2013 - Fisiología del Ejercicio

rendimiento, o vivir más y mejor, o rendir más en el deporte. ...... prospectivas de tiempo total sentados, tiempo viendo TV y tiempo de ocupaciones sentados ...
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ARTÍCULOS DEL BLOG DE JL CHICHARRO PUBLICADOS EN 2013

http://jlchicharro.blogspot.com.es/ Diciembre, 2013

Cadencia óptima en ciclismo Existe una tendencia entre ciclistas y triatletas aficionados de imponer cadencias de pedaleo con el fin de mejorar la eficiencia y el rendimiento. Con frecuencia las cadencias seleccionadas lo son más por “modas”, pero sin demasiada base científica que las sustente. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Emanuele y col, 2012; Int J Sports Physiol Perform 7: 375-81) en el que los autores mostraron que los ciclistas experimentados escogen libremente cadencias de pedaleo cercanas a la “cadencia óptima” con el fin de minimizar la fatiga periférica para una potencia dada, tanto en posición sentada (88 rpm) como de pie (81 rpm) sobre la bicicleta. Por otra parte, parece ventajoso utilizar cadencias más bajas y posición vertical durante el ciclismo en pendiente ascendente. Más que “imponerse” una cadencia de pedaleo determinada “porque sí”, el ciclista y triatleta deberían seleccionar libremente, en función de sus características individuales y de la experiencia acumulada, la cadencia óptima de pedaleo. La alternativa a esta posición es realizar una valoración biomecánica/fisiológica de la cadencia de pedaleo óptima en un Centro de Medicina del Deporte.

Prescripción de ejercicio en diabetes tipo 1 El ejercicio ha mostrado sus efectos beneficiosos sobre los pacientes con diabetes tipo 1, mejorando la calidad de vida y minimizando los efectos negativos de la enfermedad. Recientemente, se han publicado los resultados de un metaanálisis (Tonoli y col, 2012; Sports Med 42: 1059-80) para determinar los efectos globales de las respuestas y adaptaciones al ejercicio en estos pacientes. El análisis de las investigaciones previas (33 estudios) mostró que tanto el ejercicio de resistencia aeróbica como el de fuerza mostraron sus efectos positivos en el control de la glucemia, pero es el entrenamiento aeróbico el más eficaz en el control de la glucemia a largo plazo. Por otra parte, la inclusión de breves periodos de alta intensidad (tipo sprint) en la sesión de ejercicio aeróbico, puede minimizar el riesgo de padecer episodios de hipoglucemia. Por consiguiente, el entrenamiento aeróbico de base con breves periodos de ejercicio de alta intensidad, parece el más indicado para los pacientes con diabetes tipo 1. Tanto la intensidad del ejercicio aeróbico, como la duración, número e intensidad de los episodios “anaeróbicos” incluidos en la misma sesión deben individualizarse, preferiblemente por la ayuda de una prueba de esfuerzo con análisis de gases respiratorios.

La creatina desciende el lactato sanguíneo Aunque la suplementación con creatina (Cr) se utiliza fundamentalmente en ejercicios de perfil anaeróbico, hay estudios que señalan posibles efectos ergogénicos en ejercicios de resistencia aeróbica. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Oliver y col, 2012; Int J Sports Physiol Perform 19-nov) en el que los investigadores determinaron la influencia de la Cr (20 g/día durante 6 días) sobre la concentración de lactato durante un ejercicio incremental en bicicleta. Los resultados mostraron un descenso de la concentración de lactato durante el ejercicio. Igualmente, hubo una tendencia (no significativa, p=0,11) a aumentar la potencia asociada el umbral láctico, el tiempo hasta la fatiga (p=0,056) y la potencia máxima alcanzada (p=0,082). Los resultados sugieren un descenso de los niveles de lactato como efecto de la suplementación con creatina. Son necesarias futuras investigaciones para verificar el verdadero efecto ergogénico de la suplementación con Cr en la resistencia aeróbica.

Reducción de carga entre series en entrenamiento de fuerza En muchas rutinas de entrenamiento de fuerza se establece como protocolo 3-4 series de 8-12RM, con 60 s de descanso entre series. El entrenamiento ideal es el que permite mantener el rango de repeticiones entre 8 y 12 RM a lo largo de las series manteniendo la velocidad de ejecución, pero hasta ahora pocas investigaciones han abordado la magnitud de la reducción de la carga entre series. Recientemente, investigadores brasileños han publicado los resultados de un estudio (Medeiros y col, 2012; Int J Sports Physiol Perform 19-nov) en el que evaluaron diferentes esquemas de reducción de carga entre series con el fin de mantener el rango óptimo de repeticiones entre 8 y 12 RM, manteniendo al mismo tiempo la velocidad. Los resultados mostraron que una reducción del 5-10% de la cara en cada serie debería permitir mantener el rango de 8-12 RM y la velocidad de ejecución para la mayoría de las series de un entrenamiento de fuerza. Interesante investigación de aplicación práctica para muchas personas que no tienen la experiencia necesaria para planificar las sesiones de entrenamiento.

Proteínas, entrenamiento en ayunas y activación de AMPK Existe una fuerte tendencia a incorporar en la planificación del entrenamiento de resistencia aeróbica, sesiones realizadas en ayunas (baja concentración de glucógeno hepático y muscular) a baja/moderada intensidad (≤umbral láctico), con el fin de provocar la activación de la AMPK (proteincinasa estimulada por el AMP). El papel de la AMPK en la regulación de la carga de energía de la célula coloca a esta enzima en un punto central de control para mantener la homeostasis de energía. Una vez activada, la fosforilación mediada por la AMPK cambia a la célula de consumir ATP en forma activa (biosíntesis de ácidos grasos y colesterol) a la producción activa de ATP (oxidación de ácidos grasos y glucosa). La activación de la AMPK también tiene efectos a largo plazo a nivel de expresión de genes y síntesis de proteínas. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Taylor y col, 2012; Eur J ApplPhysiol 23-dic) en el que los autores valoraron si el consumo de proteínas podría atenuar la activación de la AMPK al realizar un ejercicio con bajos niveles de glucógeno (ayunas). Lossujetos realizaron una sesión de entrenamiento en ayunas que consistió en 45 minutos al 50% Wmax en bicicleta, seguido de unas series de 1 min al 80% Wmax con recuperación de 1 min al 40% Wmax). Los sujetos ingirieron placebo o proteínas antes (20 g), durante (10 g) y después (20 g) del ejercicio. Los resultados mostraron que la ingesta de proteínas no afectó a la activación de la AMPK asociada al entrenamiento en ayunas. En los próximos años la incorporación de las sesiones de entrenamiento de resistencia aeróbica en ayunas se va a consolidar con seguridad, y ahora es el momento de investigar cómo administrar de la manera más segura y eficaz esta nueva modalidad de entrenamiento, tanto en atletas como en personas con patologías, como la diabetes o la obesidad.

Adaptaciones fisiológicas al “entrenamiento polarizado” El modelo de entrenamiento polarizado defiende básicamente la distribución de las cargas de trabajo en FASE I (≤umbral láctico, UL) y FASE III (máximo estado estable del lactato, MLSS), sin considerar el entrenamiento en FASE II (UL, ≤MLSS). Las ventajas de este tipo de entrenamiento sobre las adaptaciones fisiológicas y sobre el rendimiento, aún no están totalmente clarificadas. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Neal y col, 2012; J Appl Physiol 20-dic) en el que los investigadores valoraron las adaptaciones de este tipo de entrenamiento en comparación con un esquema más tradicional, en ciclistas. Durante 6 semanas los ciclistas entrenaron con el modelo polarizado (6,4 h/semana: 80% FASE I, 0% FASE II, 20% FASE III), o modelo “tradicional” (7,5 h/semana: 57% FASE I, 43% FASE II, 0% FASE III). Los resultados mostraron que los dos modelos fueron eficaces, mejorando los valores de rendimiento (40 k, contrarreloj), Wmax y UL, aunque la mejora fue mayor con el entrenamiento polarizado en Wmax, UL y capacidad de sostener intensidad elevada. Parece pues que el modelo de entrenamiento polarizado provocó mayores adaptaciones sistémicas, en un periodo de 6 semanas, en ciclistas ya entrenados. Aunque este modelo de entrenamiento está siendo aplicado ampliamente en la actualidad, son necesarias más investigaciones para comprobar: 1) adaptaciones propiamente musculares; 2) adaptaciones a largo plazo; y 3) mejora del rendimiento en competición real, y no en condiciones de laboratorio.

Suplementación con creatina y bicarbonato y rendimiento en sprint Tanto el bicarbonato (Bc) como la creatina (Cr) han mostrado sus efectos sobre el rendimiento en actividades de sprint (anaeróbicas), pero no se conoce si la combinación de ambas ayudas ergogénicas mantiene los mismos efectos. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Barber y col, 2013; J Strength Cond Res 27: 252-8) en el que se evaluó los efectos sobre el rendimiento de Cr + Bc. Los participantes en el estudio recibieron suplementación con: a) placebo; b) Cr (20 g); ó c) Cr (20 g) + Bc (0,5 g/kg), durante 2 días previos a los test realizados, que consistieron en 6 sprints de 10 s sobre cicloergómetro, con 60 s de recuperación entre sprints. Los resultados mostraron una mejora (comparada con placebo) de la potencia pico (4% con Cr, y 7% con Cr+Bc). El grupo Cr+Bc disminuyó menos la potencia pico al avanzar los sprints, manteniendo la misma hasta el sprint 5, mientras que el descenso de la potencia en el grupo Cr solo se pudo mantener hasta el sprint 3. Los resultados de este estudio sitúan la combinación de Cr+Bc como una opción más eficaz para atletas que participan en ejercicios intermitentes de alta intensidad. La tolerancia al Bc puede ser punto limitante de esta propuesta de suplementación.

Recuperación entre series en entrenamiento de potencia muscular El establecimiento de los tiempos idóneos de recuperación entre series, ya sea en el entrenamiento aeróbico, como en el anaeróbico o de fuerza, es posiblemente el aspecto más complicado de la fisiología del ejercicio. En el caso del entrenamiento de fuerza, con frecuencia se establecen periodos de recuperación basados en la experiencia de los propios deportistas más que en los trabajos de investigación. Recientemente, un grupo de investigadores australianos han publicado los resultados de un estudio (Nibali y col, 2012; J Strength Cond Res 18-dic) en el que examinaron los efectos de la duración del periodo de recuperación entre series sobre la potencia muscular en miembros inferiores, utilizando periodos de recuperación de 1, 2, 3 ó 4 min, trabajando potencia máxima en cada serie. Los resultados mostraron que para poder mantener el objetivo del entrenamiento (potencia máxima) el periodo de recuperación debería ser mayor de 1 min. Nuevamente, como en otros estudios previos, los autores dejan abierto el rango idóneo de recuperación entre 1 y 4 min sin poder ofrecer una fórmula o medio de cálculo del tiempo de recuperación idóneo para cada sujeto. Mañana dedicaremos el post a reflexionar sobre los tiempos de recuperación en el entrenamiento interválico de resistencia aeróbica.

La recuperación entre series: el lado oscuro de la fisiología del ejercicio Décadas de investigación nos ha permitido calcular con precisión la intensidad de ejercicio a desarrollar durante el entrenamiento interválico en el contexto de la resistencia aeróbica. Hoy en día, los resultados de una prueba de esfuerzo con análisis de gases respiratorios ó de un test de lactato, otorga al entrenador la capacidad de individualizar la velocidad o los vatios a desarrollar en este tipo de entrenamiento. Así, conociendo los valores del umbral ventilatorio 2 ó el máximo estado estable del lactato (MLSS), así como los variables (W, velocidad) asociadas al VO 2max, los entrenadores pueden con cierta facilidad estructurar una sesión de entrenamiento interválico extensivo o intensivo. Así, si el objetivo son 2 series de 4 repeticiones de 1000 m corriendo, el entrenador fijará dependiendo del objetivo, una velocidad de carrera para cada “1000” entre el MLSS y el VO2max. Hasta aquí todo controlado “científicamente”. Ahora toca decidir el tiempo y el tipo de recuperación entre cada uno de los 1000 m (comúnmente denominadas “series”), e inmediatamente el entrenador percibe que se encuentra “un tanto desasistido” por la fisiología del ejercicio. Y es que, dejando al margen el tipo de recuperación (activa, pasiva), no es posible, al menos en mi conocimiento, calcular individualmente basados en datos fisiológicos el tiempo de recuperación idóneo para cada atleta. Para cubrir este vacío, existen tablas con tiempos estándar de recuperación (1:2, 1:3…etc.), o incluso basados en la recuperación de la frecuencia cardiaca (“al llegar a 120 lpm, el atleta ha de comenzar la siguiente serie”), pero ello no permite una aproximación equivalente a la que poseemos para fijar la intensidad de la propia serie. El resultado de esta limitación es que el entrenador de manera empírica establece en base al conocimiento de su deportista, y esencialmente del cumplimiento integro de la tarea a realizar en cada sesión de entrenamiento interválico, los tiempos individuales de recuperación, procedimiento válido pero muy costoso en el tiempo empleado por el entrenador. Os animo a tod@s los que os gusta la fisiología del ejercicio y entrenamiento deportivo a investigar sobre este tema; ya os adelanto que os introduciréis en uno de los “lados oscuros” de la fisiología del ejercicio, pero todos los que nos gusta el deporte compartimos que “la motivación nace en la dificultad”.

Beta-alanina y rendimiento aeróbico La suplementación con beta-alanina ha mostrado efectos positivos sobre el rendimiento en ejercicios breves y de alta intensidad. Sin embargo, sus posibles efectos ergogénicos en ejercicios más aeróbicos no se ha demostrado con claridad. Recientemente, investigadores australianos han publicado los resultados de un estudio (Ducker y col, 2012; Int J Sport Nutr Exerc Metab 7-dic) en el que se evaluó los efectos de la suplementación con beta-alanina sobre el rendimiento en una prueba de 2000 m realizada por remeros entrenados. Durante 28 días ingirieron 80 mg/kg/día de betaalanina o un placebo, realizando los test antes y después del periodo de suplementación. Los resultados mostraron que la suplementación con beta-alanina no parece aumentar el rendimiento en esta modalidad deportiva, aunque en los pasos por 750 m y 1000 m, el tiempo fue menor en el grupo que ingirió beta-alanina. No hubo diferencias entre grupos, ni en las concentraciones finales de lactato, ni en el pH sanguíneo. Son necesarias más investigaciones para conocer el posible efecto ergogénico de la administración de la beta-alanina en pruebas de resistencia aeróbica de duración media.

