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UNIVERSIDAD DE SAN PABLO-T

INSTITUTO DE DESARROLLO E INNOVACION TECONOLOGICA PARA LA COMPETITIVIDAD AGROINDUSTRIAL Y REGIONAL

LICENCIATURA EN GESTIÓN DE EMPRESAS AGROINDUSTRIALES

SOCIOLOGÍA AGRARIA Y EXTENSIÓN

PERIODIZACIONES ECONÓMICAS EN EL AGRO ARGENTINO

PERIODIZACIONES ECONÓMICAS EN EL AGRO ARGENTINO 1 I.- LAS PERIODIZACIONES SOCIALES Y AGRÍCOLAS Una periodización surgida a mediados del siglo XX pretende analizar “el antes y el después” respecto de la revolución industrial separando la historia de la humanidad en dos períodos principales: La sociedad tradicional o agrícola, anterior a la revolución industrial, y durante ella a la sociedad moderna o industrial. Al interior de cada una se describen la agricultura tradicional –no motorizada ni dependiente de insumos tecnológicos- y la agricultura moderna, ya motorizada y crecientemente dependiente de agroquímicos y semillas mejoradas. En las últimas décadas del siglo XX se desencadena una nueva revolución científico técnica surgida de la combinación de los impactos de la informatización y las comunicaciones satelitales, entre otros desarrollos tecnológicos, dando lugar a una sociedad postindustrial y a nuevas tendencias en la agricultura. Es frecuente en la actualidad considerar tres grandes períodos: La sociedad tradicional o agrícola, la sociedad moderna o industrial, y la sociedad postmoderna o postindustrial. En la agricultura, esto se corresponde con la agricultura moderna, la agricultura tradicional y la “nuevas tendencias” en la agricultura. La agricultura tradicional La sociedad tradicional describe tanto a las sociedades feudales europeas como a algunas sociedades coloniales americanas, con una agricultura tradicional que, según la describe Miguel Altieri, “surge de siglos de evolución biológica y cultural, y representa experiencias acumuladas de interacción entre el ambiente y agricultores sin acceso a insumos externos, capital o conocimientos científicos.(...) La mayoría de la agriculturas tradicionales están basadas en la diversificación de cultivos asociados en el tiempo y en el espacio, permitiendo a los agricultores maximizar la seguridad de cosecha, aún a niveles bajos de tecnología.” Se considera a la agricultura tradicional como “volcada hacia dentro” o destinada prioritariamente al autoconsumo y al abastecimiento local, con poca o ninguna incidencia de la exportación. Otra característica central es la autosuficiencia, tanto de semillas y forrajes –producidos en cada finca familiar- como de energía -humana y animal- y hasta de información técnica, surgida de la experiencia de los agricultores trasmitida de padres a hijos. Desde el punto de vista ecológico, esta agricultura suele evaluarse como sostenible, hecho que se verifica en el bajo impacto ambiental que generó durante los milenios en que acompañó a la humanidad. También para Altieri, “...es útil tomar en cuenta los conocimientos acumulados localmente, y analizar la lógica ecológica detrás de las normas de manejo tradicionales.(...) Los principios ecológicos extraíbles del estudio de agroecosistemas tradicionales pueden ser utilizados para diseñar agroecosistemas sustentables, aún en los países industrializados”. 1. Ing. Agr. José Manuel Salas Oroño. Cátedra de Sociología Agraria de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán. 2006.

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Buena parte de lo que hoy llamamos “agroecología” y “agricultura orgánica” surge de la comprobación de la efectividad de las prácticas de la agricultura tradicional. La agricultura moderna Mecanización, semillas “mejoradas”, fertilizantes y biocidas son, para Camila Montesinos, los “cuatro pilares” de la agricultura moderna. Siguiendo nuevamente a Altieri, la agricultura moderna “es producto de una evolución que sustituye interacciones ecológicas estabilizadoras por insumos de alta energía, y surge de recomendaciones (de orden científico técnico), que han ignorado la heterogeneidad ambiental, cultural y socioeconómica (...) de los distintos sistemas agrícolas.” Se considera, especialmente en los países del hemisferio sur, a la agricultura moderna como “volcada hacia fuera”, en tanto destinada prioritariamente a la exportación, y también como dependiente de energía e insumos tecnológicos adquiridos –combustibles, maquinarias, semillas y agroquímicos- y también dependiente de información técnica surgida de organismos de investigación y trasmitida por profesionales especializados. Desde el punto de vista ecológico, los avances en la agricultura moderna la muestran como cada vez menos sostenible, por su tendencia al monocultivo y a la resolución de sus efectos nocivos con fertilizantes y biocidas contaminantes. Tanto la “modernización social” como la agrícola, reconocen dos etapas en su evolución. La primera, conocida como “división internacional del trabajo”, señala como la industrialización en sus primeros cien a ciento cincuenta años –más o menos hasta 1945- se concentró en los países del hemisferio norte y generó intercambios con los países agroexportadores del hemisferio sur. La segunda etapa, desde el fin de la segunda guerra mundial en 1945 hasta el desmembramiento de la URSS y caída del muro de Berlín en 1989, en el marco de la “guerra fría”, es conocida en los países del sur, como “industrialización por sustitución de importaciones”, durante la que se plantean como objetivos primordiales de cada nación el autoabastecimiento y el logro del pleno empleo. Las nuevas tendencias en la agricultura Al aproximarse el fin del siglo XX se hace cada vez más perceptible que la informatización –robotización- de la industria hace que esta deje de ser la principal fuente de trabajo, y también como esta informatización acelera la evolución de la ciencia al servicio de los intereses económicos, incluyendo en estos desde la guerra hasta la salud, las comunicaciones masivas, la agricultura y el manejo comercial y financiero mundial. La “globalización” da lugar a un nuevo tipo de sociedad –llamada postindustrial, o postmoderna, o comunicacional, o financiera, o globalizada- que en la agricultura se manifiesta como “nuevas tendencias” con una fuerte controversia interna: Por una parte surge la agricultura relacionada al poder financiero y el “desarrollo global”, concentrada en la agroexportación y cada vez más basada en técnicas vinculadas a la ingeniería genética –como la transgénesis- y al control satelital, como la agricultura de precisión. En contra de esta tendencia, en relación con intereses sociales, con énfasis en la sostenibilidad y como resistencia a la globalización surgen las propuestas de “desarrollo territorial” que priorizan la atención de las necesidades locales antes que la exportación y freceuntemente se

