adoptar en chile: un largo camino para convertirnos en familia: guía ...

tiempo para hacer deporte o ingresar al gimnasio como una forma sana de ...... víctimas de maltratos, violaciones o veteranos de guerra que, ante una situación.
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ADOPTAR EN CHILE: UN LARGO CAMINO PARA CONVERTIRNOS EN FAMILIA:

GUÍA PARA PADRES

DEPARTAMENTO DE ADOPCIÓN SERVICIO NACIONAL DE MENORES Abril 2010

INTRODUCCIÓN El Servicio Nacional de Menores (Sename), en su interés por contribuir de manera permanente al perfeccionamiento de la gestión del Programa de Adopción que debe desarrollar por mandato de la Ley Nº 19.620, ha elaborado esta guía dirigida a aquellas personas que ya han aceptado asumir el desafío de ejercer la paternidad/maternidad adoptiva de niños mayores de 3 años de edad, quienes por la complejidad del proceso que vivirán con ellos, requieren de elementos orientadores. En esta línea, la idea es mejorar los resultados del desempeño del rol que deben ejercer los padres y madres desde el inicio de la adopción y durante todo el período que dure la adaptación e integración del niño(a) a su nuevo medio familiar, con el fin de garantizar el éxito de las adopciones. Desde un enfoque realista y experiencial, este documento pretende contribuir a que los padres adoptivos vivan el proceso que inician contando con la información necesaria sobre las conductas que los niños presentan generalmente de una manera sencilla y con ejemplos ilustrativos extraídos de la práctica cotidiana en este ámbito. Asimismo, intenta ser un aporte facilitador para la comprensión de las conductas y comportamientos de los niños y sus causas, de modo que, a partir de dicho conocimiento, cuenten con las estrategias de manejo para actuar oportuna y eficazmente en la compleja y hermosa tarea de ser padres y madres adoptivos. Esta guía, aplicable tanto a la adopción nacional como a la internacional, fue elaborada por la asistente social Marisol Venegas Monares, sobre la base de la experiencia adquirida en la Unidad de Adopción Metropolitana del Sename.

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INDICE

PÁGINAS

La evaluación

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Antes del enlace

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El enlace

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Cosas importantes para tener en cuenta en el enlace

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Aspectos prácticos post enlace

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Los miedos y temores de los futuros padres

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Los miedos y temores de los futuros hijos(as)

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Comportamiento de los niños adoptados en Chile 1. Niños con apetito voraz 2. Niños que no quieren salir a la calle 3. Niños regresivos 4. Niños que se acercan sólo a uno de sus padres 5. Niños que evitan el contacto físico 6. Niños que hacen pataletas 7. Niños que esconden la comida 8. Niños que ponen a prueba los límites 9. Niños con dificultades en el apego 11. Niños que no quieren irse del hogar o que piden volver 12. Niños que siempre buscan complacer al adulto 13. Niños que temen un nuevo abandono 14. Niños que mienten 15. Niños que recuerdan su vida pasada 16. Niños hiperactivos 17. Niños perfeccionistas

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Otras consideraciones importantes Rutina, rutina, rutina 47 Evita la palabra abandono 48 Revelación: una tarea necesaria 48 - 49 La depresión post adoptiva 49 – 50 Enfrentar la depresión post adopción de los padres adoptivos 50 - 51 Adoptar un hermano 51 – 52 Celos y rivalidad entre hermanos 52 - 53 Es la edad o es la adopción 53 - 54 Anexos

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LA EVALUACIÓN “Hemos pasado por muchas evaluaciones, entrevistas, recopilar papeles, participar en cursos y talleres. Hemos cumplido con todo lo que se nos ha pedido. No sólo queremos demostrar que seremos buenos padres, sino que también que haremos lo que sea necesario para lograrlo. Ahora que por fin entregamos nuestra carpeta, esperamos que nuestra espera sea muy corta”. El periodo de evaluación de idoneidad está centrado en determinar las características de los futuros padres y descartar a aquellos postulantes que, por diversas razones, no podrían ejercer de manera competente la paternidad adoptiva. A su vez la adopción está orientada a dar respuesta a la necesidad de los niños(as) que se encuentran institucionalizados y/o en situación de abandono con el fin de restituir su derecho vulnerado a vivir en familia. Esto a veces resulta difícil de asumir por los postulantes a la adopción, quienes naturalmente están concentrados en satisfacer su necesidad de ser padres. No obstante el estrés que significa para los postulantes transitar por el camino de la evaluación, por la incertidumbre de ser o no aptos, es gratificante para ellos comenzar con el proceso propiamente tal, dado que sienten que están “haciendo algo” para obtener los resultados esperados. Luego de la entrega de la documentación, les cuesta enormemente asumir un rol pasivo y suelen vivir la etapa de espera como “una montaña rusa de emociones”, con estados de ánimo que van desde la euforia a la calma, pasando por la rabia, impotencia, frustración y decepción por todo lo que implica una demora imposible de precisar y que, en algunos casos, suele durar varios años. Es común que la pareja se cuestione si eligió bien el organismo de adopción o el país, surgen sospechas hacia los profesionales que están a cargo de “su caso”, del procedimiento y del sistema en general. Estas se acrecientan por la gran cantidad de información que intercambian con otras parejas respecto de que la espera fue más corta con otros organismos o sistemas y/o que en tal o cual país de residencia es más fácil adoptar. Todo esto, inevitablemente les genera una mayor angustia. Dicha etapa es además muy desgastante, ya que dentro de las fantasías de quienes postulan suele estar presente que después de todo lo que han esperado por ser padres ahora “les cambiará la suerte y con seguridad tendrán resultados muy pronto”. Cuando esto no ocurre, vuelven a gatillarse las dudas surgidas durante la búsqueda del hijo biológico, la pregunta de si lo lograrán algún día y la sensación de que no hubiesen avanzado nada, llegando incluso a concluir “seguimos tan solos como antes”. Para enfrentar esta etapa que “transcurre tan lento”, cada pareja desarrolla sus propias estrategias con el objetivo de hacerla lo más llevadera posible. Algunos se dedican a viajar, continuar estudios, profundizar en el ámbito espiritual o a

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realizar cualquier otra actividad que evite que la vida gire en torno a la adopción. SUGERENCIAS ANTES DEL ENLACE Invierta tiempo y energía en su relación de pareja y acérquese más a su familia. Es un buen momento para reafirmar su relación de pareja y disfrutar del tiempo que comparten juntos. Se debe tener presente que el convertirse en familia conlleva un importante cambio en la dinámica de la relación de pareja, por lo que mientras más sólida sea ésta, más fácil será para ambos enfrentar esta etapa y sus exigencias. Comparta con su familia extensa y con sus amigos, apóyese en ellos en los momentos de espera y prepárelos poco a poco para la llegada del niño(a), ya que ellos serán sus referentes y principales fuentes de ayuda. No siempre los amigos apoyan el proyecto de adopción, dado que en muchas personas y en la sociedad en general todavía existen miedos y prejuicios sobre ella. En este caso, trate de tomar distancia de los comentarios negativos y tenga confianza en su proyecto. No hay mejor forma de derribar los mitos que vivir esta experiencia. Con la llegada de su hijo(a) verá como los prejuicios se derrumban y gradualmente hasta el más reticente empezará a quererlo y aceptarlo como parte de la familia. Si ya tiene hijos, dedíquele una gran dosis de tiempo y afecto. Prepárelos(as) para la llegada de un nuevo hermano y evalúe como enfrentar los posibles celos. Manténgase sano, aliméntese bien, haga ejercicios, y procure estar en buenas condiciones físicas y emocionales. No deje que la angustia y la incertidumbre de la espera se apoderen de usted, pues si bien son sentimientos propios de la espera, agotan emocionalmente. Cuando su hijo(a) llegue, va a necesitar estar preparado y en forma, especialmente teniendo en cuenta que ser padre o madre también requiere de un gran esfuerzo físico (tomar en brazos a un niño de varios kilos, agacharse muchas veces al día, correr para alcanzarlo, jugar por largo rato a la pelota o correr en el parque, etc.). Ahora está a tiempo para hacer deporte o ingresar al gimnasio como una forma sana de bajar la ansiedad y dejar pasar el tiempo. Infórmese sobre los temas que puedan ser de ayuda en su paternidad y maternidad, por cuanto es una muy buena forma de prepararse. Busque información en libros o en internet sobre temas que puedan ayudarle en su desempeño como papá y mamá, tales como el apego, las etapas que viven las familias adoptivas, las etapas del desarrollo de los niños, manejo conductual, datos sobre el país de residencia del niño(a) que adoptará, entre otros. La información que encuentre no sólo le ayudará a conocer la paternidad/maternidad desde la teoría, sino también a ponerse en situaciones hipotéticas y a aumentar su confianza personal. 5

Ocupe su tiempo en cumplir con sus obligaciones, ya que cuando su hijo(a) llegue le faltará tiempo para hacer muchas cosas que importantes, como realizar se chequeos médicos, ir al oftalmólogo, al dentista, al ginecólogo, etc. Si puede, adelante trabajo, acumule vacaciones o tramite algunos permisos especiales. Arregle su casa para la llegada del niño(a), organice el espacio físico donde él o ella dormirá, ordene los armarios, haga una lista de pendientes o cosas por realizar; así el tiempo de espera pasará más rápido. Dese tiempo para realizar con tranquilidad sus pasatiempos favoritos como leer un buen libro, ir al cine o al teatro, tomarse un café, salir a bailar con los amigos. Disfrute de lo agradable que es levantarse tarde, salir a comer afuera, viajar. Con la llegada de su hijo(a) todo su tiempo estará dedicado a él o ella y sus necesidades, por lo que ya no podrá disfrutar de estos pequeños placeres. Aprenda de las experiencias de los demás. Si está esperando a su primer hijo(a), pase algún fin de semana con sus sobrinos o con amigos que tengan niños. Esto le servirá para hacerse una idea más clara de lo que significa convivir con ellos, aprender algunos secretos y desarrollar destrezas y habilidades. Participe de cursos sobre adopción y contáctese con familias adoptivas, así podrá compartir experiencias y estrategias de enfrentamiento. No se obsesione y mantenga la calma. Darle mil vueltas al tema, impacientarte y sufrir por la espera no hará que su hijo(a) llegue más rápido. Tenga paciencia, fe y confianza en que su hijo(a) llegará en el momento apropiado y que, al tenerlo en sus brazos, olvidará los malos momentos y se dará cuenta que la demora valió la pena.

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EL ENLACE: “Hemos esperado tanto para este encuentro. Atrás quedan todos los tristes momentos vividos, los dolorosos y desgastantes procedimientos médicos para ser padres biológicos de un niño que nunca llegó. Estos momentos nos ocasionaron distanciamientos en la relación de pareja, pena, frustración, rabia y desesperanza cada mes que la “cigüeña” no llegaba a nuestra casa. Pasado el tiempo debemos reconocer que también este camino fue un aprendizaje, un viaje lleno de enriquecimiento personal y familiar que nos enseñó a enfrentar la vida y la paternidad de una manera distinta, y nos abrió el corazón para albergar a un niño no engendrado, pero igualmente amado y esperado. Después de mucho papeleo, evaluaciones, terapias y espera, por fin estamos listos para seguir avanzando en el camino por convertirnos en familia. Un buen día nos avisaron que seriamos papás de un niño nacido en Chile, un país del que poco conocíamos y el que ahora moriríamos por conocer. Un país que amaremos por toda la vida y que ya es parte de nuestra historia. Hemos preparado las maletas y estamos ansiosos. Esperamos no haber olvidado nada. Queremos llegar pronto a abrazar a nuestro hijo y entregarle todo el amor que hemos guardado para él durante tantos años. ¿Cómo será al verlo en persona?.. ¿Qué se sentirá abrazarlo?.. Le gustaremos?.. Nos gustará?” Es natural y esperable el crear en nuestra imaginación imágenes de cómo será el momento en que conoceremos a quien puede convertirse en ese hijo tan esperado. Estas expectativas sobre el momento del enlace o encuentro con el niño(a) pueden ser poco realistas. Tal vez un día será recordado como el más feliz de sus vidas, o un momento frustrante y decepcionante. Mientras ustedes han destinado mucho tiempo en prepararse para este momento y ya sienten a ese niño como suyo, el niño ha tenido una preparación sólo de meses, la que no es suficiente para incorporar en él el concepto de familia, a pesar de que ya los pueda identificar y nombrar como papá y mamá. Como es un niño grande (probablemente de más de 5 años de edad) tiene memoria y recuerdos de su pasado biológico, así como la conciencia de su abandono e institucionalización. Su visión de familia, sin duda está teñida por estas experiencias previas y la confianza hacia el mundo de los adultos puede estar quebrada.

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Es fundamental establecer poco a poco una relación basada en la confianza para que el niño pueda “adoptarlos como padres”. Es importante no perder de vista que como toda relación, la relación entre padres e hijos adoptivos es una construcción de amor que se genera a través del compartir experiencias y en el día a día. Durante el enlace, entonces, podemos encontrarnos con un niño que reaccione muy afectuosamente y que sólo quiera irse del hogar a vivir con ustedes, pero también podemos encontrarnos con un niño que los rechace abiertamente, que llore o que tenga expresiones de mucha angustia en el momento. El cómo actúe el niño frente a su presencia no es señal de cómo será la relación que mantenga con ustedes a lo largo del tiempo. Si su hijo(a) reacciona de una manera que usted no esperaba, no lo tome como un rechazo hacia su persona. Él o ella debe aprender a confiar en ustedes para entregarles su afecto. Desde esta lógica, es bueno tener en cuenta que no podemos exigirle al niño muestras de cariño o cercanía física. Debemos respetar la distancia que él nos imponga y generar las estrategias necesarias para que interactúe con nosotros, respetando sus tiempos.