La ausencia de un gen ralentiza en envejecimiento del cerebro Artículo reproducido íntegramente del publicado por Jose Luis Fernández el 8 de enero, en su blog: http://www.madrimasd.org/blogs/envejecer-positivo/2013/01/08/715/

El envejecimiento del cerebro se ralentiza ante la ausencia del ADN polimerasa μ, conocido como gen Polμ, según revela una investigación en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Según el trabajo, que ha sido publicado hoy en la revista PLoS ONE, la capacidad de aprender y recordar a edades avanzadas en ratones está relacionada con la actividad de este gen y la reparación celular. Los resultados indican que los ratones carentes del gen Polμ presentan un aumento de su vida media y mejores condiciones fisiológicas y metabólicas que los ratones control. Además, los ratones deficientes en Polμ presentan una mayor capacidad de aprendizaje asociativo a edades avanzadas, así como una mayor potenciación de los circuitos neuronales corticales, un mecanismo al que se le atribuye ser el sustrato nervioso de la capacidad de aprender y recordar. Dicho gen está relacionado con uno de los mecanismos moleculares implicados en reparar roturas en el material genético. Los estudios electrofisiológicos apoyados en análisis bioquímicos y moleculares llevados a cabo durante el estudio indican que los animales deficientes en este gen presentan un nivel significativamente reducido de dicha actividad reparadora (la cual es propensa a la introducción de errores) y de daños de tipo oxidativo del ADN. Además, su actividad mitocondrial es más eficiente. El investigador del Instituto de Neurociencias (centro mixto del CSIC y la Universidad Miguel Hernández) Alfonso Fairén, que ha participado en la investigación explica: “El envejecimiento del organismo está determinado por cambios fisiológicos deletéreos, universales, progresivos y fundamentalmente irreversibles, que están asociados a un daño acumulativo en todo tipo de moléculas, células, tejidos y órganos”. Este aumento paulatino en nivel de daño incrementa la probabilidad de desarrollar patologías. Según el investigador del CSIC, “aunque no existe un mecanismo exacto que explique el fenómeno en su conjunto, una consecuencia definitiva del proceso de envejecimiento es el deterioro de las funciones cognitivas”. La investigación ha sido fruto de la colaboración con investigadores del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid), del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y de la Universidad Pablo de Olavide. Referencia bibliográfica: Daniel Lucas, José M. Delgado-García, Beatriz Escudero, Carmen Albo, Ana Aza, Rebeca Acín-Pérez, Yaima Torres, Paz Moreno, José Antonio Enríquez, Enrique Samper, Luis Blanco, Alfonso Fairén, Antonio Bernad, Agnès Gruart. “Increased learning and brain long-term potentiation in aged mice lacking DNA polymerase μ“. PLoS ONE. DOI: 10.1371/journal.pone.0053243

Efecto de la música sobre el rendimiento La música es utilizada por miles de corredores y deportistas cuando entrenan en incluso algunos de ellos cuando compiten en pruebas populares (maratones, etc). No hay mucha evidencia científica acerca de la efectividad de escuchar música sobre el rendimiento. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Hagen y col, 2013; Int J Sports Physiol Perform 8: 104-6) en el que se valoró si escuchar música (seleccionada por cada deportista) podría mejorar el rendimiento en una prueba de 10 k realizada por ciclistas entrenados. Los resultados no mostraron beneficios ni en variables fisiológicas (frecuencia cardiaca, lactato), ni de rendimiento (tiempo, vatios), ni en marcadores de percepción del esfuerzo (RPE). El estudio muestra que escuchar música no afecta al rendimiento en ejercicio realizado a intensidad de competición.

Cafeína y respuesta inflamatoria al ejercicio La cafeína es una de las ayudas ergogénicas más utilizadas por los deportistas de prácticamente todas las modalidades deportivas. Recientemente, investigadores españoles han publicado los resultados de un estudio (Tauler y col, 2013; Med Sci Sports Exerc 4-ene) en el que determinaron los efectos de la suplementación con cafeína sobre la respuesta inflamatoria (IL-6, IL-10) y el estrés oxidativo tras una competición de 15 k corriendo. Los resultados mostraron que la administración de cafeína (6 mg/kg) provocó mayores niveles de IL-6 e IL-10 (mejorando la respuesta anti-inflamatoria), probablemente debidos al incremento de la respuesta de la adrenalina plasmática. Por otra parte, en los sujetos que tomaron cafeína se constató mayores índices de estrés oxidativo inducido por el ejercicio. Siendo la cafeína una ayuda ergogénica muy eficaz, quizás deberíamos restringir su utilización en la competición y no tanto en el entrenamiento. Además, siempre deberemos tener en cuenta la dosificación (no más produce mayores efectos).

Entrenamiento de fuerza en corredores de elite Se han publicado muchos estudios sobre la compatibilidad del entrenamiento aeróbico y de fuerza, pero son muy escasas las investigaciones realizadas con corredores de elite. Recientemente, un grupo de investigadores españoles han publicado los resultados de un estudio (Sedano y col, 2013; J Strength Cond Res 2-ene) en el que valoraron los efectos del entrenamiento de fuerza en corredores de elite (VO2max > 65 ml/kg/min). Los atletas fueron distribuidos en tres grupos: 1) solo entrenamiento aeróbico (EA), que incluía entrenamiento rutinario de fuerza; 2) entrenamiento de fuerza (EF), que realizaron entrenamiento de fuerza resistencia y pliometría; y 3) Grupo de entrenamiento combinado aeróbico-fuerza (EAF), con cargas del 40%1RM para el entrenamiento de fuerza. Los atletas entrenaron 12 semanas, 8 sesiones a la semana (6 sesiones de resistencia aeróbica y 2 de fuerza). Los resultados mostraron que el entrenamiento combinado de fuerza y resistencia aeróbica mejoró la economía de carrera y la velocidad pico, sin cambios significativos en la respuesta del VO 2. Un estudio más, en este caso con atletas de elite, que refuerza la idea de la conveniencia de incluir entrenamiento de fuerza en la programación del entrenamiento de los corredores. Como estructurar ese programa será la clave para que realmente sea eficaz.

Inmersión en agua fría post-ejercicio y resíntesis de glucógeno La inmersión en agua fría después del entrenamiento ha mostrado sus múltiples beneficios fisiológicos y sobre el sistema músculo-esquelético, por lo que es una medida muy recomendada en muchas actividades deportivas. Sin embargo, al asociarse con reducciones en el flujo sanguíneo muscular es posible que pueda interferir en algunos procesos de recuperación ligados al metabolismo aeróbico, como la resíntesis de glucógeno. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Gregson y col, 2012; Med Sci Sports Exerc 27-dic) en el que los autores comprobaron ese hecho. Después de realizar un protocolo de depleción de glucógeno, un grupo de sujetos permaneció durante 10 min en agua a 8ºC, mientras ingerían hidratos de carbono (0,6 g/kg). Los autores comprobaron que la tasa de resíntesis de glucógeno muscular no difirió entre los sujetos que permanecieron en agua fría frente al grupo control. Los atletas que incorporan la inmersión en agua fría como parte de la estrategia de su recuperación para aliviar los síntomas del daño muscular asociado al ejercicio, no ven afectada la resíntesis de glucógeno

Tendencias “retro” en el ámbito del deporte y la salud Últimamente estamos asistiendo a la difusión de distintas propuestas en relación a la salud, actividad física, alimentación, deporte, etc….que parece quieren acercarnos a los hábitos de vida de nuestros ancestros de hace 1 millón de años; así, por ejemplo, nos proponen correr descalzos, dietas hiperproteicas, comer compulsivamente en pocas horas y ayunar muchas más, realizar ejercicio de larga duración en ayunas, etc., todo ello para, se supone, alcanzar un estado de salud más elevado, o un mejor rendimiento, o vivir más y mejor, o rendir más en el deporte. Si la situación económica no remonta pronto, los seguidores de estas tendencias estarán contentos, porque pronto nos cortarán la luz, y tendremos que rescatar las hogueras y las pieles de animales para calentarnos. Lo cierto, es que el ser humano no ha llegado hasta hoy, siguiendo los hábitos de nuestros queridos colegas del paleolítico. Nunca en la historia del hombre hemos tenido mejor salud que ahora, nunca corrimos más rápido o saltamos más alto, y nunca vivimos más y mejor que ahora. Aún no podemos intuir que nos depara el futuro en relación a los avances biotecnológicos y genéticos, pero intuyo que todos serán aspectos muy positivos para nuestro bienestar. Mientras el conocimiento sigue avanzando, los que prefieran comer carne roja cruda todas las mañanas, tendrán en cualquier caso todo mi respeto.

Prescripción de ejercicio en diabetes tipo II El ejercicio se ha mostrado eficaz en el tratamiento de la diabetes tipo II, estabilizando la glucosa plasmática, la resistencia a la insulina y la hemoglobina glucosilada. Sin embargo, la prescripción más adecuada de ejercicio en pacientes diabéticos tipo II no está bien establecida. Uno de los factores que influye en este aspecto, es la prioridad que se otorga por parte de muchos médicos especialistas a la medicación y dieta para el control de la enfermedad, quedando relegado el ejercicio a un segundo o tercer plano, siendo en ocasiones su recomendación casi anecdótica. Recomendaciones genéricas como realizar ejercicio aeróbico durante 150 minutos a la semana, deben sustituirse por prescripciones reales de ejercicio, matizando duración, intensidad, modalidad y frecuencia. Son necesarias más investigaciones que evidencien los protocolos de ejercicio más eficaces, haciendo énfasis en la individualización de los mismos.

Entrenamiento de fuerza en superficie inestable Desde hace algún tiempo se ha extendido la utilización de las plataformas inestables en la realización de programas de entrenamiento de fuerza, tanto en el ámbito deportivo, como en el de salud o rehabilitación. La mayor participación de los músculos agonistas, así como los estabilizadores justifican esta tendencia. En este contexto no hay muchos estudios que hayan evaluado si la realización de ejercicios de fuerza sobre superficies inestables proporciona un mayor estímulo de entrenamiento. Recientemente, un grupo de investigadores españoles han publicado los resultados de un estudio (Chulvi-Medrano I y col, 2012; Int J Sports Phys Ther 7: 586-94) en el que compararon los efectos sobre el desarrollo de la fuerza, entrenando “fondos” (pushup) sobre superficies estables e inestables. Sujetos jóvenes con experiencia en el entrenamiento de fuerza, entrenaron dos días por semana durante 8 semanas en tres superficies: suelo, T-Bow® o BOSU®. Los resultados mostraron que ni la fuerza máxima (1RM), ni la fuerza resistencia (nº de fondos realizados) mejoraron adicionalmente con las superficies inestables respecto al entrenamiento en suelo.

Ejercicio y respuesta inmune a la vacunación Nadie duda de los efectos beneficiosos del ejercicio sobre la salud, pero hay muy poca investigación relacionada con los efectos del ejercicio sobre la respuesta inmune a la vacunación. Recientemente, se ha publicado un estudio (Edwards KM, Booy R, 2013; Hum Vaccin Inmunother 14-ene) donde se señala que el ejercicio está relacionado con una mejora en la respuesta a las vacunas en personas de edad avanzada, aumentando la respuesta inmune, confiriendo potencialmente un beneficio para la salud pública. Por otra parte, se ha observado que una sesión de ejercicio puede ser un potencial coadyuvante para la vacunación. Son necesarias nuevas investigaciones para comprobar el alcance clínico de estos hallazgos.

Dopaje génico: presente o futuro? La posibilidad de dopaje génico, es decir, la transferencia de secuencias de ácido nucleico y/o la utilización de células modificadas genéticamente con el fin de mejorar el rendimiento deportivo, es probablemente un hecho. No hay evidencias concluyentes de que se esté utilizando el dopaje génico en el deporte, pero teniendo en cuenta que la terapia génica avanza muy rápidamente, la posibilidad de su utilización irá en aumento. Recientemente, investigadores holandeses han publicado una revisión (Van der Gronde y col, 2013; Br J Sports Med 15-ene) en la que trataron de identificar las proteínas más relevantes en base a su potencial utilización como dopaje génico. Las más relevantes fueron: eritropoyetina, factor de crecimiento similar a la insulina (IGF), hormona de crecimiento, miostatina, factor de crecimiento del endotelio vascular, factor de crecimiento del fibroblasto, endorfinas y encefalinas, αactinina 3, receptor delta activado por proliferador de peroxisoma, y fosfoenolpiruvato carboxiquinasa. Los autores concluyen que las dos últimas son las mayores candidatas de utilización como dopaje génico; también apuntan, que por razones de eficiencia el dopaje génico utiliza ó utilizará combinaciones de genes diana.

La intensidad en el ciclismo indoor El Ciclismo Indoor (CI) es una de las actividades más practicadas en los centros de fitness. Ayer, D. Carlos Barbado defendió en la Universidad Europea de Madrid su Tesis Doctoral (que tuve la suerte de dirigir), cuyo objetivo fue cuantificar la intensidad del entrenamiento alcanzada en el CI, analizando algunas de las variables que pudieron influir sobre la intensidad de entrenamiento, así como comprobar la correlación existente entre la Frecuencia Cardiaca (FC) y la Percepción Subjetiva del Esfuerzo (RPE). La muestra de esta investigación estuvo formada por 300 sujetos adultos, sanos y con una experiencia de al menos 3 meses en la práctica del CI. Se registraron un total de 39 sesiones de CI, dirigidas por distintos instructores. Los resultados mostraron una frecuencia cardiaca media durante las sesiones de 144 lpm (80,95% FCmax). Por otra parte, la RPE se mostró como un método válido para la cuantificación de la intensidad del entrenamiento en sesiones de CI, observando una correlación significativa entre las variables FC y RPE. Me gustaría resaltar dos hechos en relación a esta investigación: 1) es la mayor serie (n=300) analizada en la literatura mundial sobre la cuantificación de la intensidad de entrenamiento en el ciclismo indoor; y 2) es especialmente relevante, en un sector denominado genéricamente “fitness”, donde la investigación accede con dificultad. Aunque en los próximos meses tendréis acceso a los resultados completos en las publicaciones que se deriven de esta tesis doctoral, quería compartir con vosotros este acontecimiento. Enhorabuena Carlos!

Medias de compresión y recuperación post-esfuerzo Varios estudios han estudiado si las medias de compresión afectan a variables fisiológicas durante el ejercicio, pero pocos estudios lo han hecho en la recuperación post-esfuerzo. Recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de Melbourne, Australia han publicado los resultados de una investigación (Pruscino y col, 2013; Eur J Appl Physiol 12-ene) en la que examinaron, en atletas entrenados, los efectos de las medias de compresión en las 24 h posteriores a un entrenamiento interválico, sobre distintas variables fisiológicas (lactato, IL-6, IL-1β, TNF-α, CPK), así como el rendimiento en test de salto, y la percepción subjetiva de recuperación. Los resultados mostraron que ninguna variable fisiológica o de rendimiento fue influenciada por las medias de compresión en relación al grupo control, durante las 48 h posteriores al entrenamiento. En conjunto, la percepción subjetiva de recuperación fue mayor en los atletas que utilizaron las medias de compresión, lo que sugiere que puede existir un beneficio psicológico. En el momento actual, los resultados de este y otros estudios son bastante unánimes: las medias de compresión no ofrecen ventajas fisiológicas para el rendimiento del atleta. Quizás por ello, en las competiciones de alto nivel (JJOO) es anecdótico ver atletas de resistencia aeróbica con medias de compresión. Sin embargo, bajo mi punto de vista, podría justificarse su utilización por: 1) posibles beneficios psicológicos; 2) ausencia de efectos secundarios; 3) posibles efectos fisiológicos no conocidos; y 4) “estética de deportista de elite”.

Ayudas ergogénicas y rendimiento en carrera Pocos estudios (23) han examinado la eficacia de distintas ayudas ergogénicas en corredores. El análisis de las investigaciones realizadas nos da una idea de los efectos que sobre el rendimiento tienen las ayudas ergogénicas más utilizadas en distancias desde los 400 m hasta la maratón. Así, la ayudas más eficaces son: bicarbonato sódico (1,5% mejora del rendimiento), citrato sódico (0,3%), cafeína (1,1%) e hidratos de carbono (4,1%). Por tanto, los corredores de media distancia se pueden beneficiar con la suplementación con bicarbonato sódico/citrato sódico, mientras que en todas las distancias con cafeína e hidratos de carbono. Bajo mi punto de vista, los corredores de cualquier distancia deberían cuidar con esmero y precisión el manejo de la ingesta de hidratos de carbono, no solo en competición (antes y durante), sino también en los entrenamientos. Llama la atención que muchos corredores no conozcan los conceptos básicos de la utilización de los hidratos de carbono vinculados a su actividad, y sin embargo se planteen ingerir o utilizar supuestas ayudas ergogénicas de dudosa eficacia.

