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cultura
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Ingresó en los Ejércitos de Felipe V como infante, pero alcanzó las más altas cotas de liderazgo y prestigio en el Cuerpo de Ingenieros nacido, como el mismo, en los primeros compases del XVIII
JUAN MARTÍN ZERMEÑO, ingeniero del Rey
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DE CIUDAD RODRIGO A MELILLA La muerte de Carlos II (1700) coincidió con la llegada al mundo de uno de los ingenieros que asumieron la responsabilidad de dirigir el flamante Cuerpo. Juan Martín Zermeño nació en Ciudad Rodrigo (Salamanca), hijo de una familia hidalga venida a menos, aunque siendo niño se desplazó a Melilla. En abril de 1716, ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería Almansa,
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tomando parte en diversas acciones en torno a la plaza norteafricana. Sus dotes para la observación y buena actitud para el dibujo le granjearon su admisión en el Cuerpo de Ingenieros y el ascenso a subteniente de Infantería (1719). En la propia Melilla intervino, al lado del también ingeniero Pedro Borrás, en la fortificación del recinto militar, siempre amenazado por los rifeños. Como recompensa a los méritos contraídos en su defensa, ascendió a capitán de Infantería (1725) y a ingeniero ordinario (1726).
Museo del Ejército
NTRE las luces de tan ilustrada centuria como el siglo XVIII, cabe señalar en el ámbito de la milicia española, la creación del Real Cuerpo de Ingenieros. La traumática guerra de sucesión que estalló a la muerte de Carlos II, el último monarca de la Casa de Austria, obligó a los pretendientes en liza a una profunda reforma de sus ejércitos. En ese contexto, Felipe de Borbón encargó al flamenco Jorge Próspero de Verboom la organización corporativa de los ingenieros que estaban al servicio de la Monarquía hispánica. Era la manera de unificar —en un colectivo convenientemente seleccionado y especializado— las decisiones relativas a la defensa y ataque de plazas fuertes, así como las otras funciones de guerra en las que se precisaba la actuación de ese valioso personal militar. Nació, así, el Cuerpo de Ingenieros, luego Arma. Uno de los institutos que más glorias ha dado, en sus más de 300 años de historia, al Ejército español.
Busto del militar mirobrigense, cuya labor es aún hoy reflejo de su tiempo.
Abordó la reforma de las academias de matemáticas y la creación oficial del Montepío de Ingenieros
EL SITIO DE GIBRALTAR Mientras tanto, al otro lado del Estrecho, Felipe V había puesto el punto de mira sobre Gibraltar, plaza perdida durante la Guerra de Sucesión y que permanecía en manos británicas. El ya citado Verboom fue el encargado de dirigir las operaciones de asedio, en franca pugna con su comandante general, conde de las Torres. Para llevar a cabo sus planes, el flamenco hizo llamar a varios ingenieros, entre ellos Zermeño. Nada se consiguió desde el punto de vista militar y se levantó el sitio, pero de regreso a Melilla, fue ascendido a ingeniero segundo y nombrado teniente de Rey de la plaza: segundo oficial al mando de la misma. Participó en la ocupación de la altura del Cubo y en la posterior construcción de su fuerte, que se llamó «de la Victoria» por el éxito allí conseguido. Esta obra, que neutralizaba un peligroso cerro que dominaba el encla-
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Asociación Amigos del Castillo de Montjuïc Centro Geográfico del Ejército
Archivo General de Simancas (MECD). Archivo General de Simancas (MECD).
