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| Domingo 8 De junio De 2014
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Agustina Gradin, del diseño al territorio Edad: 33 años Perfil: politóloga, magíster en Políticas Públicas, integrante del Observatorio en Políticas Públicas y Desarrollo (Flacso) Su tema: políticas públicas y sociedad civil
Entre los diseños de políticas públicas y el modo en que llegan a sus destinatarios media mucho más que una decisión de poder. “La visión sistémica mira la implementación de políticas públicas en el territorio como algo dado, sin pensar en los conflictos y las tensiones que eso su-
pone”, describe Agustina Gradin, que se dedica, junto a un equipo, a investigar los “dispositivos de gestión de políticas públicas” en el ámbito territorial, en el período 2003-2013, en particular, el modo en que ellas se implementan. Como parte del trabajo que hace el recientemente creado Observatorio en Políticas Públicas y Desarrollo de Flacso (que también aborda temas de recursos naturales, liderazgo político y participación ciudadana), Gradin trabaja su tema en municipios del conurbano sur. “Miramos las
Feminismo en el espacio público
articulaciones entre niveles del Estado y organizaciones sociales, todos actores de la red de implementación, analizando los conflictos que se dan entre ellos”, cuenta Gradin, que está haciendo su doctorado en Ciencias Sociales en la UBA. Algunos primeros hallazgos son reveladores de qué tanto la nueva centralidad del Estado en la década kirchnerista provocó cambios profundos. “Muchos programas se presentan como novedosos, y en algunos aspectos lo son, pero en su formato de implementación repi-
Título: Historia de una desobediencia Autor: Mabel Bellucci Editorial: Capital Intelectual
ten las mismas lógicas que tenían las políticas focalizadas de los 90, políticas enlatadas como las del Banco Mundial, que en su momento se criticaban. Están pensadas desde arriba como la panacea para solucionar los problemas, pero dejan de lado aspectos propios de los municipios con los que entran en conflicto”, describe. De hecho, parte de su trabajo consiste en “mirar cómo los municipios toman estos programas y los resignifican según sus objetivos y necesidades”.ß Raquel San Martín
debates
Un recorrido histórico y social de la movilización por el derecho al aborto en la Argentina desde los años 70, que vincula intervención política con producción intelectual, alrededor de “el único lugar donde convergen todas las tendencias del feminismo”.
Escuelas con futuro Título: El cambio empieza en el aula Autor: Enseñá por Argentina Editorial: Boutique de Contenidos
Doce testimonios de jóvenes universitarios que dedicaron dos años de sus carreras a trabajar como profesores en escuelas medias de contextos vulnerables, parte del trabajo que hace la ONG Enseñá por Argentina.
el mundo
Un “techo de billetes” entre las mujeres y la política
La grieta europea, el otro lado de los votos
Si el dinero y el poder suelen ir juntos, las desigualdades de género hacen más difícil para las candidatas recaudar fondos y escalar posiciones
Menos que un giro a la derecha, las elecciones en la UE mostraron las divergencias económicas, la dispersión de los antisistema y la ausencia de plan B
Julia Pomares
Andrés Malamud
“P
s
PARA LA NACION
ara que haya más mujeres en la política tiene que haber menos dinero.” La frase de Nancy Pelosi, la primera mujer en convertirse en presidenta de la Cámara baja del Congreso de los Estados Unidos y la mujer que llegó (hasta ahora) más alto en la política de ese país, abrió un fuerte debate sobre si el dinero es una barrera de acceso de las mujeres al poder. Los críticos de Pelosi la consideran poco realista, teniendo en cuenta que el costo de las campañas electorales en ese país se duplicó entre 2000 y 2008, y alcanzó en la última elección presidencial cerca de US$ 2600 millones. Aun así, suscitó mayor discusión si el dinero es el techo más fuerte para que las mujeres se hagan un lugar en la política. ¿Por qué lo sería? El primer argumento podría denominarse “la teoría de las redes” y está muy extendido en los Estados Unidos, donde el financiamiento de las campañas electorales es centralmente privado. El