Espectáculos
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Lunes 2 de abril de 2007
Tendencia: el teatro off también ríe y hace reír
Cuatro caras del humor independiente Continuación de la Pág. 1, Col. 2
FOTOS SILVANA COLOMBO
Eugenia Guerty es una de las protagonistas de No me dejes así, uno de los éxitos del off, que ya va por su tercera temporada, y personificó hasta hace algunas semanas a una bruja torpe en la serie televisiva Hechizada. Noralih Gago –también desde hace tres temporadas– es la animadora del varieté El 3340, con humos de cabaret, donde personifica a Concha del Río, una diva en franca caída. Marcelo Mazzarello trabaja junto a Carlos Belloso, Pablo Cedrón y Ernesto Claudio en Jamel y participa asiduamente en cine y televisión. Entretanto, Omar Calicchio es una reconocida figura del musical criollo, pero desde hace muchos años pisa fuerte en el circuito alternativo con sus shows y obras teatrales como Ronda devolución, que hizo el año último, y Best Seller, que estrenó hace algunas semanas. Antes que nada hay que aclarar que son actores, no “cuentachistes”, sin desmerecer aquellos que hacen esto último. Todos ellos hacen humor desde el teatro. A su modo y en su estilo, con dramaturgias interesantes o creaciones en conjunto elaboradas. Eso es lo que tienen en común: una seriedad por lo que hacen, un respeto por el espectador y la finalidad de hacer buen teatro. “Cada uno de nosotros sabe muy bien qué línea o qué tecla toca y dónde se siente más cómodo. Al menos yo reconozco un poco mi humor o lo voy descubriendo. Soy una creyente de que el humor lo da la situación y no el chiste. Y eso sucede cuando te juntás con gente inteligente y no hace falta que alguno tenga su línea de chistes”, dispara Noralih Gago, quien tiene la labor de coordinar un espectáculo que varía todas las semanas, con diferentes artistas (entre los cuales estuvo también Guerty). “Estoy de acuerdo, porque el chiste es convocado por la situación. Y ahí uno cae en el tema de los estilos. En No me dejes así, que para mí es como la evolución de lo comediantes que somos, había momentos en que surgían cosas de trazo grueso que ya habíamos hecho alguna vez. Entonces, Enrique Federman (el director) nos condujo hacia lugares que no había-
Quién es quién
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Omar Calicchio
En teatro hizo Drácula, Stan & Oliver, Smoke, Suspiros de monja, Salpicón, Hotel Oasis, Too Much, Yo que tú me enamoraba, El jorobado de París, El hombre de La Mancha, Víctor Victoria. En televisión: Chiquititas y Máximo Corazón.
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Noralih Gago
En teatro hizo Fotos de infancia, Solita para todo, Muñekotes, Shakespiriando, La lista completa, Aerolíneas del humor, Facciamo l’humore. En cine: La suerte está echada. En televisión: La cueva del chancho, El show de la tarde, Peor es nada, Trillizos, Hechizada.
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Eugenia Guerty
En teatro hizo La varieté del CC, La última, Teatro en picada, Llorando me dormí, P’ asado carnal, Berbericho mío. En televisión: Culpables, Campeones, Chabonas, Gasoleros, Hechizada. En cine participó en ¡Ratas!
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Marcelo Mazzarello
En teatro: ¿Quién son vo!, Sexo, mentiras y dinero, Los locos de la reina, Saratoga box y El pan de la locura. Cine: La suerte está echada, Pretendiendo, La demolición, Felicidades. TV: Lo mío es tuyo, Naranja y media, Muñeca brava, Buenos vecinos y Sos mi vida.
PARA AGENDAR
PARA AGENDAR
PARA AGENDAR
PARA AGENDAR
■ Best Seller, unipersonal con toques de cabaret.
■ El 3340, humos de cabaret con el color del varieté.
■ No me dejes así, el stand up en clave local.
■ Jamel, obra humorística con Marcelo Mazzarello y elenco.
Molière, Balcarce 682. Los sábados, a las 23.
mos explorado. La obra en sí misma es una situación”, agrega Guerty. Basta escucharlos así, en la intimidad, como para advertir sus improntas que resultan difíciles de disociar de sus personalidades. Los cuatro son pícaros, pero muy inteligentes y conocedores del arte que no se cansan de explorar. Y sus estilos también están relacionados con los gustos. Por ejemplo, Omar Calicchio es uno de los mejores exponentes del humor musical. “En este espectáculo hago muchos personajes y canto canciones escritas para mí y otras reescritas por mí. Menos escupir fuego, hago todo. Me gusta la línea del varieté y del musical, y no quiero escapar de eso. Lo musical puede divertir y trato de desarmar
Anfitrión, Venezuela 3340. Los miércoles a las 21.
ciertas cosas que tienen que ver con la machietta de lo almidonado que todos creen que es el género”, explica Calicchio, quien también trabaja en Víctor Victoria.