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basa en técnicas relacionadas con las nuevas posibilidades que da la ciencia a la agroecología y la agricultura orgánica. II.- LOS MODELOS DE DESARROLLO AGRÍCOLA EN ARGENTINA Crecimiento, desarrollo, crisis Antes de analizar los principales estilos o modelos a través de los que evolucionó la producción agropecuaria en las pampas, es conveniente avanzar en la diferenciación de los procesos de crecimiento y de desarrollo. Al decir crecimíento nos referimos normalmente a aumentos de cantidad, generalmente continuos: Un niño o un joven están en crecimiento cuando aumentan, por ejemplo, de estatura y peso. Una planta crece cuando a partir de sus yemas se alargan los entrenudos y aumenta el número de sus hojas. Se dice que el sector agropecuario de una región está en crecimiento cuando incrementa año a año su producción habitual, sin grandes cambios técnicos, ni sociales, ni políticos. El crecimiento es "'más de lo mismo". Por diferencia con el crecimiento, el desarrollo se caracteriza por cambios cualitativos. El desarrollo en los niños se evidencia cuando, por ejemplo, los cambios hormonales determinan la aparición de caracteres sexuales secundarios que evidencian su ingreso a la juventud. En las plantas los procesos de desarrollo se presentan a través del pasaje por las fases de germinación, crecimiento vegetativo, floración y fructificación. Al interior de cada fase o etapa de desarrollo hay un proceso de crecimiento, pero con un modo o “modelo” propio, y siempre limitado por el fin de esa etapa. El crecimiento ocurre en el interior de cada etapa del desarrollo. Respecto al sector agropecuario de una región o país, se habla de desarrollo cuando ocurre un conjunto de cambios cualitativos que implican tanto a las actividades predominantes como a las técnicas productivas, los actores sociales o tipos de productores y hasta la orientación económica y política del sector. Así como el crecimiento es normalmente continuo, el desarrollo es discontinuo, ocurre por etapas, y cada cambio de etapa implica una crisis. Se describe a las crisis como las circunstancias en las que no se puede seguir adelante pero tampoco volver atrás, con lo que necesariamente son problemáticas y traumáticas. Dejar atrás la niñez para entrar a la juventud es un problema, y otro más grave dejar la juventud para ingresar la madurez, y otro todavía más difícil asumir la vejez. Desde fuego que la crisis de mayor magnitud es enfrentar la muerte. Todo nace y todo muere: los hombres, las plantas, las civilizaciones, los modelos de desarrollo agrícola. En todos los casos hay resistencia a cambiar y, más aún, resistencia a morir. Pero no existe el crecimiento o progreso sin fin, Con las etapas del desarrollo agropecuario ocurre casi lo mismo. Comienzan con pujanza, crecen hasta alcanzar su máximo o clímax, luego se estancan y “entran en crisis", hasta que son sustituidas por otra etapa o modelo. Las crisis son problemáticas tanto por la resistencia a cambiar como porque durante ese tiempo no se sabe hacia donde se va.

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El economista norteamericano Vernon Ruttan planteó, en 1982, una sucesión de etapas o "modelos" en el desarrollo agropecuario aplicables a buena parte del mundo occidental. El criterio central que empleó para caracterizar los diferentes modelos fue el análisis de la adecuación de la producción agropecuaria a las necesidades de los otros sectores de la sociedad local o mundial en cada momento histórico, tanto en cantidad -en producción y productividad de los recursos- como en actividades o rubros productivos. Así distinguió como etapas del desarrollo agrario a los siguientes modelos: conservacionista, fronterizo, de impacto urbano- industrial, de insumos de alto rédito y de innovación inducida. El modelo conservacionista y la agricultura tradicional En párrafos anteriores se ha hecho referencia a “la agricultura tradicional” sus componentes técnicos, ecológicos y sociales. Con diferentes estilos diferentes momentos históricos y diferentes lugares, el modelo conservacionista correspondió con la agricultura tradicional, surgida de la acumulación de siglos experiencia campesina.

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El modelo conservacionista, evoluciona casi desde el momento en que la agricultura deja de hacerse nómade o itinerante -cuando, milenios atrás, las comunidades campesinas se radican definitivamente en determinados lugareshasta la revolución industrial y sus consecuencias sobre la agricultura desde mediados del siglo XIX, Como todos los modelos, el conservacionista “fue bueno mientras duró". En tanto -por el escaso desarrollo de la medicina “precientífica”- los índices de mortalidad fueron muy próximos a los de natalidad dando por resultado el lento crecimiento de la población, en tanto la mayor parte de la población mundial estuvo radicada en el campo autoabasteciéndose de alimentos, y en tanto el comercio interregional e internacional estuvo poco extendido, las cantidades de alimentos producidas mediante las técnicas conservacionistas resultaron frecuentemente suficientes para abastecer las necesidades de la humanidad, a nivel local y mundial. Ruttan estima que en ese largo período el incremento de la producción agrícola fue del orden del 1% anual, aproximadamente igual al crecimiento de la población. Es difícil encontrar en la historia agraria de nuestro país otros ejemplos de modelo conservacionista que los aplicados en el periodo precolombino por las etnias indígenas andinas y guaraníes (ambas extrapampeanas). Si ambas situaciones se analizaran comercialmente, lo que posiblemente no corresponde, se hablaría de economías cerradas en el sentido de que casi no había intercambios con otras regiones. En estos casos particulares no ocurre que la declinación del modelo tuviera origen en la adecuación a la revolución industrial, por cuanto su sustitución fue consecuencia directa de la violencia de la conquista. El modelo fronterizo. Tres estilos de desarrollo en las pampas. (1810/1880 a 1930/45) Marco mundial. La dívísíón internacional del trabajo El proceso conocido como "revolución industrial" articuló grandes cambios técnicos, políticos y sociales. La aparición de los motores independizó de la energía humana primero al transporte, luego a los procesos industriales y después

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progresivamente a los agrícolas. Pero los motores surgieron en el marco de una revolución científica y tecnológica que, en sus aplicaciones sanitarias, redujo drásticamente las tasas de mortalidad con lo que el crecimiento poblacional pasó rápidamente del 1 al 3 y hasta 4% anual dando comienzo a la llamada "explosión demográfica". La demanda de trabajo industrial concentró la población en las ciudades, con lo que la mayoría dejó de producir su propio alimento. Los cambios en el transporte, donde los buques de vapor sustituyeron a la navegación a vela y los ferrocarriles a las carretas, multiplicaron los intercambios comerciales a nivel internacional. El crecimiento de las fábricas motorizadas determinó el incremento progresivo de la demanda de materias primas agrícolas. En estas nuevas condiciones la reducida capacidad de hacer crecer la producción mediante el modelo conservacionista -de solo el 1% anual- resultó insuficiente. Durante sus casi dos primeros siglos -más o menos entre 1750 y 1945- la industrialización creció en el marco de la “división internacional del trabajo”, a través de la cual paises del hemisferio norte –Inglaterra primero, luego Estados Unidos- se especializaron en la producción industrial y países del hemisferio sur -como Argentina- se dedicaron a producir materias primas, agrícolas y mineras, en un proceso conocido como "expansión agroexportadora", y en el marco de una economía abíerta al comercio exterior. El modelo aplicado para incrementar la producción agropecuaria con destino a exportación consistió en el aumento del área sembrada -la expresión "fronterizo" surge de expandir las fronteras de cultivos sobre áreas antes no sembradas-, en aquellos lugares del mundo en que esto fue posible. Marco nacional En Argentina mediante sucesivas campañas militares llevadas a cabo entre 1810 y 1879 se desalojó a tehuelches y mapuches de las aproximadamente cincuenta millones de hectáreas de la llamada "pampa húmeda", en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y La Pampa.

