Diocese of San Bernardino
Office of the Bishop Brothers and Sisters in Christ, In this Christmas Season we celebrate the birth of the Lord Jesus. Emmanuel, God with us. It is a time of joy for us as Catholic Christians because we understand, and we feel in our hearts, that the incarnation of God, brought into our world to be among us, set the path for our own salvation. He is the greatest gift we could ever receive, and He is all we need. Gift is central to our observance of Christmas. We like to exchange gifts with family and friends, and the phenomenon of Black Friday, Cyber Monday and all the rest speaks to the abundance that is enjoyed by many in our culture. At the same time, we are well‐ served to remember the context of Christ’s birth and how that relates (or doesn’t relate) to our concept of gift at Christmas. The Holy Family was traveling from another land to escape danger, to find a better life. Perhaps we can find a parallel here with the immigrant families that come to our country. Joseph and Mary were also so impoverished that they could not secure a proper place to bring the Christ child into the world. Perhaps we can relate this to the poverty that so many are living with in our Diocese. What is our awareness of this in our communities, in our parishes? Are we showing solidarity with our brothers and sisters who are poor through prayer and action? Or are we part of the “culture of indifference” that our Holy Father, Pope Francis has described... and decried. As we enjoy the season, renewing acquaintances, enjoying holiday foods and gatherings, and, yes, exchanging gifts, let’s not forget to offer our gift to God ‐ faith in action. His Son called us to give of our abundance, and to care for those least among us. As we reflect on the Jubilee Year of Mercy just completed and look forward to what lies ahead
in 2017, let us offer the gift of Mercy, committing ourselves to continue the good works that we have begun. I offer you my prayers and best wishes for a blessed Christmas Season and New Year. In Christ, Most Reverend Gerald R. Barnes Hermanos y Hermanas en Cristo En este Tiempo de Navidad celebramos el nacimiento del Señor Jesús. Emanuel, Dios con nosotros. Es un tiempo de júbilo para nosotros como cristianos católicos porque entendemos, y sentimos en nuestros corazones, que la encarnación de Dios, traído a nuestro mundo para que estuviera entre nosotros, abrió el camino para nuestra propia salvación. Él es el regalo más grande que podemos recibir, y Él es todo lo que necesitamos. Los regalos son parte esencial de nuestra observancia de la Navidad. Nos gusta intercambiar regalos con familiares y amigos y el fenómeno del Viernes Negro y el Lunes Cibernético y todo el resto habla de la abundancia de que disfrutan muchos en nuestra cultura. A la vez, es bueno que recordemos el contexto del nacimiento de Cristo y la manera en que se relaciona (o no) con nuestro concepto de los regalos en Navidad. La Sagrada Familia viajaba de otra tierra para escapar del peligro, para encontrar una vida mejor. Tal vez podamos encontrar un paralelismo aquí con las familias inmigrantes que vienen a nuestro país. José y María eran también tan pobres que no pudieron encontrar un lugar adecuado para traer al niño Dios al mundo. Tal vez podamos encontrar una semejanza entre su situación y la pobreza en que viven tantos en nuestra Diócesis. ¿Qué tan conscientes estamos de esta realidad en nuestras comunidades, en nuestras parroquias? ¿Estamos mostrando solidaridad, mediante la oración y la acción, con nuestros hermanos y hermanas que son pobres? O somos parte de la “cultura de indiferencia” que nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, ha descrito…y censurado. Al disfrutar la temporada, renovando nuestra relación con conocidos, disfrutando de comidas típicas y reuniones, y, sí, intercambiando regalos, no olvidemos ofrecer nuestro
regalo a Dios – la fe en acción. Su Hijo nos llamó a dar de nuestra abundancia, y a preocuparnos por los más pequeños entre nosotros. Al reflexionar sobre el Jubileo de la Misericordia que acabamos de concluir y esperar con anticipación lo que nos espera en 2017, ofrezcamos el regalo de la Misericordia, comprometiéndonos a continuar las buenas obras que hemos comenzado. Les ofrezco mis oraciones y mis mejores deseos para que tengan un Tiempo de Navidad y un Año Nuevo llenos de bendiciones. En Cristo, Reverendísimo Gerald R. Barnes