¿Venezuela siempre paga? - Econométrica

ha ocurrido un impago, el historial de pago de la. República no es impoluto. El primer cese de pagos ocurrió en 1826 sobre las deudas contraídas durante la.
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¿Venezuela siempre paga? • El país requiere de mucho más que US$10.293 millones (vencimientos e intereses de la deuda pública en divisas) para honrar sus compromisos externos durante 2015. • Históricamente Venezuela no siempre ha honrado sus compromisos. El último gran impago ocurrió en 1983. • El notable salto en el endeudamiento externo ha sido fundamentalmente un salto en el endeudamiento público. • Nuestra proyección para 2015 es que los requerimientos serán de US$21.606 millones para servir la deuda total del país en divisas.

En este informe: Algunas definiciones sobre la deuda (págs. 1 y 2) Cese de pagos (págs. 2 y 3) ¿Venezuela siempre paga? (págs. 3 y 4) Deuda externa venezolana (págs. 4 y 5) Sector público voraz (pág. 5) Residentes con títulos (págs. 5 y 6) Nota final (pág. 6)

La caída de los precios petroleros y el deterioro en los precios de los bonos de la República y PDVSA han vuelto a poner en el centro de las preocupaciones el tema de la sostenibilidad de la deuda en divisas de Venezuela. Nosotros le hemos hecho seguimiento a estos temas de forma periódica. Por lo general en nuestros informes los hemos enfocado hacia los tenedores o potenciales tenedores de títulos de deuda pública en divisas; en esta ocasión trataremos también de evaluar las implicaciones de un posible incumplimiento en otros sectores de la economía que van más allá del financiero. Lo anterior, acotando que el hecho de contemplar esta posibilidad no implica que lo demos por sentado. Debido a las numerosas aristas sobre la sostenibilidad de la deuda en divisas del país, hemos decidido separar en dos entregas. En Econométrica valoramos el tiempo de nuestros clientes y nos esforzamos en tratar los temas de forma sucinta, dejando siempre abierta la oportunidad para que nuestros suscriptores nos consulten por diferentes vías según sea el caso. Esta primera entrega será el mensual de enero y adelantaremos para la siguiente semana la entrega del mensual de febrero donde terminaremos de abordar

este interesante e importante tópico. En esta primera parte vamos a aportar algunas definiciones cruciales sobre los temas de deuda en divisas. Además ofreceremos un breve resumen sobre la historia crediticia de Venezuela para después pasar a ofrecer algunas cifras sobre la situación actual. Finalmente presentaremos lo que nosotros consideramos es la deuda total en divisas del país y los requerimientos para poder honrarla. Este informe será la base para comprender el siguiente, ya que se emplearán muchos de los indicadores descritos aquí para construir nuestros indicadores de sostenibilidad de la deuda. En la segunda entrega hablaremos sobre el comportamiento de nuestros índices de bonos públicos, riesgo país y sostenibilidad de la deuda. Dejaremos para ese informe las posibles consecuencias de un impago y nuestras conclusiones y recomendaciones. Algunas definiciones sobre la deuda Antes de comenzar a tratar un tema con tantas aristas como la deuda pública, es necesario dejar claro algunos conceptos. La deuda pública son aquellos

