¿Cómo manejo las preguntas de los escépticos? - ObreroFiel

de mis implacables preguntas. Aún después de creer en Jesucristo como mi salvador, me seguían asaltando algunas preguntas. El director local de la Cruzada se interesó mucho en mí y aunque al principio sus respuestas me irritaban, después de meditarlas empezaba a encontrarles mucho sentido. Durante dos años lo ...
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¿Cómo manejo las preguntas de los escépticos? Por Rusty Wright ¿Cómo deberíamos manejar las preguntas y objeciones acerca de la fe que nuestros amigos pudieran plantearnos? A partir de su valiosa experiencia el autor ofrece las respuestas a las siete inquietudes más comunes de los escépticos. En un vuelo, tuve la oportunidad de conversar largo y tendido con Aimee, una empresaria francesa. Aimee me preguntó a qué me dedicaba a lo que respondí tranquilamente que era conferencista cristiano. Ella entonces me contó que en una ocasión había firmado un contrato con un cristiano declarado que intentó presentarle a Cristo, pero que, al mismo tiempo, trató de engañarla con lo acordado. «¿Cómo puede un cristiano querer engañar a otro?», —preguntó. Le respondí que los cristianos no somos perfectos, algunos fracasan miserablemente en el cristianismo, muchos otros son sinceros y se preocupan por los demás, pero que, al final, Jesucristo era el único en el que se debía confiar. Aimee entonces me preguntó: «¿Cómo puede usted creer lo que dice la Biblia? ¿Por qué los cristianos afirman que existe solo un camino para llegar a Dios? ¿Cómo puede uno convertirse en cristiano?» Traté de responder con tacto a todas sus inquietudes y explicarle el mensaje de la gracia tan claro como me fuera posible. Compartí algunas historias sobre mis luchas personales que aparentemente la hicieron considerar el amor que Dios le tenía. Aunque no se convirtió a Cristo en ese encuentro, pareció que sí se marchaba con una nueva percepción del cristianismo. En todo lugar, existen personas heridas que necesitan a Dios y muchas desean conocerlo personalmente pero antes necesitan evacuar sus dudas para poder aceptar a Cristo como su salvador. A medida que respondamos sus interrogantes y la gracia se una a la verdad, más y más escépticos estarán dispuestos a escuchar y convertirse de una vez por todas o por lo menos aceptarán conocer más de él. Eso fue justamente lo que me ocurrió. Durante mi adolescencia, intenté vivir una vida que complaciera a la gente y a Dios. Pero con el tiempo más bien casi me expulsan de la secundaria por algunos problemas que yo mismo ayudé a generar. Tiempo después le di una pausa a todas mis investigaciones sobre el cristianismo. Adolorido y enojado me preguntaba: «¿Por qué Dios? ¿Por qué permites que esto me pase si yo he procurado toda mi vida complacerte?» Más tarde, durante mi primer año universitario, conocí a varios estudiantes que formaban parte del ministerio Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo. Ellos me ayudaron a comprender que el perdón de Dios era como un regalo por el cual yo no necesitaba pagar nada. Me aceptaron y me amaron a pesar de mis implacables preguntas. Aún después de creer en Jesucristo como mi salvador, me seguían asaltando algunas preguntas. El director local de la Cruzada se interesó mucho en mí y aunque al principio sus respuestas me irritaban, después de meditarlas empezaba a encontrarles mucho sentido. Durante dos años lo seguí prácticamente a todas partes y lo observaba cómo interactuaba con personas que no eran cristianas. Hoy, al tratar con personas inquisitivas, les explico tal y como lo aprendí de mi mentor. «Te tengo una pregunta…»