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La modalidad de apropiación y puesta en producción de la tierra determinó al menos tres estilos distintos de ampliación de las fronteras agrícolas: El del este y norte de la provincia de Buenos Aires -la llamada “pampa criolla”-, el de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos -la “pampa grínga”-, y el del oeste y sur de Buenos Aires, sur de Córdoba y este de La Pampa o las “pampas del sur”. Hay que tener en cuenta que en buena parte de este período, llamado de las “guerras civiles" y “la organización nacional", estas tres regiones llegaron a corresponderse con tres organizaciones políticas enfrentadas, o casi tres países enfrentados: Buenos Aires, la Confederación y el "desierto" o país de los indios pampas. El modelo fronterizo en la pampa criolla: Con los procesos independentistas iniciados en 1810 se abrió la posibilidad de exportar a través de Inglaterra carnes saladas -tasajo- de pésima calidad y destinado a la alimentación de los esclavos de las plantaciones caribeñas. En el período colonial solo se exportaron cueros obtenidos mediante la cacería de vacunos salvajes o "vaquerías". Pero desde 1810 se instalaron los saladeros y las tierras próximas al puerto, ricas en praderas naturales para alimentar y ríos para abrevar la hacienda tomaron un valor que antes no tenían. Las campañas militares expulsaron a los indios del norte y este de Buenos Aires y las tierras se privatizaron a través de variados procesos que incluyeron desde la "enfiteusis" de Rívadavia hasta los premios militares dados por Rosas. Para darnos una idea de los tamaños de las estancias que se adjudicaron basta tener en cuenta que la unidad de medida fue la “legua" -de 5 kilómetros por 5 kilómetros- equivalente a 2.500 hectáreas, y que las adjudicaciones eran normalmente de varias leguas. Hacia 1850 casi 13.000.000 de hectáreas se repartieron entre menos de 400 estancieros y especuladores, lo que da un promedio de más de 30.000 ha para cada uno. El arrastre histórico determinó que la pampa criolla fuera predominantemente estanciera y latifundista hasta hace poco más de una década. La expresión pampa criolla surge del carácter mestizo de su población, en la que coexistieron y se hibridaron los gauchos -orginariamente cruza de europeo por india guaraní- dedicados al trabajo de a caballo en el campo, con los africanos esclavizados aplicados al trabajo de a pie en los saladeros productores del tasajo, La orientación económica de los gobiernos de Buenos Aires fue tendiente al librecambio, a la exportación e importación, siempre en relación con Inglaterra, promoviendo las exportaciones agropecuarias del momento - tasajo y cuero- y facilitando las importaciones industriales, principalmente textiles. Hasta los chiripás y ponchos de paño inglés -de "merino"- predominaron en la vestimenta del gauchaje. Desde el momento en que a comienzos del siglo XX los barcos frigoríficos posibilitaron las exportaciones de carnes sin salar, los estancieros criadores de la pampa criolla se orientaron principalmente a la etapa reproductiva o de cría de ganado, que por ser menos exigente que el engorde en cuanto a calidad de pastos pudo hacerse sobre las praderas naturales sin necesidad de implantar pasturas cultivadas. En 1888, para organizarse en el proceso de importación de toros para mejorar sus rodeos y también para representar sus intereses económicos y politicos, los estancieros criadores de la pampa criolla formaron la Sociedad Rural Argentina,

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El modelo fronterizo en la pampa gringa Las provincias del interior -entre ellas Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos- no contaron con las ventajas naturales de las praderas y los ríos, ni tampoco la cercanía al puerto, como para plegarse a la expansión saladeril exportadora. Además, la entrada de tejidos industriales baratos desde Inglaterra las perjudicó sus intercambios con las provincias del norte con sus telares artesanales. Esta fue una de las causas de su alineamiento en las guerras civiles –primero en la liga Artiguista y después en la confederación- con orientación proteccionista y opuesta a la política librecambista de Buenos Aires. Sus proyectos apuntaron entonces más hacia la producción para consumo interno, y su modo de favorecer la cultura agroartesanal consistió en facilitar la inmigración de familias de campesinos pobres europeos, más o menos a partir de 1850. Esto se hizo posibilitándoles a través de procesos de colonización el acceso a la propiedad de medianas extensiones de tierra -frecuentemente de entre 30 y 60 hectáreas- y proveyendo también, en muchos casos, algunos animales y elementos de trabajo. Así fue como estas provincias lograron la radicación de decenas de miles de pequeños agricultores europeos, con lo que el norte pampeano quedó sembrado de "colonias agrícolas" pobladas de chacareros propietarios. La expresión “pampa gringa” se relaciona con el origen europeo "puro" de sus pobladores. Con la instalación del ferrocarril se abarató el transporte y las colonias desarrollaron el cultivo de cereales -combinado con ganadería y granja-, pasando de 350.000 hectáreas sembradas en 1870 a 4.000.000 en 1900, y destinando ya una significativa parte a la exportación. Si bien las colonias de inmigrantes agricultores fueron el estilo predominante de ocupación territorial en esta región, también se instalaron en ella los latifundios ganaderos. El modelo fronterizo en las pampas del sur: Hasta la "campaña del desierto" de 1879, todo el oeste y sur de Buenos Aires, el este de La Pampa y el extremo sur de Córdoba fueron tierra de indios. Las matanzas y la expulsión de los indígenas sobrevivientes al sur del Río Negro dejaron libres muchos millones de hectáreas, que rápidamente se distribuyeron en grandes extensiones. Se premió con seis leguas de tierra a los generales, con cinco a los coroneles, con una a los capitanes, y se cubrieron los gastos de la campaña con la venta anticipada y en grandes extensiones de las tierras a conquistar. En 1920 ya prácticamente no quedaban tierras públicas o fiscales en el área pampeana. Como la zona oeste y sur era pobre en praderas naturales por su clima semiárido fue necesario implantar alfalfa. Para hacerlo, fue frecuente que los estancieros cedieran “a medias” por tres años una parcela de unas 100 hectáreas cubiertas de pajonales y hormigueros –en aparcería o en arriendo- a cada familia inmigrante, a condición de que hicieran el primer año lino -al que no comen las hormigas, para dejarlas sin alimento- el segundo año trigo, y el tercero lino con alfalfa, para devolver entonces al campo alfalfado a la estancia y trasladarse a implantar alfalfa a otro pajonal. Estos mecanismos explican como la expansión ganadera estimuló el desarrollo de la agricultura, con lo que el área sembrada con granos llegó -en toda el área pampeana- a 21.000.000 de hectáreas en la década de 1920. También este

