Un reclamo sigiloso, mientras suena el violín

25 sept. 2011 - Senna y Xuxa. Se trata, de todos modos, de multi- nacionales que sufren infinitamente menos que empresas locales más expuestas.
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ECONOMIA & NEGOCIOS

Domingo 25 de septiembre de 2011

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EMPRESARIOS & CIA. | POR FRANCISCO OLIVERA

Un reclamo sigiloso, mientras suena el violín H

ay un número que gran parte de los industriales argentinos tiene bien guardado. Son los 6,50 pesos que debería valer aquí el dólar, a los niveles actuales de inflación, para que algunos sectores, principalmente los llamados “sensibles”, recuperen competitividad. La cifra era de 5,50 hace cinco meses, pero la reciente devaluación brasileña (18% en los últimos dos meses) puso nerviosos a unos cuantos. El dueño de un grupo nacional lo expresaba el viernes con una sentencia demoledora, ambiciosa y pretendidamente universal: “El libre comercio no funcionó en el mundo; ahora, el tema es cuidar el empleo”. José Ignacio de Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), llamó el viernes a Débora Giorgi y le transmitió todas las perturbaciones de sus pares. La ministra intentó tranquilizarlo. Le dijo que había contacto casi diario con funcionarios brasileños y que ambas naciones encararían medidas conjuntas, en los próximos días, para resguardarse frente a la crisis internacional. A los mismos efectos, Mendiguren probablemente reciba esta semana al presidente del Grupo Brasil por la parte brasileña. Esa entidad

reúne a hombres de negocios de ambas naciones. Todos estos lamentos no llegan en un buen momento. Interrumpen, incluso más que cualquier denuncia por corrupción, cierta quietud que se vivía en la Casa Rosada desde las elecciones primarias. La Presidenta está tranquila, según afirman quienes frecuentan la quinta de Olivos, y de mejor humor que nunca. Sólo quedaba esperar el triunfo el 23 de octubre, que se imagina histórico. Pero las distorsiones en el Mercosur apuraron algunas conversaciones. Tienen, además, múltiples y crecientes manifestaciones. La más importante a los fines macroeconómicos: desde las fábricas de automóviles, sector que explica como ninguno la reactivación industrial de los últimos años, advierten que Brasil tiene ya el mismo nivel de competitividad que el atractivo México en esa rama. Es un problema: de cada 100 vehículos que se producen aquí, 65 se exportan a la tierra de Pelé, Ayrton Senna y Xuxa. Se trata, de todos modos, de multinacionales que sufren infinitamente menos que empresas locales más

LA SEMANA QUE PASO Moyano se fortalece en Camioneros

Lunes. Hugo Moyano logró su sexta reelección consecutiva en la Federación Nacional de Camioneros, el bastión sindical desde donde construyó su poder a partir de 1987. Con la lista 15 de Diciembre como única postulante, su desafío ahora era comprobar en las urnas que es el dirigente gremial con mayor apoyo directo de los trabajadores.

Dura crítica del FMI a estadísticas del Indec

Martes. El Fondo Monetario Internacional (FMI) cuestionó con más dureza que en el pasado la falta de credibilidad de las estadísticas oficiales argentinas de inflación y crecimiento económico. Advirtió que recurrirá a indicadores de otras fuentes y no sólo al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

Datos de periodistas por la inflación

Jueves. El juez en lo penal económico Alejandro Catania (foto) pidió a siete diarios un listado de los periodistas, con sus números telefónicos y direcciones, que hayan escrito sobre inflación en los últimos seis años. Es parte de la causa iniciada por una denuncia de Guillermo Moreno a una consultora por presunto agiotaje.

expuestas. Hace cinco meses que, como consecuencia de algunas medidas de protección brasileñas, los textiles industriales argentinos no pueden colocar siquiera un kilo de hilados o géneros en Brasil. El escenario ha revertido las cosas, y la amenaza es ahora una invasión de productos importados desde allí.

La mayoría cree que, como la medida será inevitable después de las elecciones, pedirla en público sería estúpido Para entenderlo cabalmente habría que estar de los dos lados. Como Alberto Bracali, del grupo Inplast, fabricante de envases de plástico para productos frescos, que tiene una planta en Brasil y otra en la Argentina, y vive así una situación ambivalente. Dice que los cambios de los últimos días permitieron que determinados sectores brasileños, inviables hasta

hace tres semanas, hubieran podido volver a exportar. Pero que aquí, en cambio, “algo se va a tener que acomodar”, dice. Bracali es, sin embargo, optimista. Cree que la depreciación del real no es definitiva, sino un alto en el camino, como ocurrió en 2008 tras la crisis de las hipotecas en Estados Unidos. El escenario obliga a una palabra mágica del universo fabril. Un reclamo que, por lo menos hasta el 24 de octubre, ningún empresario osará proferir en voz alta: la devaluación. La estrategia corporativa es sutil y realista. La mayoría cree que, como la medida será inevitable después de las elecciones, pedirla en público sería estúpido y convertiría a la UIA en autora de la idea. Cunde en estos días, entonces, un segundo eufemismo que han tomado incluso políticos y economistas ortodoxos: se habla de la “necesidad de un deslizamiento del tipo de cambio”. El pretendido deslizamiento no estará exento de fogonear los precios y deteriorar los salarios. Es la parte que callan los empresarios cuando se quejan en público de que crecen sus costos en dólares. “Pero lo importante es no interrumpir el proceso productivo”, se atajan en la UIA.

En realidad, si se la mira astucia industrial, la depreciación del real puede venir como anillo al dedo. “Si no es ahora, ¿cuándo hacerlo?”, piensan algunos ejecutivos. La jugada parece incluso aprendida en Brasil: son los colegas y funcionarios brasileños –rezongan los fabricantes argentinos– quienes aprovecharon en los últimos meses las trabas aplicadas por Guillermo Moreno y Débora Giorgi a las importaciones para responder con represalias. Es cierto que no toda receta brasileña es aplicable. Con una inflación del 25% anual, la Argentina carece del margen que tiene Brasil (con una tasa de inflación del 7,3%) para administrar el tipo de cambio. El tema se ha vuelto escabroso, y mencionarlo lo expone a uno a lo engorroso de una citación judicial. Hasta el ministro de Economía prefiere evitarlo ante periodistas. “Mirar hoy las estadísticas argentinas se parece mucho a que el capitán del Titanic vaya a ver cómo suena el violín de la orquesta”, contestó el viernes en Washington Amado Boudou. La metáfora no es alentadora. El violinista también se ahogó.

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