regional (Noroeste Argentino) y alude a la existencia de 200 quinteros en Lules con parcelas pequeñas, llegando la más extensa a ocupar unas 14 ha.
La tenencia de la tierra: propietarios y arrendatarios italianos El contrato de arriendo entre “criollos cañeros” y colonos italianos se efectuaba verbalmente, pues en aquellos momentos el valor de un “pacto de palabra” implicaba una confianza y responsabilidad “absoluta” entre las partes. Al respecto, Don Pascual ofrece este testimonio: “En esos tiempos, la palabra valía más que el papel y el arriendo se hacía por año y se pagaba con plata” (P. C.). Asimismo, esta forma de explotación indirecta de alguna manera implicaba para los hortelanos quedar “subordinados” a la disponibilidad de tierras por parte del terrateniente, el que anualmente, según su conveniencia y necesidades productivas, desplazaba a las familias asignándoles otras parcelas y en diferentes lugares. “Mi papá no ha comprado, porque en ese tiempo no vendían había que arrendar no más. Sólo había comprado en la Bolsa con mi tío en sociedad unas 6 ha. a la par de los Fernández y de ahí en 1928 nos venimos de La Bolsa a la Quebrada pero arrendando, estábamos cerca de los filtros (primero), después no venimos frente a Don Bosco y después volvimos arriba. Andábamos de un lado para el otro porque para el arriendo, el dueño decía: póngase este año aquí porque yo voy a cultivar ahí y uno, ¡como no tenia propiedad! había que aceptar...ese arriendo era con los Márquez. Después cuando Márquez ha vendido sus tierras, nosotros no hemos tenido para comprarle y hemos tenido que salir de la Quebrada porque había comprado ahí los Zuccardi...” (P. C.). Hasta mediados de la década de 1920 el régimen de arrendamiento aparece como dominante entre los agricultores italianos; pero a partir de esta década, al efectuarse las divisiones de las sucesiones indivisas de algunas propiedades originalmente cañeras17 se inician los movimientos de compra-venta. Esto permitió que aquellos hortelanos, que habían alcanzado cierto nivel de capitalización, puedan acceder al régimen en propiedad. Para el caso de las tierras arrendadas por la Compañía Azucarera Mercedes S.A. recién entre 1940 y 1950 se las ofrece en venta a sus arrendatarios (Eta. 98/2000 y Dirección de Catastro de la Municipalidad de Lules). Los exitosos resultados económicos de la producción hortícola (ver apartado 3.3.1.1), hizo que los colonos con mayor nivel de capitalización ingresaran también al mercado de tierras cediendo sus parcelas en alquiler y /o vendiéndolas a sus connacionales con el fin de pasar a cumplir el rol de intermediarios en el proceso comercial o simplemente emigrar de la zona 17
Las formas de explotación indirectas se extendieron hasta la década del ’40 debido a que la gran propiedad tenían el carácter de sucesiones indivisas como consecuencia de testamentarias no iniciadas por las generaciones que ocuparon esos dominios (Eta.98/2000). Esta situación estaba muy generalizada en el territorio provincial, pues recién el Catastro Provincial de organizó en 1904 (Bravo, 1999:321-322).
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(Eta. 98/2000). Al respecto se obtuvo el siguiente testimonio: “Mi papá al comienzo vivía en la zona del cevilar, por detrás de la finca de Nasca, ahí le arrendaba a Vicente Márquez (Don Márquez tenía las tierras en propiedad desde las vías hasta el monte al oeste), luego nos venimos para aquí, a esta casa sobre le camino de la quebrada. Aquí al comienzo le alquilaba a don Francisco Di Nápoles, luego le compró en 1920 y en 1927 hicimos esta casita” (C.B.) De esta manera, desde el punto de vista cualitativo, se presentaba en Lules una estructura de tenencia dominada por dos tipos de regímenes en el espacio hortícola: los arrendatarios italianos y los propietarios italianos quienes ya disponen de suficientes tierras como para entregarlas también en arriendo o vender y, paralelamente a estos grupos se encontraban los cañeros propietarios e industriales azucareros. Esta estructura deja traslucir que hasta mediados de la década del ’30 Lules, en medio de un contexto cañero inestable y conflictivo pero dominante dentro de la economía provincial, conformaba un espacio hortícola emergente y dinámico que impulsaba el desarrollo agrícola local; pues la demanda de productos de huertas y frutales se incrementaba conforme al crecimiento de la población provincial y nacional.
2.1 Terratenientes cañeros y emergencia de los horticultores italianos Entre la última década del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, Lules presentaba un escenario agrario propicio para la inserción laboral de los extranjeros. En efecto, la debilitada estructura agraria cañera vigente, la disponibilidad de tierras para el desarrollo agrícola y el despliegue, por parte de los italianos, de prácticas productivas y culturales propias de la zona mediterránea, han contribuido al proceso de radicación y participación de los colonos al espacio rural luleño. No hay duda de que esta población tuvo una relevante participación en las actividades agrícolas ya sea como productores o jornaleros, pues así lo expresan las profesiones que ellos declararon en las Actas del RC. De la muestra analizada, se infiere que las profesiones más representativas son las referidas a producción agrícola, donde el 80% manifestaban desempeñarse como horticultores, mientras que las profesiones terciarias e independientes eran minoría (comerciantes, peluqueros, albañiles, zapateros, etc.).
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Gráfico 1 Lules: profesiones de los inmigrantes italianos (1895-1930)
Otras 24%
Agricultores 44%
Comerciante s 18% Jornaleros 14% Fuente: Actas Matrimoniales del Registro Civil de Lules: muestra de 247 personas. Elaboración: Ana I. Rivas.
