adnMIGUEL ÁNGEL RÍOS (San José Norte, Catamarca, 1943). A finales de los años 70 se mudó a Estados Unidos y actualmente vive entre Nueva York y México DF. En 1979 expuso pinturas en Tokio. En la década del 90 trabajó con mapas coloniales y presentó un gran mapa de quipus sobre lenguas y religiones de América en el New Museum de Nueva York. Desde 2001 incursiona en el video y la investigación de los juegos populares latinoamericanos
ARTE | MUESTRAS
FICHA. Contemporáneo 24. Miguel Ángel Ríos 2001-2008 en Malba-Fundación Costantini (Avda. Figueroa Alcorta 3415), hasta el 26 de octubre
FOTOS: GENTILEZA MALBA
AL FILO DEL PELIGRO Miguel Ángel Ríos compone, en los videos que exhibe el Malba, una estilizada e impactante crítica a la violencia de la sociedad POR DIANA FERNÁNDEZ IRUSTA De la Redacción de La Nacion
E
s a matar o morir. Sin un rastro de sangre, sin armas, sin consignas. Sólo un hombre esgrimiendo boleadoras y un grupo de perros enardecidos. La violencia es limpia, lacerante como un cristal. Las boleadoras son de carne, y el hombre, de impecable traje blanco, danza y ejerce la agresión indecible de exhibir y retacear el alimento. La furia de los perros es pavorosamente real, tanto como sus avances y retrocesos ante la firmeza de un zapateo que marca quién decide las cosas allí. “Es uno de los videos más peligrosos que hice”, afirma Miguel Ángel Ríos mientras observa, complacido, el montaje de la videoinstalación a la que bautizó White Suit (Traje blanco, 2008). “Todos mis trabajos tienen que ver con hacer algo imposible, difícil y peligroso”, explica. Imposible como extraer una coreografía –e incluso el rudimento de una narrativa– del azar inherente al juego del lanzamiento de trompos. En eso consiste On the Edge (En el filo, 2005), estilizada puesta en escena de lo que podría ser una invasión, un ataque, la ceñuda competencia de todos los días convertida en danzante hostilidad entre trompos negros y blancos. Difícil como modificar, cuadro por cuadro, movimiento a movimiento, el color de la camiseta de un futbolista en plena realización de un gol. En Neither
24 | adn | Sábado 10 de octubre de 2009
MIGUEL ÁNGEL RÍOS. Fotogramas de On the Edge (arriba) y White Suit (abajo)
Color, nor Height (Ni el color, ni la estatura, 2001), Ríos hace aparecer a Diego Maradona con la camiseta del seleccionado de Brasil y a Pelé luciendo la remera argentina. Cuando exhibió el video en un museo de Brasil, el artista propuso proyectarlo sobre la fachada del edificio. Idea peligrosa, que las autoridades del lugar se negaron a poner en práctica. Las tres obras, que pueden verse en el Malba, son una síntesis del universo creativo de este autor, así como de la complejidad conceptual y de producción que encierra cada video. En el caso de White Suit, seis meses de trabajo
precedidos por la búsqueda en distintas partes del mundo de bailarines que, además de integrar pasos de malambo, flamenco y tap en una sola danza, se animaran a hacerlo frente a un grupo de perros de ataque hambrientos. En On the Edge, los infinitos ensayos, las pruebas sobre pistas de diferente textura y calidad, la convocatoria a cerca de sesenta tiradores de trompos y la paciente investigación sobre este juego realizada en el pueblo mexicano de Tepoztlán (plasmada en el documental Fuego amigo). Todo para transmitir, básicamente, una idea: “Estamos viviendo en una sociedad muy
agresiva –reflexiona Ríos–. Y el arte habla de temas banales cuando tendría que referirse más a problemas políticos. Por eso mis trabajos expresan lo difícil que es vivir hoy, con esta velocidad, la pérdida de valores y la violencia.” Nacido en Catamarca hace 56 años, Miguel Ángel Ríos conoció muy temprano el vértigo de la diversidad cultural. Tras instalarse a fines de los años 70 en Estados Unidos, expuso en Japón, México y varios países de Europa. Actualmente vive entre Nueva York y México DF, dedicado a sus proyectos audiovisuales, en los que comenzó a incursionar hace unos diez años. “Antes había trabajado con instalaciones, esculturas, mapas coloniales –rememora–. Hasta que decidí que había terminado una etapa. Entonces empecé a jugar con el video, y logré algunas cosas.” –¿Qué elementos le aportó lo audiovisual? –El movimiento siempre me interesó. Además, presto atención a tres cosas. El sonido, que es muy importante en mis trabajos, la imagen y la edición. He visto mucho cine, pero como mi formación no es cinematográfica, tengo una mirada más fresca. Creo que todo se vuelve más sabroso porque me manejo con libertad. Así como lo territorial nutrió varias de sus investigaciones anteriores (por ejemplo, las series que realizó a partir de cartografía antigua intervenida), en los actuales videos la niñez, ese territorio circunscripto por fronteras temporales, se ocupa de brindar recursos e inspiración. En el caso de este artista, la infancia se condensa en el paisaje norteño, los juegos y hábitos que lo marcaron de pequeño. Trompos y boleadoras. O los sonidos, simples y profundos, que provienen de las montañas y en los cuales se basa Eco, uno de sus proyectos más recientes. Financiado en parte por dos museos de París y próximo a realizarse en los Valles Calchaquíes, promete profundizar en aquello que ya distingue la obra videística de Ríos: piezas de visión global, secretamente ancladas en cierta identidad regional. © LA NACION