P REPARING FOR THE C ONSECRATION OF THE A RCHDIOCESE OF S AN F RANCISCO TO THE I MMACULATE H EART OF M ARY Part 38 FRANCISCO RELISHED THE PRESENCE OF THE EUCHARISTIC JESUS in his soul and body as intensely as possible, despite his illness and suffering. He had told Lucia and Jacinta, “I can’t pray any more, you pray for me.” When he opened his eyes after his thanksgiving after Communion, he asked his tearful mother: “Mother, will the priest bring me Communion again tomorrow?” What holy desires filled his soul even to the end of his life! Francisco’s Holy Viaticum was to be his first and last sacramental Communion from the hands of a priest. His condition was deteriorating very quickly. The sun began to set on April 3, 1919. Francisco was 10 ½ years old. He spoke gently to Lucia: “Lucia, maybe I’m going to miss you very much. I’d like Our Lord to take you to Heaven very soon.” “You’re going to miss me?” Lucia replied, certainly filled with a deep sorrow mingled with holy joy. “Oh no! As if that were possible when you are near Our Lord and Our Lady Who are so good.” “You are right,” the holy ten-year old boy replied. “Maybe I won’t remember you.” Francisco continued to suffer deeply into the night. He put on a brave face for his mother, assuring her was okay, but he confided his deep suffering to Lucia and Jacinta. Such is the holy intimacy of the saints. “I’m going to go to Heaven, and I’m going to ask Our Lord and Our Lady to take you there soon,” he assured them. “Give my best wishes, my very best wishes to Our Lord and to Our Lady,” his little sister, Jacinta, begged him, “and tell Them that I’ll suffer all that They want me to, for the conversion of sinners and in reparation for the sins committed against the Immaculate Heart of Mary.” As night fell, Francisco’s mother kept vigil with him, along with Lucia. Some of his final words are recorded for us. They speak of a deeply holy death. “Mother, look! What a beautiful light – by the The three children, after their vision of hell. door!” His eyes opened with new life. His end was near. [from Ignatius Press, Fatima Mysteries] “Now it’s gone. I can’t see it anymore.” As his death neared and morning dawned, he spoke to each of his family members, asking them to pray for him and to forgive him his faults. At about 10 o’clock in the morning, on the fourth of April, his face brightened, a joyful smile formed on his face, and he breathed his last and entered into the everlasting bliss of Heaven with Jesus and Mary. †
FRANCISCO DISFRUTÓ DE LA PRESENCIA DEL JESÚS EUCARÍSTICO en su alma y su cuerpo lo más intensamente posible, a pesar de su enfermedad y sufrimiento. Él le había dicho a Lucía y a Jacinta: "No puedo rezar más, ustedes recen por mí". Cuando el abrió sus ojos en su acción de gracias después de la Comunión, le
preguntó a su madre llorosa: "Madre, ¿me traerá el sacerdote la Comunión mañana de nuevo?" ¡Qué deseos tan santos llenaron su alma hasta el fin de su vida! Francisco, el santo Viatico fue la primera y última comunión sacramental de manos de un sacerdote. Su condición se estaba deteriorando muy rápidamente. El sol empezó a ponerse en marcha el 3 de abril de 1919. Francisco tenía 10 años y medio. Él le habló suavemente a Lucía: -Lucia, tal vez te voy a extrañar mucho. A mi me gustaría que nuestro Señor te llevara al Cielo muy pronto. "¿Vas a extrañarme?" Lucía respondió, ciertamente llena de un profundo dolor mezclado con santa alegría. "¡Oh no! Como va a ser fuera posible cuando estás tan cerca de Nuestro Señor y de Nuestra Señora que son tan buenos. -Tienes razón -respondió el santo muchacho de diez años. “Tal vez no te recuerde.” Francisco continuó sufriendo profundamente durante la noche. Él puso una cara valiente delante de su madre, asegurándole que estaba bien, pero le confió su profundo sufrimiento a Lucía y a Jacinta. Tal es la santa intimidad de los santos. "Yo me voy a ir al Cielo, y yo voy a pedir a Nuestro Señor y a Nuestra Señora que las lleven pronto", les aseguró. "Les doy mis mejores deseos, mis mejores deseos a Nuestro Señor y de Nuestra Señora", su pequeña hermana, Jacinta, le rogó, "y diles a Ellos que sufriré todo lo que Ellos quieren, la conversión de pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”. Al caer la noche, la madre de Francisco mantuvo vigilancia con él, junto con Lucía. Algunas de sus últimas palabras están grabadas para nosotros. Ellas hablan de una profunda santa muerte. -¡Madre, mira! ¡Qué hermosa luz ... por la puerta! "Sus ojos se abrieron con una nueva vida. Su final estaba cerca. "Ahora se ha ido. Ya no la puedo ver más.” A medida que su muerte se acercaba y la mañana amanecía, habló a cada uno de los miembros de su familia, pidiéndoles que oraran por él y que le perdonaran sus faltas. Alrededor de las 10 de la mañana, el 4 de abril, su rostro se iluminó, una sonrisa alegre se formó en su cara, y por último expiro y entró en la eterna felicidad del Cielo con Jesús y María. †