No hay duda que la emergencia de los italianos como horticultores en Lules se relaciona con la producción de caña de azúcar y tal pertinencia se advierte de dos maneras: por un lado, a través del mercado laboral que ésta demandaba y por otro, con el debilitamiento que las pequeñas y medianas explotaciones cañeras venían mostrando dentro de la estructura agraria (Pucci, 1991). Los testimonios obtenidos nos indican que en primera instancia los colonos han participado de la actividad cañera, particularmente como jornaleros en las cosechas en las explotaciones cercanas a Lules18 (Eta. 98/2000). Al respecto, según Denis en los campos cañeros tucumanos podría encontrarse “un cierto números de españoles y algunos italianos dedicados a la labranza y aporque de los surcos. Duplicando o triplicando el esfuerzo cotidiano - el pago era a destajo - muchos de ellos obtuvieron buenos ingresos, realizaron ahorros y compraron tierras, convirtiéndose en horticultores independientes, mientras que los criollos quedaron incorporados definitivamente a la industria azucarera...” (Denis, 1992:20). Por otra parte, los entrevistados indicaron también que un familiar eventualmente complementaba sus ingresos de las tareas agrícolas con la participación laboral en las obras de infraestructura desarrolladas en el territorio provincial19. Este amplio mercado laboral permitió a los primeros colonos lograr cierta capacidad de acumulación como para consolidar su radicación en la zona e incursionar íntegramente en las labores agrícolas a través de la producción de frutas y hortalizas. La orientación de éstos hacia el desarrollo de los cultivos frutihortícolas se asocia con la cultura mediterránea arraigada dentro del grupo de inmigrantes, pues respondía como dice Sauer (19..) a que las conductas sobre el manejo del medio natural aparecen atravesado por “...las actitudes y destrezas adquiridas, esto es por la cultura del grupo de extranjeros” y así lo reflejan el despliegue de practicas 18
Como se indicó en el apartado 1 el proceso inmigratorio italiano orientado hacia Lules estuvo sostenido por la cadena de llamadas y en diversos casos, los desplazamientos han incluido la estadía en otras áreas del país o de la provincia, donde los colonos desempeñaron temporalmente diversas actividades: trabajo en la extensión de las redes ferroviarias, como jornaleros en las chacras de la pampa, etc.(Eta 98/2000). 19
Algunos extranjeros participaron en las extensiones de los ramales de la red ferroviaria tucumana, mientras
que en el ámbito local, la demanda de mano obra ejercida durante la construcción, en 1910, de la Usina Hidroeléctrica en la quebrada del río Lules también constituyó un importante mercado de trabajo para los primeros extranjeros que ingresaron a esta zona (Eta. 98/2000 y F.C.C., 1910).
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productivas similares a las implementadas en su lugar de origen. Por otra parte, la emergencia de estos hortelanos estuvo favorecido por la disponibilidad de tierras vírgenes y a la cesión de parcelas en arriendo realizadas por tradicionales familias cañeras de Lules, debido al debilitamiento que gradualmente la pequeña y mediana explotación cañera venía experimentando ante las crisis de la actividad. En el caso de Lules, los cañeros independientes disponían de pequeñas explotaciones20, mientras que la Compañía Mercedes disponía de mayores extensiones, pues como vimos en el cuadro 1 superaba las 10.000 ha (Paez de la Torre, 1990). Además, algunas familias criollas tradicionalmente cañeras, como la de Pedro Márquez (Granillo, 1947), a fines del XIX disponían de grandes propiedades extendidas hasta las serranías occidentales (Yerba Huasi y San Javier) y que en elevada proporción se mantenía hasta ese entonces como tierra virgen (selva subtropical) (Eta. 98/2000 y Dirección de Catastro de la Municipalidad de Lules). En este contexto, los colonos de manera independiente o a veces asociados entre dos familias tomaron tierra bajo arriendo, conformando gradualmente una estructura agraria de pequeños productores dedicados a los cultivos de legumbres21 y frutales. Sus parcelas estaban ubicadas hacia el oeste de la Villa de Lules22, y al principio el arriendo se hacía sobre terrenos ocupados por el bosque natural, lo que implicó dar inicio a un proceso de desmonte y con éste la expansión de la frontera agrícola hacia el occidente. Asimismo, hubo otros casos de contratos de alquileres de tierras, como el cedido por Compañía Mercedes S.A., en el que los colonos ocuparon parcelas originalmente destinadas al cultivo de caña (Eta. 98/2000 y Dirección de Catastro de la Municipalidad de Lules). De esta manera, se explica que en 1916 , en Lules el 33% de los agricultores presenten nacionalidad italiana y el 44% se orientaban a la producción de hortalizas y legumbres. Al mismo tiempo se detectaba una diversificación en el uso del suelo en las tradicionales explotaciones cañeras, pues un 46% de ellas destinaban sus tierras a cultivos como frutales, legumbres, maíz u arroz, entre otros cultivos (Cuadro 3 ). Cuadro 3 Lules: cantidad de agricultores según grupos de cultivos en 1916 Cultivos