¿Cómo deberíamos manejar las preguntas y objeciones acerca de la fe que nuestros amigos pudieran plantearnos? Primero debemos establecer ciertas directrices, orar y pedir sabiduría. Pidamos a Dios que nos ayude a amar a nuestros interrogadores (Romanos 9.1–3), y al Espíritu, que vaya trabajando en sus corazones. Si piensa que la ocasión es apropiada para compartir el evangelio, entonces… ¡adelante!, pero sea breve. El Espíritu Santo es el que convence a sus amigos a que acepten a Cristo, así que no intente acelerar ese proceso ni obligarlos a tomar alguna decisión. Algunas preguntas son cortinas de humo intelectuales. En una ocasión un profesor de filosofía me lanzó una serie de preguntas que traté de responder lo mejor que pude. Luego le pregunté: «Si pudiera responder satisfactoriamente a todas sus interrogantes, ¿le entregará su vida a Jesús?» Como respuesta me dio un rotundo no. No tengo la respuesta a cada una de las dudas y consultas con las que usted se enfrentará, no obstante, sí deseo compartirle algunas que me han formulado y su respectiva respuesta: 1. ¿Por qué existe el sufrimiento y la maldad? Sigmund Freud definió la religión como una ilusión que los humanos inventaron para satisfacer sus necesidades de seguridad. Para él, no era lógico que existiera un Dios benevolente y todopoderoso y, al mismo tiempo, azotaran los desastres naturales y la maldad humana. Dios es soberano pero nos da la libertad de seguirlo o rechazarlo. Esta respuesta no contesta a todas las preocupaciones de la persona (porque Dios sí interviene en algunos casos para frustrar ciertas maldades) pero sugiere la idea de que el problema de la maldad no es la barrera intelectual que esa persona posee para no creer, sino que va más allá. No obstante, la barrera emocional del dolor permanece imponente. Jesús entiende lo que es el sufrimiento porque él mismo fue rechazado, golpeado y cruelmente ejecutado, cargó la culpa de nuestras rebeliones en contra de Dios (Isaías 53:10). Cuando esté cara a cara ante Dios, le presentaré mi larga lista de preguntas que incluirá un doloroso divorcio no deseado, traiciones por parte de compañeros en quienes confiaba, todo tipo de desilusiones por parte de otras personas y hasta desastres naturales. No obstante, en la vida de Jesús, en su muerte y resurrección he visto suficiente para seguir confiando en él cuando recuerde que «para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien» (Romanos 8.28, versión Biblia de las Américas). 2. ¿Y cómo explicar todas las contradicciones que aparecen en la Biblia? Pídale a su interrogador que le provea algunos ejemplos, ya que a menudo la gente no tiene ninguno, pero usan ese rumor como argumento. Si le comparte algún ejemplo en específico, entonces tome en cuenta estas ideas conforme vaya respondiendo. •



La omisión no necesariamente señala una contradicción. Lucas por ejemplo indica que después de la resurrección había dos ángeles en la tumba de Jesús (Lucas 24.1–9), Mateo menciona que un ángel habló a las mujeres (28.1–8). ¿Es esto una contradicción? Si Mateo hubiera afirmado que solo había uno en la tumba, entonces el relato sonaría discorde, pero tal y como aparece en la Biblia estos dos pasajes pueden complementarse. Los relatos que difieren no necesariamente son contradictorios. Mateo y Lucas, por ejemplo, difieren en sus relatos sobre el nacimiento de Jesús. Lucas inicia su relato en Galilea, en la ciudad de Nazaret, donde José y María residen; y luego explica la razón de su viaje a Belén (el lugar de nacimiento de Jesús), y más adelante relata su regreso a Nazaret (Lc 1.26–2.40). Mateo,

por su parte, inicia su relato directamente con el nacimiento de Jesús en Belén, luego menciona el viaje que hizo la familia a Egipto para escapar de la furia del Rey Herodes y cuenta que regresaron a Nazaret hasta después de la muerte de Herodes (Mateo 1.18–2.23). Los evangelios no pretenden ser registros exhaustivos, más bien los evangelistas necesitaron ser selectivos, así que los relatos en vez de ser contradictorios son complementarios. Como el propósito de este artículo no es hablar sobre las «contradicciones» supuestas de la Biblia, no comparto más ejemplos. Pero si usted debe enfrentarse a esta cuestión, le recuerdo que la lógica, la historia y la arqueología en vez de resaltar esas «contradicciones» más bien confirman los datos e historias presentes en las Escrituras. Al estudiar y analizar la Biblia, más bien se confirma su confiabilidad y credibilidad. 3. ¿Qué ocurrirá con aquellas personas que nunca escucharon sobre Jesús? El perfecto amor de Dios y su justicia excede por mucho nuestro entendimiento. Cualquier decisión que él tome será la más justa y amorosa para con esas personas. Un amigo me dijo una vez que muchos que se formulan esa pregunta buscan alguna escapatoria, alguna excusa para no necesitar creer en Jesucristo. C. S. Lewis en su libro Mero cristianismo escribe: «Si una persona está preocupada por las que no son cristianas, lo más irracional sería que esa persona se mantenga alejada del cristianismo.» Si el cristianismo es verdadero, la conducta más lógica de una persona que está preocupada por aquellas que nunca han oído las buenas nuevas sería confiar en Cristo e ir y anunciar el mensaje de salvación. 4. ¿Cómo es posible que Jesucristo sea el único camino a Dios? Una vez escuché a un graduado de mi secundaria confesar que había encontrado a Cristo mientras estudiaba en la universidad. Respeté su decisión y tacto y escuché atentamente todo lo que compartió, pero lo único que le resultaba imposible de digerir era la afirmación de Jesús «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino es por mí» (Juan 14.6). Dos años después, mi peregrinaje espiritual e intelectual había cambiado mi forma de percibir el cristianismo. La lógica que me hizo aceptar (aunque al principio de mala gana) esta afirmación abarcaba las siguientes tres preguntas: • •



