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el mundo
| Sábado 3 de mayo de 2014
Los Juegos de invierno, un paso en faLso En Sochi, en febrero, Máxima y Guillermo protagonizaron sus mayores polémicas al encontrarse con Putin, muy cuestionado en Holanda, y alentar a los deportistas a los gritos, una manera “poco apropiada” para reyes
Los gritos en las tribunas y la cerveza con Putin: dos situaciones que disgustaron a los holandeses
ARCHIVO / AP
el Mundo Edición de hoy a cargo de Inés Capdevila | www.lanacion.com/mundo
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las Monarquías europeas | primer aniversario en holanda
Un año de cambio. Guillermo y Máxima lanzan su “silenciosa revolución de palacio” Sin mucho ruido y de a poco, los reyes comenzaron a modernizar la casa real en sus rutinas diarias; pese a algunos reclamos, los holandeses aprueban su desempeño Luisa Corradini
CORRESPONSAL EN FRANCIA
PARÍS.– El sábado pasado, los holandeses vivieron un acontecimiento histórico cuando, por primera vez en 129 años, celebraron el Koningsdag (Día del Rey). El destinatario de esos festejos era Guillermo Alejandro. El primer rey de los de Orange-Nassau en más de un siglo festejaba ese día sus 47 años. También se conmemoraba el primer aniversario de su reinado, un año marcado por lo que el prestigioso diario De Volkskrant llamó, la semana pasada, “una silenciosa revolución palaciega” para modernizar la casa real, por alguna que otra polémica y por un reclamo de los holandeses. El afecto de los holandeses confirmó ese día la enorme y creciente popularidad de Guillermo, que heredó el trono de su madre, Beatriz, y de su mujer, la argentina Máxima Zorreguieta, una aprobación corroborada por los sondeos. De acuerdo con el instituto TNS Nipo, el 84% de los holandeses aprueba el desempeño de Guillermo en su primer año de reinado. El 27% de esos encuestados cree que el actual monarca tuvo una performance sobresaliente, mientras el 57% cree que fue positiva. Apenas el 1% cree que hizo un mal trabajo y el 11%, que no lo hizo ni bien ni mal. Ese caudal de simpatía también incluye a su esposa: para el 80% de los holandeses, Máxima se comporta como una “verdadera reina”. Como la tradición lo prescribe, en ese día excepcional, Holanda se vistió de naranja, y la familia real viajó a De Rijp, pequeña ciudad situada unos 36 kilómetros al norte de Amsterdam. El rey y Máxima recorrieron los canales de la ciudad en compañía de sus tres hijas, Amalia, princesa de Orange y heredera del trono, de 10 años, y las princesas de Holanda, Alexia y Ariane, de 8 y 7 años. Todos disfrutaron de la ciudad que, como las otras urbes holandesas, organizaba ese día una tradicional feria callejera, con concursos, quioscos de juegos y de comida, a medio camino entre carnaval medieval y fiesta comunal. El éxito de la jornada, marcada por el buen humor y las demostraciones de afecto de la gente, confirmaron la popularidad de la pareja real. Pero al mismo tiempo, en esas horas, los reyes pudieron medir el alto nivel de demanda de la sociedad holandesa, exigente tanto con el monarca como con la clase política. Los holandeses, por ejemplo, verían con buenos ojos un rey y una reina algo más austeros. Muchos, casi la mitad (48%), creen que Guillermo debería resignar su salario (4,5 millones de euros anuales) o parte de éste en solidaridad con la gente que
sufre por una crisis económica que en los últimos dos años golpeó con fuerza a Holanda. Sin embargo, todos se muestran encantados cuando la prensa internacional elogia la elegancia de la reina Máxima. “Todo eso tiene un precio”, afirma Danielle Pinedo, especialista de la casa real en el diario liberal NRC Handesblad. Muchos quizás aún no perciben la tranquila “revolución palaciega” que los jóvenes monarcas iniciaron inmediatamente después de la abdicación de la reina Beatriz, el año pasado. “Aquellos que predecían que no habría cambios se equivocaron”, asegura Pinedo. La periodista señala, por ejemplo, la drástica reducción del número de colaboradores de la pareja real. Por primera vez en casi 130 años, las damas de compañía de la reina dejaron el palacio real. Cinco de ellas partieron. Máxima retuvo, sin embargo, a Lieke Gaarlandt, que
El príncipe Harry, otra vez soltero ^b^b^ Ella se había convertido en la nueva obsesión de los tabloides británicos, mientras que él, según diarios locales, estaba cerca de pedirle matrimonio. Pero, finalmente, el príncipe Harry y Cressida Bonas se separaron “amistosamente” tras dos años de relación, informan medios británicos. ^b^b^ “Cressida decidió que quiere centrarse en su carrera y Harry se alegra de que ella pueda continuar con su vida”, señaló el Daily Mail, que citó a un amigo anónimo de la pareja. ^b^b^ ”Es muy, muy triste que hayan decidido separarse. Lo hicieron amistosamente, pero decidieron seguir caminos separados”, dijo otro amigo, citado por la agencia británica PC. La prensa británica especulaba desde hace tiempo con un posible compromiso entre el nieto de Isabel II, de 29 años, y su novia, de 25. Los rumores aumentaron cuando ella asistió a su primer acto público junto a Harry.