Número de Agricultores Valores Valores absolutos relativos % Sólo caña de azúcar 4 7 Caña y cultivos no hortícolas 18 33 7 13 Caña y cultivos frutihortícolas Sólo hortalizas y legumbres 24 44 2 4 Otros cultivos Total 55 100
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Las fuentes documentales no permiten conocer en detalle las características de la distribución de la propiedad
cañera para esta época y más aún a este nivel de desagregación, pero los estudios sobre el área cañera provincial evidencian el dominio de la pequeña propiedad; según Pucci (1991:27) en 1914 el 83% de los productores cañeros contaban con parcelas que no superaban las 25 ha. Para esta época en las estadísticas el rubro legumbres por extensión hacía referencia a los cultivos de hortalizas. 22 La Villa de Lules se componía de un par de manzanas en los alrededores de la conocida Iglesia Fundacional de San Isidro de Lules y, en aquellos tiempos, las quintas y cañaverales ocupaban entonces gran parte de la actual planta urbana. 21
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Fuente: Guía de Agricultores de 1916. Elaboración: Ana I. Rivas
A medida que los flujos inmigratorios seguían registrándose el número de hortelanos también ascendía, pues ya hacia la década del ‘20 Padilla (1922:206) expresa la notable participación de los horticultores luleños en el conjunto de la producción hortícola provincial y regional (Noroeste Argentino) y alude a la existencia de 200 quinteros en Lules con parcelas pequeñas, llegando la más extensa a ocupar unas 14 ha. La tenencia de la tierra: propietarios y arrendatarios italianos El contrato de arriendo entre “criollos cañeros” y colonos italianos se efectuaba verbalmente, pues en aquellos momentos el valor de un “pacto de palabra” implicaba una confianza y responsabilidad “absoluta” entre las partes. Al respecto, Don Pascual ofrece este testimonio: “En esos tiempos, la palabra valía más que el papel y el arriendo se hacía por año y se pagaba con plata” (P. C.). Asimismo, esta forma de explotación indirecta implicaba para los hortelanos quedar “subordinados” a la disponibilidad de tierras de los terratenientes, pues éstos anualmente, según su conveniencia y necesidades productivas, desplazaban a las familias hortelanas hacia diferentes lugares. “Mi papá no ha comprado, porque en ese tiempo no vendían había que arrendar no más. Sólo había comprado en la Bolsa con mi tío en sociedad unas 6 ha. a la par de los Fernández y de ahí en 1928 nos venimos de La Bolsa a la Quebrada pero arrendando, estábamos cerca de los filtros (primero), después no venimos frente a Don Bosco y después volvimos arriba. Andábamos de un lado para el otro porque para el arriendo, el dueño decía: póngase este año aquí porque yo voy a cultivar ahí y uno, ¡como no tenia propiedad! había que aceptar...ese arriendo era con los Márquez. Después cuando Márquez ha vendido sus tierras, nosotros no hemos tenido para comprarle y hemos tenido que salir de la Quebrada porque había comprado ahí los Zuccardi...” (P. C.). Hasta mediados de la década de 1920 el régimen de arrendamiento aparece como dominante entre los agricultores italianos; pero posteriormente, al efectuarse las divisiones de las sucesiones indivisas de algunas propiedades originalmente cañeras23 se inician los movimientos de compra-venta. Esto permitió que aquellos hortelanos, que habían alcanzado cierto nivel de capitalización, puedan acceder al régimen en propiedad. Para el caso de las tierras arrendadas por la Compañía Azucarera Mercedes S.A. recién entre 1940 y 1950 se las ofrece en venta a sus arrendatarios (Eta. 98/2000 y Dirección de Catastro de la Municipalidad de Lules). Los exitosos resultados económicos de la producción hortícola, hizo que los colonos con mayor nivel de capitalización ingresaran también al mercado de tierras cediendo sus parcelas en alquiler y /o vendiéndolas a sus connacionales con el fin de pasar a cumplir el rol de intermediarios en el proceso comercial o simplemente emigrar de la zona (Eta. 98/2000). Al respecto se obtuvo el siguiente testimonio: “Mi papá al comienzo vivía en la zona del cevilar, por detrás de la finca de Nasca, ahí le arrendaba a Vicente Márquez (Don Márquez tenía las tierras en propiedad desde las vías hasta el monte al oeste), luego nos venimos para aquí, a esta casa sobre le camino de la quebrada. Aquí al comienzo le alquilaba a don Francisco Di Nápoles, luego le compró en 23
Las formas de explotación indirectas se extendieron hasta la década del ’40 debido a que la gran propiedad tenían el carácter de sucesiones indivisas como consecuencia de testamentarias no iniciadas por las generaciones que ocuparon esos dominios (Eta.98/2000). Esta situación estaba muy generalizada en el territorio provincial, pues recién el Catastro Provincial de organizó en 1904 (Bravo, 1999:321-322).
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Rivas, Ana I. Cap. II del Libro Territorios y Lugaes. Entre las fincas y la ciudad Lules en Tucumán. (Giarracca, Norma Coordinadora. Editorial La Colmena, 2003.