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procedimiento hizo posible la implantación y el mantenimiento de 8 millones de hectáreas de alfalfa. Toda esta expansión se logró mediante una mecanización no motorizada, con equipos de cultivo tracción a sangre y el enorme esfuerzo de los inmigrantes arrendatarios. La carencia de pastos naturales y la implantación de alfalfares de alta calidad orientó la actividad ganadera de modo predominante hacia el engorde o la invernada, comprando terneros "de destete" a los estancieros criadores de la pampa criolla y engordándolos hasta su venta para faena al llegar a los 400 kilos. Tipos de productores En este período -con modalidades propias en cada una de las tres zonas aparecen dos tipos de productores que, con sus vinculaciones y conflictos, dejarán huellas profundas en la historia agraria pampeana. Por una parte los latifundistas, aquellos estancieros de la pampa criolla que continuaron dedicándose a la cría vacuna sobre muy grandes extensiones de pastos naturales. Estos, tanto para la importación de toros europeos como para presionar conjuntamente sobre los gobiernos, en 1888 formaron la Sociedad Rural Argentina (SRA). El otro tipo de productor que se difunde con el modelo fronterizo es el famifiar o campesino, denominado en nuestras pampas "chacarero", originado en los inmigrantes pobres. Los chacareros de la pampa gringa que surgieron como pequeños propietarios a través de las colonizaciones provinciales pudieron evolucionar favorablemente desde su origen, arrastrando en su pujanza a los pueblos de su zona. Los chacareros de las pampas del sur tuvieron mayores dificultades por el alto precio que debían pagar por el alquiler de las tierras, y por la inestabilidad que les daba el ser trasladados cada tres años a nuevas parcelas, lo que les impidió ahorrar y capitalizarse. Las luchas para enfrentar estas situaciones llevaron a los arrendatarios a organizarse en la Federación Agraria Argentina (FAA), surgida a partir del célebre "grito de Alcorta" de 1912. La acumulación de estos tres diferentes procesos regionales del modelo fronterizo generó la expansión agroexportadora que transformó en pocas décadas a Argentina en "el granero del mundo", colocándola a la cabeza del comercio mundial de granos y carnes y generando la ilusión del crecimiento ilimitado en el marco de la comercialmente exitosa inserción mundial en la división internacional del trabajo. La ilusión del crecimiento permanente se resquebrajó cuando la expansión agrícola llegó a las áridas provincias de San Luis y Santiago de Estero, donde entonces no eran posibles los cultivos sin riego. Ya no se pudo seguir aumentando la producción mediante el aumento de superficie, y las tierras ya ocupadas empezaron a evidenciar los daños de los monocultivos sobre los suelos, en forma de disminución de fertilidad y procesos erosivos. La división internacional del trabajo que enmarcó al modelo fronterizo tuvo su propia crisis, manifestada en la creciente desocupación urbana de los países agrícolas, particularmente en Argentina, debido a que el crecimiento poblacional no estaba acompañado por crecimiento de empleo industrial. Además, a nivel mundial, los intercambios comerciales se redujeron como consecuencia de la segunda guerra mundial, y los países industriales empezaron a autoabastecerse de alimentos. La

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articulación de estos procesos marcó el fin del modelo fronterizo, o de expansión de fronteras agrícolas, en nuestro país. El modelo proteccionista. La industrialización por sustitución de importaciones. Integración del agro y la industria -el campo y la ciudad- con mediación del estado. (1930/1945 a 1976) El marco mundial Se ha dicho antes que casi hasta el fin de la segunda guerra mundial, la industrialización se desenvolvió en el marco de la división internacional del trabajo. El surgimiento de trabas al comercio internacional, primero económicas relacionadas con “el quiebre de Wall Street” (la bolsa de comercio norteamericana) en 1929, y luego bélicas, con la segunda guerra mundial entre 1939 y 1945. A partir de entonces se instalaron tendencias al autoabastecimiento que determinaron el proceso de “industrialización por sustitución de importaciones”, que llevó a Argentina y otros paises latinoamericanos a funcionar -en parte- como economías cerradas, exportando menos y autoproveyédose de gran parte de los productos de origen industrial. La manera como terminó la segunda guerra mundial fue un determinante central para los cincuenta años siguientes. La caída de Berlín ocurre mediante lel ataque convergente de los ejércitos norteamericano e inglés por el este y el ejército ruso por el oeste. Ambos se atribuyen la victoria, o al menos el compartirla. (Años después la división de Berlín y la construcción del muro materializan ese pasado.) Unos meses después Estados Unidos hace estallar la bomba atómica en la ciudad de Hiroshima, en un Japón ya prácticamente vencido, en una acción que es considerada ya como una contundente demostración de fuerza para el proceso que se inicia justamente con el fin de la segunda guerra, la ”guerra fría" o competencia por el dominio mundial entre Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Soviética, y entre capitalismo y socialismo. Poco tiempo después tienen lugar los “acuerdos de Yalta”, frecuentemente interpretados como un “reparto del mundo” entre las potencias triunfantes, que pronto se formalizan en la OTAN, de liderazgo norteamericano, y el Pacto de Varsovia, liderado por la Unión Soviética. El marco nacional En busca de una posición independiente de esas opciones extremas, muchos países latinoamericanos desarrollaron políticas populistas o socialdemócratas donde en la economía coexistieron el capital privado con el capital estatal con fuerte regulación gubernamental de la economía, tal como ocurrió con los gobiernos de origen peronista y radical en Argentina. Las industrias se instalaron entonces en países del hemisferio sur pero con un conjunto de características que dieron un perfil especial a este período. Estas características fueron: 1.- Industrias orientadas totalmente al consumo interno, sustituyendo las importaciones del período anterior. 2.- El predominio de capitales nacionales, con amplia participación de pequeñas y medianas empresas. 3.- El objetivo central de dar trabajo en las ciudades y lograr el pleno empleo, para atender las necesidades planteadas por el crecimiento poblacional, la

