Clase José Luis G

bisexualidad” la cuestión de la conformación del síntoma y los tres pasos, recuerdan que lo han visto acá. Es muy importante ese punto en el sentido que para ...
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Psicopatología I Titular: Fabián Abraham Naparstek. Clase de apoyo: Toxicomanías. Docente: José Luis González .

Mi nombre es José Luis González, soy docente de la cátedra y el tema de hoy que vamos a tratar de resumir lo más posible, porque es bastante extenso, es: Las toxicomanías. Un tema que, ustedes saben, tiene una gran relevancia tanto social como clínica, como fenómeno, como problemática; y también como algo que ya en los muy últimos años ha dejado de ser una problemática que se plantea o que es desarrollada en lugares especializados; sino que es un rasgo, en todo caso, una circunstancia que afecta a muchas personas y que por consiguiente se presenta como problemática en muy diversos dispositivos. Desde luego la lectura que vamos a hacer desde aquí es la del psicoanálisis, es decir siguiendo la obra Freudiana, la enseñanza de Lacan, cómo se puede entonces hacer una caracterización, una lectura, una interpretación de las dos dimensiones de la cuestión; es decir, cómo se plantea la problemática de las toxicomanías como un síntoma social, como un problema contemporáneo en la cultura y qué puede decir el psicoanálisis de esa situación en tanto que una escena clínica, es decir, de alguien que se dirige a una consulta y es objeto de la intervención de un analista. Probablemente también sabrán, que hay muchísimas versiones, muchísimas interpretaciones sobre esto, de lo más diversas, todas las disciplinas de alguna manera se autorizan a tener una lectura, una conceptualización sobre las toxicomanías y nosotros contra una inmensa cantidad de producciones al respecto, hoy nos vamos a ceñir en cómo lo hace el psicoanálisis en nuestra orientación, es decir, con la obra de Freud y la orientación de la enseñanza de Lacan, respecto de las toxicomanías.

En primer lugar, les decía que es siempre importante distinguir la expresión social de la problemática, es decir, la toxicomanía como un síntoma en la cultura, donde ahí si tiene la manifestación de un conflicto que tiene una presentación determinada, donde hay, por otra parte, una queja ligada a eso y una identificación como algo enigmático en relación a de dónde proviene. Sobre ese punto que es esa dimensión, después vamos a pasar a la dimensión propiamente clínica; esto quiere decir, cuando un sujeto se dirige a un dispositivo, se 1

dirige o es dirigido a él, pero se presenta en la escena clínica, y entonces a partir de eso, qué hacemos. En relación a la problemática social, a la toxicomanía como síntoma social, es importante situar la señera contribución para comprender la época que hizo Freud, en un texto absolutamente señero para los temas de la civilización, como es “El malestar en la cultura”. “El malestar en la cultura” es un texto de 1929, que conjuntamente con otros, en algunos lugares se los llama incluso escritos antropológicos o escritos sociales sobre Freud porque se dirige a la cuestión de la cultura, de la religión, etc. Ahí examina muy particularmente una cuestión fundamental que articula las cuestiones del sujeto con la cultura y es lo que ahí llama: el malestar. El malestar en la cultura en el sentido de que la vida en la cultura supone una renuncia o varias de ellas; pero como ya sabemos a esta altura del desarrollo de la materia, la constitución subjetiva, por llamarlo de algún modo, supone la renuncia, la renuncia pulsional, es decir, que todo no se puede; y además, lo que se puede, no se puede de cualquier manera sino de determinada manera; con lo cual esos efectos, que Freud va a llamar de la represión, suponen un malestar que es in-eliminable. Esto quizá sea lo más importante de comprender en esa obra: Que ese malestar no es contingente, no es una cuestión sintomática de las personas, ni tampoco de la época; sino que es una precondición de la vida en la cultura misma; de manera que, por así decirlo, la angustia no se puede eliminar, el malestar no se puede eliminar, el solo hecho de ser un ser viviente en un ámbito como es la cultura humana, supone el precio de la renuncia y por consiguiente de un malestar que no se puede eliminar: Por consiguiente, con él, hay que ver como uno se arregla. Freud va a decir, entonces, que va a haber para eso diferentes formas de tramitarlo, diferentes formas de vérselas con eso. Es decir, va a hacer una pequeña lista de cómo el sujeto intenta hacer algo con ese malestar. Ahí va a decir que el amor, el trabajo, la religión son diferentes formas de hacer con ese malestar que tiene carácter ineliminable. Entre esa lista que pone el síntoma, el amor, la religión, en fin las poderosas distracciones, etc., todo eso que en realidad se hace en la cultura tiene siempre como un fondo que es tramitar o hacer algo con ese punto irreductible de malestar. En esa lista, de manera expresa, Freud coloca la intoxicación, el uso de narcóticos; porque considera que permiten un anestesiamiento del malestar, del dolor y que producen poderosas sensaciones. Dice que alteran el quimismo del organismo, pero que conllevan, aún con el beneficio que le otorgan, respecto de que hace como las demás cosas más “vivible la 2

realidad”; conllevan un peligro -dice él-, que es el de la ruptura con la realidad. Aquí ven ustedes que ruptura con la realidad está considerado por Freud como un peligro. Sobre esto vamos a ahondar mucho, pero nos ponemos de acuerdo que estamos en el psicoanálisis, en la obra de Freud, la realidad es siempre la realidad psíquica, y por consiguiente eso tiene, un nombre para nosotros que se llamará básicamente el Otro, el Otro social. De manera que hay un punto que ya está situando a la problemática en el orden de la cultura pero que identifica una cuestión a la que luego le daremos otra envergadura, otra proyección que es la cuestión de la ruptura con la realidad señalada como peligro. En este texto, Freud ilumina una cuestión importante y él entiende que la toxicomanía puede servir como un elemento que ayude, que le resulte un instrumento, para algo o para alguna función del sujeto que está en menos, o que falla; y utiliza la figura de la muleta; es decir que sirve como muleta, como un elemento de apoyo, como un suplemento de colaboración para alcanzar o hacer algo que el sujeto por sí no puede porque hay ahí una falla o está en menos. Y coloca entonces acá la figura de la droga, en una función de muleta, luego vamos a extraer estas consecuencias o las consecuencias posibles de esta lectura que hace Freud.