1920 y en 1927 hicimos esta casita” (C.B.) De esta manera, desde el punto de vista cualitativo, se presentaba en Lules una estructura de tenencia dominada por dos tipos de regímenes en el espacio hortícola: los arrendatarios italianos y los propietarios italianos quienes ya disponen de suficientes tierras como para entregarlas también en arriendo o vender y, paralelamente a estos grupos se encontraban los cañeros propietarios e industriales azucareros. 3.- Estructura productiva en el primer tercio del Siglo XX Hasta la década del ‘20 la producción de los hortelanos italianos estuvo centrada principalmente en los cultivos de legumbres y hortalizas y, en menor medida, algunas parcelas mantenían también frutales (naranjos, mandarinos, limoneros, etc.). No obstante, las especies que dominaban el conjunto de la producción fueron: el tomate, la arveja, el pimiento y los zapallitos; ellas se producían a campo abierto bajo condiciones agrológicas favorables (suelos ricos en humus, disponibilidad de agua y escasa posibilidades de ocurrencias de heladas) y manifestaban un progresivo desarrollo en torno al paisaje agrario cañero. Las pequeñas parcelas con hortalizas, a modo de pequeños mosaicos, aparecían interrumpiendo las extensas plantaciones de terratenientes e industriales cañeros (Eta. 98/2000 y Padilla, 1922). El mayor desarrollo de la producción de hortalizas estaba centrada al oeste de la actual ciudad de Lules, en la zona conocida como “La Quebrada de Lules”, donde en 1910 residía el 64 % de los italianos localizados en el área rural24 (Anuario Estadístico, 1910). No se dispone de estadísticas oficiales acerca de la superficie que cubría estos cultivos; sin embargo, un informe de la Estación Experimental Agrícola de Tucumán indicaba para 1911 la existencia de 100 cuadras cuadradas con verduras en Lules y manifestaba su posibilidad de expansión, como consecuencia de los buenos resultados obtenidos en la producción, con 50 cuadras más para la siguiente campaña agrícola (El Orden citado en Revista Industrial Agrícola de Tucumán, 1911:47). Efectivamente, Lules mostraba suficiente disponibilidad de tierras vírgenes hacia el oeste de la Villa de Lules, pues sobre la base de un acelerado desmonte del bosque subtropical del área pedemontana la superficie con hortalizas aumentó. Hacia la década del ’20 se contaba con 400 ha cultivadas (Sociedad de Socorros Mutuos, 1968) y, 5 años más tarde, la extensión de estos cultivos llegaba a las 700 ha predominando en ella el cultivo de tomate ( González, 1952:22). Si bien las explotaciones hortícolas presentaban en general, un uso del suelo diversificado, el cultivo más significativo, desde el punto de vista comercial, fue el tomate debido a su condición de cosechas extratempranas y, que llegaban a cubrir la demanda de los principales mercados del país (El Orden, 1913). En relación con la producción Don Cayetano ofrece el siguiente testimonio: “El tomate en esos primeros tiempos era primicia, se cosechaba en los primeros días de octubre y a fines de abril se hacian los almácigos y al mes siguiente ya se trasplantaba, generalmente hasta los primeros días de junio. A veces esto se demora, eso ocurre en los últimos años pero por las lluvias o las heladas que impiden la formación de almácigos y el trasplante...” (C.B.) 24
Resulta destacable la atracción que ejercía esta zona para los inmigrantes italianos a tal punto que en 1926, considerando la necesidad de brindar educación a los hijos de los inmigrantes allí instalados, se creó la escuela Nº 223. Este establecimiento funcionó hasta la década del ’70, cuando se la trasladó hacia el centro de la ciudad por el reducido número de población residente en el área (Mesurado, 2000:109).
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De esta manera, la producción se caracterizó por sus elevadas condiciones de intensidad tanto en el uso del suelo como en mano de obra, pues también “...era normal efectuar 2 cosechas de estación: una en verano, de tomates, pimientos, chauchas y pepinos y otras en invierno, de chauchas, arvejas y zapallitos...” (Nasca, 1948). Al respecto, el Diario El Orden de Tucumán manifestaba con frecuencia las bondades de estas tierras y la participación de los Italianos a través de sus productos en los mercados de la región Pampeana. Además, indicaba el cronista que la producción de Lules se complementaba muy bien con la generada en Salta, en las zonas de Betania y Campo Santo, donde la cosecha de tomate se iniciaban en otoño y culminaba a fines del invierno. Asimismo, Lules durante el invierno ofrecía diversas legumbres extratempranas a las áreas más pobladas del país (El Orden, 1913). Por otra parte, ha sido muy importante la contribución de estos hortelanos al desarrollo de la producción; no se puede desconocer “la introducción de la variedad de tomate llamada perita muy difundida en la zona, su cultivo fue establecido por un pionero que transformó así el espacio de la quebrada de Lules...se trató de Don Antonio Guarino, quien trajo las primeras semillas desde San Manzaro, su pueblo natal” (Bolognini, 1982:131). Asimismo, existían plantaciones de naranjos ocupando menor superficie que las legumbres y hortalizas, pero estas parcelas se las aprovechaba frecuentemente realizando prácticas de cultivos combinados, es decir entre frutales y algunas hortalizas. Se trató de una práctica muy difundida en Italia, conocida como “cultura promiscua”, la que en Lules los italianos la practicaron hasta tanto los naranjos entraban en producción (Eta. 98/2000). De esta manera, hasta la década del ’30 Lules manifestaba un desarrollo productivo de alto valor económico a tal punto que las instituciones de fomento agrícola y extensión orientaban también sus estudios hacia estos cultivos. En efecto, la Estación Experimental de Tucumán Obispo Colombres contaba con un “Departamento de Agricultura General y Horticultura”, donde técnicos y extensionistas dedicaban sus investigaciones y, periódicamente efectuaban visitas a los productores ofreciendo asesoramiento (cfr. Memoria Anual de la Estación Experimental Agrícola de Tucumán, 1911 y 1936). Producción y mano de obra Cada ciclo agrícola exigía la participación de toda la familia en las labores culturales, pues tanto la producción de hortalizas como de legumbres requerían constante atención. Las primeras tareas de la fase productiva correspondían a la preparación del suelo y de los plantines; éstas quedaban a cargo del jefe de familia y de sus hijos varones25. En cambio para la época del trasplante y cuidado de las plantas, si era necesario, se incorporaban peones. La necesidad de control en la producción para evitar posibles pérdidas requería desarrollar tareas especiales como la de colocar esteras de pajas para resguardar las plantas de las eventuales heladas. Estas estructuras denominadas “abrigos” no permanecían fijas y diariamente debían moverse con el fin de ofrecer buena insolación a las plantas (cfr. El Orden 1913 y Nasca, 1948). En los primeros días del mes de septiembre los patrones se preparaban para la contratación de peones y el reordenamiento de galpones para su alojamiento. Los meses de recolección imprimían un paisaje singular en la zona, pues las jornadas de trabajo se extendían hasta elevadas horas de la noche y así, los pobladores de la Villa de 25
En cierta forma la comunidad de agricultores italianos mantenía redes sociales solidarias donde era normal los intercambios y préstamos de herramientas, animales y hasta de peones durante la etapa productiva (Eta. 98/2000).
