deviaje

20 jun. 2007 - venta de un Renault 6 que tiene más óxido que pintura, y que en su capot luce un afi- che gigante de Cabrera. El Enano, como lo conocen ...
358KB Größe 5 Downloads 49 vistas
8

9

Miércoles 20 de junio de 2007

GOLF

Tras la conquista del US Open

// FOTOS DE IR M A M O N T IE L

Angel Cabrera regresó a su ciudad, Villa Allende, y disfrutó de una bienvenida muy emotiva, a tono con su logro deportivo

Recibimiento de campeón

Por Fernando Pedersen Enviado especial

V

ILLA ALLENDE.– Pueblo chico, alegría grande. Esta vez no cabe la conocida frase en su versión original. Villa Allende, como todos, debe tener miles de pequeños infiernos, pero por estos días no se notan. Quedan ocultos detrás de un estallido de felicidad por la hazaña de uno de los suyos. Angel Cabrera llega después de su conquista en el US Open de golf, y todos se movilizan en una masiva demostración de afecto. Falta media hora para el arribo del avión que trae al Pato después de su escala en Santiago de Chile, y el único que se pasea nervioso por el hall del aeropuerto es Juan Cruz Molina, uno de los tantos que tiene una historia que contar ligada a la carrera de Cabrera: él fue quien le regaló su primera bolsa de palos: “Todavía no hablé con Angel, la verdad no lo quería molestar. Prefiero venir acá y darle un abrazo”, aclara. Extraña tan poco movimiento, sobre todo porque todo Córdoba aparece interesada en este logro magnífico del Pato. Los clásicos magazines radiales de la mañana lo tienen como tema central y sacan al aire a cualquiera que diga conocer al campeón, los diarios y los canales de TV están invadidos de imágenes de Cabrera. Sin embargo, de a poco el sector de arribos va tomando color. Llega el Rengo Rodríguez Magnasco, un personaje de esta parte de Córdoba, el primero que lo llevó a Cabrera a jugar la Escuela clasificatoria a Europa. Incansable, siempre activo, organizándolo todo: “El Pato va a salir directamente por otro sector porque esto va a ser un lío bárbaro”, anticipa, y cuesta creerle, porque el movimiento sigue siendo escaso. Apenas si llega la esposa del Pato, Silvia, acompañada por sus hijos Federico y Angel, y se meten en el sector VIP para darle el primer abrazo a Cabrera, el que más ansía.

Sólo en el momento en el que el avión aterriza, 20 minutos después de las 14, se empieza a generar el clima de gran recibimiento. Aparecen muchos socios del club, algunos jugadores como José Luis Campra y Martín Monguzzi, los caddies en un colectivo y en una camioneta que se mueve al compás de un bombo, mientras que Bebe, el caddie que acompaña a Cabrera en los torneos nacionales, reparte una remeras con la foto del cordobés con la copa del US Open y la inscripción “Grande Pato”. Cabrera llega abrazado al trofeo, saluda con una sonrisa amplia detrás del vidrio y se sube a una camioneta que encabezará la caravana de 12 kilómetros hasta Villa Allende. Es raro verlo sin su gorra de golfista, con lentes oscuros y saco azul. El móvil en vivo de Canal 10 tendrá que seguirlo, así como la gran cantidad de camarógrafos, noteros y fotógrafos que lo esperaban en la entrada al aeropuerto. La fila india de automóviles, con la sirena policial poniendo ambiente sonoro, va recolectando vecinos a su paso y cuando llega al polideportivo municipal, ya lleva a más de 600 personas. Allí sube Cabrera con una bandera argentina al cuello y el trofeo que no suelta ni por un instante. Está conmovido. Mira a su alrededor y ve caras conocidas, gente a la que lo unen

historias cotidianas. El locutor pide aplausos y la gente responde de buena gana. “Yo les agradezco todo esto – dice Cabrera– y quiero que me perdonen porque no puedo hablar mucho. Estoy emocionado. Sólo quiero decirles que esto es para ustedes. Esto es para la Villa”, dijo el Pato, y se fue rodeado de una maraña de micrófonos ante los que soltó pocas palabras. “Este es un título que soñé muchas veces, que se me había cruzado por la cabeza. Ahora, como campeón, tendré más obligaciones, más responsabilidades”, agregó para calmar en parte esa urgencia periodística de la que se vio rodeado en la tarde. Sus reflexiones acerca de lo que vivió en el Oakmont Club de Pensilvania sólo se escucharán hoy, a las 17, en una rueda de prensa que se cerrará con una gran celebración en el Córdoba Golf Club. El campeón volvió a casa y los festejos apenas comienzan. Si algo sobra en este apacible pueblo que Cabrera puso en boca de todo el mundo, es tiempo para celebrar.

