9 de agosto 2017
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Ahora Ramos Allup quiere ir a todas las elecciones, menos a las elecciones por la Secretaría General de AD. n
Ismael García dijo: “mi candidatura no se discute”. Y alguien le contestó: “porque a nadie le interesa discutir eso” n
“En el único CNE que creo es en el que dijo que yo era gobernador de Miranda” Capriles n
La MUD tiene un montón de candidatos en oferta porque nadie quiere pagar el precio que ellos dicen que valen.
Año 5 - Nº 344
Miércoles 9 de Agosto de 2017 / Ciudad CCSEo*++8f,
Tratado sobre la sordera Armando Carías
- A ISO Vendo máscaVra sin uso, que mesqaunetidgases, frías en las guarimbaaron s. “Tengo todos los motores arrechísimos porque volvieron Bolívar y Chávez a la Asamblea” Ramos Allup
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Julio Borges fue contratado por la MUD para cantar el Himno Nacional en todos sus actos.
Tengo un amigo que es sordo de bola (más sordo que yo, que todavía escucho un pelo) y él me dice (porque es sordo, no mudo) que la gran ventaja de tener “discapacidad auditiva” (esa es la forma “respetuosa” de llamarnos a quienes no escuchamos un carajo) consiste en librarnos de la gran cantidad de paja que la gente habla. A medida que he ido perdiendo la audición, he podido comprobar la utilidad de esta situación, que no deja de ser ventajosa al momento de sacudirnos de vendedores, charlatanes, conferencistas aburridos y los inevitables habladores de paja. Como medida sustitutiva, utilizo una prótesis que me sirve para pararle bolas a las cosas, temas y personas que realmente me interesan. De lo contrario, con un discreto movimiento de manos sobre mis orejas (suelo simular que me acomodo los lentes) la desconecto y entro en un mundo de silencio que me protege de la gran cantidad de güevonadas que viajan por las ondas sonoras. Para no ofender a mis inocentes “interlocutores” y hacerles creer que les estoy escuchando con la atención que se merecen, he desarrollado una sorprendente habilidad para poner
cara de interés ante lo que me dicen, y a pesar de no estar oyendo una sola palabra de su discurso, cada cierto tiempo hago un gesto de aprobación que les regocija y les hace creer que estoy de acuerdo con ellos. Cuando se da el caso de alguien que me está reprochando por algo que hice o dejé de hacer, aguanto el chaparrón con silente estoicismo y aún sin enterarme qué vaina fue la que hice mal, pongo mi mejor cara de arrepentimiento (iba a escribir “de pendejo”), hasta que la persona que me está formando el peo se da por satisfecha y se marcha, segura de que “no se volverá a repetir”. Al igual que Borges, que lo hizo sobre la ceguera, yo podría escribir un “tratado sobre la sordera”, narrando mis experiencias con los vendedores que tocan a mi puerta y se van convencidos de que ya caí en sus redes, o las alucinantes clases de evangelización que a diario me da la señora de faldas largas que me espera religiosamente a la salida del Metro, segura de haber captado un alma más para su causa. Eso quedará para más adelante. En este momento no puedo. Me está llamando mi esposa.
Para las elecciones de gobernadores, la gente de la UCV dice que no pondrá la tinta indeleble, pero que pondrá a contar los votos a la rectora García Arocha.
La oligarquía no cocina más Clemente Boia
@tasporai
Desde las elecciones de la Constituyente, mi mamá, Carmen Palacios, y probablemente y Blanco, no ha vuelto a cocinar. Es la única escuálida de la familia, y dice que no sabe cómo ha soportado durante más de 50 años a un marido comunista, y ruega a Dios que le perdone haber criado 8 chavistas y querer los más de 20 nietos y bisnietos que parecen ir por el mismo camino. Casi la comprendo. Se enamoró de mi viejo Geppino Boia cuando estaba recién desembarcado. No tenía nada, pero como era italiano, la familia Palacios confiaba en que se haría millonario como varios de sus compatriotas, y esperaban que lo de “comunista” se le curara después de los 30 años. No tuvo la suerte ni las ganas de hacer lo mismo que otros italianos. Intentó varios negocios de memorable fracaso y
finalmente levantó a la familia más remendando que haciendo zapatos. Lo de comunista no se le quita todavía, después de los 70, aunque ha mejorado. Acepta ya que no solo valen las ideas de Marx, Engels y Lenin, que Bolívar y Chávez también tienen aportes importantes. Lo cierto es que Carmen, sorprendida por la afluencia de votantes en Tabay, y molesta por el entusiasmo chavista de su familia, se paró en medio de la sala con las manos en la cintura, justo cuando Tibisay Lucena anunciaba los resultados, para anunciar ella también “que si ustedes no quieren ni agua de la oligarquía, entonces busquen alguien del pueblo que les cocine”. Fui a Tabay. Mi viejo me pidió que intercediera en las negociaciones para recuperar la
capacidad de diálogo entre los Boia Palacios. Mi mamá no parece dispuesta a iniciar las conversaciones. Se la pasa visitando comadres escuálidas, donde al parecer come. En la casa, mis hermanos y hermanas se turnan para mantener el orden y los maltrechos horarios de comida. El sábado logré que mi madre se sentara conmigo. Quise convencerla de que todos hacíamos lo posible por no herir sus sentimientos. En eso estaba cuando a través de una cortina se abrió paso Carla, su nieta preferida de 4 años, y venía feliz, bailando y cantando “Oh eh oh eh oh/ vamos todos a votar/ oh eh oh eh oh/ la Constituyente va”. -¿Qué me decías, Clemente?-, le escuché pronunciar antes de oír cómo se cerraba la puerta de la calle.
Miércoles 9 de Agosto de 2017 / Ciudad CCSEo*++8f,
¿Cómo se llama el que pierde con el más burro? Clodovaldo Hernández ¿Qué apodo sería apropiado para quien pierde una batalla de inteligencia con alguien al que llaman “el más burro”? Es una pregunta interesante para aquellos que gustan de las trivias. Vamos a ponerle opciones a la respuesta: a) El recontraburro b) El superburro c) El burrísimo d) El más-más-burro. En la política venezolana ocurre, sin embargo, un fenómeno paradójico: los que a cada rato pierden con el llamado Masburro, son la gente más inteligente del país. ¿Cómo se entiende eso? El fenómeno es extraño, pero no nuevo. Ya se presentaba en los tiempos del Comandante Hugo Chávez. Los ilustrados opositores aseguraban que era un tipo brutísimo (además de ordinario y feo), a diferencia de ellos, que eran brillantes (y, encima, refinados y bien parecidos). Sin embargo, cuando se confrontaban en el tablero del ajedrez político ocurría lo más insólito: siempre ganaba el ignorante, el inculto, el que no había ido a Harvard. Luego de mucho pensar (esa gente piensa mucho), llegaron a la conclusión de que Chávez les ganaba por su carisma, su liderazgo natural, su carácter de encantador de multitudes, no porque fuera más inteligente, ¡qué va! Por esa razón, cuando falleció el Comandante, consideraron que ellos, los inteligentes, podrían volver (¡ahora sí!) a los puestos de mando, pues ya no estaría en juego el factor carisma. Opinaron que todo sería, además, extremadamente fácil porque Chávez había legado su puesto al más zoquete. En eso
llevan más de cuatro años. Los acontecimientos políticos de 2017 vendrían a ser así una peculiar demostración de cómo, inexplicablemente, las personas educadas y egregias pueden ser derrotadas por los cabeza de chorlito. Incapaz de entender (yo también soy del grupo tapado), recurrí a mi politóloga Prodigio Pérez para que me aclare el misterio. “Claro que esto es inexplicable si damos por ciertas las dos premisas según las cuales ellos son muy inteligentes y el presidente es muy bruto. Pero, dados los resultados,
debemos dudar de al menos una de esas dos verdades, y mejor aun, de las dos”. Entonces, viendo al presidente Nicolás Maduro en pleno ejercicio de sus funciones y con una Constituyente de respaldo, vale preguntarse: “¿Será que él no es tan bruto como lo pintan? ¿Será que los opositores no son tan inteligentes como ellos mismos se creen? ¿O será ambas dos, inclusive, a la vez y simultáneamente?” Sospecho que no hay que ser demasiado avispado para responder esto.
Los guarimberos están pre ntand o si la señora que llamó Maldigu to a un o de los suyos, se inscribió co candidata a gobernadora. mo