Ahora bien, para decirlo muy rápidamente, porque vamos a tener que ir bastante rápido, les recomiendo a quien pueda, o en el momento en que pueda, que lean el texto “El malestar en la cultura”, es un texto que no solamente es una obra de referencia en el psicoanálisis, sino en todas las demás disciplinas: en las sociologías, en la antropología, en fin, en una cantidad de otras disciplinas, porque hay allí un trabajo muy exhaustivo, tiene también toda una veta clínica muy importante como es una formalización de la función del super yo; en fin es un texto muy rico y que se pueden hacer muchas lecturas. Nosotros obviamente hacemos en este momento un recorte muy ceñido a lo que queremos transmitir acá, estamos haciendo un recorte y una extracción muy singular, que es detenernos en cuanto habla del tóxico, que lo entiende como un lenitivo. Es decir, algo que ayuda a sobrevivir la vida contemporánea, es una estrategia frente al malestar in-eliminable. No hay forma de eliminarlo porque la condición humana conlleva eso y estas cosas que dice, pueden ser usadas como muleta, tiene un costado que da muy rápidamente una sensación de anestesiamiento del dolor, del dolor psíquico, poderosas sensaciones; en fin todo lo que supone la alteración de los estados de conciencia, todo lo que se consigue altera el quimismo del organismo, eso que sitúa, y 3

tiene una doble cara que es una cara peligrosa para el sujeto y Freud ubica el peligro en la ruptura con la realidad, es decir , un desenganche de la realidad que permite esto. Entonces ahí empezamos a tomar como dicho o establecido para la cuestión en el seno de la cultura, empezamos a extraer cuestiones que conciernen a las operaciones del sujeto. Todo “El malestar en la cultura”, que como les decía es una obra muy importante, acontece, se los digo muy brevemente, con una referencia a lo que es la sociedad de la época de Freud, es un sociedad victoriana, es una sociedad de antes de la instalación de la posmodernidad. Es decir, qué nos interesa acá señalar, con todo lo que se puede decir de eso, que es una sociedad que en cierto modo fue la que provocó la existencia misma del psicoanálisis, porque lo sofocante de la represión, el peso de los ideales, produjo los síntomas que produjo y en cierto modo ha causado el psicoanálisis mismo como respuesta de la época; pero también es cierto que cuando los ideales son sólidos, los sujetos son brujuleados, saben a dónde se dirigen, etc. y hay algo que es la presencia de una ley, a través de eso, que gobierna y que ordena cuando se rige por la ley, la normalidad o normatividad y cuando exista, como lo encuentra en el Totem y Tabú; es decir hay la normalidad o normatividad de la ley, lo que está regulado por el peso de los ideales, el ordenamiento y un punto de interrupción y decepción que es la fiesta que empieza y termina. Esto es porque los consumos en esa época son consumos acotados, como se ve en la obra y en muchas otras, a una determinada actividad, en un determinado momento, etc.; aunque el consumo fuera intenso es una cosa regulada, acotada, vamos a decir enmarcada, con marco y con regulación. Eso no es lo actual, si bien están todos los elementos que podemos extraer, la época de la que habla no es esa, la época para situarla en el psicoanálisis hay que hacerlo con Lacan que va a ser una versión contemporánea que concierne a la época que transitamos, dado que después de las dos Guerras Mundiales, lo de Freud es anterior a 1929, ubíquense, después de las dos Guerras Mundiales como sabemos hay una inflexión muy profunda y se hecha a rodar una época que ha sido conceptualizada de diferentes maneras pero que hay un cierto consenso en llamarla posmodernidad, híper modernidad, etc., pero hay un punto de inflexión y de la relación también del sujeto con la cultura. Para eso, si nos valemos de Lacan que hace una versión del malestar en la cultura pero que concierne a la época que atravesamos. Esto, como es lo propio de Lacan, es tan llamativo esta enorme capacidad de anticipación, aún antes de ser psicoanalista, mucho antes, estamos hablando de 1936, una obra que se llama “Los 4

complejos familiares”, ahí ya tratando las cuestiones de la familia, Lacan empieza a avizorar algo que habla del padre moderno, bajo la forma de alguien que tiene una cierta inconsistencia, que no cumple la función con lo esperable en torno de los ideales y la regulación y va anunciando, empieza a ver desde ya, como se va degradando por así decirlo, como va perdiendo consistencia, presencia, la función del padre como un representante de la ley y de la regulación, en esta dimensión. En 1964, hay un seminario de una clase sola, que se llama “Los nombres del padre”, nosotros hemos transitado la materia en el orden, como habrán visto ustedes, de la enorme operatoria de lo que llamamos el Nombre del padre, hemos examinado los casos, siguiendo la identificación con el padre, la función del padre, el misterio de la neurosis obsesiva, etc.; sin embargo esto que es el padre más adelante va a venir pluralizado como “los nombres del padre”, con otra consistencia y por consiguiente con la posibilidad que una o más cosas, vamos a decirlo así genéricamente, ocupen ese lugar o cumplan esa función. Entre otros, sí una cita muy importante, en 1967 describe Lacan cómo debe funcionar la escuela del psicoanálisis, formarse el psicoanalista, etc., es un texto que se llama “La proposición del nueve de octubre de 1967”, de ahí habla sobre la época y extraemos una cosa muy importante, un adelanto también de lo que va a pasar incluso en Europa, unos cuantos años después incluso de su muerte. Ahí habla de la unificación de mercados y de la universalización, es decir que ve el movimiento del entroncamiento, de las cosas que trata un poco después, de las leyes del mercado capitalista con el desarrollo de la ciencia; y de ahí digamos así la constitución estructural de la época actual que se caracteriza justamente por tener el mercado como amo, consecuentemente la reducción del sujeto a consumidores y con el imperativo que es propio del mercado capitalista que es la uniformización del goce, es decir, que ese goce, esa satisfacción con los objetos que produce la ciencia y la técnica sea uniforme; es decir lo que vemos a través de la publicidad que todos consumamos los mismos jeans, las mismas zapatillas, las mismas hamburguesas, etc. Él se adelantó con eso a lo que va a ser la globalización con la universalización. De manera que ya ahí, Lacan coloca en serie otros desarrollos un poco posteriores sobre la década del 70, que permite visualizar en qué medida los ideales caen, se vuelven inconsistentes, lo llama la caída de los ideales, la caída de de las ideologías, en fin, diferentes formas de llamarlo; pero que en nuestro ámbito denominaremos la deflación o la degradación de la función del padre. Con lo cual obviamente como esto disminuye, aumenta o empieza a tomar mayor consistencia todo lo que tenga que ver 5

con el empuje a gozar, lo que nosotros llamamos la presencia del objeto. Por supuesto hay un empuje a gozar a través del consumo y del consumo generalizado, con lo cual en tanto que todos consumidores, vamos a ver que la toxicomanía dibuja dentro de los consumidores, unos consumidores particulares. Pero podríamos decir que el ideal del consumidor o de “todos consumidores”, está dado por la propia época, entonces esta es una época que se caracteriza por el empuje a la desregulación; ya no se trata de la fiesta acotada que es una excepción a la regularidad, sino que tiende a infinitizarse la fiesta, la fiesta permanente, y el empuje a que tomen lugar todas las formas de goce.

