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13 sept. 2014 - peras, donde no hay dos ingredien- tes, pero sí dos sabores que se resal- ..... exponentes como DJ Shadow o DJ. Spooky, entre cientos más, ...
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SÁBADO

Diversas opciones para elegir

Ramen Los noodle bars sirven la sopa de noodles, que siempre tienen pasta. Los ramen son los fideos más finos e industriales, de color amarillo. Cada plato tiene, a su vez, caldo, huevo poché y cebolla de verdeo cortada en diagonal

Soba En este caso, los fideos son totalmente a base de harina integral. La sopa, a su vez, puede ser de diversos sabores: desde miso o cerdo hasta shoyu japonés, que es una especie de salsa de soja

Dónde comerlas b Fukuro Noodle Bar Costa rica 5514 b Nobiru, mendoza 1627

Fukuro es el primer noodle bar de Buenos Aires, inaugurado a fines de 2013 en Palermo Hollywood

mauro alfieri

Gastronomía

De Japón a Buenos Aires: después del sushi, llegan los noodle bars

Udon Ésta es otra variante con fideos caseros, más gruesos y pálidos que los anteriores. Las opciones para agregar, a elección, son carne de pollo, de cerdo en fetas, fishcake, hongos shitake, brotes de soja, de bambú, pickles, algas o semillas de sésamo

b Nikkai (Asociación Japonesa en Argentina) av. independencia 732 b Kitayama Virrey del Pino 2448 b Furaibo Japanese Resto & Tea House, alsina 429 b Todos contentos arribeños 2177

Con su flamante libro Generación hip-hop recién editado, el autor expresa la relevancia de esta subcultura en la sociedad global

Jeff Chang. “El marketing tiene más sensibilidad que la política para los jóvenes” Texto Daniel Flores | Foto Jeremy Keith Villaluz

“E

n los Estados Unidos, el hip-hop triunfó como nunca pudo hacerlo el movimiento de los Derechos Civiles.” El periodista y crítico musical norteamericano Jeff Chang no anda con rodeos al ponderar la trascendencia del hip-hop, la expresión cultural afroamericana más importante de las últimas décadas. O de todas las décadas, como se extrae de las 600 páginas de su Generación hip-hop, de la guerra de pandillas y el grafiti al gangsta rap”, un libro con destino de referencia que la editorial Caja Negra acaba de traducir y publicar en la Argentina. Se suele tomar al hip-hop como sinónimo de rap. Pero, en verdad, el término es más amplio e incluye, además del popular arte musical de

rimar sobre una base rítmica, otras expresiones hermanas como el baile breaker y el grafiti, siempre con la calle como escenario y también como tema común. Generación hiphop, publicado en Estados Unidos en 2005 (por la casi infalible editorial St. Martin’s Press), lo explica exhaustivamente, rastreando los orígenes a fines de los años setenta en la comunidad negra y latina del Bronx y analizando su proyección e influencia viral a casi todo el planeta. El resultado es una impresionante línea histórica que parte desde una fiesta clandestina en el gueto neoyorquino y termina en el colmo del mainstream, musicalizando publicidades de zapatillas o restaurantes de moda. Algunos recordarán cómo en los años noventa la escena hip-hop se

Esta tradicional sopa con pasta emprende su camino de popularidad en Occidente Viene de tapa

De formación clásica francesa, Chang creó un imperio gastronómico, que lo llevó a la tapa de la revista Time como uno de los más influyentes del mundo de la gastronomía (en la época en que se hizo bien poderosa) a partir de una serie de pequeños reductos que no toman reservas y ofrecen platos con una amplia gama de nuevas combinaciones. Y reinventó el restaurante casual. “Yo sólo quería abrir un noodle bar para servir la comida que quería comer. Realmente, no me importaba si no era muy sexy, y por eso Momofuku funcionó”, escribió Chang alguna vez en The Lucky Peach, su propia revista, que suele agotar cada número. Ahí salió que los noodle bars son el tipo de lugares donde les gusta comer a la gente que trabaja en gastronomía. En esa tradición se inscribe Fukuro, el primer noodle bar de Buenos Aires, inaugurado en octubre de 2013 en Palermo Hollywood. El concepto casual implica la especialización en muy pocos platos, con las recetas tradicionales y los mejores ingredientes. “Vas, tomás una cerveza, comés un bol de ramen y a los 45 minutos ya te fuiste”, explica Matías Camozzi, argentino al frente del lugar junto con su mujer, Vanessa, estadounidense. El espacio responde a la misma premisa: no tiene mesas, sólo una barra para acelerar los turnos durante la noche.