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Informe mensual 1-2010 Pulso Mensual I-2015, 09/02/2015 compromisos adquiridos por cualquier ente público. Esto incluye al Gobierno Central, entes autónomos y compañías públicas. La deuda de PDVSA es deuda pública y como tal ha sido siempre considerada en nuestros informes. Nótese que no se ha hecho ninguna aclaración sobre la moneda en la cual es contraída la obligación. La deuda pública puede ser en moneda nacional, como por ejemplo los títulos de Deuda Pública Nacional (DPN) o en moneda extranjera como los bonos Globales y de PDVSA en dólares. La deuda soberana es la deuda de los Estados soberanos, por lo general la deuda de sus gobiernos o aquella que es avalada por estos. Técnicamente no toda la deuda pública es deuda soberana. La deuda externa son aquellos compromisos contraídos a favor de no residentes. Esta deuda puede ser pública o privada y puede ser contraída en moneda nacional o extranjera. El calificativo “externa” solo implica que la deuda es con un no residente. No implica ni que la deuda es pública ni tampoco que necesariamente sea contraída en moneda extranjera. Con frecuencia se confunde deuda externa con deuda en divisas (deuda en moneda extranjera). Hay una explicación lógica de esta confusión y es que hasta hace algunos años la inmensa mayoría de la deuda en divisas era con acreedores no residentes, lo que la hacía deuda externa. Si bien todavía la mayoría de la deuda en divisas es externa, el proceso de emisión de deuda en los últimos años dejó en manos de residentes un monto significativo de instrumentos de deuda pública en divisas que no es deuda externa. Esta deuda, pese a estar en manos de residentes, debe ser honrada en moneda extranjera. El mayor componente, o por lo menos al que se hace más referencia de la deuda pública en divisas, el titularizado. A este tipo de deuda pertenecen los bonos en divisas de PDVSA y la República. Es importante entender que la deuda pública titularizada en divisas es solo una parte de la deuda pública en divisas y una parte aún menor de la deuda en divisas del país, que también incluye la deuda de privados en divisas. Considerar solo el pago del servicio de deuda titularizada en el cálculo de los requerimientos de divisas para servicio de deuda dará una perspectiva incompleta de las necesidades reales del sector público. En palabras llanas, el sector público requiere de mucho más que los US$10.293 millones para cancelar cupones y vencimientos durante 2015.

Página 2 de 6 Cese de pagos Quizás más conocido por el anglicismo default, el cese de pagos comprende una gran variedad de incumplimientos de las obligaciones contraídas. El grado de incumplimiento va desde el retraso en los pagos de algún instrumento de deuda, hasta la negativa de cancelar cualquier compromiso adquirido. Todo cese de pagos implica un incumplimiento, pero el grado de éste varía en gran medida. En la literatura económica de finanzas internacionales se asume además, que cualquier restructuración de la deuda soberana es un cese de pagos, sea esta reestructuración total o parcial. De igual forma, cualquier reconversión forzosa de deuda en moneda extranjera a moneda local se estima, con todo sentido, como un incumplimiento y por lo tanto un impago. La deuda soberana tiene algunas particularidades respecto a otro tipo de deuda. La posibilidad de forzar, mediante demandas judiciales, a los Estados a honrar sus compromisos es bastante limitada. El desuso de la diplomacia de cañones ha hecho mucho más difícil para los acreedores poder forzar a los países soberanos a cancelar sus deudas. La historia de varios países de la región, incluso Venezuela, está llena de capítulos donde incumplimientos de deuda soberana terminaron siendo la excusa o el detonante de intervenciones extranjeras. Afortunadamente, hoy en día este tipo soluciones son impracticables y los mercados de deuda soberana deben descansar sobre otros mecanismos para garantizar el repago de las deudas. Todo acreedor de deuda soberana presume que el país mantendrá en todo momento dos condiciones fundamentales. La primera es la voluntad de pagar. A diferencia de un privado que puede ser llevado a un concurso de acreedores, un Estado soberano no puede, en principio, ser forzado a honrar sus compromisos. Debe entonces estar dispuesto a hacerlo. La segunda condición es la capacidad de poder honrar los pagos. Ambas condiciones no son independientes y no son escasas las situaciones donde los países, teniendo técnicamente cómo pagar, dejan de hacerlo. La voluntad de pagar es tan clave como tener la capacidad de hacerlo. Los conceptos clásicos de liquidez y solvencia para la deuda soberana tienen acepciones un poco diferentes que para el resto de la deuda. Se considera que un país enfrenta un problema de iliquidez cuando tiene voluntad