ve, le valió el grado de teniente coronel (1736). Dos años más tarde trabajaba ya en el puerto de Málaga, prosiguiendo su ascenso a ingeniero jefe (1739) y a coronel de Infantería (1740). Por entonces, la monarquía española organizaba en Barcelona un ejército expedicionario para ser proyectado a Italia en el marco de la Guerra de Sucesión austriaca (1740-1748) y el segundo Pacto de Familia entre Borbones españoles y franceses (1743). Zermeño participó en esta campaña italiana, siendo ascen-
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dido a brigadier (1744) y a mariscal de campo (1745). Llegó a tomar las riendas del Cuerpo por enfermedad del ingeniero director (1748), aún sin ser el oficial más antiguo. Fue herido en el sitio de Cuneo (Piamonte) y tuvo la desgracia de perder a su hijo José, capitán del Regimiento de Infantería Asturias, en la batalla de Madonna del Olmo (1744). Volvió a España acabado un conflicto por el que las tropas españolas consiguieron instalar en el ducado de Parma, Plasencia y Guastalla al infante don Fe-
Ayuntamiento de Pamplona
Plano de Melilla con sus defensas (1735); caballerizas del castillo de San Fernando, Figueras; Plan de Barcelona (1818), con el castillo de Montjuïc —recuadro de arriba a la derecha— y la Barceloneta, entre la ciudadela y el puerto; diseño del uniforme de los ingenieros y detalle de la ciudadela de Pamplona (Navarra), trabajos todos que llevan la impronta del ilustre personaje.
lipe, hermano del futuro Carlos III. La gran experiencia conseguida en el teatro de operaciones italiano le hicieron la persona más idónea para hacerse cargo del Cuerpo de Ingenieros, por entonces en manos del marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI y con quien había coincidido en Italia. En 1749, Zermeño fue nombrado comandante general interino, pero no «ingeniero general», como había sido el caso de sus tres predecesores: Verboom, Velasco y Ensenada. También mantuvo
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Archivo General Militar de Madrid
Proyecto para las obras de riego de los campos del Urgel (Cataluña), Zermeño,1766.
su empleo de mariscal de campo y no ascendió a teniente general hasta 1755. En cualquier caso, guió a los ingenieros hasta su unificación con el Cuerpo de Artillería bajo la dirección única del conde de Aranda (1756). No duraría mucho la fórmula, ya que artilleros e ingenieros, ramas de un tronco común, estaban inmersos en un notable proceso de especialización y diferenciación que hacía inviable su unión, como se había experimentado por la época en Francia. Durante esa interinidad (1749-1756), Zermeño abordó además, y entre otros expedientes, la creación oficial del Montepío de Ingenieros, la reforma de la enseñanza de las academias de matemáticas y el aumento de sueldo para el personal del Cuerpo enviado a América. SAN FERNANDO DE FIGUERAS Pero sobre todo proyectó numerosas obras militares, especialmente en Cataluña, instalado en su capital. Es de reseñar el inicio de la construcción de la fortaleza de San Fernando de Figueras (Girona) en el Ampurdán (1753), donde dejó a su hijo Pedro Martín (Zermeño) Paredes como encargado de obras y al que designaría, a partir de 1756, ingeniero director del Principado de Cataluña. En el período de unión entre ingenieros y artilleros, Zermeño ostentó el cargo de director de los primeros en Navarra (1756-1758), donde realizó el proyecto de fortificación de Pamplona y otras propuestas para San Sebastián. También ejerció de comandante general de la plaza de Orán (1758-1765). Tras la separación de los artilleros (1761), los tenientes generales Ricardo Wall y Maximiliano de la Croix se convirtieron en los jefes del Cuerpo de Ingenieros hasta que, en 1766, Zermeño fue nombrado comandante general de ingenieros e inspector de las plazas y fortifi-
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caciones del Reino, dirigiendo de nuevo y desde Barcelona el Cuerpo. Sin embargo, sólo ostentó el tradicional título de ingeniero general a partir de 1769, después de insistir en el asunto ante Carlos III. En los últimos años de vida, instalado en la cúspide del prestigioso Cuerpo de Ingenieros, Zermeño evidenció la necesidad de aumentar su número y crear una sección especializada en puentes, canales y caminos, medidas materializadas tras su muerte. Sí vieron la luz las nuevas ordenanzas para el servicio del Cuerpo de Ingenieros en guarnición y campaña (1768), en vigor hasta 1803. Además, Zermeño continuó su actividad constructiva. Desarrolló entre otros
