Foto: José Haro

Quim Gutiérrez “Soy muy mal actor en la vida” Quim Gutiérrez (Barcelona, 1981) hace tiempo que dejó de ser una joven promesa para convertirse en uno de los valores seguros del panorama cinematográfico español. Por Pilar Sarro ¿Cómo surgió la colaboración con Alejo Flah para esta película? Me gustaría decir algo más espectacular pero fue muy normal. Me envió el guión y me reuní con él. De entrada me pareció maravillosa la historia pero tenía más dudas con mi personaje, no me caía muy bien. Rápidamente entendí por qué y es porque Víctor al final representa ese tipo de tío que voluntariamente decide vivir en una especie de comodidad triste y pasar de puntillas por la vida. Además hace monólogos para defender esa opción de vida. Yo no me siento nada identificado por ese perfil de personajes. Pero Alejo me lo planteó al revés, como el reto de hacer carismático un personaje de este estilo. Y al final la película, al menos la parte que a me corresponde, se convierte en una especie de homenaje a este tipo de tíos que a pesar de haber sido educados para

vivir de esa manera, deciden arriesgarse y cambiar su vida para algo mejor. En la película el personaje de Marta Etura le pregunta a Víctor si prefiere vivir en la realidad o imaginar. ¿Tú qué preferirías? Una dosis de ficción adecuada puede ayudar a cambiar aquella parte de nuestra existencia que no nos satisface. Así que creo en ficcionar conscientemente en la vida para mejorar los aspectos de lo que te rodea que no te gustan. ¿A nivel interpretativo cambia el hacer ficción de la ficción? Porque dentro de la historia tú eres la ficción… Sí que hay algunas opciones estilísticas que marcan la diferencia entre la realidad y la ficción pero a la hora

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de construir un personaje lo construyes como cualquier otro.

no me lo trago o cuando me lo creo. Me costaría mucho interpretar un cliché que no me creo.

¿Qué ha sido lo más divertido de rodar esta comedia? Me lo he pasado muy bien con Marta. Ella apuntaba en una entrevista que en los otros personajes que hemos tenido la preparación era un poco más dolorosa en el buen sentido porque eran personajes que sufrían mucho más. En cambio aquí todo lo anterior a decir acción en el plano era mucho más lúdico y hemos jugado esa complicidad que tienen los personajes a partir de la nuestra. Finalmente la parte lúdica se agradece también.

No sé si lees las entrevistas que concede Marta Etura pero en una de ellas planteaba un debate interesante que es en el que muchas historias las contaban los hombres. Parece que los personajes femeninos siempre hacen de comparsa en las historias. ¿Crees que hacen falta personajes femeninos potentes? Tengo dos ejemplos: Olive Kitteridge de Frances McDormand y The Honourable Woman de Maggie Gyllenhaal. Son series protagonizadas por personajes femeninos súper potentes. La psicología femenina permite una visión sobre el mismo conflicto contra un hombre con matices muy distintos. Creo que hay mucho curro por hacer, sería una especie de discriminación positiva.

En la película vemos que los detalles enamoran, que la rutina mata… ¿Para ti los tópicos en la comedia romántica siguen funcionando? Creo que hay tópicos que funcionan en muchos terrenos, en muchos géneros. A veces me preguntaba también cuál es el cliché o el tópico de comedia romántica que más detesto. No detesto ninguno si me lo venden bien. Lo que detesto son las pelis malas que utilizan clichés porque no saben qué contar. Realmente no sé dónde está el truco. Pero sí identifico muy claro cuando

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Al hilo de la película, el personaje de Ernesto Alterio dice que cuando acaba la película empiezan los problemas y que los finales de las películas se quedan en finales felices. ¿Crees que pueden existir los finales felices en la vida? Creo que cuando acaba la película empieza la ficción

del espectador. Es decir, el espectador en la ficción y de alguna forma, en la inercia de lo que ha visto, le permite preguntarse cosas o seguir alargando en su propia vida a raíz de la emoción que ha vivido viéndola. Dramáticamente es interesante que las películas acaben. Una película buena se puede convertir en mala si se alarga más. Lo mismo ocurre con las relaciones. Creo en las cosas en su justa medida. Como actor ya tienes en tu vida los recursos y emociones que pueden ser de verdad o no. Si utilizas esos recursos en tu vida… Creo que soy muy mal actor en la vida. Para mí el buen actor también tiene algo de transparencia, se trata de generar emociones que no tienes pero que aparezcan de manera transparente. ¿Cómo lo haces para ocultar una emoción que tienes y representar la opuesta cuando tiendes a ser transparente? A mí me ha pasado siempre. Mi abuela me pillaba las cosas porque yo era muy mal mentiroso. Si es cierto que cuando tienes algo lo puedes dramatizar un poco. Hay una cierta dramatización, un cierto margen. Por

otro lado, también es verdad que interpretando personajes que llevan mucho ensayo entiendes formas de comportarte psicológicamente que no son la tuya. Por ejemplo, me rompo mucho la cabeza interpretando personajes que han sido mucho más pragmáticos y es muy agradable interpretar a un tío que se rompe menos la cabeza. Durante un tiempo esa inercia de haber actuado en la ficción puede servirte. Luego se desvanece a no ser que te lo curres mucho y efectivamente cambies tu forma de actuar mentalmente. ¿Te sientes más cómodo en la comedia o en el drama? Me da bastante igual. Me siento cómodo cuando el personaje mola. O igual de incómodo. Hay personajes incómodos que son difíciles porque son un reto, porque no sabes muy bien cómo hacerlo y sobrevivir a la inseguridad es una herramienta creativa. El hecho de sentirnos incómodos y saber tolerar la incomodidad es una buena herramienta.

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