mundo corporativo es mayormente un “club de hombres”, por lo que para las mujeres es más difícil acceder a esas redes y conseguir donantes para la campaña. En ese país, además, hay estudios que muestran que las mujeres donan más a las mujeres. Allí, sólo el 27% de las donaciones de la elección presidencial de 2012 fueron hechas por mujeres. Hay menos mujeres donantes y donan, en promedio, menos que los varones. Esto no necesariamente implica que las mujeres sean menos generosas. Si tenemos en cuenta que no poseen ni el 10% de la riqueza ni los bienes que se producen, donan más de lo que tienen. Lo importante es que, en los Estados Unidos, se confirman las “redes”: las mujeres donan menos y además reciben menos donaciones. El difícil equilibrio entre el trabajo y la familia –que recae con mayor peso en las mujeres– es el segundo argumento sobre el “techo de billetes”. Recaudar fondos conlleva invertir mucho tiempo (por ejemplo, en eventos en horarios nocturnos) y para una mujer es más difícil que para un hombre dedicar tanto tiempo a cenas y eventos. La situación se empeora por la teoría de las redes: para conseguir muchas donaciones pequeñas se necesita aún más tiempo que para obtener pocos aportes de grandes montos. El tercer argumento tiene que ver con la lógica del statu quo: en la medida en que los oficialistas corren con ventaja y hay más hombres que mujeres en la política, las diferencias de género se acentúan. Aquí no juega un argumento estrictamente de género, sino de refuerzo de lo que existe: las ventajas de los oficialismos en el uso de los recursos benefician más a los varones que a las mujeres. ¿Existen estas barreras en la Argentina? Sabemos muy poco del financiamiento de la política y menos aún de su efecto en las carreras de las mujeres. Los datos de los aportes privados a las elecciones de 2013
PARA LA NACION
Hillary Clinton, que podría ser la primera mujer presidente de los EEUU. publicados por la Cámara Nacional Electoral ofrecen un punto de partida. Esta información es parcial, sabemos, porque difícilmente represente la totalidad de lo que se aporta a una campaña (hay provincias donde, según este registro, el oficialismo provincial obtuvo contribuciones que no superan los 3000 pesos). Más deficiente es por el hecho de que los aportes privados son, a su vez, una porción pequeña del total del dinero con que se financia la política. Aun así, estos datos muestran una distribución por sexo casi exactamente igual a la de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2012. En la Argentina, sólo el 26% de los 43 millones de pesos donados a todos los partidos para todos los cargos nacionales fueron donados por mujeres. Las mujeres argentinas hacen donaciones más pequeñas que los varones: en promedio, donaron 6400 pesos y los varones, 8200. Hasta el Congreso, sí ¿Hay diferencias entre los partidos y las alianzas? A grandes rasgos, pocas. En el Frente para la Victoria y el Frente Renovador en la provincia de Buenos Aires (que concentraron el 43% de todo el dinero aportado por individuos para la elección general de 2013), las mujeres donaron el 28% y, en Pro Capital, el 27%. Fue algo mayor, por ejemplo, la proporción de los aportes femeninos en el Partido Socialista de Santa Fe y en el Frente UNEN en Capital (36% y 34%, respectivamente), aunque las donaciones recibidas son drásticamente menores. El Frente UNEN sólo recaudó $ 53.400 (comparado con $ 6,3 millones de Pro Capital). En una elección legislativa esos aportes fueron a solventar la campaña de una lista de candidatos con un tercio de mujeres, y podemos inferir que la distribución fue más equitativa que en los Estados Unidos con cargos legislativos uninominales. Sin embargo, en elecciones ejecutivas, como en 2015, si opera también aquí la teoría de las redes, es probable que esas donaciones vayan en mayor medida a los candidatos hombres. Más allá de estas similitudes en la proporción de donaciones por sexo, el contexto en la Argentina es bien diferente. En nuestro país, las campañas electorales tienen financiamiento mayormente público, con criterios equitativos (50% a todos por igual y 50% según cuántos
