Enfoques
Página 2/Sección 7/LA NACION
2
3
Domingo 1º de abril de 2007
Enfoques | Guerra de Malvinas 25 AÑOS
2
[ PUNTO DE VISTA ]
LA NACION, Buenos Aires, domingo 1º de abril de 2007
El Mirador Por Santiago Kovadloff DYN
El país en foco
Apuntes para cerrar las heridas
La filosofía vuelve a la calle
Por Edgardo Esteban Para LA NACION Como escribió Rabindranath Tagore: “No sé quien pinta los cuadros en el lienzo de la memoria, pero quien fuere, lo que pinta son cuadros”. Iluminados por el fuego es uno de esos cuadros de nuestra historia reciente, que estaba como escondida y de la que poco se hablaba. Fueron cuatro años de trabajo llenos de dificultades, pero también de ilusiones. Sabíamos que era difícil filmar una película de esta envergadura pero el objetivo era claro: llegar al final del camino con una historia que nos hiciera pensar, hablar, reflexionar sobre lo que nos había pasado en Malvinas y sus consecuencias. Intentamos rescatar la parte humana de la guerra, narrando el conflicto bélico pero también explorando las secuelas que dejaron esas heridas en cada uno de los que estuvimos en medio del horror, bajo las bombas, a la espera del segundo final en aquel frío otoño de 1982, cuando teníamos tan sólo 18 años. En aquel momento mis sueños eran seguir estudiando, encontrar un trabajo, enamorarme, cosas que todo adolescente imagina cuando termina la secundaria. Pero en cambio me topé con la muerte, con las miserias de la guerra, y entonces después, cuando volvimos, aquellos sueños y planes de los 18 años parecían ...“cuando volde verdad inalcanzables. Y para colmo, vimos, ya nadie ya nadie quería ni quería recordar oír hablar de aquella guerra perdida. Mi ni reconocer infierno interior fue creciendo y siempre una guerra sentí la necesidad de cerrar esa parte de mi perdida”... historia, de cicatrizar mis heridas internas. Frente a ese dolor y con ese dolor me aferré a la vida y pude escribir el libro –que después se convirtió en película– en el que conté mis recuerdos. Siempre sentí la necesidad de volver a las islas, Quizás porque creí que si no pisaba Malvinas nuevamente nunca llegaría al final de ese camino que empecé un dos de abril, 25 años atrás. Necesitaba ganarle a la guerra, a mi propia guerra, ésa que deambulaba en mi mente y que no me dejaba estar en paz, esa que constantemente me acechaba, con sus fantasmas y sus muertos. Jamás perdí la ilusión de volver, primero en 1999 como periodista en el primer viaje que se realizó por parte de argentinos después de la guerra. Después lo hice en dos oportunidades más. En 2000 volví junto con el director de cine Tristan Bauer y su equipo. La primera vez para recorrer las islas casi en su totalidad, descubriendo su belleza, redescubriendo cada rincón de su mágica geografía, de aquel lugar que había terminado sintiendo como mío. Ese viaje lo hicimos ya con la idea y la ilusión de filmar una película. Al año siguiente volvimos pero ya para hacer realidad ese sueño y poder filmar el final de una historia que en muchas cosas se parece a la mía. Volví otra vez hace pocos días para realizar un documental sobre la visita del primer periodista Raymundo Gleyser. Como un alegato antibélico, la película fue reconocida y premiada en todo el mundo. El horror trasciende las fronteras, las lenguas, las miradas. De ahí la innegable importancia de que este tipo de historias pueda llegar al cine. Porque es una historia más, un nuevo aporte para el debate de esa parte de nuestro pasado reciente, porque nos incita a reflexionar. El tiempo pasa, pero las heridas siguen abiertas. Heridas que intentamos abrir con Iluminados por el fuego para curarlas y cicatrizarlas en busca de un futuro mejor. Siempre apostando a la vida.
El presidente Kirchner dio por terminado el martes último un acuerdo de cooperación petrolera en el área de las Malvinas vigente desde 1995, una decisión que Londres juzgó “un lamentable retroceso”
[ PRISMA ]
Reverdecida por las circunstancias, la filosofía ha vuelto a florecer, más allá del ámbito académico. Otra vez está en la calle. Sus propuestas se escuchan hoy tanto en ciclos llevados a cabo en el marco informal de los cafés como en salas de conferencias o auditorios abiertos a públicos amplios y alejados de los menesteres de la especialización. Igualmente se la escucha en empresas donde los profesionales del campo productivo convocan a pensadores para abordar conceptos que hasta ayer parecían del todo ajenos a las imposiciones de su actividad. Las voces de los filósofos pueden oírse ahora en clubes barriales, en centros deportivos, en instituciones de salud mental. Sus opiniones son, además, frecuentes en los medios periodísticos, tanto radiales como televisivos, y usuales sus testimonios en la prensa escrita. Se diría que el antiguo perfil socrático del pensador entendido como miembro activo de la polis pareciera haber recuperado vigencia. Una crisis de valores de magnitud poco frecuente
El fetiche patriótico Uno siempre comprenderá racionalmente como argentino el reclamo por la soberanía de las Malvinas, pero hay que intentar comprender también el surplus de sacralidad que se le ha otorgado tradicionalmente al tema. Sobre esta semisacralidad se apalancó la dictadura militar para intentar prolongar un poder ya perdido. Las Malvinas fueron utilizadas –y siguen siéndolo, a juzgar por las recientes medidas de ruptura de acuerdos con Gran Bretaña– con fines electoralistas o, como en aquel momento, con fines de sostén de una dictadura genocida. Pero siempre, por poco que nos detengamos, será inconcebible librar una guerra por la posesión de dos islas, se llamen como se llamen, y estén donde estén. Hay una desproporción trágica entre los fines perseguidos y lo que se sacrifica en el altar de esos fines.
