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MIÉRCOLES 28 Y 09 Y 2011 MIÉR
la mirada de
EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES
Para LA NACION
l brujo de Constitución le dijo al Coco Basile que precisaba a tres jugadores. Pidió a Ricardo Gareca, al Búfalo Funes y al Pato Fillol. Sólo así, afirmó, podía trabajar para que Vélez saliera de la mala racha que atravesaba en 1990. Al día siguiente, después de la práctica, Basile sorteó algunas nas risas iniciales de los jugadores. res. Pero a las once de la noche llegó con ellos a la calle San José. El ambiente era lúgubre. Escaleras crujientes, velas en el piso, cortinas nas de lona. Los recibió una persona disfrazada ada de monje. Aparecieron algunas más. Hicieron ron pasar a Funes a otra habitación. Le pidieron ron que se acostara desnudo en una camilla, boca arriba. Comenzaron a bailar alrededor. dor. Y a cantar. “Ba-ba-ba. Ba-ba-ba”. En la otra habitación, unas personas gritaban dando ndo vueltas en cuatro patas. Fue demasiado.. El Pato y Gareca salieron corriendo. Basile e se fue con ellos. Funes había quedado en la otra habitación. La historia se la contó el propio Filloll al periodista Guillermo Blanco, que la escribió hace tiempo en Página 12. Es una de las tantas que circulan en el fútbol. Como la de estos días que asegura que cha jugadores de Colón, cansados de una racha adversa de apenas 9 triunfos en 31 partidos dos n de de local, sacaron del estadio una imagen la Virgen de Nuestra Señora de Guadalupe, upe, dos patrona de Santa Fe. Testigos entrevistados por la TV de Santa Fe aseguran que la imagen, gen, de 2,55 metros, fue destruida en una casilla illa donde vive un curandero de Monte Vera. “Yo soy hombre de Dios, no ando en esas porquequerías”, niega Ángel Muga, con una Biblia en n la mano. “Los jugadores –me dice el psiquiatra atra Marcelo Halfon– decidieron reemplazar un credo por otro.” Con la Virgen en el estadio, dio, según Radio Nacional de Santa Fe, Colón ganó 78 partidos, empató 62 y perdió 47. Un 52,76 2,76 por ciento de eficacia. Hubo tres clásicos con Unión: 0-0, 1-0 y 0-2. Esta última derrota, el 28 de agosto pasado, fue el detonante. “La Virgen no estaba allí como un amuleuleto”, protesta el sacerdote Axel Arguinchona, ona, conocido hincha de Colón y voz de la Iglesia esia santafecina en el tema. La Virgen había sido entronizada en el Estadio Brigadier López pez en 2001 por Edgardo Gabriel Storni, entonces arzobispo de Santa Fe. Storni está fuera de la discusión. Recluido en La Falda y a la espera de una nueva sentencia judicial en una causa en la que está acusado de abuso sexual contra un seminarista. La Virgen, aseguró el Chino Garcé, señalado como líder de la decisión, está siendo restaurada. “La idea es tenerla con nosotros y hasta le propusimos al club hacer una capillita en el predio”, se ataja ahora el defensor de Colón. En rigor, los artículos 3, inciso a, y 200 del estatuto de Colón prohíben la instalación de imágenes religiosas dentro de la cancha. Una Virgen de Luján viajó siempre con la selección argentina campeona en México 86 y subcampeona en Italia 90, cuando a Maradona le decían D10S. Y sus goles eran con “la mano de Dios”. Pocos saben que Galíndez, el histórico masajista que la llevaba siempre consigo, la perdió de vista en un aeropuerto, en viaje al Mundial de Estados Unidos de 1994. Fue al baño y la Virgen ya no estaba. Alguna mano pícara la hizo aparecer en la concentración del Babson College, de Boston. Eran tiempos de Basile
DE VÍRGENES Y BRUJOS por sus compañeros con “agua bendita”. El “pincha”, dice otra leyenda, perdió una final “pincha importante el mismo día de la muerte de impo un brujo que sacrificaba aves en Barrio Aeropuerto para que el equipo ganara. Ae “Kiricocho” es la palabra clave que sirve, “K por ejemplo, para mufar al rival en un po penal. El propio “Kiricocho” rentabilizó pe su fama de personaje mufa recibiendo a los equipos rivales en La Plata para da darles mala suerte con una simple palmadita en la espalda. En mensajes en la m Web, aparece cada tanto la palabra, espeWeb cialm cialmente después de alguna entrevista a algún jugador j de Gimnasia. Es una cábala. Si fuese una blasfemia, como sucede en Italia, al jugador jugad que dijera “Kiricocho” le impondrían un partido de suspensión. No lo pide la FIFA, pe pero le agrada al Vaticano. En Qu Quilmes se recordó siempre la maldición que duró 13 años de la bruja Dora, porque no habían pagado un dinero. Hartos de perle había
vencido, entre risas, de que “el Diablo (rojo) no existe” y de que la Virgen, como se ve en los colores, es de Racing. Lo dice también su tatuaje del Sagrado Corazón, que en lugar del corazón tiene el escudo de Racing. Descreído de cualquier ritual, pero no de sus propias fuerzas, Facundo Sava cuenta en su libro Los colores del fútbol que a lo largo de su carrera conoció entrenadores que cambiaban las redes de los arcos tras una racha sin goles, vestuarios convertidos en santuarios, viajes a Luján, estampitas, brujas y brujos. Suerte que no jugó en Brasil, donde la influencia africana mezcla religiones e impone palabras como candomblé, macumba, pai y umbanda. Las historias son mucho más fuertes, como la del Pai Edú del Náutico campeón estadual récord o “la maldición del sapo de Arubinha” enterrado en la cancha del Vasco, que tardó siglos en volver a ser campeón. “Todos los brasileños tienen un Dios personal e intransferible”, escribió Nelson Rodrigues.
”TENGO COSTUMBRES, NO CÁBALAS, PORQUE DESPUÉS UNO VA A LA IGLESIA…”, SUELE DEFENDERSE CARLOS BILARDO. EL MISMO SACO, LA CORBATA...
en la selección. Convivían, como siempre, la religión y las cábalas. “Tengo costumbres, no cábalas, porque después uno va a la iglesia…”, suele defenderse Carlos Bilardo. El mismo saco, la corbata, el resultado del picado previo, el restaurante, el plato, la ubicación en el mismo micro rumbo al estadio, la canción, el saludo y hasta el periodista que debe preguntar primero forman parte de una histórica serie de cábalas que Bilardo mamó en Estudiantes y llevó luego a la selección. Viajes obligados a durar diez horas porque alguna vez salió bien. O a demorarse para permitir que finalice la canción, como sucedió antes de la final de México 86, cuando Bilardo tembló al advertir que, en lugar de las dos de siempre, había cuatro motos de policía escoltando el micro. Estudiantes mantiene desde hace décadas muchos de esos rituales. Hace no mucho, un conocido periodista de TV fue etiquetado como mufa porque se le hizo una excepción al darle una nota antes de un partido que terminó con derrota. Cada jugador que daba luego una entrevista a ese periodista debía ser “curado” luego
der finales, hombres de Quilmes fueron hasta Chascomús a pagar la deuda. La bruja ya había muerto. Dejaron flores en una tumba equivocada. La maldición de los siete gatos supuestamente enterrados por hinchas de Independiente en uno de los arcos del Cilindro de Avellaneda llegó a ser tema de la TV alemana. “En Racing llegaron a pedirme plata para una bruja. ¿A mí me pedís?, les digo”, me cuenta Juan Gabriel Arias, el cura que acompaña a la actual Comisión Directiva de Racing. “Lo malo fue que, después de ver a esa bruja, a Racing le fue bien algunos partidos y mis amigos se burlaban diciéndome que me sacarían de la parroquia para poner a la bruja. Yo les decía les están sacando la guita.” Un DT venerado en Racing llegó a romper una imagen de Don Bosco, entre otros destrozos, en un ataque de ira tras una derrota. Y otro rompió una tarima en la que se iba a montar una imagen de Cristo. El equipo venía bien y no quería cambios en el ambiente. “Yo creo que al jugador le hace bien estar en paz con Dios no por una cuestión mágica, sino psicológica”, me dice el padre Juan Gabriel, un con-
Si en Bahía, centro espiritual del Brasil negro, la macumba ganara, los campeonatos, se burlan algunos, terminarían siempre empatados. Los jugadores de la selección brasileña en el Mundial de Suecia 58 no eran Atletas de Cristo como muchos de los actuales. Entraron en pánico cuando les avisaron antes de la final que no podrían jugar de amarillo. La camiseta azul, suplente, se había ganado fama de mufa. Paulo Machado de Carvalho, jefe de la delegación, advirtió que hacía falta levantar el ánimo del equipo. Y pensó en la Virgen patrona de los brasileños. “El azul –entró gritando al vestuario– es el color de Nuestra Señora. ¡El cielo nos está mandando un aviso!” Brasil le ganó 5-2 a Suecia. Fue su primera Copa Mundial. En ese vestuario estaban Pelé, Garrincha, Didí, Vavá y Zagallo. ¿Hacía falta algo más?
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