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ASPECTOS IMPORTANTES QUE SE DEBEN TENER EN CUENTA EN EL MOMENTO DEL ENLACE Debemos llevar un juguete al niño(a) En el momento del enlace siempre es positivo llevar algún juguete, lo más simple posible, que pueda canalizar la angustia del momento y servir de puente entre ustedes y el niño(a), facilitando la interacción. Una familia española, en el momento del enlace le llevó a su hijo algunos juguetes musicales, peluches y una pequeña pelota. El niño reaccionó muy tímidamente, incluso no quiso que la tía del hogar donde se encontraba lo dejara solo con los papás y no le prestó mayor atención a los novedosos juguetes que le habían traído. La pareja entonces se sentó en el suelo y entre ellos comenzaron a jugar y a lanzarse la pelotita a ras de piso. Cuando el niño estaba concentrado en el juego de ambos, le lanzaron al niño la pelota y lo animaron a devolverla. Este simple juego permitió que el niño y los papás se relajaran. Al poco rato el niño comenzó a sentirse más cómodo y terminó riendo a carcajadas. Debemos decirle al niño(a) en español algunas frases simples Si no habla español, aprenda ciertas frases cortas en este idioma para que su hijo(a) se relaje y entienda su deseo de comunicarse con él. Frases como “Hola. Nosotros somos tus papás”, “Te esperamos mucho tiempo”, “Vamos a pasarlo muy bien juntos” facilitan un buen comienzo. Sin embargo, es importante que estas frases sean previamente sancionadas con el representante del organismo acreditado que los representa, con el traductor o con algún profesional del Sename, ya que algunas palabras no son de uso cotidiano en Chile. Entre las frases aprendidas por una pareja de Noruega para decirle a su hijo estaba “eres un niño fantástico”, lo que el niño no pudo entender cabalmente por no estar familiarizado con la palabra “fantástico”. Debemos mantener el control de nuestras emociones En el momento del enlace, los adultos deben mantener el control en todo momento puesto que los desbordes emocionales por muy legítimos y entendibles que sean, no son bien traducidos por los niños. Por la edad en la que se encuentran y por sus experiencias vitales, los niños asocian el llanto con la pena y no con la emoción. Mostrarse enteros, fuertes, seguros y alegres le brinda seguridad a su hijo, no debiendo olvidar que en ese momento probablemente él tenga miedo, angustia, rabia y sentimientos encontrados por dejar el hogar o a la

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familia guardadora, que más allá de los afectos que pueda sentir hacia éstos, son su único referente conocido. Debemos ser empáticos La empatía es fundamental para ser un buen padre y una buena madre. A través de ella podemos entender al niño poniéndonos en su lugar y será más fácil ser tolerantes frente a las reacciones adversas que éste pueda presentar. Para hacer del enlace una buena experiencia, más allá de cualquier resultado preliminar, la pareja deberá tener además la suficiente madurez emocional y apoyarse mutuamente, procurando asimismo mantener en todo momento una actitud positiva, con la premisa de que pase lo que pase “voy a lograr que mi hijo(a) me acepte” Una vez hubo un enlace en que nada resultó bien: el niño mostró abierto rechazo a sus padres, no quiso alejarse ni un centímetro de la guardadora y no generó ningún contacto físico con sus nuevos padres. Cuando llegó el momento en que el niño debía decidir si se iba con sus papás o no, se puso a llorar desconsoladamente. La madre adoptiva se descolocó con esta reacción y, al no poder contenerlo, se puso a llorar con él. El padre decidido, lo tomó en brazos y dijo a todos: “Yo me voy con mi hijo”, mientras el niño pataleaba y se agarraba con fuerza a la reja del hogar. El papá, la mamá y el niño que gritaba se subieron al taxi que habían contratado y el pequeño dejó de llorar sólo cuando el vehículo se alejó de la institución. Después de eso todo mejoró y el niño nunca más tuvo una reacción similar. Este caso nos enseña lo importante que es para el niño que los padres estén seguros de la decisión de adoptar y que le demuestren con hechos su compromiso incondicional. No se trata de desestimar el dolor que pueda estar sintiendo el niño y no se le debe exponer a una angustia innecesaria, sin embargo, este caso nos enseña que los padres deben también hacerle caso a su intuición a la hora de ejercer su paternidad y tomar sus propias decisiones. Debemos respetar la distancia física y emocional que el niño(a) nos imponga A modo de ejemplo, podemos contar que en la adopción de un matrimonio italiano, en el momento del enlace el niño fue presentado a sus padres, quienes lo recibieron muy cálidamente. El niño nunca los miró de frente, a pesar de que respondía a sus preguntas, y se dejaba abrazar y besar. Sin poner ninguna resistencia y mostrándose muy contento de irse con sus papás, el niño quiso mostrarles su dormitorio. En ese momento los padres que estaban muy ansiosos de abrazarlo y besarlo, no respetaron el límite físico que el niño les había impuesto. Se sintió sofocado y sobrepasado con estas muestras de cariño y comenzó a llorar. En una actitud abiertamente regresiva, se tiró al suelo y comenzó a gatear; luego se refugió en un pequeño rincón al lado de una estufa sin decir nada, rechazando todo contacto. Los profesionales de la institución

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contuvieron al niño por espacio de 3 horas. Los padres sólo lloraban. Se les explicó que esta reacción en muy normal para un niño que ha sido criado prácticamente toda su vida en una institución. Se les habló de su temor al cambio y lo positivo que era que tuviera arraigo y un vínculo sano hacia su entorno, porque eso hablaba muy bien de su capacidad de apego. Sin embargo, la lectura desde ellos era de una profunda tristeza y decepción. Cuando el niño estuvo más tranquilo salieron junto al psicólogo de la institución a un restorán, lugar donde interactuaron con mayor fluidez. Los padres ganaron su confianza y decidió irse con ellos al hotel. En la primera visita de seguimiento, el niño se mostraba seguro, afectuoso y cercano a sus padres, y lo más importante de todo, ya no miraba al suelo, miraba de frente, seguro de si mismo. Debemos mantener una conducta comunicativa Es muy importante mirar al niño(a) a los ojos, hablarle tranquila y pausadamente, sonreírle, escucharle y darle a conocer que nos interesa mucho lo que está pensando y sintiendo. Debemos llevar un listado con nuestras dudas básicas Hay muchas dudas que les pueden surgir respecto a las características y conductas del niño(a) que están adoptando. Querrán conocer cuál es su comida favorita, qué talla de ropa tiene, si es alérgico a algún medicamento, si le gustan los animales, entre otras importantes cosas. Lo mejor es llevar las preguntas debidamente escritas en una libreta para no olvidar algo importante. Antes de conocer al niño(a) personalmente, deberán sostener una reunión con los profesionales de la institución en la que se encuentre él o ella, momento en que deberán formular todas las preguntas. Es importante tener en cuenta que este no es el único momento para resolver sus dudas, dado que los profesionales del Sename y de la institución en que esté el niño(a) siempre estarán dispuestos a responder todas las interrogantes, no obstante que la información social, médica, psicológica y legal de éste haya sido previamente enviada al país de origen del matrimonio adoptante.

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ASPECTOS PRÁCTICOS POST ENLACE Deben llevar siempre consigo una libreta con números importantes, especialmente los del representante de la entidad acreditada, de los profesionales del Sename y de la institución en la que se encontraba el niño(a). Deben llevar siempre consigo una copia notarial del cuidado personal y/o adopción del niño(a). Deben procurar tener un celular durante su estadía en Chile. Deben dejar el pasaporte en la bóveda del hotel o en algún lugar seguro si permanecen en una casa o departamento. Una copia certificada ante notario servirá para su identificación, en caso de necesitarlo. Deben mantener poco dinero efectivo en la billetera, cuidar sus efectos personales y no ostentar elementos como dinero, joyas, cámaras fotográficas o de videos, entre otros. Deben mantener siempre contacto con el representante en Chile del organismo acreditado en su país.

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LOS MIEDOS DE LOS FUTUROS PADRES El mayor miedo de los padres se relaciona con los sentimientos, los propios y los del niño(a) que adoptarán. En la adopción internacional, esos miedos se acrecientan por lo mucho que está en juego. Por un lado, se trata de matrimonios que como todas las parejas infértiles han transitado por largos procedimientos médicos y que con mucho esfuerzo han logrado pasar por los rigurosos procesos de evaluación para demostrar su idoneidad, invirtiendo tiempo y dinero en un proyecto muy ansiado. Que la adopción fracase, sin lugar a dudas es una gran pérdida emocional para la pareja, por cuanto reactiva el proceso de duelo por la infertilidad ya vivida. La decisión de ser padres es trascendental y debe ser genuina, responsable, madura y fiel reflejo de lo que honestamente sienten. Las dudas que se producen al realizar la adopción son muy normales. No se está seguro si el niño(a) a adoptar es el correcto(a), pues aún no lo conocen y, en estricto rigor, aún no se le quiere. Además, el asumir el rol de padres puede ser muy distinto a lo que imaginaban, posiblemente más intenso, con un mayor desgaste físico y emocional y más conciencia que a partir de la adopción sus vidas y su relación de pareja cambiarán completamente. Muchas veces los primeros días tras asumir la paternidad adoptiva, les provoca sentimientos encontrados. Por un lado van a cumplir el rol tan deseado, pero por otro deben asumir que su hijo biológico ya no llegó. Esto puede ser muy perturbador si el duelo por la infertilidad no fue debidamente resuelto. Darse un tiempo para conocer al nuevo integrante y tener la confianza de que en el futuro podemos generar hacia él o ella una relación de afecto, es también parte del proceso. En todo caso, las dudas debieran ser mínimas. Si realmente no se sienten conectados con las características, historia o aspecto físico del niño(a) que tienen en frente, es mejor asumir esos sentimientos y darlos a conocer a los profesionales del Sename y al representante del organismo internacional que los represente antes de realizar la adopción legal. Deben tener confianza en sus fortalezas individuales y de pareja para enfrentar esta nueva crisis. Como dice el refrán, a veces es mejor “perder para ganar”

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LOS MIEDOS QUE TIENEN LOS FUTUROS HIJOS O HIJAS Los niños y niñas adoptados tienen sólo un miedo: ser nuevamente abandonados. Este temor intrínseco se alberga en lo más profundo del inconsciente infantil. Un niño(a) que ha sido abandonado, institucionalizado, gravemente maltratado o abusado sexualmente, ha conocido el mundo a través del dolor. Los mensajes que ha recibido (incluso desde el vientre) han sido de tristeza, rabia, miedo y de profundo rechazo, lo que de alguna manera les hace asumir la premisa “No soy lo suficientemente bueno para ser querido. Fui rechazado y abandonado y lo seré nuevamente”. Los adultos suelen no entender por qué un niño(a) que tiene la oportunidad de contar con una familia adoptiva que lo quiera, se comporta de mala manera. Muchas veces rechazan el afecto que se les ofrece, llegando incluso a ser groseros o agresivos con sus padres adoptivos. Cuesta entender que a pesar de ser niños(as) muy pequeños tienen la certeza de que estos nuevos adultos que dicen querer ser sus padres no son confiables y que, tal como lo hicieran otros adultos que violaron su confianza, también lo abandonarán y herirán. Es así como el niño utiliza como mecanismo de defensa y de manera inconciente, anticiparse a este rechazo abandonandoy dañando él primero. Esta hipótesis del niño(a) es la que se debe resolver durante el proceso de puesta a prueba. Mientras antes viva esta etapa es mejor, ya que involucra una clara señal de que ya adquirió la confianza suficiente hacia sus padres adoptivos, los que no deben olvidar, por desgastante que sea, que esta es sólo una etapa y que, como tal, tiene un inicio y un final. Se suele decir que el ciclo de adaptación que vive un niño(a) adoptado consta de tres etapas, la luna de miel, la puesta a prueba y la integración. Éstas se presentan en forma continua y, en la práctica, son más bien cíclicas y suelen repetirse con distinta intensidad a lo largo de la vida del niño. El apoyo y amor incondicional vuelven a ser la clave para resolverlas de manera exitosa.

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COMPORTAMIENTO DE LOS NIÑOS Y NIÑAS ADOPTADOS EN CHILE 1. NIÑOS CON APETITO VORAZ

Durante los primeros días de convivencia, muchos niños que son entregados en adopción tienen un apetito insaciable, lo que puede estar asociado a dos razones distintas. En primer lugar, puede deberse a un estado natural de ansiedad en el que se encuentran, ya que pese a ser muy pequeños, entienden que lo que están viviendo es algo que cambiará radicalmente sus vidas. No podemos olvidar que en pocos días han cambiado el lugar físico que conocían y percibían como estable y seguro, y la rutina del hogar donde vivían, dejando de frecuentar lugares y personas que normalizaban su vida como el colegio, los amigos y los otros niños del hogar, para trasladarse a una realidad distinta. Ahora viven con quienes dicen ser sus padres adoptivos, pero son adultos a los que no conocen y en muchos casos son físicamente diferentes a ellos, hablan otro idioma y tienen costumbres muy distintas, incluso en cuanto a hábitos alimenticios. Además, en términos del espacio físico, deben vivir transitoriamente en un departamento, casa u hotel y entorno muy distinto a la realidad que los rodeó hasta entonces, con edificios, tiendas y ruido a los que no está acostumbrado. Si nos ponemos en su lugar, es una situación que podría estresar a cualquier adulto, mucho más a un niño que no es capaz de entender o expresar lo que está sintiendo. Sumado a esto, sienten la “presión” de convertirse en “niños adoptables y queribles” para evitar ser nuevamente abandonados, lo que les genera una enorme cuota de incertidumbre respecto a su futuro.

