UNIVERSIDAD TECNOLOGICA NACIONAL FACULTAD REGIONAL TUCUMAN Año 2013 El valor de educar en el siglo XXI Dra María del Carmen Gil Moreno Documento para uso interno de los postítulos El siglo XXI está marcado por notables descubrimientos y progresos científicos, mejoras en la calidad de vida, sin embargo, se percibe un malestar que contrasta con las esperanzas nacidas acerca del bienestar en los sujetos para el siglo XIX. ¿Cómo se manifiesta? Tiempo de cambios intensos, fuertes contrastes, conflictos y descontentos que van cambiando los escenarios productivos, sociales y familiares, además de cambios en las modalidades de convivencia en la vida cotidiana en las instituciones. ¿Cuáles son esos nuevos escenarios de la educación, cuáles son las demandas, presiones, situaciones frente a las cuales la experiencia parece resultar insuficiente? (Silvia Bleichmar) El mundo se enfrenta hoy no son solo cambios económicos y tecnológicos, sino también culturales en un sentido amplio. También se manifiestan cambios significativos en la tarea de educar a las nuevas generaciones para vivir en un mundo donde los cambios merecen el calificativo de “revolucionarios” no sólo porque nuestra base del conocimiento se esté expandiendo, “conocemos” más de lo que nunca pensamos conocer, sino que vivimos de un modo diferente. Cambió nuestra vida, cómo vivimos en familia, cómo trabajamos, cómo formamos comunidades, cómo nos relacionamos con la autoridad en síntesis como nos relacionamos unos con otros. Fernando Savater, filosofo español, afirma que educar presupone optimismo, quien no lo sea que deje la enseñanza, porque educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad para aprender y en el deseo de saber que la anima, donde aparecen (símbolos, técnicas, valores, memorias, hechos…) para ser sabidos y que merecen serlo, porque los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento. El citado autor habla “del doble sentido de la palabra “valor”, quiere decir que la educación es valiosa y válida, pero también que es un acto de coraje, un paso al frente de la valentía humana. Cobardes o recelosos abstenerse. Lo malo es que todos tenemos miedos y recelos, sentimos desánimo e impotencia y por eso la profesión de maestro, es la tarea más sujeta a quiebres psicológicos, a depresiones, a desalentada fatiga acompañada por la sensación de sufrir abandono en una sociedad exigente pero desorientada. De ahí mi admiración por vosotras y vosotros, amigos míos. Y mi preocupación por lo que nos debilita y desconcierta”. El crecimiento “económico a ultranza” no se puede considerar ya el camino más fácil hacia la conciliación del progreso material y la equidad, el respeto de la condición humana y del capital natural que debemos transmitir en buenas condiciones a las generaciones futuras. El siglo XXI plantea la necesidad de tomar decisiones en la educación con la
mirada puesta en el futuro, en el largo plazo porque la información avanza cruzada por el fundamentalismo del mercado, en lugar de significar la extensión de los beneficios de las nuevas tecnologías para el bienestar de grandes sectores sociales; cuando la sociedad virtual crea confusiones entre hechos y fantasías construyendo desigualdades culturales, donde la pobreza, los analfabetos funcionales, desertores escolares, repetidores, chicos de la calle, jóvenes sin futuro, cuando la violencia atravesó la puerta de la escuela; cuando la inseguridad constituye un clima de desprotección, donde se tiene miedo a los jóvenes; cuando el salvajismo económico y cultural han producido efectos sobre toda la sociedad de corrupción, el clientelismo, el facilismo se encuentra a la vuelta de cada esquina ; cuando la solidaridad ha perdido terreno; cuando la desconfianza es profunda; cuando un número importante de personas quedan excluidos de la vida ciudadana, hechos que sin duda han impactado en la educación. Este panorama plantea un gran desafío a la educación. En primer lugar, es necesario leer la crisis educativa en su dimensión histórica para comprender que enunciados de los viejos discursos pedagógicos siguen vitales y decidir su destino; en segundo lugar se deben tejer nuevos pactos educativos consistentes y solidarios; en tercer lugar requiere ser capaz de instalar un nuevo orden legal en la educación para dar respuesta a los problemas del sistema educativo que son producto tanto de las sucesivas transformaciones en su estructura como las trasformaciones sociales y culturales que impactan en