NARRATIVA EXTRANJERA

Descontrol entre las ruinas “C

omo Dios manda es una historia de amor”, dijo desencantado Niccolò Ammaniti en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, cuando un periodista que lo entrevistaba le preguntó por qué había escrito un thriller. Que la novela de Ammaniti no es ni un policial ni una novela negra queda claro, a pesar del periodista. Que sea una historia de amor, en cambio, parece más bien una acertada provocación del autor. El libro narra las desventuras de tres pobres diablos cuarentones, quienes día a día se las rebuscan para ganarse el pan. Rino, el protagonista, desocupado, alcohólico y violento, vive con el terror de que el asistente social lo separe de la única persona que lo vincula verdaderamente al mundo, su hijo Cristiano, de trece años. Danilo, que ha perdido a su hijita de tres años en un trágico descuido mientras la llevaba en su auto, espera inútilmente recomponer la relación con su ex mujer. Cuatro Quesos, apodo derivado de su pasión por la famosa pizza italiana, es un enfermo mental que ha encontrado protección en sus amigos. Los tres adultos planean hacer saltar por los aires un cajero automático y adueñarse del botín. Pero varios hechos imprevistos –como Dios quiere– los conducen a un final entreverado y dramático. Esta última novela de Ammaniti es una historia de degradación. No hay paisaje, personaje o escena que no haga pensar que toda la sociedad se ha desintegrado, que la red social que alguna vez contuvo y animó las relaciones humanas se ha pulverizado. Incluso

los personajes secundarios que pululan en la historia son desesperados, incapaces de dominar la suerte que los vapulea caprichosamente de un lado a otro. En todo el libro no hay una sola acción que sea el fruto de un razonamiento, de un cálculo lógico, de una previsión. Todos se mueven incontrolados en una especie de magma pulsional, como reflejo, por

COMO DIOS MANDA POR NICCOLÒ AMMANITI MONDADORI TRAD.: JUAN MANUEL SALMERÓN 416 PÁGINAS $ 45

otra parte, de la deriva que atraviesa el mundo en derredor. La única relación sólida y estable –no sin tormentas anímicas y psicólogicas– que sobrevive en esta historia de escualidez es, efectivamente, el amor que une a Rino y Cristiano. Amor signado por el abandono de la madre del niño y dramáticamente instintivo, impulsivo y visceral. La novela está atravesada por el angustioso temor de que esa única relación en que se sustenta este micro-universo se disuelva y aniquile de modo definitivo a ambos personajes. A lo largo de cientos de páginas se asiste a la historia de formación de Cristiano que, educado en el

EDITORIAL DUNKEN

lenguaje de la violencia, el descreimiento, la sospecha y la fidelidad exclusiva al padre, termina por llevarlo a un acto definitivo. Niccolò Ammaniti nació en Roma en 1966. Sus primeros textos fueron englobados en la llamada generación caníbal, de los años noventa, que, al fagocitar la tradición narrativa italiana, se alimentó de escrituras híbridas –desde el cine hasta los diarios– para desacralizar la relación entre escritor y producto, entre escritor y sociedad. Publicó Branquias, Ti prendo e ti porto via y el best seller Yo no tengo miedo. Como Dios manda puede ser leído en dos planos: disfrutando desapasionadamente de la historia atrapante, construida de modo picaresco e ingenioso, salpicada de escenas desopilantes que desdramatizan el dolor hiperbólico del relato; o bien, intentando desentrañar todo aquello que Ammaniti probablemente quiso comunicar con este libro de emociones intensas y sentimientos inequívocos. Por cierto, no es un ensayo social que pretenda denunciar la bajeza y la podredumbre social. Ya es la segunda vez que Ammaniti se adentra en el universo de un adolescente, sin una mirada complaciente ni bobalicona que ubique al púber en ese estado purgatorial a mitad de camino entre la conciencia y la estupidez. Por el contrario, tanto en Yo no tengo miedo como en Como Dios manda, el autor italiano penetra en ese cúmulo indefinido de emociones que preparan el nacimiento del adulto o, si se prefiere, la muerte del niño. Mientras que en Yo no

Ammaniti © REUTERS PHOTOGRAPHER / REUTERS

tengo miedo, el adolescente protagonista de la historia se anima finalmente a denunciar a su padre criminal y salvar a la víctima, en este nuevo libro la “traición” del hijo al padre es imposible. Incluso porque la novela está construida sobre la inversión de papeles: el padre irresponsable y desmedido, el hijo juicioso y centrado. Quizá no sea insustancial mencionar que Ammaniti escribió junto a su padre Massimo, docente de Psicopatología General en la Universidad La Sapienza de Roma, un volumen titulado En el nombre del hijo. Alejandro Patat © LA NACION

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Sábado 5 de julio de 2008 I adn I 19