Osteoporosis y entrenamiento de fuerza El entrenamiento de fuerza se considera una parte más del tratamiento de la osteoporosis y osteopenia, si bien no se ha establecido con claridad que modalidad de entrenamiento es la más eficaz. El entrenamiento de fuerza máxima (MST) es una de las opciones, y el ejercicio de sentadilla como un claro exponente de una intervención práctica. Recientemente, investigadores noruegos han publicado los resultados de un estudio (Mosti y col, 2013; J Strength Cond Res 2-ene) en el que evaluaron una intervención de 12 semanas de MST en mujeres postmenopáusicas. El entrenamiento se llevó a cabo en 3 sesiones a la semana, con énfasis en la rápida ejecución en la parte concéntrica del ejercicio. Después del periodo de entrenamiento, las mujeres aumentaron el 1RM en un 154%, y la densidad mineral ósea se incrementó un 2,9% en columna lumbar y un 4,9% en el cuello femoral. Los indicadores séricos de formación ósea tendieron a aumentar (p=0,09). Los resultados indican que el entrenamiento de fuerza máxima puede ser implementado como un método de entrenamiento efectivo en pacientes con reducción de masa ósea. Ya son muchas las evidencias de la efectividad del entrenamiento de fuerza como parte de la prevención y tratamiento de la osteoporosis, ahora “solo” falta que se aplique a la población por profesionales cualificados, abandonando las trasnochadas recomendaciones de “paseos por la playa para ganar masa ósea”, o los primitivos ejercicios con los “cartones de leche”.

Masa muscular y rendimiento en corredores master El paso de los años se caracteriza, si no media intervención, por un descenso de la masa muscular y de la fuerza; no está bien estudiado que ocurre en personas de edad avanzada que siguen practicando deporte. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Knechtle y col, 2012; Asian J Sports Med 3: 247-56) en el que el objetivo fue investigar asociaciones entre la masa muscular esquelética, la grasa corporal y las características del entrenamiento con los tiempos de carrera en atletas master (>35 años) de media maratón, maratón y ultra-maratón. Se compararon la masa muscular, la grasa corporal y las características del entrenamiento en corredores master de media maratón (n=155), maratón (n=91) y ultramaratón (n=155), investigando las asociaciones entre la composición corporal y las características del entrenamiento, con los tiempos de carrera, utilizando un análisis multivariante. Los resultados mostraron que la grasa corporal se asoció con los tiempos en las tres distancias, pero no la masa muscular. En base a los resultados de este estudio, la extendida opinión de que la masa muscular afecta al rendimiento de carrera en corredores master debe ser cuestionada.

Respuesta hipertensiva al ejercicio en síndrome metabólico Los pacientes con síndrome metabólico tienen una afectación de la reactividad vascular y pueden cursar con una respuesta hipertensiva al ejercicio, aunque no ha sido investigado en profundidad. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Miyai y col, 2013; Hypertens Res 24-ene) en el que los autores examinaron a 698 hombres normotensos, que no padecían enfermedad cardiovascular, renal o diabetes. Se determinó la presencia de diferentes componentes del síndrome metabólico (dislipemias, hiperglucemia, etc.) en los sujetos, y todos realizaron una prueba de esfuerzo en cicloergómetro. Los resultados mostraron que la presencia de la mayoría de los componentes del síndrome metabólico, se comportaron como determinantes independientes de una respuesta hipertensiva al ejercicio. Los resultados sugieren que la acumulación de componentes del síndrome metabólico puede favorecer la respuesta hipertensiva al ejercicio en pacientes en los que aún no se ha manifestado clínicamente la hipertensión arterial. Esta investigación, como muchas otras relacionadas, pone en evidencia: 1) la realización de programas de ejercicio en pacientes requiere una valoración médica previa en la que se incluya el estudio de las diferentes respuestas al ejercicio (fuerza, aeróbico, etc.), y 2) los profesionales implicados en ejecutar programas de ejercicio en pacientes deben estar suficientemente preparados en fisiología del ejercicio clínica, para evitar efectos indeseables en los pacientes que realizan ejercicio.

Entrenamiento bajo oclusión vascular El principio del reclutamiento progresivo indica que a medida que aumenta la intensidad de un ejercicio el reclutamiento de unidades motoras, y por consiguiente de fibras musculares, es mayor. Esto significa que las fibras tipo I participan en la contracción mayoritariamente a bajas y moderadas intensidades de ejercicio, y que estas más las fibras más rápidas (tipo II) lo hacen a altas intensidades. Se ha observado que en condiciones de isquemia las fibras tipo II son reclutadas a baja intensidad de ejercicio, lo que llevó hace algunos años a plantear entrenamientos bajo oclusión vascular moderada (isquemia) con el fin de hacer partícipes de la contracción a las fibras tipo II realizando bajas intensidades de ejercicio. Así, se ha demostrado que se puede inducir hipertrofia muscular con cargas de un 20% 1RM, durante oclusión vascular moderada. Desde un punto de vista de su aplicación práctica, la presión ejercida para limitar el flujo sanguíneo solo ha de ser lo suficientemente elevada para bloquear el retorno venoso (50-90 mmHg), pudiendo utilizar distintos procedimientos. El entrenamiento típico para inducir hipertrofia muscular implica la realización de 3-5 series hasta el agotamiento (20-30% 1RM) con breves periodos de recuperación. Este entrenamiento es aplicable en el rendimiento deportivo, pero también a todas aquellas personas con capacidad reducida para trabajar con altas cargas, como en post-operatorios, rehabilitación, artrosis, rehabilitación cardiaca, edad avanzada ó atletas en periodos de descarga. Como siempre, la aplicación de esta modalidad de entrenamiento requiere profesionales cualificados adecuadamente entrenados, pero no son necesarias “condiciones de laboratorio”. Es más, debería ser ya habitual en salas de fitness utilizado por fisioterapeutas y graduados en ciencias del deporte, y bajo mi punto de vista en un entorno médicamente controlado con el fin de descartar posibles contraindicaciones.

Suplementación con proteínas en edad avanzada La pérdida de masa muscular asociada al envejecimiento es un problema de salud en esta población, afectando no solo a la función muscular mecánica (fuerza, movilidad, etc.), sino también a la función muscular endocrina. Se ha postulado que la ingesta de proteínas puede contribuir a minimizar la pérdida de tejido muscular ligada a la edad. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Hamer y col, 2013; Nutrition & Metabolism 10:15) en que los autores hipotetizaron que la mayor liberación endógena de insulina después de una co-ingesta de hidratos de carbono facilitaría la incorporación de aminoácidos al músculo después de ingerir un suplemento de proteínas (20 g). Los resultados mostraron que la coingesta de hidratos de carbono no aumentó la incorporación de aminoácidos derivados de la dieta a las proteínas musculares de hombres de edad avanzada. Esto implica que no se requiere la co-ingesta de hidratos de carbono para optimizar a incorporación post-prandial de proteínas al músculo en esta población. Este hallazgo es de relevancia clínica para el desarrollo de pautas alimenticias en edad avanzada. En mi opinión, el planteamiento de esta investigación no refleja la realidad en el cuidado que se ofrece a las personas de edad avanzada en este tema. Así, ¿cuántos ancianos reciben específicamente suplementación con proteínas? ¿en cuántos se trata de optimizar la asimilación de esas proteínas realizando una co-ingesta de hidratos de carbono, como muestra esta investigación?. Lo que pretendo expresar, es que tenemos un amplio conocimiento de suplementación y ayudas ergogénicas que utilizamos frecuente y minuciosamente en jóvenes, pero que ignoramos en muchas ocasiones sus potenciales beneficios en personas de edad avanzada.

Productividad laboral y actividad física Podemos afirmar que España está en el grupo de cabeza mundial en rendimiento deportivo, lo que sin duda se utiliza en más de una ocasión para reforzar nuestra imagen de país en general. Sin embargo, existe un enorme contraste entre el protagonismo del deporte en el entramado social y la casi ausencia de reconocimiento de valores de la práctica del ejercicio físico en el ámbito empresarial. Numerosísimas investigaciones han demostrado desde todos los ámbitos, la relación entre la práctica de ejercicio físico con la productividad, el descenso de bajas laborales y la modificación de factores de riesgo para la salud. A pesar de todas las evidencias son escasas las empresas que apuestan abiertamente por la realización de ejercicio físico de sus empleados, facilitando o subvencionando el acceso a instalaciones deportivas, o incluso habilitando espacios en sus propias instalaciones. Es curioso como empresas multinacionales implantadas en España, tienen en sus países de origen y en otros muchos, programas de actividad física para sus empleados muy bien desarrollados, mientras que en España es anecdótica su presencia. Algo similar ocurre con las compañías de seguros sanitarios, con la reducción del importe de las pólizas en función de la actividad física desarrollada. En cualquier caso, soy optimista, y estoy seguro que aunque con retraso, veremos en el futuro inmediato empresas que animen, faciliten o subvencionen programas de actividad física para sus empleados, o compañías de seguros con pólizas reducidas para aquellos trabajadores que acudan a un gimnasio tres días por semana a practicar ciclismo indoor, por ejemplo.

Longitud de telómeros y actividad física Los telómeros son los extremos de los cromosomas, cuya función principal parece ser estabilizar estructuralmente al cromosoma. Su longitud se ha relacionado con el tiempo de vida de las células. Estudios previos han observado que el ejercicio físico afecta a la regulación del telómero, sugiriendo que podría afectar a su longitud. Varios estudios en seres humanos han tratado de relacionar la actividad física realizada con la longitud de los telómeros, pero los resultados han sido confusos. Recientemente, se han publicado los resultados de un interesante estudio (Mathur y col, 2013; J Invest Med 28-ene) en el que los investigadores exploraron la asociación entre la longitud del telómero y el nivel de fitness cardiorrespiratorio medido objetivamente mediante el VO2max, en sujetos corredores de maratón y sujetos sedentarios. Los resultados mostraron que los atletas y sedentarios no se diferenciaron en la longitud de sus telómeros. El análisis de regresión lineal mostró que la única variable relacionada significativamente con la longitud del telómero fue la edad. No se observaron correlaciones entre VO2max y longitud del telómero. Los resultados de este estudio sugieren que ni la actividad física realizada, ni el fitness cardiorrespiratorio (VO2max) parecen estar relacionados con la longitud de los telómeros. Con seguridad conoceremos en los próximos meses resultados de investigaciones similares. Apasionante línea de trabajo.

Respuesta inflamatoria durante ejercicio aeróbico en sobrepeso En mi opinión, los tres pilares básicos en los que debe sustentarse un programa de pérdida de peso son, por orden de importancia: apoyo psicológico, alimentación y ejercicio. En relación al ejercicio, diferentes argumentos fisiológicos y psicológicos, sitúan al entrenamiento de fuerza como el más recomendable, frente al aeróbico. En relación a este tema, recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Chistiansen y col, 2013; Eur J Appl Physiol 30-ene) en el que los investigadores si las personas con sobrepeso u obesas muestran diferencias en los niveles circulatorios de marcadores inflamatorios en comparación son sujetos con normopeso durante el ejercicio aeróbico. Los sujetos del estudio completaron 120 min de ejercicio en cicloergómetro al 55-60% FCmax. Los resultados mostraron que la IL-8 y el TNF-α solo aumentaron (post-ejercicio) en el grupo de sobrepeso/obesos, y que el incremento de la IL-6 fue mayor en el grupo de sobrepeso/obesos. Los hallazgos sugieren que la respuesta inflamatoria sistémica al ejercicio es diferente entre sujetos en normopeso respecto a los sujetos con sobrepeso y obesos, con mayor aumento en los marcadores inflamatorios (IL-6, IL-8, TNF-α) en sujetos con sobrepeso y obesos. Quizás estos hallazgos representen un argumento más para priorizar el entrenamiento de fuerza vs aeróbico en estos grupos de población. En cualquier caso, estos hallazgos no hacen sino abrir un interesante debate sobre este tema.

Comida rica en grasa y ejercicio intermitente La ingesta de comidas ricas en grasas se ha investigado en actividades de resistencia aeróbica de duración prolongada en las que existe un claro predominio del metabolismo de los ácidos grasos, pero en mi conocimiento no hay muchos estudios que hayan realizado investigaciones en relación al ejercicio intermitente de elevada intensidad. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Hulton y col, 2013; Int J Sports Med 34: 165-169) en el que los autores investigaron el efecto de una comida rica en grasa vs otra rica en hidratos de carbono, sobre el rendimiento de un ejercicio intermitente. Participaron jugadores de fútbol recreacionales, que realizaron un protocolo específico de fútbol (intermitente) seguido de un test de carrera de 1 km. Este protocolo se realizó 3 h y media después de ingerir una comida rica en grasas (G) o rica en hidratos de carbono (HC). Los resultados mostraron que durante el ejercicio la oxidación de las grasas fue mayor después de G, y la de hidratos de carbono después de HC. Lo sorprendente del estudio es que no hubo diferencias en el rendimiento en el test de carrera de 1km (tiempo medio aprox. 3’30’’) realizado a continuación del protocolo intermitente. Los hallazgos indican que el tipo de comida ingerida antes del ejercicio simulado de fútbol tuvo impacto sobre el metabolismo, pero no sobre el rendimiento. Aún sin conocer detalles del protocolo (duración e intensidad del ejercicio intermitente, por ejemplo) estos resultados me llaman la atención ya que se proyectan sobre uno de los pilares de la nutrición deportiva, esto es, la dependencia de la glucólisis en el entrenamiento interválico. Tendré que seguir recibiendo información antes de pensar en modificar el planteamiento “entrenamiento interválico – hidratos de carbono”.

Ver televisión y calidad del semen La calidad del semen ha ido descendiendo en las últimas décadas en los hombres de los países más desarrollados, pero las razones no están claras. Los hábitos sedentarios cada vez más extendidos pueden tener una importante influencia. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Gaskins y col, 2013; Br J Sports Med 4-feb) en el que los autores evaluaron la relación entre la actividad física desarrollada y las horas dedicadas a ver televisión (TV) sobre parámetros relacionados con la calidad del semen, en sujetos jóvenes (18-22 años). Los resultados mostraron que la concentración y número de espermatozoides se relacionaron directamente con la actividad física desarrollada, de manera que los sujetos más activos mostraron concentraciones de espermatozoides hasta un 73% superior, frente a los sujetos menos activos. Observaron también una relación inversa con las horas dedicadas a ver TV (TV, DVD, video, etc.), de manera que los sujetos que veían TV mostraron concentraciones de espermatozoides hasta un 44% inferior, frente a los sujetos que menos veían TV. Ni la actividad física, ni las horas viendo TV, tuvieron influencia en la movilidad o morfología de los espermatozoides.

Variación circadiana en el riesgo cardiovascular La realización de ejercicio de alta intensidad conlleva variaciones en las distintas vías de los sistemas de coagulación, así, el ejercicio realizado más allá del máximo estado estable de lactato (MLSS) se asocia a una activación de la vía intrínseca de la coagulación, como demostramos hace años (Chicharro JL y col, 1994; Thrombosis Research 75: 251-7) al verificar un descenso del tiempo parcial de tromboplastina activada después de 30 min a intensidad superior a MLSS. Hay que considerar que existe una variación circadiana de la actividad fibrinolítica, de forma que los niveles más bajos de actividad se encuentran en las primeras horas del día, mientras que por la noche se encuentran los niveles más elevados. También se sabe que la reactividad de la presión arterial en relación al ejercicio es mayor pos la mañana, y este hecho se ha relacionado con un mayor estrés intravascular después del ejercicio por las mañanas (Jones y col, 2009; Med Sci Sports Exerc 41: 1189-93), y potencialmente con una mayor resistencia ofrecida al paso de la sangre. Estos datos deberían ser tenidos en cuenta en los programas de rehabilitación cardiaca, y en todos los pacientes son mayor susceptibilidad de padecer trombosis, de manera que el ejercicio realizado por la mañana puede potencialmente tener más riesgo que el realizado por la tarde/noche.

