AUTOEFICACIA
Lo que es, lo que no es
La autoeficacia*
significa creer en la propia capacidad para llevar a cabo la acción o conducta necesaria para lograr un resultado deseado − sin importar la capacidad real de la persona. Los programas de prevención a menudo buscan aumentar la autoeficacia de un cliente porque el cambio de conducta depende primero que nada de su convicción de que el cambio es posible. En otras palabras, los clientes que creen que es cierto que pueden actuar de otra manera, tal como por ejemplo, usar condones y disminuir el número de parejas sexuales para reducir el riesgo de adquirir/transmitir el VIH, tienen un fuerte sentido de autoeficacia y a largo plazo modificarán su conducta. Por el contrario, los clientes que no confían en su capacidad de adoptar nuevas conductas tienen un débil sentido de autoeficacia y por consiguiente será menos probable que logren modificar su conducta.
Considere estos ejemplos: 1. Ana sabe que usar condones con sus parejas sexuales reducirá el riesgo de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, no cree que pueda negociar con éxito el uso de condones con sus parejas. 2. Oscar sabe que no compartir sus agujas cuando se inyecta drogas reducirá el riesgo de VIH y VHC. Sin embargo, no cree que podrá dejar de compartirlas con sus amigos. Observe que tanto Ana como Oscar saben que así reducirían su riesgo de adquirir/transmitir VIH, pero no creen que puedan tomar las medidas prácticas para alcanzar ese fin. En otras palabras, el mero conocimiento no aumenta la autoeficacia. ¿Por qué? La autoeficacia es la creencia en la capacidad propia de poner en práctica una acción. El conocimiento de las acciones que los protegerán del VIH − tales como usar condones o no compartir agujas − no fortalece la creencia de que son capaces de negociar el uso de condones o de poder negarse a compartir agujas. Si bien Ana y Oscar saben que dichas acciones los conducirían al resultado deseado, carecen de la autoeficacia o creencia de que pueden llevar a cabo esas acciones. La figura a continuación resume este punto:
Persona
Autoeficacia: creer que puedo poner en práctica esta acción
Acción
Conocimiento de la relación entre acción y resultado
Resultado Deseado
Como muestra la figura, la autoeficacia no es el conocimiento de (i) cuáles acciones llevan a un cambio de conducta o (ii) qué habilidades se necesitan para realizar esas acciones. La autoeficacia es creer que puedo adoptar esas acciones o que puedo usar mis habilidades para lograr los resultados que quiero.
Considere el impacto de gran alcance de la autoeficacia: ► ► ► ► ► ►
Influye el curso de acción que las personas eligen tomar En el esfuerzo que invierten para alcanzar un objetivo En la perseverancia que demuestran frente a los obstáculos y fracasos En su capacidad de recuperación frente a la adversidad En que sus líneas de pensamiento sean positivos y útiles o negativos y obstaculizadores En el nivel de logros que alcanzan
Como podemos ver, la autoeficacia juega un rol importante en todos los aspectos del propósito de una persona cuando se trata de modificar su conducta. Muchos de nosotros cometemos el error de identificar autoeficacia con una aptitud o una habilidad. La autoeficacia NO es una aptitud o una habilidad. La autoeficacia es una CREENCIA: creer en nuestra propia capacidad de llevar a cabo una acción determinada. Dado que la autoeficacia es creencia y no capacidad, no tiene correlación con la verdadera aptitud o capacidad de una persona. Alguien puede tener pocas aptitudes, pero si tiene una alta autoeficacia, por ejemplo, cree que puede llevar a cabo una acción, entonces tendrá más probabilidades de seguir intentando y de hacer mayores esfuerzos. Hacer mayores esfuerzos y no rendirse es lo que, por lo general, lleva al éxito y a su vez refuerza la creencia en la propia capacidad. La autoeficacia no aumenta la capacidad, pero la gente que tiene una alta autoeficacia continuará trabajando y esforzándose hasta conseguir lo que quiere; y algunas veces esto puede resultar en un aumento de su capacidad. Por el otro lado, las personas que tienen mucha capacidad y baja autoeficacia inevitablemente fracasarán en tareas que requieran esfuerzo y dedicación de tiempo porque no creen ser capaces de llevar adelante esa acción/ conducta − aún si son totalmente capaces de lograrlo.
Cómo aumentar la autoeficacia Ahora que tenemos una mejor idea de lo que es la autoeficacia, ¿cómo hacemos para aumentarla? Hay cuatro fuentes de autoeficacia:
1. Realización exitosa de una acción. En este caso, ayudamos a que los clientes realicen o practiquen con éxito una acción, por ejemplo, la negociación de condones, destrezas para reducir riesgos. Poder dominar una acción aumenta la creencia de los clientes en su propia capacidad de llevar adelante esa acción. 2. Modelos. La autoeficacia de un paciente aumenta cuando éste ve que alguien que se le parece, con una historia y desafíos similares, pudo modificar su conducta. Si bien la raza y el sexo son importantes, la clave es que el cliente puede identificarse con el modelo y ver similitudes en los aspectos importantes. Esto lo lleva a decir: “Si él/ella lo puede hacer, entonces yo también lo puedo hacer.” 3. Refuerzo/Estímulo positivo. Podemos inducir a los clientes a creer que pueden realizar ciertas acciones, por ejemplo, negociar condones o no compartir agujas. La eficacia de este método depende de la percepción del cliente acerca de la credibilidad, el prestigio, la confiabilidad y la experiencia del proveedor. La entrevista motivacional puede resultar útil en esta situación para ayudar a los pacientes a aclarar sentimientos ambiguos acerca de los cambios de conducta y su capacidad para llevarlo adelante. 4. Estimulación emocional. Los clientes muchas veces perciben determinadas situaciones o contextos como amenazantes o difíciles de manejar porque les provocan ansiedad o temor. Ayudar a los clientes a reconsiderar estas situaciones y verlas como menos atemorizantes puede ayudarlos a mantener la calma y aumentar sus posibilidades de llevar a cabo la acción deseada. Si se los lleva a creer que estas situaciones no los afectan internamente como alguna vez lo hicieron −por ejemplo, debido a que ahora tienen la capacidad y la práctica para negociar el uso de condones− entonces tendrán más probabilidades de creer que pueden realizar la acción deseada. Se les puede enseñar a los clientes a no tener miedo de sus propias reacciones emocionales, sino más bien a usarlas como aliadas para lograr un cambio de su conducta.
Lo bueno de aumentar la autoeficacia de un cliente con respecto a la prevención del VIH, es que este aumento de autoeficacia en un área de la vida de una persona se transmitirá a los otros aspectos de su vida. Siempre que sepamos hacia dónde vamos cuando hablamos de autoeficacia, es decir, las creencias de los clientes acerca de su propia capacidad para llevar adelante determinadas acciones, lograremos fortalecer esta autoeficacia y por lo tanto nuestros programas de prevención resultarán más exitosos.
* Adaptado de Albert Bandura, Psychology Review 1977, Vol. 84, No. 2, páginas 191-215. Véase también Self-Efficacy: The Exercise of
Control (Nueva York: W.H. Freeman and Company, 1997).
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Acción Mutua es un programa del AIDS Project Los Angeles en colaboración con el Instituto César E. Chávez y financiado por los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades