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espectáculos
| Jueves 28 de noviembre de 2013
Una fiesta sonora y social
clásica
movistar free music. M.I.A. volvió a presentar su combinación de electrónica y
música étnica; también brilló Solange Knowles, la hermana menor de Beyoncé Gabriel Orqueda
Otra vez la danza, en el París de la primera preguerra Pola Suárez Urtubey
PARA LA NACION
Más de 30.000 personas asistieron al Planetario el domingo para los shows de M.I.A. y Solange en el marco del festival Movistar Free Music. “Linda tarde para escuchar música buena, pero me derrito, jajaja.” “Qué lindo el de la gorrita roja y musculosa blanca atrás de la torre de sonido :P.” Los mensajes vía Twitter de los asistentes al Movistar Free Music se desplegaban en las pantallas de los escenarios durante los intervalos entre shows y daban cuenta de que era un evento social. No es que la música no importara: al tope de la grilla brillaba M.I.A. (se dice emaiei), una de las artistas más influyentes de electrónica y hip hop alternativos de la última década. Su show era el más esperado, pero en las 10 horas que duró la calurosa jornada el público tuvo mucho para escuchar y hacer. Hubo demostraciones de bikers profesionales, clases gratuitas de origami, mesas de ping pong y una acción de la ONG Mundo Invisible, en la que los asistentes podían armar juguetes para donar. Algunos asistentes participaron también de la Yoga Rave, la versión espectáculo de la fiesta porteña y de éxito internacional que combina meditación y música electrónica. En lo que respecta a lo estrictamente musical, dentro del Planetario estuvieron los espectáculos audiovisuales Piazzolla Tango 360 y el del multiinstrumentista Axel Krygier, inaccesibles para la mayoría del público por cuestiones de
—PARA LA NACION—
E
La artista de Sri Lanka en su presentación en Buenos Aires espacio. En el escenario principal estuvo Poncho. El trío electrónico nacional comandado por Javier Zuker presentó su segundo disco, Carnaval. La verdadera sorpresa de la fecha fue Solange. La hermana de Beyoncé lleva una década de carrera musical en las sombras y, luego de dos discos, parece haber encontrado un nicho de público para desarrollar su particular estilo. Lejos de las
superproducciones pop y la ambición radial, lo de la Knowles menor navega por el neosoul, con canciones bailables y de estructuras no tradicionales que hicieron de True, su más reciente EP independiente, uno de los más valorados por la crítica en 2012. El cierre estuvo a cargo de la estrella M.I.A. Su regreso a Buenos Aires, después de ocho años, viene tras discos consagratorios como
movistar
Kala, una nominación al Oscar y dos a los Grammy. Con su cuarto álbum, Matangi, reinventó su caótico y frenético collage de ritmos (hip hop, electrónica, dancehall, reggae, noise), que no siempre se tradujo con nitidez en vivo. Esto no pareció importarles a las 50 personas que se subieron al escenario con ella en “Boyz” y no podían dejar de bailar, a pesar del calor y del largo día. ß
n ese hervidero de arte que centralizó París hace un siglo, en 1913, no sólo está La consagración de la primavera, de Stravinsky. Dos importantes trabajos relacionados con la danza surgieron ese año. Ante todo, Jeux (Juegos), de Debussy, y Le Festin de l’araignée, de Albert Roussel. Estrenada dos semanas antes, y en el mismo teatro parisino de los Campos Elíseos que la obra de Stravinsky, el poema danzado debussyano fue repetido al año siguiente en versión de concierto, para sobrevivir como obra de gran influencia sobre la música del siglo, según los análisis de Pierre Boulez, Jean Barraqué o Aloys Zimmermann, entre otros. Por su parte, el autor del encargo, Diaghilev, habló de Jeux como “una apología plástica del hombre de 1913”. Pero la idea del autor, poner en escena una partida de tenis, encontró un futuro valiente y atrevido a través de su música, al margen de cualquier argumento, además de su sentido profético, al adelantar una dirección fecunda en la música de la primera mitad del siglo XX. Por su parte, Roussel estrenó, en el Teatro de las Artes de París, su ballet-pantomima El festín de la araña, que en su puesta escénica requirió una enorme tela de araña vertical extendida para la captura de insectos-danzarines. De todas maneras, la música encontraría su camino futuro a través de una espléndida suite orquestal, que pone de relieve el juego de las armonías y sus vibrantes colores instrumentales. Y en medio de este torbellino de creación de obras para ballet
