Domingo 21 de octubre de 2007
Cultura
LA NACION/Página 23
ENTREVISTA / La serie de LA NACION que se convirtió en un best seller
Fernández Díaz: “El periodismo no sabe narrar los sentimientos” En el libro Corazones desatados, el escritor explora las fascinantes y riesgosas tramas del amor Por Loreley Gaffoglio De la Redacción de LA NACION Como sabueso de los sentimientos, Fernández, el cronista escaldado por haber conocido el revés astillado de la vida y el poder, se zambulle en un universo vedado para el periodismo y para mucha literatura argentina, taponada de pudor por Borges. En Corazones desatados (Sudamericana), explora las tramas y miserias que se tejen y destejen a partir del amor. Relatos ficcionales, disfrazados como columnas periodísticas, pero hilvanados como en la unidad de la novela, el escritor y periodista Jorge Fernández Díaz, secretario de Redacción de LA NACION, construye a través de su escéptico álter ego un fresco tragicómico y por momentos despiadado de los comportamientos humanos. Diseca el amor, mira sus paradojas, advierte sobre la acechanza, siempre agazapada, del fracaso y de la caducidad de los vínculos. “Nada hay más complejo que el amor”, reconoce el autor en el bar Montecarlo, esa esquina de grandes ventanales en Palermo, búnker de sus tertulias políticas y literarias; testigo hasta ahora mudo de la urdimbre de Mamá y de Fernández, las últimas de sus cuatro novelas publicadas. Con siete nuevas historias y una novela corta (El amor es muy puto) que se suman a los 13 relatos publicados el verano de 2006 en LA NACION Revista, Corazones desatados se encumbró velozmente entre los best sellers. Es así como en ese ranking un hombre pelea codo a codo con dos mujeres: Isabel Allende y Angeles Mastretta. “Este salto sin red en el abismo de los sentimientos trata de iluminar la realidad tal cual es e intenta vencer el pudor ante un tema tan tabú para el periodismo como noble para la literatura, desde Proust hasta Scott Fitzgerald y Manuel Puig –dice–. El periodismo no sabe narrar los sentimientos.” Dice Fernández Díaz sobre la adolescencia: “Es la patria amorosa; todo ocurre allí. Luego sólo cambian los envases y las circunstancias. Yo me nutrí de los fulgores y sufrimientos que padecí entre los 13 y 20 años para contar cómo se vive el amor hoy y exponer sus enfermedades. Pero debí salir a la calle y escuchar mucho porque eso solo no me alcanzó”. –¿Cuánto de necesidad personal por
comprender y cuánto de exploración meramente literaria hay en el libro? –Coexisten ambas. Me pareció un gran desafío escribir sobre los vínculos amorosos sin desbarrancarme hacia el rosa o el kitsch. Tuve la necesidad de encaminarme hacia esa “temática prohibida” y compleja, no porque me faltaran el amor y el deseo, sino porque me pareció una exploración genuina, fascinante, con margen para el asombro. El hombre vive sin comprender ese fenómeno fatal que para cada uno es algo distinto. Yo no creo haberlo entendido del todo. En el amor se juegan el ego, la autoconciencia, la autoestima, el narcisismo, el sexo, las instituciones, las miradas de los demás, las traiciones, lealtades y hasta las adicciones. ¿Por qué en la incertidumbre está el deseo? ¡Qué paradoja! Algunos dicen que la vida no es pelear o huir de los tiburones, sino atreverse a hacer la plancha Fernández Díaz en el bar Montecarlo, en Palermo: “El amor es maldito y caprichoso” FERNANDO MASSOBRIO entre ellos. El amor exige esa clase de templanza. –¿Qué más aprendiste? –¿Desarrollaste una mayor sagacidad –Que el amor es peligrosísimo; puede ser la verdad. En ese sentido, creo que el truco emocional después del libro? ¿O la inteuna droga dura. Hay hasta asociaciones pa- literario funciona. ra los adictos al amor. Y hay otros tipos, los –¿Cuáles son los riesgos y ventajas de ligencia