Sobre esto señalamos una cuestión y es que intranquiliza, por decirlo de alguna manera, a Lacan, lo que ve como producto de este movimiento y es la cuestión de la segregación, la segregación es un efecto que produce el empuje a la uniformización, al para-todismo, para todos igual; entonces la sola presencia de lo extraño produce un efecto de rechazo y de alejamiento, de intolerancia de las modalidades de goce que sean distintas de la general. Por supuesto, de esto, el paradigma ya está anunciado a través de lo que paso con el nazismo, respecto de que un modo de goce distinto es objeto de rechazo; el rechazo puede ir de las diferentes formas menores de la discriminación, hasta el polo de la voluntad de exterminio sin solución de continuidad; entonces por eso es una cuestión verdaderamente peligrosa. La segregación obviamente es un tema que está íntimamente ligado a la cuestión de la toxicomanía y de muchas maneras, algunas de ellas las vamos a desarrollar en la clase de hoy. Una es lo más común, lo que se puede ver desde el imaginario social y es que como el toxicómano se presenta bajo la forma de una modalidad de satisfacción, de un modo de goce distinto, enigmático y excéntrico, es objeto de segregación. Es un raro, es un distinto, etc. Y conocerán los efectos de eso que la gente no sabe cuándo pasó algo terrible pero cualquiera supone: “Seguramente estarían drogados”, porque la droga se vuelve la causa de todo. O sea se cayó un edificio, violaron una nena, se cayeron las torres, lo que fuera, le preguntan a alguien y dice seguramente estaban drogados, es decir, es la causa que explica todo y que pone como afuera y como amenazante esta cuestión. Después vamos a ver que si bien el toxicómano por ese rasgo es objeto de segregación, la segregación es algo que lo concierne íntimamente porque tiene una modalidad de goce segregativa, segregativa del otro sexo, me adelanto a decirlo, 6

segregativa del inconciente. O sea que él es un gran segregador. En ese sentido, en el modo de goce que utiliza, a eso vamos a tratar de llegar.

Con estas ideas, qué es lo importante para nosotros, que no tomamos desde el psicoanálisis una posición ingenua, ni moralista, ni generalista, en relación al consumo de tóxicos; sino que va a requerir de una delimitación, de una interpretación, de una lectura, en cada caso en particular, cuál es la función, que dentro de la economía psíquica del sujeto, el recurso a consumir está cumpliendo; es decir siguiendo la línea freudiana, y de la que luego Lacan no se aparta, porque es totalmente coherente, hay algo que hace ubicar el tóxico como una operación, vamos a ver genéricamente, de defensa del sujeto. Ante qué, con lo cual está intentando arreglárselas con algo de alguna manera y alguna función cumple; es lo que vamos a extraer como la forma o como la categoría función del tóxico, que va a ser un orientador en la clínica con toxicómanos, es algo que a través del despliegue de lo que dice el sujeto intentaremos tratar de situar, en cada cual en particular, caso por caso, la singularidad, qué función cumple el tóxico para ese sujeto, ha cumplido, sigue cumpliendo, en fin diferentes variaciones. Y también entendiendo la otra dimensión, la toxicomanía prácticamente como una metáfora de la época actual, por la posición subjetiva de ser consumidor, como se dice son consumidores de sustancias, no es una rareza sino que en realidad vivimos en una cultura donde el empuje es a ser todos consumidores y además consumidores de lo mismo, es decir, de manera uniforme. Se entiende cómo queda ubicado ahora, como un síntoma de la época.

Freud, como es lo propio de Freud va a articular algo en relación a las toxicomanías que es propio del psicoanálisis y que por supuesto desconcierta un poco lo que se podía decir en la época sobre esto; pero él obviamente va a ser fundante de una concepción, como lo es en la historia de la psiquiatría respecto de la psicosis, que en toda la historia del pensamiento mete la naturaleza sexual del problema de la psicosis; como lo habrán visto a partir del caso Schreber. Acá lo hace con la toxicomanía y lo hace muy tempranamente. Yo les voy a citar un texto muy importante, un párrafo de una carta, la carta 79 donde es algo que es una intuición, algo que la parece, algo que encuentra en la clínica y que va a ser absolutamente brujulador de cómo hacer un

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recorrido sobre la articulación psicopatológica de la cuestión de la toxicomanía. El texto es de 1897 y dice: “Se me ha abierto la intelección de que la masturbación es el único gran hábito que cabe designar adicción primordial y las otras adicciones solo cobran vida como sustitutos y relevos de aquella, el alcoholismo, el morfinismo, el tabaquismo”. De manera que establece una muy fuerte ecuación donde pone todas las toxicomanías en realidad desde el punto de vista de la adicción, sustitutivas de una fundante y primordial, que es la masturbación. Y ahí ubica la cuestión de las toxicomanías como sustitutivas, no como un dato primario, sino como un sustitutivo; y en segundo lugar: de la masturbación. Es decir, que lo inscribe en la cuestión del goce, esto es de la satisfacción y del cuerpo. Y por supuesto, señalando su naturaleza evidentemente sexual. Pero todavía un año más tarde dice algo que es francamente llamativo aún en su escritura, porque uno la encuentra y le cuesta creer que es de 1898, me refiero a: “La sexualidad en la etiología de las neurosis”. Freud está hablando de una cosa de la época, del onanismo compulsivo y de cómo se lo trata, y de la internación y la medicación para que se lo deje; y entonces está hablando de la habituación y de la deshabituación de los hábitos adictivos y dice: “Habituación es un mero giro verbal sin valor de esclarecimiento. No todo el que ha tenido la oportunidad durante un lapso morfina, cocaína, clorhidrato, etc., contrae por eso una adicción a esas cosas. Una indagación más precisa demuestra por lo general que esos narcóticos están destinados a sustituir de manera directa o mediante rodeos el goce sexual faltante." En una cita de Lacan 1980, retomando a Freud, 1898, fíjense la perla clínica porque está hablando todavía más de funciones del tóxico para ubicarlo, porque encuentra que no todo el que lo use va a ser un toxicómano. Esto quiere decir que hace ver que hay diferentes formas de relación del sujeto con la sustancia y que no necesariamente se contrae una adicción. Este pequeño andamiaje entre otras citas, conduce perfectamente a lo que es el postulado de Lacan. Ahora bien, vamos a seguir un poco más ordenadamente lo de Freud. Entonces tenemos la cuestión que habíamos dicho del onanismo primordial, entonces qué dice: Que el onanismo, -lo voy a decir muy rápidamente probablemente ya hayan visto esto en teóricos de la cátedra-, supone, dice en la carta 79, dos aspectos fundamentales. Uno es lo que él llama el puro autoerotismo, es decir la acción de los 8

