botánica de campo vii jardines del real

numerosas y robustas Washingtonias filiferas, así como diferentes especies de ... alineación de washingtonias, Washingtonia filifera, y a nuestra derecha, varias.
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BOTÁNICA DE CAMPO VII JARDINES DEL REAL

LA HISTORIA DEL JARDÍN

Grabado del antiguo Palacio Real

Figuración del Palacio en la actualidad

Los Jardines del Real, llamados también Jardín de Viveros, toman su nombre del Palacio Real de Valencia que estaba situado en ese lugar. El huerto, en su origen, formaba parte de la primitiva Almunia, quinta de recreo de los reyes de la taifa de Valencia. Más tarde, a partir del siglo XIV, la Almunia se transformaría en Palacio Real, conservando los jardines que eran mucho más extensos que en la actualidad, como zona de recreo para los nobles ocupantes del palacio. El Palacio fue derruido en 1810 por motivo de la Guerra de la Independencia contra los franceses. Sus restos fueron amontonados en lo que se dio en llamar La Montanyeta de Elio. Estas ruinas, a mediados del siglo XX fueron excavadas, para registrar sus restos, y vueltas a cubrir. Actualmente se ha hecho un pequeño itinerario visitable con paneles informativos.

Instantánea de las excavaciones junto a Los Viveros.

Plano del emplazamiento del Palacio Real

Ruinas del Palacio Real actualmente

En 1869 se ceden los jardines a la Diputación de Valencia y ésta, a su vez, los cede al Ayuntamiento en 1903 para su explotación como viveros municipales. A lo largo del siglo XX ha sufrido diferentes cambios y mejoras, hasta conservar el aspecto que tienen hoy en día. La verja de hierro que rodea parte de su perímetro, procede del Jardín de la Glorieta, donde estuvo hasta 1926.

Verja que rodeaba la Glorieta (1860-1928)

Verja trasladada a Los Viveros

Dado su carácter de vivero municipal conserva una variedad notable de especies arbóreas, algunas de ellas próximas a cumplir los cien años, a pesar de haber sufrido las repetidas riadas que le diezmaron considerablemente. Alberga numerosas y robustas Washingtonias filiferas, así como diferentes especies de palmas y una importante colección de cipreses y de otras gimnospermas. El Jardín consta de ocho puertas de entrada, siendo la principal y más antigua, la recayente al Llano del Real. Dicha entrada desemboca en la Avenida de los Poetas y desde ahí comienza el recorrido de la parte más antigua, que es el que vamos a realizar.

RECORRIDO BOTÁNICO

Puerta principal de entrada al jardín

Comencemos nuestro recorrido entrando por la puerta principal. Ya en la propia acera podemos admirar unos grandes Pinos canarios, Pinus canariensis, unas robustas Falsas pimienta, Schinus molle, de troncos retorcidos y una pareja de jóvenes ginkgos, Ginkgo biloba, plantados el año pasado. Atravesando la puerta, nos encontramos con más ejemplares de pino canario, unos grandes y otros más pequeños y enfrente en medio de una zona de césped, encontramos una Ravenala madagascarensis, una monocotiledónea, emparentada con los bananeros, y conocida comúnmente como Árbol del viajero. En ese mismo espacio de la entrada podemos ver diferentes especies, como pitosporo, laurel y varias palmáceas.

A nuestra derecha, veremos un Pino carrasco Pinus halepensis, con el tronco muy vencido y repleto de flores masculinas ya sin su preciada carga de polen.

Acículas de pino canario

Detalle del Árbol del viajero

Retomemos el camino principal, la llamada Avenida de los Poetas. Particularmente creo que es la parte más bonita y llamativa del jardín. Destaca una alineación de washingtonias, Washingtonia filifera, y a nuestra derecha, varias soforas, Sophora japonica, aún sin hojas, pero con sus características legumbres colgando desde el año anterior. En ese camino, veremos veinte washingtonias, diecinueve de ellas filiferas y solo una (plantada seguramente por error), de la especie robusta.

Tras las soforas, veremos un ginkgo adulto y un Cocculus laurifolius. Continuando nuestro paseo, a cincuenta metros, llegaremos hasta un plátano Platanus orientalis y tras él, una zona plantada con diferentes cipreses, cycas y dos preciosas y grandes araucarias, una Araucaria heterophylla y otra Araucaria heterophylla columnaris.

Araucaria excelsa

Ramas de Dracena drago

Giremos a la izquierda a la altura del plátano para desembocar en una amplia explanada. Allí podremos ver más Soforas, algún Brachychiton y varias Chorisias, también llamadas Ceiba, que tanto conocemos por sus abultados troncos y sus grandes y extrañas flores. Ahora están desnudas de sus hojas y lucen sus grandes frutos colgando de las ramas, como pequeñas pelotas de rugby, aunque lo más llamativo son un grupo de dragos, Dracaena draco, no tan grandes como los dragos de Canarias, pero que con el tiempo pueden llegar a su mismo tamaño, puesto que es un árbol que puede hacerse milenario con facilidad.