la educación. En cuarto lugar, tiene la responsabilidad en la construcción de un clima ético intelectual que oriente la vida social hacia la democracia….La responsabilidad de los representantes políticos es enorme porque deben interpretar las demandas de sujetos complejos y producir soluciones a los problemas que se plantean, pero también a quienes tenemos la responsabilidad de educar. (Adriana Puiggrós) Debemos desmontar nuestros argumentos, porque el camino de salida no solamente es técnico sino que pasa por la filosofía, la discusión de ideas, para lograr finalmente acuerdos sociales. Porque las nuevas generaciones necesitan aprender a vivir no sólo en el amplio mundo de la tecnología cambiante, con un flujo continuo de información, sino deben ser capaces de mantener y transformar sus culturas locales. El desafío es poder desarrollar un concepto de nosotros mismos como ciudadanos del mundo y simultáneamente conservar nuestra identidad local como argentinos, chilenos etc. La tarea central de la educación es crear un mundo que dé significados a nuestra vida, nuestros actos, nuestras relaciones. Del mismo modo que aprendemos a trabajar juntos, tenemos que aprender a aprender de los otros, a compartir el esfuerzo para comprender el mundo personal, social y natural. El objetivo de la educación es ayudarnos a encontrar el camino en la cultura donde vivimos, conocer el mundo en que vivimos. La función docente es “concientizar” e informar sobre los modos de dar sentido al mundo. (Jerome Bruner) Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social. La UNESCO afirma que la función esencial de la educación es el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso, sino como una vía, ciertamente entre otras pero más que otras, al servicio del desarrollo humano más
armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras etc. La idea fundacional de la UNESCO se basa en la esperanza de un mundo mejor, capaz de respetar los derechos del hombre y la mujer, practicar el entendimiento mutuo y hacer del progreso del conocimiento un instrumento de promoción del género humano, no de discriminación. Sin duda que resulta imposible superar el obstáculo de la extraordinaria diversidad de las situaciones del mundo a fin de llegar a análisis válidos para todos y a conclusiones también aceptables por parte de todos. (Jacques Delors, La educación o la utopía necesaria, en UNESCO La educación encierra un tesoro) Recordemos que para J. Piaget la principal meta de la educación es crear hombres capaces de hacer cosas nuevas y no simplemente resistir lo que han hecho otras generaciones: hombres creadores, inventores y descubridores. La segunda meta de la educación es formar mentes que puedan ser críticas, que puedan verificar y no aceptar todo lo que se les ofrece. Del pensamiento de la simplicidad a la complejidad El paradigma de la complejidad propone revisar la modalidad del conocimiento que plantea la simplicidad del pensamiento busca una ley o un principio que organice el mundo, persigue el desorden, ve lo uno y lo múltiple, pero separa lo que está ligado por lo tanto, no puede ver lo que ocurre simultáneamente. Un modo de conocimiento científico que tiende a la especialización y la abstracción, es decir, la reducción del conocimiento de un todo al conocimiento de las partes que lo componen. Hoy la escuela no es ajena a este modalidad de pensamiento, los problemas escolares son pensados como si cada uno tuviera valor en sí mismo y fuera posible analizarlos en forma aislada. Algunos de los problemas que la aquejan: violencia escolar, problemas de aprendizaje, diversidad, integración escolar, la exclusión entre otros, se consideran “problemas” diferentes y son abordados en forma independiente sin plantearse las relaciones que tienen entre ellos. Nuestro modo simplista de pensar no posibilita reconocer las interacciones que hay entre ellos, ni tampoco las dimensiones estructurales y coyunturales (políticas, económicas, sociales, culturales; organizacionales e institucionales; ni las dimensiones subjetivas de los actores educativos, sus familias, ni el contexto mediato e inmediato (Norberto Boggino, 2010) Para reformar nuestro pensamiento desde la complejidad, E. Morin propone para superar esta dificultad: “creo que es imposible conocer las partes sin conocer el todo y es imposible conocer el todo sin conocer particularmente las partes …”. Superar el conocimiento fragmentario, que impide visibilizar las interacciones entre el