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Informe mensual 1-2010 Pulso Mensual I-2015, 09/02/2015 y capacidad de honrar sus compromisos pero es incapaz de refinanciar su deuda en el corto plazo. En estos casos la intervención de terceros, por ejemplo del Fondo Monetario Internacional, podría otorgar financiamiento a corto plazo y evitar un cese de pagos. Por el contrario se asume que un país es insolvente cuando carece de voluntad o capacidad para honrar sus compromisos a largo plazo. En esta situación la intervención de una tercera parte para otorgar financiamiento de corto plazo solo postergaría el cese de pagos. La anterior explica claramente el porqué las agencias calificadoras de riesgo hacen constante énfasis sobre la capacidad y la voluntad para pagar. La capacidad de pagar es insuficiente para garantizar los pagos de la deuda soberana, se requiere además voluntad, aun cuando esa voluntad puede ser influenciada por diversos factores externos. ¿Venezuela siempre paga? La frase Venezuela siempre paga es repetida con cierta frecuencia y no únicamente por funcionarios oficiales. Curiosamente uno de los países con peor registro histórico en cuanto al cumplimiento de sus obligaciones es Venezuela. Según las el libro This Time is Different de Reinhart y Rogoff, el país ha cesado pagos en su deuda soberana en divisas en diez ocasiones desde su independencia y en al menos otras tres ocasiones en su deuda pública en moneda local. Dejando de lado las críticas que ha recibido el libro y las que podamos hacer sobre la forma de determinar cuándo ha ocurrido un impago, el historial de pago de la República no es impoluto. El primer cese de pagos ocurrió en 1826 sobre las deudas contraídas durante la guerra de independencia. El segundo ocurrió en 1848. El tercero ocurrió durante la Guerra Federal (1860) y el cuarto unos meses luego de finalizar la contienda en 1865. El quinto impago sucede a raíz del movimiento continuista de Raimundo Andueza Palacios que propicia la Revolución Legalista (1892). El sexto cese, el más conocido por sus implicaciones, se da a raíz de la Revolución Liberal Restauradora (1898), que termina con el ascenso al poder de Cipriano Castro. En diciembre de 1902 se produce el famoso bloqueo de los puertos venezolanos por las armadas de Inglaterra, Alemania e Italia, con el pretexto de cobrar sus deudas. Así pues, el siglo de las guerras no solo dejó al país despoblado y atrasado, sino con un pésimo historial de crédito. Venezuela junto con México fue el país que más

Página 3 de 6 incumplió con su deuda soberana durante el siglo XIX. El advenimiento del petróleo permitió, no solo cancelar la deuda pasada, sino que le permitió al país lograr un largo período con un notable historial de pago. Si Reinhart y Rogoff hubiesen escrito su libro a finales de los setenta, Venezuela habría sido el ejemplo de un país que se habría logrado graduar del “club cesadores en serie”. Lamentablemente, Venezuela retomaría prácticas olvidadas durante muchos años y caería en impago de su deuda soberana en 1983, en medio de la crisis de deuda latinoamericana. Reinhart y Rogoff registran un nuevo impago en 1990; no parece que se deba a la reestructuración del Plan Brady debido a que a otros países que participaron del esquema no se les imputa un impago; es posible que esto se deba a alguna deuda incumplida a raíz de la salida del control de cambio. En 1995, en medio de un control de cambio, se incumplió con proveedores externos. Finalmente el último episodio de incumplimiento en deuda soberana en divisas ocurrió en octubre de 2004, a pesar de que Standard & Poor's (S&P) lo registra como “default” selectivo en enero de 2005. Los pagos fueron restablecidos en febrero de ese mismo año. Todo lo anterior demuestra que Venezuela no siempre ha pagado sus compromisos. Esto no implica que no lo vaya a hacer en el futuro, pero pone en tela de juicio la validez de la afirmación de que el país siempre ha cumplido. Para ser un poco más justos, Venezuela solo ha cesado pagos de sus títulos de deuda de forma selectiva en 2004 y la situación fue corregida rápidamente. El verdadero gran episodio de incumplimiento en los últimos 110 años fue lo ocurrido en la década de los ochenta. En aquel momento, a diferencia de lo que ocurre actualmente, los principales acreedores eran los bancos de los países desarrollados. En este episodio el país no estuvo solo y se requirió de varias medidas para poder sacar a algunas de las economías emergentes de esta situación. En principio se trató la situación como si fuera una crisis de liquidez, luego siguió el Plan Baker y finalmente la situación fue resuelta con el Plan Brady. Venezuela se acogió al programa en 1990 lo que le permitió regularizar la situación con sus acreedores externos. Si bien se debe analizar la situación actual a la sombra de lo ocurrido en años anteriores, en particular lo ocurrido en la década de los ochenta, en la actualidad la mayor parte de la deuda pública en divisas está bajo la figura de bonos y parte importante de la deuda titularizada en divisas está en manos de residentes. Estos dos aspectos,