tocamientos del cuerpo y luego la anexión por fusión o soldadura de la fantasía. En realidad, el acto masturbatorio, porque es muy difícil localizar excepto en situaciones muy extremas, quizá esquizofrenias donde esto no ocurre; pero, en general está unido a una fantasía; de cualquier forma retroactivamente se puede descomponer, porque también es compuesto, se puede descomponer en la acción puramente mecánica del tocamiento sobre el cuerpo un punto de soldadura y el agregado por vía de esa fusión, de esa soldadura de la fantasía. Es así entonces como vemos en el onanismo, que es lo propiamente autoerótico, soldadura, representación y fantasía, se refiere a la realidad psíquica y a la acción de la palabra, del significante sobre el cuerpo; a tal punto que esto compuesto, la excitación puede venir y progresar por el lado del tocamiento, pero solamente por la fantasía, con la evocación de la fantasía. Todo eso aún con sus fallas, cuando determinadas operaciones andan, creo que ustedes ya han visto esto cuando han atravesado con el profesor Naparstek la cuestión del síntoma. Los tocamientos, el autoerotismo puro y la fantasía, es decir la acción del significante sobre el cuerpo. Ustedes han visto acá una cosa que desarrolla Freud que es muy importante en este punto recordar en “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” la cuestión de la conformación del síntoma y los tres pasos, recuerdan que lo han visto acá. Es muy importante ese punto en el sentido que para que haya síntoma es necesario el abandono de la masturbación, es una precondición esto del pensamiento Freudiano, hay disyunción entre masturbación y síntoma; en el punto que su condición es abandonar la masturbación el que el objeto, la satisfacción no se derive a sustituciones, no haya sublimación y la representación devenga inconsciente; cuando ello ocurre entonces se constituye el síntoma. Esto lo recordarán, lo habrán visto, de paso les digo no vayan al final sin saber esto ya que es absolutamente central. Y acá nos concierne al tema porque hay algo que ustedes ven: Que está en disyunción la masturbación con el síntoma. Porque luego nos vamos a adelantar de cómo en el sentido freudiano, la toxicomanía no constituye propiamente el síntoma, en el sentido freudiano propiamente tal; sino que tiene la forma más bien de un síntoma actual y hay la presencia de una actividad evidentemente autoerótica, tal como entendemos con Freud por vía del tóxico. Entonces es muy importante tener en cuenta acá cómo se presenta esto en disyunción.

Las tres condiciones para el síntoma; y ya ahí vemos que hay algo que no anda entre el síntoma, entre el componente pulsional y la fantasía para componer el síntoma, 9

en tanto su faz de sentido y su faz, su cara de satisfacción pulsional; vemos que ahí hay un problema porque cuando persiste o se fija la actividad autoerótica tenemos dificultades con la constitución del síntoma. En estos días estábamos viendo el caso Juanito, lo pueden ver claramente en lo que dice el chico ya avanzado el tratamiento, en la última parte el padre tiene el convencimiento y Freud también que es su actividad masturbatoria la causa de la fobia, entonces el padre le dice “ Es porque te tocas” etc., y el chico le dice “Pero si ya no me toco más”. Y es un momento donde evidentemente avanza la cuestión de la represión y efectivamente empieza a reprimir la masturbación en la misma medida en que el síntoma fóbico se va constituyendo. Y ahí se ve claramente el proceso como va tomando consistencia el síntoma y va decayendo la cuestión de la masturbación. Es bien claro al respecto, el pasaje del caso Juanito en donde si uno tiene que juntar una cosa con otra dice esto, fantasías histéricas, esto en este momento del tratamiento de Juanito, Juanito lo dice, el padre insiste con el tema y él dice, pero si yo no me toco mas. Porque evidentemente, y Freud mismo lo dice, va sucumbiendo a la represión la actividad masturbatoria y constantemente el síntoma va tomando toda la consistencia que tiene.

Lacan tiene muy pocas citas, muchísimas menos que Freud, creo que son seis en toda la obra que habla de algún modo de eso, nosotros extraemos se los digo muy rápidamente, de todas las estudiadas e investigadas una en particular que entendemos como señera, balizadora, respecto de una forma de interpretar la toxicomanía. Se refiere no al toxicómano, sino a la toxicomanía. Es una referencia de 1972 donde hace una locución con motivo del cierre de una jornada de Carteles en la escuela Freudiana de París, está hablando obviamente del caso Juanito y dice que la toxicomanía, la droga es lo que permite romper el matrimonio del falo con el hace-pipí, es evidente que está hablando de Juanito por lo del hace-pipí, la forma coloquial que utiliza para referirse al falo; de manera que entiende la toxicomanía como una formación de ruptura, ven que empieza a sonar la cuestión de ruptura porque hay un peligro de ruptura con la realidad, con la realidad psíquica, que advierte tempranamente Freud, del matrimonio del falo con el cuerpo. Como sabrán, y vamos a repasar en algunos rasgos, tiene que haber un matrimonio con el cuerpo y el falo, esto quiere decir que debe haber alguna articulación del significante con el cuerpo y con una parte particular del cuerpo para que eso funcione como tal. De manera que también al decir esto Lacan introduce el problema de 10

las drogas en el seno de la cuestión de la castración, ustedes saben, del par estructural falo-castración.