Ejercicio intermitente de alta intensidad y triglicéridos postprandiales El ejercicio atenúa la elevación postprandial de triglicéridos plasmáticos (PPTG); sin embargo, no se conoce bien la posible influencia de la intensidad del ejercicio realizado. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Trombold y col, 2013; J Appl Physiol 31-ene) en el que los autores examinaron los efectos de la intensidad del ejercicio sobre PPTG y oxidación de grasas postprandiales. Seis jóvenes varones realizaron uno de los tres tratamientos experimentales: no ejercicio (CON), moderada intensidad (MIE; 50% VO2max 60 min), ó ejercicio isoenergético de alta intensidad (HIE; alternando 2 min al 25% y 2 min al 90% VO2max). La mañana después del ejercicio, se ingirió una comida estándar (16 kcal/kg; 1,02 g grasa/kg, 1,36 g CHO/kg, 0,31 g proteínas/kg), midiendo concentraciones plasmáticas de triglicéridos (TG), glucosa, insulina y beta-hidroxibutirato en ayunas, y cada hora en las 6 h postprandiales. Se utilizó calorimetría indirecta para determinar la oxidación de las grasas en condiciones de ayuno, y 2, 4 y 6 h postprandiales. Los resultados mostraron que en comparación con CON, tanto MIE como HIE atenuaron PPTG, con valores en HIE significativamente menores que en MIE. La oxidación de grasas postprandial fue más elevada en MIE y HIE en comparación a CON, y mayor en HIE que en MIE. En conclusión, a pesar de un gasto energético similar, HIE fue más eficaz que MIE para disminuir PPTG e incrementar la oxidación de las grasas. Interesante estudio que aporta más evidencias a las ventajas del entrenamiento interválico de alta intensidad en el ámbito de la salud, en este caso en las hipertrigliceridemias o programas de pérdidas de peso.

Correr bajo la lluvia y el frío Los factores ambientales influyen en el rendimiento, especialmente durante el ejercicio de duración prolongada. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Ito y col, 2013; Int J Sports Med 31-ene) en el que se determinó el gasto energético durante la carrera en ambiente frío y húmedo (simulando lluvia en una cámara). Siete sujetos corrieron en un tapiz rodante al 70% VO2max durante 30 min a una temperatura ambiente de 5ºC en presencia (RAIN) o ausencia (CON) de 40 mm/h de precipitación. Los resultados mostraron que tanto la temperatura esofágica como la de la piel fueron menores (p40 años) de todas las disciplinas deportivas se han multiplicado en las últimas décadas, alcanzado a veces rendimientos asombrosos. Un reciente estudio (Trappe y col, 2013; J Appl Physiol 114: 3-10) mostró que el VO2max de atletas octogenarios de resistencia aeróbica duplica aproximadamente el que alcanzan las personas no entrenadas de la misma edad (38 vs 21 ml/kg/min). Así, el record del mundo de maratón de categoría de 80 años lo tiene Ed Whitlock (80 años) en 3 h 15 min 54 s, con una velocidad media de carrera solo un 37% menor que el actual record del mundo absoluto (Patrick Makau, 26 años, 2 h 03 min 38 s). Como sabemos, el rendimiento en resistencia aeróbica se basa en tres pilares: 1) VO2max; 2) transición aeróbica-anaeróbica; y 3) economía de carrera. Los estudios realizados hasta la fecha indican que ni la transición aeróbica-anaeróbica, ni la economía de carrera se ven significativamente afectados por la edad, por lo que es esencialmente el descenso del VO2max con la edad lo que condiciona un menor rendimiento en resistencia aeróbica. En este sentido, Lepers y col, 2013, han realizado recientemente un análisis (J Appl Physiol 114: 829) señalando que en base a la anterior consideración, el VO2max de Ed Whitlock debería ser un 37% menor que el de Patrick Makau (80 ml/kg/min), esto es, aproximadamente unos 50 ml/kg/min, pero como hemos señalado anteriormente es mucho menor (-52%). Así pues, esos pilares a los que nos hemos referido anteriormente como “no modificables”, esto es, la transición aeróbica anaeróbica y la economía de carrera, es posible que se comporten en edad avanzada de manera diferente a como lo habíamos pensado. Nuevos estudios con atletas de elite de edad muy avanzada nos aportarán más luz en los próximos años.

Calentamiento de músculos respiratorios y rendimiento Ya hemos comentado varias veces la utilidad que el entrenamiento específico de los músculos respiratorios ha demostrado vinculado al rendimiento deportivo. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Cheng y col, 2013; Respir Physiol Neurobiol 8-mar) en el que los autores comprobaron si un calentamiento específico podría mejorar el rendimiento. Para ello utilizaron un protocolo que consistió en una carga submáxima en bicicleta (100 y 150 W) de 6 min, seguido de sprint de alta intensidad (6x10 s con 60 s de recuperación). Antes del ejercicio, un grupo de mujeres futbolistas realizaron “calentamiento específico de los músculos respiratorios” inspirando en contra de una resistencia del 40% de la presión inspiratoria máxima, mientras que otro grupo fue placebo, y otro control. Los resultados no mostraron diferencias de rendimiento en los sprint realizados, pero si observaron una menor desoxigenación de los músculos de las piernas durante el ejercicio en el grupo de mujeres que calentaron los músculos respiratorios. Interesantes resultados, que abren un atractivo campo de estudio en la aplicabilidad del trabajo de los músculos respiratorios antes de un ejercicio de alta intensidad.

Fisiología Clínica del Ejercicio: ¿para cuándo? Cada año, insisto a mis alumnos de Fisioterapia de las ventajas que otorga estudiar fisiología del ejercicio para su futura profesión. Así, al trabajar con pacientes, este conocimiento permite utilizar mejor el ejercicio como coadyuvante del tratamiento en distintas enfermedades. Por ejemplo, insisto mucho en las posibilidades que otorga el entrenamiento excéntrico en pacientes limitados cardiopulmonarmente, permitiendo una mejora muy eficaz de la fuerza, capacidad funcional y calidad de vida de muchos de ellos. Desafortunadamente, para muchos (demasiados) fisioterapeutas y médicos rehabilitadores, la fisiología clínica del ejercicio es una especie de agujero negro, que a lo sumo vinculan al deporte. Y lo peor, es que muchas de las “mentes pensantes” que diseñan los planes de estudio de las carreras sanitarias siguen anclados en los ultrasonidos, la magnetoterapia y en el “furbol”.

Cambios estructurales en el cerebro y entrenamiento de fuerza Los mecanismos neuronales asociados a las mejoras de la fuerza después del entrenamiento no están claros; modificaciones microestructurales en el tracto corticoespinal, activación cortical y volumen de estructuras subcorticales, pueden asociarse al entrenamiento de fuerza. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Palmer y col, 2013; J Appl Physiol 14-mar) en el que los autores estudiaron esos posibles cambios utilizando resonancia magnética después de un entrenamiento unilateral de flexión isométrica plantar durante 4 semanas. Los resultados mostraron un aumento de la fuerza, tanto en la pierna entrenada como en la no entrenada (efecto cruzado). Se observó un descenso de la difusividad media en el tracto corticoespinal izquierdo después del entrenamiento con la pierna derecha. No se observaron cambios en el tracto corticoespinal derecho. Tampoco se observaron modificaciones en la activación cortical, pero si se produjo una reducción significativa del volumen del putamen izquierdo después del entrenamiento. Este estudio es el primero que relaciona el entrenamiento de fuerza con modificaciones en la sustancia blanca cerebral y en el putamen en cerebros de adultos sanos.

Plataformas vibratorias y tasa metabólica local La utilización de las plataformas vibratorias para el entrenamiento muscular y la rehabilitación ha tenido desigual aceptación debido a los diferentes resultados que los trabajos de investigación han presentado. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Friesenbichler y col, 2013; J Appl Physiol 14-mar) en el que los investigadores evaluaron la intensidad del entrenamiento en términos de tasa metabólica de dos músculos de la extremidad inferior (gastrocnemio y vasto lateral) sometidos a diferentes protocolos de vibración (0 Hz –control-, 10 Hz, 17 Hz y 28 Hz), mientras permanecían de pie sobre una plataforma vibratoria. Se utilizó espectroscopía infrarroja para determinar la tasa metabólica de esos músculos. Los resultados mostraron que en ambos músculos la tasa metabólica fue mayor conforme la frecuencia de vibración aumentó; así, a una frecuencia de 28 Hz la tasa metabólica aumentó 5,4 veces en el gastronecmio y 3,7 veces en el vasto lateral, en comparación con la tasa metabólica de reposo, lo que indica que la plataforma vibratoria representó un estímulo de entrenamiento local. Este nuevo estudio refuerza la idea de que la utilización de las plataformas vibratorias no es un placebo, sino que se asocian respuestas fisiológicas. Otro asunto es como utilizar estas plataformas, sus indicaciones y especialmente las adaptaciones que generan. Solo entendiendo estas respuestas y adaptaciones podremos aplicar este tipo de entrenamiento de manera adecuada y eficaz.

Suplementación con testosterona en edad avanzada El envejecimiento se asocia con un descenso de los niveles de testosterona (T), con cambios fisiológicos asociados a ello: descenso de la fuerza y masa muscular, así como de capacidad funcional en general. La suplementación con T se ha defendido en diferentes ámbitos como tratamiento anti-aging, pero sus beneficios no están claros. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Hildreth y col, 2013; J Clin Endocrinol Metab 26-mar) en el que se estudiaron los efectos de la suplementación con T en un grupo de hombres de edad avanzada (66±5 años), con niveles normales/bajos de T. Los sujetos fueron divididos en dos grupos (experimental y placebo); los sujetos realizaron ó no un protocolo de entrenamiento de fuerza durante 12 meses. Los resultados mostraron un aumento significativo de los niveles de T en los sujetos suplementados. En el grupo de sujetos que entrenó fuerza, la suplementación con T no afectó ni la capacidad funcional, ni la fuerza, en relación al grupo placebo. Sin embargo, si aumentaron la masa grasa, y la masa libre de grasa en el grupo de suplementación. En el grupo que no entrenó fuerza, la suplementación con T no mejoró la capacidad funcional, pero si la fuerza de la parte superior del cuerpo, así como la masa libre de grasa, y la masa grasa. No hubo eventos cardiovasculares relevantes en el grupo tratado con T en relación al placebo. A pesar de la recomendación cada vez más extendida de suplementar con testosterona en edad avanzada las respuestas y adaptaciones fisiológicas no están claras, como tampoco lo están los posibles efectos secundarios. En mi opinión, esto no debería cerrar la puerta de la suplementación con testosterona, pero creo que deberíamos profundizar más en los protocolos de entrenamiento de fuerza más seguros y eficaces en esta población.

Visión periférica y ejercicio La percepción de visión periférica constituye un factor muy importante en el rendimiento de algunas modalidades deportivas, como baloncesto, balonmano, fútbol, etc. Sabemos que el ejercicio de alta intensidad produce una reducción significativa de la percepción periférica visual, posiblemente debido a un descenso de oxigenación cerebral provocado, entre otros, por la necesaria redistribución de sangre entre órganos y sistemas durante el ejercicio de elevada intensidad. Así pues, en distintos deportes muchos de los déficit de rendimiento (ej. precisión, posicionamiento, etc.) que se asocian con elevadas intensidades de ejercicio, pueden tener su origen en un deterioro de la visión periférica del deportista.

Fisiopatología de la disfunción muscular en EPOC Esta misma mañana estuve comentando en clase la necesidad que tienen los médicos rehabilitadores, médicos del deporte y fisioterapeutas de conocer la fisiopatología de la disfunción muscular en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), con el fin de adecuar protocolos de ejercicio eficaces como parte esencial del tratamiento en estos enfermos. Curioseando en PubMed he encontrado una revisión sobre el tema recientemente publicada por investigadores españoles (Gea y col, 2013; J Appl Physiol 21-mar). Los autores exponen como causa de la disfunción muscular (músculos respiratorios y locomotores) complejas interacciones entre factores sistémicos y locales. Así, la hiperinflación pulmonar parece el factor más importante en la disfunción muscular respiratoria, mientras que el descondicionamiento parece un factor decisivo en la disfunción de músculos locomotores. Otros factores sistémicos, como un estado crónico de inflamación sistémica, puede también exacerbar esta disfunción muscular. En el contexto de esta disfunción muscular, se han observado en los músculos respiratorios, una mayor proporción de fibras I, densidad capilar y enzimas aeróbicas, mientras que en los músculos locomotores se produce el fenómeno inverso (pérdida de perfil aeróbico), con una reducción del tamaño muscular. Solo conociendo estos procesos, los profesionales sanitarios podrán diseñar y aplicar protocolos adecuados de entrenamiento en estos pacientes. Así, por ejemplo, el entrenamiento interválico cobra una especial relevancia en los músculos locomotores, mientras que el entrenamiento de fuerza-resistencia tiene su indicación en los músculos inspiradores.

Molestias gastrointestinales en ultramaraton Las molestias gastrointestinales (nauseas, vómitos, calambres abdominales, diarrea, etc.) son muy frecuentes en ultramaratones y carreras de montaña de larga duración. Las posibles causas de estas molestias son muy diversas, desde descenso de aporta sanguíneo, pasando por la ingesta previa de anti-inflamatorios no esteroideos, e incluso un origen traumático interno, y con frecuencia estas molestias están relacionadas con la alimentación durante la carrera. Recientemente, se han publicado los resultados de un interesante estudio (Stuempfle y col, 2013; Int J Sport Nutr Exerc Metab 23: 103-9) en el que los investigadores determinaron si la dieta durante la carrera estaba relacionada con las molestias gastrointestinales en corredores (hombres y mujeres) de una ultramaratón de 161 km. Los resultados mostraron que el 89% manifestaron nauseas, un 44% calambres musculares, un 44% diarrea y un 22% vómitos. El consumo de fluidos fue significativamente mayor en los corredores que no tuvieron molestias. Asimismo, los corredores que no tuvieron molestias consumieron un mayor porcentaje de grasa en los alimentos ingeridos en carrera. Parece pues, que en mayor consumo de fluidos y grasa puede proteger a los ultramaratonianos de las molestias gastrointestinales asociadas a este tipo de ejercicio. Aunque no se puedan establecer relaciones de causa-efecto entre la alimentación durante la carrera y las molestias gastrointestinales, este estudio es interesante ya que obliga a los nutricionistas deportivos a investigar sobre las mejores pautas de alimentación en este tipo de competición.

Suplementación con bicarbonato sódico y beta-alanina La suplementación con beta-alanina es muy frecuente entre deportistas cuya actividad requiere la activación de la glucólisis anaeróbica, y en los últimos meses se han publicado numerosos trabajos sobre sus efectos ergogénicos. Por otra parte, el bicarbonato sódico, también ha mostrado efectos ergogénicos en determinadas disciplinas deportivas. Recientemente se han publicado los resultados de dos estudios (Ducker y col, 2013; J Strength Cond Res 21-mar; Hobson y col, 2013; Int J Sport Nutr Exerc Metab 26-mar) en los que se investigó si la combinación de beta-alanina (BA) y bicarbonato sódico (NaHCO3) podría mejorar más el rendimiento en comparación con la suplementación por separado. En el primer estudio referido, participaron deportistas de equipo y realizaron el siguiente test: 3 series; 6x20 m con 25 s recuperación, y 4 min entre series. Los resultados mostraron que la suplementación con NaHCO3 se asoció a una mejora del rendimiento superior a la combinación BA+ NaHCO3 ó BA aislada. En el segundo estudio, participaron remeros que realizaron un test de 2000 m. Los resultados mostraron que tanto la BA como el NaHCO3 tomados aisladamente provocaron mejoras significativas del rendimiento. La combinación de BA + NaHCO3 posiblemente pudo producir una mejora adicional, pero los resultados no fueron definitivos. La suplementación con beta-alanina está de actualidad en el ámbito de la fisiología del ejercicio, habiendo mostrado efectos ergogénicos en muchas investigaciones. No está claro si añadir alcalinizantes de forma aguda, a la suplementación crónica (lo normal 4-6 semanas) de beta-alanina provoca mayores efectos ergogénicos. La modalidad deportiva y los perfiles de entrenamiento serán también claves para una mayor o menor eficacia de estos productos.

