www.icatholic.org, July 18, 2014, page 14
La ley debe de seguirse, ¿pero y los niños? Por el Reverendísimo John C. Wester Obispo de Salt Lake City Traducido por: Laura Vallejo Son niños. Lo que se pierde dentro de todas las emociones y polémica acerca de la ruptura de las leyes por los menores que han sido detenidos en la frontera México/Americana es el hecho de que estamos hablando de niños: todos menores de 18 años de edad, algunos tan pequeños como 5 años de edad; asustados, solos, lejos de sus hogares y ahora parte de un debate político que se enfoca en la ley en lugar de en esos niños. Si las estadísticas son arrolladoras: este año más de 50 mil niños han sido detenidos por la Patrulla Fronteriza de los Estados unidos, al cruzar a este país ilegalmente. A las comunidades en donde estos niños han sido albergados les cuesta mucho trabajo su cuidado; el Presidente Barack Obama ha solicitado billones de dólares para resolver el problema; miembros del Congreso están pensando en cómo tratar la situación. Pero no estamos hablando de estadísticas, estamos hablando de niños. Esto me llamó la atención mientras viajaba hace algunas semanas, de Tucson a Hermosillo, México para visitar a la familia de un amigo. Al cruzar el desierto en un automóvil con aire acondicionado uno puede apreciar la belleza de los atardeceres del verano. Sin embargo, al ver a este sol, todo lo que pude pensar fue en los niños que cruzaron estas tierras áridas. Para un niño lejos de su hogar, viajar con personas desconocidas, huyendo de un país peligroso yendo hacia un futuro incierto, el desierto debe de ser algo aterrador. Aun así hicieron el viaje, o sus padres los enviaron en este ya que querían que escaparan de un lugar aún más temeroso, su propio hogar. Conforme manejábamos, ese pensamiento estuvo siempre presente. Estos niños no dejaron sus hogares y viajaron miles de millas como una diversión. Huyeron buscando esperanza. En sus países de origen han vivido aterrados por las violentas pandillas que operan casi sin impunidad. El tráfico de drogas y la explotación sexual han hecho que los secuestros sean parte de su diario vivir. Muchos padres de familia creen que la
Ayude a los niños
Niños detenidos suermen en una celda de detención de la patrulla fronteriza de lso Estados Unidos en Brownsville, Texas. Foto CNS
mejor manera de proteger a sus hijos es enviarlos a los Estados Unidos. Qué si no la desesperación puede causar que un padre envié a sus hijos e hijas lejos en lo que saben será un viaje arriesgado, con un costo de más de un año de salarios, uno que pone a sus hijos bajo el riesgo de ser abusados, abandonados y asesinados. Nosotros los obispos aquí en los Estados Unidos hemos visto de primera mano los rostros de esos niños. El mes de noviembre pasado una delegación de servicios Migratorios y de Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos liderada por el obispo Mark Seitz de El Paso, viajó al sureste de México y Centroamérica para aprender el por qué los niños abandonaban esas regiones. “En concreto, no hay una respuesta simple”, concluyó el reporte de la delegación titulado “Mission to Central America: The Flight of Unaccompanied Children to the United States”, el cual fue publicado en noviembre del 2013. En el reporte se mencionan las condiciones de los países de origen de los niños incluyendo la ausencia de oportunidades económicas, la falta de acceso a la educación lo que da como resultado la incapacidad e los individuos de poder solventar económicamente a sus familias, así como el deseo de reencontrarse
con sus familias en los Estado Unidos; pero el factor más presente fue la violencia que ha creado “una cultura de desesperanza”. Así es que como católicos, ¿cómo es que tratamos este problema? Para esto si existe una respuesta sencilla: Respondemos tal como Jesucristo quiere que respondamos. Diciendo esto, quiero ser muy claro que no es cuestión de faltar a la ley. Tanto yo como mis compañeros obispos respetamos la ley y amamos la ley. Seguiremos, tal y como lo hemos hecho por muchos años urgiendo a los gobiernos para que trabajen juntos en los factores que causan estas crisis y orillan a que los inmigrantes abandonen sus hogares. Pedimos a los líderes de todos los países que encuentren soluciones para frenar el tráfico de drogas y de armas y de pandillas que causan tanto terror. En los Estados Unidos le pedimos a los líderes gubernamentales que asistan nuestro sistema migratorio que ambos lados del ámbito político concuerdan está roto. Estas son cosas prácticas que podemos hacer para prevenir que esta situación siga ocurriendo, pero la preocupación inmediata, una que debemos solucionar ahora mismo, son los niños. Debemos de ayudarlos. Eso es lo que Jesús haría, y lo que estamos llamados a
