El shampoo

19 sept. 2014 - Las estrellas fugaces sobre tu pelo negro ... acaba de ser distinguido en el Festival Internacional de La ... Directora de arte: Ana Gueller.
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2 | ADN CULTURA | Viernes 19 de septiembre de 2014

Final abierto

línea & letra

Poesía interpretada por Pablo Bernasconi

Bailan tregua y bailan catala

El shampoo

Verónica Chiaravalli

Elizabeth Bishop

S

er cronopio (o aspirar a serlo) tiene buena prensa y es políticamente correcto. Quizá porque esos seres “desordenados y tibios” son imaginativos, generosos, rebeldes y sensibles (Julio Cortázar llamaba cronopia a Alejandra Pizarnik). Esos seres “verdes y erizados” tienen su propia sala de exposiciones, a modo de homenaje, en el Centro Cultural Recoleta. En cambio, ser fama está muy mal visto, a menos que uno se mueva, digamos, en el círculo de los especuladores financieros donde, por supuesto, ignoran olímpicamente la existencia de cronopios y de famas. El pragmatismo de estos últimos, su conducta utilitaria y su nula capacidad para la metáfora despiertan ya la mofa, ya la compasión, y hasta una cierta envidia melancólica, por qué no, de los cronopios. Pero eso, claro, a los famas no les mueve un pelo. Cuando el lector que aún no ha entrado en la adolescencia descubre Historias de cronopios y de famas es grande la tentación –un juego irresistible– de rotular a cada persona que conoce, incluidos padres, parientes, amigos y maestros, según esa clasificación básica. Y llevado por el entusiasmo y la inexperiencia de la excesiva juventud, es probable que cometa injusticia contra todo fama, al que pronto descartará por mezquino y gris. Así trata a los pobres famas Julio Ludueña en su lindísimo film de animación Historias de cronopios y de famas, que todavía puede verse en el cine Arteplex de Belgrano y que acaba de ser distinguido en el Festival Internacional de La Habana. Si bien hasta el propio Cortázar, padre de las criaturas, se apiadaba de sus famas, en la película de Ludueña éstos son malos sin atenuantes. Los creados por Patricio Bonta para el capítulo "Inconvenientes en los servicios públicos", por ejemplo, recuerdan las fisonomías de dos ministros de Economía que la Argentina tuvo en tiempos de gobiernos militares; y en el capítulo “Comercio”, animación de obras de Daniel Santoro, los famas, a diferencia (sutil pero crucial) de lo que ocurre en el cuento, no instalan la fábrica de mangueras que operarán luego los cronopios sino que importan, codiciosos y desaprensivos, las mangueras que les vende una serpiente con la cabeza del Tío Sam. Para cargar más las tintas, estos famas desagradables están caracterizados como Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges. Dejando a un lado simplificaciones y algún maniqueísmo, la película depara el placer de disfrutar el arte de grandes creadores, entre ellos, Luis Felipe Noé (magníficas imágenes puestas al servicio de “Pequeña historia tendiente a ilustrar lo precario de la estabilidad dentro de la cual creemos existir, o sea que las leyes podrían ceder terreno a las excepciones, azares o improbabilidades, y ahí te quiero ver”), Crist (bello su trabajo en blanco y negro para “Tema para un tapiz”) y Antonio Seguí, acaso el mayor hallazgo del film: ¿alguien puede imaginar representación más perfecta de los famas que esos atildados hombrecitos de sombrero y maletín, siempre a zancadas presurosas por la gran ciudad? C

Quedas explosiones sobre las rocas, Los líquenes crecen Difundiendo ondas grises, concéntricas. Han logrado Rimar con los anillos de la luna aunque En nuestra memoria no han cambiado. Y puesto que los cielos nos servirán En forma prolongada, Fuiste, querida amiga, Apresurada y pragmática; Ya ves lo que pasa. En el Tiempo, Que es nada, se puede confiar. Las estrellas fugaces sobre tu pelo negro En formación brillante ¿Van hacia dónde? ¿Tan decididas, tan apuradas? –Ven, déjame lavártelo en este fuentón de lata, Maltrecho y luciente como la luna.

De La pasión del exilio. Diez poetas norteamericanas del siglo XX. Selección y traducción: María Negroni. Bajo La Luna

Elizabeth Bishop Worcester, 1911 - Boston, 1979 Autora de extensos poemas líricos de corte confesional, aunque nada prolífica, está considerada una de las más grandes poetas estadounidenses del siglo XX. Vivió durante muchos años en Brasil, alejada de los círculos literarios de su país

STAFF Director: Bartolomé Mitre. Subdirector: Fernán Saguier. Secretario general de redacción: Carlos Guyot. Directora de arte: Ana Gueller. Directora de adncultura: Verónica Chiaravalli. editor: Pedro B. Rey. editora de artes Visuales: Alicia de Arteaga. editora de arte: Silvana Segú. editoras fotográficas: Andrea Knight y María Aramburú. redacción: Pablo Gianera, Natalia Blanc, Celina Chatruc y Martín Lojo. Corresponsales: Luisa Corradini (Francia), Elisabetta Piqué (Italia), Silvia Pisani (EE.UU.). Diseño gráfico: María Paula Pilijos. Corrección: Susana G. Artal y Daniel Gigena. Gerente comercial: Gervasio Marques Peña. Propietario: S.A. La Nación, Zepita 3251, C.A.B.A. (C11285ABG) CABA. Derechos de la propiedad intelectual amparados por el Registro N° 5030332. Redacción: Av. del Libertador 101, Vicente López (B1638BEA) Buenos Aires. impresión: taller propio de S. A. La Nación (Zepita 3251, C.A.B.A.) año 8 - número 371 - 19 de septiembre de 2014 - buenos aires, argentina