Claves para navegar con viento en popa

MSC Sinfonía, un gigante de 250 metros de largo, con todo incluido, hasta escalas en las mejores playas. Por Andrea Ventura. Enviada especial tá en popa ...
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Turismo

En crucero

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De Buenos Aires a Río de Janeiro Ocho días a bordo del MSC Sinfonía, un gigante de 250 metros de largo, con todo incluido, hasta escalas en las mejores playas

Por Andrea Ventura Enviada especial A BORDO DEL MSC SINFONIA.– Aunque parezca una paradoja, éste es un gran viaje en el que no se viaja o, mejor dicho, en el que ni se siente el viaje. Son ocho días de buena vida y plácida navegación, de gastronomía gourmet, habitaciones cinco estrellas y las mejores playas de Brasil. En esta época salir de vacaciones resulta más un trabajo que un placer y los traslados muchas veces se padecen. Con caravanas interminables en las rutas que van a la costa, aeropuertos y terminales de ómnibus superpobladas, demoras a veces más largas que el viaje en sí y rutas cortadas, los viajeros, cansados, desearían poder tomarse vacaciones de las vacaciones. Pero estas contingencias se evaporan cuando se decide tomar un crucero que sale desde el puerto de Buenos Aires. Desconocida para muchos, incluso

para algunos taxistas que preguntan asombrados: ¿Adónde?, atrás de Retiro, oculta entre los árboles de la avenida Castillo, la terminal Benito Quinquela Martín recibe durante la temporada de verano grandes cruceros, que realizan diferentes itinerarios por el Sur y Brasil, entre ellos el MSC Sinfonía, de porte blanco y estilo italiano. Allí todo resulta más sencillo de lo esperado: se deja la valija con el número de habitación en la entrada del puerto, ni bien se baja del taxi. Por primera vez uno puede armar el equipaje sin temor al exceso de peso de los aviones o comprar regalos a gusto y placer. Luego los trámites migratorios, como en Ezeiza, y ahí nomás, sin más preliminares, empiezan las ansiadas vacaciones. Primero a la cabina (las habitaciones) y después, como todo el mundo, a recorrer este inmenso crucero de 12 puentes (pisos), 250 metros de largo y capacidad para 2200 pasajeros. Al principio cuesta orientarse y no ir a la proa cuando se busca el restaurante que es-

tá en popa, pero después de unos días uno ya se siente como pez en el agua en esta pequeña ciudad flotante. El MSC Sinfonía, de MSC Cruceros, llega esta temporada por primera vez a la Argentina y desde Buenos Aires, como puerto de partida y llegada, realiza salidas circulares durante el verano hacia Río de Janeiro, Buzios, Ilhabela, Santos y Punta del Este.

La luna y el viento A la 1 de la mañana empieza la travesía. El Sinfonía lentamente deja el puerto, con la ciudad iluminada. Buenos Aires se ve distinta, imponente, con los edificios de la zona de Retiro, los yates y Puerto Madero en primer plano. El viento del Río de la Plata se hace sentir, pero los pasajeros, con mayoría de argentinos y brasileños, siguen inmóviles en la cubierta superior. Cuando la oscuridad de la noche se impone y el saquito ya no ataja el viento, adentro espera la disco para seguir... o a la habitación para descansar.

Los próximos dos días serán de navegación, sin escalas, hasta llegar a Ilhabela. El que toma un crucero lo sabe: en los destinos se está poco tiempo, una tarde, una mañana o 10 horas en el mejor de los casos. Parece poco para ciudades como Río de Janeiro, pero la comodidad inclina la balanza a su favor. No armar ni desarmar las valijas durante 8 o 9 noches, cambiar de ciudad de un día para el otro y viajar sin temor a robos es la recompensa. Además, en los destinos el tiempo es neto, sin traslados a hoteles, check in, check out y movimiento de valijas. Del barco, en las escalas, se baja con el traje de baño, un short, una remera y la mochila, listos para disfrutar. Todo el equipaje queda arriba, bien seguro. Entre los cruceristas rápidamente

Domingo 14 de enero de 2007

se nota quiénes son los habitués, los que varias veces han viajado en crucero y se las saben todas. Los que consiguen la toalla en la reposera antes que nadie, y saben de horarios y costumbres de a bordo. Rodolfo Pignatelli es uno de ellos y va camino al récord. Hizo 26 viajes en crucero y piensa seguir. “El primero fue en 1973, a la Antártida, y ahí le agarré la manía, después fui al Caribe, a Europa, hice el transatlántico y éste varias veces. Ahora no tomo vacaciones si no es en crucero”, comenta cómodamente instalado en un sillón de uno de los bares. “Acá tengo todo, durante todo el día, que más puedo pedir y más con la comodidad de embarcar en Buenos Aires, que no tiene precio.” Por supuesto que hay principiantes, como Eleonora y Milton Murga. Habían viajado en barco a Punta del Este la noche de bodas, pero de eso ya pasaron 40 años. “La idea se le ocurrió a mi mujer, que es la que organiza los viajes y nos gusta mucho”, dice Mil-

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ton. “La próxima vamos por uno más largo, a Europa o las islas griegas,” agrega Eleonora, mientras disfrutan de un suculento desayuno.