Catholic Charities USA está aceptando donaciones para los inmigrantes de la frontera México/ Americana. Visite www.catholiccharitiesusa.org, y de click en el banner en la página principal que dice “the humanitarian crisis on our borders.” Todas las donaciones se realizan a través del botón “Donate”. A continuación encuentre la información de varias diócesis. Cuando realice una donación, indique en el cheque que este es para los niños inmigrantes. Diócesis de Brownsville, Texas: Catholic Charities of Rio Grand Valley, 700 N. Virgen de San Juan, San Juan, TX 78589 o en http:// www.catholiccharitiesrgv.org Diócesis de San Diego, Calif.: Catholic Charities, 349 Cedar St., San Diego, CA 92101 o en http:// www.ccdsd.org/donate/secure-online-donations Diócesis de Tucson, Ariz.: Catholic Community Services of Southern Arizona, 140 W. Speedway, Ste. 230, Tucson, AZ 85705 o en http://www.ccs-soaz.org/Donations-to-Assist-Migrant-Womenand-Children.html Diócesis de Las Cruces (N.M.): Catholic Charities, 33-1 Candelaria NE, Suite B, Albuquerque, NM 87107 o en www.ccasfnm.org
hacer. Valoro la necesidad de las leyes del hombre, pero Dios trasciende todas las leyes. Además, la ley que yo más respeto es una que Cristo nos dio: Ama a Dios con todo tu corazón y tu alma, y ama a tus semejantes como a tu mismo. Esa es la ley última, y la que tenemos que seguir al ayudar a estos niños.
Aumento alarmante de menores de edad no acompañados Por Christian Meléndez-López, CRS Sus números están creciendo a un ritmo alarmante: los niños que cruzan la frontera por sí solos para escapar de la circunstancia desesperada sólo para encontrar nuevos peligros a cada paso en el camino. La Iglesia y su brazo humanitario internacional, Catholic Relief Services, ven el problema de los menores no acompañados, o niños migrantes como nada menos que una situación de emergencia humanitaria. El primer paso para ayudar a esta generación de niños que huyen es conocer los hechos detrás de este trágico fenómeno. El término legal “Niños extranjeros no acompañados” se refiere a los niños
indocumentados, de 18 años de edad o menores, que vienen a los Estados Unidos sin la compañía de un padre o tutor. La mayoría proviene de México, El Salvador, Honduras, y Guatemala, donde la violencia ha permeado la estructura de sus comunidades. El dramático incremento de niños y adolescentes de Centroamérica que llegan a la frontera México-Estados Unidos es un resultado directo de la creciente desesperación que Catholic Relief Services está viendo en Centroamérica. La violencia en estas comunidades hace que la vida sea casi imposible. Las pandillas reclutan a niños de tan sólo 10 años. Ellos aterrorizan a los estudiantes y maestros en las escuelas. Además, ellos controlan barrios
enteros. Muchos jóvenes, y sus padres, viven en constante temor. Honduras tiene la tasa de homicidios más alta del mundo. Y Guatemala y El Salvador habitualmente se incluyen en la lista de los cinco primeros países más peligrosos del mundo. En Honduras y El Salvador hay muchos más miembros de pandillas que agentes de policía. La mayoría de los centroamericanos conocen muy bien lo peligroso que es llegar a los Estados Unidos. Ellos saben sobre el llamado “tren de la muerte” a través de México, los asaltos y secuestros comunes a los migrantes, las estadísticas de violaciones de mujeres y niñas en tránsito, el angustioso viaje por el desierto. Sin embargo, al enfrentarse con la elección de
permitir que sus hijos intenten el viaje, los padres no tienen muchas opciones. Están aterrorizados de las tácticas depredadoras de las pandillas en el país. Es una decisión desgarradora para los padres. Estos niños no acompañados necesitan protección urgente. Como Iglesia y como nación, debemos proteger a los niños en sus comunidades de origen, en los Estados Unidos, y en tránsito. Tal solución requiere un enfoque regional al problema. También nos obliga a abordar tanto las necesidades humanitarias a corto plazo de estos niños, así como los problemas a largo plazo que incitan a la fuga. Para leer más de este artículo acuda a www.crsespanol.com