Tan fácil como bajar escaleras Distintos estudios han demostrado la eficacia de los entrenamientos de fuerza con alto componente excéntrico en diferentes cuadros clínicos en la mejora de la calidad de vida. Algo tan sencillo como bajar moderadas pendientes o escaleras se ha venido recomendando en el ámbito clínico, sin mucho éxito por cierto, desde la fisiología clínica del ejercicio. Recientemente se han publicado los resultados de otro estudio (Theodorou y col, 2013; BMC Res Notes 6(1): 87) en el que utilizó un protocolo de entrenamiento de bajar escaleras en pacientes mayores de edad con insuficiencia cardiaca. Durante 6 semanas realizaron dos protocolos distintos de entrenamiento: subir y bajar escaleras. Los resultados mostraron que el grupo de bajó escaleras incrementó en mayor medida la fuerza (excéntrica, concéntrica e isométrica) que el grupo que entrenó subiendo escaleras. El entrenamiento excéntrico exige menor producción de energía y puede ser de primera elección de entrenamiento para muchos enfermos, como en los pacientes con insuficiencia cardiaca; claro que para ello antes los médicos rehabilitadores y fisioterapeutas deberían conocer esas ventajas, así como los protocolos de aplicación más adecuados.

Duración vs intensidad de ejercicio La intensidad de entrenamiento aeróbico constituye una fuerte tendencia en su aplicación al área de la actividad física y la salud. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Green y col, 2013; Eur J Appl Physiol 30-mar) en el que se investigó la relevancia de la duración vs intensidad de ejercicio sobre las adaptaciones metabólicas en el vasto lateral en un entrenamiento de corta duración (10 días) sobre bicicleta. Participaron hombres sanos (VO2max: 46±2 ml/kg/min) asignándolos aleatoriamente a grupos de entrenamiento de 30 min o 60 min realizados a dos diferentes intensidades: 70% VO2max (moderado) y 86% VO2max (intenso). Los resultados mostraron que durante un ejercicio realizado al 60% VO 2max, todos los protocolos se asociaron a un menor descenso de la PC y del glucógeno, así como un menor aumento de AMP, IMP y lactato. El entrenamiento de 60 min provocó menores incrementos de ADP y AMP, con mayores niveles de PC y glucógeno durante el ejercicio en comparación con el protocolo de 30 min. Estos efectos no se observaron entre alta y moderada intensidad. Estos hallazgos sugieren la existencia de un umbral para la duración, más que para la intensidad, de ejercicio aeróbico para inducir adaptaciones metabólicas musculares que disminuyan el estrés metabólico durante el ejercicio. Lo que este y otros estudios recientes nos muestran es que no debemos situarnos en los extremos fisiológicos con arreglo a las tendencias. Entrenar intenso ha demostrado sus efectos, pero también el volumen de entrenamiento de baja/moderada intensidad se asocia a adaptaciones específicas.

¿Quién sabe de nutrición deportiva? En mi opinión, el profesional formado en nutrición deportiva debe ser el responsable de establecer las recomendaciones que en materia de nutrición deportiva necesitan los deportistas. Esto es algo obvio, pero ¿cuál es el perfil del profesional en nutrición deportiva?. Bajo mi punto de vista debe ser un graduado en nutrición y dietética, especializado en nutrición deportiva. Todo lo demás es jugar a ser lo que uno no es, algo muy habitual en el área de las ciencias del deporte, en el que parece que todo el mundo sabe de todo. Porque, ¿cuando un deportista padece una neumonía acude a un médico o a alguien que durante 4 años estudió “medicina” fuera de la formación reglada universitaria?. ¿Por qué entonces seguimos confiando en personas con escasos conocimientos en nutrición, algo tan importante para el deporte como es nuestra alimentación?. Yo no quiero me recomiende tomar creatina alguien que no llega a diferenciar entre creatina y creatinina, por ejemplo.

Hidratación en deporte El mecanismo fisiológico más importante para la regulación de la temperatura corporal en ejercicio es la evaporación del sudor. Las glándulas sudoríparas controladas por fibras simpáticas colinérgicas producen sudor en función de diferentes condicionantes: estrés térmico, intensidad de ejercicio y capacidad funcional o estado de forma del sujeto, entre otros. Así, un sujeto entrenado sudará más que otro no entrenado, comenzará a sudar antes y su sudor será cualitativamente diferente al contener menos electrolitos. Además, con la aclimatación al calor, las glándulas sudoríparas aumentan la producción de sudor. Por último, hay que tener en cuenta que los sujetos con mayor capacidad aeróbica producen más calor metabólico, por lo que en ambiente caluroso una alta capacidad aeróbica no parece una ventaja desde un punto de vista termorregulador. Por todo lo anterior y desde un punto de vista práctico hay que tener en cuenta: 1) el individuo entrenado, suda más y por tanto ha de beber más; 2) la aclimatación al calor, no solo no disminuye la necesidad de hidratarse sino que la aumenta; 3) no existe adaptación a la deshidratación, por lo que no tiene sentido realizar ejercicio sin hidratarse en un intento de “acostumbrar al organismo”; y 4) los sujetos más entrenados (mayor capacidad aeróbica) que hacen ejercicio en calor, deben beber más que los de menos capacidad aeróbica.

Café o cafeína Los efectos ergogénicos de la cafeína en el rendimiento de resistencia aeróbica están bien probados; sin embargo, existe debate sobre si la ingesta de cafeína mediante café tiene el mismo efecto que la ingesta de cafeína aislada. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Hodgson y col, 2013; PLos One 3-abril) en el que los investigadores compararon los efectos sobre el rendimiento de una dosis de cafeína de 5 mg/kg ingerida mediante café ó tomada aisladamente. Ocho ciclistas/triatletas ingirieron esa cantidad de cafeína 1 h antes de realizar una contrarreloj (TT) simulada sobre bicicleta. Los resultados mostraron mejores resultados (5%) en la TT en los dos grupos de cafeína (café y cafeína), frente a un grupo que ingirió café descafeinado y otro placebo. No hubo diferencias entre los grupos de café y cafeína. La cafeína es una de las ayudas ergogénicas más utilizadas por los deportistas de resistencia aeróbica, y parece tener los mismos efectos ingerida por medio de café o aisladamente. Una dosis de 5 mg/kg es la más recomendada.

Anti-oxidantes y rendimiento Los anti-oxidantes son utilizados ampliamente por la población deportista, aunque sus efectos sobre el rendimiento son controvertidos. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Abadi y col, 2013; PLos One 2-abril) en el que los autores examinaron los efectos de un coctel anti-oxidante (α-ácido lipoico, vitamina E y coenzima Q10) sobre el rendimiento, la función muscular y las adaptaciones al entrenamiento en ratones que entrenaron durante 8 semanas. Los resultados mostraron que en conjunto, no se observaron efectos sobre el rendimiento de carrera, ni afectaron a las adaptaciones al entrenamiento; sin embargo, las ratas hembras si mejoraron el rendimiento en comparación con el grupo placebo. Además, las hembras suplementadas que no entrenaron mejoraron la capacidad respiratoria muscular, reduciendo el daño oxidativo e incrementando la expresión de proteínas mitocondriales, todo ello en comparación con el grupo placebo. Esos cambios fueron atribuidos vía activación de la AMP-activada proteína quinasa (AMPK). En resumen, el coctel anti-oxidante mostró efecto género específico, mejorando el rendimiento y la función mitocondrial de ratas no entrenadas. Si todos los estudios realizados con animales han de valorarse con precaución, en éste que he presentado, la tentación de extrapolar los resultados a humanos debe evitarse. Futuras investigaciones en este sentido, nos mostrarán o no la eficacia de los anti-oxidantes en la mejora del rendimiento.

Anti-inflamatorios y ejercicio (I) El consumo de anti-inflamatorios por los deportistas es muy frecuente, y en muchas ocasiones el objetivo es mejorar la recuperación después de entrenamientos/competiciones de elevada intensidad o de alto componente excéntrico. La inflamación es un proceso fisiológico de reparación que consta de diferentes fases: degeneración, inflamación, regeneración y fibrosis. En los últimos años existen evidencias de constituir un estímulo para lograr adaptaciones musculares de importancia en el rendimiento deportivo, por medio de estímulos hacia células satélite musculares. Los anti-inflamatorios interfieren en el proceso fisiológico de la inflamación, y aunque minimizan el dolor y la fibrosis, pueden afectar a la regeneración y recuperación funcional del músculo dañado. Quizás en los deportistas su utilización no debería banalizarse.

Anti-inflamatorios y ejercicio (II) Como comentábamos ayer, está muy extendido entre deportistas el consumo de antiinflamatorios, especialmente de los no esteroideos (AINE). En deportistas de resistencia aeróbica hay que ser muy prudentes a la hora de prescribir estos fármacos, entre otros motivos por los siguientes: 1) Los AINE disminuyen el flujo sanguíneo renal y el filtrado glomerular, debido a una inhibición de las prostaglandinas que actúan normalmente como vasodilatadoras. Si tenemos en cuenta que durante el ejercicio de resistencia aeróbica el flujo sanguíneo renal se ve reducido, especialmente en duraciones prolongadas y ambiente caluroso, los AINE se han mostrado como factores vinculados al fracaso renal agudo. 2) El ejercicio de resistencia aeróbica también produce un descenso significativo (dependiente de la intensidad y duración) del flujo sanguíneo a todo el área esplácnica (estómago, intestinos, etc), habiéndose observado sangre en heces después de carreras de larga distancia en el 30% de los atletas. Uno de los mecanismos patogénicos propuestos del sangrado intestinal en estos deportistas en la toma de AINE. Así pues, y aunque se ha puesto de moda la administración de AINE (Ej. ibuprofeno) de “modo preventivo” en maratón y triatlón de larga distancia, médicamente no está indicada la prescripción de esos medicamentos antes de las competiciones por los serios efectos secundarios que pueden asociarse.

Entrenamiento de fuerza y plataforma vibratoria en corredores El entrenamiento de fuerza es común en los corredores de resistencia aeróbica, mientras que la utilización de plataformas vibratorias está más cuestionada. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Bertuzzi y col, 2013; Int J Sports Med 4-abril) en el que los investigadores analizaron el impacto de 6 semanas de entrenamiento de fuerza realizado con o sin entrenamiento en plataforma vibratoria sobre el rendimiento en corredores de resistencia aeróbica. Los resultados mostraron similares aumentos (+18%) de la fuerza máxima en ambos grupos (fuerza vs fuerza+vibración). La contribución aeróbica en un test hasta el agotamiento fue mayor (+25%) en el grupo que solo entrenó fuerza. No hubo diferencias en el resto de variables evaluadas (test de esfuerzo máximo, tiempo hasta el agotamiento a velocidad correspondiente a VO2max). Añadir entrenamiento en plataforma vibratoria al entrenamiento convencional de fuerza no parece aportar ventajas adicionales en la ganancia de fuerza máxima en corredores, y ambos protocolos no afectaron a los parámetros tradicionales de rendimiento aeróbico.

Oxigenación cerebral como limitante del rendimiento Entre los limitantes del rendimiento aeróbico se ha propuesto un descenso de la oxigenación cerebral. Con el fin de verificar esta hipótesis, un grupo de investigación (Oussaidene y col, 2013; Eur J Appl Physiol 12-abril) han publicado los resultados de un estudio en el que hipotetizaron que la suplementación con O2 mejoraría el rendimiento en relación a sus efectos sobre la oxigenación cerebral. Participaron sujetos jóvenes (27±6 años) no entrenados que realizaron diferentes pruebas de esfuerzo bajo normoxia e hiperoxia (FIO2: 0,3). Los resultados mostraron que la potencia máxima (Wmax) y la saturación arterial de O2 aumentaron en máximo esfuerzo en condiciones de hiperoxia. Sin embargo, la oxigenación muscular no se modificó en hiperoxia. El umbral ventilatorio 2 y la oxigenación cerebral aumentaron en hiperoxia, con un retraso en la intensidad en la que comenzó a disminuir la oxigenación cerebral. En resumen, la relación entre las modificaciones en la respuesta al ejercicio de la oxigenación cerebral y la mejora del rendimiento con hiperoxia, soporta la hipótesis que la oxigenación cerebral es un limitante del rendimiento físico aeróbico en jóvenes no entrenados.

Hidratos de carbono y rendimiento Desde hace un tiempo estamos asistiendo a un “debate” sobre la conveniencia de los hidratos de carbono como parte sustancial de la alimentación del deportista de resistencia aeróbica. Podemos leer opiniones para todos los gustos, las más polarizadas siempre ligadas a la ignorancia, y en muchas ocasiones dejándose llevar por modas o tendencias con poco fundamento científico. Ahora se anuncia como una novedad el llamado “entrenamiento en ayunas”, esto es, entrenar resistencia aeróbica con baja disponibilidad de glucógeno hepático y/o muscular, pero esto ya se venía haciendo desde los 80 por los maratonianos de elite. En este sentido, diferentes investigaciones han demostrado que el entrenamiento de baja/moderada intensidad con bajos niveles de glucógeno acrecienta las mejoras de diferentes adaptaciones fisiológicas, como la actividad de enzimas de la β-oxidación, transporte de ácidos grasos a la mitocondria, y capacidad oxidativa global de los ácidos grasos, algo que sin embargo no se ha podido relacionar con la mejora del rendimiento. De lo que no existen dudas, es que para correr, pedalear, nadar o remar rápido necesitamos la disponibilidad y utilización de los hidratos de carbono; así, podemos resintetizar ATPs a una tasa de 0,24 mmol/kg/s si oxidamos las grasas, pero esa producción de energía aumenta a 0,51-0,68 mmol/Kg/s, al hacerlo mediante la glucolisis. No hay duda entonces, si no consumimos glucógeno, no podremos ir rápidos. Por extensión, si rutinariamente no consumimos suficientes hidratos de carbono, los entrenamientos serán irremediablemente lentos. ¿se imagina alguien un entrenamiento interválico al 95% VO2max sin hidratos de carbono?. Por otra parte, y en relación al maratón, los corredores de elite sin capaces de mantener una intensidad de carrera cercana al 80-90% VO2max, lo que significa que prácticamente el 100% de su energía en carrera lo obtienen de los hidratos de carbono, lo que resalta la importancia de este principio inmediato en su alimentación. Los maratonianos sub-elite (2 h 45min) corren a menos intensidad, indicando una dependencia de 96% de los hidratos de carbono en carrera. En definitiva, los hidratos carbono han sido, son y serán la base de la alimentación del deportista de resistencia aeróbica que quiere mejorar su rendimiento. Y en ese escenario es donde debemos investigar para mejorar el conocimiento y las aplicaciones prácticas a nuestros deportistas de resistencia aeróbica. Como anécdota, Gebrselassie de solo 54 kg, consumió 60-70 h de hidratos de carbono por hora en 1 litro de fluido por hora durante la maratón de Berlín en 2008, con una marca de 2:03:59. Podría haber tomado grasas o proteínas, pero optó por los hidratos de carbono para hacer la mejor marca mundial de maratón.

Músculos respiratorios: resistencia aeróbica vs. fisicoculturismo Si a cualquiera de nosotros nos preguntaran sobre adaptaciones musculares respiratorias y función pulmonar comparando deportistas de resistencia aeróbica (RA) con fisicoculturistas (F) seguro que nos inclinábamos a favor de los primeros. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Hackett y col, 2013; J Sports Med Phys Fitness 53: 139-45) en el que los autores compararon la fuerza de los músculos respiratorios (MIP: presión inspiratoria máxima; MEP: presión espiratoria máxima) y la función pulmonar (FEV1, FVC, FEV1/FVC%, IC, ERV, FRC, RV, TLC) en deportistas de RA y F. Además de valoró el VO2max. Los resultados mostraron valores un 43% y un 53% más elevados en MIP y MEP, respectivamente, en fisicoculturistas. El valor 1RM en press de banca se relacionó con los valores de MIP y MEP en F. La masa libre de grasa fue mayor significativamente en F frente a RA, mientras que el VO2max fue más elevado en RA. No se observaron diferencias significativas en las variables de la función pulmonar en reposo. En resumen, los fisicoculturistas manifiestan mayor fuerza de los músculos respiratorios, sin diferencias en la función pulmonar medida en reposo. Los resultados de este estudio no deben confundirnos, ya que la valoración pulmonar en reposo (espirometría) solo valora parcialmente la función respiratoria. Hubiera sido interesante conocer los datos de la función pulmonar durante el ejercicio para realmente tener una comparación más completa.

