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167. 34 Ibid., 167. 35 Escobar, “Postmodernidad y fe cristiana”: 23. 36 Sólo en el capítulo primero, Santiago usa doce imperativos: tened “hgeomai”, tenga “ecw” ...
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CAPÍTULO IV Por Junior Brenes Usado con permiso LA SABIDURÍA DE SANTIAGO Y LA POSMODERNIDAD1

INTRODUCCIÓN Desde su nacimiento, el cristianismo ha enfrentado el ataque de diversas corrientes ideológicas que amenazan la credibilidad de su mensaje. Tales son los casos de esos llamados “judaizantes”, de los “falsos maestros”, del arrianismo, del gnosticismo y su derivado el docetismo. Hoy en día sucede algo similar. En la actualidad el cristianismo enfrenta el reto de una corriente muy fuerte que ha dado en denominarse “postmodernidad”. 2 La sociedad adolece de falta de convicciones, falta de esperanza y superficialidad, por la cosmovisión que plantea este movimiento, y sus repercusiones han alcanzado aun al mismo cristianismo. Es el propósito de este capítulo describir este fenómeno y presentar algunas pautas a tomar en cuenta para la cristiandad del siglo XXI a la luz del mensaje de la carta de Santiago. ORIGEN Y CONCEPTO DE POSTMODERNIDAD Sobre la llamada postmodernidad, Alfredo F. Roldán aborda el tema llamándole un “fenómeno cultural”. Citando a un teórico del tema, llamado Gianni Vattino, indica que la postmodernidad es “una despedida de la modernidad”, “una ‘“superación”’ de la modernidad.3 Uniendo estos conceptos, define la postmodernidad como: Un fenómeno cultural que se da a nivel mundial, en modo especial en Occidente, por el que es cuestionada la racionalidad de la modernidad de modo que se presenta como superadora de la modernidad que caracterizara a la cultura hasta ahora.4 De tal forma que la postmodernidad es un fenómeno cultural “resultado, consecuencia, derivado, negación del modernismo. Lo que sigue al modernismo”.5 En esta misma línea, Samuel Escobar dice que “varias de las presuposiciones de esa llamada ‘modernidad’ han entrado en crisis, y por ello se habla de la post-modernidad”.6 El modernismo es un “proyecto”7 en el que la filosofía propone postulados que pretenden hacer que “la humanidad vaya en un progreso de calidad de vida”.8 No obstante, estos postulados han fallado, y de ahí, que la modernidad haya entrado en crisis, según Escobar.

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Este capítulo es una ampliación de un trabajo presentado en el año 2006 para la materia de “Técnicas de investigación”. 2 Para efectos de este capítulo se intercambiarán, en algunas ocasiones, los términos postmodernismo y postmodernidad. El primero se refiere más al movimiento que se va a describir, y el segundo a la era en la que se vive actualmente, pero ambos describen el mismo fenómeno. Algunos autores no hablan de postmodernidad, sino de postmodernismo. La semántica del término no es tan importante como la descripción de lo que esta corriente de pensamiento promueve. 3 Alberto F. Roldán, ¿Para qué sirve la teología? (1999): 154. 4 Ibid., 155-156. 5 Alberto Barrientos, “El postmodernismo” (Conferencia pastoral, Costa Rica, mayo de 2004). 6 Samuel Escobar, “Postmodernidad y fe cristiana”, en Post-modernidad y la iglesia evangélica (2000): 20. 7 Manuel Cruz, “Filosofía y posmodernidad”, Enfoques 10/2 (1998): 32. 8 Elsa Ramírez de Aguilar, “Teología y cosmovisión en ética a la luz del caso de Friedrich Nietzsche”, Kairos 36 (2005): 17.