Si Dios es real, ¿sólo existe un camino para llegar a él? Si era una persona de mente abierta, tenía que admitir esta posibilidad. ¿Por qué debo considerar a Jesús como el único que puede ser ese camino? Sencillamente porque él lo afirmó. Su plan de salvar a la humanidad («porque por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras» Efesios 2.8–9) es distinto al de todas aquellas religiones que afirman que para alcanzar salvación es necesario cumplir con ciertos requisitos. Estos dos tipos de sistemas son totalmente excluyentes uno para con el otro. O ambos son falsos o uno de ellos es verdadero pero nunca los dos podrán ser verdaderos. ¿El plan de Jesús es verdadero? La evidencia histórica de su resurrección, las profecías cumplidas, su deidad, la fiabilidad del Nuevo Testamento me convencieron de que podía confiar en sus palabras.

5. ¿Es el cristianismo tan solo una «muletilla psicológica»? El director de la cruzada a menudo argumenta «Si el cristianismo es una muletilla psicológica, entonces Jesucristo vino porque había una epidemia de piernas rotas.» El cristianismo afirma suplir necesidades humanas reales como el perdón, el amor, la identidad y la autoaceptación. Podríamos describir a Jesús no como una muletilla sino como un pulmón de acero, esencial para la vida.

La fe cristiana y sus beneficios pueden describirse en términos psicológicos pero eso no niega su validez. La veracidad del cristianismo es tan evidente que por eso ayuda a tantos millones de personas alrededor del mundo. 6. «La verdad es que nunca podré dar ese salto de fe requerido para creer en Cristo.» Todos los días la gente vive ejerciendo fe, aunque el objeto de ella sea válido o no. Pocas personas entienden cómo funciona la electricidad o la aerodinámica pero la evidencia en torno a ellas demuestra su validez. Cada vez que usamos la electricidad o volamos en un avión, ejercitamos la fe, no una fe ciega sino una basada en las evidencias. Los cristianos actuamos en forma similar, poseemos suficiente evidencia de Jesús y por eso creemos en él. 7. ¿?¿?¿? :o importa cuáles son las creencias, siempre y cuando la persona sea sincera respecto a ellas. ¿?¿?¿? Después de discutir este punto, un respetado psicólogo me comentó: «Supongo que una persona puede ser sincera con respecto a sus creencias, pero eso no significa que sus creencias sean verdaderas.» (Puede estar sinceramente equivocado). En la década de los sesenta, muchas mujeres ingirieron un medicamento a base de talidomida y creían sinceramente que aliviaría los dolores durante el embarazo. Jamás se imaginaron que pudiera causar severos defectos de nacimiento. Al final la fe es válida si el objeto de fe también lo es. Jesús demostró con su vida, muerte y resurrección que él fue, es y siempre será válido. Las personas con las que está tratando pueden estar dudando en tomar una decisión porque los cristianos que han conocido no actúan como Jesús. También puede ser que estén enojados con Dios por alguna enfermedad personal, alguna relación arruinada, la muerte de un ser querido o alguna otra aflicción personal. Pídale a Dios paciencia y amor y recuerde la amonestación de Pedro: «santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia» (1 Pedro 3.15).

Acerca del Autor Rusty Wright, un escritor y orador es un conferencista internacional y galardonado autor, periodista y columnista especializado que ha dado conferencias en seis continentes. Es licenciado en Psicología de Duke University y tiene una Maestría en Teología de Oxford University. Se lo puede contactar en [email protected]. Por favor indique a cuál artículo se está refiriendo. Su página web es www.rustywright.com

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