todo y sus partes, rompe lo complejo y oculta problemas esenciales, pero que también en un intento de superación busca al atender sólo globalidades, una forma de conocer que pierde el contacto entre lo particular y lo concreto. El pensamiento complejo propone reconocer los propios supuestos e implicaciones, así como las razones y evidencias en las que se apoyan las conclusiones a las cuales se arriba, examina su metodología, sus procedimientos, su perspectiva y punto de vista propios y está preparado para identificar los factores que llevan a la parcialidad, a los prejuicios y al autoengaño. Integra la incertidumbre y reconoce las leyes que organizan un campo, religa, contextualiza, globaliza, pero sin dejar de reconocer al
mismo tiempo lo singular y concreto. Propone “…no solo el examen de las condiciones lógicas sino, también […] sus condiciones histórico-socioculturales”, asocia a los sujetos y los objetos con su entorno, une el objeto a su observador e incluye la contradicción y la incertidumbre como capas de la realidad. La salud mental requiere de un pensamiento abierto que permita comprender la realidad compleja, para integrar a los niños en la más compleja y dinámica red de relaciones sociales y saberes como requerimiento la cultura actual. (E.Morin, 1999) En síntesis, nuestra propuesta desde la epistemología de la complejidad (Edgar Morin) se orienta a posibilitar un modo diferente de pensar la educación. En síntesis, busca superar la tendencia a la fragmentación que caracteriza a lo educativo hoy, abrir un espacio para realizar lecturas plurales que nos posibilite comprender lo que esta tejido junto, poder religar, contextualizar y globalizar, pero sin dejar de reconocer al mismo tiempo lo singular y concreto. La prevención y/o resolución de las problemáticas escolares tiene que partir de la complejidad de los fenómenos que lo componen, de aquellos que los producen o provocan, aún cuando se lo analice como caso singular, pero siempre en el marco de la trama de producción y de la lógica de construcción del mismo, sin dejar de considerar la multiplicidad de dimensiones del contexto. La educación es una practica social Pensamos al fenómeno educativo desde sus múltiples atravesamientos, como un concepto cargado de significados, sumamente complejo, como proceso social, específicamente humano, porque educar y ser educado constituyen los dos componentes esenciales de la condición humana. Toda sociedad en tanto creación del hombre con existencia objetiva debe ser internalizada por sus integrantes para garantizar de este modo la supervivencia de las nuevas generaciones y la pervivencia de sus fuerzas sociales. Pero al mismo tiempo la educación debe crear un espacio que posibilite nuevas perspectivas, transdisciplinaria e interdisciplinaria, que pueda tender puentes entre diversos campos disciplinarios (Psicología, Pedagogía, Sociología entre otras). La educación es una práctica social, que se configura en vínculos y relaciones sociales, en interacciones transformadoras, donde las funciones de enseñar y aprender son constitutivas y esenciales de los seres humanos, mediante la interacción entre los sujetos que caracteriza la vida cotidiana. El ser humano se desarrolla en los espacios de intercambio comunicativo, con otras personas de su medio y en el contexto cultural donde se desarrolla. Sin embargo, “lo que en cierto sentido define a la educación y su diferencia con otras acciones sociales es su intento de socializar mediante el conocimiento. Es desde esta tarea que es posible entender a la educación.(Carlos Cullen). A Vigotsky, afirmar que la educación se concreta en el seno de sistemas de interacción social como son la crianza o la educación formal. Mediada la actividad instrumental (uso de herramientas) y la interacción social o relaciones sociales son las instancias privilegiadas a la hora de explicar el desarrollo humano. Enfatiza la relación entre aprendizaje y desarrollo desde la perspectiva social, porque el surgimiento de formas conscientes y voluntarias de regulación de la actividad psicológica específicamente
