Asumiendo la postura de poder2 - ObreroFiel

¿Qué clase de esclavitud es la que estamos considerando? ¿Qué tal la esclavitud bíblica, como se describe en Éxodo 21:2-6? Cuando repasamos ese pasaje,.
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Cuatro características de la esclavitud bíblica

Artículo escrito por: Bill Lawrence

¿Qué clase de esclavitud es la que estamos considerando? ¿Qué tal la esclavitud bíblica, como se describe en Éxodo 21:2-6? Cuando repasamos ese pasaje, descubrimos que hay cuatro características de esclavitud bíblica: la motivada por el amor (v.5), la voluntaria (v.5), la total (v.6), y la permanente (v6). Debemos serlo voluntariamente, para convertirnos en esclavos bíblicos, como un total y permanente compromiso con Dios quien nos ama. Cuando hacemos esto, entramos voluntariamente en una radical y definitiva servidumbre para Dios, lo que significa que debemos hacer cualquier cosa que Él requiera de nosotros como discípulos, sin importar de lo que se trate. Como ven, la naturaleza de nuestra servidumbre y Aquel a quien servimos, hace del discipulado de esclavo uno totalmente abrumador. Una vez que comprendemos lo que significa ser un discipulador esclavo, nos damos cuenta de que no tenemos ni el valor ni la capacidad para ser lo que Jesús nos llama a ser – y también nos damos cuenta de por qué el ser un discipulador esclavo es la postura más poderosa de todas, puesto que Cristo manifiesta Su poder a través de nuestra impotencia.

Consideren la conversación entre Jesús y Pedro en Juan 13:6-10. Solo Pedro rompe el denso silencio con su protesta, “Señor, ¿Tú me lavas los pies?” Pedro entendió la situación pero no comprendió el mensaje. Él sabía que Jesús se había convertido en un esclavo y también sabía que él no era digno de permitir que Jesús fuera su esclavo. Pero no entendió la realidad de que Jesús, como un esclavo de su Padre, tenía que ser un esclavo para sus seguidores. Tampoco estaba preparado para el mensaje de que ser un discípulo de Jesús, significaba que él tendría que ser un esclavo de sus condiscípulos, y que Jesús solo podía enseñarle esto, convirtiéndose en su esclavo. Así que Jesús pacientemente le respondió asegurándole que más tarde, entendería lo que Él estaba haciendo (v7). Aún así Pedro no comprendió el mensaje y protestó aún más intensamente, usando el más fuerte negativo posible cuando dijo, “No me lavarás los pies jamás” Por lo que Jesús respondió de la única manera que Él podía, como un fiel sirviente de Pedro diciéndole, “Si no te lavo, ¡estás despedido!” Eso es lo que quiso decir cuando le dijo a Pedro que a menos que Él lo lavara, no tendría parte con Él. (v8). El punto en el Discurso del Aposento Alto no es la salvación, sino el producir fruto, así que lo que Jesús le dijo a Pedro, era que si Él no lavaba sus pies, Pedro perdería todas las oportunidades para producir fruto. No habría un Hechos 2, o una Puerta de La Hermosa, o un Cornelio, o el Concilio de Jerusalén, o el ministerio con su esposa para la iglesia del primer siglo o I y II de Pedro o el martirio. El lo cumplió. Ese fue el mensaje que le dio su Esclavo.

Para algunos, la respuesta de Pedro aparenta humildad, pero Jesús respondió de manera muy firme. – “ya están limpios, excepto por sus pies. Ustedes han arrastrado la tierra del pecado por todo mi piso limpio, y debo lavar sus pies, para que puedan estar preparados para servir Conmigo.” Cuando los huéspedes se bañaban en casa y posteriormente caminaban por las antiguas calles polvorientas, arrastraban la tierra dentro de la casa del anfitrión. Esa era la razón por la que un esclavo lavaba sus pies. Jesús usó esta figura cotidiana para ilustrar, que una vez que confiamos en Él, estamos limpios, excepto por el polvo de los pecados que cometemos después de la salvación. Este polvo sube a nuestros pies espirituales, y debemos ser limpiados si queremos dar fruto para Cristo. A menos que Pedro reconociera esta realidad y se sujetara a ella, no podría tener parte con Jesús.

Esto es de lo que se trata el discipulado de esclavo – de ayudar a nuestros discípulos a ser fructíferos mediante el cumplimiento de su participación con Jesús. Hay dos preguntas que nos permitirán comprender esto con más claridad. Primero, ¿dónde estaba Jesús cuando lavó los pies de Pedro? Él estaba arrodillado. Él solo podía transformar el corazón de Pedro, estando como el impotente esclavo que servía de rodillas. Segundo, ¿qué agenda seguía Jesús? ¿la de Pedro? ¡De ninguna manera! Jesús seguía la agenda de Dios.

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