35 Elsa Ramírez de Aguilar considera a Friedrich Nietzsche “el padre del postmodernismo”.9 Refiriéndose a Nietzsche, Ramírez dice que su declaración de la muerte de Dios se refiere a “que ‘el concepto mismo de Dios’ ha muerto dentro del pensamiento humano”.10 En el contexto sociopolítico-cultural de Nietzsche, esta expresión quiere decir que la ética propuesta por la filosofía (propia del modernismo) no ha alcanzado un verdadero progreso en la calidad de vida del ser humano. Según Ramírez, Nietzsche iguala el cristianismo futurista a la filosofía, criticando el énfasis en la eternidad sin interesarse por la realidad social.11 De tal forma que Nietzsche desarrolla un nuevo planteamiento que “sí llevará” a la humanidad a un mejor estilo de vida: el espíritu libre. Y para él el espíritu libre significa vivir en “independencia de otras influencias ideológicas”,12 inclusive el cristianismo. Este planteamiento de Nietzsche ha dado lugar al relativismo, por lo que “no hay absoluto como base de la ética y los valores”.13 No hay absoluto de moral, sino que la moral depende de la percepción de cada uno. Según Lylian Weiss de Schmidt, la postmodernidad “inicia en la última década del siglo XIX, pero alcanza su mayor desarrollo en el siglo XX, y en especial a partir de la segunda mitad, después de la Segunda Guerra Mundial”. 14 Esta postmodernidad ofrece una cosmovisión15 de la vida muy diferente a lo realmente planteado por la Biblia. La cultura, la religión, la educación y otras “instituciones” influyen en esta cosmovisión. La postmodernidad es parte de esas instituciones que influencian el modo de pensar de la raza humana en esta época. En resumen, la postmodernidad es un fenómeno cultural crítico del proyecto modernista en el que la cosmovisión del ser humano se ha visto influenciada hacia una actuación sin esperanza, sin sentido de la vida, sin valores absolutos, unido a una ética relativa al criterio personal de cada uno.

EL APORTE DE SANTIAGO ANTE LA POSTMODERNIDAD Puesto que la postmodernidad critica la modernidad, y la modernidad exalta la razón,16 la principal característica de la postmodernidad es que cuestiona la racionalidad propia de la modernidad.17 En la postmodernidad hay un declinar de la razón y una explosión del sentimiento.18 Lo que interesa al individuo es lo que le “hace sentir bien”, lo emocional,19 no lo que sea realmente correcto. Theo G. Donner rescata conceptos de un autor, Cruz Kronfly, y dice que el “consumismo, nihilismo y hedonismo”20 caracterizan la sociedad postmoderna. Añade que

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Ibid., 14-15. Ibid., 16. 11 Ibid., 17. 12 Ibid., 17. 13 Ibid.. 18-19. 14 Lylian Weiss de Schmidt, “El paradigma de las ciencias en la edad moderna y sus modificaciones en la postmodernidad”, Enfoques 1 y 2 (2001): 57. 15 Theo G. Donner, Fe y posmodernidad (2004): 17. Según Theo G. Donner, la cosmovisión es un conjunto de “creencias, convicciones, presuposiciones, valores, conceptos y ‘otros’” que condicionan la forma de ver el mundo y el entorno del individuo, Ibid. 16 Daniel Salinas, “El jardín de las pluralidades”, en Post-modernidad y la iglesia evangélica (2000): 46. Este autor dice que “la modernidad ofreció a la Razón (con R mayúscula) para escudriñar críticamente cada pretensión y para poner en tierra el edificio del conocimiento… que la Razón proveyó un conjunto de normas y criterios para pensar correctamente sobre la realidad llegando así a la verdad absoluta”, Ibid. 17 Roldán, ¿Para qué sirve la teología?: 154. 18 Escobar, “Postmodernidad y fe cristiana”: 25. 19 In Sik Hong, “Iglesia y posmodernidad”, en Ética y religiosidad en tiempos posmodernos (2001): 10. 20 Donner, Fe y posmodernidad: 60. 10