Natación en agua helada La natación en agua helada es un deporte extremo cuya principal característica es desarrollarse en agua a temperatura inferior a 15ºC. Los nadadores no pueden llevar trajes de neopreno, por lo que el estrés térmico que se establece es un reto para la fisiología del ejercicio. En cualquier caso, el límite de rendimiento se establece por la hipotermia desarrollada, así, por debajo de 32ºC de temperatura del núcleo el riesgo de fibrilación ventricular y/o muerte es elevado. Existen escasos estudios en la literatura científica sobre nadadores en agua helada, habiendo descrito travesías desde 9,4 a 15ºC, siendo excepcionales las experiencias a menos de 10ºC. Hay que tener en cuenta que una persona sumergida en reposo en agua a 6ºC muere por hipotermia en unos 75 min. Un estudio (Knechtle y col, 2009; Ir J Med Sci 178: 507-11) reflejó los resultados de dos nadadores que nadaron a 4ºC durante 23 min, 1,3 km (nadador A) y 42 min, 2,2 km (nadador B); la temperatura del núcleo de este último fue de 32ºC al finalizar la travesía. Los nadadores en agua helada deben ir monitorizados para comprobar que la temperatura del núcleo no desciende de los 32º C, y en su caso proceder a la retirada de la competición.

Hepcidina y anemia El déficit de hierro es muy común en atletas de resistencia aeróbica, especialmente en mujeres, que con frecuencia presentan signos de anemia ferropénica. La hepcidina es una hormona que regula el metabolismo del hierro, habiendo observado aumentos transitorios en su concentración plasmática después del ejercicio, sugiriendo que puede contribuir al déficit de hierro de los atletas. La hepcidina actúa como regulador del hierro, teniendo un efecto negativo en la capacidad de absorber el hierro de los alimentos y en la capacidad de reciclaje del hierro. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Ma y col, 2013; Int J Sport Nutr Exerc Metab 9-abril) en el que lo autores determinaron si los niveles de reposo de la hepcidina están elevados en deportistas femeninas de resistencia aeróbica, en comparación con un grupo control no entrenado. El grupo de corredoras realizaba una media de 81,9 km/semana. Los resultados no mostraron diferencias en la concentración basal de hepcidina entre grupos, no observado tampoco correlación entre el volumen de km semanales con los niveles de hepcidina. Los resultados sugieren que la hepcidina no está crónicamente elevada en deportistas de resistencia aeróbica. Futuros estudios deberán determinar la influencia de las elevaciones de la hepcidina como respuesta al ejercicio en la regulación del metabolismo del hierro.

Analgésicos y maratón Hace unos días dedicamos dos entradas a los efectos secundarios de los antiinflamatorios en relación al ejercicio, hoy lo hago nuevamente pero con datos de una investigación cuyos datos han sido recientemente publicados (Küster y col, 2013; BMJ Open 19-abril). Los autores realizaron un estudio de cohortes con datos de 3913 corredores de maratón obtenidos al finalizar la misma, con el fin de analizar la posible relación entre la ingesta de analgésicos y los efectos secundarios asociados. Los resultados mostraron mayor incidencia de problemas gastrointestinales en los corredores que ingirieron analgésicos antes de la carrera. En general, los atletas que ingirieron analgésicos quintuplicaron los problemas renales y/o gastrointestinales, aumentando además al incrementar la dosis de los mismos. Nueve de los corredores que tomaron analgésicos requirieron ingreso hospitalario, tres por insuficiencia renal (ibuprofeno), cuatro por sangrado gastrointestinal (aspirina) y dos por infarto de miocardio (aspirina). La utilización indiscriminada de analgésicos/antiinflamatorios en relación al ejercicio físico, especialmente de resistencia aeróbica, conlleva un riesgo elevado de efectos secundarios potencialmente graves, que además son dosis dependiente. Se requiere por tanto atención a este problema por parte de los médicos y autoridades, pero especialmente de los atletas.

Crioterapia de cuerpo entero y rendimiento La crioterapia de cuerpo entero (whole-body criotherapy, WBC) se aplica mediante unas cabinas (cryo-cabin) capaces de mantener una temperatura de frío seco de -140 a -195ºC. Tu utilidad en la recuperación de los deportistas está en estudio. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Fonda y Sarabon, 2013; Scand J Med Sci Sports 25abril) en el que los autores examinaron el efecto de la WBC sobre variables bioquímicas, de dolor y rendimiento durante un periodo de recuperación de 5 días después de un ejercicio asociado a daño muscular. Los resultados mostraron diferencias significativas en la sensación de dolor entre control y WBC, así como en el desarrollo de fuerza (torque) máxima, a favor de los sujetos sometidos a WBC.No hubo diferencias en las variables bioquímicas asociadas a la recuperación, ni en la potencia muscular. Los resultados no soportan de forma clara la utilización de WBC como medio para mejorar la recuperación después de ejercicios asociados a daño muscular. Futuros estudios con diferentes metodologías deberán determinar sus posibles aplicaciones en la recuperación del deportista.

Catecolaminas, ejercicio y obesidad Las complicaciones cardiovasculares de la obesidad se han asociado, entre otras causas, a una sobreestimulación simpático-adrenal crónica. En modelos animales, la sobrealimentación estimula la actividad simpático-adrenal, y debido a que la sobrealimentación se asocia con la resistencia a la insulina e hiperinsulinemia se postula si estos dos factores pudieran contribuir a la activación simpática en obesos, algo que aún es una hipótesis. La activación simpaticoadrenal contribuye al aumento de la resistencia vascular sistémica, favoreciendo la hipertensión arterial a través de la activación de vasocontricción α-adrenérgica y estimulación del eje renina-angiotensina. Además, la estimulación simpático-adrenal aumenta el número de plaquetas circulantes y estimula la agregabilidad plaquetaria, favoreciendo la aterosclerosis. Es muy importante tener en consideración estos aspectos cuando se recomienda ejercicio físico en obesos, así la intensidad de ejercicio superior al umbral aeróbico se asociará invariablemente a un aumento de estimulación simpático adrenal y esto puede no ser lo más favorable en pacientes obesos.

Entrenamiento clínico en enfermedad cardiopulmonar El ejercicio físico aplicado como entrenamiento clínico en pacientes tiene muchos efectos beneficiosos directos en multitud de enfermedades, sin embargo en otras los efectos sobre la enfermedad son muy escasos, aunque invariablemente los mantiene sobre las consecuencias fisiopatológicas de la enfermedad, como ocurre en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y en la insuficiencia cardiaca (IC). Así, una primera aproximación de los efectos del entrenamiento clínico en los pacientes que padecen estas patologías, nos hace pensar en adaptaciones periféricas, fundamentalmente musculares. En este sentido se han descrito incrementos de la densidad capilar, del flujo sanguíneo, del número y tamaño de mitocondrias, del tamaño de las fibras musculares, descenso de la resistencia vascular y una disminución de las concentraciones de lactato en el ejercicio. Pero hay que tener en cuenta que muchas de estas adaptaciones periféricas tienen efectos indirectos en el componente central de la enfermedad; así un descenso de la acidosis láctica reducirá la sensación de disnea de los pacientes al no tener que solicitar a los músculos respiratorios para compensar la acidosis aumentando la ventilación (eliminando CO2). Además, en EPOC el ejercicio disminuye el grado de hiperinsuflación pulmonar, mejorando la respuesta hemodinámica y la difusión de O2, y con ello la disponibilidad muscular de oxígeno. En pacientes con IC, caracterizados por una hiperexcitabilidad simpático-adrenal, el entrenamiento clínico tiende a normalizar la excitación neurohormonal mediante un descenso de la activación de los metabolorreceptores musculares al mejorar el metabolismo oxidativo y la disponibilidad de oxígeno de los músculos locomotores y respiratorios. Todas estas adaptaciones periféricas llevan a estos pacientes a mejorar la tolerancia al ejercicio, la capacidad funcional, la calidad de vida y en algunos casos su pronóstico.

Inflamación aguda y rigidez arterial en mayores de edad Diferentes estudios han señalado que la inflamación aguda puede causar rigidez arterial en personas de edad avanzada. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Jae y col, 2013; Eur J Appl Physiol 25-abril) en el que los autores investigaron si un elevado fitness cardiorrespiratorio (VO2pico) puede prevenir parcialmente los efectos desfavorables de la rigidez arterial producida por una inflamación aguda en personas de edad avanzada. Los adultos mayores recibieron una vacuna para la gripe (virus influenza), valorando la respuesta inflamatoria aguda mediante IL-6 y PCR, así como la rigidez arterial mediante la velocidad de la onda de pulso carótido-femoral (PWV), a las 24 y 48 h de recibir la vacuna. Los resultados mostraron que después de la vacunación aumentaron la PCR y la IL-6, así como la PWV. Al comparar estas respuestas en función del VO 2pico, observaron que el grupo con mayor fitness cardiorrespiratorio (VO2pico) tuvo un aumento atenuado de PWV en comparación con el grupo de menor capacidad aeróbica, después de la inflamación aguda. Un estudio más que muestra la prioridad de mantener niveles altos de capacidad aeróbica o fitness cardiorrespiratorio (VO2pico) en personas de edad avanzada. Así pues, la prescripción de ejercicio en esta población debe ir dirigida, entre otros objetivos, a mantener o elevar los niveles de VO2pico, algo que difícilmente se consigue con entrenamiento de baja intensidad.

Umbrales aeróbico y anaeróbico e intensidad de ejercicio La mayoría de los sujetos que realizan ejercicio aeróbico ya sea con fines de rendimiento, ya sea con objetivos de mejorar la salud, utilizan marcadores de intensidad con el fin de adecuar las cargas de entrenamiento. Lo “tradicional” es prescribir la intensidad del ejercicio en términos relativos utilizando %VO2max ó %FCmax (%frecuencia cardiaca máxima), pero esas referencias relativas se asocian con una importante variabilidad de respuesta al ejercicio cuando son aplicadas a diferentes individuos. Así, un ejercicio realizado al 70%VO2max por dos personas, puede suponer en el sujeto A estar implicando a las fibras tipo I, y por consiguiente al metabolismo oxidativo, mientras que en el “B” hacer partícipes también a las fibras tipo II, y con ello al metabolismo glucolítico anaeróbico. Esta misma variación en la respuesta, y por consiguiente en las adaptaciones, se da incluso más marcada si aplicamos %FCmax. Existen diferentes alternativas para manejar la intensidad de ejercicio de manera individual, pero de todas ellas los umbrales aeróbico y anaeróbico son las variables más fiables para determinar la intensidad fisiológica asociada a una sesión de ejercicio de resistencia aeróbica. Los umbrales aeróbico y anaeróbico nos permite una demarcación clara entre diferentes fases de intensidad (I, II, III) que tanto los entrenadores deportivos, como los entrenadores clínicos, utilizan para decidir las intensidades del entrenamiento. Así, la intensidad fisiológica al realizar 5 k a intensidad umbral aeróbico, será la misma en el campeón mundial de maratón, que en el aficionado que realiza los 10 k en 60 minutos. La diferencia estará en que mientras el atleta de elite correrá a 18 km/h, el deportista aficionado lo hará a 10 km/h, pero el estrés fisiológico y por tanto la intensidad relativa será muy similar. Una simple prueba de esfuerzo con análisis de gases respiratorios o un test de lactato nos permiten conocer de manera fácil y fiable la situación de nuestros umbrales y con ello ser más precisos a la hora de estructurar las cargas de entrenamiento.

Cese del entrenamiento y rendimiento muscular Entender cómo influye el cese del entrenamiento sobre el rendimiento muscular es interesante para fisiólogos del ejercicio y entrenadores deportivos. Los efectos del cese del entrenamiento sobre la fuerza máxima son evidentes a partir de la tercera semana de inactividad y su magnitud aumenta en función del tiempo. Inicialmente son los factores centrales (reclutamiento de unidades motoras y sincronización; frecuencia de disparo y coordinación intramuscular) los responsables del descenso del rendimiento, y después de las primeras semanas los protagonistas serán los factores periféricos. Por otra parte, los efectos del cese del entrenamiento sobre la potencia muscular son menores que los observados para la fuerza máxima, especialmente a partir de las 16 semanas de inactividad. El % de fibras IIx disminuye después de 3 meses del cese del entrenamiento. En relación a la fuerza submáxima o fuerza resistencia, los efectos de la inactividad son más marcados que para la fuerza máxima o potencia muscular. Los factores relacionados con esta disminución del rendimiento se asocian al transporte de oxígeno y producción de energía, además de los factores centrales y morfológicos comentados con anterioridad. Hay que tener en cuenta que una vez cesa el entrenamiento disminuye muy rápidamente el volumen plasmático (que había aumentado como adaptación al entrenamiento) y esto provoca un descenso del gasto cardiaco. Además, la actividad de enzimas oxidativas (citrato sintasa, succinato deshidrogenada, malato deshidrogenasa) disminuye muy rápidamente, lo que contribuye junto con el descenso del gasto cardiaco a la disminución del transporte de oxígeno, producción aeróbica de energía y fuerza submáxima. Por último señalar que todos los efectos fisiológicos asociados al cese del entrenamiento son mucho más marcados por encima de los 65 años. Si estáis interesados en este tema os recomiendo un meta-análisis recientemente publicado (Bosquet y col, 2013; Scand J Med Sci Sports 24-ene).

El límite de la potencia aeróbica (VO2max) en humanos Los datos sobre el límite de la potencia aeróbica (VO2max) evaluada en humanos son escasos, aunque la literatura refleja ocasionalmente valores obtenidos en pruebas de esfuerzo que nos ayudan a situar un techo en el VO2max. Hace un par de años se publicaron (Burtscher y col, 2011; Eur J Appl Physiol 4-mar) los resultados de una valoración ergoespirométrica que pueden corresponderse con los valores más altos registrados con metodología de análisis de gases respiratorios. Un joven esquiador de fondo (22 años, 170 cm, 63 kg; Hb: 16,8 g/dl) fue evaluado antes de ganar una medalla de oro olímpica. Este test fue realizado durante un ejercicio progresivo sobre patines en una pista al aire libre con un 7-10% de pendiente. El atleta alcanzó un VO2max de 90,6 ml/kg/min (5,7 l/min), pero lo más sorprendente fue su capacidad aeróbica, umbral aeróbico ó capacidad de sostener un ejercicio por tiempo prolongado, situándose a un VO2 de 65 ml/kg/min (71,4% VO2max) con un nivel de lactato en sangre de 1,6 mmol/l. Por otra parte, el máximo estado estable de lactato correspondió a 78 ml O2/kg/min (85,7% VO2max) con un nivel de lactato en sangre de 4,4 mmol/l. Dicho de otra manera, este esquiador era capaz de mantener una condición fisiológica plenamente aeróbica a intensidades a las que pocos deportistas llegan en su máxima capacidad de esfuerzo. A todos los que nos dedicamos a la fisiología del ejercicio nos hubiera gustado haber evaluado a este esquiador y pasar luego horas estudiando las respuestas fisiológicas de un organismo genéticamente privilegiado.

