Caribe en primera persona

6 may. 2012 - Granadinas, que son ocho. La llamada isla de las especias (en su tierra se produce canela, jengi- bre, pimienta, café, nuez mosca- da.
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Turismo

Domingo 6 de mayo de 2012

LA NACION/Página 7

[ PARA PRINCIPIANTES ] Pequeñas islas del Caribe GRANADA

Para muchos, Granada apareció en el mapa en 2004 por una mala noticia: el huracán Iván la dejó prácticamente en ruinas. Por suerte lograron mantenerse en pie varias construcciones históricas, y la antigua colonia británica recuperó el esplendor en poco tiempo. Al sur de San Vicente y las Granadinas, la isla llamada propiamente

Granada es la más grande del país, porque después están las pequeñas Granadinas, que son ocho. La llamada isla de las especias (en su tierra se produce canela, jengibre, pimienta, café, nuez moscada...) se asienta sobre un paisaje accidentado de montañas, valles fértiles, lagos, fuentes termales y parques como el Grand Etang National, justo en el cráter de un vol-

cán extinto. El ecoturismo ha crecido mucho en la isla, con alojamientos, de lujo o sencillos, comprometidos con el cuidado del medio ambiente. Ultimamente, la construcción de un gran muelle facilitó la llegada de cruceros al país, con miles de turistas ansiosos por conocer las renombradas playas de la isla, además de sus edificios centenarios.

St Marteen vale por dos

ST. MARTEEN

ARGENTINOS POR EL MUNDO

Granada, isla soñada Eduardo Moroder (remera blanca), en St. Martin

Desde St. Barth, Andrés Huss

Caribe en primera persona SAINT MARTIN TE ATRAPA Eduardo Teddy Moroder vive en Saint Martin hace 19 años. “Vine con los primeros chárteres de Guamatur Argentina, el primer operador que organizó chárteres a la isla. Precisaban un coordinador acá, que hablara inglés y francés, y entonces viajé para pasar tres meses de temporada alta... ¡y me quedé un poquito más! “La isla es pequeña, se le da la vuelta en poco más de dos horas, pero naturalmente nadie hace eso ya que todos paran en cualquiera de las 36 playas, todas públicas, algunas casi desiertas (Long Beach, Plum Bay, Guana Bay), un par con cierta estructura y otras, como la famosa Orient Beach, con infraestructura completa, pero atiborradas de turistas. “También pueden visitar Pic Paradis, el punto más alto de la isla, con hermosas vistas, visitar las ruinas de los fuertes Louis de Marigot y Old Amsterdam, en Philipsburg, cruzar en lancha (son cinco minutos a Pinel, pequeñísima isla desierta que cuenta sólo con dos restaurantes y una playa magnífica); caminar por los senderos de Lotterie Farm, uno de los pocos lugares con vegetación frondosa. “La isla es relativamente seca, no tiene agua potable natural ni vegetación tropical, algo que quizás el turista espere al llegar aquí. Las palmeras son plantadas y sólo hay unas pocas flores salvajes. El agua (cara, a veces es más barata la cerveza) se desaliniza con plantas a tal fin en ambos lados de la isla. La electricidad también se genera en cada lado de la isla: el lado francés tiene 220 voltios y el holandés, 110. Curiosamente, una llamada de un lado al otro, aunque separados por sólo minutos, se considera internacional. “La isla se jacta también de su cocina, y con razón. Hay más de 350 restaurantes, desde cadenas de comida rápida hasta refinados bistrós de gastronomía francesa o italiana (también