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Lules y su área rural circundante se abocaban a las faenas agrícolas sin descanso. Las tareas de embalado que frecuentemente se extendían hasta el anochecer, eventualmente requerían la participación de las mujeres ya que los envíos debían respetar el horario de la partida del tren; a esto se sumaba el continuo movimiento de carros trasladando la producción hacia las estaciones del ferrocarril (Eta. ‘98-2000). De esta forma, indicaba el Diario EL Orden que “el movimiento que desarrolló Lules en los días de cosecha le da el aspecto de una verdadera feria...En Buenos Aires, el centro de consumo, se sorprenden al encontrarse con verduras que no son de su clima y de buena calidad...” (EL Orden, 14 de agosto de 1924). El mercado de trabajo: organización de la fuerza laboral Las hortalizas y legumbres de Lules, hasta su llegada al mercado consumidor pasaban por la etapa de cosecha, clasificación y embalado; en conjunto estas labores involucraba, como ya se mencionó, la participación de todo el grupo familiar y frecuentemente de fuerza de trabajo externa. La organización y dirección de las tareas estaban a cargo del jefe de la familia, quien asignaba las labores de mayor rudeza a sus hijos varones (Eta. 98/2000). La mano de obra extrapredial estaba conformada por los coterráneos recién arribados a la zona y por los zafreros que procedían de las provincias vecinas, quienes, favorecidos por la sucesión de los ciclos productivos de la caña de azúcar y las hortalizas, podían participar en ambas cosechas26 . Las labores de recolección y embalado concentraban también mucha atención y cuidado, pues muchas horas duraba el traslado de los frutos hasta llegar a los mercados. Efectivamente, Padilla (1922:206) indica que el quintero italiano que disponía de la explotación más extensa llegaba a reclutar 40 peones y “ganaban más de $4- por día y trabajaban frecuentemente todo el año y sin interrupción”. Los testimonios recogidos ponen de manifiesto la existencia de relaciones solidarias y poco conflictivas entre los peones y el patrón, pues era común que el empleador brindara vivienda y comida a sus jornaleros mientras duraba la cosecha; sin embargo, no han estado ausentes las actitudes abusivas y despóticas por parte de los empleadores Además, la existía de una organización laboral marcaba claramente tres categorías ocupacionales bien diferenciadas: obreros, descartadores y embaladores. “Mi hermana cocinaba porque teníamos obreros que darles de comer, teníamos gente de Santiago del Estero, Catamarca. Ellos vivían en un galpón aparte, donde dormían...a veces llegamos a tener 10 personas para nuestra quinta. Un obrero sabía atar las plantas, poner los palos, cosechar, regar; el descartador elegía el tomate y los clasificaba de primera, de segunda, grande mediano, chico y aparte estaba el embalador...” (A.P.) Dentro de estas categorías las tareas de un embalador resultaban significativa, pues reclamaba cierta disciplina de trabajo y minuciosidad en la manipulación de la fruta, pues su transporte con destino comercial implicaba la tolerancia de largos viajes. Además, en aquella época, los envíos se hacían en canastos de mimbre y con forma cónica, acolchados con paja o pasto verde (Nasca, 1948), donde la distribución de la fruta requería la realización de un trabajo manual creativo y práctico (Foto 1) Desde 1920 gradualmente 26
La zafra, es decir el período de la cosecha de caña de azúcar, tradicionalmente tenía su inicio en mayo y culminaba en septiembre u octubre; por lo tanto, el mercado laboral en el área frutihortícola se presentaba favorable para los inmigrantes procedentes de otras provincias.