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incapacidad del campo para dar más trabajo, y la consecuente migración ruralurbana. 4.- La fuerte intervención política y económica del estado nacional, a través de medidas proteccionistas consistentes en cargar con altos impuestos a las importaciones industriales, para favorecer a la industria local evitando la competencia del exterior, y aplicar también impuestos a las exportaciones agrícolas, para bajar el costo de los alimentos y las materias primas en el interior del país. La evolución en el campo Este estilo de intervención económica se extendió también al campo, participando intensamente el gobierno nacional mediante el peso de la ley en sus negociaciones y conflictos, tanto entre estancieros y chacareros arrendatarios como entre patrones y peones y entre agricultores e industriales. El gobierno fijó tanto el precio de los arrendamientos -haciéndolos más bajos- como la duración de los contratos -haciéndolos más largos-, mejoró los salarios y condiciones de trabajo de los obreros rurales y fijó los precios a los que las agroindustrias debían comprar la materia prima a los agricultores, todo esto a través de una vasta red de organismos reguladores y de control. Se intentó articular intensamente las actividades rurales y urbanas en la planificación del bienestar general. El campo debía estimular el crecimiento industrial proveyéndole materias primas baratas para reducir sus costos, alimentos de bajo precio tales que posibilitaran salarios relativamente bajos, e incluso mano de obra -la expulsada por la creciente motorización agrícola- para emplearse en las fábricas urbanas. Por su parte, las industrias urbanas debían proveer al campo de maquinarias, insumos y artículos de consumo familiar. El estado no se limitó a mediar en las negociaciones y conflictos del agro, sino que intervino directamente en acciones de apoyo y promoción, participando mayoritariamente en el crédito agrario, la comercialización interna y externa de la producción, y la asistencia técnica. El Banco Hipotecario dio créditos especiales a los chacareros para que compraran las tierras que arrendaban, con lo que estabilizó la situación de una gran parte -posiblemente la mitad- de estos. El Banco Nación y los bancos provinciales dieron créditos para la mecanización de los chacareros. Las Juntas Nacionales de Granos, de Carnes, etc. aseguraron los precios internos y la comercialización externa de la producción. El INTA, desde 1957, apoyó con investigación, experimentación y extensión agrícola a los productores, con un particular estilo de extensión “educacionista” que priorizó la atención de los agricultores familiares. Vernon Ruttan denominó a este modelo de impacto urbano industrial, y usó la denominación de difusionismo para los estilos de extensión rural que se implementaron en su interior. La capitalización de los chacareros Las nuevas circunstancias determinaron cambios significativos en los tipos de productores y los conflictos entre ellos. Ante la protección estatal a los arrendatarios los grandes estancieros se negaron a dar más tierras en arriendo, lo que frenó la expansión intrapampeana del área sembrada, disminuyendo significativamente los cereales, y hasta los alfalfares. Por su parte, el amplio sector de chacareros que logró comprar sus tierras encontró a partir de allí condiciones favorables para el ahorro y la inversión, incorporando tractores y maquinarias y desarrollándose de

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este modo el predominio del tipo denominado “familiar capitalizado”, considerado en muchos rasgos similar al “farmer” norteamericano. El sector empresarial: Limitaciones a su expansión. Se ha hecho referencia antes a los grandes terratenientes, distribuidos especialmente en las pampas del sur. En su evolución posterior, cuando los chacareros arrendatarios se independízaron de ellos comprándoles parte de las tierras, estos “estancieros invernadores" se vieron ante la necesidad y laposibilidad de llevar a cabo por cuenta propia -con inversiones en maquinarias y con trabajadores asalariados- las ímplantaciones de pasturas. Luego, ya equipados, combinaron el engorde con el cultivo de granos por cuenta propia, lo que les fue diluyendo el estilo latifundista y dando un perfil más moderno y empresarial. Definidos finalmente como empresarios de actividad mixta -invernada y agriculturafueron la base de las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), claras representantes del sector empresarial agrícola de la época. El creciente peso que como factor de producción adquirió el capital en la producción agrícola hubiera dado lugar, en otras circunstancias, a una más pujante difusión de productores de tipo empresarial. Pero el intenso proteccionismo del periodo, con sus altos impuestos a las importaciones de maquinarias e insumos modernos y sus pesadas retenciones a las exportaciones agrícolas, determinó altos costos y bajos ingresos para la producción agroexportadora de gran escala e hizo que "el negocio del campo" fuera poco atractivo para los inversores, si bien en menor escala permitía el crecimiento de los chacareros. Tanto los conflictos entre arrendatarios y estancieros -que determinaron el fin de la expansión agrícola vía arrendamientos- como las ya mencionadas dificultades para la expansión empresarial, fueron causa de que en este largo período denominado del "estancamiento del agro pampeano" no se creciera ni en área sembrada ni en producción exportable, manteniéndose ambas en valores próximos a las 20 millones de hectáreas sembradas y a 25 millones de toneladas de cereales y oleaginosas. La crisis del proteccionismo y el anticipo de la globalización: Apertura económica con represión social y politica. (1976-1983) El marco mundial: Recrudecimiento de la guerra fría Hacia fines de 1975 el enfrentamiento entre los EEUU y la URSS, y entre capitalismo y comunismo, fue percibido como un período de etapas definitorias que llevaron a los contendientes a “jugarse el todo por el todo”. El ejército norteamericano se retiró derrotado de Vietnam, y en Asia, África y América latina crecieron los movimientos emancipatorios o liberadores contrarios al imperialismo norteamericano. Surgió la decisión del gobierno norteamericano de asegurar sus áreas de dominio en América Latina, erradicando los intentos de evolución hacia el socialismo. La estrategia fue la represión y la instalación de dictaduras militares pronorteamericanas, de discurso “anticomunista”. Instalados esos gobiernos adictos, y a través de su influencia dominante en instituciones como el Fondo Monetario Internacional, difundió en sus países subordinados la apertura económica,

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consistente en el levantamiento del los aranceles de importación y exportación, como modo de ampliar y agilizar su comercio exterior. El marco nacional En 1976 un golpe militar derroca al gobierno constitucional. Su primer rasgo fue la represión ilegal y las violaciones a los derechos humanos, en forma de secuestros masivos, cárceles clandestinas, torturas y la “desaparición de personas” como modalidad de pena de muerte a opositores. El otro componente central de su su política fue la “apertura económica” consistente en eliminar los impuestos a las importaciones y exportaciones, lo que llevó al cierre a numerosas empresas industriales argentinas, con consecuencias de creciente desempleo. La manera de enfrentar la resistencia y las protestas ante la desindustrialización y el desempleo fue el mismo estilo represivo antes descripto. La apertura económica dio de esta manera fin al modelo del proteccionismo y la sustitución de importaciones. Otra consecuencia de la apertura económica, con sus crecientes importaciones de productos industriales de consumo, máquinas e insumos agrícolas y hasta armamentos, fue la aceleración del proceso de endeudamiento externo, de tan significativas consecuencias posteriores. La evolución agrícola Con un dólar "libre" -consecuencia del decreciente control del estado sobre los cambios- con maquinarias e insumos importados a bajo costo y con bajas retenciones, en el campo resultó más conveniente la producción para exportación que para consumo interno. Los precios de las materias primas exportables o "commodities" como los granos, subieron significativamente. Con importaciones -de maquinarias, de nuevas semillas y de agroquímicos- libres de aranceles, los costos de las más modernas tecnologías se redujeron, y la actividad agroexportadora pasó a "ser negocio", y de gran atracción, para los terratenientes o estancieros, lo que los fue transformando en productores de tipo empresarial. Los productores de tipo empresarial, que como se dijo tuvieron severas restricciones para proliferar en el período anterior encontraron en el marco de la apertura económica condiciones propicias para su expansión. Vernon Ruttan denomina a este modelo de desarrollo "de insumos de alto rédito" y a su estrategia para aumentar la productividad la describe como: “Poner a disposición de los agricultores de los países en desarrollo los insumos más modernos, aquellos capaces de aumentar la productividad y la rentabilidad". La expresión "Revolución Verde" hace referencia al conjunto de nuevas tecnologías desarrolladas desde mediados de la década del 1960 en EEUU, y que recién ingresan masivamente a los países pobres -como los de América Latina- cuando declina el proteccionismo y se ingresa primero a la apertura económica y más adelante a la globalización. Primera expansión empresarial Antes del golpe militar, intensas crisis inflacionarias sugerían la inestabilidad del modelo económico de sustitución de importaciones. La apertura económica, especialmente referida a importaciones y exportaciones, inaugurada por el gobierno militar, logró que "el campo fuera negocio" para el sector empresarial cuya