Modelo para armar Cada uno, experimentado o novato, arma su modelo de viaje perfecto. Los que quieren el desayuno en la cama sólo tienen que dejar el cartelito de room service en la puerta la noche anterior. Sino hay dos opciones: buffet en la Terraza o a la carta en el restaurante Il Galeone, igual que para el almuerzo. Gimnasio, una gran cubierta con dos piletas y reposeras, juegos para chicos, minigolf, negocios libres de impuestos, bares, casino. A la noche, espectáculo en el teatro. Todo a disposición. La primera escala es en Ilhabela. Como no hay puerto, el descenso es como un paseo. El barco fondea lejos del muelle de madera de la isla y el traslado se hace en lanchas. Hay tiempo para una tarde de mar.

Al otro día, el plato fuerte: Río de Janeiro. El barco llega a la mañana y se queda hasta media tarde. Las playas de Copacabana, el Corcovado, el Pan de Azúcar. Después la escala de una mañana en Santos, con el tiempo justo para ir hasta Guarujá o a las playas en las que Pelé practicaba sus gambetas, que son amplias, más o menos como una cancha de fútbol. Un día entero más de navegación y finalmente la parada en Punta del Este, también en lanchas, que dejan en el puerto de yates. Caminata por Gorlero, compras y un poco de playa en la Mansa o la Brava antes de volver al barco para disfrutar de la última noche de navegación. A la mañana siguiente, en el puerto de Buenos Aires, los pasajeros se despiden, ya a esta altura todos se conocen con todos. Algunos seguramente no concebirán viajar si no es en crucero, como el hombre de los 26 viajes, que ya tiene pasajes para la salida de fin de mes.

Asunción

CHILE

Océano Pacífico

PARAGUAY

Santiago

BRASIL Ilhabela Santos

Río de Janeiro

Océano Atlántico

ARGENTINA URUGUAY Punta Montevideo del Este Buenos Aires

El MSC Sinfonía entra en el puerto de Buenos Aires, después de recorrer las playas de Ilhabela, Santos, Río de Janeiro y Punta del Este FOTOS ANIBAL GRECO

Reposeras y piletas para chapuzones en alta mar

Claves para navegar con viento en popa El primer viaje en crucero despierta curiosidad y algunas preguntas sobre la vida a bordo, la comida, la vestimenta, los destinos. Hace muchos años, estos viajes eran mucho más selectos y requerían vestimenta acorde. Ahora todo se simplificó. Sólo hay dos noches de gala (vestido largo para las mujeres, y saco y corbata para los hombres) y el resto son informales. Todas las mañanas llega a la habitación una suerte de diario del día que informa sobre las actividades programadas, la hora en que se debe regresar al barco en las escalas y el tipo de vestimenta para la noche. Conviene darle una leída para no perderse nada y estar atento a los horarios de regreso, porque el barco no espera a los pasajeros impuntuales. La vida a bordo es libre, pero tiene algunas reglas. No se usa dinero para pagar las bebidas o las compras en las tiendas, sino la tarjeta con la que se ingresa en la habitación, que nos identifica (también es obligación llevarla en las escalas). Hay dos turnos para cenar, que hay que respetar, y límite de horario para desayunar y almorzar. En el embarque se le asigna a los pasajeros un turno para cenar (hay dos: 19.30 y 21.45). Siempre se respeta el mismo, igual que el número de mesa. El menú es de cinco pasos. Lo mejor es pedir todo, porque las porciones son chicas, para poder llegar hasta el postre.

En tierra cada uno hace lo que quiere. El crucero ofrece sus propias excursiones, que rondan entre 20 y 38 dólares por persona. Tienen todo organizado para que rinda más el tiempo. Pero uno puede bajar, caminar, tomar un taxi o el colectivo. Sólo hay que estar atento al horario de regreso. Otro tema para tener en cuenta es el de las comunicaciones. En alta mar no hay señal en los celulares y el teléfono satelital del barco es caro (cuesta 5 dólares por minuto). También hay Internet a bordo.

DATOS UTILES SALIDAS Y TARIFAS

Hasta el 28 de febrero, el MSC Sinfonía realiza salidas de 8 y 9 noches desde el puerto de Buenos Aires. Las escalas son en Ilhabela, Río de Janeiro, Santos y Punta del Este. Los de 9 noches suman una escala en Buzios. Salidas de 8 noches: 3 de febrero, 11 de febrero y 28 de marzo. Tarifas desde 1106 dólares por persona con tasas incluidas para la cabina interna más económica. Las suites con balcón rondan los 1700 dólares. Salidas de 9 noches: 25 de enero y 19 de febrero. Tarifas desde 1300 dólares por persona en cabinas internas, hasta las suites, de 1900. Hay promociones de tercer pasajero gratis en la misma cabina en las suites y descuentos del 5 por ciento para pasajeros frecuentes. INFORMES

MSC Cruceros, 5256-3700; [email protected] EN INTERNET

www.msccruceros.com.ar OTRAS OPCIONES

Casino, con ruleta y black jack

Varias cubiertas para pasear

Desde el puerto de Buenos Aires, hasta el 1º de abril, además de las salidas del MSC Sinfonía hay otras opciones para tomar un crucero. Costa Cruceros ofrece salidas en el Costa Romántica, de 8 y 9 noches y un recorrido similar. El Soaborn Pride y el Sea Dream I, dos pequeños y exclusivos barcos tiene salidas de 7 y 9 noches a Brasil. El Infinity de Celebrity realiza salidas por la Patagonia y también para Carnaval a Brasil. El Norwegian Crown, el Golden Princess y el Rotterdam van hasta Valparaíso.