Gran ejemplar de Podocarpus macrophyllus

Saliendo de la explanada, nos dirigimos hacia el edificio del Museo de Ciencias Naturales y un poco más adelante nos espera un robusto ejemplar de Podocarpo, Podocarpus macrophyllus, rodeado de varias jacarandas, Jacaranda mimosifolia y palmeras. El Podocarpus es una especie de la familia de las Podocarpáceas, originario de China. Comunmente se le suele llamar Tejo chino. Los frutos son una drupa roja, similar a la del tejo común. Son árboles que pueden llegar hasta veinte metros de altura y a mil años de edad. Este magnífico ejemplar de Podocarpus de Los Viveros, probablemente sea centenario y en la zona urbana de Valencia no existe ningún otro. Sólo podemos ver otro Podocarpus en el Jardín Botánico de la Universidad, aunque es diferente, pues está catalogado como neriifolius.

Detalle de fruto y ramo de Podocarpus macrophyllus

Junto al museo, una gran Grevillea, Grevillea robusta, árbol australiano que es corriente ver últimamente por los parques y calles de Valencia y muy atractivo por sus inflorescencias doradas que veremos abrirse muy pronto. Frente a la grevillea un Brachychiton discolor, como los que ya vimos en la calle del Hospital.

Detalle de Grevillea robusta con sus flores

Flor apétala de Brachychiton discolor

Volviendo atrás, llegamos al lago donde los domingos van los niños con sus padres a ver a los patos y a los cisnes, aves descendientes de las que vimos nosotros también cuando éramos pequeños. Alrededor del lago podemos contemplar un grupo de Chorisia speciosa o Ceiba, unos ficus, Ficus drupacea y varias Casuarinas, Casuarina cunninghamiana (el pino de los….), ¿recordáis?

Rama de Casuarina cunninghamiana

Ahora llegamos a una zona en la que hay una pequeña fuente y un pórtico de piedra proveniente de un desaparecido convento. Allí, junto a la fachada lateral del Museo de San Pío V, hay un laberinto central de setos recortados y, alrededor, unos naranjos, laureles, aligustres y cipreses. También un apretado grupo de Washigtonias filiferas. Aquí termina el recorrido. Volvemos atrás a buscar la puerta por donde entramos y en el camino encontramos más palmeras, Casuarinas, un Ficus macrophylla y algunos cedros Cedrus deodara.

Zona del lago y, a la derecha, portada del desaparecido Convento de San Julián.

Hemos recorrido una tercera parte del jardín; la parte más antigua. Faltaría hacer la zona central y la más nueva, la que enfrenta con el Club de tenis. Otro día quizá la podamos visitar.

ANEXO: VISITA AL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES

El Museo de Ciencias Naturales de Valencia, emplazado dentro de los Viveros Municipales, ocupa lo que fue el Restaurante Viveros, inaugurado en los años cincuenta. El edificio es de estilo racionalista y su arquitecto fue D. Luis Gay, cuyas obras públicas más representativas en Valencia son: el Hotel Recatí, el Hotel Excelsior, el Hotel Astoria y el Restaurante Viveros.

Imágenes comparativas del antiguo restaurante y el actual Museo de Ciencias.

La creación del museo, data de 1889 y tiene su origen en el primitivo Museo Paleontológico que existía en el desaparecido Convento de San Gregorio, donde ahora está el Teatro Olympia. El Museo nace a partir de las donaciones del ingeniero valenciano D. Rodrigo Botet (1842-1904). Después de ese primer emplazamiento, el Museo fue trasladado en cuatro ocasiones, una de ellas fue al edificio del Almudín y, por último, en su actual instalación de los Viveros desde 1999.

Imagen de D. José Rodrigo Botet y fotografía del antiguo Museo Paleontológico en el Almudín.

Los fondos principales del museo, son los pertenecientes a las colecciones paleontológicas donadas por D. Rodrigo Botet. Este ingeniero valenciano trabajó en la República Argentina y de allí, a raíz de las excavaciones que se hicieron en diferentes obras de ingeniería de las que Botet era ingeniero jefe, fueron apareciendo los restos fósiles de diferentes animales que poblaban aquellos territorios durante el Cuaternario. Una de las piezas más espectaculares es un gran Megaterio, especie de perezoso actual pero que alcanzaba los seis metros de altura, también son de reseñar varios armadillos gigantes (Gliptodonte) y otros restos de gran interés, por representar en su conjunto la colección fósil de mamíferos americanos del Cuaternario más completa que se exhibe en Europa.

Recreación artística del Gliptodonte

Recreación artística del Megatherio.

El recorrido visitable del Museo de Ciencias Naturales de Valencia, comienza en la sala que presenta el laboratorio o gabinete científico de D. Santiago Ramón y Cajal. Allí pudimos admirar un microscopio como el usado por él mismo en sus investigaciones sobre las neuronas y otro microscopio, en este caso electrónico, que hubiera hecho las delicias de nuestro sabio.

Continuando la visita, nos encontramos con diferentes fósiles como geodas con trilobites, huellas de dinosaurios, meteoritos. Fósiles de los primeros organismos marinos, como cefalópodos, protohelechos y protoequisetos, fósiles de peces y moluscos. Un extraordinario nido de Oviraptor y diferentes restos de dinosaurios que poblaron nuestras tierras valencianas durante aquellas eras prehistóricas.

Cerrando el recorrido, hay una sala con la colección malacológica de D. Eduardo Roselló y un vídeo sobre el ayer y el hoy de la Albufera valenciana y una exposición sobre fotografía al microscopio muy interesante pero que no llegamos a entrar y con esto dimos fin a la visita. Espero que os haya gustado.