El mundo corporativo es centralmente un “club de hombres” y para las mujeres es más difícil acceder a esas redes El manejo del dinero no sólo importa para ganar una campaña, sino que es clave en la práctica cotidiana de la política
ap/ Brennan LinsLey
votos sacaron). Este financiamiento público contribuye a equiparar las asimetrías en el acceso a fondos, como las que conllevan las diferencias de género, aunque no elimina otras fuentes de inequidad como las derivadas del uso de fondos públicos por parte de los oficialismos para actividades proselitistas. Además, las cuotas permiten que casi el 40% de las bancas del Senado sean ocupadas por mujeres, el doble que en los Estados Unidos. Una mujer ejerce la presidencia, pero tenemos un muy desigual acceso a gobernaciones, intendencias, espacios de poder en ministerios y otros cargos jerárquicos. ¿Por qué las mujeres entran al Congreso pero luego se les hace muy difícil tener poder en los ejecutivos? Estudios recientes en otros países apuntan al techo de billetes: la plata no es tanto una barrera de acceso al poder como de desarrollo de la carrera política. El manejo del dinero no sólo importa para ganar una campaña electoral: es clave en la práctica cotidiana de la política. Y los hombres prefieren no negociar cuestiones de dinero con mujeres, especialmente si involucran temas oscuros. Es en el uso de los recursos del Estado, especialmente cuando tiene altos niveles de discrecionalidad, donde el dinero les jugaría en contra a las mujeres. ¿En qué medida el dinero es un obstáculo para que una mujer desarrolle una carrera política en la Argentina? No lo sabemos. Y difícil será conocerlo mientras el papel del dinero en la política sea invisible en la agenda pública y poco estudiado en la agenda académica. Mientras tanto, las mujeres siguen intentando quebrar el techo de cristal, con mucho mayor éxito en la política que en el sector privado (en la Argentina, las mujeres ocupan apenas el 4,4% de los puestos directivos de primera línea en las grandes empresas). Será por eso que cuando a Hillary Clinton, que podría convertirse en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos, le consultaron sobre cómo se llamaría el libro sobre su experiencia en la política exterior estadounidense, bromeó: “Crónicas de una bandita elástica. Ciento doce países, pero todo es acerca de mi peinado”.ß La autora de la nota es directora del Programa de Instituciones Políticas de Cippec
e cuenta que, en el paraíso, los policías son ingleses, los cocineros franceses, los mecánicos alemanes y los amantes italianos, todo organizado por los suizos. Escépticos, los europeos acaban de llenar su Parlamento con cocineros ingleses, mecánicos franceses, policías alemanes y amantes suizos, todo organizado por los italianos: en síntesis, un infierno. El chascarrillo tiene gracia… para los suizos, que no integran la Unión Europea ni su Parlamento itinerante. Los europeístas electos, en cambio, se aprestan a dormir cinco años con el enemigo, que utilizará las instituciones regionales para demoler la integración desde adentro. A pesar del demoníaco resultado electoral de hace dos semanas, es un error considerarlo un giro a la derecha. Eso implicaría que la Unión Europea tiene una dirección cuando, en realidad, no está yendo a ningún lado. La falta de rumbo se manifiesta tanto en el campo económico como en el político. A nivel económico, el Viejo Mundo está acelerando un proceso de divergencia. Los países del Norte crecen, gozan de pleno empleo y se financian a tasas negativas: los inversores pagan para prestarle dinero a Alemania. Por el contrario, los países del Sur tienen una deuda astronómica, un desempleo rampante y, dentro de poco, deflación. La fragmentación del voto reflejó esta realidad: la crisis no está superada, pero sólo la sufre la mitad del continente. Es consecuencia de la integración asimétrica: el gasto público sigue siendo nacional, pero la moneda es europea. Las crisis internacionales ensanchan la grieta y producen una Europa cada vez más heterogénea. Aunque el statu quo es insostenible, la salida puede darse hacia adelante (integración fiscal) o hacia atrás (desintegración monetaria). Metafóricamente, la integración es una bicicleta antes que un triciclo: si para se cae. Pero no basta con pedalear: hay