Se acuerdan, como decíamos, la ruptura de la realidad que tiene una resonancia freudiana que equivale a decir, el rechazo de la fantasía como soldadura, y que iremos incluyendo acá también como rechazo, a propósito de esa ruptura, rechazo, apartamiento de las versiones del Otro, del Otro con mayúscula en dos de sus dimensiones: El Otro del significante, o sea, del Otro del Inconciente. Inconsciente-falosíntoma, en esa serie, cuando Lacan dice ruptura, tiene una versión de ruptura contra esto, y lo que conocemos como ruptura o desconocimiento del planteamiento de la cuestión sexual, es decir, del Otro como el Otro sexo. Podríamos decir, en rigor, esa frase de Lacan: La droga es lo que permite la ruptura del matrimonio del cuerpo con el hace-pipí, qué quiere decir en definitiva, cómo traduciríamos esa metáfora de Lacan. Como el encuentro, vamos acá otra vez a la función, como el encuentro con aquello que permite no plantearse la cuestión sexual, permite radicalmente un recurso que permite radicalmente no plantearse la cuestión sexual. Es decir, que permite, por un lado, no ir, obtener una forma de satisfacción profunda, intensa, sin ir al campo del Otro sexo, es desistir de ir a buscar lo hétero. Y, por otra parte, permite no avenirse a lo que queda reglamentado por las determinaciones del inconciente y del complejo de castración; es decir que supone una cantidad de condiciones, condiciones eróticas para acceder al objeto que de alguna manera regula la función fálica en el ser humano, razón por la cual el objeto no es cualquiera, tiene que tener determinadas condiciones, tiene que ser de una determinada forma, determinado momento; en fin, una cantidad de cuestiones que el sujeto se tiene que avenir a eso, por el contrario la droga permite no plantearse todas estas cuestiones.

Como ustedes ven entonces, queda dibujado como una forma de satisfacción en posición de rechazo, de no querer saber, vamos a llamarlo de ruptura. Una cosa que, me adelanto, si hay ruptura quiere decir que hubo inscripción; porque la ruptura, el rechazo es de algo que está, que hubo inscripción. Entonces vamos a ver las condiciones o consecuencias de eso. De manera que ahí empieza a dibujarse una forma abreviada, sin plantearse la cuestión sexual, sin avenirse a todas estas determinaciones inconcientes; es decir a estar reglamento, por así decirlo, regulado por el falo y la castración, por la castración 11

básicamente y obtener igualmente una satisfacción, un goce intenso pero que queda en sustitución en lugar de el goce sexual. Por eso decía, tiene la posibilidad de producir un muro entre la cuestión del Otro sexo y la cuestión sexual, la condición erótica, en fin todas esas cuestiones que tienen en torno el funcionamiento de la castración y sus consiguientes fallas. Porque no hay “no fallas”. Es más, de eso se sabe sólo por sus fallas, no hay ninguna operación en ese sentido, el Nombre del Padre, la castración y todo esto que conocemos; no hay nada que no se manifieste sino por sus fallas, está para fallar, podríamos decir, se inscribe para fallar, es in-eliminable, irreductible, como lo plantea Freud, el malestar.

Con Lacan muy rápidamente ustedes ya habrán visto el concepto de goce asimilado al de satisfacción pulsional en Freud, entendemos con esto ese agregado que hace Lacan, es un concepto que no tiene precedente en la obra, es una síntesis, es una articulación particular que hace Lacan, a partir de la lectura que hace de Freud. Ustedes recordarán, lo digo brevemente porque acá no es el tema a desarrollar, simplemente para recordarlo, lo habrán visto en otro lugar, como termina finalmente planteando la cuestión del instinto de vida y el instinto de muerte. Qué es lo que encuentra Lacan: Que no son dos, el instinto de vida y el instinto de muerte; sino que todo es pulsión de muerte. Y en vez de poner lo dicotómico acá y este trabajo entre uno y otro, es uno sólo y tiene un recorrido que va desde el polo de la satisfacción hasta el polo más mortífero; y es una cuestión de cómo funcionan las regulaciones, pero es un continuo. Esto es de alguna manera, la manera muy groseramente esquemática, como queda la cuestión para Lacan. Se trata de la pulsión de muerte, así como el concepto de goce no está usado en el sentido vulgar del término, tampoco es el concepto vulgar de la palabra satisfacción; sino como para Freud, que todo el tiempo satisfacción es algo que está ligado a algo que puede producir dolor. Hay diferentes versiones sobre eso, en este marco nos interesa que al menos se distinga justamente por esto, porque ustedes ven como aquí se instala algo para rechazar, desconocer la cuestión sexual, lo sexual que supone muchas cosas, vamos a recorrer algunas; pero que es importante tener en cuenta cómo puede pensarse la cuestión del goce, que es un tema de extraordinaria complejidad en la obra y que tiene diferentes versiones.

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Si tomamos una, más o menos a la altura del Seminario 19, que permite rápidamente este esquema sencillo para ubicarlo, no es tanto aquí la exactitud en relación a esto; sino donde ubicar la cuestión de la toxicomanía en la relación del sujeto con el mundo y con su propia estructura. Entonces, respecto del goce, a esta altura Lacan distingue lo que llama, -creo que esto también lo han visto en algún momento así que lo recordamos-, una satisfacción, un goce en bruto, general, que él llama “el goce a secas”, es decir, goce, que tiene naturaleza asexual dice, asexual, quiere decir que lo va a distinguir del sexual, que requiere de una otra operación. Es esa forma de goce, de satisfacción que supone, nada más ni nada menos, que la acción del lenguaje sobre el cuerpo, la constitución misma subjetiva, como una base primera para la vida, que es que la lengua opere sobre el cuerpo; con lo cual le va a dar al cuerpo esa sede para el goce mismo, es decir, como sede para la vida en los términos en que nosotros planteamos la vida, que no es la vida biológica. Ese es el goce bruto, el goce a secas, es decir, el goce y por consiguiente de naturaleza asexual en el sentido que nada tiene de imperativo hacia cruzarse hacia la zona del Otro, es la pulsión misma satisfaciéndose así misma, no sirviendo esa satisfacción para absolutamente nada excepto que para su propio recorrido satisfactorio. En cambio hay otro goce, que es el goce sexual, que es el que está tomado, coloreado, iluminado por la inscripción del falo. El goce de naturaleza sexual, es decir, que está tomado, distribuido, ordenado, medido, regulado por la función fálica; éste sí es el goce sexual, y es el que tiene una dirección que concierne al otro cuerpo y al propio y plantea la cuestión sexual. Aquí entonces cuando se trata de el goce propiamente sexual, que supone la inscripción del falo, esto funcionando se refiere, como les decía, tanto a la cuestión del Otro sexo como también a las relaciones del sujeto con su propio cuerpo; o sea que también concierne a la cuestión onanista. Como ustedes saben, con Lacan, la función fálica puede inscribirse o no; puesto que es un correlato de la inscripción de Nombre del Padre, .voy muy rápido en algo que ustedes ya han visto-, en tanto se inscribe el Nombre del Padre y