proyectos, allende Europa, las fortificaciones de Santiago de Cuba, Manila (Filipinas), Valdivia (Chile), Puerto Cabello (Venezuela), San Fernando de Omoa (Honduras) y Montevideo (Uruguay). Falleció en 1773 en su casa de Barcelona, donde entre trabajo y trabajo pasó buena parte de su vida, siendo sustituido por su hijo Pedro de forma interina. En la Ciudad Condal dejó concluido el barrio de la Barceloneta, viejo proyecto de su maestro Verboom y uno de los mejores ejemplos del urbanismo de la Ilustración en su época. CAPACIDAD Y SABER HACER Durante su vida se esforzó en recuperar el reconocimiento de la hidalguía familiar, consumidas sus credenciales en las llamas de la Guerra de Sucesión, pero llegó a alcanzar, desde sus humildes comienzos y gracias a sus buenas capacidades y saber hacer, los escalones más altos del Cuerpo de Ingenieros, el mejor baluarte de la monarquía española, cuna de oficiales dedicados, hechos a sí mismos en el yunque del estudio y la experiencia, la combinación perfecta del militar ilustrado del siglo XVIII. Germán Segura García
Materia de estudio
de análisis, exposiciones, visitas guiadas… analizan JcomoORNADAS y acercan la labor del conjunto de los ingenieros militares —así el trabajo de algunos de sus nombres más sobresalientes— a
expertos y no versados en la materia. A tales actuaciones se suman los libros que, quizás, aportan la reflexión más pausada. Más numerosos de lo que pudiera parecer, son muchos los títulos que se pueden encontrar sobre la materia en papel y en formato electrónico. Estas líneas apuntan tres de los títulos publicados por la Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural del Ministerio de Defensa (http://publicaciones.defensa.gob.es), aunque son varios más los editados por el Departamento y otros sellos. El primero de ellos, aunque no el más reciente, está dedicado a Los ingenieros militares Juan y Pedro Zermeño: paradigmas de la Ilustración (2013). Padre —el protagonista de estas páginas— e hijo dejaron un amplio legado de obra militar y civil. De este 2017 es, por su parte, Proyección en América de los ingenieros militares. Siglo XVIII. Es la cuarta entrega del grupo de trabajo de la Real y Militar Academia de Matemáticas de Barcelona y se adentra en la proyección de la obra de los integrantes del Cuerpo ilustrado en los territorios americanos con una mirada global y que incluye su conexión con el control de aquellas tierras. El tercer ejemplo aquí citado, y el más veterano de los tres expuestos, vio la luz en el año 2006 y se centra en Los ingenieros militares de la Monarquía Hispánica en los siglos XVII y XVIII.
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Hotel Domus R. F. de la Concepción
Archivo RED
Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo
Defensas de Ciudad Rodrigo (Salamanca).
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cultura
Castillo del Morro (Cuba), s. XVIII; J. M. Rufo.
otros ingenieros militares coetáneos. Ese trabajo coral del Real Cuerpo de Ingenieros es también objeto de análisis en estas IV Jornadas, que cerrará su primer día con un concierto a cargo de la Banda de Guerra del Regimiento de Especialidades de Ingenieros nº 11. Las ponencias llegarán el día 19 tras las presentaciones del alcalde local, Juan Tomás Muñoz, y de la presidenta de los Amigos del Castillo de Montjuïc, Carmen Fusté.
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PROTAGONISTA en su tierra Ciudad Rodrigo recuerda a su ilustre vecino con diferentes actividades
ADARVE MARTÍN ZERMEÑO La bienal arranca el 18 de octubre con la inauguración oficial del Adarve Juan Martín Zermeño y después abrirá sus puertas una remozada versión de la exposición dedicada al ingeniero del Rey, cuya puesta en marcha en 2016 en el marco del mencionado encuentro sobre fortificaciones y que está a disposición de los interesados en la página web de la asociación www.castillomontjuic.com.
