Deficiencia mental: cuestiones básicas, II parte
1 Prof. Bartolomé Yankovic Nola
1. Los déficits de las personas con discapacidad mental (PCDM)
Los déficits en la evolución de las PCDM parecen agruparse esquemáticamente alrededor de dos componentes: Los trastornos instrumentales: que afectan a la estructuración espacial y temporal, psicomotora, y al lenguaje, y, o
o
Los
trastornos
globales
de
la
personalidad. El enfoque conceptual y de tratamiento ha ido evolucionando con los años… Ahora se tiende hacia una eficaz actuación preventiva y, por otra parte, se empiezan a generalizar las enseñanzas de integración, la asistencia a tratamiento médico de día y a la capacitación con talleres de trabajo para los adultos. En la DM inciden una serie de elementos adversos. Por ejemplo, la información perceptiva - motora se supone que es idéntica a la que acceden el resto de sujetos de la misma edad, pero el problema radica en las posibilidades de estructuración adecuada de ella, con el problema añadido de las dificultades de comunicación. En el terreno del conocimiento, el ámbito es doble: •
La experiencia del sujeto, cuyo mundo de objetos y representaciones es muy distinto del “otro mundo”,
•
No alcanzan la experiencia de las personas comunes.
La otra gran dificultad se deriva de su auto percepción como persona, es decir, de las dificultades de integrar su personalidad. En gran parte de los casos, los padres o adultos de su entorno, con un comportamiento muy protector, anulan las iniciativas del niño, impidiéndole experiencias que supondrían un cierto conocimiento y dominio del medio y de su propio cuerpo. Otra forma de actuar, común en Chile en décadas pasadas sobre todo en los medios socioeconómicos más vulnerables – era abandonar al niño a su propia suerte… porque se asumía que con él no se conseguiría nada o casi nada…
Otra de las características es el déficit en el conocimiento y dominio del lenguaje, y por tanto de la comunicación, que reduce las posibilidades de desarrollo de las habilidades y estrategias intelectuales. ¿Y qué pasa con los profesores? Nuestro papel como educadores es aceptar al niño con DM tal como es: ¡un niño con una deficiencia mental, quien, como cualquiera otra persona, es educable… tiene potencial… tiene derechos y obligaciones! Para la psicología actual no hay nadie que no tenga “algo” de inteligencia. Las características de la personalidad de un niño con retraso, varían mucho según su entorno, pero normalmente son niños con una baja autoestima, lo que se suele traducir en: •
Mayor fracaso, y
•
Alto nivel de ansiedad.
El autocontrol o capacidad de regulación de la propia conducta implica tres capacidades fundamentales: •
Ajuste de claves (situarse en el contexto: “saber estar”)
•
Autorrefuerzo (comprender cómo hay que actuar; cambiar formas de comportamiento inapropiadas)
•
Auto observación (darse cuenta; conocer cómo se actúa)
Estas capacidades suelen estar ausentes en las personas con DM, aunque se han dado algunos resultados positivos en niños con DM moderada. En cuanto a la búsqueda de éxito, lo cierto es que para evitar situaciones no satisfactorias, tienden a buscar en los demás puntos de referencia, ya que su centro de control interno es frágil o inexistente. Sólo en aquellas actividades que les son compensatorias, que les dan autoconfianza, los niños asumen los éxitos y fracasos sin problemas; es decir, dependen mucho de la imagen que tengan sobre sí mismos y sobre sus posibilidades. 2. La intervención educativa inicial 2.1 Atención e intervención en el hogar Es la etapa en la que la acción sobre el niño DM puede ser más eficaz, porque es la fase vital donde el desarrollo psicofísico es más notorio y el medio ambiente incide de una forma que trasciende en las estimulaciones directas e indirectas. Lo que hay que evitar es
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asumir pautas inadecuadas, que lleven a conductas indeseables, difícilmente extinguibles con posterioridad. La atención temprana debe centrarse en aspectos fundamentales de motricidad, percepción, lenguaje, sociabilidad, y afectividad. 2.2 La inscripción en la escuela En el momento de la inscripción del niño en una escuela, la institución educativa puede hacerla de distintas formas: o
Pidiendo un certificado de salud extendido por el pediatra del niño.