correlativamente la función fálica. De manera que puede

inscribirse o no inscribirse y eso separa las aguas en lo que hemos visto hasta acá para separar las estructuras. Ahí donde entonces se inscribe la inscripción nos llama, así como teníamos las otras citas que remiten, a la soldadura de la que habla Freud, entre lo puramente autoerótico, que ahora quedaría acá ya explicado del lado del goce bruto y

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una inscripción, una soldadura que iría la realidad psíquica, es decir, que provee a través de la fantasía las condiciones. Entonces, un repaso de lo que ya vieron para recordar, el falo no es el pene, tiene el pene una pregnancia imaginaria particular, puesto que el falo y después concordantemente

importa

la

presencia-ausencia,

es

decir

la

tumescencia,

detumescencia, y el falo en particular está ligado a la falta, a algo que está en menos. A la ausencia. Recordarán, el complejo de castración, supone la caída del que esté en menos, la detumescencia radical del falo materno por acción de la función paterna. Entonces el falo se inscribe, importa la soldadura entonces, como habíamos dicho, y si además se inscribe desde luego falla, como se sabrá es enorme el repertorio de fallas posibles. La castración está ligada al falo; es decir, está ligada a la pérdida, como decía recién, a algo en menos, a una prohibición, la castración significa “todo el goce no se puede”, y como saben ustedes muy bien, y como lo muestran los casos, en la estructura freudiana, es el padre el que produce esa operación, prohibiendo una parte del goce. Esa es la razón, como lo hemos visto en el complejo de Edipo, de que la primera escritura en el Edipo Freudiano, es como una falta, como una significación de la castración que se escribe “menos fi” (-f); es decir, es una versión imaginaria porque la significación es una significación que significa todas las demás significaciones, es la que comanda todas las significaciones. Entonces la falta, que es la falta en el Otro, eso que habrán visto que es necesario que el Otro se tache para que su correlato sea el sujeto, eso es lo que asegura la condición deseante del sujeto, eso que es una falta en el Otro tiene que recibir una inscripción significante; es decir, tiene que haber una inscripción que sea correlativa del Nombre del Padre, que también es un significante; es así como aparece también el falo como significante, como significante de la falta, de la falta en el Otro. Es este significante el que hace de un pene el falo, esto creo que también ya lo han visto, en qué medida si el órgano propiamente tal no está tomado por la palabra, no esta sujeto al significante, coordinado por el significante, no hay falo en ese sentido, puesto que ese pene no sirve como un instrumento, como una herramienta para plantearse la cuestión sexual. Cuando decimos la cuestión sexual, porque volveremos al final sobre esto, que requiere de la presencia del falo con las diferencias que luego trataremos de señalar, importa la cuestión básicamente de plantearse la cuestión con el Otro sexo, con el cuerpo, con el otro cuerpo sexuado, pero también eventualmente con un cuerpo igual, es 14

decir, para el caso de la homosexualidad. En la homosexualidad masculina por ejemplo, también está planteada la cuestión del falo, con una versión particular que requiere que el otro cuerpo tenga lo mismo, que haya también otro falo y no haya falta en la escena sexual; pero está -insito en esto-, y también en lo masturbatorio, que por la vía de la soldadura aporta un objeto y un partenaire; con lo cual no es ese goce en bruto del autoerotismo solo, sino que por medio de la realidad psíquica, es decir por lo que aporta la fantasía, el objeto que de alguna manera arrima como partenaire del sujeto, el fantasma también supone una versión del falo como instrumento, del falo funcionando. Es en realidad dentro de este esquema de cómo funciona, donde la toxicomanía viene a permitir hacer otra cosa, porque podríamos decir, esto está sujeto a fallas y además cumplir con eso, que es avenirse a las implicancias y consecuencias de la castración, tiene también su costo porque qué es lo que tiene como fondo, lo que tiene como fondo el síntoma. Es decir, que el fondo más profundo de toda la cuestión, que sostiene todas estas operaciones y también sus fallas, es ese agujero que produce la inexistencia de un significante que inscriba la mujer. Razón por lo cual se deduce el “no hay relación sexual como proporción”, es decir que tenemos, como conocen, el falo de un lado, y el no falo del otro. No hay un significante como el fálico que inscriba a la mujer, eso hace imposible la relación sexual; es decir que todo lo que sea planteamiento de la relación sexual, de la cuestión sexual, con sus variantes, luego de pasar al campo de lo hétero, la condición de lo homo en el sentido que sea el cuerpo igual y sea semejante en el sentido que no le falte, o aunque esté, no usarlo como instrumento, como cuestión operatoria, y entonces replegarse sobre la cuestión masturbatoria y estar a solas con el propio objeto que provee el fantasma, etc., son diferentes circunstancias, diferentes versiones o declinaciones de todo eso. Pero todo eso, supone en tanto el par Nombre del Padre-Inscripción del falo; es decir, esa soldadura en la estructura, la atadura, el matrimonio del falo con el cuerpo, a la que -si ustedes quieren- pueden llamar también “la determinación del inconciente”. Esto quiere decir que por ejemplo, para acceder al goce sexual me tengo que avenir a las complicaciones que puede traerle a un sujeto la condición erótica, es decir que no le va cualquier objeto de elección sexual puesto que no se trata del instinto animal sino justamente de algo que está regido por lo pulsional, que no tiene objeto, pero que luego se fija uno y cuando se fija empieza a demandar que tenga esas condiciones, entonces tiene que ser de determinada manera, con determinados rasgos, más o menos fetichista; hay consenso con la obra freudiana, que el fetichismo es mucho más marcado en el hombre que en la mujer pero en la mujer 15