la acompaña desde el momento en que fue presentada a los holandeses antes de su boda. Abiertos al mundo y al futuro, los actuales monarcas de Orange-Nassau parecen decididos a prestar una especial atención a la juventud. Poco tiempo antes de asumir el trono, Guillermo y Máxima habían adoptado la costumbre de recibir en su residencia de Eikenhorst, cerca de La Haya, a nuevos talentos que despuntan en todos los sectores de la actividad social; todo parece indicar que esa costumbre ha sido preservada por los actuales monarcas. Protagonismo Integrante del Comité Olímpico Internacional (COI) desde 1998 y actual miembro honorario de la organización, convencido de los beneficios del deporte para la juventud, el rey lanzó el año pasado un programa bautizado “los juegos del rey”, en el que participan todas las escuelas del país. El rotundo éxito obtenido decidió a las autoridades educativas a programarlo en forma permanente. Por su parte, Máxima parece haberse acomodado al modelo que alguna vez sugirió Napoleón Bonaparte: “Reinar –aseguraba el entonces emperador – consiste en suscitar la admiración y la devoción”. La reina no sólo tiene una influencia definitivamente positiva sobre su marido, es, además, una mujer que se preparó durante diez años para cumplir un papel ejemplar. “Accesoriamente, esa bella mujer, madre de tres hijos, es dueña de una simpatía avasalladora”, precisa Joe Mansueto, uno de sus admiradores y presidente del Instituto de Investigaciones Financieras Morningstar. Esa cualidad que quedó confirmada durante la tercera cumbre para la seguridad mundial (NSS) y la reunión del G-8 organizadas en Holanda entre el 22 y el 24 de marzo cuando ella y su esposo fueron anfitriones de los dirigentes de más 53 países y la residencia real, el palacio de Huis ten Bosch, se transformó en epicentro del poder mundial. Activa participante en la escena internacional para cuestiones de desarrollo, recientemente galardonada con el Deutsche Medien Award, premio de los medios de comunicación alemanes, por su compromiso activo bajo la égida de las Naciones Unidas en favor de la finanza inclusiva, la reina Máxima cautivó a jefes de Estado y de gobierno. Un talento que la prensa no dejó de señalar: Barack Obama, David Cameron, François Hollande, monarcas del Golfo e incluso el presidente chino Xi Jinping fueron fotografiados mirando embelesados a la reina. Ese protagonismo, sin embargo, no parece hacer mella en su esposo, “cada día más orgulloso y enamorado de su mujer”, afirma Pinedo.ß
Guillermo, Máxima y sus hijas, rodeados del afecto popular
reuters
Felipe y Letizia, en un sinuoso camino hacia el trono español Ante los escándalos políticos y judiciales de la familia real, luchan por mantener su imagen Martín Rodríguez Yebra CORRESPONSAL EN ESPAñA
MADRID.– Van por la vida como quien atraviesa un campo minado. A Felipe de Borbón y a Letizia Ortiz les tocó construir su perfil de futuros reyes de España en medio del vendaval de escándalos políticos y judiciales que sacude desde hace tiempo a la familia real. Lograron mantenerse a salvo de las sospechas y del malestar ciudadano, pero enfrentan el reto delicado de mostrarles a los españoles que su matrimonio sigue firme y que ellos pueden ser quienes devuelvan a la monarquía el prestigio perdido. En las últimas semanas, los príncipes multiplicaron sus apariciones públicas y volvieron a exhibirse juntos con gestos de complicidad en Palma de Mallorca, la ciudad vacacional por excelencia de los Borbón. Preparan ahora las celebraciones de su décimo aniversario de casados, que se cumple el próximo 22. Los movimientos de los príncipes se siguen con atención en el ambiente político desde que el año pasado
empezaron a arreciar rumores de una crisis matrimonial, alimentados sobre todo por la decisión de Letizia de no pasar sus vacaciones oficiales de agosto junto a Felipe. El Palacio de la Zarzuela quiso desinflar las especulaciones, pero apagó el incendio con alcohol. “Sólo hay altibajos, como en cualquier matrimonio”, fue la explicación esbozada por voceros de la Casa del Rey en enero. Ahora se empeñan en demostrar que lo que fuera que haya ocurrido es parte del pasado. Una señal en ese sentido fue la ceremonia militar que anteayer encabezaron, sonrientes, de la mano de sus hijas, Leonor y Sofía. Nunca antes las infantas habían participado de un acto oficial, algo que se atribuía a un excesivo celo de Letizia por resguardar la intimidad familiar. Como sea, el tránsito hacia la coronación les está resultando mucho más empinado que a sus amigos holandeses Guillermo y Máxima, cuya popularidad no para de crecer. Las encuestas marcan un contraste fuerte sobre todo en la figura de las consortes –ambas plebeyas, de la misma generación y similar antigüedad en el mundo de la realeza–. Letizia tiene una popularidad mucho más modesta. La consultora Sigma Dos, en un sondeo para el diario El Mundo, le otorgó hace
tres meses un 49,9% de imagen positiva. El príncipe sale a flote con un 66%, en momentos en que la credibilidad de la corona se hunde: el rey Juan Carlos cayó del 76% al 41% en dos años. La princesa –ex periodista, con un divorcio previo, y de 41 años– no hizo nada escandaloso ni cometió errores evidentes desde que integra la familia real. Pero les resulta antipática a muchos españoles. Cae mal su pose de mujer distante, el blindaje sobre su vida privada, la incomodidad que suele mostrar con el protocolo palaciego... en tren de criticar, se la señala por sus operaciones estéticas y hasta su extremada delgadez. “Los holandeses consideran a Máxima como la soberana más fascinante que ha tenido el país. Forma con su esposo una pareja imbatible. Todo un contraste frente a Doña Letizia, siempre estresada. Con Máxima, la monarquía tiene sentido; en España es una incógnita”, opina el periodista Jaime Peñafiel, decano de la prensa monárquica. La familia Borbón contiene el aliento: este mes, el juez José Castro se propone revelar si procesará o no a la infanta Cristina, segunda hija del rey. La sombra de la corrupción es así el mayor obstáculo que tienen Felipe y Letizia en su sinuoso camino al trono.ß