o
Dando a los padres una ficha médica para ser llenada por el pediatra.
o
Pidiendo a los tutores o padres que asistan con el niño a realizar la inscripción, ya que cada docente se tomará unos minutos para tener un breve dialogo con el niño, con el fin de que ambos se conozcan.
o
Teniendo una entrevista con el adulto responsable del niño. Esto sirve para hacer con él la ficha sobre el niño. Esta se puede realizar de distintas maneras Obteniendo un diagnóstico institucional para ver si al niño le conviene o no esa escuela.
o
o
Teniendo en cuenta la realidad lúdica y observando día a día al niño para lo cual los grupos de la clase deben ser pequeños y rotativos.
2.3 Atención pre escolar La atención debiera ir dirigida hacia las tareas de integración psicomotriz, las relaciones sociales y la afectividad, sin descuidar el conocimiento y cuidado higiénico del cuerpo. La intervención educativa en esta etapa debe ir dirigida a estimular y aprovechar la zona de desarrollo potencial. Durante este período es importante la coordinación de todos los servicios psicopedagógicos implicados en la educación de los niños con DM. 2.4 La adaptación curricular La intervención es una acción colectiva que no se centra en la capacidad de la PCDM sino en su competencia. En ella se integra el profesor de apoyo con el resto de los profesores del mismo nivel: •
Cada alumno aprende según su ritmo de aprendizaje y su estilo; capacidad, intereses y motivaciones; en consecuencia, los procesos de enseñanza no pueden ser homogéneos: deben ofrecer caminos diferentes.
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•
La atención a la diversidad no es una cuestión de todo o nada: hay que ofrecer respuestas diversificadas, adecuadas a las exigencias de cada momento.
La Administración entiende por currículo las intenciones que un sistema educativo tiene para con su alumnado. Es imposible, objetivamente, ajustarse a la diversidad de todos los alumnos, pero si se persigue como finalidad que todo alumno tenga igualdad de oportunidades para incorporarse a la sociedad, la única posibilidad de llevar razonablemente a cabo dicho propósito es ofrecer un currículo abierto y flexible que permita individualizar la enseñanza y que atienda a la diversidad. Si los alumnos no aprenden espontáneamente los elementos curriculares, se hace necesaria la mediación de los agentes educativos a nivel humano y metodológico. A mayor dificultad, mayor planificación de ayuda. La intervención es, por tanto, un proceso interactivo donde a menudo habrá que implicar a los propios padres. Esta mediación tiene una característica fundamental: es afectiva; el mediador es una persona que acoge, que comprende, estimula, enriquece… que “está ahí”. 3. Un esquema de clasificación de las PCDM
El criterio psicométrico es el que se impone, utilizando el C. I. “coeficiente intelectual”, introducido por Stern para clasificar la deficiencia mental. El test que mide la inteligencia como C.I. es el producto de la edad mental dividido por la edad real de la persona. Las pruebas que se aplican son distintas según la edad de las personas y tienen que ver con la inteligencia lógico – matemática, y lingüística. Se asume que en la cifra 100 o más están situadas las personas de inteligencia “normal”. Es importante destacar que este criterio de clasificación – considerando el CI - es un dato, un antecedente… que no debiera ser usado para agrupar a los niños, en términos de su educación, de su aprendizaje, porque los criterios de orden pedagógico se sustentan en otras ideas… como necesidades educativas especiales, inclusión, etc. Según la Asociación Americana para la Deficiencia Mental y la Organización Mundial de la Salud, existen cinco niveles o grados de deficiencia mental considerando el CI. 3. 1 Deficiencia mental límite o borderline Su CI está entre 68 - 85. Existen bastantes diferencias entre los diferentes autores sobre si deberían o no formar parte de la DM. En la realidad cuesta catalogarlos como deficientes mentales ya que son personas con muchas posibilidades, que manifiestan un retraso en el aprendizaje o alguna dificultad concreta de aprendizaje.