literaria y emocional no se to“atletas de los sentimientos”, que evitan la contar a través de un álter ego tan dual, can? entrega y se aferran al amor propio. Porque sagaz, pero desencantado como Fernán–No, son cauces paralelos. Quizás adquirí cuando te entregás, dejás de ser vos. El amor dez? cierta perspectiva, “cierta” templanza teóries maldito, caprichoso; no hay forma de aga–Si se llamara Gómez, no habría tanto ca. A pesar de que tiro a la parrilla pedazos rrarlo. Su esencia es la insensatez y la imper- problema, ¿no? El es más inteligente que yo; de mi vida, que creo que es lo más valioso fección. Y a su vez, hay infinidad de formas tiene más templanza y más escudos. Yo soy que soy capaz de hacer como escritor, no hay del amor que jamás integrarían los manuales más arriesgado y sufriente. No se puede an- que confundir la invención literaria con la tradicionales. Yo no cuento historias verídi- dar por la vida con un traje de amianto: te realidad… cas, sino historias verdaderas. A veces, hay protegés, pero perdés la sensibilidad. La vi–¿Por qué se muere el amor? que mentir para contar la verdad. da así es mentirosamente fácil. Por eso, en –El amor se muere, muchas veces, porque –¿Por qué? la próxima novela, Fernández se tiene que sólo es compañerismo, porque en ocasiones –Porque como narrador te libera del pudor enamorar. Vamos a ver cómo le va a éste que viene con fecha de vencimiento, porque el miede sentir que estás ventilando intimidades rea- cree que se las sabe todas. El desafío es atre- do o el prejuicio o el destino te lo desbaratan, les. Hemingway tuvo que crear por entero el verse a sacarse el escudo, vivir, sentir y saber porque necesita un poco de incertidumbre para personaje de El viejo y el mar, para contar lo cuándo ponérselo de nuevo. Ese movimiento seguir. Y porque el amor es muy puto. que había visto en cientos de pescadores a que parece sencillo es dificilísimo. Nadie nos lo largo de su vida. Quien ha vivido con los lo puede soplar; lo debemos decidir solos. Y ojos, examinando, puede reconstruir el do- la mayoría de las veces perdemos totalmente Más información. La entrevista completa lor, pero no haciendo periodismo con nom- la perspectiva de lo que nos pasa. ¡Vas a ver con el autor de Corazones desatados bres cambiados, sino construyendo persona- cómo en la próxima él sufre como un perro! www.lanacion.com.ar jes ficcionales que sean más verosímiles que Ahí me voy a reír yo.
...mientras tanto...
La razón y la vida conyugal POR JUANA LIBEDINSKY PARA LA NACION
LONDRES.– Hace cinco años entraba en un cuartito sucio con calcomanías de Scooby Doo en las ventanas para casarme. Era el City Hall neoyorquino, donde –aprendimos entonces– no se casa nadie a menos que esté a punto de ser deportado. Con ese comienzo, no creí escandalizarme con cuentos de matrimonios ajenos. Eso fue hasta que me regalaron el libro de historia cultural más de moda del momento: Uncommon Arrangements, de Katie Roiphe. La autora, profesora de periodismo de la Universidad de Nueva York, reconstruyó la vida conyugal de personajes del mundo literario británico en el momento en que la esfera privada se libera de la represión victoriana. G. H. Wells, padre de la ciencia ficción; Katherine Mansfield, la gran escritora modernista; Bertrand Russell, premio Nobel; Vera Brittain, célebre feminista y pacifista, y Vanessa Bell, el alma del grupo de Bloomsbury son sólo algunos de los intelectuales que intentaron encontrar alternativas radicales a la pareja tradicional. Es tan fascinante como triste leer que los experimentos de estas personas talentosas e imaginativas fracasaran drásticamente. Sus deseos, sin embargo, eran sinceros. “Querían racionalizar a ultranza la vida sentimental”, dice Roiphe. Pero al final, como siempre, sus corazones no se dejaron guiar por nada.