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Otra situación que influye en esta conducta de comer sin control es la oportunidad. En las instituciones los niños tienen una alimentación completa y balanceada, pero no muy variada y también es probable que las cantidades de alimentos a las que tuvo acceso en alguna época de su vida fuera limitadas o escasas. Por eso existen muchos alimentos que no conocen, sobre todo aquellos que tienen un precio elevado o que pueden ser considerados suntuarios para niños de ingresos bajos, los que resultan muy atractivos para ellos, sobre todo si tienen libre disponibilidad y acceso a ellos. Por lo anterior, los niños requerirán de algún tiempo previo para acostumbrarse a los nuevos sabores y hábitos. ¿Qué debemos hacer? - A pesar de que el niño(a) que están adoptando finalmente se adecuará a sus propios horarios, rutinas y gustos alimentarios, siempre es positivo conocer su antiguo horario de comidas, de manera de saber sus reales necesidades en ese sentido. Además, como parte de la información que los futuros padres reciben, tendrán todos los antecedentes respecto de su condición de salud y sus necesidades nutricionales, como por ejemplo si está con bajo peso o con sobre peso y si presenta rechazo a algún alimento. Si se trata de un niño con sobrepeso o con algún tipo de alergia a ciertos alimentos, se debe estar necesariamente más alerta a su alimentación y tener acceso a sus gustos, dentro de ciertos márgenes. - Teniendo en consideración el horario habitual del niño(a), más su estado nutricional y de salud, en los primeros días de convivencia se debe ser flexible y tolerante con sus demandas. Es recomendable ir con él al supermercado, permitirle abrir el refrigerador para comer y probar lo que desee. También es conveniente cuidar sus propios hábitos alimenticios y practicar con el ejemplo, evitando comprar y consumir comidas fritas o de alto contenido calórico, procurar adquirir sólo las golosinas suficientes para un solo día (galletas, dulces, helados, etc.) y optar por llenar el refrigerador y la despensa con productos sanos, como frutas, verduras y agua mineral, en vez de bebidas o jugos. Como adulto evite ingerir bebidas alcohólicas. - Es importante que la comida no sea un tema relevante para ustedes, ni una fuente de tensión con el niño(a) durante los primeros días de convivencia.

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2. NIÑOS QUE NO QUIEREN SALIR A LA CALLE

En los niños chilenos es usual que durante las primeras semanas de convivencia con sus padres adoptivos no quieran salir del hotel, departamento o casa que los padres han arrendado durante su estadía en Chile y prefieran ver televisión, jugar en el computador o play station, lo que puede ser muy desconcertante y a veces molesto para la familia adoptiva. Muchas veces esta negativa a salir de casa se contrapone con el deseo de los padres adoptivos, quienes generalmente quieren aprovechar su viaje a Chile para conocer algún lugar turístico del país y, de paso, llevar recuerdos como fotografías y filmaciones que le permitan al niño(a) tener presente el paisaje de su propio país, su cultura e idiosincrasia. Esta situación se vuelve aún más compleja cuando la pareja viaja con otro u otros hijo(s), ya que éstos suelen aburrirse por un encierro no deseado y no entienden lo que motiva a su nuevo hermano(a) a comportarse así. Sin embargo, para los niños existe el temor inminente de perder lo que han logrado después de tanto tiempo, como es tener una familia. El enfrentarlos a un lugar desconocido los hace sentir inseguros y hace que aflore el miedo a perderse o perder a su nueva familia. Por otro lado, existe también en ellos la necesidad de vivir al máximo cada momento junto a sus padres adoptivos y tener la experiencia del significado de vivir en familia. No necesitan conocer el mundo, quieren conocer el mundo a través de sus padres adoptivos y sólo les basta tenerlos lo más cerca posible. Además, el mundo que ahora ustedes les muestran puede ser o parecerle muy vertiginoso, bullicioso y estresante al 17

verse enfrentados repentinamente al tráfico de la calle y a lugares muy concurridos, como un centro comercial u otro lugar público con gran presencia de gente. ¿ Qué debemos hacer?

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Primero que todo, deben ponerse en el lugar de su hijo(a), para entender la angustia que puede estar viviendo y su necesidad de ser segurizado y compensado por las etapas que no vivió junto a ustedes.

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Es importante reforzarle la idea de que ustedes serán su familia definitiva y que nada hará que eso cambie. También es necesario enseñarle que siempre que estén en un lugar no conocido debe estar junto a ustedes y en todo momento caminar de la mano de papá o mamá.

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Es bueno, además, instruirlo de que en caso de que se pierda debe dirigirse a un carabinero (policía) para que lo lleve de vuelta a casa. También se sugiere que cada día puedan salir a pasear al mismo lugar; tal vez caminar cerca de casa o salir a jugar a una plaza o parque cercano y, poco a poco, exponerlo a nuevos lugares. Es importante que los paseos se realicen siempre a la misma hora y que se vuelva cada día a casa un poco más tarde, procurando prolongar el período en que se está fuera.

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Por último, aprovechen el tiempo junto a su hijo(a) para realizar actividades dentro de casa y evitar que vea televisión o juegue videojuegos a toda hora, manteniendo un horario para esas actividades. Incentiven a su hijo(a) para que realice actividades que favorezcan su creatividad y le permitan ir familiarizándose con el idioma: Traten de comprar juegos de mesa, puzzles, juegos para armar, libros para colorear, materiales para hacer manualidades, libros para enseñarle palabras básicas en su idioma. Se les sugiere que sean creativos y lúdicos, proponiéndoles a su hijo(a) actividades entretenidas en que puedan divertirse, reír y estar físicamente cerca.

3. NIÑOS REGRESIVOS

Algunos niños que son adoptados pueden presentar diversas conductas de carácter regresivo. Entre las más habituales está chuparse el dedo, orinarse en la cama, gatear, balbucear como bebé o incluso pedir ser amamantado por alguno de sus padres. Es oportuno señalar que el niño(a) puede dirigir esta solicitud indistintamente al padre o a la madre. Para ilustrar esta situación, conocimos el caso de un niño de 8 años que buscaba ser amamantado por el padre, quien por sus características resultó ser más cercano y afectivo que la madre. La necesidad de amamantamiento puede resultar chocante para algunos padres e incluso confundirse con una actitud sexualizada o como un indicador de abuso sexual. Sin embargo, si ello no está asociado a otras conductas y/o actitudes que nos orienten en tal sentido, no debe ser motivo de preocupación. Por lo mismo, los padres adoptivos deben conocer y aceptar de manera honesta la historia vital del niño(a) que adoptarán, con sus pro y sus contras, ya que si nos enfrentamos a un niño(a) con antecedentes de abuso, sería esperable que estas actitudes aparezcan en algún momento. No obstante, todos los niños con experiencias traumáticas de abuso y/o maltrato son debidamente reparados terapéuticamente. En general, las actitudes regresivas suelen ser bien aceptadas por los padres adoptivos, ya que les permite también a ellos experimentar etapas que no fueron vividas con los niños, dado que la adopción internacional se da mayoritariamente con niños mayores. ¿ Qué debemos hacer?

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Debemos asumir en todo momento una actitud de aceptación y tolerancia y no olvidar que las conductas regresivas de los niños(as) responden a su necesidad de compensar y revivir etapas pasadas en que debieron ser acunados, protegidos y queridos. Sin embargo, por su historia de abandono e institucionalización, dichas necesidades de afecto no fueron debidamente satisfechas.

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En segundo lugar, es importante asumir estas conductas como una oportunidad para desarrollar nuestra capacidad de maternaje a cabalidad. Es una excelente manera para recuperar el tiempo no vivido con su hijo(a) y permitir que recobre la confianza básica en si mismo y en los demás, luego de que los adultos que debieron segurizarlo no fueron capaces de hacerlo y siendo éste el momento de componer ese lazo roto. Entonces, sea tolerante, mantenga una actitud positiva, aproveche y disfrute estos momentos tan íntimos y cercanos con su hijo(a).

4. NIÑOS QUE SE ACERCAN SOLAMENTE A UNO DE SUS PADRES

Es muy habitual que durante el enlace, e incluso algunas semanas o meses después, el niño(a) adoptado(a) sienta mayor cercanía afectiva o afinidad con uno de sus padres. Muchas veces esto puede generar la sensación de ineficacia y frustración en el padre o madre “no preferido”. La explicación a ello se centra en la carencia específica que tenga el niño. Es así que, por sus particulares historias, los niños necesitan compensar la mayor falta en sus vidas de alguna de las figuras parentales, la que para algunos puede estar centrada en la figura 20

paterna y para otros en la figura materna. Esta necesidad de aproximación se puede presentar en algunos niños de manera ansiosa, exigiendo la presencia constante y permanente de este padre o madre y recurriendo a él o ella ante todo evento. Una vez que el niño(a) resuelve y satisface su necesidad, es capaz de establecer un vínculo seguro respecto de ambos padres, manteniendo las diferencias en la relación con papá y mamá que la misma familia le quiera dar como sello propio. En las familias latinas, por su idiosincrasia, usualmente los padres establecen patrones de crianza diferenciados por sexo. Así por ejemplo, el padre como figura de autoridad es el encargado de establecer las reglas y normas en el interior de la familia, y de la realización de las actividades lúdicas con los hijos. La madre en cambio cumple un rol predominantemente afectivo, sin embargo, centra las actividades en el cumplimiento de tales normas y obligaciones. Es necesario que sepan que los niños(as) adoptados(as) no conocen los códigos que se manejan al vivir en familia, por lo que deben aprender a comportarse como hijos y aprender de ustedes cómo se comportan y qué roles cumplen un papá y una mamá, y cómo deben relacionarse ellos(as) con cada uno. Puede resultar confuso que el niño tenga mayor necesidad de una imagen, ya sea ésta materna o paterna, si en rigor careció de la presencia de ambas figuras. Esto se debe a que durante el período de internación y/o abandono tuvo la oportunidad de compensar la imagen de padre o madre con otra figura significativa para él o ella. Muchas veces, el rol emocional de madre lo cumplió una tía o guardadora del hogar a la que el niño(a) consideró lo suficientemente nutricia como para generar un vínculo reparador o más cercano. En otros casos, el director de la institución, el psicólogo, el marido de la guardadora o un profesor pudo significar y representar en el imaginario del niño(a) el rol de padre. Otra diferencia frente a las necesidades afectivas en los niños se debe a la capacidad de resiliencia y la sensibilidad que cada uno tiene, por lo que es importante tener claridad sobre sus características y necesidades emocionales y, desde ahí, acercarse a su visión del mundo. ¿ Qué debemos hacer? -

Debemos darle al niño el espacio emocional para que exprese libremente sus sentimientos y esperar pacientemente a que satisfaga sus necesidades de “papá o mamá”. Hay que asumir con una actitud madura esta etapa y no entrar en competencia con la pareja por el afecto y predilección de su hijo(a).

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Es un gran error intentar comprar, chantajear o seducir al niño(a); hay que tener en cuenta que este signo de debilidad puede ser un

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arma que en el futuro el niño puede utilizar como forma de manipular situaciones a su favor y obtener beneficios personales. -

Nunca es bueno que los niños perciban debilidades e inseguridades en sus padres, porque los inseguriza a ellos también y el padre o madre pierde autoridad, pudiendo llegar a manipular en el futuro la debilidad observada.

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Deben tener en cuenta que el papá o la mamá “más demandado” por el niño tendrá un cansancio y estrés mayor, por lo que se les sugiere coordinarse en el cumplimiento de algunos roles para que ambos tengan igualdad de protagonismo y puedan compartir más equitativamente las demandas.

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Tengan paciencia y perseverancia y no pierdan de vista que esta etapa pasará y luego será una divertida anécdota que podrán contar a su hijo(a) cuando sea más grande.

5. NIÑOS QUE EVITAN EL CONTACTO FISICO

Es posible que algunos niños y niñas rechacen el contacto físico con sus padres adoptivos. Las caricias y la cercanía de los otros pueden resultarles incómodas, tanto que a veces los paraliza y su cuerpo se vuelve rígido, pudiendo transpirar o agitar su respiración como señal de la angustia que les produce la proximidad. Otros niños son más expresivos en este rechazo y

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manifiestan abiertamente su desagrado ante las caricias a través de frases como “Déjame solo, no me toques”. La rabia asociada a este rechazo puede ser hostil, haciéndose más evidente al intentar consolarlo cuando está llorando luego de una pataleta. Incluso puede volverse violento, lanzando manotazos o patadas en una clara señal de “no te acerques”. Para interpretar esta conducta, hay que distinguir entre aquel niño o niña que evita o inhibe las conductas de proximidad y de expresión de afecto hacia sus figuras paternas y que se descoloca al recibirlas, de aquel niño que expresa su rabia a través del rechazo hacia los otros. Algunos niños son bruscos y violentos a la hora de expresar el afecto. A veces, como muestra de este afecto, se tiran sobre los padres repentinamente sin medir las consecuencias y sin importarles que puedan lastimar a otros o a sí mismos, o abrazan y besan de manera ansiosa. Por las experiencias de abandono e institucionalización, los niños tienen un patrón relacional en el cual, como mecanismo de defensa, aprenden a negar o sobrecontrolar su afecto. Esa inhabilidad sensorial para demostrar el afecto físico los hace torpes y toscos a la hora de acariciar. ¿ Qué debemos hacer? -

No debemos exigirle al niño o niña muestras de cariño ni retarlo por no dejarse acariciar. Se debe respetar la distancia física que impone, aunque sea muy doloroso para ustedes. En esta situación es necesario cultivar primero la sensación de afecto incondicional, para luego cosechar y recibir la recompensa del amor de su hijo(a)

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Si es un niño que se deja acariciar, pero que en su trato con ustedes es brusco, se le debe enseñar cómo se acaricia, tomándole su mano y enseñándole a regular su umbral táctil. Como ejercicio es muy útil, por ejemplo, acariciar su pelo a la hora de peinarlo o de dormir, o a la hora de bañarlo (hidroterapia), darle masajes.