36 el hedonismo es “la valoración del propio placer por encima de todo”.21 De tal forma que la postmodernidad habla de una humanidad egocéntrica. Al respecto, Santiago tiene algo que decir. La tentación, en la carta de Santiago, tiene que ver con la seducción. El creyente es seducido de su propia concupiscencia22 (Stg. 1:14) y de esta forma es “llevado” a la esclavitud del sentimiento. Obviamente el sentirse bien es parte de participar en lo que propone la tentación. Ante esta situación Santiago dice que se debe soportar (uJpomevnw), una forma intensiva del verbo “mevnw”, cuyo significado involucra la constancia en un determinado estado o lugar.23 Derivado de aquel egocentrismo hedónico, el amor a las riquezas puede abrir una sima entre dos condiciones sociales: Los ricos y los pobres. Es cierto que el amor a la riqueza no es un mal de este tiempo (cf. Mt. 6:19-24), pero también es cierto que es acentuado por la cosmovisión de la postmodernidad en una manera muy sutil, casi inadvertida. Ante esta situación, Santiago plantea la necesidad de mantener una correcta estimación de las condiciones de vida en las que uno se encuentre (Cf. Stg. 1:9-11). El rico es llamado a reconocer su necesidad de humillarse ante Dios y el pobre es llamado a levantarse sobre las cenizas de su pobreza. Santiago llama a los dos a vivir la vida con el enfoque correcto en cuanto a lo eterno y lo perecedero, 24 no dependiendo del estatus socioeconómico, sino de Dios quien sostiene a ambos. 25 Mientras que el postulado de la postmodernidad exalta lo hedónico, Santiago expresa la necesidad imperante de apartarse de ello ejerciendo una voluntad consciente más que sentimental. Es interesante que, en parte, el vivir bajo la tutela del sentimiento es considerado en la postmodernidad como un goce de la vida. Pero para Santiago la vida se adquiere soportando la seducción de sentirse bien al participar de lo que la tentación propone. Por otro lado, en la postmodernidad el “relativismo”26 surge como único paradigma para tomar juicio sobre las cosas. Esto significa que no hay paradigmas absolutos, que todo es relativo al cómo se aprecia la realidad por cada uno. Esto es lo que Roldán llama “pensamiento débil”.27 Este autor señala que “la postmodernidad critica los modos clásicos de conocimiento, ya que sostiene que es imposible que el hombre logre un conocimiento cierto, seguro y exacto de la realidad”.28 Como resultado existe, en la sociedad postmoderna, una carencia de sentido en cuanto a la vida,29 una falta de esperanza y una vivencia meramente existencial, donde el hoy y el ahora es lo que importa, sin consecuencias hacia el futuro, más que aquello que el destino traiga. Ante esa variedad de pensamiento llamada relativismo, Santiago expresa la presencia de una sola verdad, una ley, ante la cual el creyente debe prestar oído atento a lo que ella tenga que decir (Stg. 21

Ibid., 61. Warren W. Wiersbe, Maduros en Cristo (1987): 31-32. Este autor comenta que “la palabra atraído encierra la idea de la carnada en una trampa; y la palabra seducido en el griego significa ‘cebar un anzuelo’”, Ibid. 23 K. Munzer, Diccionario teológico del Nuevo Testamento, 3 (1983): 348. El término “mevnw” traduce ciertos vocablos hebreos cuyo sentido es aguantar, permanecer vigente, perdurar. Con respecto a Dios, en el salterio y en el libro de Isaías, la firmeza y la constancia es uno de sus rasgos. Ibid. En el texto de Stg. 1:12 su uso es intensivo. 24 Nelson Morales, “Exégesis de Santiago” (Notas de clase, Seminario Teológico Centroamericano, 2006): 9. Este autor, en su comentario, aplica este principio al rico, pero el mismo principio puede tomarse para el pobre también. Un pobre que lamente su condición económica sobremanera, estará “dependiendo” de las riquezas que no tiene. 25 Además de lo dicho en el párrafo referido aquí, debe tomarse en cuenta la enseñanza que brinda Santiago sobre la relación entre el “patrono” y su asalariado. Los ricos, quienes poseían empresas o terrenos que eran trabajado por los pobres, son llamados a ser justos con ellos (Stg. 5:1-6). 26 Donner, Fe y posmodernidad: 67. 27 Roldán, ¿Para qué sirve la teología?: 163. 28 Ibid., 164. 29 Hong, “Iglesia y posmodernidad”:12. 22