que definir una dirección. A nivel político, los insatisfechos son multitud, pero patean en diferentes direcciones. Es cierto que la derecha ganó elecciones importantes, pero en Alemania lo hizo una fuerza moderada y oficialista, y en Francia un partido opositor y xenófobo. Lo mismo ocurrió a la izquierda: el partido de gobierno venció en Italia, pero una fuerza opositora radical y antisistema lo hizo en Grecia. En Gran Bretaña, que mira al euro desde afuera, triunfó una agrupación populista y eurofóbica. Sin embargo, el alarmismo es prematuro: las elecciones europeas son conocidas como “nacionales de segundo orden”. En otras palabras, no se trata de una elección importante, sino de veintiocho de bajo impacto. El concepto de “elecciones nacionales de segundo orden” fue acuñado por los politólogos Karlheinz Reif y Hermann Schmitt en 1980, un año después de la primera elección di-
recta para el Parlamento Europeo. Su argumento es que la mayoría de los electores considera la arena política europea menos importante que la nacional y, consecuentemente, usa su voto para expresar satisfacción o insatisfacción con los partidos domésticos o para producir cambios en su propio país. Pero como los ciclos políticos nacionales no están sincronizados, la simultaneidad de las elecciones proyecta dispares situaciones individuales en un collage en vez de en orientación colectiva. Esto puede resumirse en cuatro tesis: - Las campañas no giran alrededor del Parlamento y del gobierno europeo, sino que están dominadas por temas nacionales. - Los resultados están determinados por el ciclo político doméstico. Si las elecciones se realizan poco después de una elección nacional, los partidos de gobierno tendrán ventaja por el efecto “luna de miel”. Pero si transcurren en la mitad del período, el oficialismo sufrirá un mayor voto de protesta. - La tendencia a votar expresivamente (con base en emociones) en vez de estratégicamente (con base en objetivos) beneficia a los partidos opositores, sobre todo cuando son chicos o nuevos, y perjudica a los partidos tradicionales y grandes. - La poca relevancia del resultado induce a una menor participación electoral. De hecho, el porcentaje de votantes ha disminuido en todas las elecciones a partir de 1979, aunque la sangría parece haberse detenido en el 43%. Decepción en las urnas De las ocho elecciones realizadas hasta la fecha, siempre en los años terminados en 4 y en 9, ésta fue la más decepcionante para los europeístas. Las fuerzas nacionalistas y anti-Unión Europea obtuvieron cerca de 140 bancas sobre 751: aunque siguen lejos de la mayoría, su desempeño más que duplicó los 60 escaños que poseían hasta ahora. Más importante, obtuvieron tantos lugares que los partidos tradicionales no podrán formar gobierno, salvo en gran coalición, diluyendo la distinción entre izquierda y derecha y poniendo en cuestión la utilidad de las elecciones para definir una dirección política. España, desafiada por las mismas fuerzas centrífugas que la Unión Europea, es un microcosmos de esta situación. Allí, con 25% de desempleo general y 55% de desempleo juvenil, la nueva agrupación Podemos recogió el 8% de los votos y obtuvo cinco parlamentarios. El resultado se vivió como un gran triunfo de la protesta social y una enorme derrota de los partidos tradicionales, que juntos rasguñaron el 50% de los votos. Sin embargo, la lectura puede invertirse: en medio de la peor crisis desde la transición, menos de la mitad de la población concurrió a votar para castigar a los partidos de gobierno y, de los que concurrieron, la mitad los siguió apoyando. La dispersión de las fuerzas antisistema es un respirador para los partidos establecidos, pero no constituye una garantía de estabilidad a largo plazo. Hoy no existe plan B para la integración europea: la desintegración de una maquinaria tan compleja se produciría en forma caótica. Pero la ausencia de una alternativa aceptable no anula la posibilidad de hecatombe. A menos que los europeos se organicen para pedalear, el equilibrio de la bicicleta será inestable aunque los suizos tomen el manubrio. Y los suizos no demuestran ningún interés en unirse al club.ß El autor es politólogo e investigador en la Universidad de Lisboa