Entrenamiento bajo oclusión vascular en atletas La utilización de oclusión vascular en el entrenamiento de fuerza ha sido objeto de interés en los últimos meses, ya que permite mejoras significativas de la fuerza con cargas mucho menores que en el entrenamiento convencional. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Cook y col, 2013; Int J Sports Physiol Perform 23-abril) en el que los investigadores examinaron los efectos de un protocolo de entrenamiento bajo oclusión vascular sobre la fuerza máxima, potencia muscular y sprint repetidos. Participaron jugadores de rugby semiprofesionales que fueron distribuidos aleatoriamente en dos grupos: experimental con oclusión vascular en la raíz de miembros inferiores (+180 mmHg), y control. Entrenaron 3 sesiones por semana durante 3 semanas, realizando 5 series de 5 repeticiones de press de banca, sentadillas y dominadas, al 70% 1RM. Los resultados mostraron mayores aumentos de fuerza y potencia en el grupo bajo oclusión vascular, mejores resultados en sprint, y más altas concentraciones de testosterona y cortisol como respuesta al ejercicio. Un nuevo estudio que muestra como el entrenamiento bajo oclusión aumenta en mayor medida la fuerza y la potencia muscular, así como la tolerancia a la fatiga, permitiendo trabajar con menores cargas, algo importante en fases de competición o en rehabilitación. Además, los efectos sobre miembros superiores con oclusión ejercida en miembros inferiores nos muestran un efecto sistémico derivado del entrenamiento bajo oclusión vascular.

Fosfato sódico como ayuda ergogénica El fosfato sódico ha irrumpido recientemente en el amplio abanico de ayudas ergogénicas nutricionales para mejora del rendimiento. El fosfato sódico es de administración oral, a dosis de 3-5g/día en periodos de 3 a 6 días. Los estudios publicados han referido incremento de rendimiento aeróbico, por medio de mejoras en la capacidad aeróbica, potencia pico de trabajo, umbral anaeróbico y respuesta cardiaca al ejercicio. Los mecanismos fisiológicos que justifican tales mejoras no están totalmente clarificados, pero se han barajado aumento de la concentración de 2,3 DPG, eficiencia miocárdica, capacidad buffer y mejoras en la síntesis de ATP/PC. Ahora, es el turno de precisar las dosis adecuadas y los protocolos de administración, así que en los próximos meses asistiremos a propuestas diferentes de grupos de investigación. Podéis encontrar una extensa revisión sobre este tema en una revisión recientemente publicada (Buck y col, 2013; Sports Med 9-abril).

Actividad física y salud: ya es tiempo de intervención Nadie duda de los efectos saludables del ejercicio físico, tanto a nivel preventivo, como a nivel coadyuvante de muchos tratamientos médicos. Nadie duda de sus efectos tanto en la salud mental, como en sus efectos fisiológicos. Nadie duda de sus efectos sobre la productividad laboral. Nadie duda de su importancia en desarrollo infantil. Desde hace décadas, especialmente en los últimos años, se han multiplicado las jornadas, congresos y simposios, donde los investigadores exponemos diferentes versiones de aplicación de ejercicio. En esas reuniones se discuten diferentes protocolos de aplicación, etc., algo que nos hace profundizar en cómo mejorar la prescripción de ejercicio. Sin embargo, después de cada una de estas reuniones científicas, muy gratificantes y formativas para mi, siempre me queda un sabor agridulce. Y es que me pregunto ¿para cuándo la intervención política?. Pero no la del corto plazo financiando estudios para salir en los medios de comunicación, sino las de profundo calado, como por ejemplo, cambios en cómo abordar la educación física en educación primaria. Los que tenemos la suerte de poder investigar en la relación ejercicio-salud debemos seguir haciéndolo, pero los que tienen la responsabilidad de legislar deben cumplir con su responsabilidad, algo que se me antoja harto dudoso. Que solo un 6-10% de los españoles participen en programas de rehabilitación cardiaca, por ejemplo, dice poco de nuestros políticos, cuando la media europea está en el 65%. Es solo un ejemplo, pero todavía sería más doloroso si analizáramos como se plantea la actividad física (educación física) en la edad infantil. Nuestros Licenciados/Graduados en Ciencias de la A. Física y el Deporte, están ahí, muy formados, preparados para intervenir, pero para que ello ocurra nuestros queridos políticos tienen que tomar realmente en consideración la aplastante evidencia científica establecida desde hace tiempo entre la actividad física y la salud de la población. Si no es así, seguir presentando resultados de investigación en congresos servirá para poco.

Glucógeno muscular y fatiga Que existe una relación entre la depleción de glucógeno muscular y la fatiga, y por tanto descenso del rendimiento, no lo pone en duda nadie; sin embargo, los mecanismos íntimos de relación causa-efecto de esta relación no están del todo clarificados. Recientemente, se ha publicado una excelente revisión en este sentido (Ortenblad y col, 2013; J Physiol 7-mayo). La utilización de la microscopía electrónica ha revelado que el glucógeno no está distribuido homogéneamente en las fibras musculares esqueléticas, sino que se localizan en áreas. Además, cada gránulo de glucógeno contiene su propia maquinaria metabólica, con enzimas glucolíticas y proteínas reguladoras. Existen acúmulos de glucógeno entre las miofibrillas en contacto con las proteínas implicadas en los procesos de excitación-contracción (actina, miosina, etc.) y en la liberación de calcio del retículo sarcoplásmico. Así, diferentes investigaciones han observado que la depleción del glucógeno localizado entre las miofibrillas, reduce la liberación de calcio del retículo sarcoplásmico, lo que inevitablemente se asociará a fatiga. Estas investigaciones nos ayudan a entender mejor los procesos de fatiga muscular asociados al ejercicio, y refuerzan aún más la importancia de mantener niveles adecuados de glucógeno en los músculos esqueléticos. Si a pesar de estas evidencias, preferimos no ingerir apenas hidratos de carbono en nuestra dieta, será snob pero asociado a un bajo rendimiento.

Función sistólica y ejercicio agotador El ejercicio agotador se asocia a disfunción transitoria del ventrículo izquierdo. Mientras la disfunción diastólica está bien documentada, todavía no está clara la existencia de una afectación sistólica. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Vitiello y col, 2013; Med Sci Sports Exerc 7-mayo) en el que los investigadores valoraron la función sistólica de sujetos jóvenes después de 3 h de ejercicio agotador en bicicleta. Los resultados mostraron que al finalizar el periodo de ejercicio agotador, la función sistólica del ventrículo izquierdo se mantuvo sin diferencias respecto a los valores observados pre-ejercicio; sin embargo, al someter a los sujetos a un ejercicio posterior se observó un descenso de la función sistólica, independiente de la frecuencia cardiaca. Este estudio demostró que la función sistólica del corazón también se ve afectada después de ejercicios agotadores prolongados en el tiempo. La pregunta es obligada: ¿es realmente saludable este perfil de ejercicio?

Hábitos sedentarios como factor de riesgo Los hábitos sedentarios constituyen un factor de riesgo de enfermedades crónicas y mortalidad, independientemente de la actividad física realizada. Pocos estudios han examinado el riesgo de mortalidad asociado a múltiples contextos de hábitos sedentarios. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Chau y col, 2013; Br J Sports Med 10-mayo) en el que los investigadores examinaron asociaciones prospectivas de tiempo total sentados, tiempo viendo TV y tiempo de ocupaciones sentados, con la mortalidad por cualquier causa y enfermedades cardiometabólicas. Se analizaron datos de 50817 adultos durante 4 años, examinando relaciones con hábitos sedentarios, ajustando las múltiples variables confundentes, como la actividad física realizada. Los resultados mostraron que el tiempo total sentados se asoció con todas las causas de muerte y con la mortalidad por causas cardiometabólicas. Sin embargo, permanecer sentados en contextos concretos (ej. viendo TV ó en el trabajo) no se asoció a negativos impactos sobre la salud. Los resultados de esta investigación enfatizan en la necesidad de permanecer menos tiempo sentados a lo largo de día, independientemente de la actividad física realizada. Tratar de permanecer de pie una parte sustancial de nuestra jornada laboral puede ser una solución.

L-Carnitina y rendimiento La L-Carnitina se utiliza como ayuda ergogénica, aunque las investigaciones que han estudiado su eficacia y su implicación en los procesos de fatiga son escasas. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio realizado en ratas (Pandareesh y Anand, 2013; J Physiol Biochem 10-mayo) en el que se estudiaron la sinergia entre la suplementación con L-carnitina + dieta rica en grasas. Los resultados mostraron que la suplementación con L-carnitina + la ingesta de grasas mostró efectos ergogénicos, permitiendo a las ratas nadar hasta el doble del tiempo antes de la fatiga. Al finalizar el ejercicio, realizado hasta la fatiga, en los animales experimentales se observaron mayores niveles de glucógeno muscular y en el estado enzimático antioxidante, con menores niveles de ácido láctico, creatinina, CPK y lactato deshidrogenasa en distintos tejidos en comparación al grupo control. La L-carnitina no ha mostrado eficacia en la reducción de la grasa corporal, pero el efecto ergogénico de su administración en combinación con el consumo de grasas suena interesante. Estudios futuros deberán arrojar más luz de este posible efecto ergogénico en humanos.

Grasa parda: aspectos fisiológicos Los mamíferos poseemos un medio único de generar calor por medio del metabolismo generado en el tejido adiposo marrón o grasa parda. Los adipocitos que contienen esta grasa contienen una mayor población mitocondrial y expresan el gen que codifica una proteína denominada termogenina. Esta proteína estimula la oxidación mitocondrial, y como consecuencia de ello la producción de calor, proceso que se denomina termogenia sin escalofrío. En presencia de termogenina la oxidación y formación de protones aumenta, aunque con niveles reducidos de síntesis de ATP, y esto se consigue aumentando la permeabilidad de la membrana mitocondrial a los protones, de manera la oxidación de metabolitos en la respiración mitocondrial y los protones que ello genera, no se destina a la síntesis de ATP sino que se disipa como calor. Antes se pensaba que el ser humano no poseía grasa parda, pero se ha demostrado que este tejido está presente hasta en el 8% de los adultos a nivel supraclavicular, cervical, en mediastino, suprarrenal y paravertebral. También se ha encontrado grasa parda en el tejido muscular. La lipólisis de la grasa parda es inducida por frío, y el control de sus depósitos parece depender del sistema nervioso simpático. Si la exposición continua al frío hace aumentar los depósitos de grasa parda está en estudio, igual que el posible papel de esta grasa en el desarrollo de la obesidad. Conociendo estos aspectos fisiológicos nos es más fácil entender cómo se consigue nadar 40 minutos en aguas a 4ºC, por poner un ejemplo.

Ejercicio en embarazo: ¿efectos adversos sobre la descendencia? No se conoce bien si la actividad física en el embarazo tiene impacto a largo plazo sobre el perfil metabólico de la descendencia. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Danielsen y col, 2013; J Epidemiol Community Health 16mayo) en el que los investigadores estudiaron posibles relaciones entre actividad física realizada durante el embarazo con marcadores de síndrome metabólico en descendientes de 20 años de edad. Se evaluó mediante cuestionario la actividad física realizada durante el embarazo (actividad física en el trabajo; actividad física de tiempo libre; cantidad diaria de caminar/montar en bicicleta; deportes) en 965 mujeres embarazadas entre 1988 y 1989. Se valoraron marcadores de síndrome metabólico en los descendientes (n=439). Los resultados mostraron que la cantidad de ejercicio caminando/montando en bicicleta se relacionó en los descendientes con menores niveles de HDL-C, mayor presión arterial diastólica y más alto IMC. Específicamente en varones, además se asociaron efectos adversos para triglicéridos, presión arterial sistólica, circunferencia de la cintura y leptina. Este estudio no solo no confiere efectos protectores de la actividad física durante el embarazo, sino que sugiere que altos niveles de ejercicio caminando / montando en bicicleta pueden tener efectos adversos sobre los niveles de HDL-C, presión arterial diastólica y IMC en los descendientes jóvenes. Sorprendentes resultados, que de confirmarse con otras investigaciones, nos deben llevar a tratar de estudiar con más profundidad las características más favorecedoras del ejercicio físico realizado durante el embarazo.

Hipoxantina: un importante marcador de rendimiento El metabolismo de las purinas refleja adaptaciones musculares y el estado de entrenamiento de los deportistas, aunque su utilización es muy escasa. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Zielinski y col, 2013; Int J Sports Med 13mayo) en el que los investigadores evaluaron la utilidad de la hipoxantina plasmática en la predicción de rendimiento en diferentes deportistas: triatletas, corredores de media y larga distancia, y corredores de velocidad. Se realizó una prueba de esfuerzo máxima y se valoró antes e inmediatamente después las concentraciones plasmáticas de hipoxantina, xantina, ácido úrico y lactato. Los análisis de regresión mostraron que la hipoxantina fue la variable que mejor explicó el rendimiento en los grupos de deportistas valorados, mostrándose más potente que los modelos basados en la capacidad aeróbica y el lactato. La hipoxantina es un potente predictor del rendimiento en atletas altamente entrenados, y su valoración debería ser incluida en los test de rendimiento realizados a los atletas.

La cerveza: ¿bebida para deportistas? Consumir cerveza es un hábito social muy extendido en la población, y muchos deportistas renuncian a su consumo por precaución en relación a un descenso del rendimiento. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Desbrow y col, 2013; Int J Sport Nutr Exerc Metab 20-mayo) en el que los autores investigaron los efectos de manipular en contenido de alcohol y sodio de las cervezas, en relación a una restauración de los líquidos perdidos durante el ejercicio. Los sujetos del estudio pedalearon sobre una bicicleta hasta perder aproximadamente un 2% de su peso corporal. A continuación los sujetos fueron asignados aleatoriamente a un grupo experimental en cuatro ocasiones para consumir: 1) cerveza baja en alcohol (2,3%) [lightbeer]; 2) LightBeer con 25 mmol/L de sodio añadido (LightBeer+25); 3) cerveza con alcohol (4,8%) (Beer); y 4) Beer con 25 mmol/L de sodio añadido (Beer+25). Los volúmenes consumidos para hidratarse fueron equivalentes al 150% de la pérdida de peso corporal después del ejercicio, y fue consumido en 1 hora. Los resultados mostraron que se obtuvo un mejor balance hídrico al ingerir LightBeer+25, frente a Beer y Beer+25. De la misma forma, la producción de orina fue menor para LightBeer+25 que para Beer ó Beer+25. En conclusión, la cerveza light con sodio añadido ofrece un equilibrio entre la eficacia en la hidratación y el mantenimiento de un hábito social, siendo en todo caso una mejor alternativa que la cerveza con alcohol.

Efectos anabólicos de la suplementación con grasas El aceite de pescado y el ácido linoleico conjugado (CLA) pertenecen a un tipo particular de suplementos denominados “suplementos de grasa”, que entre otros efectos reducen el metabolismo del glucógeno muscular, el daño muscular asociado al ejercicio y la respuesta inflamatoria. Los atletas los consumen principalmente para aumentar la masa muscular y reducir la grasa corporal, pero recientes evidencias han mostrado (Macaluso y col, 2013; Nutrients 5: 509-24) que además de esos efectos su consumo puede inducir aumentos de la síntesis de testosterona, lo que evidenciaría una potenciación del efecto anabólico del ejercicio.

Hipotensión arterial post-ejercicio Un descenso de la presión arterial (PA) después del ejercicio (PEH) ocurre fisiológicamente en normotensos e hipertensos, en jóvenes, de edad media y avanzada, en hombres y mujeres, con mayores reducciones de la PA en hipertensos. Esa reducción es clínicamente significativa, y puede persistir hasta 22 h después del ejercicio. Sobre la influencia de los distintos programas de ejercicio (tipo, intensidad, duración, frecuencia) sobre la PEH, los datos disponibles indican que la PEH ocurre independientemente de las características del programa. El mecanismo exacto de la PEH no está claro y parece multifactorial. Con una excepción (sujetos mayores de edad hipertensos), los estudios sugieren que el descenso agudo de la PA está relacionado con reducciones de la resistencia periférica más que del gasto cardiaco. Dos mecanismos se han esgrimido para justificar el descenso de la resistencia periférica: inhibición simpática y alteración de la respuesta vascular después del ejercicio. Los cambios en la respuesta vascular relacionados con la PEH están asociados con un descenso de la transducción del impulso simpático a la resistencia vascular y la liberación de sustancias vasodilatadores locales inducidas por la contracción muscular y que aumentan el flujo sanguíneo muscular (oxido nítrico). Después de una sesión de ejercicio, la respuesta vascular a la estimulación alfa-adrenérgica está afectada. Esta respuesta podría facilitar la vasodilatación y reducir con ello la resistencia vascular periférica. La liberación local de óxido nítrico, prostaglandinas, adenosina y ATP está aumentada durante el ejercicio y podría también facilitar la vasodilatación periférica después de una sesión aislada de ejercicio físico. Desde un punto de vista práctico, la respuesta hipotensora de la PA condiciona en parte la estrategia de los programas de ejercicio diseñados para los pacientes hipertensos, de manera que parece más favorable la recomendación de ejercicio diario para así aprovechar esa respuesta fisiológica hipotensora post-ejercicio.

