Turismo
Domingo 18 de julio de 2010
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Por José María Curá
Salta
Compañeros de ruta
Europa Estoy programando un viaje para mediados de 2011 a Europa del este (Praga, Viena, Budapest), y continuar luego recorriendo la Toscana en auto. Busco amigos/as para ambos tramos, sobre todo para el segundo. Indispensable muy buena onda. Mails a
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Turistas argentinos: lo mejor y lo peor Toda la razón del mundo, más de una vez crucé de vereda o aceleré el paso al escuchar conversaciones a los gritos de mis compatriotas, o al ver “avivadas” de ellos que, en verdad,
Iruya, en noche de luna llena Hacia allá fuimos, tras misteriosos paisajes que en tierra salteña esconden las sierras de Santa Victoria, a los que, curiosamente, se llega partiendo desde la provincia de Jujuy. Luego de pasar Humahuaca, unos 26 km hacia el Norte sobre la ruta 9, se abre sobre la derecha el camino a Iruya, con sus pueblos aledaños, Colanzulí, San Isidro, Chiyayoc, Rodeo Colorado y Volcán Higueras, territorios que en su conjunto forman parte de lo que fuera el Marquesado de Yavi durante la colonia. Desde el mismo inicio de una travesía de cerca de 60 km se presiente la emocionante sensación de trepar despaciosamente hasta los 4000 metros sobre el nivel del mar. A poco de iniciado el recorrido se cruza el pueblo de Iturbe, antigua estación del Ferrocarril Belgrano, detenido en el tiempo, acaso aguardando la llegada de ese tren que, alguna vez, supo alegrar la vida a su gente. De allí en más, todavía en la dulce tierra jujeña, subir hacia el cielo azul de un paisaje que poco a poco va despojándose del verdor para dar paso a los colores que anticipan el inicio de la Puna. Alcanzar aquellas alturas coloca al viajero en uno de los puntos fundamentales del recorrido, el Abra del Cóndor. Es detenerse, asomarse a la inmensidad, pararse ante esa apacheta que manos indias allí construyeron, donde se dejan las ofrendas y se pide se aparten las desgracias del camino, y salud para seguir viaje. A partir de allí se inicia el descenso. El valle se abre y parece nunca acabar, rodeados de formidables formaciones montañosas. El alma de Iruya comienza a asomar, como guardada al abrigo de la madre tierra, de la que alguna vez bien dijera el poeta Jaime Dávalos, El Nombrador, vamos para
LA NACION/Página 15
me avergozaban. Muy pocas fueron las oportunidades en que me alegré de cruzarme con argentinos en algún lugar del mundo... ¿Será la imagen del “espejo roto”? ¡Ups! Estamos en un lío ¿no ? ¿Qué embajadoresturistas argentinos tenemos? l_clarat2001 Coincido totalmente con la mirada respecto al comportamiento de los turistas argentinos en el exterior. Personalmete me causa rechazo...Debe ser que “el espejo devuelve una imagen que no nos gusta demasiado”. cesar_vet ¡Es verdad! Una vez me fui a un lugar perdido en el mundo y me encontré con una pareja insoportable que vivía en mi edificio.. Y para colmo de males, me dijeron: “¿Y vos qué hacés acá”? ¡Como si los únicos con derecho a viajar fueran ellos! bulgara
¡NO SE P I E R DA N ! Iruya, que el río ha’i querer atajarnos luego, si llega a crecer. Llegar, trepar sus empinadas calles de piedra, transitar un pueblo singular del altiplano enclavado entre altos cerros contra la quebrada de río Iruya. Su iglesia de San Roque y Nuestra Señora del Rosario, fundada en 1753, testimonia la fe de su pueblo. Hallar sus habitantes, cual cordiales anfitriones del forastero, invita a recorrerla, a descubrirla. Los mismos, que en extensas terrazas y en forma manual, cultivan la papa andina, porotos, habas, maíz, alfalfa, cebada, cebadilla, como forraje para sus animales durante el invierno. Y si hasta allí Iruya nos había mostrado, generosa, la majestuosidad de su paisaje, la amabilidad de su gente y la frescura de su río bajando presuroso hacia Orán, la noche nos aguardaba con el incomparable esplendor
Sudeste asiático Estoy armando un viaje a Vietnam, Camboya y Tailandia para diciembre y enero. Aquellas personas interesadas, ya sea para integrarse o también para compartir experiencias, escribir a
[email protected] Muchas gracias, Carlos
de su luna llena de junio. Así asomó para iluminar la ruta sonora de nuestras almas viajeras, hacedora de un sueño trasnochado que va por esos seis rumbos que hay en la guitarra, para decirnos que un día nos vimos, nos entendimos y nos quisimos con toda el alma. En la mañana partimos, llevando en nuestros ojos el asombro y la emoción del paisaje. Comenzamos a dejarla al abrigo de esas nubes que sólo permitían asomar los picos de los cerros cercanos, cual cobijo del ensueño que Iruya, en una noche de luna llena, quiso a sus visitantes regalar. ¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 3000 caracteres con espacios).
Brasil Preparo un viaje económico, sin lujos, al norte de Brasil, Fortaleza y sus playas, para agosto de 2010. Busco compañeros mayores de 60 años que estén interesados en hacerlo, para abaratar costos y estar acompañados. Escribir a
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A solas en el Monte St. Michel Desde que vi hace muchos años por primera vez una foto del monte Saint Michel en alguna enciclopedia me propuse visitarla alguna vez, cosa que hice en el mes de mayo pasado. No me arrepentí: junto con la comodidad de llegar hasta ahí combinando tren+bus perfectamente coordinados (aunque carísimos), lo más recomendable es quedarse una noche para ver el amanecer del día siguiente, cosa que yo no hice porque no sabía que había hoteles dentro de las murallas. Es una excursión de un día completo que requiere bastante estado físico para trepar las callecitas empinadas y las interminables escaleras de piedra, pero también hay muchos restaurantes y bares para reponerse. Una experiencia inolvidable por ser un lugar tan único. rmalagueno
Por Daniel Poggi Liberman
Los mochicas, hedonistas cotidianos Trabajé en Perú por tres años. Aproveché mi estadía y visité Machu Picchu, la ciudadela perdida de los incas, nunca encontrada por los conquistadores. Fue descubierta por el arqueólogo, aventurero y político gringo Hiram Bingham. Deslumbra desde donde se la mire. Pero este país hermoso tiene otras civilizaciones precolombinas tan desarrolladas culturalmente como la incaica. Me refiero a la mochica, que ocupó la costa centro norte del Perú, unos mil años, hasta el 700 de nuestra era. Para conocerla, en mayo hice otra visita a Lima. Fui al museo Larco Herrera, en Pueblo Libre, un barrio sin ningún otro atractivo turístico, donde está la señorial, blanca y aristocrática casona hacienda que alberga el museo. Los Larco Hoyle y Larco Herrera, padre e hijo, arqueólogos peruanos, desenterraron durante sus vidas una cantidad espectacular de cerámica multicolor. Los mochicas, además de ser geniales ingenieros hidráulicos de riego, expertos orfebres con la plata y el oro y crueles decapitadores con los enemigos tomados prisioneros, por sobre todo eran adoradores del sexo. Hedonistas cotidianos, dejaron constancia de ello.
La frutilla del postre de la visita es la sala erótica, con coloridas cerámicas de unos 2000 años, en perfecto estado de conservación. Para estos indios el sexo ocupaba
el más importante momento del día, y después usaban su representación como vajilla familiar. Nuestra América profunda y sus pueblos originarios nos dejaron una cultura irrepetible.
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