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Respecto al masaje, es recomendable buscar el momento apropiado, que puede ser antes de dormir, a la hora del baño o en cualquier momento en que ambos estén relajados. Primero pregúntele si desea recibir un masaje. Como se trata de un acto íntimo y voluntario, el que da el masaje y el que lo recibe deben estar en buena disposición y sintonía para la actividad. Ponga música de relajación de fondo, música clásica, de sonidos de la naturaleza o cualquier música suave. Si es posible, encienda algunas velas, ponga incienso o un difusor de aceites de aromaterapia. Disponga de un aceite para masajes o cualquier crema. No necesita ser un masajista profesional, sólo debe proponérselo y tomar la iniciativa.

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Tal vez el niño(a) lo rechace, no olvidemos que es algo desconocido para él y las cosas intimas no le agradan del todo. Inténtelo tantas veces como sea necesario, evitando sentirte dolido(a) por el rechazo.

Tenga en cuenta que el masaje tiene muchas propiedades para el niño o niña: Ayuda a estimular el sistema nervioso y libera sustancias bioquímicas que estimulan el apetito. Puede estimular y fortalecer su sistema inmunológico, con lo que ayuda que el niño(a) crezca sano. Contribuye a tonificar y fortalecer los músculos, contribuyendo al desarrollo psicomotriz. Puede ayudar a que el niño(a) que ha nacido prematuro aumente su peso y consiga un desarrollo normal. En los niños hospitalizados ayuda a reducir su tiempo de estadía. Ayuda a mejorar la capacidad de adaptación del niño(a) e incentiva su inteligencia. Relaja y ayuda a descansar mejor, combate el insomnio, las pesadillas (favorece el sistema endocrino reduciendo la hormona causante del estrés) y facilita un sueño más largo y de mejor calidad. Ayuda al sistema digestivo. Ayuda a calmar los cólicos en los niños pequeños y mejora la digestión. Puede contribuir a desarrollar el sistema respiratorio, Ayuda a equilibrar los niveles de oxígeno. Favorece el sistema circulatorio. Potencia el desarrollo del sistema neurológico. Facilita el proceso de mielinización. Les ayuda a conocer su propio cuerpo. Facilita la integración del esquema corporal. Contribuye a aumentar su autoestima. Proporciona seguridad. Estrecha los vínculos positivos. Fomenta la comunicación con el exterior. Le ayuda a liberar las tensiones, tanto físicas como emocionales. Facilita la expresión de sus sentimientos, ofreciéndole soporte y contención. En niños con necesidades especiales produce importantes avances físicos. Ayuda a superar la depresión post-parto o post adopción, mejorando la relación con el hijo(a). Estimula favorablemente la comunicación.

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Unifica y afianza los lazos del niño o niña con los padres y con el entorno familiar. En la sección Anexos encontrarán una buena técnica para realizar masajes, llamada Masaje Shantala, la que fue descubierta en la India y sirve para cualquier niño o niña, independientemente de su edad. Por sus experiencias tempranas, tu hijo o hija necesita mucho afecto, el que se expresa de mejor manera a través del contacto físico, así es que inténtalo y buena suerte.

6. NIÑOS QUE HACEN PATALETAS

Una de las maneras más eficaces que tienen los niños y niñas para expresar la rabia es hacer pataletas. Una pataleta es una reacción escandalosa del niño(a) en la que llora, grita, se tira al suelo y patea o se amurra, es decir se inhibe, se vuelve introvertido, frunce el seño y agacha la cabeza, siendo imposible convencerlo de que cambie de actitud. De esta manera, el niño expresa su descontento frente a la frustración. Un niño “pataletero” es aquel que no sabe cómo expresar lo que siente de manera adecuada y, por lo mismo, sus emociones lo desbordan. Usualmente las pataletas desaparecen cuando el niño crece y aprende a manifestar su descontento de manera más adecuada y constructiva. En el caso de los niños(as) adoptados, las rabietas son independientes de la edad, pudiendo presentarse tanto en la infancia temprana como en la adolescencia.

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Es muy frecuente que los niños y niñas adoptados sean poco tolerantes a la frustración. Por tal razón, pueden hacer muchas rabietas, las que no sólo están destinadas a expresar sus emociones, sino también a llamar la atención o expresar el dolor que han guardado por mucho tiempo. Esta es la primera señal de que su hijo(a) se está adaptando y está confiando en ustedes. Resulta paradójico, pero lo cierto es que mientras peor se porte su hijo o hija, mejor va el proceso de adaptación, pues por fin se siente en libertad de expresar sus emociones, sin temor a ser rechazado o ser devuelto al hogar. Esta es una buena oportunidad para ustedes, para calmarlo, reconfortarlo y ayudarlo a manejar sus emociones. Esta conducta del niño(a) implica un importante desgaste emocional en los padres, quienes deben ser los injustos receptores de su rabia contenida. Por eso probablemente les desconcierte la desproporcionada furia o la actitud desafiante con la que reacciona ante un estimulo sin importancia, como puede ser el que no lo dejen salir a jugar, lo regañen por algo que hizo o como respuesta a la negativa de comprarle un juguete. A veces estas crisis están relacionadas con algún cambio en la vida del niño, como el mudarse de casa o de colegio. También pueden activarse con una separación o pérdida significativa, como una mascota, pelear con un amigo o enfrentar un desafío que no se siente capaz de asumir con éxito. La literatura indica que este tipo de reacciones en niños, niñas y adolescentes pueden ser explicadas mediante el llamado Síndrome de estrés post-traumático. Este es un trastorno emocional que se describe para las personas que son víctimas de maltratos, violaciones o veteranos de guerra que, ante una situación que les recuerda una experiencia traumática, sienten que nuevamente su vida corre peligro. La angustia que esto les provoca les hace perder el sentido de la realidad. Como el nivel de estrés es alto, el hemisferio derecho (donde están almacenados los recuerdos y las situaciones dolorosas que quedaron sin elaborar) toma el control de la persona. Cuando las emociones controlan la razón del niño(a) o adolescente, su capacidad para pensar racionalmente se desconecta, reviviendo momentos de su vida en los que se sintió inseguro y desprotegido. Es una especie de flashback, en que el niño trae al presente hechos del pasado y los revive como si ocurrieran en la actualidad. La hostilidad representada en la pataleta o el retraimiento expresado en el amurramiento, pueden ser interpretados como mecanismos de defensa ante un nivel de angustia que no pueden controlar ni entender.

¿Qué debemos hacer? -

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Ante una pataleta o amurramiento no debemos regañar, castigar o razonar con el niño o niño, sino tener paciencia, mantener la calma y

recordar que los adultos son ustedes y que no pueden ni deben caer en la provocación, aún cuando les agreda física o verbalmente. La rabia y ofensas del niño(a) son muestras de un dolor antiguo, de una angustia que no eligió y que no puede controlar. Deben hacerle sentir que está protegido y que estarán siempre a su lado, en las buenas y en las malas. -

Tal vez muchos de sus amigos o parientes, les recomendarán que lo dejen solo, que llore hasta que se canse, que lo ignoren, porque se le pasará. Para un niño cualquiera, ésta puede ser una buena estrategia, pero para un niño adoptado no. Su inseguridad afectiva es mayor a la de cualquier otro niño, por lo que procuren mantenerse a su lado, demostrándole su incondicionalidad.

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Cuando esté tranquilo, conversen abiertamente con él para decirle que sus agresiones y ofensas les duelen y que también es bueno que él tenga empatía hacia las demás personas y no sólo que lo absorban sus propias emociones. Enséñenle a expresar de otras formas su rabia o molestia. Es importante que no se enojen con él, ni lo castiguen, ya que esto sólo aumentará su sensación de sufrimiento y soledad.

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El niño(a) necesita sentirse comprendido, apoyado, querido y saber que puede descargar su rabia y miedo en ustedes sin temor a que dejen de quererlo.

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Estos episodios se enmarcan dentro de la etapa denominada “puesta a prueba” y deben tener claro que, como toda etapa, pasará. Las rabietas serán cada vez menores en duración y frecuencia.

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Piensen en esta etapa como una especie de terapia, en la que su hijo se reconcilia con su pasado, derriba sus miedos y sana su espíritu.

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Para ello, es muy bueno enseñarle algunas técnicas básicas de relajación, como respirar profundamente, pensar en un paisaje bonito o cuando sienta que no puede controlar la rabia que cuenta hasta diez. Pueden, además, ponerlo en situaciones hipotéticas y planificar cómo podrían actuar.

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Si nada diera resultado, y sienten que no pueden enfrentar solos la situación, no duden en pedir ayuda, ya sea a los profesionales del Sename, de la institución en la que estuvo el niño(a) o del organismo acreditado. Tengan confianza en su capacidad para afrontar las pataletas de su hijo(a) y verán que poco a poco encontrarán las estrategias para tranquilizarlo y calmarlo, perseverando en las actitudes y expresiones afectivas.

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7. NIÑOS QUE ESCONDEN LA COMIDA

Para los niños y niñas recientemente adoptados, tener el refrigerador lleno de comida a libre disposición es algo novedoso y llamativo y una realidad a la que les cuesta adecuarse. Muchas veces sienten tal ansiedad ante la comida que, según se señaló anteriormente, devoran todo alimento que esté a su alcance o manifiestan una clara tendencia a guardar o esconder restos de comida en los lugares más insólitos. Si su hijo(a) pasó hambre, va a necesitar tiempo para entender y asimilar que tal situación no volverá a ocurrir. Para ello va a necesitar oír muchas veces la frase “no tienes para que guardar la comida, porque de aquí en adelante no te faltará” o “en el refrigerador siempre va a haber comida para ti”. Además, tendrá que cerciorarse en la práctica y por sí mismo que tales afirmaciones son una realidad. ¿Qué debemos hacer? -

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Sírvale a su hijo(a) una porción generosa, pero razonable de comida. Cuando vea que a pesar de que ha comido abundantemente le sigue exigiendo más comida, pídale que escuche a su estómago para ver si está satisfecho. Probablemente, en un primer momento no comprenda el mensaje, pero con el tiempo aprenderá a reconocer la sensación de saciedad.

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Si la comida es algo que obsesiona al niño(a), es mejor ponerla a su alcance. En este caso, es muy útil tener a la mano un tiesto con frutas, frutos secos o algún otro alimento saludable para ayudarlo a relajarse. Si aún cuando ha comido se levanta en la noche diciendo que tiene hambre, es bueno dejarle en su velador un vaso de leche o una barra de cereales.

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Si lo sorprenden escondiendo la comida, no lo reprendan o reten, porque su obsesión tiene que con una estrategia de sobrevivencia producto de sus experiencias tempranas. Repítanle constantemente que se van a ocupar de que no le falte nunca la comida. Pueden preocuparse también de que siempre tenga en su mochila o bolsillo algo para comer cuando tenga hambre.

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A través de la fijación oral, como la obsesión por la comida, chuparse el dedo o comerse las uñas, los niños(as) intentan compensar sus necesidades afectivas. Estas conductas cesarán cuando se sienta seguro, querido y aceptado, por lo que deben tener paciencia y comprensión.

8. NIÑOS QUE PONEN A PRUEBA LOS LÌMITES

A veces resulta difícil comprender por qué los niños adoptados siempre ponen a prueba los límites que los adultos establecen hacia ellos. Sin embargo, si lo analizamos en profundidad, todo niño necesita en algún momento poner al límite la autoridad de sus padres. Esta rebeldía es la base de su diferenciación del 29

mundo adulto y de la construcción de su identidad como ser único y diferente. Por la edad en la que los niños(as) son adoptados, esta transgresión a las normas y límites es más explícita y ocurre con demasiada rapidez a los ojos de los padres adoptivos. ¿Qué debemos hacer? -

Debemos aplicar estrategias básicas de manejo conductual (Ver Anexos).

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Los padres deben generar estrategias de manejo conductual hacia sus hijo e hijas. Como papás primerizos, los padres adoptivos suelen tener dudas y ambivalencias sobre cuándo y cómo poner límites a los niños(as). No olvidemos que ellos provienen de hogares e instituciones donde existe un ambiente normado y reglado, por lo que los límites son parte de su realidad cotidiana. Contrariamente a lo que los padres creen, las normas y límites le dan seguridad y estabilidad a los niños, pues los hace comprender que existe alguien que se preocupa de ellos y que está interesado por corregir sus comportamientos inadecuados o negativos de modo que nada malo les suceda. En este sentido, es importante decirle al niño qué es lo que se espera de él y por qué motivo se le aplican medidas correctivas, como “no te permito que juegues en el balcón porque te puedes caer, yo me preocupo por ti y no quiero que te pase nada malo”. Así, el niño entenderá que detrás de la norma hay un deseo de protegerlo, porque se lo ama e importa todo lo que suceda con él y con su vida.

Las razones por las cuales un niño o niña se vuelve rebelde y/o desobediente son variadas y pueden resumirse en las siguientes situaciones: -

Cuando sienten que necesitan más cariño. A veces, desobedecer es un llamado de atención hacia los padres. Esto no quiere decir que no le estén brindando la suficiente atención a su hijo, sino que necesita más afecto y atención que otros niños(as) o que el resto de sus hermanos. Todos tenemos un umbral del dolor y también tenemos un umbral que define nuestra necesidad de afecto. Por eso hay niños(as) y personas más dependientes que otras, por lo que su deber será reconocer cuál es el umbral de afecto de su hijo y satisfacer su necesidad. Ello va a implicar tiempo y dedicación, entregadas de una manera adecuada y en el momento oportuno, con tiempos que coincidan en calidad y cantidad. Es decir, no basta con dedicarle mucho tiempo a la relación con su hijo(a) si ésta se limita a mirarlo mientras anda en bicicleta en el parque, sino que deben interactuar con él y estar

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pendiente de esta actividad en todo momento, de modo que sienta que él es el centro de todo. - Cuando los padres adoptivos tienen más hijos, muchas veces no logran entender por qué uno de ellos necesita más cariño que los otros, en circunstancias que han sido tratados y criados de la misma manera. Tal como se explicó anteriormente, las necesidades afectivas son individuales y difieren de un niño a otrom, y de una persona a otra. -

Evalúen cómo ejercen su autoridad como padre o madre, ya que cuando los padres son muy autoritarios o “laissez faire” los niños tienden a rebelarse. Siempre los extremos son negativos, y unos padres permisivos o demasiado autoritarios provocan emociones negativas en los niños(as) por lo que éstos los ponen a prueba. Por ello, es necesario que exista coherencia entre lo que los padres hacen y lo que le exigen a sus hijos, dado que el mal ejemplo o la falta de coherencia les hace perder su autoridad. Los padres deben ponerse de acuerdo a la hora de aplicar premios y castigos, de manera que el niño(a) vea unidad y concordancia en sus padres, ya que de la figura paterna o materna más débil, siempre tratará de obtener algún beneficio a su favor. Establezcan como pareja qué conductas serán motivo de sanciones o beneficios, procurando que el premio o castigo sea consecuente con la conducta del niño(a).

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Cuando los padres pierden la paciencia. Al darle una orden al niño, como por ejemplo “ordena tu pieza”, éste suele no obedecer de forma inmediata y se toman -por así decirlo- su tiempo. Ante este hecho, los padres muchas veces se impacientan y terminan haciendo ellos mismos lo que habían ordenado. Esta conducta da una señal a los hijos en cuanto a que hay cosas que no es necesario completar, porque finalmente la concluirán los padres. El niño entonces se cuestiona para qué obedecer. Una vez más es importante ser coherentes y mantener las sanciones, ya que de eso depende que nuestros hijos o hijas asuman una actitud responsable hacia sí mismos y hacia los demás.

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Cuando los padres tienen expectativas irreales o desproporcionadas respecto a sus hijos o hijas. A veces les exigimos demasiado a los niños, pidiéndoles que asuman roles o funciones no acordes con su edad, entendimiento o grado de

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madurez. En tales casos, el niño(a) desobedece por su incapacidad y no por irreverencia y, por lo tanto, debemos asignar tareas y obligaciones adecuadas a su edad y darles órdenes que sean capaces de cumplir y entender. Debemos dejar en claro, que para que el niño obedezca no hay recetas infalibles ya que cada uno de ellos tiene su propia personalidad e historia que lo hacen diferente a otro y por ende, en sus manos está el reconocer qué estrategias pueden dar mejores resultados con su hijo/a. 9. NIÑOS CON DIFICULTADES EN EL APEGO

Muchas veces los padres adoptivos sienten que entregan mucho amor a su hijo(a), pero que éste no se los retribuye de la misma manera ni en la misma medida. A los padres les cuesta entender por qué el niño le dice papá o mamá a un desconocido o a veces utiliza la palabra tía o tío para referirse a ellos. En otros momentos parece ser tan sociable, que puede estar en los brazos de cualquier persona, sin extrañar a sus padres, y entregarle a un extraño las mismas demostraciones de afecto que a ellos. Para entender este comportamiento de afecto indiscriminado debemos remontarnos a su primer año de la vida. Es en esta etapa donde el bebé experimenta sus primeras experiencias tempranas de apego. El apego es definido como el lazo emocional que el niño desarrolla con sus padres o cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para el desarrollo de sus habilidades psicológicas y sociales. Muchos estudios indican que el apego y las relaciones tempranas con la familia, especialmente con los padres, influyen de manera decisiva en la personalidad. Este aprendizaje condicionará cómo el niño(a) se relacionará con otros y si podrá o no establecer en el futuro relaciones interpersonales emocionalmente sanas. 32

El apego se relaciona con la forma en que el adulto a cargo del niño o niña satisface o no satisface sus necesidades básicas. Por ejemplo, cuando el bebé tiene hambre, llora reclamando ser alimentado. Sus padres o cuidadores, al escuchar su llanto, acuden a él, lo acunan y le dan la mamadera satisfaciendo así su hambre. De esta manera el bebé se tranquiliza. Si este ciclo de demanda y respuesta, se repite lo suficiente, el bebé aprende que el mundo es un lugar predecible y seguro. El adulto entonces es para el niño la base para obtener la seguridad que necesita y que le servirá para atreverse a explorar el mundo en el futuro. De otra manera, podemos decir que aprender a confiar requiere de una repetición constante en el tiempo. Para algunos niños y niñas nunca existió una respuesta a sus demandas. Es decir, si tenían hambre y lloraban, sus padres o cuidadores nunca acudieron a él y no respondieron a sus necesidades. Al poco tiempo se resignan a no llorar, estableciendo la hipótesis de “para qué voy a llorar si nadie acudirá a atenderme”, generando lo que se conoce como un apego inseguro. Pensar que los niños que han pasado por experiencias de abandono, maltrato o institucionalización lo único que necesitan es amor es correcto sólo en parte. Evidentemente, para superar sus heridas requerirán del amor incondicional de sus padres adoptivos, pero también de tiempo para cambiar lo que aprendieron a través de sus anteriores experiencias, hasta ser capaces de recuperar y ver al mundo con confianza. Este aprendizaje es imprescindible para el niño, ya que condicionará cómo se relacionará con otros y determinará si en el futuro podrá o no establecer relaciones interpersonales emocionalmente sanas. ¿Qué debemos hacer? Implemente algunas ideas útiles para fomentar un apego sano con su hijo o hija, independientemente de su edad: - Dedíquele su atención de manera exclusiva. Aquí nuevamente la calidad y la cantidad son importantes. Los momentos que pasan con su hijo(a) en un ambiente de intimidad son la base de una relación fundamentada en el amor. Disfruten el tiempo que pasan con él o ella, rían, jueguen, bailen cada vez que estén juntos. Que el niño(a) vea y sienta su felicidad por estar juntos. - Tóquenlo, háganle mucho cariño. Es probable que al principio no se sienta cómodo con sus abrazos y las señales físicas de afecto. Si se resiste, no lo obliguen, sino que busquen ocasiones breves, pero frecuentes de contacto físico que le resulten agradables.

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- Mírenlo a los ojos cuando le hablen, traten de mantener el contacto visual en todo momento, ya sea cuando jueguen, coman o conversen, por cuanto es también una forma de establecer cercanía y proximidad. - Atiéndalo cuando llore o se haga daño. Lo más probable es que su hijo(a) esté acostumbrado a “arreglárselas sólo(a)”. Durante su vida en el hogar nadie le prestaba atención especial, por eso no deben extrañarse si no reclama cuando algo le incomoda o le duele. Enséñenle que ahora tiene padres que lo cuidan y se preocupan de él, porque eso reforzará su seguridad.

10.

NIÑOS NO QUIEREN IRSE DEL HOGAR O QUE PIDEN VOLVER A Él

No obstante son pocos los casos de niños(as) que no quieren irse del hogar o de la casa de la familia guardadora, se trata de una conducta esperable por haber vivido un largo período de institucionalización. Si bien un hogar o familia guardadora no es el lugar más propicio para que un niño crezca, para él es lo único conocido, que siente propio y le da seguridad. Es natural que dejar el ambiente en el que se ha desarrollado le genera temor y angustia de perder su estabilidad a cambio de la posibilidad incierta de vivir en familia. Como adultos, los padres probablemente están felices y seguros de su decisión de adoptar a este niño(a) que les acaban de presentar, por algo han recorrido casi la mitad del mundo sólo para conocerle. Sin embargo, para él no es una decisión ni una situación fácil. No deben olvidar que su confianza está quebrada, por lo que tiene muchas dificultades para fiarse de los

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adultos. Ya lo hirieron antes, por lo tanto ¿cómo puede estar seguro de que ustedes no harán también lo mismo? Su sentido común y su experiencia le dicen a su hijo(a) que debe actuar con cautela y no entregarse a la primera ocasión. El niño(a) debe resolver la disyuntiva de dejar lo conocido por algo incierto y que no conoce. Podríamos representarlo como el tirarse a una piscina sin saber nadar. Hay miedo, desconcierto, “¿a dónde me llevan?, “resultará?, ¿y si no resulta que voy a hacer?”. Los niños y niñas necesitan ser muy valientes para dejar su seguridad y lanzarse a la aventura de irse a vivir con ustedes. No pierdan esto de vista y valoren su audacia. Piensen en la fortaleza que debe tener para enfrentarse a esta situación y conmuévanse con la gran necesidad que él tiene de vivir en una familia, que lo hace capaz de enfrentarse a todo por lograrlo. ¿Qué debemos hacer? -

Ante la angustia que se produce en los niños y niñas por tener que irse del hogar, especialmente durante el momento del enlace, los padres deben ser muy comprensivos y procurar conquistar su confianza.

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Es conveniente no forzar la salida inmediata del niño de la institución y ojalá visitarlo por algunos días, tratando de compartir su rutina y dinámica diaria.

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Al verlos realmente interesados en lograr su confianza, seguros y comprometidos con su futuro, poco a poco irá bajando sus defensas y estará dispuesto a conocer lo desconocido de la mano de ambos.

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Pónganse en su lugar, imagínense ustedes siendo él, sintiendo lo que él siente. Así, reconocerán el gran esfuerzo que aún siendo tan pequeño hace y aprenderán a valorarlo.

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11.

NIÑOS QUE SIEMPRE BUSCAN COMPLACER AL ADULTO

Muchas veces la necesidad del niño(a) por convertirse en el hijo(a) soñado es una etapa que dura muy poco y se enmarca en la denominada “Luna de miel”. Este comportamiento responde a su temor de no ser querido, a ser rechazado y nuevamente abandonado. El mensaje que probablemente ha recibido desde su vida intrauterina está lleno de rechazo, hostilidad y rabia, lo que indudablemente ha afectado su autoestima y entregado la falsa idea de ser alguien que no merece cariño y que, tarde o temprano, será nuevamente abandonado. Estas ideas preconcebidas son de carácter inconscientes y surgen como forma de evitar el abandono. Para enfrentar la posibilidad del rechazo el niño puede usar dos estrategias: abandonar primero, en el caso de los niños agresivos, demandantes, rebeldes, o por el contrario, tratar de ser siempre sumisos, complacientes, procurar portarse bien y seguir las normas para ser “queridos”. Cuando los niños(as) serviciales comienzan a portarse mal es cuando realmente han adquirido una confianza básica con sus padres adoptivos y han establecido las bases de un apego seguro. La señal de “cuando todo empeora es cuando mejor estamos” es una contradicción en sí misma, pero la experiencia nos ha enseñado que es la señal de confianza que los niños le regalan a sus padres. Es el momento en que descansan de la presión de agradar y ponen en manos de sus padres adoptivos las emociones negativas que su historia ha provocado en ellos. Algunos autores señalan que los niños y niñas adoptados “traen una mochila”, la cual representa los dolores emocionales que el pasado ha dejado en ellos. Esta expresión es muy acertada y simboliza la necesidad que tienen de compartir esta carga emocional con un otro. Por el amor incondicional que

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ustedes le tienen, serán las personas más adecuadas para sacar lo malo de esta mochila y conservar lo bueno que hay en ella. ¿Qué debemos hacer? -

Esperar a que el niño o niña real se presente y, cuando ello ocurra, aceptarlo(a) en toda su dimensión, retribuyendo con amor a sus emociones negativas.

18. NIÑOS QUE TEMEN A UN NUEVO ABANDONO

En algún momento de sus vidas, la mayoría de los niños y niñas adoptados se han sentido solos y abandonados por aquellos en quienes confiaban. La historia de su adopción se inicia siempre con la pérdida de sus padres biológicos y de otras personas que fueron importantes para ellos. Incluso en los casos de quienes fueron adoptados a los pocos días de nacer, en algún momento de sus vidas van a entender que, para ser adoptados, tuvieron que haber primero unos padres que no se hicieron cargo de ellos, y es ahí donde surge el dolor por el abandono. Como son tan pequeños para comprender las circunstancias que rodearon su adopción, es lógico que piensen que la historia puede repetirse. Por eso, muchos niños adoptivos le temen al rechazo y fantasean con un nuevo abandono. Este temor, más que una idea fija, es una sensación difusa que los hace hipersensibles al rechazo y los lleva a pensar que sus padres adoptivos también los abandonarán. Dudan que el amor de sus nuevos padres sea incondicional y pueda durar para siempre.

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Respecto a esto, es importante que los padres adoptivos sean capaces de transmitir una y otra vez al niño que, pase lo que pase y haga lo que haga, no dejarán de amarlo. Aunque para todos los que le rodean es obvio que su familia es permanente, para él no está tan claro dado que la vida les ha enseñado que quien hoy lo cuida, mañana puede desaparecer. ¿Qué debemos hacer? Las siguientes ideas pueden ser útiles para combatir el miedo de su hijo o hija a sentirse abandonado(a) de nuevo: - Reafírmenle con sus palabras y sus acciones que siempre estarán a su lado. - Jamás utilicen el cariño como moneda de cambio con afirmaciones el tipo "Si lo haces bien, mamá te querrá mucho". Eso significa también que, si no lo hace, puede dejar de quererle. - Cuando fantasee con vivir con "otra mamá" o con "la mamá biológica", no se sienta herida ni ofendida. Esta fantasía les da la oportunidad de reafirmarle el hecho de que, haga lo que haga y aunque a veces se enojen con él, siempre será su hijo(a). Si tiene edad suficiente, muéstrenle la sentencia de adopción, explicándole que una vez que el juez ha firmado, ni los padres biológicos ni los adoptantes pueden deshacerla. - Ser firme con las normas no puede estar reñido con confirmarle siempre y en todo momento que el amor que le tienen es para siempre. Es muy posible que haya temporadas en que su hijo(a) necesite poner la relación a prueba, provocando enfrentamientos que lleguen al límite. Sin embargo, ustedes saben que, por muy malos que sean sus resultados escolares o por muy difícil que sea la fase que está viviendo, no dejarán de ser su madre o padre ni tampoco de quererlo. Háganle saber esta realidad, poniéndola en palabras. - Tras cada crisis, no escatimen las muestras físicas de cariño. Si se muestran distantes o enojados, aumentarán su angustia y temores. En cambio, los momentos de alegría compartida y las manifestaciones de cariño van a actuar como un bálsamo emocional para el niño y ustedes lo que fortalecerá la relación y aliviará sus heridas.

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12.

NIÑOS QUE MIENTEN

Aunque hay una etapa en el desarrollo del niño o niña en la que decir mentiras es algo habitual, suele ser la manifestación de algo que le está afectando tanto en su mundo interno como externo. Los niños y niñas mienten con una razón y un objetivo, por lo tanto, los padres deben estar atentos al tipo de mentira y al propósito que hay detrás de ella, a su frecuencia y al contexto en que ocurren. Los niños(as) mienten por distintas razones, puede ser por miedo y temor a las consecuencias de sus actos, siendo entonces una forma de ocultar una mala acción. En este caso, se les debe enseñar a afrontar las consecuencias de sus actos y los padres, por su parte, deben evaluar el nivel de confianza que han alcanzado con su hijo(a) como para descubrir cuán presionado se ha sentido para llegar a ocultar sus errores y desaciertos. En otras ocasiones, la mentira surge como una forma de probar los límites de los padres, ya sea porque estos son muy estrictos o muy permisivos y no existen normas claras en el interior de la familia. Otra razón por la que el niño puede llegar a mentir es para buscar aprobación u obtener algún beneficio. En tal caso es importante explicarle que mentir no es una buena forma para lograr el cariño o respeto de los demás, si no por el contrario, dígale que valora en él su valentía para afrontar las consecuencias de sus acciones y que lo quiere tal como es. La mentira también puede surgir para proteger a otro, por la presión del grupo, por estrés, por imitación al ver a otros mentir o para llamar la atención. El obedecer y no decir mentiras son valores y comportamientos que se deben enseñar y reforzar permanentemente a través del tiempo. Los padres no pueden esperar que los niños(as) asuman esta conducta de forma espontánea, sino que deben tener paciencia y ser consistentes con sus mensajes y ejemplos.

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El curso que siga la tendencia a mentir en el niño(a) dependerá en gran medida de la actitud de los padres y del entorno. El no darle importancia o ser demasiados rigurosos o moralistas puede favorecer su repetición. Si las mentiras continúan, llegando al punto de generar conflictos en el niño, los padres deben buscar ayuda profesional. ¿Qué debemos hacer? - Mantener la calma, tratando el problema a través del diálogo. El análisis de la conducta debe estar dirigido a la causa que motivó al niño(a) a mentir y no a la mentira en sí. Con serenidad, refuercen la idea del valor que tiene la honestidad y el decir siempre la verdad. - Den a su hijo o hija el beneficio de la duda, pensando siempre que puede estar diciendo la verdad. - Háblenle a su hijo(a) sobre las consecuencias de mentir y los problemas que ello puede ocasionar. La reflexión, junto con su desaprobación, le ayudará a evitar las mentiras en el futuro. - No lo califiquen como “mentiroso” ya que puede adoptar ese rol. - Si es necesario, apliquen castigos que no sean físicos, como por ejemplo, privarlo de la televisión, o de su pasatiempo o actividad favorita. - Ayuden al niño(a) a pedir disculpas y reparar las consecuencias de la mentira cuando sea posible. - Refuercen la importancia de decir la verdad sirviendo de ejemplo.

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13.

NIÑOS QUE RECUERDAN SU VIDA PASADA

Una vez que son adoptados algunos niños y niñas hablan de su historia pasada, dando detalles de su vida en el hogar, de los amigos y compañeros, de las tías que lo cuidaban o de los pocos recuerdos que guardan de su familia biológica. A veces sus relatos pueden corresponder a recuerdos felices o divertidos, en cambio otros, pueden conmover por su crudeza, al dimensionar lo que el niño(a) pudo haber sufrido en su vida pasada. Frente al pasado no podemos hacer mucho, salvo enseñarle a aprender de esas experiencias, recordándole que esos momentos ya pasaron y que nunca más se repetirán, porque ahora tiene una familia que está para protegerlo(a). ¿Qué debemos hacer? -

Escuchar al niño(a) con una actitud abierta y desprejuiciada.

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Permitirle contar lo que desee y prestarle la atención necesaria. Intencionar sus preguntas para obtener detalles de lo que dice y evaluar el nivel de daño que esa historia pudo ocasionar.

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Tratar de no demostrar emociones negativas como pena, angustia o sorpresa. Si es necesario, pedir ayuda profesional.

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14.

NIÑOS HIPERACTIVOS

Muchos niños(as) son definidos como hiperkinéticos o hiperactivos, calificación que en Chile parece estar está sobre diagnosticada y sobredimensionada. Es común que los niños y niñas chilenos(as) sean medicamentados para mejorar sus niveles de concentración. Si su hijo(a) está recibiendo medicamentos es aconsejable al llegar a su país chequear el diagnóstico y los remedios que consume con algún neurólogo de su confianza. La mayoría de los niños(as) sientan las bases de su autocontrol a partir de los tres años, luego de atravesar la etapa típica de las pataletas. Aquéllos que no contaron en su momento con la ayuda necesaria para hacerlo o que han vivido algún tipo de trauma, no consiguen calmarse por sí solos cuando sus niveles de estrés se disparan. Si consideramos que la falta de control en el niño es una prueba de que se siente angustiados y no sabe cómo calmarse, estaremos en mejor disposición para ayudarlos. ¿Qué debemos hacer?

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Como medida conductual de fácil aplicación resulta conveniente disminuir los niveles de estimulación a los que está expuesto el niño(a) y ayudarlo a calmarse.

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Cuando un niño tiene un comportamiento hiperactivo, no sirve tratar de razonar con él. Traten de disminuir el ruido a su alrededor y bríndenle un ambiente tranquilo y relajado. Traten de no ir a lugares

ruidosos, eviten la música a alto volumen y las actividades que lo descontrolen. -

Bajar los niveles de estímulos es el primer paso para lograr que la seguridad en los niños(as) aumente y se puedan relajar. No debemos perder de vista que aquellos largamente institucionalizados no están acostumbrados a salir a la calle y el ruido del tráfico los puede asustar. Visitar un centro comercial o estar en lugares muy concurridos puede ser una experiencia muy estresante para ellos(as).

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Busque actividades atractivas, pero tranquilas como dibujar, recortar, pintar, jugar juegos de mesa entre otras. Si está muy nervioso o sobreexcitado, no le será fácil interesarse por este tipo de cosas hasta que haya recuperado la calma. Para ello, en vez de dejarlo solo, quédese a su lado hasta que se tranquilice.

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La simple presencia de los padres es el mejor antídoto contra el nerviosismo. Hay estudios que demuestran que el simple hecho de estar físicamente cerca de los padres aumenta en los niños el nivel de hormonas anti-estrés. El contacto físico agradable (acariciarlo, darle un masaje, sentarlo en sus rodillas) es aún mejor.

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Cuando los niños(as) son incapaces de expresar o identificar lo que sienten, necesitan que los padres se muestren fuertes, seguros y tranquilos. Hagan que él niño(a) vea que se quedarán a su lado hasta que recupere la tranquilidad. No tengan miedo de que adquiera dependencia hacia ustedes, al contrario. Cuando su hijo(a) cuente con ustedes para aprender a serenarse, las conexiones de su cerebro se fortalecerán y mientras más ayuda reciba para controlar sus emociones, más fácil le será controlarse solo.

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15.

NIÑOS PERFECCIONISTAS

No debemos confundir el perfeccionismo con el deseo de mejorar y hacer las cosas bien. Puede ser un rasgo ventajoso en algunos aspectos, ya que promueve el esfuerzo y el trabajo bien hecho. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones puede llegar a ser una obsesión, provocar ansiedad, depresión y otros trastornos, además de inseguridad, insatisfacción y frustración. La simple idea de equivocarse produce en estos niños temor y angustia. No aceptan que cometer errores es algo natural, que forma parte del proceso de aprendizaje y parte de la vida, sino por el contrario, lo viven como un error personal que no tiene por qué ocurrir. Si esta conducta no se corrige, cuando sean adultos serán personas muy exigentes tanto con ellos como con quienes les rodean (la pareja, los hijos o sus compañeros de trabajo). Muchos niños(as) adoptados(as) son perfeccionistas, siendo este un rasgo que suelen mantener en la adolescencia e incluso en la adultez. Ese rasgo se relaciona con el miedo al rechazo y al abandono, y está en directa relación con la autoestima. De manera inconsciente, el deseo de hacer todo perfecto está relacionado con la percepción de que si hacen algo mal, dejarán de quererlos. Algunas de las características más comunes de los niños(as) perfeccionistas son: 1. Repetir una y otra vez sus tareas hasta hacerlo de manera perfecta, lo que los lleva a veces a no terminar sus trabajos por falta de tiempo. 2. Inseguridad, baja confianza en sí mismos y mucho miedo a equivocarse, lo que les impide involucrarse en situaciones nuevas por evitar correr riesgos.

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3. Nerviosismo permanente al rendir un examen, a pesar de estar bien preparados. 4. Exceso de autocrítica, porque siempre piensan que podrían hacer mucho mejor las cosas. Para ellos un 6 y no un 7 en un examen es un fracaso. 5. Permanente preocupación por lo que los demás opinan de ellos. En las situaciones de equivocación o error, la rabia y la frustración se apodera de ellos, haciendo imposible que entren en razón. ¿Qué debemos hacer? - Háganle saber a su hijo o hija que comprenden su rabia y sufrimiento. El minimizar y no darle importancia a lo que le hace sentirse frustrado sólo hará que se sienta solo e incomprendido. Repítanle: “es muy frustrante cuando se pone tanto esfuerzo en algo y las cosas no salen como uno quería". - No dejen que se le pase solo. Bríndenle consuelo, ayúdenle a cambiar su ánimo hacia otro más positivo. Un abrazo seguido de una sesión de regaloneo y risas actúa como un bálsamo sobre su dolor. - En un momento de tranquilidad díganle que es normal que las cosas no resulten en un primer intento y déjenle claro que siempre lo van a seguir queriendo. - Conviértanse en la memoria de sus éxitos y sus superaciones. Recuérdenle lo mucho que le frustraba no saber andar en bicicleta o atarse los cordones, o cualquier otra cosa que le parecía imposible lograr y que hoy tiene completamente dominada. Recordar esos momentos le ayuda a tomar perspectiva y a verse a sí mismo como alguien capaz de superar las dificultades. - No lo alaben cuando destine demasiado tiempo y dedicación para realizar algún trabajo, deben hacerle entender que ese tiempo lo puede destinar a otras actividades. - Ayúdenlo a fijarse objetivos realistas, que sean posibles de conseguir y así logrará una mayor confianza en sí mismo. - Se le debe elogiar por el esfuerzo realizado más que por los resultados obtenidos. - Enséñenle que no siempre es posible conseguir lo que uno se propone, porque cada niño y cada persona tiene aptitudes y limitaciones, y porque

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conseguir determinadas metas no depende tan sólo de la voluntad y el esfuerzo personal, sino también de otros factores. - Eviten que un error le lleve a considerarse un perdedor y a dudar acerca de su capacidad. Muchos de estos niños son hijos de padres perfeccionistas o de padres que quieren ver en sus hijos cumplidos los logros que ellos no consiguieron. Los niños deben ser educados de acuerdo con sus capacidades y no centrados en ser los mejores.

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OTRAS CONSIDERACIONES RELEVANTES RUTINA, RUTINA Y RUTINA Todos los niños y niñas se descolocan cuando repentinamente cambiamos sus rutinas, actividades o el espacio físico en que se desenvuelven. La rutina le da seguridad a los niños(as), proporcionándoles un contexto estable y confiable. Para un niño(a) recién adoptado, el cambio que vive es radical, todo es nuevo, los lugares, los olores y el idioma que escucha a su alrededor. Pónganse en el lugar de su hijo o hija. Imagínense que de repente los trasladan a un lugar desconocido, rodeado de personas que jamás antes vieron, que hablan un idioma que no entienden y sin la posibilidad de volver a retomar sus vidas pasadas. Por difícil que parezca, les sorprenderá la facilidad con la que su hijo(a) se adapta a esta nueva vida, aprende un idioma distinto y comienza a asumir vuestros valores, costumbres y ademanes. Aunque la adaptabilidad de los niños(as) es a menudo impresionante, no pueden pretender que estos cambios los asuman de la noche a la mañana. Requerirá tiempo para asimilar ciertas cosas. La mejor manera de ayudarlos a adaptarse es limitar la cantidad de estímulos nuevos e implementar rutinas estrictas. Brindarle al niño(a) un ambiente estructurado y tranquilo lo ayudará a asimilar los cambios con mayor rapidez. Ideas útiles para el período de adaptación: - Establecer horarios fijos para sus actividades diarias, tales como para levantarse, jugar, comer, acostarse o pasear. - Que sepa en todo momento lo que va a pasar. Cuéntenle que van a hacer a continuación, por ejemplo, vamos a almorzar y luego iremos de compras. Saber lo que viene a continuación y comprobar que todo sucede de acuerdo con lo que le contaron, le ayuda a sentirse seguro. - Sean previsibles para su hijo(a). Traten de hacer las cosas siempre en el mismo orden, estableciendo pequeños rituales en torno a las actividades cotidianas. Por ejemplo, luego de sentarse a la mesa a almorzar, una familia establecía el ritual de tomarse de las manos y agradecer el estar todos juntos. - Durante los primeros días junto a su hijo o hija eviten los lugares con demasiados estímulos. Resistan la tentación de llevarlo al zoológico o a algún parque de diversiones. Permítanle que primero se adapte a su entorno más inmediato y luego exploren junto a él otros ambientes. - No se olviden que puede haber muchos lugares desconocidos para él o ella, como los supermercados, los centros comerciales, la playa, la montaña e incluso los animales domésticos. Recuerden que muchas cosas que para otros niños son 47