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entre otros, hacen la situación actual muy diferente a otros períodos. En el pasado se hablaba de deuda externa y deuda en divisas como definiciones intercambiables. Las circunstancias actuales ya no permiten este tipo de licencia. Deuda externa venezolana Como comentamos en algunos párrafos anteriores, la deuda externa son aquellos compromisos contraídos con no residentes. Esta clasificación no indica cuál es la moneda en la que se ha contraído la obligación ¿Por qué entonces se ha tendido a utilizar deuda en divisas y deuda externa como sinónimos? La respuesta es que para un país como Venezuela, cuya moneda no es moneda de reserva, prácticamente la totalidad de su deuda externa es deuda en divisas. Esto no ocurre así por ejemplo en EE.UU., cuya deuda con no residentes está contraída prácticamente en su totalidad en dólares. La otra parte de la explicación es que durante gran parte de su historia, casi la totalidad de la deuda en divisas del país fue con no residentes. Estas dos condiciones hicieron que durante mucho tiempo se emplease el término deuda externa para hablar en realidad de deuda en divisas. Si bien hoy la mayor parte de la deuda en divisas sigue siendo externa, existe un importante componente que no lo es. Este aspecto es con frecuencia desestimado en algunos analisis. El Gráfico Nº 1 presenta el saldo de deuda externa desde 1980 hasta 2014 (tercer trimestre) a valor de mercado y a partir de 1997 se muestra también la serie nominal. En Gráfico Nº 1: Deuda externa de Venezuela (en US$ millones)

1980 la deuda externa era de prácticamente US$27.000 millones; el año en que Venezuela se declara en moratoria en 1983, el monto de ésta ascendía a US$31.611 millones. Para el año en que el país se acoge al Plan Brady esta deuda alcanzó US$35.528 millones. El año en que el Presidente Chávez es electo esta deuda había retrocedido levemente hasta US$35.087 millones. La deuda externa se mantendría relativamente estable hasta 2003 cuando ascendería a US$40.456 millones; los grandes saltos se darían a partir de 2007; al III-2014 la deuda externa a valor de mercado ascendía a US$116.572 millones, 3,3 veces superior a la de 1998. Si en lugar de tomar el valor de mercado, se toma el valor nominal de los títulos de deuda pública en divisas, la deuda externa al III-2014 era de US$134.522 millones, 3,4 veces su valor de 1998. El auge de los precios del petróleo y el empecinamiento por parte del Ejecutivo en mantener un tipo de cambio sobrevaluado fueron el perfecto caldo de cultivo para el notable incremento de la deuda externa. Establecer lo conveniente o no de este endeudamiento escapa del ámbito de este informe, pero hay un hecho claro: el país quiso endeudarse y los no residentes estuvieron dispuestos a prestarle no únicamente comprando sus títulos de deuda. No es la primera vez que esto ocurre. La composición de la deuda externa nominal por tipo de instrumento se muestra en el Gráfico Nº 2. Los bonos y pagarés constituyen el 41%. Al III-2014 esta deuda alcanzaba US$55.086 millones, los vencimientos de octubre la habrían disminuido según nuestras estimaciones a US$53.984 millones. Los préstamos son Gráfico Nº 2: Composición de la deuda externa nominal de Venezuela por instrumento al finalizar III-2014

140.000 A valor de mercado

Otros 17%

Nominal

120.000

Moneda y depósitos 3%

100.000

80.000

Bonos y pagarés 41%

60.000

40.000

Préstamos 27%

20.000

0

1980

1983

Fuente: CEPAL y BCV.