A 24 HORAS DE QUEDAR SEGUNDO DEL PATO

Tiger Woods fue padre de una niña NUEVA YORK (DPA).– “Elin y yo estamos encantados de anunciar el nacimiento de nuestra hija, Sam Alexis Woods”; así encabeza Tiger la carta en la que informa, en su página web, acerca del alumbramiento de su primera descendiente. El bebe nació el lunes, muy temprano, transcurridas menos de 24 horas desde el final del US Open, en el que el N°1 del mundo terminó en la segunda posición detrás de Angel Cabrera. Woods, conocido por su meticulosa planifica-

deviaje de viaje

La emoción y la sonrisa de Cabrera, que les dedicó el triunfo a los habitantes de Villa Allende

A lo largo de la caravana de 12 kilómetros por las calles de Villa Allende, el Pato nunca se desprendió de la copa del US Open y estuvo siempre acompañado por sus afectos más íntimos

El orgullo de los que nunca llegaron

La copa todavía no tiene un lugar de exhibición La USGA no le recomendó a Angel Cabrera ninguna medida de seguridad específica para custodiar el trofeo, que deberá ser devuelto un mes antes del comienzo del US Open de 2008. La idea del Pato es exhibir la copa en las vitrinas del Córdoba Golf Club, aunque todavía no hay una decisión definitiva.

Lo que más ansiaba Cabrera era el reencuentro con su gente más cercana

El Pato compartió su alegría con caddies y jugadores

ción para los torneos, había asegurado hace unos días que su calendario sería más flexible debido al bebe.“No se cuánto voy a jugar a partir de ahora; dependerá mucho de cómo se sienta Elin y de la salud de nuestra niña”, sostuvo. El californiano anticipó que estaba preparado para perderse el Abierto Británico en Carnoustie, del 19 al 22 de julio, pero esperaba defender su título del PGA Championship, en agosto. En medio de los saludos, el cordobés lució una bandera nacional al cuello

VILLA ALLENDE.– Cuando el remolino de gente que sigue a Angel Cabrera por todo el pueblo se retira del Polideportivo municipal, empiezan a verse algunos rastros de la identidad de esta parte de Córdoba. Suele pasar: los que están más ligados al personaje destacado, los que lo conocen a fondo, ocupan un segundo plano, saben que no les faltará ocasión de decirle lo orgullosos que están de su conquista. Y Cabrera también está seguro de eso. Armando Siculini es uno de los que observa de lejos y se queda conversando un rato al borde de una de las canchas de basquetbol. Es el propietario de El Cóndor, un antiguo almacén de ramos generales en el que Cabrera comparte comidas y charlas con amigos, y que suele ser fuente de inspiración para los chistes de Eduardo Romero. “Hace rato que tengo ganas de venderlo, pero los muchachos me dicen que así no van a venir más el Gato y el Pato. Y bueno, seguiré tirando, habrá que morir con las botas puestas”, dice, y da detalles de ese puchero con carne de falda, chiquizuela y osobuco que hará para agasajar a Cabrera. “Para eso hay tiempo. Hay que dejarlo que esté con los suyos, que descanse, y después seguro que aparece por el boliche. A partir del viernes estamos en continuado, pero el lunes viene lo más fuerte. Ese día es feriado, somos todos peluqueros”, bromea. Alejandro, el sobrino de Armando, señala la cancha de bochas y cuenta: “En el verano, pasás por acá y muchas veces lo ves al Pato sentado a la sombra, mirando como juegan a las bochas. Es un tipo muy sencillo, que disfruta de esas pequeñas cosas”. La cancha de bochas está muy concurrida. Y todos, jugadores y espectadores, están ligados al golf. A un costado aparece José Acosta, bromeando sobre el precio de venta de un Renault 6 que tiene más óxido que pintura, y que en su capot luce un afiche gigante de Cabrera. El Enano, como lo conocen aquí, se vino desde Buenos Aires para verlo a Cabrera. Fue un profesional muy destacado en los 80 y compartió los primeros pasos de los dos ilustres de Villa Allende. “Con el Pato pasamos muchas necesidades, pero hacíamos lo imposible para llegar al lugar de los torneos. Me acuerdo de un viaje a Cañada de Gómez colgados en la parte de afuera del tren”, rememora Acosta, y el grupo que lo rodea asiente. Ellos también tienen sus anécdotas de tiempos difìciles con el flamante campeón del US Open. Acosta señala al Pelado Castillo y cuenta: “Ese, así como lo ves, era el pegador más largo de drive del país y creo que del mundo. Una vez lo llevaron a Buenos Aires para que pegara en una exhibición con Nicklaus. Le pegó tan fuerte que Nicklaus le aconsejó que se fuera a Estados Unidos, que se iba a llenar de plata sólo tirando drivers. Pero bueno, de acá no lo sacaba nadie”. Todo el grupo que disfruta con las bochas hizo su camino en el golf. Algunos demostraron habilidad para el juego, la mayoría se las rebuscó como caddie y fue testigo del camino trazado por Cabrera. Se nota orgullo y nostalgia en sus anécdotas. Saben que al menos uno llegó a cumplir su sueño, y para ellos basta y sobra. FERNANDO PEDERSEN