La cultura del ramen en Japón es vasta y los que se asomaron saben que no es tan simple como parece. La pasta se cocina por separado y, una vez colada, se coloca en bols con caldo hasta el borde. “Cuando comés el ramen, lo acercás a la boca y lo chupás”, explica Camozzi, que todas las mañanas prepara la masa casera. Le agrega un compuesto alcalino que le da el color amarillento y produce el efecto por el cual el caldo se adhiere al fideo al ingresar a la boca. “Ellos lo comparan con la acción de catar vino: si no entra oxígeno en la boca no podés saborear los diferentes compuestos que tiene el caldo”, agrega, aunque reconoce que la gran mayoría de los comensales porteños no se permiten hacer ruido mientras toman la sopa. Cada uno con sus secretos El ramen casero requiere de mucha dedicación. En Fukuro, la receta es una fusión de las sugerencias de un amigo japonés y la fascinación por las versiones de Taiwán. Al caldo estilo taiwanés, a base de huesos de cerdo hervidos durante horas, se suma un caldo vegetariano a base de alga kombu y hongos shitake. Otras de las brechas culturales a atravesar fue el cerdo a la manera tradicional japonesa, una carne alternada con grasa (pork belly) con la que los argentinos no querían saber nada, lo cual llevó al cambio por carne de cerdo desmenuzado. Para agregar al plato se puede elegir

también pollo orgánico marinado en una infusión de té negro, salsa de soja y aceite de sésamo. De ahí que los conocedores hablen de “capas de sabor”. El menú se completa con dumplings o gyozas (empanaditas al vapor con dos cortes de cerdos, jengibre y verdeo, con salsa de soja con jalapeño), y los baos, bocados de cerdo con masa de trigo de origen taiwanés cuya masa tiene varios levados que llevan más de diez horas. Y un solo postre, rotativo. “No compramos ningún producto procesado –revela Camozzi–, no servimos nada que esté hecho por otras manos.” El plato se completa con huevo orgánico poché y cebolla de verdeo, más brotes de soja que agregan textura crocante. “Cada uno tiene sus secretos, a veces es más ahumado, otros con sabor a shitake o miso, siempre tienen los fideos de ramen”, cuenta Christina Sunae, que no se considera experta pero sí ha probado muchas variedades. “Yo estoy acostumbrada a comerlos con una especie de budín de pescado cortado finito que llaman fishcake”. Más allá de la apelación a las raíces que opera en los orientales, para los occidentales el ramen provee un nuevo estilo de confort food (comida reconfortante) que se percibe extraña y familiar al mismo tiempo. “Se hacía en Japón después de la Segunda Guerra Mundial y se hizo muy popular porque era un plato humilde, y la

idea es mantenerlo así”, cuenta Camozzi, que pone énfasis en la diferencia entre avanzado y laborioso. “Es como se comía hace 20 años en la casa de mi abuela”. Los noodle bars se convirtieron en una marca de cosmopolitismo. Y en el emergente de un nuevo paradigma, en el que los cocineros ya no esperan la aprobación de las estrellas Michelin, pero están atentos a la calidad de los ingredientes. En ese camino, anticiparon la estética simple de la escena post gourmet: una comida desafiante y una atmósfera de comedor en sintonía con los tiempos inciertos. Hoy todas las grandes ciudades tienen sus restaurantes destacados en esta liga, que compiten por las reseñas en publicaciones de tendencias, con sus extravagancias: si el Koya del Soho londinense se caracteriza por sus udon (fideos más gruesos) amasados con los pies, existe un reducto en Nueva York donde no está permitido hablar. Un pequeño universo que se renueva: pronto se contará la historia de Ivan Orkin, el joven que hizo el osado movimiento de ponerse un local nada menos que en Japón, y cinco años después, a pocos días de inaugurado, en la puerta de Ivan Ramen –su propio local en Manhattan–, la espera puede llegar a ser de tres horas, para sentarse 40 minutos a comer un plato que casi no se reconoce pero que es un auténtico alimento para el alma.ß

Placeres

Dos titanes de la cocina en un mano a mano inédito Por primera vez, Mauro Colagreco y Germán Martitegui prepararon juntos un menú, con Tegui como restaurante anfitrión Fernando Massa LA NACIóN