cotidianas, para él pueden ser una fuente de estrés o lo enfrentan a situaciones muy desconcertantes y hasta atemorizantes. EVITA LA PALABRA ABANDONO Muchos niños, niñas y jóvenes adoptados presentan un profundo sentimiento de abandono, sentimiento que muchas veces se asocia al perfeccionismo, al temor al fracaso, a la baja autoestima o a problemas en las relaciones interpersonales. En el momento de hacer la revelación es muy importante tener en cuenta el pasado biológico del niño, cómo y cuándo se cuenta esta historia y las palabras usadas para relatarla. Por ello, al explicarle sobre su adopción, es necesario evitar la palabra abandono y cambiarla por una frase como “tus papás biológicos no podían cuidarte y por eso te dejaron en el hogar donde nosotros te conocimos”. De esta manera le asignamos la responsabilidad al adulto, al hablar desde la incapacidad de cuidar de un niño no culpabilizamos al niño(a), ya que el concepto de ser abandonado implica ser rechazado, sugiriendo la idea de que “algo malo debe haber en mí, que mi familia biológica me rechazó y abandonó”. Esta sensación de no saber el porqué del abandono acompaña al niño(a) hasta su vida adulta y en muchos casos los impulsa a buscar a su familia biológica para preguntarle la verdadera razón de su entrega en adopción. Debemos reforzar la idea de los valores asociados a la decisión de ceder en adopción, tales como el hecho de que la madre biológica optó por la vida y tomó una decisión responsable y positiva al dejarlo en un hogar para ser adoptado. En la adolescencia se produce la primera gran crisis en los niños y niñas adoptados, ya que por el nivel de entendimiento alcanzado, logran asociar la adopción al abandono y ven su historia de una manera realista y descarnada. Debemos estar preparados para aceptar el dolor que esto produce y que no lo podemos evitar, aunque sí podemos comprender su necesidad de conocer detalles sobre su historia y que el deseo de conocer a los padres biológicos no pone en tela de juicio la relación que tiene con ustedes. Pueden acompañarlos y apoyarlos para que salgan fortalecidos de esta experiencia. REVELACIÓN: LA TAREA NECESARIA Realizar el proceso de Revelación, es decir, contarle al niño(a) su historia biológica, no es sólo trasmitirle la información a medida que está preparado para asimilarla, es también ayudarle a entender y expresar las emociones que conlleva este proceso. 48

No debemos autoengañarnos. El hablar de la adopción con los niños, con las palabras adecuadas y en los momentos correctos no impedirá que sientan pena o rabia hacia su propia historia. La tristeza, la confusión, la rabia y la rebeldía, son emociones normales que debemos aceptar como algo natural. - No deben tener miedo al dolor de su hijo o hija, ya que es parte de su proceso de aceptación y crecimiento. Compartir sus sentimientos no amenaza su relación con él o ella, por el contrario, la fortalece. - Ayúdenle a entender que lo que él está sintiendo es normal y que ustedes comprenden sus vivencias. Frases como "a mí también me hubiera gustado que las cosas fueran de otra manera" le permiten percibir que interpretan lo que le pasa y que están de su parte. - No tomen su dolor como un ataque personal. A pesar de lo doloroso que puede ser, cuando su hijo(a) les grite “Tú no eres mi papá o mi mamá” o les diga “Quiero volver al hogar con las tías”, no es una agresión hacia ustedes, él sólo está tratando de canalizar sus angustias y temores. No se ofendan, necesita su compañía en estos difíciles momentos y que le reafirmen, una vez más, que serán su padres para siempre. - Demuéstrenle su cariño cuando abran temas relativos a la adopción. LA DEPRESION POST ADOPCION DE LOS PADRES ADOPTIVOS El momento del enlace es sin duda un momento emocionalmente muy intenso. El viaje, la diferencia de horarios entre su país y Chile, el adaptarte a un clima y costumbres distintas y el cambio de vida que implica la llegada de un hijo(a) aumentan los niveles de estrés y angustia. Si le sumamos el no contar con su red habitual de apoyo, como amigos y familia, facilitan los sentimientos depresivos. A pesar de lo esperado que es este hijo(a) y lo ansiado que ha sido para ustedes su proyecto de familia, con la llegada del niño(a) pueden sentirse tristes, desganados o frustrados durante las primeras semanas de convivencia. Estos sentimientos se parecen a la denominada depresión post parto y se le conoce como depresión post adoptiva. Existe poca documentación al respecto y es un tema del que no se suele hablar. Las personas que viven la depresión post adopción reciben la incomprensión de quienes les rodean, ya que es “inaceptable” que después de tanto tiempo y esfuerzo invertido para ser padre o madre adoptivo, ahora que ya tienen a su hijo no sean inmensamente felices. La depresión post-adopción es tan normal como la depresión post-parto. Hay

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estudios que dicen que el 80% de las mujeres que adoptan la sufren, en mayor o menor medida. COMO ENFRENTAR LA DEPRESION POST ADOPCION DE LOS PADRES ADOPTIVOS La mayoría de los consejos para la depresión post adopción son similares a los consejos para enfrentar las depresiones post parto: - Saber que es real y que les puede ocurrir, ayuda a enfrentarla de mejor manera, ayudando a disminuir los sentimientos de culpa. - Concéntrense en su hijo o hija y en afianzar la relación con él(ella). No asuman otras responsabilidades anexas, esto es lo más importante. No se exijan en exceso, no tienen la obligación de cumplir todo en un cien por ciento; nadie puede responder con tan altos estándares de perfección, ustedes tampoco. - Cuiden su salud. El agotamiento es el mejor aliado de la angustia. Coman y duerman bien y, si están muy cansados y tensos, dejen tiempo para disfrutar de un baño de tina, salir a caminar solos o con su hijo(a). Concéntrense en su respiración, practiquen yoga, baile entretenido, acupuntura o cualquier actividad que los beneficie. - Limiten las visitas de familiares y amigos los primeros meses de convivencia con el niño(a). Es habitual que después de la llegada de su hijo(a), muchos amigos y familiares quieran visitarlos. Invítenlos de a uno para que esta situación no los estrese. - Si están en pareja, cuiden su relación. La llegada de un hijo(a) tiene un fuerte impacto sobre las relaciones de pareja. Busquen momentos de intimidad para conversar y ajusten su horario para tener momentos a solas. No pierdan el romanticismo y el buen humor. Si tienen otros hijos, túrnense para brindarle a cada hijo atención exclusiva. - Expresen sus sentimientos libre y honestamente a los profesionales que realizarán el seguimiento post adoptivo, tanto en Chile como en su país de residencia. Ellos mejor que nadie comprenden lo que están viviendo y saben que es normal. Los ayudarán sin juzgarlos. - Participen de grupos de apoyo. Otros padres adoptivos sabrán entenderlos y ponerse en su lugar. Oír las experiencias y formas de enfrentamiento de otros

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que ya han vivido esta etapa puede ayudarlos acerca de qué hacer ante determinadas situaciones y, sobre todo, a que no se sientan como seres extraños. - Recuerden que vincularse afectivamente necesita tiempo. No se agobien pensando que no sienten por su hijo todo el amor e incondicionalidad que debieran. Eso llegará con el tiempo. - Disfruten de los momentos felices y ténganlos presentes cuando los invadan sentimientos negativos. ADOPTAR UN HERMANITO Las parejas que ya tienen hijos siempre tienen dudas acerca de cuándo es el mejor momento para volver a adoptar. Una vez que se han decidido a iniciar un nuevo proceso de adopción, surge una nueva interrogante. ¿Cuál es el mejor momento de contar a los hijos de la llegada de un hermanito? ¿Es mejor esperar hasta tener el nuevo certificado de idoneidad o cuando esté cerca la fecha del viaje? Lo mejor es involucrar a los otros hijos en el proceso, ya que les ayuda a preparase para convertirse en hermanos mayores y, además, les permite revivir y elaborar su propio proceso de adopción. Debemos tener en cuenta que el sentido del tiempo en los niños, así como la capacidad para procesar la información que se les entrega, es distinto a los adultos. Los niños(as) son concretos, si le dicen pronto llegará tu hermanito, lo más probable es que piense que será mañana, por lo que deben ser especialmente cuidadosos. Si para los adultos el proceso de adopción es un vaivén de emociones difícil de afrontar, los niños no suelen estar preparados para manejarlo. Por eso, hacerlos partícipes no significa contarles todos los detalles de cada fase. Empiecen a contarle de manera general que quieren tener otro hijo, explicándole aspectos básicos del proceso adoptivo. Eviten que su hijo se centre en la llegada del nuevo hermano, ya no es posible que ustedes determinen este tiempo y puede durar dos o más años. La visita domiciliaria y las evaluaciones con la asistente social y psicólogo(a) pueden ser presentadas como la visita de alguien que va a ayudar a la familia a decidir si es bueno o no adoptar a otro hijo. A medida que la fecha de la asignación se acerca, pueden ir anticipando referencias del tiempo que pueda comprender como "después de tu cumpleaños", "cuando terminen las clases” “cuando llegue el verano", etc.

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Eviten que el hermano que está por llegar esté presente en cada conversación, aunque es bueno dejar que el tema salga con naturalidad y permitir al niño expresar sus pensamientos, dudas y reparos abiertamente. A la hora de preparar a un hijo (adoptado o biológico) para la adopción de un hermano, conviene recordar lo siguiente: - Independiente de cómo llegue el nuevo hermano, puede provocar celos. A pesar de demostrar una buena predisposición ante su llegada hipotética y mostrarse muy ilusionado de tener un hermano, es absolutamente normal que las relaciones fraternas estén marcadas por los juegos, peleas, competencias y rivalidades. Darle a cada niño(a) dedicación y afecto reduce los sentimientos hostiles, por lo que es conveniente inculcarle que ambos serán igualmente importantes. - Concienticen a su hijo(a) diciéndole que el nuevo hermanito seguramente necesitará mucha ayuda y paciencia al principio. Ayúdenle a que tenga una visión realista de las necesidades que este hermano tendrá y pídanle que se convierta en hermano mayor, en un apoyo para él y en un ejemplo para seguir. Anticípenle que tendrá que ser muy generoso para compartir no sólo sus juguetes y el espacio físico, sino también el afecto de sus padres. - Reafírmenle a su hijo su lugar en la familia y en el corazón de sus padres. Antes de la llegada del nuevo hijo, demuéstrenle su apoyo y amor incondicional. Dediquen mucho tiempo para él, de manera de cimentar la relación y hacer que se sienta más seguro a la hora de compartir vuestra atención. - A veces los temores en los niños pueden expresarse en forma de preguntas o comentarios negativos e incluso en comportamientos rebeldes. No lo coarten, anímenlo a fantasear y a expresar sus dudas, aunque no les guste lo que escuchen. Hablar de lo que a los niños les da miedo, poner en palabras sus emociones, aunque sean negativas, les da la oportunidad de ayudarlos a manejarlas. CELOS ENTRE HERMANOS Sin distinguir entre niños adoptados o biológicos, los hijos a veces sufren con la llegada de un hermano. Si el niño o niña que llega es adoptado puede necesitar mucha atención y ayuda para adaptarse y sentirse seguro en su nuevo hogar. Para los niños el amor se mide por la cantidad de tiempo y atención que se les dedica, y es normal que su seguridad se resienta al tener que compartirlos repentinamente.

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Los hijos únicos suelen tener más dificultades para adaptarse a la llegada de un nuevo hermano. Incentivarlo a compartir con otros niños, algún primo, los hijos de sus amigas o algún vecino puede ayudarle a enfrentar este nuevo escenario. Tengan en cuenta que es normal que a veces se adoren y defiendan mutuamente, y que en determinados momentos peleen y no se soporten. A veces los niños dicen frases como "mamá, por qué no devolvemos a mi hermanito al hogar?" No lo critiquen. Comprendan que detrás de esta frase está su deseo de proteger lo que le pertenece. - Si su hijo o hija tiene celos hacia su hermano, háganle saber que lo entienden y que es algo normal, explicándole que a veces queremos mucho a alguien, pero que hay momentos en que no lo queremos ni ver. Compartan sus propias experiencias y recuerdos, las anécdotas vividas ayudan a los niños a normalizar lo que sienten y a entender sus emociones. - Marquen la diferencia entre los sentimientos y las acciones. Las agresiones físicas o verbales no son permitidas, pero siempre es bueno darles el espacio para expresar lo que sienten. - Empaticen con sus sentimientos, diciéndole frases como “debe ser difícil para ti que tú hermanito llame la atención”, esto hace que se sienta comprendido y acompañado. - Procuren no fomentar la rivalidad entre los hermanos y corregirlos si este comportamiento se presenta. Eviten las comparaciones. - Realicen actividades en las que puedan dedicarle a cada niño(a) atención individual y otras en las que compartan con ambos. ES LA EDAD O ES LA ADOPCIÓN A menudo, los padres adoptivos se cuestionan si algunas de las conductas de su hijo(a) son “normales” o se deben a su condición de adoptado. Esta duda los agobia enormemente, por cuanto cada cosa que dice o hace el niño(a) lo ven como una consecuencia de la adopción o fruto de la historia de vida que ha vivido. En este sentido, podríamos decir que los padres adoptivos son más inseguros como padres, siempre se están cuestionando todo y son muy autoexigentes con su desempeño. Por eso, la mayoría de las veces exageran las conductas que son normales en todos los niños, dándole la connotación de problema. A menudo, llevan al niño(a) al psicólogo, al psiquiatra, al neurólogo, al médico o a cualquier otro especialista, buscando la aprobación de un profesional o alguien externo que les asegure que “efectivamente su hijo(a) está bien y es feliz”.

