Espectáculos
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Viernes 21 de marzo de 2008
LA GUIA DEL FIN DE SEMANA
LA NACION/Sección 4/Página 3
TEATRO
Música popular/música clásica/teatro/cine/televisión/danza
Las mujeres de los nazis
Otra trilogía sobre el nazismo Es una investigación del autor Héctor Levy-Daniel El año pasado hubo un aluvión de obras que tocaban la temática del nazismo y las guerras mundiales. La más representativa fue la Trilogía del nazismo, que dirigió Alejandro Ullúa, con textos de Patricia Suárez y Leonel Giacometto (Herr Klement, Todos los judíos fuera de Europa, Edgardo practica, Cossima hace magia). Ya por aquel entonces se anunciaba una segunda trilogía de otros artistas, que finalmente saldrá a la luz mañana, en el Patio de Actores. El título elegido por su autor, Héctor Levy-Daniel, es Las mujeres de los nazis. Son elaboraciones ficcionales de hechos y personajes que existieron en la realidad: Magda Goebbels, que tuvo un amante judío antes de convertirse en la primera dama del Tercer Reich; Irma Grese, ayudante de Mengele en Auschwitz y ejecutada por el verdugo Albert Pierrepoint, y Geli Raubal, que fue el gran amor de Hitler. Sobre fines de 2006, el dramaturgo Héctor Levy-Daniel decidió realizar esta investigación, cuyo tema sería el período del nazismo desde la perspectiva de las mujeres que hubieran tenido una relación estrecha con el régimen o con sus dirigentes. La inquietud de la señora Goebbels está dirigida por el mismo Levy-Dasniel y la interpretan Alfredo Martín y Silvia Dietrich. Allí, Magda se reenMARIANA ARAUJO
Un tipo con los dientes apretados Había prometido que cuando ingresara en la Legislatura dejaría todo, y así lo hizo. En diciembre colgó el traje de representante de la izquierda (había asumido como legislador del partido de Luis Zamora, hasta que el bloque estalló en pedazos) y al mes ya estaba ensayando Un hombre torcido, trabajo que dirige Manuel Iedvabni, que se estrenó la semana pasada. “Estoy volviendo con mucha emoción, con mucha incertidumbre, con mucho cambio. Como si viniera de otro mundo”, dice Héctor “Cacho” Bidonde. –¿Cómo es retomar el trabajo actoral luego de cuatro años? –Es raro. A mí me están sorprendiendo muchas cosas que no figuran en ningún vademécum. Si bien había estado tomando clases con Ricardo Bartís, tenía miedo de haberme oxidado un poco. Pero quizá por el entusiasmo que siento, creo que la cosa va fluyendo. Lo cierto es que el 10 de diciembre dejó su despacho y dos días después llamó a Iedvabni, con quien ya había trabajado, pidiendo pista. Del otro lado, el director reconocía asombrado que estaba pensando justo en él para la obra que acaban de estrenar en el Teatro del Nudo. “Me metí medio de cabeza en el material y me agarró algo como de mucha continuidad entre lo que estaba haciendo en la Legislatura, con todas sus broncas y sus berrinches, y el entusiasmo
Con la dirección de Manuel Iedvabni, el actor protagoniza una obra que reflexiona sobre el genocidio en Armenia Por Alejandro Cruz De la Redacción de LA NACION que me generó esta obra. Pero salí muy enriquecido de la Legislatura, muy cambiado”, dice. –¿Enriquecido en qué? –Me pasé toda la vida haciendo un trabajo parainstitucional y tenía muchas ganas de ver cómo funcionaba el poder del país. Al meterme ahí adentro, fui descubriendo ese mecanismo. Allí uno ve la cantidad de cosas que se pueden hacer en la medida en que no te metas con cuestiones PARA AGENDAR
Un hombre torcido, texto de Richard Kalinoski. Teatro del Nudo, Corrientes 1551. Funciones los sábados, a las 22.30, y los domingos, a las 18.30. Entradas, a 30 pesos.