está Patagonia, en Simpson Bay). A pesar de ser una isla pequeña tiene suficiente vida nocturna, ya sea en alguno de los doce casinos (todos del lado holandés), en los bares, discotecas o en el famoso Cheri’s Café, con música en vivo.” IMAGINA ST. BARTH Andrés Huss es el executive housekeeper del mítico hotel Eden Rock, en St Barth. “A la isla la llaman el St Tropez del Caribe y es sinónimo de lujo –explica–. En diciembre y enero es fácil ver famosos caminando por las calles sin que la gente los moleste. Schwarzenegger, Rihanna, Beyoncé, Matt Damon, Owen Wilson, los Red Hot Chilli Peppers, son sólo algunos de los que pasaron esta temporada. Después están los magnates con sus mansiones, como Abramovich, Melinchenko o Rockefeller. Este verano estuvo también Marcelo Tinelli. “Si bien es una isla de aproximadamente 8000 habitantes, tiene mucha vida. Hay eventos importantes todo el año, desde el festival de cine hasta el Bucket Race. La isla no tiene casinos ni cine ni tampoco cabarets. Datos para tener en cuenta: la tasa de desempleo es del 0,2%, y el último crimen registrado data de 2002. La gente deja las casas abiertas, los autos también. En los anuncios clasificados encuentras a gente diciendo que encontró un collar de perlas en el puerto o un iPhone. “Argentinos, acá, hay pocos. Más bien somos tres nomás, y uno llegó hace dos meses. Pero integrarse no es difícil. Las personas son amables, la gran mayoría habla inglés y el francés se aprende rápido. En mi caso hace 15 años que me fui de Buenos Aires, viviendo en diferentes partes del mundo, por lo cual la adaptación me pareció fácil. “El Eden Rock fue inaugurado en los años 50 por Remy De Heanen cuando la isla era bastante virgen. En esa

época sólo las celebridades más top podían darse el lujo de venir, entre ellas Greta Garbo y Howard Hughes. En 1995, el Eden Rock pasó a manos de los británicos David & Jane Matthews, que continúan con la misma filosofía. En la villa Rockstar hasta tenemos un estudio de grabación, con la consola original que usó John Lennon cuando hizo la cancion Imagine.” LA COLORIDA CURACAO Entre 2006 y 2008, Andrés Carrillo vivió en la isla de Curaçao, donde trabajó como gerente de Recepción y Reservas en el hotel Kura Hulanda Spa & Casino, “el más lindo de la isla en ese entonces” (después, aclara, se construyeron otros cinco estrellas de cadenas como Radisson o Marriott). “El Kura Hulanda se levantó en una zona que, antes de su construcción, era muy peligrosa. Pero vino este millonario holandés, compró varias casas abandonadas, las refaccionó y las convirtió en lo que serían las habitaciones del hotel. Así, una sección entera de lo que era un barrio marginal fue magníficamente renovada, transformándose en un distrito histórico y una zona de alto valor inmobiliario. “El canal que atraviesa la capital, Willemsted, divide en dos la ciudad. Por un lado está Punda, la parte más comercial y colorida, con sus casas amarillas, rosas, celestes, sus cafecitos y la peatonal antigua, y por otro Otrobanda, una zona más residencial. Tiene su propia moneda; se habla el inglés y el papiamento (mezcla de portugués, español y holandés). Casi todos hablan por lo menos dos idiomas; curiosamente, la población negra habla inglés y también español. En la isla viven muchos holandeses, repartidos básicamente entre familias tradicionales (descendientes de grandes terratenientes), pasantes y también soldados, ya que hay una base militar.”

Es la isla más pequeña del mundo dividida entre dos estados soberanos: Holanda y Francia. Saint MartinSint Maarten (según se pronuncie en francés u holandés) ha sabido explotar bien aquello de dos países, dos vacaciones. Y aunque flamean las dos banderas, es difícil enterarse cuándo se pasa de un territorio a otro. Si se buscan diferencias, se encuentran. Por ejemplo, la parte francesa es más tranquila y menos abarrotada de construcciones que su contraparte holandesa (a los locales también les gusta decir que es más refinada). El lado holandés es famoso por su am-

biente despreocupado y trasnochador. Tiene bares, discotecas, un complejo de cines, casinos (del lado francés están prohibidos) y el Aeropuerto Internacional Princesa Juliana, el tercero con mayor carga en el Caribe (detrás del de San Juan y Punta Cana). Con altas laderas cóncavas, lagunas, salinas y magníficas playas de arena blanca, la isla es el lugar ideal para practicar deportes acuáticos: buceo, windsurf, kitesurf y, sobre todo, vela (las regatas, como la Heineken Regatta, son un clásico de las Antillas). No es sin embargo uno de las mejores destinos si se pretende huir de las multitudes.