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estos canastos con tapa comienzan a ser reemplazado por el cajón de madera, el que se utiliza hasta la actualidad, mientras que para el embalado de la chaucha se empleaba cajones tipo jaula. A cerca de estas labores Don Pascual recuerda: “...había un canasto para cosechar (con manija) y otro para embalar, era cónico y con tapa. Para que la fruta no se machuque se lo llenaba de pasto y se lo iba trabajando de a poquito a la vuelta como una columna, se terminaba de a poquito y ahí se le ponía la tapa. Ese se habrá usado hasta el ’19 más o menos, pero poco a poco se lo iba desplazando con el cajón...puede ser que hasta 1930 se lo haya usado... Los cultivos principales era el tomate, chaucha, arveja, pimiento, pepino, zapallitos, el embalador iba trabajando a la vuelta, hasta que llegaban a la tapa. ¡Había que tener muñeca para eso!!...¡era un trabajo muy complicado!, ¡había que saber!, porque ahora cualquiera es embalador, antes ¡no!...¡había que saber!” (Pascual C). Durante los meses de recolección gran parte de la jornada laboral, tanto para patrones, como para sus familiares y peones, transcurría en los tradicionales “galpones” de madera y paja. Un productor con elevada capacidad productiva podía llegar a disponer de más de una instalación y su uso estaba destinado para el depósito de las herramientas, al acopio de la cosecha, a la selección y embalado de los frutos para su comercialización y hasta llegaban a constituir la “vivienda” de los peones transitorios. Este último caso, con frecuencia exigía la construcción de una estructura independiente, dada la numerosa cantidad de peones que una quinta podía reclutar (Eta. 98/2000). El trabajo durante la poscosecha La finalización de la cosecha del tomate, en diciembre, no implicaba la total desocupación del grupo familiar, por el contrario la familia continuaba ligada a las tareas de la explotación agrícola. En líneas generales, el jefe de la familia junto a la colaboración de sus hijos varones se orientaba a planificar el próximo ciclo agrícola y a la búsqueda del abono natural y preparación del terreno. El abono utilizado era de origen orgánico y como no todas las familias disponían de animales era necesario salir a recolectar y/o eventualmente, a comprar. A estas labores se le sumaba la preparación de las semillas de tomate que debían conservarse para la próxima campaña, pues su compra se hacia cuando éstas requerían ser renovadas y, así, mediante un proceso de la desecación de las frutas se obtenían las semillas para el próximo ciclo agrícola. “En esa época no se usaba químicos, ¡nada!. El abono de la tierra se hacía con estiércol, abono de animales, ¿sabe qué? sabían cargar en el mes de enero. Ya no descansaban como hacen ahora en enero, febrero y marzo; así que mi papá salía con el carro y lo cargaba con el abono, porque la gene de Ingenio Lules sabían venir parar hacer los bordos.. y ahí se echaba 3 canastos, de eso cónicos, con abono de corral en cada surco de 7 metros de largo. Ese abono de corral se compraba porque la gente lo dejaba de un año para otro y cuando llueve se pudre con toda esa maloja y se hace como tierra...” (Antonia P.) “La semilla si uno quería la hacia en su propia casa, ¡si era una producción buena!. Agarraban el tomate, se lo descartaba, tiene que ser maduro de la planta, no hacerlo madurar afuera, se cortaba y se lo exprimía en un recipiente con agua, se lo dejaba 24 horas. Al estar 24 hs esa semilla se desprendía de la carne del tomate, se lo colaba y se iba al secadero (sol) hasta que la semilla estaba bien seca y se la guardaba” (Pascual C.) El resto de la familia, congregando frecuentemente a vecinos y parientes, se abocaba a la preparación artesanal de salsa de tomate y al encurtido de frutas y legumbres para consumo
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familiar 27(Eta. 98/2000).
3.3 El comercio de hortalizas La producción de hortalizas y legumbres de Lules por su carácter de primicia28 tenía una inmediata y fácil colocación en los mercados del Litoral argentino y llegaban también hacia Uruguay. Además, a nivel local, según Granillo (1947:77), Lules representó la “huerta o despensa de la ciudad de San Miguel de Tucumán, pues diariamente sus productos llenan sus mercados y ...se expenden sobre los demás pueblos agrícolas por su proximidad a ésta”. Los envíos extraprovinciales estaban orientados hacia los mercados de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, San Francisco y Rafaela; mientras que las exportaciones se dirigían hacia Uruguay, donde las ciudades de Montevideo y La Colonia actuaban como principales centros compradores. No obstante, el mayor consumo estaba centrado en la Capital Federal, donde esta producción competía con las producciones locales y con las que ingresaban desde el Paraguay (F.C.C.C., 1914:212). Efectivamente, no se puede ignorar que la fuerte atracción comercial que ejercía la Región Pampeana argentina era producto de la elevada concentración de población en esta área, pues en 1914 en ésta se residía el 74% de la población del país (Censo Nacional de Población y Vivienda de 1914). La principal red de transporte de carga y de pasajeros estaba representada por el Ferrocarril, existente desde 1876 en la provincia29. Al respecto, el territorio luleño contaba con 2 líneas férreas y 4 estaciones ferroviarias. Hacia el Este del área se encontraban las vías del Ferrocarril Central Córdoba con su estación Río Lules y hacia el Oeste, la línea perteneciente al Ferrocarril Noroeste Argentino con sus 3 estaciones: Lules, Ingenio Lules y Reducción. Desde ambas redes se generaba un continuo movimiento de carga con productos agrícolas, pero la mayor actividad comercial se realizaba a través de la Estación Lules e Ingenio Lules, pues ambas estaban localizada muy próxima a las áreas bajo producción. Efectivamente, la Estación Lules mantenía la primacía en cuanto a los volúmenes despachados: entre 1897 y 1936 sobre un total de 154.845 tn enviadas por las 4 estaciones antes mencionadas, el 88% de esta carga se realizó a través de la Estación Lules (Anuario Estadístico de la Provincia de Tucumán). 27
Ante el avance de la industria de envasados y conservas, estas prácticas en la zona han desaparecido, salvo excepciones que corresponden a familias italianas que mantienen muy arraigadas sus tradiciones (Eta.98/2000)
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En el
contexto agrícola local el término “primicia”, tradicionalmente hace referencia a la obtención de
producciones “extra tempranas”. 29
La extensión de las líneas férreas del Ferrocarril Central Norte desde Córdoba hacia la Provincia de Tucumán
en 1876, marcó el inicio de una nueva etapa económica y social para la sociedad tucumana. En los primeros años la red tenía como nodo principal la ciudad de San Miguel de Tucumán, pero en 1888 se construye una segunda línea que partiendo desde este centro urbano recorrería, con dirección hacia sur, toda el área pedemontana. Esta nueva línea se denominó Ferrocarril Central Noroeste Argentino, el que en la década de 1930 tomará el nombre de Ferrocarril Central Córdoba y en 1949, con la nacionalización de las líneas ferroviarias, ésta junto a las líneas del Ferrocarril Central Norte pasan a integrar la red del Ferrocarril General Belgrano (Llanes Navarro, 1990 y Batista, et al, 1995: 191). Considerando la conformación de esta red, el área en estudio disponía, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, de las siguientes estaciones ferroviarias: 1.- Estación Río Lules (ubicada en la actual localidad Manuel García Fernández); 2.- Estación Lules (ubicada en la actual Villa de Lules); 3.- Estación La Reducción (en la actual localidad de La Reducción) y 4.- Estación Ingenio Lules en la zona del ex- Ingenio Lules, actualmente no hay vestigios de ella.