Solos o acompañados Aunque en El 3340 hay muchos artistas, Noralih Gago hace sus apariciones sola con el público. Calicchio también está ahí, sobre el escenario del Molière, solito su alma, con un pianista que lo acompaña. Y Guerty trabaja con compañeros expertos (Néstor Caniglia, César Bordón y Claudio Martínez Vel), aunque también transitó escenarios en solitario. Mazzarello prefiere combinar humores y arribar a algo interesante. “¡Hacete algo
Teatro del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943. Sábados, a las 21.
solo y ponete un asistente, guacho!”, le dispara Guerty. “No es lo mismo un muñeco y un banquito. Si no encuentro a personas con un código común para divertirme, no puedo. Prefiero investigar algo en grupo para encontrar cosas nuevas y profundizar un camino en común. Con los muchachos sentimos que tenemos un lenguaje compartido, pero cada uno tiene su propia identidad”, explica. “Los que estamos acá estamos acostumbrados a trabajar mucho nuestro material. Me cuesta meterme en una obra ya hecha. Le dedico tiempo a lo mío. Tal vez un unipersonal parezca difícil, pero me divierto con eso y desarrollo mi imaginario”, agrega Guerty.
Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Viernes y sábados, a las 21.30
Cada comentario no puede evitar ser salpicado de bromas o ironías. Sutiles, hasta agudas, pero con un indisimulado respeto por el compañero. A juzgar por esas actitudes, uno puede intuir de algún modo cómo pueden llegar a ser sus procesos de trabajo. “Es condición admirar al otro y que te cause gracia”, dice Noralih. “Bueno, hay excepciones, che”, le agrega Guerty. “Con un buen compañero surgen siempre cosas nuevas. A mí me divierte mucho Dan Breitman, con quien hacemos algunos shows, y de pronto, me descubro hablando con él una hora después del show... pero frente al público”, confiesa Calicchio. “Tenés que reírte de las mismas cosas, tener guiños y complicidad, si no, no se puede. Por ejemplo, no podría hacer un musical. Se reirían
de mí, pero por lo malo”, dice Mazzarello. “Porque no seguiste el curso”, le retruca Calicchio, aclarando que, juntos, hicieron hace mucho un curso de comedia musical. “No prosperé, che”, dispara Mazzarello con cara de desahuciado.
Los modos del humor Jamel y No me dejes así no son obras donde el público pueda participar. Tampoco lo es Best Seller, aunque Calicchio está acostumbrado a trabajar en varieté y café concert. “Me doy cuenta de cuál es mi estilo por la devolución de la gente. «Es muy tuyo», te dicen. Básicamente todos los que estamos en el humor trabajamos mucho con la observación y la mezcla de personajes que uno ve. Mi humor es bastante ingenuo y no necesito de la puteada”, afirma Gago, con una risa muy distinta de la de su personaje de la obra. “Por ejemplo, ahora que me vine grande, me interesan los temas de mujeres. Y antes, ni a ganchos. Me causa gracia hablar de que se te cae el culo o de qué te pasa con los tipos o por qué estás sola”, agrega Guerty. “Es una de humor, pero de humor inteligente, eh...” Frase que uno escucha habitualmente de teatristas cuando recomiendan una obra de este tipo, como con miedo a que el humor teatral sea asociado con lo que reflejan algunas obras que llevan al frente a cómicos y personajes masivos. Javier Daulte, Rafael Spregelburd, Daniel Veronese, Bernardo Cappa, José María Muscari y tantos exponentes del teatro independiente demuestran que la palabra “entretener” no es un cuco. “Se refieren a obras donde no tienen que explicarte a dónde va la risa”, justifica Gago. “De todos modos, he visto a Jorge Corona y lloré de la risa”, dice Mazzarello. “Es su estilo y hay un público al que le gusta eso. Yo no sabría hacerlo”, agrega Calicchio. “Igual, ponerse en el lugar de la inteligencia para el humor me resulta pedante. Hay gente pretenciosa. Uno puede también hacer un chiste tonto y que esté bueno. Capusotto y Alberti están en un teatro comercial, pero lo que hacen podría estar en cualquier sala chica”, opina Mazzarello. Sí, hacen humor inteligente.