Alejandra Rubio, Fernando Sureda, Bidonde, Martín Slipak y Manuel Iedvabni
Testigo: la mermelada Los actores y la publicidad no tradicional en TV Hace 10 años , Héctor “Cacho” Bidonde fue una de las figuras principales de la tira Gasoleros, una de las tantas comedias costumbristas de la factoría Pol-Ka que se emitió por Canal 13. ¿Volvería él a trabajar en una serie de ese tipo? “El único problema –reconoce ahora– es que hace justamente 10 años podía pedir que el tarro de mermelada me lo den vuelta o que la bolsita de la casa de electrodomésticos no esté en
mi escena. Ahora no sé si podría decir algo así, creo que tendría que comerme el garrón. Hoy la televisión es eso. El capitalismo no aguanta la tanda y por algún lado el producto tiene que estar. No hay vuelta que darle”. Y como la publicidad no tradicional (PNT) gana terreno, “fijate vos que en la paritaria del año pasado entre Actores y los productores de ficción no se escribió nada sobre ese punto”.
vinculadas al mundo del negocio. También me di cuenta de cosas terribles, como que al poder no le interesa la cultura. De todos modos, te diría que salí con la energía redoblada. Y como ese compromiso continúa, sigue vinculado a la Legislatura como asesor de Patricia Walsh en temas culturales. Así fue como dejó su traje de legislador porteño (se peleó con ibarristas, con los mismos teatreros, con macristas y con su ex padre político), pero sigue opinando sobre el poder de turno: “Con Hernán Lombardi ocupando el cargo de ministro de Cultura, pero siendo él un hombre del turismo, vamos hacia una dependencia mayor con el turismo, como pasó en otras ciudades”. –Volvés con una obra de fuerte contenido político que pareciera entablar un diálogo entre tu tarea como legislador y tu trabajo como actor. –Totalmente. Fue una coincidencia casi, aunque no me guste la palabra, providencial. Voy a las pruebas: hago de un viejo que da pelea, que lucha por la identidad armenia. Un tipo que enviudó, que se quedó solo, cuya hija dejó en el olvido el genocidio armenio a manos de los turcos. Le quedó un nieto norteamericano [papel a cargo de Martín Slipak] al que llama y le intenta pasar la posta. El recorrido de ambos nos permite ver el significado de tener un proyecto en estos tiempos. Y si bien este viejo es un peleador, un cascarrabias, un luchador, un tipo con los dientes apretados, tiene una idea de vida. Su último trabajo en teatro fue Mujeres soñaron caballos, obra de Daniel Veronese. Ahora retomó la tarea de la mano de Manuel Iedvabni, para trazar un personal recorrido entre una figura clave de la renovación teatral y un exponente de la tradición escénica. “Es cierto. Empecé a tomar clases de teatro con Augusto Fernandes en 1964. En el 65-66 salía del centro y me iba al Di Tella a ver las cosas de Roberto Villanueva o de la Minujín. Yo diría que fui egoísta y práctico, con todas las connotaciones que puede tener la palabra, en el sentido de pensar que la profesión pasaba por el uso de una poética realista. Pensaba que era bueno afirmarme en eso. Y siempre, pero más en los últimos 20 años a partir del trabajo de figuras como Rafael Spregelburd, Javier Daulte, Pompeyo Audivert, Ricardo Bartís o Daniel Veronese; me aproximé a otro fenómeno artístico. Y si bien mi palo es Stanislavsky, el realismo; me di cuenta que podía entender otras cosas que no formaban parte de mi formación original. A veces jodo con que soy medio un tránsfuga de clase”, dice riéndose el tipo con pinta de cascarrabias, pero con sentido del humor.
El dilema de Geli Raubal (izq.) y La inquietud de la señora Goebbels (arriba, der.)
cuentra en un extraño tren con el que fue su amante judío, Víctor Arlossoroff, antes de conocer al que iba a convertirse en su segundo esposo: el jerarca nazi Josef Goebbels. A medida que la acción avanza, ambos advierten que el tren no los conduce adonde cada uno de ellos suponía, sino a un encuentro con horrores que ella había preferido olvidar. PARA AGENDAR
Las mujeres de los nazis, de Héctor Levy-Daniel. Patio de Actores, Lerma 568 (47729732). Sábados, a las 20. Entradas: entre 20 y 30 pesos.
Clara Pando es la directora de La convicción de Irma Grese, que cuenta en su elenco con Malala González, Ignacio Oliveros y Julieta Alfonso. Aquí, mientras Gisella Perl cuenta ante un tribunal las alternativas de la vida en el campo de concentración, Irma Grese espera en escena el momento de su ejecución, al tiempo que su verdugo prepara la horca. En tanto que El dilema de Geli Raubal está dirigida por Laura Yusem, y el elenco lo componen Liana Müller, Jorge Sánchez Mon y Rocío Domínguez. Mientras Hitler sube los últimos peldaños en su ascenso al poder, su sobrina Geli Raubal se ha transformado para él en el gran amor de su vida. Los sutiles hilos que Hitler tiende alrededor de ella se revelan como una trampa de difícil escape.