37 1:19-21, 25). En medio de la postmodernidad el ser humano es llamado a creer lo que quiera creer según su cosmovisión. Pero Santiago llama al creyente de la sociedad postmoderna a oír y ver 30 atentamente en la ley de la libertad (Stg. 1:22-25). Pero no la libertad que promueve la postmodernidad, que es libertinaje. Sino la que consiste en libertad del poder del pecado (cf. Stg. 1:12-17). Es la palabra de Dios la que sirve como parámetro para determinar lo que es o no correcto. Otra característica de la postmodernidad es lo que ha dado en llamarse el nihilismo. Al parecer, cuando Nietzsche declara la muerte de Dios quiso referirse con ello a la “autodesvalorización de la religión, de la moral y de la metafísica”.31 El nihilismo, básicamente consiste en que “los valores supremos se devalúan”, mueren los absolutos de ética y moral, “toda creencia, todo aquello que se tiene por verdadero sea necesariamente falso, porque no existe de hecho un mundo verdadero”.32 Los ideales “han muerto”. No hay valores heredados, sino que ahora hay valores superados. Los valores “objetivamente definidos” son remplazados por valores relativos.33 “El pluralismo de ideas deriva, casi inevitablemente, en el pluralismo de éticas”.34 No hay algo realmente bueno o realmente malo, todo depende de la cosmovisión del individuo. Esto es lo que Samuel Escobar llama “relativismo ético”.35 Un ejemplo del mismo se puede ver en lo que hoy se denomina “preferencias sexuales”. Pero esa ética relativa no encuentra aceptación ante la carta de Santiago. Santiago se expresa por medio del imperativo 45 veces en su carta.36 Santiago no deja lugar para una ética relativa, sino absoluta. La ética planteada por Santiago se ajusta a la voluntad de Dios y no a la que expresa la complacencia humana. El temor de Dios es el principal interés de Santiago. El cristiano que ajusta su vida a los mandamientos generados en la carta de Santiago será agradable a Dios (cf. Stg. 4:8-9) y estará mostrando una sabiduría divina, no humana (cf. Stg. 3:13-17). Otra característica de la postmodernidad se haya en el muy dañino pluralismo. Ligado al relativismo, el pluralismo propone que nadie tiene la verdad absoluta, sino que hay muchas verdades. A la vez, hay una “indiferencia hacia cualquier tipo de verdad en sí misma”.37 Esta forma de pensamiento ha influenciado también en el campo cristiano, ramificándose en un “pluralismo hermenéutico”, cuya premisa principal es que “cualquier idea de que una ideología particular o pretensión religiosa sea intrínsicamente superior a otra está necesariamente equivocada”.38 Ninguna religión o denominación posee la verdad absoluta, no hay religión verdadera o superior a otra. La postmodernidad se complace en “despreciar la verdad objetiva misma”,39 generando incredulidad en la sociedad. Una vez más, Santiago no se ajusta a estos postulados. La carta plantea la presencia de valores definidos, verdades teológicas absolutas que no pueden ser cuestionadas. La religión cristiana no ha pasado de moda, tiene algo que decir y el mundo tiene que escucharlo. Introduciendo la carta 30

Horst Balz y Gerhard Schneider, “parakuvptw”, Diccionario exegético del Nuevo Testamento, 2 (1998): 755. El término que se traduce “ver” es “parakuvptw” que se traduce inclinarse, mirar, contemplar. La idea es inclinarse para mirar atentamente. 31 J. A. Merino, “Nihilismo e individualismo”, Carthaginensia, 11/20 (1995): 308. 32 Friedrich Nietzsche, Der Wille zur Macht. Versuch einer Umwertung aller Werte, trad. it. La valontà di potenza. (Milano, 1994), en Merino, “Nihilismo e individualismo”: 309. 33 Roldán, ¿Para qué sirve la teología?: 167. 34 Ibid., 167. 35 Escobar, “Postmodernidad y fe cristiana”: 23. 36 Sólo en el capítulo primero, Santiago usa doce imperativos: tened “hgeomai”, tenga “ecw”, pida “aitew” se usa dos veces, piense “oiomai”, gócese “kaucaomai”, diga “legw”, erréis “planavw”, sabed “oivda”, sea “eimiv”, recibid “devcomai”, sed “givnomai”. 37 Juan Martín Velasco, Ser cristiano en una cultura posmoderna (Madrid: PPc, 1996) en Roldán, ¿Para qué sirve la teología? (1999): 165. 38 Donald A. Carson, Amordazando a Dios, trad. Elena Flores Sanz (1999): 19. 39 Ibid., 23.