humana esta mediada el uso de instrumentos semióticos, entre los que se destaca el lenguaje. Mediante estos instrumentos, el sujeto genera un contexto intermedio entre la realidad y la acción lo cual le permite objetivarla, considerarla un objeto. Este mundo intermedio “la cultura” constituye una realidad objetiva que se impone al niño desde que nace, quien llega al dominio de ese mundo y del papel de sus instrumentos físicos y semióticos, gracias al proceso humano de la interacción o la acción compartida y regulada instrumentalmente, mediante objetos o signos, a través de agentes culturales. Los adultos o iguales organizan el mundo para el niño, mediante actividades conjuntas en un contexto particular. En síntesis, concibe a la educación como una práctica social de apropiación e interiorización de instrumentos culturales en contextos de interacción social. La escuela como institución sociocultural La cultura da forma a la nuestros modos de representarnos la vida cotidiana, nos aporta los instrumentos mediante los cuales construimos no solo nuestros mundos sino también nuestras propias concepciones. Aprender, recordar, hablar, pensar e imaginar: todo ello se hace posible participando en la cultura, donde se construyen significados, somos la única especie que enseña significativamente. Vivimos con otros y nos desarrollamos mediatizados por códigos culturales, la educación no ocurre solamente en las instituciones educativas sino que va mucho más allá. “Me parece necesario precisar y concretar el concepto de cultura que voy a utilizar en adelante. Conjunto de significados, expectativas y comportamientos compartidos por un determinado grupo social, que facilitan y ordenan, limitan y potencian, los intercambios sociales, las producciones simbólicas y materiales y las realizaciones individuales y colectivas dentro de un marco espacial y temporal determinado. La cultura, por lo tanto es el resultado de la construcción social, contingente a las condiciones materiales, sociales y espirituales que dominan un espacio y un tiempo. Se expresa en significados, valores, sentimientos, costumbres, rituales, instituciones y objetos, sentimientos materiales y simbólicos que rodean la vida individual y colectiva de la comunidad”. (Pérez Gómez, 1998) El enfoque cultural no supone un simple cambio de denominaciones, sino de perspectiva, para el análisis de lo que realmente ocurre en la escuela y de los efectos que tiene en los pensamientos, sentimientos y conductas de los estudiantes requiere descender a los intercambios subterráneos de los significados que se producen en los momentos y en las situaciones más diversas e inadvertidas de la vida cotidiana en la escuela. Las diferentes culturas que se entrecruzan en el espacio escolar impregnan el sentido de los intercambios y el valor de las transacciones simbólicas en medio de las cuales se desarrolla la construcción de significados de cada individuo. Por ello, participar y vivir una cultura supone, reinterpretarla, reproducirla tanto como transformarla. La cultura potencia tanto como limita, abre a la vez que restringe el horizonte de imaginación y práctica de quienes la viven. Por otra parte, la naturaleza de cada cultura determina las posibilidades de creación y desarrollo interno, de evolución y estancamiento, de autonomía o dependencia individual.[…] Pérez Gómez considera a la escuela como un espacio ecológico de cruce de culturas cuya responsabilidad específica se distingue de otras instituciones e instancias de
socialización y le confiere su propia identidad y relativa autonomía, es la mediación reflexiva de diferentes culturas en los sujetos para facilitar su desarrollo educativo. El responsable definitivo de la naturaleza, sentido y consistencia de lo que los alumnos y alumnas aprenden en su vida escolar es este vivo, fluido y complejo cruce de culturas […] La función educativa de la escuela, […] es precisamente ofrecer al individuo la posibilidad de detectar y entender el valor y el sentido de los influjos explícitos o latentes que esta recibiendo en su desarrollo, como consecuencia de su participación en la compleja vida cultural de su comunidad.” La lectura y análisis de este texto plantea con claridad la función educativa de la escuela como escenario social en el cual se enseña de manera singular, se socializa, se aprende… La escuela se entiende como instancia de mediación cultural entre los significados, sentimientos y conductas de la comunidad social y el desarrollo particular de las nuevas generaciones. Entenderla como un cruce de culturas provoca tensiones, aperturas, restricciones y contrastes en la construcción de significados y formación de conductas, pero ayuda a clarificar ciertos factores que frecuentemente pasan inadvertidos. Pilares de la educación: aprender a aprender y aprender a vivir juntos La educación durante toda la vida se presenta como una