1986

1989

1992

1995

1998

2001

2004

2007

2010

Créditos comerciales 12%

2013

Fuente: BCV.

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el 27%, al finalizar el tercer trimestre de 2014 el monto préstamos era de US$36.937 millones; esta deuda ha crecido desde 2007 a mayor velocidad incluso que los bonos y pagarés. El tercer grupo de instrumentos es “otros” y representa el 17%, alcanzando US$22.896 millones. Con 12% aparece en cuarto lugar los créditos comerciales; el país adeudaba por este concepto al finalizar III-2014, US$ 16.901 millones. Finalmente la deuda en monedas y depósitos alcanzó para la misma fecha US$ 3.512 millones. Sector público voraz Hasta este punto no hemos aclarado cómo ha sido el comportamiento de la deuda externa entre el sector público y privado. La deuda externa incluye ambos sectores, pese a que con frecuencia se hace solo referencia a la deuda externa pública.

Entre el período comentado la deuda se incrementó en US$6.644 millones. El sector privado no tiene deuda externa en forma de bonos o pagarés. El sector público, como se puede ver claramente en el gráfico, ha sido el principal responsable del incremento en la deuda externa. A finales de 2006 la deuda pública externa era de US$25.598 millones; para III-2014 esta deuda se había incrementado en US$86.043 millones hasta alcanzar US$112.641 millones. De ese incremento alrededor de US$38.000 han sido en bonos, US$28.362 millones en préstamos y US$15.587 en otro tipo de deuda. El notable salto en el endeudamiento externo ha sido fundamentalmente un salto en el endeudamiento público. Residentes con títulos

El Gráfico Nº 4 presenta los saldos nominales de deuda externa pública y privada trimestrales desde I-1997 hasta III-2014. En el gráfico se puede apreciar que ambos sectores han incrementado este tipo de pasivos, pero el incremento es mucho mayor en la deuda pública. El sector privado pasó de una deuda de US$15.237 millones en IV-2006 a US$21.881 millones en III-2014. Casi la totalidad de esa deuda es en créditos comerciales y préstamos. La toma de importantes empresas como CANTV, Electricidad de Caracas y otras empresas petroleras también transfirió algunos pasivos del sector público al privado. Por otro lado la existencia de un control de cambio ha dificultado la posibilidad de acceder al financiamiento externo del sector privado.

Cualquiera que maneje los montos totales de títulos de deuda en divisas de PDVSA y la República sabe que eran mucho más de los US$55.086 millones al III-2014 ¿Dónde está la diferencia? La diferencia está en las posiciones que mantienen en estos títulos los residentes. Este es un punto crucial, si bien podemos decir que casi la totalidad de la deuda externa está denominada en moneda extranjera, no toda la deuda en moneda extranjera es deuda externa. La deuda en divisas es mayor que la deuda externa. La tenencia de títulos de duda pública en divisas por residentes se intensificó a raíz de los esquemas mediante los cuales esta fue asignada desde 2006. El Gráfico Nº 4 presenta nuestra estimación de los montos de deuda pública titularizada (República y PDVSA) que están en manos de residentes

Gráfico Nº 3: Deuda externa nominal de Venezuela por sector (en US$ millones)

Gráfico Nº 4: Deuda pública titularizada en divisas por tenedor (en US$ millones) 60.000

120.000 Pública

No residentes

Privada

100.000

50.000

80.000

40.000

60.000

30.000

40.000

20.000

20.000

10.000

0

Fuente: BCV.

0 1998

2000

2002

2004

2006

2008

2010

2012

2014*

2007

2008

Residentes

2009

2010

2011

2012

2013

Fuente: Econométrica en base a cifras de Bloomberg y BCV.

