NAVIDAD – EL PESEBRE DE NUESTROS CORAZONES Por Ellyn Davis Usado con permiso Esto está tomado de un libro de Walter Lanyon llamado “La Risa de Dios”. El libro ha dejado de imprimirse desde hace largo tiempo, pero me gusta leer este capítulo de él cada día de navidad porque habla de la maravilla de tener a Jesús naciendo dentro del pesebre de nuestros corazones. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” Siendo tan amado para ti que lees esta página, el cuadro de la historia y leyenda que has apreciado por tanto tiempo en tu corazón, de repente ha vuelto a la vida y el divino evento toma lugar dentro de ti, dentro del pesebre de tu corazón. Tú, el pecador, el paria, eres en realidad el más humilde pesebre donde Cristo nació. Y se llamará su nombre Admirable y el principado sobre su hombro. ¿El principado que gobierne sobre qué? Sobre el gobierno de tu vida. La lucha del pobre pecador quien ha estado tanto tiempo bajo la ley de “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero,” él es quien repentinamente ve la estrella en el este y se dirige al establo de su propio corazón, y ahí encuentra en este glorioso instante, el divino evento que se está llevando a cabo. Y el gobierno de tu vida es para colocarlo sobre sus hombros. Toda la preocupación y los intentos y el esfuerzo desaparecen. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”; “No temas, yo te ayudo” “Venid en pos de mí” un ciento de invitaciones son extendidas para el hombre que lucha, pero, hasta que el divino evento tenga lugar, él tiene oídos sordos a todo esto, incapaz de ver cómo es posible que esto suceda. La manifestación del Padre en el interior. El reconocimiento del Divino Hijo. La gloriosa revelación de la comunión con Dios. “En mi carne, he de ver a Dios” Todos estos y ciento de testimonios más rondan al nuevo bebé como ángeles del Señor, envolviendo el universo del recién nacido en los suaves pliegues de sus alas. “Porque un niño nos es nacido... y se llamará su nombre Admirable” Será llamado Admirable. ¿Lo escuchas? ¿Lo sientes? ¿Tú que lees esta página, lo haces? Bendiciones; todo un torrente de ellas, son tuyas – las huestes celestiales han descendido sobre ti. Te encuentras en un resplandor de luz o revelación en el glorioso AHORA, justo en medio de tu vida llena de temores. El principado estará sobre sus hombros. Como un torrente que pasa a través de las aguas estancadas de la vida, este glorioso despertar arrasará con toda la escoria y estancamiento de los temores y pensamientos humanos. “Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” Los extremos de tu universo escucharán del recién nacido y se levantarán, y los reyes vendrán y colocarán sus coronas y joyas a los pies del pequeño. Así los monarcas de la salud, la riqueza y la felicidad, que habían sido tan difíciles de apaciguar vinieron y cedieron su poder. Ellos ya no tendrán más dominio sobre ti, porque tu vida será gobernada de ahora en adelante, no por un grupo de tiranos que te dispensaban un poquito de felicidad, salud y sustento, sino por el más grande poder del universo – el Cristo dentro de ti. Tu limitado concepto de la vida será transformado. En su lugar está Cristo quien dice, “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído” en lugar de los tiranos del pensamiento humano que requieren sacrificios antes que puedan moverse para hacer tan poco por ti. “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad” Cuando en tu debilidad, reconoces tu incapacidad para llevar a cabo lo bueno que deberías, vienes al punto de reconocimiento del Cristo en

tu interior, entonces tu “ya no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” ¿No más bajo la ley de qué? La ley de tus creencias humanas, la ley de tu concepto humano de la vida, la que estaba tan llena de problemas. “Bástate mi gracia.” Mi gracia, mi divina influencia te será suficiente. La influencia de la divinidad te rodea – está más allá de la posibilidad del fracaso, o el miedo, o el daño. Los largos años de esclavitud han llegado a su fin. El ardiente camino en el desierto ha terminado. Has venido a la tierra prometida. ¿Puedes ver cómo todo regresa a la navidad; al nuevo nacimiento de aquel que es Admirable y sobre cuyos hombros descansará el gobierno? El gobierno de tu humana personalidad estará sobre el Cristo y la gracia del Cristo será suficiente. La divina influencia es aquella que causa que la bellota presione su pequeño tallo contra la superficie de la tierra dura y aún a través de lugares y bajo condiciones que son pronunciadamente imposibles. Esta misma divina influencia es aquella que abre las puertas en paredes que de otra manera parecen barreras sólidas e impenetrables. Tú eres tu propio árbol de navidad y tu propio Papá Noel. Cuando te des cuenta por un instante del “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” Entonces habrás quitado la navidad del mero simbolismo y regresado al alma de ella. Dejará de ser un día de regalos, con pudín y pavo – y posiblemente un servicio en la iglesia, haciendo una magnánima oración por los pobres – y se convertirá en un celestial reconocimiento de la presencia. Y abrirás las puertas de par en par del Año Nuevo, de una vida nueva y un nuevo campo de logros y realización. ¡Gozo en tu mundo! El Señor ha llegado. El Rey de Reyes y Señor de Señores ha nacido dentro de ti.

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