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expansión determinó que la producción de cereales y oleaginosas alcanzara los 35 millones de toneladas. Esta primera expansión empresarial tuvo como características: 1.- Desarrollarse principalmente sobre parte de las tierras antes destinadas a la ganadería, sin desplazar a los chacareros que aprovecharon la coyuntura para continuar su proceso de capitalización. 2.- El franco predominio del "capital productivo" de muy reducida movilidad, con inversiones fijas en maquinarias, instalaciones y hasta tierras, determinante de un empresariado agrícola estable -por tener máquinas y tierras propias- y, supuestamente, de capitales predominantemente nacionales. 3.- El empleo de una tecnología que aún siendo diseñada para extensiones relativamente grandes -centenares y hasta miles de hectáreas- en comparación con los tamaños de finca de los chacareros, era similar a la empleada por estos: labranza convencional, uso de variedades o híbridos, y herbicidas selectivos. El gobierno nacional promovió entonces una reestructuración en la modalidad de extensión rural del INTA, pasando del enfoque “educacionista” anterior orientado a las familias rurales, a un estilo “transferencista” que tuvo por principal destinatario al nuevo sector empresarial en expansión. Una débil "contramarcha" a este primer avance neoliberal se produce con la reinstauración de un gobierno constitucional, a fines de 1983. La política económica intentó volver a ser abiertamente proteccionista, reimplantando los aranceles a importaciones y exportaciones para proteger la industria nacional y favorecer el crecimiento del empleo. La dimensión de los intereses económicos afectados, correspondientes al creciente poder financiero transnacional, desestabilizó económicamente –y principalmente monetarlamente- al país, al extremo que en 1989 -el mismo año de la caída del muro de Berlín- ocurrieron las hiperinflaciones determinantes de un estado de pánico social que culminó con el anticipado cambio de gobierno hacía las autoridades políticas que condujeron al país durante toda la década del 90. El modelo de la globalización. Producción para exportación en gran escala, con insumos importados. (desde 1989) Marco mundial La llamada "guerra fría" puede considerarse concluida con la crisis del comunismo y el desmembramiento de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, cuyo momento emblemático fue la caída del muro de Berlín en 1989. Las consecuencias más inmediatas fueron el claro dominio militar mundial por parte de EEUU, ya sin ejércitos capaces de oponérsele, y bajo ese único dominio el rápido desarrollo del complejo proceso de globalización o mundialización. La globalización aparece asociada a un conjunto de cambios tecnológicos; como la informatización, la robotización industrial, las comunicaciones satelitales, la ingeniería genética, etc.; cambios políticos como la hegemonía norteamericana y la reducción de capacidad de decisión de los estados nacionales; cambios ideológicos como el neoliberalismo capitalista impuesto con jerarquía de “pensamiento único" y

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el casi arrollador peso de los medios masivos en el desarrollo de la conciencia individual y colectiva y finalmente, en coherencia con todas estas transformaciones, cambios económicos vinculados con la generalización de los libres y casi incontrolados flujos mundiales materiales, como las exportaciones e importaciones y flujos inmateriales o virtuales, en los casos del capital financieros y las comunicaciones tanto individuales –el caso de Internet- como masivas. En su evolución hasta el momento actual la globalización no ha implicado de ninguna manera una tendencia a la igualación de las condiciones económicas entre los países, las regiones o las personas. Por el contrario, la brecha entre ricos y pobres aumenta rápidamente llegando a generar una nueva categoría, la de los excluidos, también llamados "inviables", que son aquellos cuyo trabajo y cuyas producciones dejaron de tener utilidad y valor en el mundo de la globalización financiera. Y esto vale tanto para los países como para las regiones y las personas. Según algunos analistas la globalización genera una nueva división internacional, que ya no es la del trabajo agrícola y el trabajo industrial, sino la que se genera entre globalizadores y globalizados. En estos enfoques, los “globalizadores" son los dueños del mundo virtual o inmaterial que incluye el capital financiero, la información estratégica, las comunicaciones masivas, las grandes redes de comercialización, la generación y el control de las nuevas tecnologías, y pretenden hoy extender sus derechos de propiedad sobre recursos materiales estratégicos para el futuro cercano, como el petróleo, eventualmente el agua potable, y los genomas vegetales, animales y hasta humanos. Los "globalizados" son los que, aparentemente sin tener otra opción, deben poner su trabajo, su equipamiento y sus recursos naturales al servicio del capital financiero -tal como ocurre con la expansión sojera argentina- en condiciones en las que se generan desequilibrios ecológicos, económicos y sociales que hacen crecer la exclusión y la futura "'inviabilidad". Los globalizados son los pueblos que están severamente condicionados por la deuda externa o la amenaza militar, los que pueden resultar aislados por un bloqueo económico, en caso de no pagar sus deudas, o pueden ser blanco de una “guerra preventiva” –como Afganistán, como Irak- en caso de ser categorizados como “terroristas". El marco nacional En este marco mundial las economías cerradas, socialdemócratas, de industrialización por sustitución de importaciones, dejaron de tener sustento. Bajo fuerte presión de organismos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, el estado fue sometido a intensos procesos de apertura económica -eliminando el arancelamiento a importaciones y exportaciones- de desregulación -con reducción o eliminación de su participación en controles de precios, calidades y salarios- de privatización a través de la venta o concesión de las empresas públicas de producción y de servicios, y de ajuste o drástica reducción de los gastos del estado, incluidos los servicios de salud, educación, etc. La libre importación desestabilizó y condujo al cierre a muchas medianas empresas industriales de capital nacional. El libre ingreso de capitales – la apertura financiera- desarrolló industrias automatizadas o robotizadas en las que tiene cada vez menos significación el empleo de mano de obra, con lo que la desocupación se extendió en las ciudades.