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3. 2 Deficiencia mental ligera o leve Su CI está entre 52 - 68. Pueden desarrollar habilidades sociales y de comunicación, y tienen capacidad para adaptarse e integrarse al mundo laboral. Presentan un retraso mínimo en las áreas perceptivas y motoras. 3. 3 Deficiencia mental moderada o media Su CI se sitúa entre 36 - 51. Pueden adquirir hábitos de autonomía personal y social. Pueden aprender a comunicarse mediante el lenguaje oral pero presentan con bastante frecuencia tienen dificultades en la expresión oral y en la comprensión de los convencionalismos sociales. Presentan desarrollo motor aceptable y pueden adquirir las habilidades pretecnológicas básicas para desempeñar algún trabajo. Difícilmente llegan a dominar las técnicas instrumentales básicas. 3. 4 Deficiencia mental severa Su CI se sitúa entre 20 - 35. Generalmente necesitan protección o ayuda ya que su nivel de autonomía tanto social como personal es muy pobre. Suelen presentar un importante deterioro psicomotor. Pueden aprender algún sistema de comunicación, pero su lenguaje oral es escaso. Pueden adiestrarse en habilidades de autocuidado básico y en habilidades pretecnológicas muy simples. 3. 5 Deficiencia mental profunda Su CI es inferior a 20. Presentan un grave deterioro sensorio motor y de comunicación con el medio. Son dependientes de los demás en casi todas sus funciones y actividades, ya que sus deficiencias físicas e intelectuales son extremas. Excepcionalmente tienen autonomía para desplazarse y responden a entrenamientos simples de autoayuda. 4. Posibilidades de intervención educativa para las PCDM •
Límites o borderline
Hay que insistir que la OMS, en 1968, se pronunció; categóricamente contra la caracterización de las personas de este nivel como deficientes mentales. La multitud de casos considerados de inteligencia límite es analizable en términos de alteraciones o dificultades concretas: niños lentos en el aprendizaje, cuya lentitud afecta el proceso de aprendizaje, pero no al nivel que son capaces de alcanzar; niños con retraso escolar, con repetido fracaso escolar; con dificultades o trastornos en la adquisición de competencias específicas, como las del cálculo y lectoescritura; niños hiperactivos o hipoactivos, con déficit atencional que afecta seriamente sus procesos cognitivos y de aprendizaje. El
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mayor peligro para estas personas, cuando todavía se encuentran en período evolutivo, está en que sus dificultades lleguen a solidificarse en retrasos y déficits funcionalmente tan invalidantes como la deficiencia mental. •
Deficientes mentales ligeros
Aunque limitados en su capacidad intelectual, y con graves dificultades para seguir un currículum escolar normal, incluso en niveles básicos, son capaces de llegar a escribir, de aprender las operaciones elementales de cálculo y alcanzar un adecuado conjunto de aprendizajes y conocimientos escolares. Su rendimiento en el trabajo, sus relaciones sociales y su comportamiento sexual pueden también ser en todo o casi todo, semejantes a los de personas comunes. A menudo la deficiencia mental ligera permite un pronóstico esperanzador para los tratamientos psicopedagógicos adecuados. •
Deficientes mentales medios o moderados
Es la deficiencia mental típica, que mejor refleja las descripciones convencionales de lo que es la deficiencia mental. Los límites reales, tanto por arriba como por abajo, son difíciles de definir porque no son rígidos. Sus limitaciones les traen problemas serios para la inserción en un trabajo y, en general, en la inserción social. •
Deficientes mentales severos
Son difíciles de rehabilitar. A pesar de los tratamientos psicopedagógicos, la deficiencia mental severa tiene un pronóstico poco esperanzador, pero pueden conseguirse metas de integración y normalización social. El objetivo prioritario con los deficientes mentales severos, no es la enseñanza convencional, sino la adquisición del mayor número posible de hábitos o habilidades de autonomía básica. •
Deficientes mentales profundos
Es muy difícil que el deficiente estrictamente profundo, llegue a alcanzar autonomía funcional más allá de las conductas elementales de vestirse y desvestirse, comer por sí solo, o adquirir las habilidades de higiene personal. La enseñanza consistirá en inculcar hábitos de autonomía y no resultará fácil que lleguen a dominar el lenguaje oral. La meta educativa principal de un deficiente profundo es que deje de ser profundo o de funcionar como tal. La meta del educador es proporcionarles habilidades
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que los hagan crecientemente autónomos en diversas áreas de la vida diaria y que reduzcan la necesidad de ayuda externa.
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