Junto al pescado, Mauro Colagreco había planeado servir un puré de apionabo. Pero, pequeño detalle, se había olvidado de avisarle a Germán Martitegui que, como anfitrión del evento, sería el encargado de conseguir los productos para cocinar juntos en Tegui, su restaurante de Palermo. “No sé cómo hizo –contó Colagreco a la nacion durante un parate, en plena preparación del menú–. Porque me olvidé y le avisé a último momento, y entonces pensaba... «Si no hay, ¿qué le ponemos?»” Martitegui, sentado enfrente, se rió y reconoció que lo que más lo había estresado, en realidad, no era el apionabo, sino el pescado. “¡Mauro vive a la orilla del mar, pero yo en Palermo! Y entonces pedí que, por favor, mandaran a alguien a pescarlo... ¡y que lo trajeran fresco! –bromeó irónicamente–. Es muy difícil, porque yo he visto que a lo de él [por Mirazur, el restaurante de Colagreco en la Costa Azul francesa] viene el pescador a la puerta y le trae todo recién sacado del mar... Pero, no sé cómo, lo mío fue aprobado.” Colagreco asintió, y agregó que ese lenguado, con ese talle, no muy grande, estaba realmente bueno. Con una mentora en común, Bea-

triz Chomnalez, ésta fue la primera vez en que ambos cocinaron juntos, mano a mano. El debut tuvo lugar el martes pasado con “Cocinando a cuatro manos”, un evento presentado por HSBC, en el que los dos chefs prepararon un menú de siete pasos para un grupo de clientes ahí, en Tegui, elegido por segundo año consecutivo el noveno mejor restaurante de América latina y primero de la Argentina. Estos ciclos nacieron por iniciativa de Colagreco –chef con dos estrellas Michelin–, en Mirazur, su restaurante puesto 11 del ranking de los 50 mejores del mundo, y tuvieron su último antecedente con el “Cocinando a diez manos” que se hizo en José Ignacio el último enero, en el mostrador Santa Teresita de Fernando Trocca, en el que participaron tanto Colagreco como Martitegui. “Los dos solos es la primera vez –detalló Mauro–. Pero lo bueno de cocinar así, con amigos y colegas, es esto de traspasar las puertas de su casa, la confianza, algo muy enriquecedor en lo humano y en lo profesional.” Puso como ejemplo de aprendizaje las pruebas con el puré de papas chuño que estaba haciendo en ese momento Martitegui, con las que Colagreco jamás había trabajado. “Para nosotros, es un honor tener esta gran visita –acotó Germán–.

Colagreco y Martitegui cocinando a cuatro manos, el martes, en Tegui Es alguien que queremos y admiramos... Todo el staff está excitadísimo esperando a ver qué va a hacer Mauro… y ahora, ¡todos se quieren ir a lo de él!” Otra vez risas, y el comentario de Colagreco de que, si bien lo hicieron sentir como en casa, se vio obligado a preguntar, por ejemplo, dónde estaba la espumadera: “Igual soy muy prudente, no he retado a nadie”.

Martitegui enseguida trajo una anécdota de aquella noche en José Ignacio: “Recuerdo el pescado que sirvió Mauro; yo le alcanzaba las cosas, pero él no sabía quién era el que estaba atrás… de pronto, dijo: «¡A esto todavía le falta… Al horno de vuelta!» Y yo corría como loco de un lado para el otro...”. Para este evento en particular, Germán decidió repetir la dinámi-

Gentileza GruPo mass

ca que aprendió en Mirazur cuando arrancaron el ciclo: los cocineros invitados proponen los platos que quieren preparar, y el anfitrión cubre los huecos. Esta vez, entonces, le tocó proponer a Colagreco. ¿La idea? Mostrar platos representativos de lo que está haciendo en Mirazur. “Uno de los platos es una ostra con peras, donde no hay dos ingredientes, pero sí dos sabores que se resal-