Por Enrique Valiente Noailles Para LA NACION Las decisiones que se apalancan en la tendencia al rapto de masificación acrítica de buena parte de los argentinos han sido, y siguen siendo, tremendamente dañinas. En aquel momento supuso el envío a la muerte de miles de personas. Pero la pregunta es otra. A las Malvinas se les ha conferido un significado emotivo, y se las preserva como una de las pocas zonas sobre las que estamos todos de acuerdo. Pero, a la vez, se les ha conferido una forma de idolatría y de extraña veneración. ¿Es un azar que todo nuestro surplus de energía patriótica esté localizado fuera del continente, precisamente en aquello que no tenemos posesión? Acaso sea un indicador, por reflejo, de lo que ocurre dentro del continente.
En realidad, el “objeto Malvinas” siempre fue más excitante, en nuestro país, que el patriotismo en sí. Es que las Malvinas podrían estar funcionando como nuestro fetiche patriótico. Si el fetiche sexual es una desviación de la excitación erótica a través de un objeto, esta nueva modalidad fetichista opera como la fijación de una parte del territorio como objeto de la excitación y el deseo patriótico. Fijación, por otra parte, que se hace tanto más aguda acaso, cuanto menos patriótico se torna, en los hechos, el país. “Toda sociedad tiene necesidad de un no-lugar (u-topos), utopía que, curiosamente, le sirve de fundamento”, dice Maffesoli. ¿Habrá sido, y seguirá siendo ése el papel de las Malvinas para la Argentina?
[email protected]
Galtieri, Thatcher y las víctimas del conflicto. Ilustración de Alfredo Sábat
sacude a las sociedades occidentales contemporáneas. Es más que evidente el ocaso de creencias y conductas tradicionales. La frivolidad parece haber consumido tanto el cuidado en el empleo del lenguaje como la conciencia de que somos, ante todo, seres enigmáticos, capaces de concebir nuestra propia muerte. La pasión por lo instantáneo ha arrebatado toda credibilidad a cuanto se postula como perdurable. Ante un porvenir que sólo se recorta como horizonte de incertidumbres morales, la desorientación vuelve a golpear a las puertas de la filosofía. Acaso proceda así porque sabe que no son certezas lo que le conviene buscar, sino una amplitud de espíritu y una mejor inteligencia crítica de la experiencia que le toca vivir. Quienes encarnan esa desorientación advierten que la esperanza de vida es cada vez mayor pero la vida de la esperanza es cada vez más corta. La filosofía se impone en nuestros días como un procedimiento apropiado para explorar las razones del desacierto moral en que vivimos. Su función no es aportar soluciones sino impedir que la superficialidad, la ceguera o la perversión ideológica hagan creer que ellas sí están en condiciones de aportarlas. Los devotos de lo inequívoco, quienes creen que la realidad es cosa que cabe en un puño, observan con inquietud este nuevo auge de la filosofía. Preferirían, por supuesto, verla reducida a sus prácticas académicas, sin relación de otra índole con el presente. Pero no es así. Es preciso volver a buscar el saber en órdenes que nos afectan a todos por igual. Y la filosofía es vocera eminente de esa necesidad porque es la primera en reconocer que no sabe nada. Se trata, no obstante, de un no saber altamente calificado que invita a repensar lo que ya parecía pensado. La filosofía extraña lo real. Lo sustrae a la familiaridad desmedida en que intentamos inscribirlo y lo convierte en materia de perplejidad. De tal modo, reabre la problemática de su evasiva significación. Y si, riesgosa y exigente como es, la filosofía reencuentra hoy un eco favorable en las calles de la Polis, se debe a que esos sentidos resultantes del tuteo abusivo con lo real ya no logran satisfacer la demanda de claridad que se les formula. Pero seamos cautos en nuestro entusiasmo pues la historia así lo aconseja. Es posible que si, en el futuro, nuevos sistemas de creencias dogmáticas lograran imponer el espejismo de su presunta solidez, la filosofía vuelva a conocer el descrédito. Las certezas que se quieren inamovibles desbaratan el amor a las preguntas y homologan el cultivo de la duda a la debilidad. Puede ser que entonces, como digo, la filosofía retroceda y ya no se la vea favorecida por los resplandores del prestigio. Sin embargo, difícilmente se extinguirá. Su repliegue es periódico y en él su paciencia suele ser infinita. Dos mil quinientos años de ajetreada vida la han dotado de una honda veteranía en el arte de subsistir. El desvelo espiritual que en ella se corporiza y la alegría que depara su ejercicio creador forman parte de lo mejor –y mejor aquí vale por más libre– que hay en el hombre.
