MARC FERRO
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LA REVOLUCION
, DE 1917 (La carda del zarismo - y los origenes -de OC,tubre)
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~ditoriallaia / barcelona
C;lpitulo no\'eno
La experiencia' de la coalici6n (continuacion)
4.
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guerra secial eo las ciudades
La pat1'Onal y las reivindicaciones obreras
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La clase obrera, que confiaba en el ndvenimiento de una sociedad regenerada, habia expresado ingenuamente sus aspi. raciones a una vida mejor. Sus r"ivindicaciones eran mas bi~n mode~tas; un salado por encima de la miseria, cuarenta ~ detfaOajo a lasemana, ~ora de las co(!diS;LQ.l'KS de existen cia~i£asy la seguridad del ernpleo. ~e mana no tenfan un caracter especificamente reivindicativo. Eran la continuaci6n del im ulso revoiuciona po y prccisaban el sentido ue] -.-- ase obrera uer ar .a los acontecimlentos de febrer.9. La pah'onal de Petrogrado .10 comprendi6 perfectamente y el 11 de marzo lie go aun seuer do con el soviet par el que se concedin a los trabajadores deno numero de reivindicaciones de principio. Peru las subi das salariales no lIegaban y se habia tenido que lucbar para que los patronos pagaran las jomadas de revolucion. Los aumentos se produjeron, pero fueron distribuidos Con lentitud y parsimonia extremas. La patronal de la capital y de Moscu cedi6 pronto, pero no la de pro\'incias, sabre todo en In region de Vladimir, cn Ucrania y en el Ural.' En cuanto a los pequeiios empresatios, tergiversablpl las reivindicacio nes y concedian muy poco. Se hubiera tenido que doblar los salarios para igualar el poder adquisitivo de los obreros en
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1. Dok. Mayp, op. cit., 22. pp. 270 y ss.
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los primeros aiio~ guerra, y triplicarlos para que iden· tificaran Ia re\'oluci6n con un comienzo de bienestar. 5610 los grandes patrooos de Ia industria quimica hicieron esfuerzos reales.l As! ocurri6 con todas IllS otras reivindicaciones de la cJase obrera; •en cuanto a Ins o£hg.J:lQras, casisiempre hubo que arrancarlas. De hecho, tras haber esperado vanamente una respues~a de la patronnI, lQL!!ab~£9~antaron pOl' ..tJit:r:u cu.enJ;a las cuarenta horas. E!..!ru2\d:mie.nJ!LSe 'g
3. Despacbo 4. V.
CUl!RN'!)V, 01'.
dt., 123,
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217
L:\ REVO~UCI6N Df:.
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1917
Por. ejempIo, en Petrogrado Ia sodedad de indt1striales y fa bricantes estimaba que, comparados can los de 1916, los sa larios habran sido aumentados un 83 por ciento en las indus· trias de transfonnacion, un 163 par ciento en Iametalurgia, un 126 por dento en el cuero y un 200 por ciento en las industrias quimicas.s Sin embargo, estas cifrus eran puestas en tela de juicio.)" ademas, fl1era de In capital se estaba muy Jejos de esto. De.sE~.$Uiempo ~eIJ!Iim~rJQbier.no.,PtQ.visiO:091,_Ja pa tr()J!llLs619..!!~ia respoI,!gJ
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. "Los trabajadores. que hasta cste dia aceptaban trabajar m{,s de cuarenta horas, sc niegan ahora a hacerlo. Scrfa deseable no 5'010 DO legalizar las ocho horas, sino, por el contrario, e;'\j!,'ir que esta demanda efectivamente llevada a la practica sell sustituida por otra que establezca una jornada laboral mas prolongada," 6
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El nSl1ntoera grave en un momento en que las difict,Uudcs
S. CGAORSSSR, 3, I, 32-1, 144. 6. Doc. Ker., op. Cil" 35, II, p. 717. 7. Ek. Pot., op. cit., 24. I, pp. 404405.
de aprovlsionamicnto privaban a las fabric as de su abasteci micnto normal de combustiple 0 de otras materias primas indispensables. Enlonces, ,s610 se pagaria a los obrcros cuan do una fabrica f1lucionase normalmente? La Union de los In· dustrialcs de Moscu pedia al gobierno una ayuda material; perc habfa yn otros industriales que consideraban que en esas condiciones era imposible seguir trabajando. Algunas f;ibricas cerraron sus puertas. Las h~~!g~~~ 1:f::£!:U~e.~i~!1.