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2014

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y no residentes. Desde el año 2012 ha habido alrededor de US$20.000 millones en este tipo de deuda en manos de residentes. Estos tenedores van desde las tesorerías de los bancos y empresas, hasta personas naturales con montos relativamente pequeños. En nuestra última estimación alrededor del 24,8% de la deuda pública titularizada está en manos de residentes; este porcentaje podría ser incluso mayor si se incluyesen vehículos off-shore. Sumando las series de deuda externa y los montos de la deuda titularizada en divisas con residentes, nos permite evaluar cuál es realmente el tamaño de la deuda en divisas del país, así como los requerimientos para afrontarla. El Gráfico Nº 5 se muestra nuestro estimado de la deuda en divisas y el monto de los títulos de deuda pública en divisas nominal desde 2007. La deuda nominal en divisas de Venezuela ascendía en III-2014 a US$152.294 millones. Si bien no toda esa deuda es deuda soberana, la mayor parte es pública y actualmente es muy difícil establecer donde termina el balance del fisco y donde empieza el de PDVSA. Es bastante claro que PDVSA ha sido endeudada no para llevar a cabo inversiones sino como proxy del endeudamiento de la República. Para nosotros los cálculos sobre sostenibilidad de deuda deben realizarse con la deuda total en divisas y en ningún momento solo con la deuda titularizada o con los totales de deuda externa reportados por el BCV. Los requerimientos de divisas son mayores que utilizando cualquiera de los dos totales anteriores. El Gráfico Nº 6 es el último de la primera parte de este reporte. En él mostramos el servicio de total de la deuda

en divisas pública y privada desde 1997. El total de 2014 fue calculado estimando las cifras del último trimestre y el de 2015 estimando el año completo. Desde 2007 sumamos al servicio de deuda externa, lo cancelado a los residentes tenedores de bonos públicos en divisas. En el gráfico se puede apreciar el rápido incremento ocurrido en los últimos años, lo que ha coincidido con el aumento del racionamiento en la entrega oficial de divisas. En 2007 el servicio de deuda en divisas fue de US$ 7.725 millones; para 2014 el servicio habría alcanzado US$23.049 millones. Nuestra proyección para 2015 es que los requerimientos serán de US$21.606 millones. Nota final Es importante considerar toda la deuda en divisas a la hora de realizar cálculos sobre las necesidades de financiamiento que tiene el país. Si bien Venezuela no tiene ni mucho menos una historia de crédito impoluta, la verdad es que el último gran impago sucedió en la década de los ochenta. El auge de los precios del petróleo, como en ningún momento anterior en la historia propició un rápido endeudamiento, cuando los precios cayeron y los bancos de los países desarrollaron comenzaron a restringir el crédito, el país no pudo refinanciar su deuda y decidió cesar pagos junto con otros países de la región. Venezuela ha transitado una senda preocupantemente similar en los últimos años. La caída de los precios del petróleo ha colocado al país en un difícil transe y se ha vuelto a colocar sobre el tapete la posibilidad de un cese de pagos. En nuestro próximo informe culminaremos este análisis.

Gráfico Nº 5: Deuda en divisas de Venezuela (en US$ millones)

Gráfico Nº 6: Servicio total de deuda de Venezuela en divisas (en US$ millones)

160.000

25.000 Deuda externa total

Pagos en divisas a residentes

140.000 20.000 120.000 15.000

100.000 80.000

10.000 60.000 5.000

40.000 20.000

Fuente: Econométrica en base a cifras de Bloomberg y BCV.

2013

2014

1

02

99

00

20 03 20 04 20 05 20 06 20 07 20 08 20 09 20 10 20 11 20 12 20 13 20 14 20 * 15 **

2012

20

2011

20 0

2010

20

2009

19

2008

19

2007

98

0

19

Títulos de deuda pública en divisas

97

Deuda total en divisas 0

Fuente: Econométrica en base a cifras de Bloomberg y BCV.

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Angel García Banchs

Director

Profesor e Investigador PhD en Economía Política Magíster en Economía Magíster en Economía y Finanzas Economista [email protected]

Francisco Ibarra Bravo

Director

Magíster en Economía Economista [email protected]

Henkel García

Director

Magíster en Administración/Finanzas Ingeniero Instructor en el Área de Finanzas [email protected]

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