38 de Santiago, J. B. Mayor y otros comentaristas expresan un comentario pertinente: En una época en la que se tiende a olvidar la severidad de la naturaleza divina y la trascendencia de Dios, es preciso restablecer el equilibrio dando realce a lo que esta epístola destaca en relación con el Dios inmutable (1.17), creador (1.18), Padre (1.27; 3.19), soberano (4.15), justo (1.20), que no debe ser puesto a prueba por los impíos (1.13), a quien la humanidad debe someterse humildemente (4.7, 10), por cuanto es dador de la ley, juez, Salvador y destructor (4.11–12), que no acepta rivales (4.4–5), dador de sabiduría (1.5) y gracia (4.6), que promete una corona de vida para los que pasan la prueba de la fe y sólo a él aman (1.12).40 La carta de Santiago muestra valores concretos que no pueden ser puestos al lado para adoptar aquellos que son sobremanera subjetivos. Es un asunto de decisión. La postmodernidad exige la contextualización de la cristiandad para vivir sabiamente en medio de la postmodernidad, según la voluntad de Dios, y en virtud de Su carácter. Se puede observar en la postmodernidad un despertar de lo “religioso”, un retorno a lo “sagrado”. 41 Pero esto no quiere decir que haya un avivamiento en lo verdaderamente cristiano, sino como lo dice Harvey Cox: Para la mayor parte de la población del mundo, la religión no es algo en lo que se piense demasiado, sino que es algo que fluye como espontáneamente en la bendición de la mesa, en diversos usos festivos, en bodas y funerales, en aforismos, en costumbres alimenticias y dietéticas, en la educación de los niños y en otras (sic) serie de cosas que forman parte del clima general de cercanía de la vida corriente. Aunque las personas cuya religión es ‘popular’ en este sentido puede que asistan a la iglesia, y hasta puede que sean fieles y devotos practicantes, en realidad experimentan la iglesia como una pieza de un todo más amplio que incluye muchas más facetas que expresan y refuerzan la fe. La ‘religión popular’ es…la ‘manera de hacer las cosas’.42 El cristianismo, por lo tanto, se está debilitando, generando una espiritualidad subjetiva, centrada en el individualismo, donde, según In Sik Hong “la conciencia individual deja de ser intérprete para convertirse en matriz de lo religioso”.43 Se abre la puerta, entonces, a una espiritualidad ecuménica44 donde se apunta a tolerar los postulados de otras religiones y unificar “la comunidad de la fe”. Igualmente se propaga una fe sincretista,45 en la que se da la convergencia de prácticas religiosas de diversas “agrupaciones” en una sola “cultura espiritual”. Hong resalta el auge de una religión psicologizada46 donde el Espíritu Santo no es el que genera cambios, sino el profesional titulado como psicólogo. Para cerrar con “broche de oro”, el “despertar religioso” genera una indiferencia del ser humano ante las realidades de su entorno. Apatía y pasividad caracterizan el ser humano promedio. Esto, a raíz de la carencia de “valores absolutos, motivaciones ideológicas o religiosas”.47 Ante lo expresado en el párrafo anterior surgen algunas preguntas: ¿Dónde queda la religión verdadera enseñada por Santiago 1:26-27? ¿Cómo se expresa hoy esa religión verdadera en medio de una sociedad que busca “religiones” del sentimiento, psicologizadas? La religiosidad de la postmodernidad está centrada en buscar una complacencia personal. La religión expresada por Santiago está centrada en una demostración práctica de la piedad, del temor de Dios. No se trata 40

J. B. Mayor, R. V. G. Tasker, C. L. Mitton, F. Mussner y M. Dibelius, Nuevo Diccionario bíblico Certeza (2000), CD. 41 Hong, “Iglesia y posmodernidad”:6. 42 Harvey Cox, La religión en la ciudad secular (1985): 229. 43 Hong, “Iglesia y posmodernidad”: 8. 44 Ibid., 13-14. 45 Ibid., 14-15. 46 Ibid., 22-24. 47 Ibid., 17.