de las llaves de acceso al siglo XXI. Junto a esta afirmación además surge otra obligación, porque a partir del profundo cambio en los marcos tradicionales de la existencia, como es comprender no solo al mundo sino también a los otros. Exigencias de entendimiento mutuo, de dialogo pacifico y armonía. Se trata de aprender a vivir juntos conociendo mejor a los demás, su historia, sus tradiciones y espiritualidad y de ahí crear un espíritu que impulse la realización de proyectos comunes. Es posible señalar peculiaridades inquietantes en el estadio crítico que atravesamos hoy en el contexto educativo. Para decirlo en palabras de Juan Carlos Tedesco, quien afirma que la crisis de la educación ya no es lo que era porque “no proviene de la deficiente forma en que la educación cumple con los objetivos sociales que tiene asignados, sino que, más grave aún, no sabemos qué finalidades debe cumplir y hacia dónde efectivamente orientar sus acciones” La dinámica de la llamada "sociedad del conocimiento" o "sociedad de la información" también se refleja necesariamente en el campo educativo. Aprender a aprender y Aprender a vivir juntos son los dos postulados que el citado autor define como los dos pilares para comprenderlos, es preciso tener una visión acerca de las tendencias y las lógicas que predominan en la dinámica de lo que ha dado en llamarse "sociedad del conocimiento", con cambios profundos en la economía, la sociedad y el conocimiento crean un nuevo contexto donde se plantean nuevos retos a la educación. El primero de ellos sintetiza los desafíos aprender a aprender refiere al desarrollo cognitivo frente a significativos cambios en las formas de conocer, mientras que el segundo sintetiza los desafíos relativos a la construcción de un orden social donde podamos aprender a vivir con otros cohesionados pero manteniendo nuestra identidad como diferentes.
Para Tedesco es necesario replantear la tarea educativa como mero instrumento de transmisión de información y priorizar el proceso de enseñanza /aprendizaje. La obsolescencia de la información será cada vez más rápida y significativa en la producción de conocimientos, existe ahora la posibilidad de acceder a una cantidad enorme de información y datos que nos obligan a seleccionar, a organizar, a procesar la información, para poder utilizarla. En estas condiciones la educación ya no podrá estar dirigida a la transmisión de conocimientos y de informaciones sino a desarrollar la capacidad de seleccionarlos, producirlos y utilizarlos. En el modelo actual, el oficio de alumno está basado en una dosis muy alta de instrumentalismo, dirigido a obtener los mejores resultados posibles. Aprender a aprender es la manera como encuentran, retienen, comprenden y operan sobre el saber, en el proceso de resolución de un determinado problema. En tanto el oficio del docente será del "acompañante orientador", por ello, desarrollar una batería de actividades destinadas a hacer explícitos los comportamientos implícitos de los expertos, de manera tal que el alumno pueda observarlos, compararlos con sus propios modos de pensar, para luego – poco a poco– ponerlos en práctica con la ayuda del maestro y de los otros alumnos, aprender consiste en incorporar las operaciones que permiten tener posibilidades y alternativas más amplias de comprensión y solución de problemas. Sin embargo, la tarea de enseñar no se reduce a transmitir conocimientos e informaciones de una disciplina –la historia, por ejemplo– sino las operaciones que definen una determinada tarea, la dicotomía entre la enseñanza y el trabajo científico tiende a reducirse. Este enfoque implica, obviamente, un esfuerzo mucho mayor en el proceso de enseñanza/ aprendizaje, tanto por parte del profesor como de los alumnos y abre una serie muy importante de modalidades de trabajo pedagógico, criterios de evaluación y los materiales didácticos. Aprender a aprender también modifica tanto el sistema educativo como la estructura institucional de las escuelas. A partir del momento en el cual dejamos de concebir la educación como una etapa de la vida y aceptamos que debemos aprender a lo largo de todo nuestro ciclo vital, la estructura de los sistemas educativos está sometida a nuevas exigencias. La educación permanente, la articulación estrecha entre educación y trabajo, los mecanismos de acreditación de saberes para la reconversión permanente, etc. son algunos de los nuevos problemas y desafíos que la educación. El segundo desafío para el autor