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Rivas, Ana I. Cap. II del Libro Territorios y Lugaes. Entre las fincas y la ciudad Lules en Tucumán. (Giarracca, Norma Coordinadora. Editorial La Colmena, 2003.
Estación Lules: carga despachada con frutas y legumbres hacia el interior y exterior de la provincia, período 1919-1936.
7000
Toneladas
6000 5000 4000 3000 2000 1000 0
35 19 33 19 31 19 29 19 27 19 25 19 23 19 21 19 19
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Movimiento interno de carga despachada Movimiento externo de carga despachada Fuente: Anuarios Estadìsticos de la Provincia de Tucumán, 1919-1936. Elaboración: Ana I. Rivas.
Por otra parte, durante las tres primeras décadas del siglo XX los volúmenes de las cargas han mantenido en líneas generales una tendencia creciente, pero con algunos altibajos como consecuencia de eventuales fenómenos climáticos adversos que afectaron la producción. A manera de ejemplo, los testimonios manifiestan las pérdidas de la cosecha por la granizada de 1923 (Eta. 98/2000 y Nasca, 1948). Además, los volúmenes comercializados en elevada proporción se orientaban al mercado nacional, generando así un movimiento externo muy importante con las áreas de mayor concentración de población del país. Efectivamente, entre 1919 y 1936 la estación Lules orientó el 90% de su carga despachadas con frutas y legumbres hacia el mercado externo (Gráfico 2). Según informe de la línea Central Córdoba, durante los meses de mayor cosecha salían los denominados “trenes especiales de legumbres que corren durante los meses de noviembre, diciembre y enero...mientras que durante el resto del año el transporte se hacía en vagones agregados a los trenes de pasajeros” (F.C.C., 1914:212). Además, dado el carácter urgente que tenían estas cargas, cada día por medio se hacían las partidas de vagones cargados exclusivamente con verduras (de El Orden citado en la Revista Industrial y Agrícola de Tucumán, 1911:47). Asimismo, el ferrocarril cumplía un importante medio de información para los agricultores ya que “por medio de telégrafos ellos...recibían información agronómica, las noticias de los precios de venta, etc.” (Antonio N.). En 1932, con la inauguración del puente carretero sobre el río Lules (Revista Desarrollo Rural, 1981), junto a la proyección y funcionamiento de la ruta provincial 38, la red caminera y ferroviaria acompañaron con fuerza el desarrollo agrícola de esta zona. Mecanismo de comercialización El proceso de comercialización en sus inicios no mostró evidencia de un fuerte peso de agentes intermediarios entre productor y comprador; las transacciones se hacían de manera
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directa, siendo necesaria la visita de un pariente o paisano en los centros de compra para el arreglo de precios y operaciones finales. Sin embargo, las fluctuaciones de la actividad, como la pérdida de por razones climáticas (granizo), hizo que la figura del comisionista vaya teniendo mayor protagonismo dentro del ciclo productivo. Estos comisionistas, ante la ausencia de centros financieros oficiales30, comenzaron a actuar adelantando dinero para la producción y encargándose ellos de la venta del producto. Al respecto Don Cayetano comenta lo siguiente: “El comisionista venía y a los quinteros que eran muy pobres de más le iba mandando la cuota o el mensual para que vayan trabajando y cuando llegaba la cosecha con la misma mercadería se iba descontando y cuando él se cubría de la cuenta lo que le quedaba le mandaba al quintero. Ellos para agarrar quintas, es decir, clientes, venían 15 o 20 comisionistas y se desparramaban por las quintas. Ellos cobraban la comisión del cajón y con eso ganaban plata. Estos comisionistas tenían puestos en el mercado de Buenos Aires, cobraban comisión, carga y descarga, flete, etc. En esa época no se hacía contrato, la palabra de él, en esa época, valía más que un documento o contrato y ahora si uno no firma, nada vale y ¡aún así, se termina perdiendo plata! “(C.B.).