39 de vivir una religiosidad superficial, sino de expresar verdadera religión viviendo conforme a una voluntad divina, a una sabiduría del cielo (cf. Stg. 1:22-27; 2:14-17). Podría decirse aquí que el cristiano es llamado por Santiago a tomar una decisión entre los dos caminos que se ofrecen.48 Aplicando el mensaje de Santiago a la realidad presente, se puede decir que el camino de la vida es aquel en el que el creyente decide agradar a Dios en observancia de su palabra y de una práctica consistente con la misma. El camino de la muerte, por el contrario, es aquel donde se abandonan todos los postulados absolutos de la verdad bíblica, y en este caso específico, de la carta de Santiago. Se opta así por aquellos que se ofrecen en una cultura postmoderna, la cual no ofrece postulados absolutos, sino relativos. Otro resultado de la postmodernidad es lo que algunos han llamado la “globalización litúrgica”. 49 Los medios de comunicación han colaborado para generar en las iglesias un relativismo en el que “la exposición de la Palabra de Dios no ocupa el lugar central”,50 sino que son las experiencias extáticas las que ocupan este lugar. La mayoría de iglesias o grupos que surgen en la actualidad tienen “rasgos comunes que permite definirlos como comunidades emocionales”.51 Se minimiza o anula la presencia de lo dogmático y doctrinal. En su lugar es la experiencia lo relevante. 52 Como lo diría Donner, “en lo religioso ha desaparecido el absolutamente Otro, Dios”.53 Santiago centraliza su mensaje alrededor de “la palabra implantada” (1:21). Es urgente que la iglesia del siglo XXI se dedique en temor reverente a observar la palabra de Dios y la atienda con sinceridad (Stg. 1:19-25). Por último, el temor de Dios es algo que el ser humano no toma en cuenta en la actualidad. En el siglo XXI se vive bajo una cosmovisión hedonista y narcisista de la vida. Casi parece no haber un ser supremo que marque la pauta en cuanto al proceder humano. Se procede de acuerdo con lo que se considera apropiado para el individuo mismo. Se pierde de vista la perspectiva comunitaria para entrar en una perspectiva individualista. En la carta de Santiago el temor de Dios es la columna vertebral alrededor de la cual se desarrolla el escrito. La corona de la vida es prometida a los que aman a Dios (Stg. 1:12). El creyente es invitado a evidenciar la justicia de Dios (1:20). Aparte de la acción social, se hace un llamado al creyente a vivir santamente (1:27). Se habla de observar, oír y cumplir una ley en la cual se dice “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (1:22, 25; 2:8, 10-11). Se hace un llamado a los soberbios a tomar en cuenta a Dios (4:15). Se hace un llamado a corregir al hermano que se ha extraviado apartándose del camino de la verdad (5:19-20). Y el texto más explícito sobre el temor de Dios es el llamado que hace Santiago en 4:7-10. En este último texto se presenta la necesidad de humillarse ante Dios. Es pues la carta de Santiago un escrito que invita al lector a vivir una fe práctica tomando en cuenta a Dios, haciendo su voluntad en temor, porque él es el que ha regenerado la vida de los creyentes (1:18) y él es el que juzga y juzgará el proceder del creyente (4:12; 5:4) por medio de su palabra (2:12). Ante la falta de compromiso, que se ve en la actualidad, de los miembros de muchas congregaciones, que provoca dispersión y deserción de las membresías de las iglesias,54 Santiago reta al compromiso verdadero. ALGUNAS RECOMENDACIONES Los autores que escriben sobre el tema de la postmodernidad, por lo general, legan algunos consejos que es pertinente mencionar. Roldán dice que “somos llamados a educar teológicamente 48

Sobre el particular, véase el capítulo 3 de este trabajo. Roldán, ¿Para qué sirve la teología?: 160. 50 Donner, Fe y posmodernidad: 67. 51 Hong, “Iglesia y posmodernidad”: 10. 52 Ibid., 10-11. 53 Donner, Fe y posmodernidad: 61. 54 Roldán, ¿Para qué sirve la teología?: 159. 49