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El gobierno de la década de 1990 se declara abiertamente neoliberal, considera a Argentina un país "del primer mundo", y se alinea incondicionalmente con EEUU. La nueva apertura económica y financiera, la desregulación con prescindencia casi total del estado en las negociaciones entre particulares, y la privatización masiva de las empresas del estado, adecuan al país a los objetivos del poder financiero transnacional dominante en la globalización. Segunda expansión empresarial En el agro a estos cambios de política económica -favorables al sector agroexportador- se combinan con la disponibilidad de grandes cambios tecnológicos, desde informáticos hasta genéticos, y la apertura financiera o libre flujo mundial de capitales que posibilitan y benefician a la producción en muy grandes extensiones. Nuevamente la producción de commodities -en nuestro caso granos, y principalmente soja, para exportación- fue un muy buen negocio que atrajo a los inversores, con lo que en el año 2004 la producción de cereales y oleaginosas llegó a los 80 millones de toneladas. Este cambio se realizó principalmente a través de un nuevo sector empresarial los llamados "agronegocios" (o "agrobusiness", o “pools de siembra”, o más recientemente “fideicomisos”) que tuvo como principales características: 1.- Desarrollarse desplazando a los chacareros pampeanos, que imposibilitados de aplicar las nuevas técnicas por estar diseñadas para muy grandes extensiones terminan dejando el campo, en unos casos por no poder atender el endeudamiento generado por intentos fallidos de cambio tecnológico, y en otros casos por las ventajas que, en el corto plazo, les plantean los altos arrendamientos ofrecidos por los "agronegocios". El intenso despoblamiento del agro llevó a que desde posiciones contrarias se denominara al modelo como de "agricultura sin agricultores". 2.- El franco predominio del "capital financiero" proveniente de fondos de inversión de difícil identificación que incluyen al capital transnacional, y de altísima movilidad por no asentarse en inversiones fijas como tierra y maquinarias. El agronegocio típico está compuesto por fideicomisos que convocan al sector inversor que paga arrendamiento a terratenientes, servicios a contratistas, asistencia técnica, e insumos a proveedores. 3.- El empleo de una tecnología que normalmente está atada a una muy gran escala -del orden de decenas de miles de hectáreas- y es cualitativamente distinta de la empleada por los chacareros. En el caso del cultivo más extendido en esta modalidad, la soja, la tecnología combina la transgénesis con el uso de un herbicida total –glifosato- en el marco de la siembra directa con perspectivas de ser cada vez más orientada en el futuro cercano por el control satelital, y la ausencia total de rotaciones, La "agriculturización" de las pampas -con la ganadería vacuna confinada en pistas de engorde (o "feed lot”) y lotes menores de pasturas con suplementación de granos- fue la primera etapa. Con la autorización para el empleo de soja transgénica en 1996, que facilitó la siembra directa o labranza reducida, comenzó una segunda etapa -en la que nos encontramos, con casi el 70 % del área sembrada dedicada a soja- a la que se suele denominar “sojización". En consonancia con el pensamiento oficial en la época, se pretendió la privatización del INTA, y de las consecuencias de la resistencia de técnicos y

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productores a esa privatización surgieron proyectos como “Cambio Rural”, que fue lo más representativo de la extensión rural de la época. Los modelos de la resistencia a la globalización: Desarrollo local o territorial, tecnologías apropiadas, agroecología y agricultura familiar mejorada en la búsqueda de sostenibilidad. El marco mundial El fin de la guerra fría o de la controversia capitalismo -comunismo no dio lugar ni al fin de las ideologías ni al fin de la historia, como algunos analistas supusieron. En poco tiempo, la globalización agudizó problemas ecológicos, sociales y políticos permitiendo presagiar además su agravamiento futuro al comprometer gravemente las diferentes dimensiones de la sostenibilidad. Ante esto recomenzó la división y la lucha ideológica en la sociedad mundial. En 1992 al nivel de las Naciones Unidas (UN) se intentó llegar a acuerdos para la preservación ambiental a nivel mundial, a través de la reunión “Cumbre del mundo" en Río de Janeiro. Si bien los avances logrados por la investigación científica permitían describir con suficiente fundamento y certidumbre la gravedad de los problemas ambientales y el ritmo de su empeoramiento, a la hora de plantear las conclusiones y recomendaciones -fijadas en la "agenda para el siglo XXI"- el gobierno de EEUU retiró su representación de la reunión, supuestamente para proteger los intereses económicos que serían afectados por el avance hacia una legislación ambiental mundial. El retiro de la principal potencia mundial redujo la representatividad y operatividad de las resoluciones de la "cumbre de Río". De todos modos surgieron de ella avances significativos en la conceptualización y medición de la sosteniblidad en sus dimensiones económica, ecológica y social. Por un lado, liderados por Estados Unidos, Gran Bretaña y el capital transnacional, se afianzan los partidarios de la profundización de la globalización en el marco del neoliberalismo, considerando como favorable su efecto en el crecimiento económico, en el desarrollo de las comunicaciones masivas y, más recientemente, en la lucha contra el terrorismo y su esperado efecto en el mejoramiento de la seguridad mundial. Desde esta posición, se niega la gravedad de los problemas ambientales o se confía en que la evolución tecnológica les encontrará repuesta antes de que se tornen críticos. Respecto de problemas sociales como el desempleo y la exclusión, se confía en el futuro "derrame" de la riqueza, afirmando que a mediano plazo el crecimiento de las inversiones del capital globalizado determinará oportunidades de trabajo y progreso par todos. Los sucesos del año 2001, como la reacción político militar norteamericana ante el atentado a las torres gemelas con invasiones a Afganistán, Irak y amenazas extendidas a muchos países, generaron en Europa, Asia y América Latina diversas reacciones de repudio que socavaron al discurso neoliberal en su pretendido carácter de “pensamiento único”. Actualmente, lo que es posiblemente la mayoría de la población mundial cuestiona desde diversos ángulos la globalización neoliberal, al considerar que el crecimiento económico beneficia solo a minorías excluyendo a las mayorías, que las comunicaciones masivas -financiadas y orientadas por la publicidad comercial y los

