P REPARING FOR THE C ONSECRATION OF THE A RCHDIOCESE OF S AN F RANCISCO TO THE I MMACULATE H EART OF M ARY Part 47 WHEN THE PHYSICIANS FIRST MENTIONED THE OPERATION to Jacinta, she warned them that it would be useless because Our Lady was going to take her to Heaven. “It is all in vain. Our Lady told me that I am going to die soon.” Jacinta even had someone write to Lucia to tell her the very day and hour of her future death. However, out of humility and obedience, she yielded to the insistence of the physicians. Jacinta was found too weak to be able to receive general anesthesia. The local anesthetic was very weak in 1917. The pure Jacinta appears to have suffered more from having to expose her body and to place herself in the hands of strange men than from the physical effects of the intensely painful operation. The operation was a prolonged participation in the Passion of Christ. The surgeons removed two of her ribs. The open wound on her chest was the size of a fist and had to be bathed and cleansed often. It was a constant source of pain. During the operation, the suffering saint allowed only a few words to escape her lips: “Oh, Our Lady! Oh! Our The Martos, parents of Jacinta and Francisco Lady! Patience. We must suffer [from Ignatius Press book, Fatima Mysteries] to go to Heaven.” There is no doubt that the child was conformed to the physical sufferings of the martyrs. Jacinta rejoiced in the physical suffering of the operation because she knew that it would deliver many souls unto salvation, escaping the terrible fire of Hell. “Now you can convert many sinners,” she prayed, “for I suffer a great deal, my Jesus.” Our Lady continued to visit her to strengthen her. On February 16, she said, “I am not complaining anymore. Our Lady has appeared again and said that she was coming for me soon. She took all my pains away.” Indeed, for the final four days of her life, the physician reports that Jacinta’s pains were entirely absent and that the saint busied herself in
the hospital looking at religious pictures, among which was Our Lady of the Sameiro, which Jacinta said most resembled Our Lady. The Mother Superior continued to visit Jacinta every day, bringing different friends with her. If anyone happened to sit near the bed where Our Lady stood when she appeared, Jacinta would say, “Please move aside for Our Lady stood there.” When asked if she wanted to see her mother again, Jacinta replied with serenity: “My family will not live long and soon we will all meet in Heaven. Our Lady shall appear again but not to me, for I am going to die, as Our Lady told me.” †
CUANDO LOS MÉDICOS MENCIONARON POR PRIMERA VEZ LA OPERACIÓN a Jacinta, les advirtió que sería inútil porque Nuestra Señora iba a llevarla al Cielo. “Es todo en vano. Nuestra Señora me dijo que voy a morir pronto.” Jacinta incluso hizo que alguien le escribiera a Lucia para decirle el mismo día y hora de su muerte futura. Sin embargo, por humildad y obediencia, cedió a la insistencia de los médicos. Jacinta estaba demasiado débil para poder recibir la anestesia general. La anestesia local era muy débil en 1917. La pura de Jacinta parece haber sufrido más por tener que exponer su cuerpo y ponerse en manos de hombres extraños que por los efectos físicos de la operación que era intensamente dolorosa. La operación fue una prolongada participación en la Pasión de Cristo. Los cirujanos le quitaron dos costillas. La herida abierta en su pecho era del tamaño de un puño y tenía que ser lavada y limpiada a menudo. Fue una fuente constante de dolor. Durante la operación, la sufrida santa dejó escapar sólo unas pocas palabras: "¡Oh, Nuestra Señora! Oh! ¡Nuestra Señora! Paciencia. Debemos sufrir para ir al Cielo ". No hay duda de que la niña estaba conformada a los sufrimientos físicos de los mártires. Jacinta se regocijó con el sufrimiento físico de la operación porque sabía que entregaría muchas almas para salvación, escapando del terrible fuego del Infierno. "Ahora puedes convertir a muchos pecadores", ella rezo, "porque yo sufrí muchísimo, Jesús mío". Nuestra Señora continuó visitándola a ella para fortalecerla. El 16 de febrero, ella dijo: "Yo no me quejare más. Nuestra Señora ha aparecido otra vez y dijo que ella vendría por mí pronto. Ella se llevó todos mis dolores.” De hecho, durante los últimos cuatro días de su vida, los médicos reportaron que los dolores de Jacinta estaban totalmente ausentes y que la santa se mantenía ocupaba en el hospital mirando cuadros religiosos, entre los cuales estaba Nuestra Señora del Sameiro, que Jacinta decía que era más parecida a Nuestra Señora. La Madre Superiora continuaba visitando a Jacinta todos los días, trayendo consigo diferentes amigos de ella. Si alguien se sentaba cerca de la cama donde se encontraba Nuestra Señora cuando aparecía, Jacinta les decía: "Por favor, váyanse a un lado para que Nuestra Señora se quede allí". Cuando se le preguntó si quería volver a ver a su madre, Jacinta respondió con serenidad: "Mi familia no vivirá mucho y pronto todos nos encontraremos en el Cielo. Nuestra Señora volverá a aparecer, pero a mí no, porque pronto voy a morir, como me lo dijo Nuestra Señora.” †