tan. Es una receta que sorprende y gusta mucho en Mirazur, la fuimos cambiando y ésta es la última versión –explicó–. Después, este pescado que hace mucho que no hacemos en mi restaurante, pero que hicimos durante años y que ahora, cuando cumplamos una década, en 2016, y hagamos un menú con los mejores diez platos, será parte.” Ahumado, pero con un toque ácido: una combinación imbatible. ¿El postre? Naranjo en flor, una creación que tiene almendras, azafrán y naranjas. Martitegui lo había testeado minutos antes y lo puso como ejemplo de “la perfección de la simpleza” en la comida de Colagreco. “Lo probás y no lo podés creer. Es difícil llegar a eso –destacó Martitegui–. Hay muchos chefs que tienden a poner millones de cosas juntas, y Mauro elige sólo tres y queda increíble.” “Me voy a poner colorado”, contestó Colagreco, y aprovechó para destacar a Martitegui como el cocinero “más representativo de la cocina argentina de un cierto nivel”: su trabajo con las carnes, las entradas frescas, las notas cítricas... ¿Con qué se despachó Germán esa noche? Molleja con salsa de hinojo, pino y hongos, lengua de cordero, puré de papa de altura, y de postre, sorbete de cedrón, chocolate blanco y malvavisco de eucalipto. A la hora de encontrar puntos en común entre ellos, las respuestas fueron claras: respetar el producto y priorizar la combinación de sabores antes que la técnica. Aunque el último martes, claro, la única prioridad fue cocinar juntos y pasarlo bien.ß

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| Sábado 13 de Septiembre de 2014

| Sábado 13 de Septiembre de 2014

ideas y personas Hernán Iglesias Illa

En Internet somos todos de clase media

A

esta altura ya todos conocemos bien las críticas más habituales a Facebook y las redes sociales: inflan nuestro narcisismo, nos obligan a poner una carita feliz cuando a veces no la tenemos, nos generan envidia cuando vemos a nuestros compañeros de primaria de vacaciones en Punta Cana. Nos alejan de los demás, dicen los críticos, nos encierran en nosotros mismos, reemplazan nuestras relaciones verdaderas por relaciones de mentirita. Transforman nuestros cerebros en espuma, nos impiden concentrarnos: en el futuro no leeremos textos de más de 140 caracteres. Yo no estoy de acuerdo con estas críticas ni sus pronósticos sobre decadencia cultural. Creo que Facebook y Twitter complementan mucho más de lo que reemplazan: agregan otra capa de realidad, con sus propios códigos y objetivos, a la vida y las relaciones que ya teníamos. O, en los mejores casos, nos permiten descubrir relaciones con quienes tenemos afinidades y un sentido del humor parecido y que

en la vida offline, la de los átomos, la inercia social y las distancias geográficas, serían imposibles o improbables. Pero no es exactamente de eso de lo que quería hablar, sino de una cualidad de Facebook y Twitter que apenas se menciona, ni por sus promotores ni, mucho

Facebook y Twitter son igualitarios, gratis, y tienen bajas barreras de entrada menos, por sus críticos. En una época de creciente preocupación por la desigualdad de ingresos (especialmente, pero no sólo, en los países ricos), Facebook y Twitter son notablemente igualitarios. No sólo son gratis y, por lo tanto, tienen bajísimas barreras de entrada (en la Argentina hay casi 25 millones de usuarios de Facebook). Son, además, clubes de una sola categoría. En las sociedades construidas

apropió espontáneamente de marcas hasta entonces “blancas”, como Tommy Hilfiger y Timberland, resignificándolas de prepo como “ropa del palo”; un fenómeno muy parecido al más reciente (y tirante) de nuestros Wachiturros con Lacoste o el de los chavs en Inglaterra con la marca Burberry. Hoy, Chang entiende que la relación hip-hop-negocios es cualquier cosa menos casual. “Estrellas como Jay-Z y Diddy se reinventaron como aceitadas máquinas en cuestión de sinergia de marcas. Kanye West intenta fundir la moda y alta costura en una especie de nuevo populismo callejero… Estamos ante el período barroco del vínculo entre el hip-hop y los negocios. Si trabajás en marketing y no estás familiarizado con este lenguaje, probablemente, no le vendas nada a nadie menor de 60 años”, arenga Chang, en diálogo con la nacion, en el marco de su visita al país para presentar su libro. El director ejecutivo del Instituto para la Diversidad de las Artes en la Universidad de Stanford, en Palo Alto, California, sabe lo que dice: como “experto en hip-hop”, suele ser consultado por el mundo corporativo a la hora de rastrear aquellas preciadas llaves del mercado que suelen ocultarse detrás de toda subcultura juvenil. “Es irónico que me busquen, teniendo en cuenta mis ideas políticas –reflexiona–. Pero reconozco que hoy el marketing tiene mayor sensibilidad que la política para interpretar a la juventud. Es extraño lo que está pasando.” Nacido en Hawaii, residente en California, Chang narra con la verborragia y el ritmo del rap. En modo relato cronológico, su trabajo no sólo revisa a fondo las carreras de rutilantes artistas como Public Enemy, NWA o Afrika Bambaataa, sino que se sumerge en otros aspectos y sucesos extramusicales, que vienen al caso, como las ya legendarias guerras de pandillas en Nueva York o Los Ángeles y hasta la menor interna en la redacción de The Source, aquella gran revista del mundillo hip-hopero en los noventa. También trata con minuciosidad la golpiza de cuatro policías de Los Ángeles al taxista negro Rodney King, en marzo de 1991, que derivó en recordadas jornadas de masivas y violentas protestas, con el saldo de 53 muertos, 2300 heridos y 7000 incendios. Hechos que el mes último tuvieron un lamentable refresh, cuando un policía blanco asesinó de un disparo a Michael Brown, afroamericano de 18 años, en Ferguson, Missouri, lo que volvió a derivar en dos semanas de manifestaciones pacíficas y también saqueos, además