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intereses dominantes- lejos de favorecer el diálogo creativo incomunican y degradan las conciencias individuales y sociales, y que las hoy llamadas "guerras preventivas" contra el "terrorismo" son solo las justificaciones argumentadas por EEUU, quien realmente pretende apropiarse de recursos naturales estratégicos, como el petróleo de Irak. Desde estas posiciones se afirma que la evolución tecnológica, en la medida que continué orientada al servicio del capital financiero, no hará sino agravar los hoy ya graves problemas ecológicos, y se niega el esperado "efecto derrame" de las inversiones del capital transnacional por considerar que éstas solo incrementarán la desocupación al incorporar tecnologías desplazadoras de mano de obra. Las propuestas para la evolución agrícola El trabajo analizado de Vernon Ruttan propone, bajo la denominación de "modelo de innovación inducida", la adecuación del desarrollo tecnológico de los países pobres a la diversidad de sus limitaciones, sus posibilidades y sus objetivos, generando lo que en otros análisis se denominan "tecnologías apropiadas" adecuadas al “desarrollo local" en cada realidad histórica y ecológica. Su análisis parte de hacer notar como, en dos países de alto desarrollo tecnológico agrícola, los estilos de desarrollo fueron notablemente distintos. En EEUU la gran disponibilidad de tierras aptas y la escasez de la población rural, ante la creciente demanda urbana de alimentos y materias primas determinada por la exitosa industrialización, influyeron en que el disparador de la modernización tecnológica fuera la mecanización, y sus consecuencias posteriores la proliferación de los monocultivos, las semillas mejoradas, los fertilizantes y los biocidas. El recurso más escaso en el campo fue la mano de obra, y la tecnología para sustituiría la mecanización, que multiplica la productividad del trabajo sin influir necesariamente en los rendimientos por hectárea. Por el contrario en Japón el crecimiento de la demanda interna de materias primas y alimentos -consecuencia de su proceso de industrialización- lo encontró con muy escasa disponibilidad de tierras aptas y abundante población rural. El objetivo fue entonces aumentar la productividad de la tierra, los rendimientos por hectárea, sin necesidad de que se incrementara la productividad del trabajo, ya que se contaba con mano de obra en abundancia. Los disparadores de la modernización tecnológica fueron entonces las técnicas químicas -como la fertilización- y biológicas -como el policultivo y las rotaciones organizadas- con apoyo de obras de infraestructura física -como nivelación y obras de riego- todo esto con uso intensivo de mano de obra. Una conclusión es que no hay un solo estilo de modernización tecnológica. Puede verse que en ambos casos se desarrollaron, por caminos divergentes, "tecnologías apropiadas" para cada realidad ecológica y social. En ambos casos se trató de economías autónomas, orientadas con prioridad al mercado interno. En el caso de países de América Latina -y también de Asia y África- su ubicación en la división internacional del trabajo como proveedores de materias primas y sus relaciones de dependencia -coloniales primero y económicas despuésdeterminaron menor autonomía en su desarrollo tecnológico que, más que en la investigación propia se basó en la copia del modelo norteamericano que partió de la

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mecanización y luego continuó en lo que se considera la atención de sus consecuencias. Pero en la mayor parte de las regiones latinoamericanas no había gran disponibilidad de tierras aptas -excepto en las pampas argentinas- ni escasez de mano de obra. Por el contrarío, en general las tierras aptas son muy escasas y la población rural muy numerosa, por la escasez de empleo industrial en las ciudades. No puede decirse que en América Latina se desarrollaran "tecnologías apropiadas", o adecuadas a sus disponibilidades de recursos en modelos de "desarrollo local", sino lo contrario, y las consecuencias son los desequilibrios ecológicos y sociales. Ruttan considera que fue el mercado lo que orientó hacia la mecanización en EEUU, donde las tierras eran baratas y los salarios altos, y hacia las técnicas intensivas en mano de obra en Japón, donde las tierras eran muy caras y los salarios bajos. Pero también llega a la conclusión de que los precios del mercado, en países dependientes y orientados a la exportación, no son suficientes para orientar la investigación agrícola hacia la generación de tecnologías apropiadas y que debe recurrirse a diversos mecanismos de "innovación inducida" –con planificación y control estatal- para lograrlas. El qué tecnologías desarrollar, para qué y para quienes, no puede quedar en estos países librado totalmente a la iniciativa de los investigadores, por cuanto estos. resultan frecuentemente atraídos por las ventajas económicas, como la financiación de las investigaciones, y también académicas, como el reconocimiento de sus aportes en la comunidad científica de los países lideres, lo que los impulsa a orientar su trabajo en consonancia con las finalidades de los grandes grupos económicos como por ejemplo los proveedores dé insumos importados. Otros aportes, compatibles con los análisis de V. Ruttan, avanzan respecto a las propuestas técnicas propias de "la resistencia a la globalización", tales que sean capaces de mejorar la sostenibilidad ecológica y social de la producción agropecuaria. Líderes de estos planteos son los países de la Unión Europea, con especial énfasis en la protección ambiental y también interesantes avances en lo que respecta a la sostenibilidad económica y social. Desde los países del Tercer Mundo -en América Latina, Asia y África- también han surgido propuestas de tecnologías apropiadas para atender la problemática ambiental y social de sus regiones. En general, tanto las propuestas europeas como las del Tercer Mundo tienen como ejes principales las diversas vertientes de la agroecología. Una forma integradora de resistencia al modelo globalizador puede ser el desarrollo local o territorial, tanto por sus objetivos de protección y uso adecuado de los recursos de cada población, como por la prioridad asignada a la atención de las necesidades locales antes que a la exportación, y su búsqueda del bienestar a través del pleno empleo. Las técnicas más apropiadas para el modelo de desarrollo local en los países latinoamericanos pueden ser las agroecológicas. Según Miguel Altieri la agroecologia apunta a una "agricultura que sea ambientalmente sana, que sea diversificada y rompa el monocultivo, para que así no dependa de insumos agrotóxicos externos que son caros y ecológicamente peligrosos. Para la construcción de esta nueva agricultura también se busca la viabilidad económica y la justicia social. Por esta razón, la agroecología debe

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complementarse con políticas agrarias que busquen la seguridad alimentaria, la conservación de los recursos naturales y la eliminación de la pobreza rural, lo que nosotros denominamos una agricultura sustentable.” En otro trabajo, el mismo autor agrega: “la agroecología necesariamente requiere de campos pequeños esparcidos en un mosaico estructural de cultivos adyacentes y tierra no cultivada que proporcione refugio y alimentación alternativa a los enemigos naturales de las plagas". Como se dijo antes, la agroecología está presente en modelos de desarrollo alternativos tanto en Europa como en muchos países del tercer mundo. No es el caso de Argentina ni de su región pampeana, donde las diferentes variantes de la “revolución verde" como los agronegocios, las grandes empresas y, con cada vez menos peso, las chacras mixtas, todas se sitúan de alguna manera en el marco de la “agricultura de altos insumos". Sólo en muy pequeña escala, y con destino al autoconsumo de familias carenciadas rurales y periurbanas, el programa Prohuerta, ejecutado por el Ministerio de Desarrollo Social con apoyo del INTA, representa estos modos de acción.

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