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La muestra, dividida en una veintena de paneles, parte de la llegada al trono español de Felipe V. Fue él quien impulsó el Cuerpo de Ingenieros al que perteneció Zermeño. Sus Datos biográficos son la siguiente parada de este discurso que, a continuación, se adentra en sus numerosos trabajos, reflejo de la Ilustración. HUELLA EN CUATRO CONTINENTES Panel a panel, fotografías actuales y proyectos de antaño rescatan su obra a lo largo y ancho de los territorios de la monarquía española: en tierras americanas, en Filipinas, el norte de África y, por su puesto, en la Península Ibérica. Lo hizo en su ciudad natal, pero sobre todo en Cataluña y en especial en Barcelona, donde tuvo largo tiempo su residencia. Siguió tal labor su hijo Pedro, que firmó sus trabajos con los apellidos de su padre: Martín Zermeño. Hecho recogido en la exposición, así como la labor de
Archivo General Militar de Madrid
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AS IV Jornadas de Fortificaciones de la Asociación Amigos del Castillo de Montjuïc y una exposición organizada por ellos mismos, ambas sobre el ingeniero militar Juan Martín Zermeño, son citas señaladas en la agenda de Ciudad Rodrigo (Salamanca) para este octubre, ya que acoge tales iniciativas dedicadas a su ilustre vecino y recién nombrado «hijo predilecto». A ellas, se suma un encuentro para descubrir una placa conmemorativa en el adarve de las murallas de la ciudad, diseñadas por el propio Juan Martín Zermeño en 1766, y que ahora lleva su nombre. Todos estos actos se inscriben en la Bienal Zermeño. 2017-2018, promovida por los Amigos del Castillo de Montjuïc —obra del homenajeado— y que ha contado con el respaldo del Ayuntamiento mirobrigense desde sus primeros pasos, dados hace un año por estas fechas en Barcelona, durante las III Jornadas de Fortificaciones de la asociación.
Plaza de San Fernando, Figueras, Girona.
Real Fuerte de la Concepción (Salamanca).
PROGRAMA DE LAS JORNADAS La conferencia inaugural, Naturales y extranjeros, heterodoxia y ortodoxia, en la fortificación española del siglo XVII al XVIII, estará a cargo del doctor arquitecto Fernando Cobos. Los interesados en asistir a ésta y al resto de las ponencias pueden inscribirse hasta el 14 de octubre a través de la web antes mencionada. Fijado el marco de referencia, la cita analiza la fortaleza como icono de la política de conservación hispana en los días del imperio. Acto seguido, el protagonista es Zermeño, a quien Ángel de Luis, del Centro de Estudios Mirobrigenses, ubica «en la senda de la utopía», según su conferencia. El hijo del ingeniero centra la siguiente intervención, en concreto, su trabajo en Galicia, a cargo del coronel José F. Navas, ex director del Museo Histórico Militar de La Coruña. Los siguientes análisis abordan la Cartagena mediterránea, los proyectos de Langots, Verboom y Llobet para las Cuatro Villas (1726-1727), y el estado defensivo de la frontera hispano lusa entre Galicia y Extremadura de la época. Después, los rasgos propios de las fortificaciones dan paso al estudio de casos concretos en la Península y América. Entre los primeros, figura el Real Fuerte de la Concepción, hoy rehabilitado y sede de un hotel al que las jornadas realizarán una «visita patrimonial». Las plazas americanas analizadas serán, entre otras, La Habana (Cuba) y San Fernando de Bocachica en Cartagena de Indias (Colombia), ciudad cuya defensa frente a los ingleses fue el último gran éxito de Blas de Lezo. Esther P. Martínez
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