también lo es y también hay condición erótica y también hay, -eso que ustedes habrán visto-, respecto que para acceder se hace sobre la base de la madre, entonces hay que separar la madre, la dama, la puta, en fin todas seas cuestiones y vérselas con todo eso y lo que cada uno tiene como condiciones, con lo que después falla porque como son todas cuestiones que están sostenidas sobre la estructura significante, porque lo que comanda todo esto es el falo y el falo es un significante, es decir, que todas son acciones condicionadas y mediadas por el lenguaje, cuál problema tenemos en la escena sexual: Que hablamos, que se habla. Entonces como se habla siempre, hay la posibilidad de que lo real de cierto modo emerja; entonces lo real qué es, el desencuentro de fondo sobre el cual

aún con todas estas condiciones etc., es una forma, como es el síntoma

básicamente, y así lo entendemos, una respuesta, una elaboración, una estrategia para cubrir ese agujero irremediable de lo que no hay por estructura. Con lo cual tenemos todas estas variedades en la inscripción (el nombre del padre consiguientemente el falo); se inscribe, se suelda entonces tenemos todas estas variedades en el planteamiento posible de la cuestión sexual en tanto el cuerpo está matrimoniado con el falo, por su inscripción, soldado; y por consiguiente determina y pone condiciones y al mismo tiempo falla; de manera que hay que lidiar con eso. Qué es entonces lo que verdaderamente permite, en los términos de Lacan, la toxicomanía, encontrar un objeto por fuera de la realidad psíquica, es decir, no un objeto para la satisfacción pulsional, no un objeto que proviene de las operaciones de la realidad psíquica, sino un objeto químico. Sobre él, estamos viendo esto, viene de afuera, es exterior, es un objeto químico y permite apoyar, vamos a decir de eso modo o así lo entiendo, permite apoyar ahí una modalidad particular de goce, que vamos a llamarlo “el goce toxicómano”, con una X. De manera que aquí vemos la diferencia en relación al objeto, no es el objeto de la fantasía, no es el objeto del fantasma, es un otro objeto, de manera que no se puede ligar a que sea un objeto causa de deseo. La toxicomanía, -como dice Jaques Alan Miller- en todo caso, es causa de goce, porque lo que se advierte aquí por el rechazo que permite de todo esto, es decir, poner todo esto en ruptura es un goce de características absolutamente auto-eróticas. Aquí sí vemos esa fase del autoerotismo puro freudiano anterior a la soldadura con la fantasía, en este goce auto-erótico, es este plus de gozar a secas, bruto, por fuera, en rechazo, en ruptura con el falo, con el matrimonio con el falo, con lo cual lo pone por fuera de él, en ese objeto químico real. De manera que es una suerte de cortocircuito que permite apoyar en este

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objeto una modalidad de goce pulsional no regulado, al estilo de este goce que va derecho hacia la muerte. Esta operación, el cortocircuito que supone -como ustedes ven- por esta vía, el no planteamiento de la cuestión sexual es decir, en ruptura con el falo. Es un no querer saber, porque, genéricamente, uno dice “el Otro”; pero hay que ver qué declinaciones, qué aspectos, cuando decimos le permite no plantearse la cuestión que trae el fantasma, la condición erótica, en fin todo eso, estamos hablando del Otro del significante, es decir, del par inconsciente falo-castración. De manera que es el rechazo de una versión del Otro, del Otro del inconsciente, esto lo rechaza. Ésta es la razón por la cual la toxicomanía tiene la presentación del síntoma actual; en el sentido de que lo que trae, es la cara cruda, a cielo abierto, del goce pulsional que va derecho hacia lo mortífero, hacia el polo del dolor. Y el desenganche con este Otro tiene también, en esa presentación, eso que Freud decía, sin articulación de la fantasía, sin articulación de la realidad psíquica, es decir, esa cuestión de desarticulación con el sentido. Es ahí donde encuentran que esto tiene una modalidad de síntoma que no es la estructura del síntoma freudiano en el sentido de lo compuesto con la fantasía como articulador de la cara pulsional, con el sentido del síntoma. De entrada, se dan cuenta el problema que implica para el psicoanálisis una presentación subjetiva de este orden donde hay un sujeto, que por la vía de todo ese rechazo del inconciente, no cree en el Inconciente, con lo cual no cree en la acción de la palabra, no tiene amor alguno sobre la palabra, de manera que nada puede suponer. Y la suposición es condición de la transferencia, “Sujeto supuesto Saber”, la transferencia supone que el sujeto pueda suponer un saber en el Otro. El toxicómano, cree que sabe todo, que sabe todo sobre el goce; así que ya ven ahí planteado un problema no menor, con una terapéutica de esto. Esa es una versión respecto de esta cara del Otro, pero la que lo define por excelencia, es lo que esto al des-matrimoniar, al divorciar el cuerpo con el falo permite, podríamos decir muy tranquilamente, no plantearse radicalmente la cuestión con el Otro sexo ; es decir, la cuestión de la mujer, con las características de la mujer, una consecuencia, respecto que no hay un significante en el inconciente que la represente, por consiguiente el agujero en la complementariedad posible de los sexos, toda una operación que supone vérselas con todo eso cuando falla y el desencuentro, etc. Todo esto que se puede hacer con el falo como instrumento, como herramienta etc., vía el amor o el síntoma, para acceder a esa situación; la toxicomanía permite desconocerlo, 17