Semana 13 de 2007 Por Esteban Peicovich Europa bosteza. Ultimo lifting borró 5000 años. Ahora celebra 50. Pero bosteza. No sabe de qué va. Ni adónde. El eurosueño flota pero no vuela. Y se achancha. Las madrinas alemana y francesa que con hierro y carbón alzaron la Torta del Bienestar se agarran de la cabeza. No consiguen perpetuar la fiesta que soñaron. Sobra pasado pero el futuro amenaza venir viejo. Nietos de De Gaulle y Adenauer, Giscard y Merkel eurosonríen para evitar que cunda el pánico. Pero las fotos los delatan. Europa chochea. Pese al remozado look “50 abriles” la vieja dama indigna debe tirar lastre de apuro: sedas, encajes de bolillo, sábanas de Holanda, bombones Mozart, habanitos Hamlet y testarossas al alcance del hijo del carnicero, no van más. Se sacrifica lo que sea. Los jeques
del petróleo alzan un “Louvre del Desierto” (previo arreglo). Una “Anunciación hecha a María” pasará seis meses en Tokio. 2007 no da tregua. Cae una nieve feroz que recuerda a Stalingrado. Rusia se ríe del Muro que voltearon, y amenaza con cerrar los grifos de gas si la Señora no se calma. No puede. Tampoco con el Zar que practica artes marciales en el Kremlin y degollinas en Chechenia, mientras renueva sus músculos atómicos y ríe de los bloopers de Bush. Polonia ya levanta la voz en Maastrich pues si algo tiene es polacos de sobra. Y la soberbia España erizada otra vez porque monstruos goyescos buscan helarle el corazón y nietos de Boabdil recrearle el Califato. Queda la sibilina y áspera Britannia que no se banca una Europa de 27 mapas y sigue ence-
rrada en el suyo. Con Blair partenaire de Bush que no habiendo aprendido la lección de Irak mete ahora el palito en el serpentario iraní. Todo esto, sobre la frágil espalda de la Vecchia Signora de 50 años. Celebración que aprovecha el africano que la penetra furtivo, nocturno y de a millares. Diáspora negra que es negocio blanco: por cada millón de inmigrantes la mafia embucha 1000 millones de euros. El pantallazo debe cubrir la epidemia homicida tribal en Sudán (grande como Francia). Los 27 celebran con champaña. Pero bostezan. Es una culpa de siglos la que pasa factura. O salen a reparar su falta o la historia los dejará de lado. El inmóvil presente político lleva a dudar sobre la novedad que debería asomar el 28 de octubre. Mire donde se
mire sólo se ve lo ya visto. En la Rosada, un país. Del balcón hacia abajo, otro país. El Gobierno se sacia leyendo los números del Indec. La sociedad ve llover palos de todos lados: precios, apagones, violencia, accidentes, ladrones al por mayor. Cualquier impune (ese jodido oficio argentino) va y pone a la ciudad patas arriba. Retrasa la floración, suspende la actualidad e impone la emergencia. Mientras Kirchner se derrite copiando a su modelo chavista, feudales dinosaurios campean soberbios amparados por sus fueros. Y muy latosos portavoces discursean sobre la maravillosa Argentina que la prensa no registra. Sin que el Indec lo diga, la sociedad deambula quejosa, sin conciencia social ni fidelidad a nada salvo a los ídolos. K es uno de ellos. Conoce a fondo el folclore
nacional (como Menem en los 90) y practica el beso a granel y el verso a gusto. Y se le da. The… Press: 1) a Faena le dio por homenajear a la literatura en el barrio menos poético de Buenos Aires: alzará complejo llamado “El Aleph” en las exóticas tolderías de Puerto Madero; 2) Guy Sorman dejó caer un chisme grosso: “Kirchner es percibido como un dirigente de la mafia”; 3) en su libro Primates and Philosophers, editado en Princeton, Franz de Waal no duda: “En los chimpancés hay moralidad”. (¿Acaso no lo sabíamos?) “El toro se deja fascinar por la muleta, intuye que hay algo detrás, pero no sospecha que detrás está lo real”. (Jesús Ferrero). www.palabristas.com.ar