Suplementación con lactato y rendimiento El control de los niveles plasmáticos de lactato se utiliza desde hace tiempo en fisiología del ejercicio con distintos objetivos; al mismo tiempo, sabemos que el aumento de la concentración de lactato en sangre asociado al ejercicio está relacionado con la instauración de fatiga muscular. Lo que no está claro son los posibles efectos ergogénicos asociados al entrenamiento de una suplementación con lactato. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Northgraves y col, 2013; J Strength Cond Res 8-mayo) en el que se evaluó los posibles efectos ergogénicos de la suplementación con lactato sobre el rendimiento en ciclismo. Los sujetos ingirieron 21,5 mg/kg de lactato, 60 min antes de realizar una contrarreloj simulada de 40 k. Los resultados no mostraron efectos sobre el rendimiento, en comparación con los otros grupos del estudio (incluido placebo), y no modificó las variables asociadas al equilibrio ácido-base. Sin embargo, la frecuencia cardiaca durante el ejercicio fue mayor, sin asociarse a una percepción del esfuerzo más elevada. No hay evidencias para recomendar la suplementación con lactato como ayuda ergogénica, aunque se debería investigar más en relación a la percepción del esfuerzo asociada, así como a la respuesta de la frecuencia cardiaca en el ejercicio.

Estiramientos y rendimiento Hay un debate abierto sobre los efectos de los ejercicios de estiramiento tanto sobre las adaptaciones relacionadas con el entrenamiento de fuerza, como sobre el propio rendimiento. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Haddad y col, 2013; J Strength Cond Res 23-abril) sobre los efectos de los estiramientos pasivos vs dinámicos sobre el rendimiento de actividades explosivas (30 m esprint). Los sujetos realizaron una sesión de estiramiento pasivo ó dinámico de 15 min, 24 h antes de realizar un test de velocidad explosiva. Los resultados mostraron que el estiramiento pasivo afectó negativamente al rendimiento 24 h después de su realización, mientras que el estiramiento dinámico mejoró el rendimiento. Parece recomendable una sesión de estiramientos dinámicos 24 h antes de la realización de pruebas explosivas, evitando los estiramientos estáticos.

Rendimiento en triatlón en grupos de edad En triatletas entrenados el rendimiento disminuye inevitablemente con la edad, pero no hay muchos datos sobre posibles diferencias en el descenso del rendimiento entre hombres y mujeres. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Etter y col, 2013; J Sports Med Phys Fitness 53: 261-7) en el que se comparó el descenso del rendimiento en triatlón olímpico, tanto en la marca total, como en cada una de las disciplinas, entre hombres y mujeres. Se analizaron los tiempos de 1666 mujeres y 6273 hombres, en un periodo de 10 años. Los resultados mostraron que la edad se asoció a un descenso del rendimiento tanto en hombres como en mujeres, en todas las disciplinas. Por otra parte no observaron diferencias significativas en la marca total entre los 18 y los 34 años en ambos géneros. El descenso del rendimiento asociado a la edad fue menos pronunciado en mujeres que en hombres para natación (>50 años), ciclismo (>40 años) y marca total (>40 años). No hubo influencia en el tiempo de carrera. La investigación muestra que la interacción edad y género en el rendimiento de un triatlón olímpico difiere entre las disciplinas. Quizás esas diferencias puedan ser explicadas por aspectos socio-demográficos.

Melatonina y entrenamiento La melatonina es secretada por la glándula pineal, y entre otras funciones se ha relacionado con las adaptaciones metabólicas de los tejidos adiposo y muscular al entrenamiento físico. Las evidencias han mostrado que animales pinealectomizados (extirpación de la glándula) no desarrollan adaptaciones metabólicas en respuesta al entrenamiento aeróbico, y por consiguiente muestran un menor rendimiento que los animales intactos. El envejecimiento disminuye la producción de melatonina en todos los animales, y también en el hombre, así que se abre una interesante hipótesis acerca de la conveniencia de la suplementación con melatonina en deportistas según avanza la edad. Distintos estudios (ej. Mendes y col, 2013; J Pineal Res 7-mayo) han mostrado como la suplementación con melatonina en animales permiten mayores adaptaciones metabólicas frente al entrenamiento. La melatonina se está utilizando como hormona anti-aging en la población general, pero su suplementación es menos frecuente en deportistas; teniendo en cuenta que unos niveles adecuados de melatonina son necesarios para diferentes adaptaciones metabólicas asociadas al entrenamiento aeróbico, debemos contemplar su suplementación en deportistas máster de resistencia aeróbica.

Cáncer y ejercicio Existe una fuerte evidencia epidemiológica que concluye que la realización de ejercicio físico de manera regular previene la mayor parte de los tipos de cáncer, aunque no están claros los mecanismos por lo que ocurre esta asociación. Por otra parte, también el ejercicio físico ha mostrado su utilidad en minimizar algunos de los efectos secundarios asociados a los tratamientos para combatir el cáncer, como fatiga, debilidad muscular, y descenso de la capacidad funcional, entre otros. Y por supuesto, el ejercicio también ha mostrado su utilidad en los supervivientes de cáncer, en la recuperación de la capacidad funcional. A pesar de todas las evidencias anteriores, no se conoce en profundidad la dosis específica de ejercicio necesaria para que la prevención sea eficaz, ni tampoco la prescripción más adecuada para el control de síntomas durante y después del tratamiento del cáncer. Siempre me ha llamado la atención el grado de precisión que hemos llegado a alcanzar a la hora de estructurar programas de entrenamiento asociados al rendimiento (frecuencia, duración, intensidad…), y las profundas lagunas que aún tenemos cuando debemos prescribir ejercicio en el ámbito terapéutico. Espero y confío que los clínicos nos ayuden, apoyando el establecimiento de verdaderos equipos multidisciplinares, a poder ofrecer a los enfermos la máxima precisión en la dosificación del ejercicio como parte del tratamiento de muchas enfermedades.

Ejercicio y función cognitiva Existen múltiples evidencias científicas de la eficacia del ejercicio físico sobre la salud cognitiva del ser humano a lo largo de toda su vida. Así por ejemplo, el ejercicio minimiza la pérdida de tejido cerebral ligado al envejecimiento mejorando distintas funciones, y entre ellas la cognitiva. Los sujetos físicamente activos demuestran más capacidad de atención y procesan la información más rápidamente. Actualmente se investiga como el ejercicio llega a afectar aspectos moleculares que condicionan el metabolismo energético en el sistema nervioso central, e incluso cierta plasticidad sináptica. El factor neurotrófico derivado del cerebro, que se estimula con el ejercicio, parece situarse en un lugar preferente en esos cambios. Lo que no cabe duda es que el ejercicio físico se muestra como una estrategia eficaz para contrarrestar distintos desórdenes neurológicos y cognitivos.

Enjuagues con hidratos de carbono y cafeína Estudios previos han mostrado que enjuagarse la boca con una solución de hidratos de carbono tiene efectos positivos sobre el rendimiento en resistencia aeróbica a través de cambios en la actividad cerebral. Por otra parte, la cafeína ha demostrado efectos ergogénicos en el rendimiento de sprint. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Beaven y col, 2013; Appl Physiol Nutr Metab 38: 633-7) en el que los investigadores examinaron la efectividad de enjuagarse la boca con una solución que contenía hidratos de carbono (6%) y cafeína (1,2%), sobre el rendimiento es sprint repetidos. Los sujetos realizaron 5x6 s de sprint con un descanso activo de 24 s sobre un cicloergómetro. Cinco segundos antes de cada sprint los sujetos se enjuagaron la boca con una solución de 25 ml que contenía placebo ó hidratos de carbono-cafeína, en un diseño a doble ciego. Además, en una segunda parte del experimento los investigadores compararon una solución con hidratos de carbono vs hidratos de carbono + cafeína. Los resultados mostraron el desarrollo de una mayor potencia de trabajo cuando los sujetos se enjuagaron con solución de hidratos de carbono+cafeína vs placebo. Por otra parte, la solución con hidratos de carbono + cafeína mostró mayores efectos ergogénicos que una solución solo con hidratos de carbono. Enjuagarse la boca con una solución con hidratos de carbono, o mejor, con hidratos de carbono + cafeína parece mejorar el rendimiento de sprint, sugiriendo un mecanismo central. En cualquier caso, debemos ser cuidadosos a la hora de difundir estos resultados y sobre todo de generalizar su aplicación.

Irrigación del clítoris y entrenamiento No hay muchos estudios que hayan evaluado la función sexual de mujeres sanas, y menos en atletas de elite. Hace 4 años se publicaron los resultados de un estudio (Karatas y col, 2009; J Sex Med 13-nov) en el que los investigadores valoraron el flujo sanguíneo clitorideo mediante ultrasonidos doppler en un grupo de mujeres sanas no deportistas, y en un grupo de atletas. Además, les pasaron un cuestionario sobre función sexual. Los resultados mostraron que las mujeres deportistas tenían un mayor flujo clitorideo (lo que se ha relacionado con la función sexual), así como resultados en el cuestionario que indicaban también una mejor función sexual. También en la mujer el ejercicio físico parece mejorar la función sexual.

Hidratos de carbono + proteínas: ¿también en entrenamiento? Diferentes investigaciones han estudiado los efectos de la co-ingesta de hidratos de carbono + proteínas (CHO+PRO) en la recuperación de entrenamientos, pero son muy limitadas las investigaciones que hayan valorado sus beneficios al ingerirlo durante el entrenamiento. Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio (Hall y col, 2013; Appl Physiol Nutr Metab 38: 597-604) en el que los autores investigaron si la co-ingesta de CHO+PRO durante el entrenamiento de resistencia aeróbica (2,5 h) mejoraría el rendimiento en una contrarreloj simulada realizada 4 h después de la sesión de entrenamiento. Los resultados mostraron que el rendimiento fue un 1,8% superior al obtenido tomando solo CHO en el entrenamiento. Además, el análisis de distintos marcadores mostró que el entrenamiento realizado con co-ingesta de CHO+PRO fue menos “duro”, como así lo avalan una menor frecuencia cardiaca, menor percepción del esfuerzo y menor daño muscular asociado al entrenamiento, lo que se debería traducir en una mejora de la recuperación, y por tanto del rendimiento en sesiones realizadas posteriormente. Estos resultados pueden ser de interés para muchos deportistas que doblan sesión de entrenamiento en el día, especialmente para triatletas.

Reforma educativa y educación física A muchos políticos se les llena la boca hablando de los beneficios del ejercicio físico para la salud, al tiempo que muestran sus imponentes barrigas, reflejo de la grasa intra-abdominal que atesoran; otros muchos disfrutan y alardean, siempre ante cámaras y micrófonos, de la puesta en marcha de proyectos contra “la epidemia del sedentarismo” “la obesidad infantil” “la inactividad física”, que generalmente otorgan a sus amigotes y que no llevan a ningún puerto de intervención eficaz, salvo el de la propia presentación a bombo y platillo en los medios de comunicación para que aplaudamos lo buenos que son. La nueva Ley Orgánica de mejora de la calidad educativa (LOMCE) –la 7ª reforma de la democracia- no propone un paso al frente en otorgar la importancia que tiene la educación física en la infancia y adolescencia. Seguimos más o menos igual, dos días a la semana de educación física. Y yo me pregunto si entre los cientos de asesores (se supone que expertos en cada materia) que tienen nuestros políticos no habrá alguno que indique a estos ignorantes que los hábitos se adquieren en gran medida en la infancia, y que si no logramos que nuestros niños asuman “como normal” hacer ejercicio físico a diario, será muy complicado que de mayores tengan una vida físicamente activa. Tenemos excelentes profesionales de la Educación Física capaces de dar contenidos a esta asignatura que posibilite la adquisición de esos hábitos, pero desde hace tiempo parece que el incluir educación física como materia obligatoria a diario se interpreta como retrógrado o primitivo para algunas mentes pensantes, cuya última flexión probablemente la realizaron en el canal del parto.

Deshidratación y glucogenolisis La deshidratación disminuye el rendimiento en todos los deportes, siendo inevitable cierto grado de deshidratación en actividades de resistencia aeróbica. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Logan-Sprenger y col, 2013; Int J Sport Nutr Exerc Metab 23: 220-9) en el que valoraron los efectos metabólicos de una deshidratación media (1,8-2,7%) durante una sesión de ciclismo de 120 min (65% VO2pico), realizada con y sin rehidratación. Se obtuvieron muestras de sangre y se realizaron biopsias musculares durante la sesión. Los resultados mostraron mayor frecuencia cardiaca, RPE, temperatura corporal y lactato sanguíneo, en estado deshidratado. Además, la glucogenolisis fue hasta un 24% mayor en estado deshidratado. El estudio muestra un argumento más para ser extremadamente cuidadosos con una adecuada re-hidratación tanto en entrenamientos como en competición en actividades de resistencia aeróbica. Entrenar o competir deshidratados conlleva un mayor gasto de hidratos de carbono, lo que inevitablemente llevará a un descenso del rendimiento a largo plazo.

Ironman y pérdida de masa muscular Los triatletas pierden peso corporal durante la realización de un triatlón Ironman, aunque hasta la fecha no se había medido con precisión la naturaleza de ese descenso de masa corporal. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Mueller y col, 2013; Eur J Appl Physiol 9-jun) en el que los investigadores evaluaron los cambios en la composición corporal después de un Ironman en triatletas no profesionales, utilizando por primera vez absorciometría dual de rayos X (DXA) y tomografía cuantitativa periférica (pQCT). Los resultados mostraron un descenso del peso corporal de 1,9±0,8 kg, de los que 0,4±0,3 kg fueron grasa, y 1,4±0,8 kg fueron masa magra. La densidad muscular del muslo se redujo un 1,93±1,04%. En conclusión, los triatletas Ironman varones pierden una media de 1,8 kg de masa corporal, de los que 1 kg correspondió a masa muscular, presumiblemente debido a las depleción de los depósitos de glucógeno y triglicéridos intramiocelulares.

Masa ósea y ciclismo La baja densidad mineral ósea (BMD) ha sido documentada en corredores de resistencia; sin embargo el estado del hueso en ciclistas aún no está claro. En 2009 se publicaron los resultados de un interesante estudio (Smathers y col, 2009; Med Sci Sports Exerc 5-ene) en el que los autores compararon la BMD de todo el cuerpo, de la columna lumbar y de la cadera en ciclistas de competición masculinos (n=32) y en un grupo control con ajuste de la edad y la masa corporal (n=30). Los ciclistas tenían una media de 9,4 años de experiencia en carreras y entrenaban 7-22 horas semanales. BMD fue medida usando absorciometría de rayos x de energía dual (DXA). La ingesta de Calcio fue estimada de un cuestionario de frecuencia alimenticia. Los niveles de testosterona en suero y libre en reposo fueron medidos con RIA. No hubo diferencias significativas (P> 0,050) entre ciclistas y controles para la edad, la altura, masa corporal o los niveles de testosterona. Los ciclistas tuvieron un porcentaje de grasa corporal significativamente menor y una masa magra (sin hueso) significativamente mayor que los controles. La ingesta de calcio por los ciclistas fue significativamente mayor (p