que surgen bajo el impulso superlativo de Diaghilev, vale la pena recordar que un año antes, en 1912, también el empresario ruso estrenó el ballet Daphnis et Chloè de Ravel, cuyo verdadero triunfo para la historia no se dio tampoco en la danza, sino en el repertorio sinfónico. En el Esquisse biographique dictado por el compositor al musicógrafo Roland-Manuel, el autor menciona esta obra como sinfonía coreográfica en tres partes. “Mi intención al escribirla –declara el autor– fue componer un vasto fresco musical, menos cuidadoso de arcaísmo que de fidelidad a la Grecia de mis sueños, que es la que imaginan y describen los artistas franceses de fines del siglo XVIII.” Y luego, una declaración que hoy estimamos como la verdadera realidad del pensamiento raveliano: “La obra está construida sinfónicamente según un plan tonal muy riguroso, en medio de un pequeño número de motivos, cuyos desarrollos aseguran la homogeneidad sinfónica de la obra”. A diferencia de otros autores de música para ballet (el caso tan exitoso de Chaikovski), Ravel ha quedado en la historia del siglo como el creador de una música destinada a sobrevivir como tal, sin funcionalidad escénica. Porque da la impresión de que su opéra-comique La hora española, estrenada en 1911, y la fantasía lírica El niño y los sortilegios, de 1925, están siendo hoy relegadas, porque el mundo y el gusto de los espectadores están en otra cosa. Es que un siglo no pasa en vano.ß
allegro
Ecos de la infelicidad mélisande. Hacia 1900, los personajes de la ópera, desde los más heroicos a los más elegantes, desde los más pedestres a los más sublimes, eran corpóreos, concretos y definidos. Y de repente, en París, en 1902, en la Opéra-Comique, de la mano de Debussy, aparecieron Pelléas y Mélisande, devenidos de la exquisita prosa simbolista de Maurice Maeterlinck, aquel maravilloso escritor y dramaturgo belga que vivió entre 1862 y 1949. En El recurso del método, la magistral novela de Alejo Carpentier, el autor cubano relata la incomodidad del Primer Magistrado de la Nación, un dictador latinoamericano que amaba intensamente a la ópera wagneriana (y la potencia del ejército alemán), cuando decidió ir a ver Pelléas y Mélisande, en Nueva York, para escuchar a la gran Mary Garden haciendo el protagónico. Tras la percepción de pequeños murmullos de la orquesta que “no llegaban a ser
música” y odiar a esos personajes que “hablando no se resolvían a cantar” huyó, enfurecido, al finalizar el primer acto. Las indefiniciones de Pélleas, la fragilidad y los misterios de Mélisande y, en general, una trama onírica, etérea y elíptica –exactamente simbolista– se oponían a cualquiera de las otras corrientes operísticas de su tiempo. Y esa contrariedad y fastidio que aquejaban al Primer Magistrado también la sintieron muchos de los espectadores de aquella primera función parisina. Quienes amaban la corporeidad humana de Carmen, la firmeza de Tosca o la consistencia heroica de Brunilda y disfrutaban de las grandes oberturas o de los números de ballet dentro de la ópera, dieron rienda suelta a sus decepciones en el segundo acto. Melancólica e indescifrable, Mélisande le dice a Golaud, su esposo: “Yo no soy feliz aquí”. Y parte del público bramó: “¡Nosotros tampoco!”ß Pablo Kohan
danza
Dos obras que se despiden bailando Esta noche, a las 21, se despide la obra Río conmigo, de Diego Franco, que presenta la Compañía Nacional de Danza Contemporánea en el Centro Nacional de la Música, México 564. La entrada es gratuita y se puede retirar en el lugar 30 minutos antes de que comience la función. Otra obra de
danza contemporánea que baja de cartel es Algo que ya no hace, una composición coreográfica de Fabián Gandini que lleva adelante el Grupo de Experimentación en Artes del Movimiento. Esto sucederá también hoy, a las 21.30, en el Espacio Cultural Pata de Ganso, Zelaya 3122. $ 30.ß
cuento chino
clásica
Sobreseyeron a YouTube
Música de cámara en la Plata
Los administradores de YouTube fueron sobreseídos tras una denuncia penal que recibieron por publicar la película Un cuento chino, que tiene derechos de autor. La Sala V de la Cámara del Crimen consideró que no hubo delito penal y dejó abierta la posibilidad de iniciar acciones por daños y perjuicios sobre obras con derecho de autor, pero descartó una sanción penal. La causa se inició por la denuncia de la productora Pampa Films porque en YouTube fue publicada la película protagonizada por Ricardo Darín, sobre la que tiene los derechos de propiedad intelectual.ß
Hoy, a las 20, en la Sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino de La Plata (Av. 51, entre 9 y 10), continuará la temporada de cámara con un concierto a cargo del Cuarteto de Cuerdas de la Universidad Nacional del Noroeste de Buenos Aires. El ensamble interpretará el Cuarteto de cuerdas Nº 14 en Sol mayor K. 387 (“Cuarteto de la primavera”) de Wolfgang Amadeus Mozart y el Quinteto con piano, en La mayor Op. 81 de Antonin Dvorak, con la participación como artista invitado del pianista Alexander Panizza. Entrada, $ 20 (descuentos a estudiantes y jubilados).ß