40 en un mundo de pluralismo religioso y por ende, teológico”.55 La comunidad cristiana debe avocarse a una “construcción – o… ‘reconstrucción’ – de una teología interdisciplinaria y contextual pero que no renuncie a la centralidad del evangelio”. 56 Añade que esa centralidad es el “Evangelio de Jesús”57 tal y como ha sido expresado en el Nuevo Testamento. La carta de Santiago ofrece un excelente paradigma al respecto. Su carácter normativo y absoluto presenta una buena plataforma sobre la cual reavivar el interés por los conceptos absolutos, por la verdad inmutable del evangelio. Por otro lado, Samuel Escobar habla de “atender nuevamente la esperanza cristiana”,58 la cual es Jesús, pues por su resurrección, todos los que han creído en el evangelio, serán resucitados. Se puede tener una esperanza sobre el futuro, algo que el postmodernismo plantea como un absurdo. En efecto, la postmodernidad niega la existencia de toda esperanza en el futuro, mientras que Santiago recuerda a sus lectores que deben tener “paciencia hasta la venida del Señor”, mirando “cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Y finalmente les dice: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Stg. 5:7-8). Otra pauta que propone el mismo Escobar es vivir la fe cristiana como se expone en la Biblia. Esto es, adoptar una ética consecuente con el mensaje del evangelio.59 Escobar además recomienda ejercer discernimiento espiritual para distinguir entre “cualquier tipo de religiosidad” y “la religiosidad derivada de la fe en Cristo”. 60 Santiago plantea una excelente guía práctica de lo que sería el ejercicio de la fe verdadera. Él abarca casi todos los aspectos realmente relevantes de la vida en comunidad de fe, la relación entre “distintas” clases sociales, la relación entre los individuos como prójimos, el amor verdadero, la lucha con la ira y otros problemas propios de la naturaleza caída. Cada apartado de la carta de Santiago debe ser afianzado en la mente y el corazón de aquellos que profesan piedad. Finalmente, Roldán avisa que la crítica del postmodernismo debe conducir a una “autocrítica de nuestro cristianismo”.61 La relatividad está rebasando los límites y se le debe frenar. Es urgente que el liderazgo de las iglesias de la actualidad se percate de la intromisión de ese germen tan dañino y aplique el pesticida de la observancia de la palabra de verdad para eliminarlo. Con cierta facilidad la iglesia evangélica del siglo XXI está siendo absorbida por las conductas promovidas por la postmodernidad. El compromiso verdadero se ha dejado de lado. Es necesario que los creyentes volteen sus ojos a las realidades absolutas y prácticas que ofrece la carta de Santiago para el vivir de la comunidad actual de la fe. CONCLUSION El postmodernismo es un fenómeno cultural irreversible. Su influencia ha alcanzado los pasillos de las congregaciones cristianas. El cristianismo, por lo tanto, se ve retado en este tiempo a dar una respuesta verdadera ante el antagonismo relativista de la postmodernidad. Una ética consecuente con el mensaje del evangelio, urge sea predicada y buscada fervorosamente por aquellos que profesan piedad. La carta de Santiago interviene en este escenario tan preocupante para proponer un paradigma de vida que se alcanza mediante el sacrificio personal (Stg. 1:12) y la entrega a otros (2:14-18), y el sometimiento a Dios (Stg. 4:7-10). La semejanza de la carta de Santiago con la literatura sapiencial judía quedó especificada en el capítulo tercero. Los temas desarrollados por el hermano del Señor no sólo se relacionan con la 55

Roldán, ¿Para qué sirve la teología?: 161. Ibid., 173. 57 Ibid., 175. 58 Escobar, “Postmodernidad y fe cristiana”: 31. 59 Ibid., 32. 60 Ibid., 34. 61 Roldán, ¿Para qué sirve la teología?: 171. 56

41 temática de la sabiduría judía, sino que son un paradigma trascendental para proponer a la cristiandad del siglo presente. En medio de los postulados de la postmodernidad, la sabiduría de Santiago reta al pueblo cristiano a vivir la fe verdadera con una actitud totalmente diferente a la propuesta por este fenómeno cultural.

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