P REPARING FOR THE C ONSECRATION OF THE A RCHDIOCESE OF S AN F RANCISCO TO THE I MMACULATE H EART OF M ARY Part 28
O SECULO, THE PRO-GOVERNMENT and antiCatholic newspaper in Lisbon reported the following about the Miracle of the Sun: “From the road, where the vehicles were parked and where hundreds of people who had not dared to brave the mud were congregated, one could see the immense multitude turn toward the sun, which appeared free from clouds and in its zenith. It looked like a plaque of dull silver, and it was possible to look at it without the least discomfort. It might have been an eclipse which was taking place. But at that moment a great shout went up, and one could hear the spectators nearest at hand shouting: ‘A miracle! A miracle!’ “Before the astonished eyes of the crowd, whose aspect was biblical as they stood bareheaded, eagerly searching the sky, the sun trembled, made sudden incredible movements outside all cosmic laws---the sun "danced" according to the typical expression of the people. “Standing at the step of an omnibus was an old man. With his face turned to the sun, he recited the Credo in a loud voice. I asked who he was and was told Senhor Joao da Cunha Vasconcelos. I saw him afterwards going up to those around him who still had their hats on, and vehemently imploring them to uncover before such an extraordinary demonstration of the existence of God. “Identical scenes were repeated elsewhere, and in one place a woman cried out: ‘How terrible! There are even men who do not uncover before such a stupendous miracle!’“ People then began to ask each other what they had seen. The great majority admitted to having seen the trembling and the dancing of the sun; others affirmed that they saw the face of the Blessed Virgin; others, again, swore that the sun whirled on itself like a giant Catherine wheel and that it lowered itself to the earth as if to burn it in its rays. Some said they saw it change colors successively....” O Dia, another newspaper of Lisbon also reported on the miracle: “At one o'clock in the afternoon, midday by the sun, the rain stopped. The sky, pearly grey in colour, illuminated the vast arid landscape with a strange light. The sun had a transparent gauzy veil so that the eyes could easily be fixed upon it. The grey mother-of-pearl tone turned into a sheet of silver which broke up as the clouds were torn apart and the silver sun, enveloped in the same gauzy grey light, was seen to
whirl and turn in the circle of broken clouds. A cry went up from every mouth and people fell on their knees on the muddy ground... The light turned a beautiful blue, as if it had come through the stained-glass windows of a cathedral, and spread itself over the people who knelt with outstretched hands. The blue faded slowly, and then the light seemed to pass through yellow glass. Yellow stains fell against white handkerchiefs, against the dark skirts of the women. They were repeated on the trees, on the stones and on the serra. People wept and prayed with uncovered heads, in the presence of a miracle they had awaited. The seconds seemed like hours, so vivid were they.” †
O SECULO, EL PERIÓDICO PRO-GOBIERNO y anti-Católico de Lisboa, informó lo siguiente acerca del Milagro del Sol: "Desde el camino, donde se estacionaban los vehículos y donde se congregaban cientos de personas que no se habían atrevido a atravesar el barro, se podía ver a la multitud inmensa vuelta hacia el sol, que parecía estar libre de nubes y en su cenit. Parecía una placa de plata opaca, y era posible mirarla sin el menor malestar. Podría haber sido un eclipse que estaba ocurriendo. Pero en ese momento se oyó un gran grito, y se oyó a los espectadores más cercanos gritar: ‘¡Un milagro! ¡Un milagro!'” "Ante los ojos atónitos de la multitud, cuyo aspecto era bíblico mientras estaban desnudos, buscando con ansia el cielo, el sol temblaba, hacía movimientos repentinos e increíbles fuera de todas las leyes cósmicas --- el sol" bailaba " de acuerdo con la típica expresión de la gente. "De pie en el escalón de un ómnibus estaba un anciano. Con la cara de vuelta al sol, el recitó el Credo en voz alta. Yo le pregunté quién era y me dijo que era el señor João de Cunha Vasconcelos. Yo lo vi después, subiendo a aquellos alrededor de él que todavía tenían sus sombreros, y con vehemencia les imploraba que se descubrieran ante tan extraordinaria demostración de la existencia de Dios. "Escenas idénticas se repetían en otras partes, y en un lugar una mujer gritó:" ¡Qué terrible! ¡Incluso hubo algunos hombres que no se descubrieron ante este milagro tan estupendo!” "Las personas empezaron a preguntarse lo que habían visto. La gran mayoría admitió haber visto el temblor y el baile del sol; otros afirmaron que vieron el rostro de la Santísima Virgen; otros, otra vez, juraban que el sol giraba sobre sí mismo como una gigante rueda de Catherine y que se bajaba a la tierra como quemándola en sus rayos. Algunos dijeron que lo vieron cambiar de color sucesivamente .... " O Dia, otro periódico de Lisboa también informó sobre el milagro: "A la una de la tarde, al mediodía del sol, la lluvia se detuvo. El cielo, de color gris perlado, iluminaba el vasto paisaje árido con una extraña luz. El sol tenía un velo transparente de gasa para que los ojos pudieran fijarse fácilmente sobre él. El gris tono de nácar se convirtió en una hoja de plata que se rompió a medida que las nubes se desgarraban y el sol de plata, envuelto en la misma gasa de luz gris, se veía girar y girar en el círculo de nubes rotas. Un grito resonó en cada boca y la gente cayó de rodillas sobre el suelo fangoso ... La luz se volvió de un azul precioso, como si hubiera atravesado los vitrales de una catedral, y se extendiera sobre la gente que se arrodillaba con las manos extendidas. El azul se desvaneció lentamente, y entonces la luz parecía pasar a través de un cristal amarillo. Manchas amarillas cayeron sobre pañuelos blancos, y contra las faldas oscuras de las mujeres. Se repetían en los árboles, en las piedras y en la sierra. La gente lloraba y oraba con las cabezas descubiertas, en presencia de un milagro que habían esperado. Los segundos parecían horas, tan intensas que estaban viviendo.” †