Artaud es el mejor disco de rock local Según la revista Rolling Stone
El carismático protagonista, Julian Bouchard, es lo mejor de esta puesta
Un opaco y deslucido país de Nunca Jamás Regular
✩✩ Peter Pan. Por Holiday On Ice. Dirección creativa y coreografía: Robin Cousins, MBE. Con: Julian Bouchard, Natalie Cunningham, Carla Word y Trevor Buttenham, entre otros. Dirección musical: Maurice Luttikhuis. Escenografía y vestuario: David Shields. Diseño de sonido: Leo van Den Boogaard. Hasta el 8 de este mes, en Costa Salguero. Entradas, de $ 30 a 150. Duración: 90 minutos, con intervalo.
Peter Pan, el nuevo espectáculo que Holiday On Ice trajo a Buenos Aires tiene varios problemas y el más grave, en términos generales, es que es aburrido. Con la promoción centrada en la acción, la diversión, la originalidad y los efectos especiales, no se puede esperar menos que todo eso suba, en patines, al helado escenario montado en Costa Salguero para poder disfrutar de una historia por muchos conocida, pero no por eso menos entrañable. Y ahí precisamente está el problema: Peter Pan on ice es pobre en acción, diversión, originalidad y, sobre todo, en efectos especiales. Sorprende la escueta escenografía que resulta apenas una pincelada demasiado esquemática de los distintos espacios donde transcurre la acción. Muchas pinceladas hay en este Peter Pan, comenzando por la historia, que se cuenta a grandes rasgos, simplificando al extremo los conflictos y los nudos de la historia con la ayuda de una narradora en off. Por suerte está Peter Pan, inter-
pretado con carisma y gran destreza física por Julian Bouchard, quien le da energía y color a un todo que, en general, es opaco y deslucido. Sólo él logra atrapar las miradas con su buen manejo escénico y con gestos de complicidad que llegan a la gente con algo de naturalidad. Por momentos, parecería que los números grupales –como el de las calaveras o el de las sirenas– pueden agregar algo de adrenalina, de humor o de emoción, pero se quedan en la intención. Algunos hallazgos de iluminación no logran imponer la fuerza necesaria como para atraer la atención de los espectadores en forma sostenida. En cuanto a la música, salvo por un par de temas que contagian ciertas ganas de movimiento en la platea, le falta fuerza, entraña, emoción. Si bien no se puede dejar de señalar que los intérpretes, tanto principales como secundarios, son muy buenos patinadores –detalle para nada menor, que despierta uno que otro aplauso espontáneo–, a muchos de ellos les falta creerse el personaje, lo que los vuelve tan fríos y distantes como el hielo sobre el que patinan, característica que no les permite llegar al público y comunicarse entre ellos en escena. Y en esto no ayudan las traducciones ni las voces grabadas; detalles todos que no se notarían si el espectador estuviera anonadado por los brillos y las luces de una gran puesta, que suele ser la gran promesa de este tipo de shows.
Verónica Pagés
Aniversario sobre aniversario. Para festejar los 40 años del rock argentino y los 9 de su edición local, la revista Rolling Stone saldrá mañana a los quioscos con una edición doble. Así, a la publicación habitual se sumará un especial de colección: “Los 100 mejores discos del rock nacional”. Se trata de una gran encuesta, confeccionada con el voto de 180 personas relacionas con el género, entre músicos, periodistas, fotógrafos y productores. El primer lugar lo ocupa Artaud, aquel disco de 1973 y tapa irregular de Luis Alberto Spinetta (aunque, por asuntos contractuales, salió bajo el nombre
de Pescado Rabioso); a éste lo siguen Clics Modernos de Charly García; Manal, el primer trabajo del trío de Javier Martínez, Claudio Gabis y Alejandro Medina; Octubre, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Divididos por la felicidad, de Sumo. Los cien álbumes están acompañados de un comentario a cargo de periodistas (salvo el caso de Clics..., en el que escribió el propio García). Entre los músicos que participaron están Gustavo Cerati, el Indio Solari, Andrés Calamaro, Adrián Dárgelos, Skay Beilinson, Fito Páez, Germán Daffunchio, Gustavo Santaolalla, Vicentico, Litto Nebbia y Andrés Ciro. Sus opiniones, y el resultado general, sirven para repasar lo fructífero de estas cuatro décadas.
SOLEDAD AZNAREZ
Los cuatro carilindos cantantes enfervorizaron sólo a sus muchas fanáticas
Il Divo y su música para ver Regular
✩✩ Recital de Il Divo. Con Carlos Marín (barítono), David Miller, Sebastien Izambard y Urs Buhler (tenores), grupo de piano, teclados, bajo, guitarras y batería, y orquesta de cuerdas de vientos. El viernes, en el Estadio Luna Park.