en los últimos 250 años, muchos lugares de encuentro social replicaban la estratificación de afuera: palco, platea y gallinero en la ópera; palco, platea y popular en la cancha. Facebook, en cambio, es un solo lugar. No hay Facebook premium para ricos y Facebook basic para pobres: los billonarios no pueden comprar, ni por toda la plata del mundo, un Facebook mejor al que ya existe. (Facebook sí admite pagos de empresas u organizaciones para promocionar posts, pero eso es otra cosa.) Lo mismo en Twitter. Salvo con los famosos offline, uno llega a la intemperie de Twitter con su nombre (o un seudónimo), un avatar y un sentido del humor. Repite, por supuesto, actitudes aprendidas en otros ámbitos, pero también sabiendo que Twitter es una zona de frontera, un salvaje oeste, con reglas nuevas y espíritu democrático: los pergaminos anteriores sirven de poco, cualquier se siente capaz de contestarle a cualquiera. La (casi) única forma de conseguir followers en Twitter es siendo interesante en Twitter. Todo esto me da ganas de decir algo que no sé si puedo justificar del todo, pero acá va: en Internet somos todos de clase media. O, por lo menos, actuamos como si fuéramos de clase media, individuos autónomos con deseos de progreso y problemas particulares. Pueden despojarse de sus herencias. Y aunque las fotos de alguien de clase trabajadora son en lugares diferentes a las de una persona rica, el gesto en Facebook que se comparte es idéntico: hola, gente, miren dónde estoy.ß

Páginas que hacen historia

de un cuestionado operativo de represión policial con balas de goma, gases y perros. En ambos casos, con una diferencia de 12 años, el hip-hop se involucró activamente, alertado por el condimento racista de los incidentes que gatillaron sendas revueltas. “Artistas como Jasiri X y Young Jeezy estuvieron en Ferguson y se reunieron con la gente en las calles –anota Chang–. Otros, como J. Cole, han grabado algunos de sus mejores temas justamente a propósito del asesinato de Brown. En ese sentido, con todo lo que se ha comercializado, con todo lo que ha sido explotado por el capitalismo, el hip-hop sigue estando muy cerca de los problemas cotidianos de la juventud y ha expresado la indignación de los chicos negros ante estos casos de violencia policial y racista. Es una relación contradictoria, muchas veces volátil, pero eso es el hip-hop en el siglo XXI”, sostiene. Chang sin dudas cree en el poder del hip-hop. “He tenido la suerte de viajar a muchos países gracias a este libro. El hip-hop les ha dado voz a jóvenes de todo el mundo –asegura–, de algún modo anticipó la «primavera árabe» en Egipto, se burló del poder desde Hong Kong hasta Dakar, captó las voces de los inmigrantes más sufridos en Europa y Estados Unidos. Ha llamado la atención sobre políticas corruptas en todas partes. El hip-hop heredó el peso histórico del

Generación Hip-Hop Jeff Chang Caja Negra Este libro editado afuera en 2005 llega a la Argentina un poco más tarde, pero no pierde su valor cultural. El autor se basó en cientos de entrevistas a diferentes figuras protagonistas de esta subcultura para cerrar una investigación de más de 10 años.