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Conviene recordar que, como parte de su desarrollo, los niños deben pasar por ciertas etapas, algunas con mayores exigencias que otras, pero todas normales y necesarias. Para normalizar la conducta de su hijo(a) lo mejor es que recuerden su propia niñez y los momentos difíciles que tuvieron que pasar, los miedos que los aterrorizaron y las situaciones en las que se sintieron derrumbados. Así, pronto se darán cuenta que su hijo(a) tiene esos mismos sentimientos, miedos y/o dolores. Debemos entender la adopción como un factor más que influye en el comportamiento del niño, en su manera de sentir y ver la vida. Tal vez su condición de adoptado pueda hacer que sea más sensible a algunas situaciones, pero esto no cambia las tareas en el desarrollo a las que todo niño está expuesto, y que son una fuente de estrés y aprendizaje. A medida que van creciendo, los niños y niñas van entendiendo lo que implica la adopción. Se plantean nuevas interrogantes y aparecen en ellos nuevos sentimientos con respecto a su historia y a las personas que han sido importantes en su vida. Si en algún momento su hijo(a) muestra un comportamiento problemático, que piensan que puede estar relacionado con la adopción o simplemente no saben cómo manejar, es aconsejable pedir ayuda a un especialista. Asesórense por profesionales con experiencia en adopción y en trabajo con familias adoptivas, quienes seguramente los ayudarán a interpretar correctamente lo que ocurre, les darán herramientas para ayudar a superar el problema y evaluar si el niño(a) necesita algún tipo de apoyo extra.

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ANEXOS EL MASAJE SHANTALA El masaje Shantala es una antigua técnica proveniente de la India, que permite entablar un estrecho contacto entre padres e hijos. Este masaje fue introducido en Europa y Estados Unidos hace 30 años por el doctor Frédérick Leboyer, quien descubrió en las calles de Calcuta a una madre masajeando a su bebé. Emocionado señaló: “De pronto, en plena sordidez, se me concede contemplar un espectáculo de la más pura belleza. Era como un ritual revestido de extraordinaria dignidad. Era como un ballet, tanta armonía en ello, tan justo en el ritmo, aunque de gran lentitud. Permanecí deslumbrado y confundido, el horror de las calles que había recorrido, había desaparecido. Estaba como cegado por tanta belleza y tanto amor.” Ahí descubrió como la paciencia y el amor de aquella madre llamada Shantala, triunfaban en la más absoluta miseria. Desde entonces, este tipo de masaje se ha difundido en todo el mundo, y a pesar de que fue concebido para relajar a los bebés, es aplicable también a niños(as) más grandes. En el caso de los niños(as) adoptados, sus beneficios son insuperables, ya que el afecto físico es una de las más grandes carencias que han vivido durante gran parte de su vida, sin el cariño y los cuidados esenciales de un papá y una mamá. Por ello, resulta pertinente incorporar en la presente guía aspectos básicos de esta técnica, la que podemos adecuar a la edad y características de cada niños(a). Para dar el masaje es necesario llevar puesta ropa cómoda y confortable y ubicarse sentado, en el piso. Existen dos posiciones básicas para realizar este masaje. Una de ellas es con las piernas extendidas y separadas con el bebé o niño en el medio. La otra es con una pierna extendida y la otra flexionada con el niño en el medio. Tener a mano todo lo necesario para realizar el masaje (colchoneta, toallas, aceites, etc.), además de preparar un ambiente cálido y relajarse mediante una respiración profunda, y la relajación de hombros y brazos. EL PECHO: 1) Una vez puesto el aceite en nuestras manos, colocamos las dos manos sobre el pecho del bebé o niño, desde el centro hacia fuera, deslizando las manos, como si alisaran las hojas de un libro abierto. Esta técnica facilita la ampliación de la capacidad respiratoria.

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2) Cruzar el pecho. Coloque su mano derecha sobre el lado izquierdo de la cadera del bebé o niño y deslícela hacia arriba en dirección al hombro opuesto, es decir al hombro derecho. Termine envolviendo el hombro del bebé o niño. Hacer lo mismo, pero en sentido contrario, es decir la mano izquierda sobre el lado derecho de la cadera del bebé o niño y subir cruzando hasta el hombro izquierdo. De esta forma se va alternando en cruz, trabajando una después de la otra. Este movimiento trae equilibrio y armonía. BRAZOS Y MANOS: 1) En el último movimiento, nuestra mano izquierda quedó sobre el hombro izquierdo del bebé o niño, nuestra mano derecha está libre y tomaremos con ella la muñeca izquierda del bebé para extender el brazo. Pero es nuestra mano izquierda, la que formando como un brazalete con pequeños toques de yema de los dedos, bajará hasta la manito. Llegado este punto, volvemos al hombro y repetimos el movimiento cuatro veces, siempre desde el hombro hacia la muñeca. 2) Con las dos manos juntas, sujetar el bracito izquierdo del bebé o niño a la altura del hombro, deslizar sus dos manos en dirección a la muñeca, con movimientos de torsión. Las manos deben moverse al mismo tiempo, pero en direcciones opuestas. Al llegar a las muñecas, reiniciar el movimiento cuatro veces. 3) Seguimos masajeando la mano izquierda del bebé o niño. Con el dedo pulgar masajear desde el centro de la palma de la manito en dirección a cada dedito, suave y lentamente. Seguido a este movimiento, pasar la palma de su mano sobre la palma de la manito del bebé o niño. En este movimiento se puede iniciar un juego en que el niño puede mantener su palma cerrada, no hay que forzarlo, quien la abrirá cuando lo desee. Con estos movimientos fortalecemos los músculos y las articulaciones, se activa la circulación y se estimula el sistema nervioso, preparando al bebé para gatear y caminar. También se le brinda al niño la noción de contorno y límites de sus extremidades, trabajando la imagen corporal. A continuación realizamos los mismos movimientos pero en el otro brazo y la otra mano del niño. ABDOMEN: 1) Colocar la mano plana sobre el abdomen, debajo de las costillas y deslizarla al bajo vientre. Cuando una mano termina el movimiento la otra comienza, y así sucesivamente. Realizar este movimiento cuatro veces. 2) La mano izquierda toma el pie del bebé o niño para mantener las piernas extendidas y algo elevadas. La mano derecha realiza el movimiento de arriba hacia abajo cuatro veces, y luego este mismo movimiento es realizado en el

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antebrazo repitiendo con la misma mano cuatro veces. En la zona abdominal es de especial importancia el uso del aceite para que, junto con los movimientos, facilitemos el funcionamiento intestinal y la eliminación de gases, proporcionando alivio a los cólicos además de tonificar los músculos abdominales. PIERNAS Y PIES: 1) Se comienza de la misma forma que lo hemos hecho con los brazos. Con la mano derecha tomaremos el pie izquierdo del bebé, para extender la pierna, pero es nuestra mano izquierda la que formará como un brazalete, haciendo toques con las yemas de dedos desde el muslo hacia el tobillo. Llegando este punto volvemos al muslo y repetimos este movimiento hacia el pie cuatro veces, siempre desde el muslo hacia el pie. 2) Con las dos manos juntas sujetar la pierna izquierda del bebé a la altura del muslo, deslizar las manos en dirección al pie, con movimientos de torsión. Las manos deben moverse al mismo tiempo, pero en direcciones opuestas. Al llegar al pie, reiniciar el movimiento desde el muslo cuatro veces. 3) Seguimos masajeando el pie izquierdo del niño. Con el dedo pulgar masajear el talón en dirección a cada dedo, con suavidad y lentamente, pues los pies del niño son muy sensibles. Seguido a este movimiento pasar la palma de la mano en la planta del pie del niño. Continuamos con los mismos movimientos en la otra pierna y pie. ESPALDA: Para comenzar los masajes en la espalda debemos cambiar la posición del niño. Durante todo el masaje el bebé estuvo paralelo a nuestras piernas, a partir de este momento lo colocaremos en forma trasversal 1) Colocar las manos paralelas y juntas a la altura de la nuca del niño. Comenzar alternando las manos rítmicamente hacia delante y hacia atrás, al mismo tiempo que se deslizan desde la nuca en dirección a las nalgas y desde las nalgas en dirección a la nuca. Las manos van y vienen, suben y bajan manteniendo siempre el mismo ritmo. 2) Nuestra mano izquierda es la que recorre en forma plana la espalda del niño, descendiendo de la nuca hasta las nalgas, entonces abandona este punto para volver al punto de partida, la nuca y luego volver a descender. Estos movimientos deben ser lentos, continuos y profundos. En cuanto la mano derecha sostiene la nalga del niño y se opone al movimiento de la izquierda. Ambas manos trabajan en armonía; una representa el aspecto dinámico de la energía y la otra el estático.

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3) Es el mismo movimiento que el anterior pero sin detenerse en las nalgas, sino que sigue por los muslos hasta los talones, de allí sube y vuelve a bajar. En cuanto a la mano derecha sólo sostiene los pies del niño. El masaje sobre la espalda alivia tensiones acumuladas, al mismo tiempo que proporciona equilibrio, eje y armonía. LA CARA: Para masajear la cara debemos colocar al niño en posición original, boca arriba y paralelo a nuestras piernas. 1) La frente: comenzamos partiendo del medio de la frente, con la punta de nuestros dedos. El movimiento sigue hacia los costados, bordeando la parte superior de las cejas. Luego se vuelve al medio y hace el mismo recorrido. En cada movimiento los dedos tratan de llegar más hacia fuera, es decir hacia las sienes. 2) Base de la nariz, colocar los pulgares entre los ojos, en la parte superior de la nariz. Bajar por los laterales de la nariz y luego subir haciendo el mismo recorrido. 3) Las comisuras de la nariz. Deslizar los pulgares por los laterales de la nariz, contorneando la boca y siguiendo el maxilar superior, hasta detenerse en la parte inferior de las mejillas. El masaje en la cara es extremadamente relajante, ayuda a inducir un sueño profundo y confortante. Además, distiende la musculatura se la zona y ayuda a mejorar problemas como congestión y resfríos, evitando que se obstruya la región nasal. EJERCICIOS DE CIERRE: BRAZOS: 1. Tomar las manos del niño y cruzar los brazos sobre su pecho. Luego, abrir los brazos y cruzarlos de la forma opuesta, es decir primero el brazo derecho arriba y luego el brazo izquierdo arriba. Este tipo de movimiento a los bebés les divierte mucho y se sonríen con frecuencia, pero si son muy pequeños y rechazan el abrir y cerrar de brazos, dejaremos que adopte la postura que más le agrade. PIERNAS Y BRAZOS: 2. Tomar un pie y el brazo opuesto, cruzar brazo y pierna de manera que el pie se aproxime al hombro y la mano al muslo opuesto. Repetir este movimiento con la pierna y el brazo opuesto. Libera las tensiones de las vértebras en especial las lumbares.

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3. Tomar los dos pies y cruzar las piernas sobre la zona abdominal baja, abrir las piernas extendiéndolas y cruzarlas nuevamente invirtiendo la posición. Abrir y cerrar varias veces. Relaja las articulaciones de la pelvis, especialmente sus ligamentos, con el sacro y la base de la columna vertebral. HIDROTERAPIA: Es importante entender que esta técnica va más allá de la higiene en sí, es un momento más de completa liberación que debemos aprovechar para enriquecer el contacto piel a piel. Además, ayuda a que el niño se relaje profundamente, volviendo a experimentar las dulces sensaciones de la vida intrauterina. Este es el momento en que el agua adopta el papel protagónico. Sólo dejemos que ella actúe y disfrutemos junto a nuestro hijo ese momento. PAUTAS GENERALES DE MANEJO CONDUCTUAL - Enséñenle a portarse bien. Enséñenle a su hijo(a) cuál es la forma adecuada de comportarse y explíquenle claramente qué es lo que esperan que él haga. Suele suceder que los niños(as) adoptados no se comportan de la forma que deseamos y nos hacen pasar más de alguna vergüenza frente a familiares o amigos. Esto ocurre porque a ellos no se les han enseñado algunas normas, las que son propias de cada familia o país y no distinguen lo que es correcto de lo que no lo es. Enséñenle entonces cuál debe ser su comportamiento, corrigiendo sus acciones negativas de manera clara, sin ridiculizarlo ni ofenderlo. - Deben darle órdenes fáciles de realizar. Empiecen pidiéndole cosas que ustedes saben que él es capaz de hacer, que le resulten agradables y alábenlo por hacerlas. Poco a poco pídanle que realice cosas con un mayor nivel de exigencia o complejidad. - Practiquen con el ejemplo. Traten de cuidar su propio comportamiento para que se conviertan en un buen referente para su hijo(a). Gran parte de los niños(as) aprenden por imitación y siempre copian lo que hacen sus padres, profesores o algún otro adulto importante en sus vidas. Por eso cuiden y sean coherentes con su propia conducta. - Den al niño órdenes muy claras. Para que obedezcan, comenzando por instrucciones cortas, específicas y muy claras. Para los niños es importante saber por qué les pedimos que hagan algo y lo que deben aprender. Deben darle órdenes razonables con explicaciones acerca de cómo hacerlo.

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- Sean oportunos a la hora de pedirle a su hijo o hija que haga algo. Aprovechen los momentos de tranquilidad con él o ella y denle la confianza que necesita. - Premien sus buenas conductas. El elogio y la alabanza tienen efectos muy positivos en los niños(as), ya que por un lado eleva su autoestima y por otro refuerza aquellas conductas que deseamos mantener. Resalten sus cualidades y habilidades. Sean concretos en los elogios, los niños(as) deben saber qué conducta es la que estamos premiando y por qué. - Al establece normas, ambos padres deben estar de acuerdo. Es importante que actúen y coincidan en el momento de establecer normas y exigencias al niño(a). Los niños tienen una gran habilidad para descubrir a quién deben obedecer, quién es más permisivo o a quién se puede convencer más fácilmente, y saben utilizar a su favor cualquier debilidad. - Hay que motivarlos. No sólo es importante que sepan qué tienen que hacer, sino también que conozcan las consecuencias positivas de hacerlo bien. De esta forma llegarán a incorporar como propias las conductas adecuadas.

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