Los acuerdos entre productor y comisionista se efectuaban informalmente, es decir con ausencia de cualquier contrato escrito, lo que con frecuencia podía generar conflictos entre las parte involucradas. Naturalmente, no han estado ausentes los engaños y atropellos de los intermediarios hacia los productores, principalmente en el momento de recibir el dinero de la venta realizada (Eta. 98/2000). “Había un comisionista muy bueno llamado Carmelo Perestía, era un orgullo, era decente, era muy honesto y cuando murió lo hicieron pasear por todo el mercado; porque había otros que le robaban al quintero por ej. vendían a $10 y aquí decía que había sido a $9.- la venta del cajón.” (C.B.) No obstante, en algunos casos los financiamientos ofrecidos por los agentes de intermediación para cubrir gastos de cada ciclo agrícola han contribuido para que algunos productores, los recién iniciados en la actividad, logren cierto nivel de capitalización; en cambio, en otros casos, los abusos y especulaciones de los “intermediarios” llevaron a la descapitalización y por consiguiente al abandono de la actividad en Lules (Eta. 98/2000). Por otro lado, estos mecanismos comerciales donde el colono, en cierta forma, participaba desventajosa fue el estímulo que aquellos hortelanos pioneros que habían logrado un alto nivel de acumulación, comiencen a actuar en la fase comercial de manera “independiente” con la ayuda de familiares o como socios de los comisionistas procedentes de los principales mercados. En efecto, ya durante la década del ’30 los quinteros aparecen 30
Junto a la llegada del ferrocarril se incorporó a la provincia “una corriente de ilustración por medio de
periódicos y revistas..., los viajeros también aportaron conocimientos particularmente en materia de comercio”...” este fue el punto de partida para que, el 27 de enero de 1898, por ley 741 se creara el Banco de la Provincia de Tucumán, el que extendió su accionar con el fin de favorecer el agro y dar mayor impulso al comercio. De esta manera se dio estímulo a la apertura de sucursales en aquellas villas o pueblos con mayor número de población y con influencia agrícola, principalmente de la caña de azúcar, pero no por ello se descuidó la zona hortícola de Lules y Tafí viejo (Velarde, 1953: 261). Hacia comienzos de siglo, si bien ya estaba consolidada la Banca Financiera con la presencia del Banco de la Provincia de Tucumán, los hortelanos luleños no disponían de suficiente capital fijo como para respaldar el acceso a algún crédito con el fin de financiar su producción; de allí la presencia creciente y protagónica en la zona de los agentes intermediarios en la fase comercial (Eta. 98/2000).
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controlando la fase agrícola y comercial del circuito productivo, por lo tanto podría encontrarse algún familiar cumpliendo el rol de comisionista:
“Mi tío Miguel llegó a Lules creo que en el 1910 ...mi abuelo comenzó a trabajar con las hortalizas y mi tío le ayudaba. Cuando llevaban la mercadería a Buenos Aires, Miguel se encargaba al comienzo de vender allá; por eso iba y permanecía 3 meses en Buenos Aires...con el tiempo otros quinteros le comenzaron a entregar sus productos para que les vendieran sus verduras a cambio de una comisión. Así, ese ingreso extra le permitió a mi abuelo comprar más tierras y a mi tío tener un puesto en el mercado de Buenos Aires, por eso los cajones con su nombre...” (E.V.) En conjunto estos agentes intermediarios según Padilla (1922:204) constituían verdaderos trust de vendedores de frutas que al imponer sus precios de venta terminaban ganando en las operaciones 10 veces más que el productor y además, indicaba que “el trust de fruteros de la Capital Federal está tan bien organizado que, las cargas de frutas del interior que no vienen consignados para algunos de sus miembros, no encuentran ni quien las descargue en las estaciones” (Padilla, 1922:250). Esto explicaba los altos precios que los habitantes de la metrópolis porteña tenían que pagar por las frutas y verduras procedentes del interior del país. De esta manera podemos advertir que Lules, hasta mediados de la década del ’30, en medio de un contexto cañero inestable y conflictivo pero dominante dentro de la economía provincial, conformó un espacio hortícola emergente y dinámico que impulsó el desarrollo agrícola local; pues la demanda de productos de huertas y frutales se incrementaba conforme al crecimiento de la población provincial y nacional. Citas y bibliografía Batista, Ana E. et al (1995) Geografía Didáctica de Tucumán. Serie País. Editorial AZ. Buenos Aires. Bolognini, Victor Hugo (1982). “Contribuciones de algunos italianos radicados en Tucumán, últimas décadas del siglo XIX y comienzos XX”. En Documentos de Trabajo. Serie I: Informes e Investigación. Instituto de Historia y Pensamiento Argentino. Tucumán. Bolsi, A. y Pucci, R (1997). “Evolución y problemas de la agroindustria del azúcar”. En Bolsi, A. (Director) Problemas Agrarios del Noroeste Argentino (contribuciones para su inventario). Junta de Andalucía- Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán. Bravo, María C. (1999). “El campesinado tucumano: de labradores a cañeros. De la diversificación agraria hacia el monocultivo cañero”. En Gelman, G. et al (Comp.) Expansión Capitalista y Transformaciones Regionales. Relaciones sociales y empresas agrarias en la argentina del siglo XIX. Coedición La Colmena y Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires. Buenos Aires. 201:243. Cacopardo, María C. y Moreno, José L. (1985a) “La inmigración italiana a la Argentina entre 1880 y 1930. Las regiones de origen y el fenómeno del retorno”. En: La Inmigración a América Latina. Serie Inmigración Vol. II. Instituto Panamericano de Geografía e Historia México.
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ER96 Ortiz-Rivas sigla que representa los resultados de las encuestas realizadas en 1996 por las geógrafas Ortiz de D’Arterio, Patricia y Rivas, Ana I. Entrevistas: Se agradece la atención y colaboración brindada para esta investigación a las siguientes personas: Antonio Nasca, Vicente Nasca, Pascual Casucelli, Rosario Sapulla, Norma Milla y familia, Antonia Papalardo, Salvador y Cayetano Bosco, José R. Bongiovani, Ernesto Veneziano y familia, Isabel de Guarino, Fátima Guarino, Manuel y Ana Cipriano, Domingo Argente (h), Gerardo José Soria, Antonio Durante, Sebastián Lucca, Familia Massa, Brancato, Juan Pare, Giodormo Latina y Nélida Zelada .
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