no planteárselo, e igual obtener acá un goce que, como muy bien dice, si ustedes recuerdan la película, yo la he visto mucho para esto y siempre me parece sumamente ilustrativa, en el punto que he conseguido en inglés el guión en Internet que es “Trainspotting”, donde si recuerdan el personaje de Rendon, que cuando está en off, al comienzo de la película, o sea que no tiene desperdicio, esto les permite ver -si ustedes ven hoy la película van a ver ese panorama de lo que es la posmodernidad en Europa con toda la cosa del sin-sentido, todo lo que es la caída absoluta del sentido, de los ideales, etc. El cinismo en el sentido de que la del toxicómano, es una posición cínica; en el sentido de la escuela griega del cinismo, que supone el rechazo del Otro y una promoción de vérselas con lo uno, con lo puramente autoerótico, rechazando el otro, de manera que la posición del toxicómano es esencialmente cínica. Pero él mismo lo dice en la película en relación al consumo de heroína, que recuerdan intenta dejar y finalmente deja, tras muchos avatares, pero él dice que equivale, es más que un millón de orgasmos, o mil o un millón; pero digamos él hace saber que hay algo ahí de un goce que se encuentra, y como lo reconoce Freud y como se lo puede ver, es verdad que con lo que modifica esta sustancia, Freud dice altera el quimismo del cuerpo efectivamente, hay cosas que ocurren en el sujeto, cambios de conciencia, sensaciones corporales etc., que no están mediados como de ordinario por la acción del lenguaje sobre le cuerpo, sino que provienen de la sustancia; de manera que en ese sentido hay que reconocerle absolutamente la potencia que puede tener en la versión freudiana, en el sentido de “El malestar de la cultura”. Es decir, lo que permite no saber, desconocer cuestiones que plantearselas supone un cierto dolor, al menos tolerar los avatares de la castración y por otro lado algo muy positivo que uno encuentra en la clínica, positivo en el sentido que se puede constatar, que está ahí como dato, y es que, como me decía hace una semana en una primera entrevista un paciente que viene para dejar la cocaína y él dice la quiero dejar, el octavo tratamiento que empieza, en fin los avatares más o menos conocidos y me dice: “El problema es que a mi me gusta”. Un detalle más que importante del cual él lo dice y planteado en la primera entrevista cuando viene a convencerme que ahora lo quiere dejar, algo así como diciendo de partida, desde el primer encuentro, dejo en reserva que a mi me gusta. De manera que eso ya es algo que empieza a trazar, si hubiera una cura, porque la termina consintiendo, cuáles serian los avatares de ello. Pero les digo porque mientras releía esto para preparar la clase, este sujeto lo viene a plantear porque trae el problema de 25 años con la toxicomanía, con la cocaína y después de contar todo eso, cuando trato de situarlo cuándo empezó esto, etc., a los 15 años y 18

reconoce que él tiene un problema, que en realidad nunca tuvo una erección plena; pero me dice: “No ahora por la cocaína, sino desde siempre”. Se los digo muy resumido, eso le traía muchos problemas, con lo cual para estar con chicas, cuando tenia 15 o 16 años, la cocaína le servía para justificarse, en el sentido que decía “No tengo una erección por la cocaína”; y él lo dice con esta palabra, una frase muy llamativa, muy plena de sentido, que es: “No se me para porque estoy duro”. Le dice a la chica: “No se me para porque estoy duro”. Ustedes ven dónde la dureza está fuera de lugar, como se presenta ahí la falla y sobre el final, dice algo muy interesante, a partir de una intervención, sobre una cuestión con el miedo y corriendo la cuestión con la cocaína, ateniéndome a que dice “me gusta”; él dice, -un sujeto muy de la clase de esta elaboración-, dice: “Si de entrada no hubiera tenido el problema con la erección mi historia hubiera sido muy otra”. Es bastante difícil que espontáneamente venga, ya construye como respuesta a una intervención, una relación causal y es que utiliza cocaína para resolver una cuestión. Finalmente volvamos, porque esto es muy variable, muy complejo y hemos ido a una gran velocidad, que -como dice Freud- algunos pueden dejar, otros no. Para introducir la variedad de usos posibles, entendamos lo siguiente: Toda esta estructura que hemos visto que es de toda una ingeniera conceptual, que tiene como base la investigación de mas de 20 años sobre el tema, es algo que como ustedes ven así planteado es entendible sólo para la neurosis porque supone los avatares de la función fálica entendiendo que esto es un correlato del Nombre del Padre; o sea que si hay ruptura es porque hubo matrimonio. Podríamos llamarle divorcio, si hubo divorcio es porque hubo casamiento y si hubo casamiento es porque había y si es porque había, hubo Nombre del Padre, con lo cual todo esto vale para la neurosis.

En la psicosis, la droga puede cumplir funciones absolutamente distintas, pero aún dentro de la neurosis, vamos a encontrar que no siempre se configura esta situación. En nuestro marco, entendemos como toxicomanía propiamente dicha, cuando se instala acá, en esta posición absolutamente cínica de ruptura con el falo, que obtiene este goce en bruto, este plus de gozar en bruto, a secas, sostenido sobre este objeto químico, y con este correlato de ser eso, un cortocircuito que deja afuera el Otro del inconciente y básicamente el punto central que es no querer plantearse la cuestión sexual. Esto tiene otras versiones que son las del tóxico también donde está el tóxico pero no crea la toxicomanía así definida, y es que puede ser la muleta que muy bien sea, 19

como podríamos pensar en principio vamos a ver si es así, con este paciente donde le permite hacer algo con las fallas de la función fálica, de manera que ahí va como para poderlo arreglar, de manera que puede tener, este es el concepto que les quiero transmitir, diferentes funciones. Una cuestión muy distinta es en el caso de la psicosis, lo digo muy rápidamente, como sabemos puede en una psicosis ser algo que desanude la regulación del goce y precipite un desencadenamiento; pero en una enorme mayoría de casos viene a cumplir una función de suplencia, es decir, que ahí donde no hay el correlato de la función fálica a la par con el Nombre del Padre, puede venir a hacer algo, de lo que se llama los Nombres del Padre; es decir, una suplencia que mantiene unido lo que no está unido o anudado por estructura. Por consiguiente muchas psicosis andan muy bien sin entrar en un estado clínico de psicosis, a expensas de la operación con el tóxico que sirve como si fuera una medicación antipsicótica o un tranquilizante, algo que opera o que le permite hacer una formación sintomática, es decir, una forma de vivir y de lazo con el Otro que lo mantiene estabilizado. En psicosis puede precipitarla, pero como lo que más vemos en la clínica, viene como suplencia, hay muchas cuestiones que parecen toxicómanos, neuróticos de toda la vida, consumiendo etc., y son en realidad psicosis que se sostienen por la función del tóxico. En el ámbito de la neurosis hay una variedad de funciones posibles dentro de todo lo que esto puede fallar o bien lo que llamamos propiamente toxicomanía en el sentido que tome esta posición de ruptura del matrimonio, de rechazo de estos hábitos; eso es a grandes rasgos, después lo demás si bien esta condición autoerótica está en disyunción con el síntoma, es algo que resulta evidente, ustedes ya conocen los avatares del complejo de Edipo, el complejo de castración y lo que supone el falo y su operatoria como instrumento etc., y las condiciones para el síntoma. Esto da una idea de estar más cerca del síntoma actual, de las dificultades en todos los casos que trae para la clínica, la clínica con toxicómanos, cuyo tratamiento sería motivo de otra presentación.

Desgrabación: Natalia Pérez Rean. Establecimiento del texto: Jacquie Lejbowicz.

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