¿Los Nocheros ahora cantan en inglés, francés e italiano? No (todavía). Anteayer, en el Luna Park, no era el turno de los salteños Mario, Kike, Rubén y Alvaro sino de otro cuarteto mucho más famoso (por ahora). Los cantantes de Il Divo fueron quienes llegaron hasta ese escenario el último viernes para repasar las canciones grabadas en sus álbumes. Cuatro intérpretes carilindos elegidos por casting que, inicialmente, se metieron en el mercado del crossover de la música clásica y la popular. Es decir: voces de la lírica (aunque aquí no suenen tan colocadas para la interpretación de ópera o lieder, por ejemplo) dedicadas al repertorio popular internacional, provisto de temas que en distintos momentos fueron grandes éxitos. Los muchachos no cantan nada mal aunque tampoco se puede decir que son los mejores. En cuanto a imagen, hay que calificarlos como muy buenos. Son galanes de cuatro países (Carlos Marín, de España; David Miller, de Estados Unidos; Sabastien Izambard, de Francia, y Urs Buhler, de Suiza) que marcan un estilo basado en ese look más ligado al haute couture que al prêt-à-porter. Hace menos de un lustro que entraron con éxito al mercado de la música. Llevan vendidos 15 millones de discos y el último año interpretaron el tema
oficial del mundial de fútbol junto a la cantante Toni Braxton. En el primer show en la Argentina, el español del grupo fue quien llevó la delantera. Aunque todos hablan varios idiomas (incluido el castellano) y se esfuerzan por llegar a su público con la mayor claridad posible, Carlos, el de eterna sonrisa y peinado de protagonista de publicidad de Martini, se ganó los suspiros de la platea muy rápidamente con su estampa de sex symbol latino. Fue así que terminó siendo el favorito de la audiencia. Tan importante fue la respuesta del público que esa imperturbable y estudiada figura se sacó el almidón por un instante cuando, tras tantas ovaciones, al final del show largó un “Aunque quede un poco grosero: ¡Sois la hostia!”. En ese momento no moderó el entusiasmo y ni el agradecimiento. La música de Il Divo entró por los ojos. Y quien opine lo contrario debería imaginarse a ese cuarteto vocal integrado por cuatro jóvenes o señores que no se ajusten a lo que la sociedad actual pueda considerar como atractivo o bello. Si fuera así, otra sería la repercusión del grupo. Pero Il Divo es lo que aquí se ve. Para las señoritas y señoras de entre 20 y 65 años, que fueron mayoría en el Luna Park, además de cantantes son tremendos galanes capaces de seducirlas durante casi dos horas de show. Se puede pensar, entonces, que por el efecto causado en ese segmento de público, Il Divo ofrece un muy buen show. Claro que detrás del entretenimiento existe una pretensión artística. O debería existir. Porque lo que diferencia a este tipo de expresiones
de otra clase de entretenimiento (los espectáculos deportivos, por ejemplo) es, justamente, el fin artístico. Y la verdad que a Il Divo no le vendría mal buscar la manera de superar todos esos estándares que cumplen con los requisitos básicos del entretenimiento. El problema no es que ni siquiera se tomen la molestia de traer una escenografía para no utilizar un sobrio y aburrido telón negro de fondo. Podrían al menos elegir un repertorio más amplio o una manera de interpretar con algunas variantes. Si bien toman de aquí y de allá (“La vida sin amor”, “All By Myself ”, “Every Time I Look at You”, “Passera” o “My Way”, “Nella Fantasia”), hacen versiones que adquieren la forma de una sola y somnífera balada de casi dos horas. Además, los arreglos vocales no son arriesgados ni novedosos. Y cuando las cuatro voces intentan deslumbrar en finales con todo el caudal de gargantas, el empaste no es el más agradable por el choque de vibratos (en las grabaciones, afortunadamente, no es tan evidente). El acompañamiento musical tampoco sale de los cánones habituales. Así se desarrolla un cancionero que ya es familiar para gran parte de las asistentes a los conciertos de esta gira. En su primera presentación en Buenos Aires, antes de los bises, el norteamericano Miller tuvo la mejor voluntad para los saludos. Lamentablemente no le salieron como estaban previstos. “Ahora es el momento de despertirnos”, dijo. En vez de: despedirnos... ¿O habrá querido decir despertarnos?
Mauro Apicella