en algún lugar del mundo Nathalie Kantt

El septiembre francés es el marzo argentino

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PARíS

esde el fin de semana pasado, 16 de los decoradores más importantes de París exhiben sus propuestas en el museo de las Artes Decorativas, sobre la rue de Rivoli, al lado del Louvre. Elegidos por la curaduría del museo y por la revista AD, se les pidió que imaginaran espacios vivibles que tuvieran como punto de partida un objeto seleccionado entre las reservas del museo. Presentados en forma de cajas en las cuales se entra desde un pasillo central, y con materiales como marmorino, cedro, estuco, marquetería de paja y vidrio teñido, cada uno de los proyectos permite imaginar cómo viven los parisinos y descubrir el savoir faire de la decoración francesa: el salón de baño, de Charles Zana; el barbiblioteca, de Isabelle Stanislas; el cabinet de una elegante, de Caroline Sarkozy y Laurent Bourgois; el salón de lectura, de Bismut & Bismut, o la antecámara de un latin lover, del argentino Luis Laplace, entre otros. El silencio del público ayuda a la magia de la visita.

Organizada en el marco de la semana del diseño, la exhibición es sólo uno de los tantos rendez-vous en la agenda de los parisinos. Septiembre aquí es como el marzo argentino. La llaman la rentrée, que en español significa vuelta o reanudación, y para los parisinos es un concepto en sí mismo. Les gusta

Se reinician las clases, se retoman los trabajos y se trazan nuevas metas hablar de eso. Es el período en el que retoman las actividades. Las escuelas, las universidades y los trabajos se reinician, los franceses se ponen nuevas metas (empezar yoga, natación, alemán), el transporte público abandona el horario de verano y retoma su frecuencia habitual, y la ciudad se llena nuevamente de gente que vuelve dorada de las vacaciones. Es un momento de ebullición

movimiento de los Derechos Civiles y probó que el cambio cultural puede preceder a los cambios políticos.” El costado político y social del hiphop o su potencial comercial no deberían, sin embargo, opacar el interés puramente musical del asunto. Otra vez, aunque el estereotipo del rapero no sea precisamente el de un abnegado y experimental creador, exponentes como DJ Shadow o DJ Spooky, entre cientos más, dieron forma a una obra original, desafiante, intelectualmente sólida. Especialmente dentro de lo que se ha llamado turntablism o el arte de hacer música con bandejas de discos. “El turntablism perdió un poco de protagonismo debido a cambios tecnológicos y de gustos, pero hay turntablists que siguen trabajando. Lo que podríamos llamar el avant garde del hip-hop continúa siendo una fuerza muy poderosa, con artistas como Flying Lotus, A$AP Mob, Black Hippy, Drake, Erykah Badu, Shabazz Palaces, FKA Twigs, the Roots y Thundercat”, enumera Chang. “Allí donde hay una fiesta, está el hip-hop. Y allí donde se necesita gritar algo importante, que muchos preferirían callar, también –define–. Que esta cultura subsista 40 años después de su nacimiento en el Bronx es un testamento no sólo de la capacidad de supervivencia de aquellos chicos, sino de su ilimitada creatividad”, concluye el autor de uno de los libros del año editados aquí.ß

en la ciudad. Los teatros y la ópera reabren sus puertas y presentan la nueva temporada, y los museos renuevan sus exposiciones. A la semana del diseño se le agregan la Bienal de Anticuarios, que inauguró el miércoles y que reúne coleccionistas y casas de joyas; la semana de la moda, que comienza a finales de este mes; la reapertura del Museo Picasso, en el Marais, después de cinco años de remodelaciones, y la inauguración de exposiciones, como las de Niki de Saint Phalle y del japonés Hokusai en el Grand Palais. Este año se suma además la inauguración de la fundación LVMH, un edificio en forma de velero, con doce velas de vidrio, construido por el arquitecto Frank Gehry (el del Guggenheim de Bilbao) en medio de los bosques de Boulogne, al oeste de París. Albergará un museo de arte contemporáneo y un espacio cultural. Una iniciativa del presidente del grupo, Bernard Arnault, primera fortuna de Francia con 35.000 millones de dólares y gran coleccionista. En septiembre, París vuelve con todo. La ciudad entera parece renovarse, y se convierte en una máquina de producción incesante de alternativas culturales y sociales. Hay opciones del mejor nivel. Uno de los ejemplos más ilustrativos son las editoriales. Éste es el mes de las publicaciones: este año, 607 títulos nuevos invaden las librerías, de los cuales 404 fueron escritos por autores franceses. A un lector medio le tomaría 40 años leer todos. Una cifra reveladora de cuán seria es aquí la vuelta a la actividad.ß