es aprender a vivir juntos, que comprende los desafíos relativos a la consecución de un orden social en el que podamos vivir cohesionados pero manteniendo nuestra identidad como diferentes. En la actualidad la educación comporta cambios ante las diferencias sociales cada vez más acentuadas, y la globalización, que rompe los compromisos locales y las formas habituales de solidaridad y cohesión. La posibilidad de vivir juntos no constituye una consecuencia "natural" del orden social sino una aspiración que debe ser socialmente construida. Algunos conceptos y debates tradicionales deben, por ello, ser revisados. Asistimos a fenómenos de individualismo asocial y de fundamentalismo autoritario que comparten una característica común: la negación de la dimensión política de la sociedad. Vivir juntos siempre ha implicado la existencia de un compromiso con el otro. La elaboración de este compromiso, a diferencia de la dinámica propia de la sociedad industrial, ya no puede surgir como producto
exclusivo de determinaciones económicas o culturales. Debe, en cambio, ser construido de manera más voluntaria y más electiva. Esta es la razón última por la cual el objetivo de vivir juntos constituye un objetivo de aprendizaje y un objetivo de política educativa. Intentar comprender esta situación constituye un paso necesario para brindar un soporte teórico sólido y un sentido organizador a la definición de líneas de acción para todos aquellos que trabajan por una sociedad más justa y solidaria. PENSAR Y EDIFICAR NUESTRO FUTURO COMÚN Experimentamos una sensación de vértigo frente al dilema que se plantea entre la mundialización, la globalización y la búsqueda de raíces, referencias y pertenencias locales. La educación debe afrontar este problema porque se sitúa más que nunca en la perspectiva del nacimiento doloroso de una sociedad mundial, en el núcleo del desarrollo de la persona y las comunidades acompañada por la incertidumbre que conlleva esta situación. La educación la misión de posibilitar que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal al mismo tiempo que se comprometa con su función social. La educación debe favorecer la cooperación que fortalece y la solidaridad que une y fortalece la comunidad. Los programas escolares están cada vez más recargados pero no debemos olvidarnos que además es necesario de preservar los elementos esenciales de una educación básica que enseñe a vivir mejor mediante el conocimiento, la experimentación y la formación cultural general también se debe incluir el conocimiento de sí mismo, el aprendizaje de la convivencia, los medios para mantener la salud física y mental, conocer mejor el medio ambiente y preservarlo entre otros. La educación es una de las cuestiones que más parecen preocupar a la sociedad contemporánea, se afirma que vivimos en la sociedad del conocimiento, este es el discurso de muchos. Pero, ¿acaso ese discurso refleja una preocupación real, traducida en políticas y decisiones concretas que den a la educación el lugar privilegiado que debe tener en nuestro país, con vistas al futuro? La sociedad argentina no parece estar guiada por esas ideas. De hecho, el fracaso escolar de nuestros niños y jóvenes no es el fracaso del sistema educativo ni de la institución escolar: es, ante todo el fracaso de un modelo cultural y de un sistema de valores que, si bien ensalzan las virtudes de la educación y del conocimiento, erigen como ejemplos de vida y de conducta justamente de los modelos opuestos. (Guillermo Jaim Etcheverry) La insatisfacción que se manifiesta en el ámbito educativo acompañada de una evolución que no se puede controlar, resulta necesario encontrar nuevos caminos, nos debe impulsar a revalorizar aspectos éticos y culturales de la educación. Deberíamos pensar en una escuela, que desarrolle su actividad en el presente pero con la mirada en el futuro de la comunidad. Instituciones que, parafraseando a Giroux, donde los docentes seamos trabajadores culturales que no desarrollemos nuestra actividad profesional como simples piezas de un engranaje sino como intelectuales transformadores, evitando así caer en la monotonía o el desencanto, propiciando por el contrario la dignificación profesional y humana de nuestra actividad, que, no lo olvidemos nunca, es la más hermosa de cuantas pueda
haber, ya que consiste nada menos que en ayudar a otras personas a descubrir el mundo y a vivir con plenitud en él.
Bibliografía -
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